Capítulo 11
Cuando la pareja se fue de regreso al departamento de Darrell, en el camino ella lo interrogó:
—¿Por qué no me dijiste que Evan estaba en Canadá? —le dijo enojada y frunciendo el ceño.
—¿Te lo comentó mi madre? —preguntó mientras arrinconaba el auto contra el cordón de la acerca.
Tabatha volvió a ponerse nerviosa y a sentir pastosa la boca. Darrell se había dado cuenta de su cambio de actitud y solo se acercó para depositarle un beso en los labios para tranquilizarla.
—Sí, fue ella quien me lo dijo —su voz sonó nerviosa.
—No pasa nada —le contestó mirándola a los ojos—. Cálmate, no te haré nada —volvió a decirle para pronto besarla de nuevo.
—Parezco una idiota que todavía no se da cuenta de las cosas —le respondió poniendo sus manos sobre las propias mejillas y mirándolo con atención a los ojos.
Él solo le sonrió.
—No eres una idiota, aún te cuesta sentirte tranquila y es normal —le expresó dándole un beso en la frente—, solo espero que el casamiento sea para tu bien —confesó sin dejar de mirarla a los ojos.
—Lo espero yo también, Darrell —le emitió con una sonrisa y posó sus manos en las mejillas masculinas para darle un beso en los labios—. ¿Me contarás un poco más de lo que ya sé? —cuestionó poniéndole atención a sus ojos.
—Hace unas semanas atrás un oficial de la policía volvió a aparecer en mi estudio y me comentó sobre Evan, que estaba viviendo allí con otra familia —le contestó dándole a entender que tenía otra pareja.
Tabatha quedó petrificada, pero volvió a recomponerse porque sinceramente no le afectó nada y tampoco se sintió tan sorprendida por eso.
—No estoy tan asombrada, creo que me lo esperaba —apostilló sin emoción—. ¿Solo eso te dijo? —preguntó.
—Sí, aunque me sugirió que te dijera que debías denunciarlo —respondió volviendo a mirarla.
—Tu madre me dijo lo mismo esta noche —se miró las manos sin verlas del todo porque su mente divagaba por otras cosas—, me comentó que si yo no lo hacía, iba a ser ella quien lo denunciara —articuló con algo de preocupación.
—No veo mal que lo haga si lo quiere hacer —declaró.
—¿Sabes lo que es para una madre tener que denunciar a su hijo por violencia de género? —inquirió la joven con algo de enojo.
—Peor si no lo denuncia —dijo tajante—, ¿eso prefieres? ¿Y que les pase a otras que están con él? —remató de manera interrogativa.
—No, claro que no —replicó con firmeza.
—Pues entonces, si tú no te animas, deja que mi madre lo haga, de todas maneras, estaremos pocos días aquí y creo que lo mejor sería que ella lo haga por ti, porque de hacerlo tú supongo que las cosas tardarán y no tendremos manera de viajar, no podemos posponer el viaje —le notificó con énfasis.
—Lo entiendo y no quiero que pospongas nada —le aseguró con una sonrisa.
Después de darse un beso, retomaron el camino hacia el departamento del arquitecto.
Durante una semana y media las cosas solo fueron para los preparativos de la boda relámpago de Tabatha y Darrell, la diseñadora tuvo que confeccionar un vestido en poco tiempo y con los cambios que la joven había querido hacerle al vestido de la imagen que le había mostrado la primera vez que había ingresado al atelier. Las demás se habían ocupado de la pequeña reunión que se celebraría luego del casamiento con pocos invitados, mientras que Darrell se había encargado de las fechas del registro civil y la iglesia.
Para el día del civil, la muchacha tenía puesto un sencillo pero bonito vestido con una chaqueta estampada de colores neutros, con un par de sandalias del mismo color del vestido y accesorios. Para aquel día, había decidido usar poco maquillaje y sobre todo que fuera natural, lo que completaba su atuendo era el pequeño ramo de flores naturales que llevaba consigo. Había sido Darrell quien la pasaría a buscar para ir juntos al registro civil mientras que sus madres y Lizzy los esperarían allí.
Aquel día había comenzado a llover desde la mañana temprano y cuando escuchó la camioneta del hombre frenar en su casa, ella abrió la puerta y salió para esperar en la entrada. Él bajó del vehículo después de abrir la sombrilla y caminó hacia ella.
—Hola novio —respondió con una sonrisa.
—Estás preciosa —le dijo devolviéndole la sonrisa y besándola—. ¿Estás lista? —preguntó mirándola.
—Desde que supe que me casaría contigo —le expresó con sinceridad y un brillo especial en sus ojos.
Darrell quedó tan sorprendido en sus palabras que no pudo decirle algo. Realmente lo había afectado de buena manera.
—Aférrate del brazo porque la acera está resbaladiza, caminaremos juntos hacia la camioneta —contestó mientras se mantenían debajo del paraguas.
La ayudó a entrar al asiento del copiloto y él entró del otro lado. Pronto condujo hacia el registro civil. Nos les llevó mucho tiempo en llegar al lugar y cuando Darrell estacionó, se bajó de nuevo y le abrió la puerta a su pareja para resguardarla de la lluvia. Al ver el agua que se había formado entre el cordón de la acera y el asfalto, la levantó en sus brazos para que no se le ensuciaran las bonitas sandalias que llevaba puestas, de aquella forma subieron las escaleras y entraron al establecimiento. Todos los allí presentes, se quedaron sorprendidos y sonriendo por verlos así. Incluso Tabatha se encontraba entre nerviosa y contenta por la actitud que él tenía con ella.
Apenas la bajó, caminaron hacia el mostrador para anunciarse, porque iban a ser los siguientes en pasar y casarse. Media hora después, habían salido de la sala casados y en la entrada del registro les tiraron arroz.
Luego de allí, fueron a almorzar al restaurante que días atrás Darrell había hecho la reserva. Solo eran pocas personas, sus madres, Lizzy, la secretaria del hombre y ambos. Estaban las personas que querían que estuvieran en aquel almuerzo y disfrutaron del momento. Terminaron alrededor de las cinco de la tarde porque merendaron también y después cada uno se retiró a su vivienda, incluso Tabatha se fue con su madre, ya que tenía todo lo que se pondría para el sábado en su casamiento.
Dos días posteriores, el sábado por la tarde, llegaron Deborah y Lizzy para ayudar a Uma a preparar y vestir a Tabatha para la noche. La ceremonia estaba prevista para las siete de la tarde y solo faltaban dos horas para aquello. La joven comenzó a ponerse nerviosa cuando volvió a mirar el horario.
—Antes que me olvide, traje algo conmigo que me dio Darrell —comentó su suegra yendo a su bolso para sacar un estuche con un moño—. Es para ti de su parte —le dijo entregándoselo en sus manos.
—¿Para mí? —preguntó mucho más que sorprendida.
—Sí, supongo que no tienes nada nuevo aparte del vestido y lo demás —contestó.
—No —emitió intrigada mientras veía el estuche.
—Bueno, en ese caso creo que sería ideal estrenar lo que hay dentro de la caja —sugirió Deborah con una sonrisa.
Tabatha quitó el moño y abrió el estuche, encontrándose con un delicado collar y un par de aretes haciendo juego. Levantó las cejas con asombro, todas se pusieron detrás de ella para mirar lo que había dentro.
—Es extravagante —expresó la joven.
—Madre mía, es divino el conjunto —acotó sorprendida Lizzy.
—No me esperaba esto de mi yerno —dijo Uma sin poder creerlo.
—Tengo que textearle —emitió Tabatha enseguida y tomando en sus manos el teléfono móvil.
—¿Por qué? —cuestionó bufando Lizzy—, ¿no crees que es divino lo que te ha regalado? Por favor Tabatha, si ese hombre te ama con locura, ¿por qué tendrías que mensajearle? ¿Qué le escribirías? —preguntó con énfasis e intentando persuadirla para que haga lo contrario—, ¿no voy a aceptar el regalo? No seas así con él, te lo pido por favor —la miró respondiéndole con soltura y de manera sincera.
La muchacha se la quedó mirando y luego reaccionó volviendo a poner el móvil sobre la mesa.
—No es que no me gusten, pero siento que no soy yo usando joyas así —comentó al fin ella.
—Déjalo pasar, estrena el conjunto y cuando lo creas conveniente, coméntaselo —le respondió Uma mientras terminaba de arreglar su cabello—, no te pasará nada porque se lo digas —articuló con una sonrisa y tratando de reconfortar a su hija.
—Tiene razón tu madre, Tabatha —acotó su suegra—. Puedes decirle a Darrell cómo te sientes si te regala cosas así, no te hará nada porque se lo digas —contestó acariciándole la mejilla y sonriéndole para tranquilizarla.
—De acuerdo, cuando lo crea bien, se lo diré —les dijo más calmada y sonriendo a ambas.
Una hora y media después, la muchacha estaba lista al igual que las demás.
La ceremonia comenzó puntual y fue Uma quien entregó a su hija al novio, luego de abrazarse y que a su madre se le cayeran un par de lágrimas, la dejó junto con Darrell para ubicarse cerca de ella. La unión no duró mucho tiempo, por lo menos unos veinte minutos. Al salir de la iglesia fueron saludados por algunos de los invitados y luego el novio volvió a levantarla en sus brazos para que el vestido blanco no se ensuciara al arrastrarlo ya que estaba lloviendo. Tabatha rio ante el gesto y el fotógrafo aprovechó en tomarles un par de fotos de aquella manera.
Varias horas después de una hermosa celebración, volvieron al departamento y luego de darse una ducha y cambiarse de ropa, los recién casados aprovecharon en ultimar los detalles que querían volver a corroborar por si se les pasaba por alto algo que debían meter dentro de las maletas, ya que esa misma mañana debían viajar a México.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top