Capítulo 10
Dentro del departamento de Darrell, la joven le habló de lo sorprendida que había quedado por la sorpresa que le había tenido preparada.
—No me esperaba que me dieras un anillo de compromiso, más que la argolla de matrimonio —contestó gratamente.
—Pues has visto que te has equivocado —respondió con una sonrisa al mirarla.
—Sí, me parece que demasiado lo hice —comentó con una risita—. Ya que estamos por casarnos, tenemos que ver el tema del registro civil y la iglesia, que espero y tengan fechas —expresó con algo de preocupación la joven mientras entraba al baño del cuarto de Darrell.
—¿Por qué no te encargas tú de ver el vestido y yo me fijo sobre el registro y la iglesia? —le sugirió él apoyándose en el umbral de la puerta del baño mientras la observaba quitándose los aretes.
—De acuerdo, supongo que querrás avisarle a tus amistades y familiares, ¿no? —le dijo ella mirándolo.
—Sí, pero primero lo ideal sería que tengamos todo organizado —expresó Darrell—, luego podemos ir llamando a nuestros familiares y amigos o bien, elegir una bonita invitación —le sugirió.
—No, nada de invitaciones porque tenemos que realizar todo en menos de quince días, Darrell. Es mejor avisar por teléfono a los que queramos que estén en nuestro casamiento relámpago —contestó con una risita.
—Está bien —respondió riéndose también—, iré a desvestirme.
Apenas le entornó la puerta para que estuviera tranquila dentro del baño, ella se quitó el anillo mientras tomaba un poco de algodón y crema humectante para sacarse el sutil maquillaje que llevaba encima. Fue cuando bajó la vista al anillo que vio algo que le llamó poderosamente la atención, frunciendo el ceño lo tomó en una mano y contra la luz eléctrica leyó las palabras que estaban grabadas dentro.
Amor. Confianza. Felicidad. Lealtad y Fidelidad.
Tabatha quedó con un revoltijo de sensaciones, algo que jamás se había esperado obtener de él y la sorpresa fue emocional, porque era algo por lo que estaba esperando tener en algún momento de su vida con una verdadera pareja y Darrell se lo estaba ofreciendo sin nada a cambio.
Terminó por desvestirse ella también y se puso el camisón que estaba colgado en el perchero amurado contra la pared, donde había un par de batas de toalla. Se colocó de nuevo el anillo y cuando apagó la luz del sanitario, caminó hacia él para tomarlo por sorpresa y darle un beso de lleno en sus labios mientras lo tenía sujetado de las mejillas. Él se asombró ante el gesto de ella y la sostuvo con suavidad de las muñecas femeninas.
—Gracias, es hermoso lo que mandaste a grabar dentro del anillo —le confesó apenas se separó escasos centímetros de su rostro.
—Lo descubriste —emitió con una sonrisa de alegría.
—Sí, lo hice —le dijo abrazándolo por el cuello cuando quedó en puntas de pie.
La joven volvió a besarlo y él correspondió el beso también. Darrell sabía muy bien que más que besos no iba a haber por el momento y lo comprendía. La comprendía a ella en verdad y no iba a a forzarla a nada que no quisiera o que todavía no se sintiera segura o cómoda, porque quería demostrarle que no era igual a su hermano. Pronto se fueron a la cama para descansar, mañana sabían que para ambos iba a ser un día ajetreado.
Durante todo aquel siguiente día para Darrell y para Tabatha fue bastante importante, uno iba al registro civil y a la iglesia a pedir fechas y la otra iba directamente al atelier de la diseñadora para saber si podía o no atenderla aquel mismo día, porque le había comentado a la encargada que tenía pocos días para comprar o que le confeccionaran un vestido de novia. Pocos minutos después apareció la dueña del local para hablar con ella. Entre medidas que le había tomado, las telas con las que trabajaría para diseñarle el vestido que le había enseñado y el precio que le había dicho y que estaría recién terminado en una semana y media, pasaron dos horas. Lo peor del caso era que el vestido salía demasiado caro.
Cuando salió de allí, se dirigió a la peluquería para trabajar y para comentarles a su madre y a Lizzy lo que había sucedido en la cita con la diseñadora. Ya dentro del salón, las tres estaban en su horario de almuerzo y la muchacha les habló;
—Bueno... hoy por la mañana fui al atelier de la diseñadora del vestido de novia que me mostraste —les comentó a ambas y mirando a su madre—. El caso es que me lo puede confeccionar y lo tendría en una semana y media, pero el precio es desorbitado —acotó con un suspiro.
—¿Cuánto de desorbitado es? —cuestionó Uma.
—Diez mil dólares y para un vestido de novia es mucho dinero —respondió ella con seriedad—, por lo que lo más conveniente es elegir algo más sencillo y modesto, ¿no te parece mamá? —cuestionó intentando que por lo menos cambiara de opinión—, por lo menos si Darrell consigue fecha para la iglesia, quedarás conforme en que me haya casado por iglesia también.
—Viéndolo de ese modo, tienes razón —expresó sincera—. Pero puedes pedirle a Darrell que te regale el vestido —sugirió como si no habría problema.
—No lo haré y tú tampoco abrirás la boca, ni se te ocurra mamá, porque terminaré enojándome contigo —le dijo frunciendo el ceño con seriedad—, de verdad te lo digo, no puedes pedirme que le pida dinero a Darrell o que tú se lo pidas solo porque quieres que me diseñen el vestido que deseas —volvió a hablarle con énfasis en sus palabras.
—Sé que no quieres pedírselo pero a veces es bueno ser ayudada —replicó su madre con un suspiro.
—Lo sé mamá, pero en algo necesario y no en un vestido de novia —expresó con razón.
—Lo comprendo, supongo que no se obtiene todo lo que queremos —apostilló la mujer.
—No —fue lo único que le dijo.
—¿Y si al vestido que piensas usar le pides que agregue algo de lo que está en el vestido de la imagen? —inquirió Lizzy.
—Podría sugerírselo, quizá así no me saldrá tanto como el de la foto —dijo pensativa.
—En ese caso ya estaría todo arreglado, tú te fijas en otro modelo y le agregas lo que quiere tu madre y ella te deja de insinuar cosas que no tiene porqué decir —le escupió directa mirando a su amiga a los ojos.
—Gracias por lo que me toca, Lizzy. Eres una gran amiga —respondió molesta y con burla.
—Uma... deja tranquila a tu hija, ¿no te parece que a veces te metes demasiado en sus asuntos? ¿Sabes si en verdad el vestido que tú quieres para ella, le gusta? —le interrogó dejando como una piedra a su amiga.
—Bueno... no se pongan a discutir ahora, me gusta el vestido, bastante pero el dinero es el problema, por eso veré si puedo pedirle otro más simple y agregarle las florecitas que tiene el original —anunció la joven para que ninguna de las dos mujeres volvieran a discutir.
Cuando volvieron a abrir el salón de belleza, apareció una de las clientas más asiduas a la estética y la más criticona también hasta que la escuchó Tabatha hablando con otra clienta a sus espaldas y en vez de quedarse callada, la enfrentó.
—¿Por qué no me dices en la cara lo que le estás diciendo a la que tienes al lado? —le cuestionó con seriedad y entrecerrando los ojos.
—No sé de lo que me estás hablando, Tabatha —le respondió con sarcasmo.
—No me tomes por idiota porque no lo soy, Ivonne. Te pareceré tonta pero no lo soy, si tienes la cara para decírmelo a mí, hazlo de lo contrario deja de decir cosas que no son verdad —le contestó con seriedad—. No sabes nada de lo que pasó entre mi expareja y yo, así que en vez de abrir la boca, trata de mantenerla cerrada. Calladita te ves más bonita, cariño —le comentó con ironía—. Eso vale también para el insulto que me diste, al habérselo dicho a otra persona, eso más que ahora salgo con el hermano de mi ex, no te pedí ningún consejo, así que sería perfecto que cierres la boca antes de hablar de mí —volvió a hablarle con sequedad y molesta también—. Preocúpate por tu vida solamente —fue lo último que le declaró con seriedad mientras la miraba a los ojos.
La mujer quedó desconcertada, seria y sorprendida por la manera en cómo tuvo la joven en dirigirse a ella. No iba a quedarse de brazos cruzados cuando escuchaba que la clienta era tan desubicada en decir cosas indebidas estando ella presente. El resto del día fue muy laborioso y cuando terminó, su novio la pasó a buscar para ir a cenar a la casa de su madre.
Apenas llegaron a la casa, mientras Darrell permanecía dentro del baño para lavarse las manos, Deborah le hablaba a Tabatha.
—Tú y yo hace bastante que no tuvimos una oportunidad para hablar —le comentó su suegra nuevamente.
—¿De qué quisieras hablar? —le interrogó la joven porque suponía que en parte se sentía afectada por toda la situación.
—De todo lo que sucedido antes y después y, de Darrell también —le confesó y la muchacha quedó desconcertada y algo nerviosa por lo último que le había dicho—, Evan siempre fue problemático y tu madre tenía razón en que habías sido apurada en convivir con él, había llegado a pensar que de un principio elegirías a mi hijo más grande pero cuando supe la noticia, no sabía cómo sentirme porque suponía que si te comentaba algo, tú no lo irías a tomar en cuenta —emitió al mirarla a los ojos—, las cosas se le fueron demasiado de las manos y no puedo perdonarlo, no merece nada de mí porque lo que te llegó a hacer fue muy bajo, lo desconozco realmente. ¿Te doy un consejo? Denúncialo porque sino lo haces, lo haré yo y pediré captura internacional —le dijo y ella frunció el ceño ante la noticia.
—¿Captura internacional? —cuestionó con intriga.
—Está en Canadá con la familia que mantenía oculta mientras estaba contigo, por más que me duela, Evan debe pagar por lo que te hizo —le comentó sincera y la joven ni siquiera preguntó de más o bien gesticuló algo que delatara que ella no estaba enterada de nada.
Darrell se lo había ocultado.
—Sé que debería hacerlo pero a veces tengo miedo que vuelva a aparecer y me encuentre —respondió con pesar.
—Entiendo que te sientas así pero es mejor que todo esto termine y seas feliz con Darrell porque él sí vale la pena, Tabatha —expresó con seriedad—, sé que siendo mi hijo puedo decir halagos de él pero te lo digo de verdad, es un gran hombre y te quiere mucho —replicó entre alegría y firmeza.
—Sé lo que vale Darrell y por eso esta vez elegí bien. A pesar de que comparten un vínculo fraternal, son completamente diferentes y me doy cuenta por la manera en cómo me trata y en la paciencia que me tiene —confesó con certeza—. Siempre que lo llamé o lo necesité estuvo ahí para mí y sé que en parte tengo la culpa de haberme fijado antes en el incorrecto —habló con pesar—, pero supongo también que si no hubiera pasado todo aquello, las cosas no serían las mismas como lo son ahora —contestó esta vez con una sonrisa.
—Ahora sí elegiste bien, jovencita —le articuló Deborah.
—Sí —dijo—. Y con respecto a lo que me dijiste antes, tú no tienes la culpa de lo que me hizo Evan, no tienes que ponerte mal por la forma en cómo es, a veces un hijo se puede criar bien y termina siendo otra cosa por las amistades que tiene a su alrededor y así con todo lo demás —sentenció con toda la razón.
Su suegra le asintió con la cabeza.
—Es cierto lo que dices. Lo crié bien, al igual que a Darrell pero desde adolescente fue rebelde y a pesar de castigarlo e intentar que fuera un hombre de bien, terminó siendo todo lo contrario —admitió con algo de pesadumbre.
—No te aflijas por eso, ya pasó —le dijo con una sonrisa.
—Eres demasiado noble para haber sido la novia de Evan —anunció con tristeza pero se recompuso—. Ahora, me alegro mucho que Darrell esté contigo —le expresó contenta y regalándole una sonrisa a la joven—, ambos se merecen —le emitió acariciándole la mejilla a la muchacha.
Tabatha la abrazó y le dio un beso en una de las mejillas, para reconfortarla y dejarle saber que ella no tenía la culpa de lo que su hijo le había hecho y para hacerle entender también que nunca había estado enojada o distante con ella.
El arquitecto apareció en la cocina y las vio abrazadas, él las abrigó en un gran abrazo para luego darles un beso en la frente de cada una. Pronto cenaron los tres mientras pasaban una noche agradable y charlando de anécdotas divertidas porque eso era lo que pretendía Darrell, que Tabatha pasara una cena lo mejor posible y con risas incluidas.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top