Prólogo.
— Me niego rotundamente.— la voz del príncipe surge con firmeza, llamando la atención de todas las personas sentadas en esa mesa que parecían no tomar en cuenta su presencia.
Su padre, el rey de Meridia, carraspea su garganta tratando de retomar la atención en la asamblea.
— Landon, esto no sé trata de si estas de acuerdo o no ¿Te recuerdo que fracturaste una de nuestras alianzas por tener relaciones con las dos hijas de los reyes de Noria? — su padre lo dice con tono de reproche. Landon se mantiene erguido mientras mira a su padre en la punta de la mesa.
— Ya me disculpé ante los reyes y las dos princesas por eso. Puedo seguirte en cualquier cosa, padre, porque sé qué eres un rey admirado, pero en esto no te voy a apoyar.— Landon mira al rey con completa decisión mientras este mismo se lleva sus dedos hacia el puente de su nariz, apretándola ligeramente.
— Amelia.— Dice el rey llamando a su reina, su esposa y madre de sus hijos. La reina mira con tristeza a su hijo mayor mientras este mira directamente a su padre.
— Hijo, necesitas contraer matrimonio, agradece que no hemos puesto esa absurda ley de que te debas casar con alguien de la realeza o que te busquemos a tú prometida, estás en tú total derecho de elegir a quien tú desees. Eso no lo tienen muchos.— La mirada de Landon cae en su madre, mirándola con orgullo.
— Puedo gobernar Meridia completamente solo.— en contra de sus modales, arrastra la silla en la que estaba sentado hacia atrás para poder salir, cruza el gran salón decorado con los cuadros de antiguos reyes y las puertas de este mismo se abren ante él.
Puedo gobernar Meridia solo, no necesito a nadie. Se repitió el principe.
Enfadado se dirige hacia su habitación, algunas sirvientas se inclinan en una reverencia en cuanto el pasa por delante de ellas. Cuando le abren las puertas de su habitación lo primero que nota es un cabello rubio reposando en el espaldar de su sofá, rueda los ojos al escuchar los pequeños ronquidos de su hermano, Edmun. El mantiene en su mano derecha unos audífonos que ambos conocían a la perfección.
— ¿Cuanto escuchaste de la reunión?— La voz de Landon sale más gruesa de lo que normalmente es mientras mira a su hermano en forma de reproche.
Edmun da un brinco sobre el sofá de la sorpresa, se gira a ver a su hermano mayor y se lleva una mano al pecho.
— Mierda, Lan, vas a matarme de un susto un día de estos.— señala a su hermano de manera acusadora mientras deja los audífonos sobre la mesa de la sala.
— Lenguaje.— dice Landon con la misma voz que su hermano. Edmun chasquea su lengua y hace un movimiento con su mano para quitarle importancia al asunto.
— No empiécese, don aplicado.— dice Edmun con aburrimiento mientras se levanta del sofá y se gira hacia su hermano.— Y con respecto a la reunión... Felicidades por tú futuro compromiso, hermanito.— dice Edmun, burlón.
Ahora es el turno de Landon de chasquear su lengua mientras suelta el moño de su corbata en cuanto empieza a sentir como le falta el aire.
— Hermano, ve el lado bueno de todo esto, — Edmun se acerca a Landon y coloca su brazo al rededor de los hombros de su hermano con algo de dificultad debido a la altura del mayor.— podrías sacarle ventaja a eso de casarte con quien quieras.
Landon reconoce el tono pillo en la voz de su hermano y lo mira alzando una ceja.
— ¿Qué tienes en mente?
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