Cap. 8
A mis quince años sentí lo que era tener el corazón roto por primera vez.
Nunca esperas que el primer amor dure, al menos no en mi caso. Pero me hizo feliz, esperaba que fuera así en la mayor parte de la relación, y si en alguna ocasión llegabamos al inminente final del noviazgo, esperaba un "no eres tú, soy yo", aunque fuera mentira, o una ruptura de mutuo acuerdo, ya saben, algo doloroso pero en buenos términos. Sin embargo, tuve el infortunio de tener a una persona cruel como primer amor.
No el tipo de crueldad que te engaña y se acuesta con otras personas, o el tipo que te agrede físicamente, o psicológica. Si no, aquella que se disfraza de dulzura, calidez... De amor real.
Y que al final resulta ser un engaño.
-Lo siento, pero solo tuve sexo contigo porque quería saber si era o no era, ya sabes cómo son estas cosas. -Dijo Ryan sacando una sonrisa avergonzada, que antes me parecía linda. en este momento, claramente no lo era, al contrario, se trataba de una burla. -¿No estás enojado, o sí?
No, enojado no. Destrozado, dolido, con un picor apenas soportable por las abrumadoras ganas de llorar. Me puse una mano en el centro del pecho para asegurarme de que seguía latiendo, pues aunque lógicamente era obvio, podía sentir pequeños trozos fragmentando se cual cristal.
Siempre supe que el primer amor no es el último, no siempre al menos. Era lógico, tienes parejas, y es una constante prueba y error hasta dar con una persona que te complemente lo suficientemente bien. Crecí con esa imagen del amor. Sin embargo, nunca imaginé que mi primera relación sería tan inmensamente cruel.
En mi adolescencia me enamoré, de un chico promedio, con cabello lacio un corto, dotes para la pintura y malo para el álgebra, Ryan. No era el Adonis de la escuela, ni el más listo o aunque sea popular. Era la clase de sujeto que aprobaría un padre normal, porque no se ve como alguien capaz de aprovecharse de su inocente hijo. Estaba muy alejado del estereotipo que se repite una y otra vez en series y películas de cultura pop cuando se trata de cretinos que te usan y te botan.
En serio me hizo feliz, tomando en cuenta que vengo de una familia donde él afecto se gana con logros, por primera vez en mi vida sentía qué tenía amor incondicional. Si estaba estresado con las tareas, me apoyaba; si me enojaba con mi madre, podía llorar con él; si no había razón y solo quería un abrazo, solo tenía que acurrucarme en su pecho.
Sin embargo, resulta que todo era falso.
-¿Anthon? -Carajo, odiaba escuchar mi nombre saliendo de sus labios.
Recogí la poca dignidad que me quedaba recogiendo todas mis cosas, escuché vagamente sus peticiones de detenerme y hablar, ¿Pero de qué habría que hablar? Ya todo está dicho.
-Disculpa, me tengo que ir. -alcancé a decir con voz firme.
Lo siguiente que hice al salir fue llamar al chófer, en aquel entonces mamá aún no era alcaldesa, pero igual teníamos un rostro público, y siendo sinceros, prefería llorar frente al señor George que en un autobús lleno de desconocidos. Solo que tardó más de lo que creí, terminé sentandome en la barda de una casa, dejándolo salir todo...
Lágrimas amargas una tras otra. ¿Soy solo eso? ¿Un experimento?
Si, eso era.
Fue la primera vez, pero no la última en la que tuve el corazón roto.
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-¿Anthon? -Sentí que le movían el hombro ligeramente, no tenía intención de volver al sueño, solo abrí los ojos lentamente. -Escucha, debo ir a revisar unos asuntos de la boda, te dejé tu desayuno.
-¿Boda? ¿De qué hablas? -me froté el ojo. Aún estaba medio dormido como para entenderle todo.
-La boda, de mi amigo, te dije que soy una parte importante del equipo.
-Creí que habías dicho que eras asistente del padrino, ¿Sabes que ese título ni siquiera existe? -Empecé a estirarme.
-Si el padrino entra en pánico, el novio entrará en pánico, claramente es importante.
Empecé a observarlo detenidamente. Bien, estaba peinado, pero hoy no trabajaba, tenía ropa elegante, colonia cara... Oh dioses, esto solo significaba una cosa.
-¿Quien es? ¿Es bonita? -Pregunté sonriendo, si había algo que me emocionaba, era el chisme, más el romántico.
Jason se sorprendió al ver que capté exactamente lo que haría, intentó disimularlo aclarando se la garganta mientras se acomodaba la chaqueta. Claro, un clásico toque rudo, quiere quedar MUY bien.
-Acompañaré a la dama de honor a recoger el velo. -Alcé una ceja, sabía que había algo más. -Bien, bien, quizás también me acompañará por los anillos. -Ni siquiera pestañeé. -Y almorzaremos algo... También te dejé comida en el refri para que no órdenes chatarra.
-Genial, sopa de verduras otra vez. -Dije con nula emoción. -No respondiste mi pregunta. ¿Es bonita?
Se terminó de acomodar el saco y vi como formaba una sonrisa. Es el tipo de gesto que haces cuando te gusta alguien, era evidente.
-Es hermosa... -Se giró a verme, parecía emocionado por contarme algo hasta que detuvo la mirada en mi estómago, entonces cerró la boca y fue a buscar un reloj de muñeca.
Me sentí bastante incómodo, y no tenía razones para estarlo. Lo sabía muy bien, Jason era hetero, y no debí ser más que una experiencia, no sería la primera vez, y tenía que ser conciente, no éramos no seríamos nunca una pareja.
Me gusta, lo admito, ¿Y como no? él es muy gentil conmigo, me da mucha libertad y no me cuestiona en ningún momento, es más, ni siquiera me obligó a buscar a mis padres, como mucho lo sugería, sin indagar más. Respeta mis decisiones, y me encanta.
Pero en perspectiva, yo la regué, y lo arrastré a mis problemas, me embaracé de alguien con un departamento que grita: "Soy soltero y lo disfruto", ¿No me creen? hay muy pocos trastes, no oculta objetos peligrosos como sus espadas de adorno sobre la televisión, tiene las paredes decoradas con pósters de películas de acción o ciencia ficción, también con muñecos u otras piezas coleccionables, solo tiene un cuarto ya que el otro es una oficina, y el comedor solo tiene dos sillas. Es obvio que no estaba planificado vivir con otra persona. No vamos a jugar a la familia feliz.
-Suerte, Tigre.
Él soltó una carcajada antes de retirarse, y yo lo observé, yéndose a verse con quién sabe quién. Al menos espero que le gusten los niños....
Así que me quedé solo en ese gran apartamento. Bueno, más o menos, tenía a serpi, y a Primer Ministro, claro, eso hacía más llevadero el asunto.
No importaba lo que dijera Jason, soy lo suficientemente fuerte para barrer la casa, por lo menos. Ni siquiera soy de alto riesgo, siento que exagera, en dos meses no he hecho casi nada, no quiero volverme un parásito.
Barrí, trapeé, hice la cena para cuando volviera e incluso lave y tendí la ropa, quizás lo único que faltó fue esa oficina que mantiene cerrada, espero que la limpie de vez en cuando. Me preguntaba si ese sitio era como la torre de la bestia, que iba encontrar una rosa en un frasco y me revelará que Jason está bajo una maldición. Eso sería estupendo, dicho hechizo podría tratarse de uno de altura, y en realidad no es un gigante y el bebé no me partirá por la mitad.
Ah... Demasiado bueno para ser real. Además, eso implicaría romper el hechizo con el "Amor verdadero" ¿Dónde conseguiría al amor verdadero de Jason? ¿En Tinder? Tendría que elegir entre muchos Machs porque el wey sería súper popular.
Muy popular...
Si, bastante y eso no tiene nada de malo, él es un hombre soltero.
Y hetero.
Que sea padre no cambia eso.
Yo también soy soltero.
Somos dos solteros que van a tener un bebé.
No es algo nuevo, muchas personas lo hacen.
No tengo ejemplos pero sé que las hay.
-agh, tantas cosas, y ni siquiera estaba cerca de llegar. -Me quejé. Me sentía aburrido como ostra.
Mire el reloj, y luego a Primer Ministro recostado en el sofá mientras roncaba, se veía muy plácido...
Me acerque a él con cuidado empezando a tocar su lomo. Se despertó rápido dando un bostezo sacando la lengua, alzó la vista y al verme meneó ligeramente la cola. Casi muero de ternura.
-Deberíamos dar un paseo, amigo.
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Luego de que terminé con mi primer novio podría decirse que me descarrilé un poco. Supongo que muchos pensarían que llorar por un idiota que solo me usó no vale la pena, lo triste es que no estaba seguro de estar llorando por la mentira en sí... Lo que me dolía era el por qué. Quizás me crié dentro de la burbuja de una familia tan perfecta que creí que la gente solo podía ser superficial, no cruel, y vaya que me acababa de topar con una dura pared por ello.
Nunca le dí importancia a mi género, ni mi familia, ya no era tan raro encontrarse con chicos donceles, se supone que somos personas igual que todos los demás. Esta experiencia me enseñó que no todos lo veían así.
Así como muchas mujeres siguen siendo discriminadas en varios países, aún cuando el número ha descendido de forma impresionante, los tercer género aparecimos en un mundo que, a pesar de pelear por la igualdad casi todo el tiempo, seguía etiquetando cada cosa simple en femenino y masculino. Y nosotros como el género neutro simplemente nadie sabe dónde ponernos.
Para países subdesarrollados somos una abominación, repudiada aún más que las mujeres, un castigo de Dios por el pecado de la sodomía.
Para el resto de las naciones, algo que no pueden encasillar.
Para la mía, algo que pueden tratar como quieran.
Mi ex solo me usó para experimentar consigo mismo. El idiota necesitaba quitarse la "incertidumbre" de su posible homosexualidad. Al comprobarlo fui desechado. Ni siquiera me estaba viendo como una persona. Fue desgarrador, no soy un objeto, no soy un test de sexualidad, solo soy un...
Un chico.
Al menos eso creía. Ya que tampoco actuaba como otros de mi edad. Música clásica, acuarela, ciencias, lengua, esos eran mis pasatiempos, y nadie los compartía. Yo no tenía amigos reales. Lo descubrí cuando no tuve a nadie con quien hablar de esta horrenda experiencia.
Estaba solo. Cómo cuando era pequeño y mi familia estaba tan ocupada que tenía la enorme mesa de caoba solo para mí. Detestaba comer sin compañía y ahora odiaba llorar sin nadie que me consuele. ¿Pero saben que más odiaba? El violín, su forma, sus cuerdas, como se te entumían ambos brazos, ¡oh cielos! También odiaba a Chaikovski y sus composiciones viejas, ¿Por qué no podía escuchar grupos de pop cursis con integrantes sexis? Era soso, como yo. Soy un aburrido y estúpido crédulo...
Pues ya no.
-¡Por una vez, Anthon! -dijo mi madre juntando sus perfectas y simetricas cejas. -Por una vez te estoy pidiendo algo, y tú te comportas como un niño. -Solté una carcajada que solo la hizo enfurecer más, y me encantaba.
-Soy un niño, mamá, solo tengo dieciséis. No te escandalises tanto.
-¡Exacto! ¡Solo tienes dieciséis y llegas en este estado! -Jamás la ví tan roja, era bastante divertido. -Vete a tu cuarto sin hacer ruido, ya inventaré una excusa, tu castigo lo decidiré con tu padre cuando se vayan.
Cómo si mi papá tuviera algún control sobre mí o mi hermana.
No dije nada, sin duda mi castigo sería mayor a un mes, no necesitaba hacerlo mayor a un año.
Solo le importaba la política, como siempre, esa vez se enojó porque no pudo presumir a un niño "queer" dorado para la cena política. Odiaba sentirme usado, de pequeño creí que solo le mostraba a los demás lo orgullosa que estaba de mí, eso se sentía bien, sin embargo la realidad era un poco diferente.
Mamá nos vendía como el modelo de familia ideal: pareja hetero, casada y con dos hijos sobresalientes: una niña que era agradable de ver ya que quedaban pocas, mi hermana era hermosa, con ojos verdes de mi padre y el cabello castaño de mamá, prodigio del arpa y futura abogada, actualmente ya no tan "futura", me lleva tres años, está por titularse; luego estaba yo, su propaganda para la comunidad, el niño bonito bien portado con notas altas y con un don para la pintura. Aprovechó todo para que su imagen fuera impecable, lo que me da más rabia, es que funcionará.
A ver, no es una mala alcaldesa, solo una madre adicta al trabajo. Me di cuenta el día después de que me rompieron el corazón, puso tanta atención al picnic del comisionado Miranda, mamá nunca se percató de mis ojos hinchados, o mi negación a comer. Todo lo que hizo fue regañarme por no reírme de los chistes de la esposa del anfitrión.
Entonces recordé casa ocasión en que hizo algo similar, cuando me quitó un pasador de calavera por verse "inapropiado", me enseñó a como reír correctamente ya que mi risa era escandalosa e incluso me recriminó por un segundo lugar en un concurso de ciencia ecológica.
-Estoy harto. -expresé en voz alta.
Casi de inmediató sonó mi celular, ahí estaba la responsable de mi visión doble.
-¿Qué onda?
-Dios, al fin respondes, creí que te habían secuestrado y vendido tus órganos en internet. -que específico. -Te dije que el vodka de mora azul pegaba fuerte.
-Sabía a raspado.
-Esa es la idea. -no lo negare, eso fue delicioso.
Sofía es la única amiga que tengo, ya que al parecer mis amigos de verdad son unos juniors de papi que solo estaban conmigo por ser ya casi más rico que ellos. Se burlaron a mis espaldas cuando supieron lo de Ryan y yo. Mejor dicho, lo que Ryan me hizo; tratarme como una persona fácil y recomendarme como "medidor Gay". Ella me defendió, es alta, tiene el pelo decolorado en tonalidades lilas y celestes, adora el rosa y la ropa bonita, sin embargo, su actitud es muy agresiva, la adoro por eso, aún si me emborracho.
-¿Que te dijo la alteza? -Así se refería a mi madre, suena más grande que su estatus real.
-Seguramente estaré castigado, así que no me esperes a la segunda reunión de matiatletas, ¿Si?
-Pediré una canción en tu nombre.
-Nada asiático.
-Ya sé, ya sé, música de abuelitos y rancheras, es más tu estilo.
-Mensa. -dije entre risas.
-Y tú más. Por cierto, ¿Recuerdas a Richie?
-Alto, rubio, tolera más el vodka que este doncel con visión doble, y muy guapo, obvio.
Ricardo, un buen nombre, Richie, su apodo común. Aunque este chico, no lo era, le gustaba la carpintería, tenía brazos fuertes para manejar la madera y sabía esculpir muy bien. Si, los artistas eran mi tipo.
-No es mi tipo, ¿Planeabas invitarlo a salir?
-No, babas, me pidió tu número, le gustas. -si, se veía muy creíble.
-No les gusto a los hombres.
-Elimina ese pensamiento, eres hermoso, se lo voy a dar.
-no di mi consentimiento.
-Estas ebrio, aunque me lo dieras no sería válido. -Tenía razón. -Es un buen tipo, date una oportunidad.
Okey, estaba ebrio pero ella solo quería ayudar, bien no tenía nada que perder. Ya estaba castigado.
-Bien, si me escribe responderé.
-Ese es mi amigo, nos vemos en la escuela, si no deciden educarte en casa desde hoy.
-Reza por mí.
Nos despedimos con cariño y seguí viendo mi techo ilusorio.
Ricardo...
Richie...
El bronceado y fuerte Richie de carpintería.
-veamos que sucede.
Por lo menos me gustaría saber que puede hacer con esos brazotes.
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La primera vez que paseé a un perro, este era más grande que yo, me arrastró por todo el patio, tenía seis años.
Ahora, Primer Ministro es muy pequeño, viejo y un poco gordito, esto último es mi culpa, me gusta alimentarlo cuando yo como, y últimamente lo hago mucho. En fin, él es incapaz de arrastrarme, era yo quien lo hacía, hasta que reconocí su cansancio y lo tomé en mis brazos. Luego se durmió en ellos, definitivamente era un perrito de interiores. Solo hizo dos veces sus necesidades y se echó en el pavimento.
Ahora caminaba por la ciudad con él en manos, no podía entrar a ningún lugar, pero no lo necesitaba, solo quería salir un rato.
En algún punto viviendo en ese auto me volví muy paranoico, creí que mamá mandaría a alguna especie de policía secreta a buscarme. Sin embargo, si no me habían encontrado en meses, era probable que no me estuvieran buscando. Soy mayor de edad, no tendría sentido, ni siquiera hay noticias en televisión de que el hijo de la alcaldesa esté desapareció, claro, porque tendrían que mencionar que estoy esperando, y mamá prefiere olvidar qué tuvo un hijo antes de que la señalen por no ser el modelo de madre que el ochentainueve porciento de la población ama.
Así que ahora puedo pasear por la calle sin temor a que nadie me reconozca.
-¿Anthon?
Mierda.
Bien, todo está bien, quizás escuché mal. Volteare con discreción, no debe ser nadie...
-¡Si eres tú!
... Que conozca...
-Charly... Que... -en eso me abrazó con fuerza, obviamente eso despertó al perro, y al bebé también -....Gusto verte ¡No respiro!
-Uy, perdón... -Me soltó. -Vaya, han pasado meses, ¿Dónde estuviste? Richie volvió a la escuela, no nos contó nada sobre ti...
Bien, no me expuso como una perra, es algo.
-Solo... Por ahí, encontré un lugar, dónde mi bebé y yo estamos bien.
-Eso suena... Muy genial.
Este chico, se llama Charly, es un año menor que yo, íbamos a la misma escuela, en grados diferentes, obvio. Lo conocí en el taller de dibujo, dónde nos mezclaban sin importar el grado, su estilo comic me gustaba bastante. No éramos exactamente cercanos, nos llevábamos bien. Aunque debo reconocer se sentía bien que alguien se preocupara por mí.
-¿Volverás a la escuela? -Esa pregunta me hizo torcer la boca.
-No creo... Al menos no este año, tengo algo más importante en que pensar. -acaricié mi estómago con suavidad, noté la mirada de Charly sobre mí, haciendo una expresión de ternura, me pareció un poco raro.
Desde que me embaracé, nadie me vió de esa forma.
Ni siquiera Jason.
¿Que digo? Él nunca me vería así.
-Bueno, eso me pone feliz, significa que estudiaremos el siguiente año juntos.
-Si todo sale bien, es posible. -Solté una pequeña risa.
Caí en cuenta, de que él podría ponerme al corriente de cualquier cosa en la escuela, desde el concurso de dibujo hasta los chismes de los profesores. Incluso podría saber si mis padres preguntaron por mí en la escuela.
En su lugar, solo hice una cosa.
-¿Richie está bien?
Si, preguntar por el tarado que me abandonó en la calle. Si que tengo amor propio.
La amable sonrisa del moreno se desvaneció, formó una expresión con aire de tristeza, apartó la mirada de mí, hasta se cruzó de brazos.
-Está bien.
-¿Es todo? -Si, tengo dignidad.
-Anthon, no creo que necesites saber eso. -podría jurar un poco de molestia en su voz. -Podría lastimarte.
-Si... Tienes razón.
Seguramente tenía novio nuevo o algo así, se libró del loco que quería retenerlo, volvió a ser un estudiante más y de seguro sus padres lo recibieron con disculpas y abrazos después de correrlo de casa cuando solo era mi víctima. No lo necesitaba.
-Puedo decirte de Sofi.
-¿En serio? ¡Cuéntame!
La había espiado ocasionalmente en sus redes sociales (con cuidado de no dejar rastro), pero mi paranoia me impidió contactarla, además de que no era tan activa últimamente, extrañaba mucho a mi mejor amiga.
-Ella te extraña mucho, se le ve preocupada. Quizás le pueda decir que te encontré y que estás bien, ¿No?
Ah... Eso era difícil.
-Bueno... Si, podrías, solo a nadie más, y sin decirle exactamente dónde, seguro mi padre le pregunta a diario si sabe algo de mí. -Él era más abierto a saber sobre mis amistades, por lo que tenía su número.
-Entendido. Le dire, seremos discretos.
-Gracias. -En eso Primer Ministro soltó un pequeño bostezo, nos hizo reír a ambos.
-Que lindo, me recuerda a uno que tenía de pequeño.
-Está cansado, fue una advertencia, debía volver al departamento. Gusto en verte. -Me despedí con la mano.
-¡Espera! ¿Pasas seguido por aquí?
-Eh... No últimamente. -Noté como se mordía el labio, como si debatiera sobre decir algo o guardarselo.
-¿Podemos vernos después? -Finalmente lo sacó. Rayos... Si que fue genial ver a alguien de mi edad, sin embargo no era muy seguro. -No quiero causarte problemas, solo... Ya sabes, te extraño en el taller.
Vaya, para alguien a quien solo le hablaba dos veces por semana, si que estaba interesado en mí. Quizás me hacía falta compañía, ya me cansé de ver la televisión y el internet todo el día. Saqué el teléfono que Jason me había dado... Sin mensajes, seguro se divertía en su cita. Dejé pasar ese pensamiento.
-Anota tu número. -Su rostro se iluminó con joven recibiendo su primer sueldo.
Se apresuró y aproveché para mandarle un sticker cualquiera. De inmediato su teléfono sonó.
-No le digas a nadie y tendrás más de dónde vino ese.
-Oh claro, ansió tener mis mensajes llenos de gatitos malhablados. -reí un poco.
-Nos vemos, Charly.
-Hasta luego, Anthon.
La forma en que se despidió fue de una forma tan gentil. Sin darme cuenta, tenía rubor en mis mejillas.
Y una pequeña sonrisa.
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Volví a la casa, acosté al pequeño perro a los pies de la cama, como siempre, hice unos aperitivos nocturnos, y Jason seguía sin llegar. Mis nervios empezaron a alocarse, casi estuve tentado a llamar a la policía, hasta que por fin recibí una notificación.
Jason Abog: Lo siento, ya voy de regreso.
Quizás era corto, pero aún no se cumplía su sueño de ser capturado por marcianos, ya podía comer en paz.
No tenía nada mejor que hacer, y entre volver a verme Shrek 2 o seguir atascandome de comida, pensé que sería buena idea dibujar un poco.
Algo simple, quizás a Primer Ministro, era muy bonito como para no dibujarlo. No negare que me daba miedo no ser capaz de recrear tanta belleza canina. Meh, valía la pena intentar. Tomé una hora, lápiz y una foto que ya tenía del french dormido, una de millones, me encanta tomarle fotos. Mi concentración estaba solo en eso, sería mi Mona Lisa, era el mejor dibujo de mi vida, sería fantástico, podía verme exhibiendolo en museos o viendo a amigos de mi mamá gastando millones por él en una subasta.
-¡Ah! -gemí al momento que di un pequeño brinco.
Serpi estuvo quieto en el lápiz, todo ese rato sin moverse. Y justo cuando estaba en la cúspide de mi obra maestra, le da hipo. Se sentía bonito, aunque también raro, y por eso tiré la tinta, era un desastre, hasta el mantel.
-Demonios, ya había limpiado todo. -y esa mancha no iba a salir fácil.
Cuando limpié todo en definitiva no se iba a ir. Por otro lado... Ese gigante parecía no querer llegar aún. Sé dónde está la llave de su oficina, y si tiene impresora tal vez tenga removedor...
Si, no era mi mejor excusa para romper las reglas. Aunque este gato tenía mucha curiosidad, lo haría de todos modos. Agarré una figura de un dragón hecha de porcelana, y tomé la llave debajo de ella. No es como si él la mantuviera escondida de mí, siempre entraba y salía mostrando en que parte estaba. Tal vez era para que un ladrón no la encontrara. Significaba que allí guardaba algo mejor que la pantalla de setenta y dos pulgadas. Y yo tenía que verlo.
Di la vuelta a la cerradura y... Encontré una oficina normal. A simple vista en la obscuridad solo ví un montón de cajas, probablemente con muchos archivos, un escritorio, una computadora, nada del otro mundo.
-¿Por qué tanto misterio? -dije en voz alta prendiendo la luz. -Ni siquiera hay na... da...
Mentira.
Si que había algo. Fotos. Muchas fotos, en diferentes Marcos, algunas en la pared y unas cuantas sobre el escritorio. Y todas eran de una chica, a veces a lado de Jason pero en la mayoría estaba sola, y era realmente hermosa...
Tenía un cabello rubio y rizado, unos preciosos ojos azules claro, mostraba una sonrisa preciosa en todas y cada una. Me fijé en la del escritorio, estaba protegida en un marco antiguo con bordes plateados y diseño de margaritas, en ella la chica se veía aún más sonriente, con los ojos cerrados, era claro que estaba atacada de la risa, solo con verla me daban ganas de reír también, de hecho lo hice, solté una pequeña carcajada. Usaba un vestido blanco con encaje, su pelo estaba recogido en un hermoso peinado con trenzas, y en la parte de atrás tenía un velo. A su lado, estaba Jason, un poco más joven, no tanto, con un traje azul el cabello largo y la cara manchada de pastel, uno de bodas, claro, se notaba muy sorprendido, ese era el motivo de la risa.
Una persona normal elegiría la foto perfecta para atesorarla en un marco así, ya saben, un baile, la iglesia, cualquier escenario donde la pareja luciera majestuosa. Pero... Aquí estaba una pareja normal, simpática, alegre. Muy enamorada.
Entendí lo que era eso, no una oficina, un altar. El removedor de tinta no era necesario, para nada. Dejé todo en su lugar, cerré la puerta, guarde la llave, y mejor quité el mantel para lavarlo mañana. Mientras lo hacía di un vistazo más a la puerta, por alguna razón mi corazón se sintió igual que en la mañana, apretado ligeramente. No pude evitar preguntarme si alguien haría eso con una foto conmigo, la sola idea es ridículo, ¿Quien lo haría? Ni siquiera tengo pareja, y todas las personas de mi generación guardan sus fotos de forma digital. Además, dudo en casarme, sería tonto soñar con un amor como ese.
Un amor como ese...
Si, cierto.
Jason la amaba.
A quien quiera que sea.
"¿Pero quién es?"
Escuché un paso apresurado subiendo las escaleras, luego un tintineo de la llaves y finalmente a Jason. Abandoné cualquier pensamiento y me acerqué a saludarlo.
-¡Volviste! -Claro que volvió, no debo decir cosas obvias.
-Si. -dijo a secas mientras se quitaba su chaqueta, botandola con desgranó en el sofá más cerca. ¿Quizás algo no iba bien? -¿Cenaste?
-Si, puedo servirte si quie...
-Yo lo hago, ve a dormir, es tarde. -interrumpió.
Definitivamente algo pasó, no suele ser así. Se dirigió a la cocina, luego se detuvo, retrocedió dos pasos y miró a la mesa, el mantel.
-¿Y el mantel? -ya sabía.
-Derramé un poco de tinta hace rato, lo siento. Lo voy a lavar mañana.
-Lo que me faltaba. -dijo soltando un bufido para después pasarse la mano por la cara.
-¿Disculpa?
-Estoy afuera un día entero y pasa esto. No debo dejarte solo. -¿Perdón? Okey, aquí había algo raro, no me gusta ese tono.
-Lo siento, lo limpiare mañana a primera hora. -No sabía que se podría poner tan sensible por una tela.
Jason finalmente me volteó a ver, tenía una expresión molesta, y me miraba más... Arriba de lo habitual, como si tratara de imponer. Espero que no sea el caso porque no me gusta cuando me ven de esa forma.
-No vas a lavar nada, tienes que estar en reposo. Lo dijo la doctora.
-Por favor, no exageres, no me ordenó reposo absoluto, solo debo tener cuidado. -Juntó las cejas en señal de que no le gustaba lo que le decía, de verdad me moría por saber que lo había puesto así. -Agradezco tu preocupación, pero debo estar activo, me aburro aquí.
-Oh, te aburres aquí. -noté cierto sarcasmo en su voz. -Pues perdone, su majestad, por no tener una linda casa de campo con piscina privada, solo una inmensa pantalla y un jacuzzi a tu disposición. -No respondas Anthon, no respondas.
-No me refiero a eso, solo quiero salir, además, hoy lo hice y no pasó na... -Me cubrí la boca con eso.
Maldita sea, ahora definitivamente estaba furioso.
-¿Saliste? ¿A dónde?
-Solo a dar una vuelta, no muy lejos.
-Ah, mira, que lindo. Creí que tú eras el que tenía miedo a que te encontrarán.
-Que no fue muy lejos.
-¿Y que? ¿Cómo sé que no estás arruinando tu dieta? ¿Y si te pasaba algo? Pudiste tener algún accidente, como con el mantel. -No puedo creer que esté discutiendo por esta tontería.
-¡Fue solo una salida! ¡Cielos! Relájate un poco, solo me encontré con un amigo. -Rayos. -Nadie importante, no lo planee, fue casualidad.
-Si, seguro.
-¡Te estoy hablando en serio! No lo planeé, y aunque fuera así, tú también saliste con una amiga, y apenas dabas señales de vida.
-Es diferente, somos adultos. -boom.
¡¿Que clase de argumento estúpido es ese?! Oficialmente ya me había enojado también.
-Yo también soy un adulto, Jason. -Soltó una risa cargada de sarcasmo. En ese momento estuve a punto de golpearlo. No en la cara porque no alcanzo, pero sus testículos estaban a mi alcance. Tuve que aguantar las ganas, cruzando me de brazos. -¿Que te da risa?
-Tú no eres un adulto. No estudias, no trabajas, seguirías en la calle de no ser por mí.
Sentí como si esas palabras me apuñalaran. Inmediatamente dejé caer mis brazos, aparté la mirada y sentí como hizo lo mismo. En todas estas semanas no me lo echó en cara, ni una sola vez.
-¿Soy una carga?
Quería oir un no. No necesitaba una disculpa, una justificación, solo quería escuchar esa palabra. Eso sería suficiente para calmar el nudo que se había formado en mi garganta. Y no lo obtuve.
Ni siquiera las otras opciones.
Fue peor.
-Eres solo un niño que va a tener otro niño. ¿Tienes una idea de lo difícil que es para mí? -Me mordí fuerte el labio, volteandome aún más cuando sentí que mis ojos picaban. -Dios, esto es tan incómodo. Solo quisiera salir con alguien más sin tener que explicarle esto.
-¡YA ENTENDÍ!
Salió fuerte de mi garganta junto a un montón de lágrimas, que no permitiría que él viera.
Quedó claro, soy un estorbo.
Y si yo soy un estorbo, mi bebé también.
-Lo entendí, ¿De acuerdo? -no quería ver su cara, tengo miedo de ver algo que me duela más.
-Ah, soy un idiota. No me hagas caso.
"Como si fuera tan fácil".
-Buenas noches. -Dije apresurandome para ir al cuarto.
-Anthon...
-Dije: buenas noches. -Repetí al cerrar la puerta, con seguro.
Me fui directo a la cama, y a atrapar entre mis brazos una almohada de maternidad para poder llorar sobre ella como si fuera el hombro de mi papá, o de Richie, o simplemente de alguien que me haría sentirme mejor en este momento.
Escuché como Jas trataba de abrir la puerta, sin éxito, mientras me llamaba del otro lado. Se rindió después de unos minutos. Lo más ridículo es que se me cruzó el pensamiento de que abriera la puerta violentamente, como en una cursi película, o serie de acción. Algo así no pasaría.
Aquí es donde pisaba la realidad más fuerte que nunca.
No soy nada de Jason, no soy nada para él. Soy un intruso en su vida, lo arrastré a mis problemas. Justo lo que quería evitar cuando pensé que era casado.
No, no destruí una familia.
Destruí la vida de un hombre.
Y eso, es igual de horrible.
No sé cuánto tiempo estuve llorando, en un punto Primer Ministro se levantó, se sacudió un poco y volteo a verme. Se acercó con sigilo, para quedar cara a cara conmigo, me olfateó y pegó su nariz a mi frente, sin lamerme, solo eso. Fue tan dulce que por fin dejé de hacerlo. Después bajó un poco y se puso entre mi pecho y la almohada, haciéndose un espacio. No tuve ninguna intención de separarlo, lo acomodé un poco mejor y lo cubrí con mi brazo. Gracias a eso, al fin caí dormido.
Después de todo, si terminé siendo consolado por alguien.
Ocho-Ocho-Ocho-Ocho-Ocho-Ocho-Ocho
Wow, ha pasado más de un año, me pregunto si aún hay alguien que Lee esto xD
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