Capítulo II

Una semana había pasado desde aquel día donde aquella relación termino.

Todos en el Santuario notaban el extraño comportamiento de Milo pues este se veía decaído y triste, aquel niño alegre y bromista había quedado en las sombras.

Era un día muy caluroso, Milo desde hace días se encontraba encerrado en su Templo, nuevamente había faltado al entrenamiento pues no deseaba ver a nadie.

Milo se preguntaba una y otra vez en si debió quedarse, pues en ese momento el había deseado quedarse.

Recordó el rechazo de Kanon, como este había reaccionado mal ante el beso y todo lo que dijo. Sintió una punzada en su pecho mientras cerraba los ojos fuertemente dejando de presenciar a aquel aburrido techo.

Suspiro. Pues alguien había entrado a su Templo y no solo eso, también a su habitación.

Molesto, abrió los ojos mientras su mirada se dirigía rumbo a quien estaba de pie en el marco de la puerta: Camus de Acuario.

-Milo de Escorpio ¿Acaso estos días has estado faltando al entrenamiento solo para poder quedarte en la cama durmiendo?-dijo Camus con su caracteristica fríaldad.

-¡No estaba durmiendo! ¡Estaba pensando!-replico un molesto Milo. Camus se sorprendio ante lo dicho, aún asi, no lo mostró.

-¿Es por aquel chico?-pregunto Camus recordando las veces que Milo se pasaba largas horas hablándole de aquel chico. La tristeza le invadió, hace días se había dado cuenta de sus sentimientos por Milo pero comprendía que no era correspondido.

-¡A mi no me importa esa bestia llorona! ¡Hace escandalo por todo y ya me tiene harto!-Al decir aquellas palabras Milo se sentó en su cama mientras su ceño se fruncía.

Camus camino unos pasos hasta llegar a la cama de Milo y poder sentarse en la orilla de esta.

-se que lo que dices no es cierto-dijo Camus cubriéndo con su flequillo aquella mirada que reflejaba tristeza. Pues deseaba que lo dicho por Milo fuera cierto, realmente deseaba aquello.

-¡¿Tú qué sabes?!-los ojos de Milo se agudizaron.

-solo lo sé-musitó Camus mientras se ponía de pie, camino a la salida no sin antes decir-deberías ir a verlo, sea cual sea el problema, deberías hablarlo con él-

Milo quedo en silencio mientras veía como su amigo se retiraba dejándolo solo. Aplasto el colchon con su cuerpo mientras su mirada molesta y triste se dirigía al techo.

Recordó una de las tantas veces en las que ambos habían hablado de cualquier cosa y entonces pensó en lo dicho por Camus.

Tal vez debía ir a verle, solo para saber como se encontraba y para tratar de solucionar el problema.

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