14

Esperar.

Algo muy común, siempre los adultos te dicen "solo será cinco minutos, no es nada" y parece que paso una eternidad.

Damián Wayne no poseía esa habilidad de esperar con calma, siempre se ponía nerviosos o se alteraba con facilidad. En este caso ya había pasado los límites de su tiempo, su padre había dicho que exclusivamente sería un viaje de 12 horas, pero han pasado casi 13 y no había rastro de que llegué pronto.

La verdad no era de sorprenderse, pero ya estaba harto de que todos estén molestándolo cada momento, y ahora más que nada quería que Batman venga a salvarlo de su peor pesadilla.

Ya se había sorprendido de que esto demorará tanto.

— ¡Ya sé!— grito la rubia mientras buscaba apresurada entre las fundas de compras— Un lasito azul y quedas preciosa.

—¡Nos soy niña!— grito, ¿Dónde está Batman cuando lo necesitas?

— Pero eres adorable— jalo los cachetes del pequeño con cariño, estaba tan encantada con lo adorable que se veía el infante. Todos decían que le el complejo de mamá gallina.

— Quien diría que estarías peor que Dick— reprocho Cass que miraba todo desde lejos, sabía que se metían en problemas con molestar al menor de la casa.

— Aprovechó la oportunidad— alzo los hombros dado entender que no le importaba lo que pensaran, de todas formas, tenía el respaldo de Bárbara.

— El azul te asienta— hablo la pelirroja viendo como el niño inflama sus mejillas y se cruzaba de brazos.

— Ya no quiero...— susurró con pena.

Pero las chicas no suponían dejarlo ir fácilmente.
Cass iba a ponerse de lado del niño hasta que vio a una peculiar figura pasar corriendo por el pasillo.

—¿Acaso Tim ...?

— A si, si, Jason le pintó el pelo y no quiere que nadie lo vea— bufó.

—¡Eso no es cierto!— se escuchó un chillido del otro lado de la habitación.

Damián al escuchar a uno de sus hermanos decidió que era momento de perder la poca dignidad que le quedaba.

—¡Drake! ¡Ayúdame!— chollo el menor tratando de quitarse los miles de lados que tenía alrededor.

Jason, que miraba todo desde las cámaras, solo podía sonreír.

— Esto estará bueno.— el mercenario sabía que el niño tenía la guerra perdida al enfrentarse con las chicas.

— Deberíamos ayudarle— Dick por fin intervino.

Jason, por lo tanto, solo ignoro el comentario y se llevó unas palomitas a la boca, sabía perfectamente que no podría hacer nada ni aunque quisiera.

Damián estaba mal, quería llorar, se reprendió mientras trataba de guardarse las lágrimas, ahora sí que estaba en una situación sin salida, por primera vez aceptaba que quería que si papá lo venga a ver y sacar del embrollo en el que s había metido.

Pero nadie podía hacer nada.

— Cass— miro de reojo a la peli negra, pero esta nada más evadió la mirada suplicante del niño.

— Bien, momento de la verdad— Stephanie puso a Damián en el suelo para que camine, pero este solamente se quedó tieso, no podía moverse con tantas capas de tela sobre él.

Estaba a punto de romper en llanto, pero mordía su labio inferior para evitar soltar lágrima alguna.

— Stephanie...— susurró Bárbara al ver como el menor trataba de no romper en llanto.

La rubia solamente miró un poco apenada al niño.

— oye— se inclinó para robarle el cabello — Si modela para mí, te prometo, que los dos tomaremos prestado el Bat-movil— le guiño el ojo, Bárbara, nada más se llevó la mano a la frente, solamente faltaba que Jason interviniera para que esto se vuelva un caos.

Pero la oferta fue algo interesante para el pequeño, inflo el pecho con orgullo y aparto la vista de la rubia, tomo la tela que tocaba el piso y la alzó hasta sus rodillas para caminar fuera de la habitación.

Cuando puso un pie fuera de su infierno, las puertas principales de la mansión se abrieron, y la voz ronca y cansada del patriarca de la familia se hacía presente.

Damián habría los ojos con sorpresa, corriendo lo más rápido que le permitían sus piecitos hasta la entrada principal de la casa. Las chicas solamente veían con gracia como el niño corría con zapatillas azules y trataba de moverse con el vestido.

Bruce suspiro con cansancio, buscando el mueble más cercano para dejarse caer.

Pero sus planes fueron olvidados al ver como su hijo menor venía corriendo hacia él con un vestido lleno de lazos.

—¿Damián?— iba a preguntar sobre el atuendo, pero guardo silencio al ver como el menor lo abrazó por las piernas, tratando de ocultar su rostro en su pantalón, podía sentir como este se humedecía por las lágrimas de su hijo.

Sintió el corazón apretujársele por ver a su pequeño llorar de esa forma.

Solamente se había ido un par de horas y ya había hecho que su pequeño rogar por verlo de nuevo.

Aunque sabía bien que al menor de sus hijos le molestaba cuando se iba por mucho tiempo, y más cuando se llevaba a Alfred con él.

— Amo Damian— hablo Alfred con sorpresa al ver a su pequeño nieto hecho un mar de lágrimas.—¿Qué fue lo que pasó aquí?

Damian no respondía a nada, nada más quería que lo cargarán, aunque no lo admitiría, pero ahora solo quería que su papá lo consuele.

Bruce trató de apartar al pequeño, pero este se había aferrado.

— Damian— hablo serio, haciendo que el niño se asuste un poco y se desprenda de su abrazo no correspondido. Sintió más vergüenza por haberse comportado de ese modo. Ahora había hecho enojar a su padre por eso.

Bruce apenas vio como el niño se puso rígido, se maldijo por haber hablado de esa forma tan estricta. Pero lo que más le dolió fue ver como se apartó de él aún con lágrimas en sus ojitos verdes.

Tomo al pequeño en brazos, pagándolo del con delicadeza.

— Lo lamento— musito mientras besaba la cabeza del menor.

Damian  enterró su carita en el cuello del mayor, sintiendo como la mano de su padre le  sobaba su espaldita, tratando de reconfortar al pequeño.

— Te extrañé— dijo Damian bajito, apegándose más al adulto.

Bruce se quedó sorprendido con las palabras del menor,  Damian no era alguien que se abriera fácilmente, desde que llegó a la mansión fue de pocas palabras, y cuando algo le molestaba eran simples monosílabas.

Alfred estaba igual de sorprendido que Bruce, pero mantuvo la compostura, ofreciéndole al pequeño unas galletas que trajo de su corto viaje.  El equipo aceptó gustoso la oferta del mayordomo, pero antes, Bruce tenía que hablar seriamente con las causantes de la humillación de su pequeño.

Camino por los pasillos, tratando de encontrar a las chicas, pero lo único que vio fue a uno de sus hijos caminar con cansancio en dirección contraria.

—¿Tim?— llamo con duda al chico, por poco no lo reconocía.

—¡¿Bruce?!— el adolescente no pudo evitar asustarse con la presencia del adulto, y más al ver como este cargaba al menor de la casa. Ahora si estaba en problemas.—¿Qué tal el viaje?— trato de evadir el tema, cosa muy complicada si se trataba del murciélago y su cría.

— Estuvo bien, — se lo pensó un poco antes de soltar la pregunta— ¿Qué te paso a ti?

Tim miró arriba, no entendía a que se refería el adulto, pero al ver los mechones de pelo rosado solo se alzó de hombros. — Fue Jason. Se enojó porque le dejamos a cargo a Damian.

Bruce, nada más suspiro, llevan doce a Damián consigo para quitarle ese atuendo.

La mansión se mantuvo en silencio, a comparación de la cueva, que estaba llena de risas y burlas.

— ¡Vamos Stphe!, te doy cinco billetes— chillo el acróbata.

— Ya te dije que no hago ofertas, ¿Las quieres o no?— contesto segura.

— Rayos, Jason, tú tienes... — prefirió callar al ver como este tenía las manos llenas de fotos. — ¿Cuántas tienes?

— Como treinta— contesto con simpleza.— Me sirven de extorsión.

— Yo las quería para mostrarle a mi equipo— se cruzó de brazos con molestia, todos solamente querían molestar a su hermanito, mientras que él solamente quería presumirlo.

—De verdad que no le tienes miedo a la muerte.— río Bárbara.

— Creo que ya debemos irnos, Bruce llego.— esa fue señal para todas para dar su retirada improvisada.

— Bueno— el mercenario se estiró un poco para luego dirigirse hasta su preciada moto — Hasta aquí llegué yo.— pero Dick lo tomo de la chaqueta y lo arrastró hasta escalera arriba.

Bruce miraba como Damián solamente sollozaba en el filo de la cama, arropado con varias mantas, tratando de ocultarse.

En esos momentos es donde Bruce no sabía que hacer, en otra ocasión los dos guardaban silencio, pero ahora...

—Damian— llamó al menor con calma, no quería cometer el mismo error de hace unos instantes

—¿Si, padre?— contesto con voz ronca de tanto llorar.

"Padre", esa palabra tan sencilla, pero la sentía diferente, ya no era igual, extrañaba que le llamara "papi" o "apa",   extrañaba al pequeño que lo buscaba por cualquier cosa, lo más mínima que sea, extrañaba esa son risita infantil, extrañaba al bebé de la casa.  Una mueca salió en sus labios, pero rápidamente la cambió por una sonrisa calmada.  Ahora sabía que el niño que tenía en frente era el mismo que cuidó todos estos años, seguía siendo su bebé.

Se acercó al pequeño y se sentó a su lado.

—Alfred nos está esperando— dijo— Compro unas galletas especiales para ti— mencionó tratando de sacarle una sonrisa al menor.

Damián lo miró sorprendido, pero rápidamente agachó la cabeza tratando de ocultar su sonrojo, buscando la forma de bajar de la gran cama sin caerse en el proceso. Bruce, al ver la acción del pequeño, lo tomó de la mano para ayudarlo a bajarse.

Cuando logró tocar el suelo iba a soltar la mano de padre, pero este mantuvo el agarre hasta llegar al comedor donde todos esperaban, junto a la bandeja de galletas.

Al pequeño se le iluminaron los ojos al ver unas galletas de chocolate con formas de animalitos, pero rápidamente trato de recuperar la compostura y comportamiento de "niño grande".

Todos en la familia miraban al pequeño, algunos con felicidad y otros con melancolía y tristeza, sabían que el triste y a la vez feliz momento estaría a la vuelta de la esquina. 











Nota de autor:

El último capitulo aún no está escrito.

Y seria muy agradable si me pudieran dar ideas para el final.

O algo que les gustaría que pasara.

Si más que decir.

Espero que les guste. No olviden dejar su estrellita si es así  ♡

( disculpen los horrores ortográficos)



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