9. De como jugar con dos corazones es muy peligroso...
Llevaba alrededor de una hora esperando a Eris. No comprendía cuánto podía tardar en arreglarse. Era una diosa, se supone que no tiene que esmerarse por verse bien, ya que de por sí posee una belleza natural de ser divino.
―¡Estoy lista!
Me levanté de la silla en la que me encontraba, me froté los ojos y le lancé una mirada de reproche.
―Eres un dramático, no me demore tanto.
Nos encaminamos hacia la salida, el condominio en el que vivía Eris era habitado por otros dioses.
Obviamente, los doce dioses olímpicos tenían un privilegio mayor. En la salida visualicé a los mellizos Apolo y Artemisa. Yo no era muy conocido, era el ayudante de Cupido, pero con los únicos dioses con los que entablaba conversación era con Eros y Eris.
El tiempo que tardo Eris, no retrasó nuestra llegada a la tierra.
Al parecer habían surgido algunos problemas con el baterista, por lo que Star deambulaba de un lado a otro, y el tal Gary parecía estar a punto de entrar en una crisis histérica.
Eris plasmó una sonrisa en su rostro. Y eso solo podía significar una cosa.
―¿Hola?―Eris tomó su teléfono, uno que era específicamente para comunicarse con los dioses del Olimpo―. Apolo, tengo una tarea muy especial para ti...
―¿Qué haces?
―Lo sé...Puedes por favor, fingir que yo no soy la más odiada del Olimpo...Claro que no―prosiguió sin atender a mis quejas―. Es una tarea que te va a agradar...Solo, ven. Requiere tus habilidades...Sí, tienes que venir a la Tierra...Perfecto.―Volteó a verme dándome a entender que había soluciona un problema que yo no entendía―. Te envió la dirección, nos vemos.
―¿Por qué llamaste a Apolo?―espeté en cuánto terminó la llamada.
―Es obvio, Haris.—Bebió de su copa—. Es el dios de la belleza, la música y las artes.
—¿Y él va a...?
—Tocar la batería, para que así el plan macabro de Cupido se cumpla.
No me agradaba en particular la idea, ya que involucrar a más dioses en la ecuación podía llegar a ser contraproducente.
Apolo no demoró en llegar, y rápidamente se presentó como reemplazo para baterista en la banda.
—¡Hola a todos, sean bienvenidos al debut de los Red Socks!—Una chica morena presentó a la banda lo mejor que pudo.
Eris me dio un codazo en el estómago:—Creo que estamos en un partido de baseball.
Auch—me quejé.
Apolo sobresalió como cualquier ser divino en el mundo mortal haría. Incluso, considero que fue la principal razón por la que el público estaba eufórico.
Al terminar el en vivo Apolo fue asediado por Gary, quien deseaba contratarlo permanentemente.
—Lo siento, yo no puedo...
Eris se acercó a la conversación, yo hice lo mismo.
—Lo lamento, pero Apolo ya tiene otras ofertas.
—¿Disculpen, ustedes son?—murmuró con desconfianza Gary.
—Yo soy su representante, Eris.
—¿Qué es esto, una convención de dioses griegos?
Yo reí, al igual que Eris y Apolo.
Eris tosió:—Somos hermanos, tenemos unos padres muy creativos—mintió.
—El caso es—intervine—que Apolo no puede trabajar con los Red Socks.
—¿Qué?¿Por qué?
Star apareció de la nada, no me dio tiempo para esconderme.
—Debo irme—susurró Apolo intentando alejarse.
—Ya lo he explicado, tenemos muchos negocios—dijo Eris mientras agarraba a Apolo del brazo.
—Espera, tú eres el loco del otro día—señalo Star en mi dirección.
—Yo no estaba...
—¡No mientas!—acusó.
En ese momento fue que visualicé a Romance.
Eris siguió mi mirada dándose cuenta de que el plan comenzaba a tornar un giro inesperado.
—Debemos irnos—dijo esta vez arrastrándonos a la salida.
—Debo volver—espeté ya en el exterior.
—¿Qué traman ustedes dos?—Apolo nos observaba con escepticismo.
—Apolo, ya debes irte. Ahora.—Eris me empujo al interior.
Ambos comenzamos a llevar a cabo el plan más cliché que existía en el mundo.
Romance se encontraba en la multitud, la que se supone bailaba, él solo observaba a su alrededor como si buscará a alguien.
Star estaba a unos pasos bailando. Eris sutilmente empujó a Star. La chica enojada se dispuso a discutir pero otro cuerpo la volvió a empujar: Romance.
Yo había utilizado la misma táctica de Eris. Y al poco tiempo ellos dos ya se habían tropezado.
Ahora sucedería lo que siempre ocurría en las novelas románticas, se mirarían a los ojos y tendrían un amor a primera vista.
Romance observó a Star, ella le devolvió la mirada, e inmediatamente se juraron amor eterno
¿A quién engaño? Nada de eso sucedió.
La bebida que llevaba Star se estampó en la camisa de los dos chicos
—¡Imbécil!—gritó Star, intentando limpiarse.
—¡Fue tu culpa!—respondió de vuelta Romance
—¿Mi culpa?—dramatizó la rubia.
—Sí, tú me empujaste.
—A mi me empujó alguien, las leyes de la física hicieron el resto—especifico Star.
Romance enarcó una ceja—. Como sea. —Bufó y se fue a la barra.
—Que extraño...—masculló la rubia.
Busqué a Eris con la mirada y de inmediato se acercó a mi.
—¿Qué creías que iba a suceder?—El tono de su voz había tomado un ligero cambio, como si estuviera enojada.
—No lo sé.
—Exacto—explotó—.Haris, mírate. Ni siquiera te esfuerzas. Cupido te confió esta misión—espetó con rabia—. Y te da por jugar a las comedias románticas.
—Yo solo intentaba...
—Lo odias, ni te esfuerzas por ocultarlo. Escucha, el amor no se basa en obligar a dos personas a estar juntas. Debe haber por lo menos algo de química. Y aún así ese sentimiento no se puede forzar.
—Pero...—protesté.
—Estoy segura de que esto no es lo que Cupido quiere que hagas. No sientes, lo sé. Pero te das cuenta que juegas con el corazón de dos personas que sí lo hacen.
—Espera—mascullé.
—Esta no es la forma de juntarlos. Así no trabaja Cupido, espero lo entiendas. Esto no es un juego—enfatizó y se marchó.
—¡Eris!—grité.
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