8. De cómo las cosas se pueden complicar en un segundo
Te lo dejo en tus manos había dicho Cupido. Sí, claro. El dios del amor me delega todas sus responsabilidades.
―¿El viernes?―Star hablaba por teléfono—. Claro que quiero el trabajo, Gary.—Bufo—. Está bien.
Al parecer, el viernes la banda para la que trabajaba daría un concierto.
—Claro, yo hago los volantes, Gary—masculló en cuando cortó la llamada—. Como estudié diseño gráfico, debo encargarme de todo lo relacionado con esa carrera.
Se sentó en el pequeño sofá que tenía en la sala. Tardó alrededor de dos horas en editar aquellos volantes. Yo me quedé dormido, cuando desperté ella estaba igual. En la impresora se encontraban las hojas.
Me robé una, y observé como Star dormía, la baba se escurría de su boca y a juzgar por los gruñidos que emitía se podría decir que estaba soñando.
Sonreí y salí de aquel lugar.
Me adentré en el apartamento de Romance. Me metí a su habitación y coloqué el volante sobre la mesa de noche. Comenzaba a considerar que esto era ilegal, invadía la privacidad de esas dos personas con tanta frecuencia. Lo último que quería era terminar en prisión, obviamente nadie me descubriría ya que no pueden verme, Cupido me había traspasado por así decirlo sus poderes de invisibilidad, temporalmente, pero de todas formas estaba ingresando a un lugar ajeno, y no dejaba de hacerme sentir culpable.
Entonces Romance ingresó a la habitación, llevaba una pecera en sus manos. Y eso no fue lo más bizarro de la situación. Colocó la pecera en la mesa de noche, justo encima del volante.
Ahora sí, Cupido iba a matarme.
Romance se sentó en la cama y tomó su laptop.
―Estilista de perros, eso no estaría mal―comentó el chico en voz alta, observando su computador―¿No lo crees?
Yo palidecí, por un momento creí que me hablaba a mí, entonces me di cuenta que se dirigía a la pecera, en específico al pez dorado que nadaba felizmente en su interior.
Cuando creía que el chico no podía ser más raro, él se superaba.
―Oh, aquí hay otro―siguió diciendo―. Se busca jardinero capacitado, especializado en decoración de exteriores, de preferencia con experiencia en paisajismo.
El pez observaba atentamente como si entendiera lo que él decía.
—Solo fue una vez—objetó―. Además era una planta muy débil. Claro que no fue culpa del exceso de agua que le di.
Contuve mi risa , ese chico no podía ni siquiera cuidar una planta, y ahora iba a cuidar el jardín de otra persona.
―Está bien―admitió―. Quizá si fue mi culpa. Descartado. Soy un desastre con las plantas.
Qué bueno que lo dijo, pensé que tendría que hacerlo yo.
―¿Qué opinas, Bea?
Otra vez, se dirigió al pez, quien dio vueltas en su pecera.
―Sí, creo que probaré con estilista de perros.
Mis condolencias a esos pobre canes.
―Mañana será un gran día.
Si tú lo dices...
Cerró su laptop y se recostó.
¿Y ahora cómo iba a sacar ese tonto papel?
Espere hasta que se durmiera, tomé la pecera con cuidado. Pero lo que yo no esperaba era que un sonido irritante proveniente del nuevo teléfono de Romance me asustará haciendo que la pecera se me resbalará de la manos, y por consiguiente Romance despertará sobresaltado.
―¡Bea!―El pez se encontraba en el piso, luchando por su vida.
Retrocedí e intenté alejarme de la escena del crimen.
Romance corrió por un vaso, lo llenó con agua y metió al pez.
―Qué extraño. ―Romance escaneó la habitación.
Yo me quedé de piedra.
―¿Cómo te caíste?―susurró al pez.
El chico puso una cara horrorizada: ―¿Y si... son fantasmas?
Oh, no. Lo que faltaba. Ahora piensa que su apartamento está embrujado. Deposito el vaso sobre la mesa, entonces vislumbró el papel colorido que allí reposaba.
―Un fantasma con una pasión por las bandas de rock.
Abrió el folleto, lo leyó y volvió a dejarlo en su lugar.
―Está bien, fantasma. Si quieres que vaya a ese concierto, iré.
Eris contenía la risa, Cupido tampoco había sido muy discreto cuando se lo conté.
―¡Por poco mató a ese pez!
―Asesino de peces―acusó seriamente para luego volver a reír.
―¡Ja! Que gracioso.
No entendía porque se lo contaba, se supone que es mi amiga, y debe apoyarme.
―Creo que te llamaré ahora Haris, fantasma a tiempo completo y asesino de mascotas por placer.
La fulminé con la mirada, deseando que no fuera en sentido figurado y en realidad tuviera rayos láser para hacer que dejará de burlarse.
―Ahora debo ir a ese absurdo concierto para que Romance no cometa ninguna estupidez.
―Iré contigo.
―Oh, no. ¿Recuerdas lo que pasó la última vez?
Rodó los ojos: ―Ese problema ya está resuelto, y bajo llave.
―¿De casualidad no tienes otra manzanita de repuesto?
Abrió la boca incrédula y gruñó haciéndose la indignada.
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