7. De como Romance fue el elegido
Cuando cupido me acompañaba a uno de mis viajes de exploración no terminaba muy bien. Primero, porque Cupido criticaba todo lo que yo hacía, ya que según él, solo el dios del amor puede saber quién es el indicado.
Segundo, Cupido sentía una atracción escalofriante por las ideas raras que se le ocurrían.
—No me agrada.
—¿Qué?—Observé a Cupido.
—No veo a Star con ese chico.
—Cupido, él es ideal—dije con seguridad.
―¿Cómo lo sabes? Yo soy el dios del amor.
Aquí va de nuevo
Kiev Florence, era un chico promedio, con bastantes cualidades. Era detallista y perfecto.
―No, definitivamente no.
―¡Por favor, Cupido!
Cupido observó detenidamente los demás transeúntes, él estaba planeando algo.
―¿Qué te parece ese?―Señalo un chico que caminaba con la vista fija en su teléfono.
―¿Ese?―pregunté incrédulo.
―Ese―susurró Cupido.
De pronto otro hombre empujó al chico, al parecer le robó el teléfono porque el hombre salió corriendo.
―¡Maldita sea!¡Ladrón!―gritó el chico
El hombre se escabulló entre las personas y desapareció.
―¡Era nuevo!―se arrodilló llorando en el piso.
―Ahora lo recuerdo―reflexionó Cupido―. Es otro de los abnegados del amor.
―¿Abnegados?
―Así se llaman los que no aún no encuentran el amor―aclaró.
―Que creativo.
―Gracias.
No era un cumplido, al parecer Cupido no distingue el sarcasmo.
Seguí al chico por unas horas. Descubrí que su nombre era una completa burla a su vida amorosa. ¿A quién en su sano juicio se le ocurre ponerle a su hijo Romance?
Creo que su madre no pensó que el nombre espantaría en vez de atraer.
El chico tenía una suerte de perros. Y no, no estoy exagerando.
—Por favor, Gigi, no me eches. Haré todo lo que quieras.
Cualquiera diría que él era un chico promedio, poco llamativo, pero amable y divertido dentro de lo que cabía, el problema surgía cuando las personas conocían su nombre. Lo tuve que presenciar en una entrevista de trabajo, justo esta mañana.
—Mi nombre es Romance Western—pronunció, grave error.
—¿Disculpe?—Había dicho el hombre de traje.
El chico con una sonrisa fingida se había dedicado a contarle con detalle cómo su madre había llegado a escogerle aquel terrible nombre. Y pues, como el ya esperaba, el hombre dijo las típicas palabras:—Nosotros lo llamamos, no se preocupe.
Y por supuesto que no lo iban a llamar, y no era solo por su nombre.
Él mismo se encargó de arruinarlo, le gritó al entrevistador que lo habían echado de cuatro trabajos en el mes, y no lo dijo de una forma calmada precisamente.
—¡Gigi! Esta vez lo haré bien, por favor―suplico.
Y esa era la quinta vez.
El chico lucía como perdedor, era patético. Entonces la situación tomo otro rumbo.
—¡Pues bien, quédate con tu sueldo de mierda!
Oh, no. Lo había hecho, Romance había sacado su otra faceta, el problema era que cuando esto pasaba raramente le iba bien. Además Gigi Stevens no era la más temida de la secundaria por nada.
—¿Qué dijiste, Romance Western?—Gigi salió furibunda del local—¿Te recuerdo el porqué de mi decisión? Le arruinaste el cabello a una de mis clientas y lo pagarás muy caro—Romance pusó cara de asustado, él sabía que haber insultado a aquella chica morena había sido un terrible error, pero como ocasionalmente pasaba no medía consecuencias. El chico comenzó a correr.
—Lárgate gusano, no te quiero volver a ver por aquí, y dile a tu madre que ya no contara con los descuentos de empleado que le obsequiabas.
En definitiva, no sé cómo a cupido se le ocurrió que Star y Romance podrían ser algo más que desconocidos, no digo amigos porque tal vez Star odie eso.
Luego me dispuse a seguirlo Romance era extremadamente supersticioso, evitaba pasar por debajo de las escaleras, huía si veía un gato negro y buscaba como loco en los jardines un trébol de cuatro hojas.
Romance volteó, me escondí detrás de un árbol, también era un paranoico, a raíz del robo de su teléfono caminaba siempre alerta como si a algún ladrón le interesara robarlo, después de todo, el chico era un desdichado desempleado y ahora ya ni siquiera poseía celular.
El chico llegó a un apartamento, allí lo recibió su hermana.
―¡Hermanita!―la abrazó.
―¿Qué quieres?
―¿Yo?
―¿Te echaron otra vez, verdad?
Al parecer la situación se repetía cada vez que perdía el trabajo.
―No te prestaré dinero.
―Cuidaré de los mellizos
Romance ya sabía cómo convencer a su hermana.
―Trato hecho. ―Sonrió.
Mi trabajo había terminado, por hoy. Le llevaría los datos a cupido, y él se encargaría de concertar un encuentro entre Star y Romance, que resulte lo más casual posible.
―Cupido, esos dos nunca podrían estar juntos―espeté mi opinión en cuánto me reuní con Cupido.
―El amor es ciego―murmuró con una copa de vino en su mano.
―Eso ya lo sé.
―Entonces, ¿Por qué cuestionas mi decisión?
―No la cuestiono, Cupido―dije intentando sonar convincente
―Perfecto, ve y haz tu trabajo.
―Sí―mascullé de mala gana.
Una carcajada se escuchó en cuánto salí de la oficina de Cupido.
―¿Qué pasa?
―Nada―dijo Eris aun riendo.
―¿Escuchaste todo?
―Sí, pobre Romance.
―Y ahora tengo que hacer que se encuentren.
―Pues, buena suerte.―chasqueó sus dedos en frente de mi rostro.
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