2. De como me volví un acosador innato...

―¿Y bien, ya tienes una idea?

Cupido me miró, era obvio que no tenía ninguna idea, cómo demonios iba a saber yo cuál es el chico ideal de Star.

―Tu eres el dios del amor, ¿recuerdas?

Comenzaba a creer que este sujeto no debía tener poderes, ni ser dios.

―Sí, pero es como si no existiera nadie en el mundo que sea el alma gemela de esa chica―se levantó y refregó su cabello.

―Tal vez no la hay―objeté.

Eros me fulminó con la mirada.

―No estás ayudando, Haris.

―Tú fuiste el de la idea...

Se asomó por la ventana. Afuera unos niños jugaban con una pelota, hijos de dioses. Esos dioses tal vez deberían dejar de procrear como conejos, de qué les sirve tener hijos si al fin y al cabo no sirven para hacer su trabajo, como lo es encontrar alguien apto para Star.

―Cupido, esto es un error.

―¡No!―Agitó sus manos―. Star Deferth nunca se va privar de algo tan hermoso como lo es el amor. Nadie nunca lo hará―me miró y entonces capté una mirada de compasión.

―No te preocupes, Zeus hizo lo correcto.

―Pero debe ser horrible, es decir...―Rascó su cuello―.Lo siento, todo esto fue mi culpa.―Caminó hacia su escritorio―.Si no me hubiera enamorado de Psique, quizá Zeus no hubiera contemplado esa idea.

―De una forma u otra es mejor―mascullé―¿Te imaginas si me enamorará de una mortal?

―Sería tu fin, tu raza también estaría condenada...

―Exacto, Cupido.

Se sentó de nuevo, y me observo. Yo sabía que en su mente siempre buscaba alguna esperanza, o una forma de solucionar la insensibilidad que yo padecía, pero era imposible.

―Se me ocurre una idea―dije después de un rato, para cambiar de tema―. Yo la vigilaré por unos días, después nos reuniremos y encontraremos al chico perfecto.

―¡Excelente!―saltó de su silla―. Yo me encargaré de buscarlo en la base de datos.

Entonces una alarma sonó, Cupido miró su muñeca, en ella tenía un reloj que le avisaba cualquier problema en el mundo humano.

―Debo irme, hay una profesora de Kansas que me pidió como marido un escritor―señalo el reloj―. Debo ir a disparar unas cuantas flechas, nos vemos.

Me despedí con un movimiento de mano y me quedé observando el mapamundi que tenía Cupido. Él te podía mostrar a cualquier persona del planeta, esa era la base de datos, y era una maravilla.

―Star Deferth―dije.

El mapa se movió hasta mostrar Nueva York, específicamente en Central Park. Star estaba insultando a su perro porque este había hecho popo en el precioso césped del parque. La chica miró hacia todos los lados y empezó a correr. Estaba huyendo de la escena del crimen

―Bueno, debo empezar cuánto antes.

Me teletransporté a donde estaba la chica, otra función otorgada por la magnifica base de datos.

―Chester, no vuelvas a hacer eso si no llevó la bolsa. ¿Entendiste?

El perro la miró y ella gruño ante la impotencia.

―Juro que en cuánto Kara llegué al aeropuerto te devolveré.―El perro chilló―.No me mires así, es tu culpa. Podríamos llevarnos bien si no tuvieras que ir al baño cada vez que quiero salir de casa.

La seguí desde lejos, no quería que pensará que era un psicópata, debía mantenerme al margen.

Entonces se volteó y me vio, supe en ese momento que estaba perdido. 

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