15. De cómo el destino enredó los hilos


—Hola, Haris.—El doctor me saludó—.Tuviste un accidente. Tienes amnesia a causa de un golpe. ¿Has recordado algo más?

—No.

El hombre revisó que todo estuviera en orden.

—¿Algún familiar que pueda venir por ti?

—No lo sé—murmuré.

Salió de la habitación y habló con la enfermera en voz baja, luego ella volvió a entrar y él desapareció.

—Te quedarás en observación, por ahora. Daremos aviso a las autoridades para saber si alguien te reportó como desaparecido.—Sonrió—. Si necesitas algo, avísame.

Aún me sentía raro en aquel lugar, las cuatro paredes que me rodeaban comenzaban a asfixiarme. Le avisé a la enfermera que quería dar un paseo, entonces ella me ayudó.

—¿Cómo te sientes?

—Algo adolorido—musité—¿hasta cuándo me quedaré aquí?

—Por lo menos hasta que estés bien y hasta que alguien venga por ti.

—¿Y si nadie viene?—hice la temida pregunta.

—Ya veremos, no te preocupes.

Una chica rubia se acercó a nosotros.

—Kara, debiste avisarme que no ibas a llegar—expresó con enojo la chica.

—Lo siento, lo olvidé—se disculpó—. Estaba ayudando a un nuevo paciente, Haris—me señalo.

—¿Tú?

—¿Lo conoces?—inquirió con desconcierto Kara.

Entonces sentí como si la conociera de antes, un sentimiento me estremeció.

—Algo así.

—Haris, perdió la memoria.

La chica se mostró asombrada.

—¿Conoces alguno de sus familiares?—La enfermera seguía insistiendo. Yo cada vez me sentía más incómodo. El no recordar quién era, era algo horrible.

La rubia negó.

La observé con detenimiento. Sus ojos, su cabello, su sonrisa. Había algo en ella que me llamaba la atención

—Te recuerdo—susurré.

En el Olimpo

Eros.

Abrí la puerta esperando ver a Eris, pero allí estaba Psique, mi esposa.

―Cariño, habíamos planeado una cena, ¿lo olvidaste?

―No, amor. Yo de hecho ya...―comencé a decir, cuando llegó Eris.

―Hola―saludó―. Eros, ¿qué necesitas?

―Entra―le dije, luego me volteé hacia Psique―. Tal vez puedas ayudarme también.

Entramos y me senté frente a mi escritorio de madera.

―¿Sucedió algo?―Psique me escudriñó detenidamente.

―Bien, Haris necesita un guía en la tierra.

―Creo saber quién puede ayudarlo―expuso Psique.

―Eso suena bien―dijo Eris.

―Arreglaré todo, no te preocupes. Haris estará en buenas manos.

Al finalizar nuestra pequeña reunión tuve que detener a Eris, pues había un tema más delicado que la estadía de Haris en la Tierra.

―Hay un pequeño problema.

―¿Qué tipo de problema?

―Resulta que hay veces que emparejar a una persona, puedo ser un poco difícil.

―Explícate.―Arrugó su frente.

―Bien, yo no controlo esto―me lanzó una mirada confundida―. Hay un libro, en él aparecen todos los nombres de las personas de la Tierra―Eris asintió dándome a entender que prosiguiera―. A una persona le escribo su pareja en frente de su nombre, pero cuando este se borra significa que...

―¿Se borra sin ningún motivo?

―En realidad hay un motivo―torcí mi boca―. Significa que no están destinados a estar juntos.

―¿Estás diciéndome que Eros, el dios del amor, se guía por un libro?―Río―¿Hablas de que tú no controlas su destino en el amor?

―Algo así.

―¡Oh no!―Negó varias veces y se levantó de su silla―¿Es lo que estoy pensando?

―Supongo.

―¿Estás diciendo que Star y Romance no están destinado a estar juntos?―Abrió su boca, formando una gran "o"

Asentí.


Luego de mi cena con Psique, decidí ir a hablar con Zeus, en compañía de Eris.

―Zeus, el caso es que no puedo separarlos.
―¿Por qué?―repuso mientras leía un extenso pergamino sentado sobre su trono.

―Porque se aman―insistí.

―Eros, el libro lo decreto, tal vez dejen de amarse sin que intervengas, o es tu deber hacer que su amor acabe―afirmó―. Utiliza alguna de tus flechas.

―No lo haré.―Levanté mis manos en señal de inconformidad―.Hemos seguido el destino que crean las Moiras por eras... y creo que no es...

―Escucha, el libro no fue creado por las Moiras, ellas simplemente nos lo dieron como guía.

―Entonces, ¿quién lo creo?―espeté.

―Nadie lo sabe

―Tal vez haya una forma de hablar con ellas.

Zeus me miró a través de sus anteojos de lecturas con una mirada que expresaba algo más que una inconformidad.

―Hay un acuerdo, ellas no me molestan y yo tampoco.

―Entiendo.

Se quitó los lentes.

―No se perturba a las Moiras, jamás.

―Está bien.

Asentí varias veces y volteé a mirar a Eris con una ceja enarcada.

―Estoy de acuerdo con Zeus. No es buena idea.

―Pues, gracias por la ayuda...

―¡Alto ahí, Eros! Es lo más razonable. Además suponiendo que lograrás visitarlas―Sonríe con ironía―. ¿Crees que te dirían quién inventó el librito ese?

―Podríamos dialogar.

―Eso no funciona aquí, lo sabes, y mucho menos en el Inframundo

Tierra

Haris.

El reloj sonaba insistentemente. Tic, tac. No paraba ni un segundo. Comenzaba a aburrirme, en pocos día el doctor me daría de alta y aún no sabía quién demonios era.

―Hola, Haris―La enfermera Kara se adentró en la habitación con una gran sonrisa en su rostro―.Tienes visitas.

Una mujer alta, rubia y unos ojos de color azul.

―Hola, Haris. Mi nombre es Alma. Yo soy tu tía―expresó con emoción.

―Hola―murmuré con ligero desconcierto.



Hola! Soy Marie, je je no acostumbro a realizar muchas notas de autor, pero esta vez es para informarles a todos  que la historia ganó el primer lugar en los Urano Awards 2019 en la categoría de historia corta y también Haris ganó a mejor protagonista masculino.

Estoy muy feliz por eso, y la verdad espero que esta pequeña historia pueda llegar muy lejos.

En fin, ¿Qué les pareció el capítulo?

¿Quién creen que sea Alma? 

jeje bueno, espero les haya gustado. Voten y comenten.

Nos leemos luego, Bye

PD: Acá les dejó el banner publicitario que me regalo PremiosPlanetas como parte del premio del 1 lugar. Gracias por todo! 

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