1. De como cupido malinterpretó un deseo...



Día de San Valentín, 2018


―Te odio, ¿Cómo te atreves, niño en pañales?

Star estaba completamente ebria, tenía sus razones, su novio la había abandonado en San Valentín, era de esperarse que esa pobre chica no quisiera saber nada más del amor, pero...si poníamos a Cupido en la ecuación entonces todo se iba al infierno. Era un dios arrogante y demasiado terco. Y por terco me refiero a que le encantan los retos, le fascinan.

Por eso nos encontrábamos aquí, observando desde lejos como el corazón de Star se rompía en mil pedazos, y Cupido en lo único en lo que podía pensar era en enviar a otro imbécil a romperle el corazón. No tenía nada en contra del amor, era solo que mi raza era insensible a ese sentimiento. Y sí, jamás me he enamorado, ni lo voy a hacer, porque es factiblemente imposible.

Mi raza fue creada por Zeus con el fin de que Cupido tuviera ayudantes que lo ayudarán en las hazañas del amor, por lo que él decidió que no cometería el error de dejarnos sentir algo tan fuerte que incluso seríamos capaces de abandonar nuestras obligaciones de ser ayudantes de Eros, y así nos maldijo.

―No vuelvas a enviar a otro imbécil a mi vida, ¿oíste?

Star siguió insultando, fue entonces cuando a Cupido se le ocurrió una grandiosa―terrible―idea.

―Haris, escuchaste. Esa chica quiere que encuentre el amor de su vida.

Volteé a observarlo:―Creo que se equivoca, Señor. Ella no quiere saber nada del amor.

―Ella dijo No vuelvas a enviar a otro imbécil.Tosió―.Y eso es exactamente lo que no voy a hacer.

Rodé los ojos ante sus palabras, era obvio, que eso no fue lo que dijo la chica, pero no iba a cuestionarlo.

―Y tú vas a ayudarme.

―¡¿Qué?!―espeté―. Estoy de vacaciones―me apresuré a decir.

―Pues ahora mismo vuelves a estar a mi servicio, querido Haris.

―Pero, Cupido...

―Serás de ahora en adelante el jefe de ayudantes, mi mano derecha.

Abrí los ojos aún más, ¿Yo, un jefe? Era mucho más de lo que podía lograr en ese empleo.

―¿Aceptas?―El hombre sonrió y me extendió la mano.

Estoy seguro de que me voy a arrepentir toda mi vida.

Estreché su mano. ―Acepto.

Ya no había vuelta atrás.

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