Un Largo Año
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Un Largo Año
Se apareció un tanto agitada a pocas calles de su casa, en un callejón. No comprendía del todo porque lo había ayudado, cuando aun sentía una fuerte aversión en contra de Malfoy, tenía muy presente cada insulto, cada palabra hiriente y todas las veces que la humillo por su origen y su aspecto, le ardía la sangre de solo recodar.
Sí, con el tiempo se había vuelto inmune a sus insultos, a sus palabas hirientes, a esas miradas cargadas de desprecio, de repulsión y de asco que le dedicaba constantemente, todo a base de tragarse sus lagrimas y sacar el coraje para levantar la cara sin importar los calificativos que le pusiera, pero aun así no podía dejar de pensar que no merecía ser tratada de aquella manera, por alguien que se sentía superior solo por la sangre que corría por sus venas y por un supuesto legado legendario de magos de sangre pura, pero de antecedentes dudosos.
Se quito desganada la capa para no llamar la atención, y la doblo con cuidado, ya ni siquiera alcanzo a comprar lo que le hacía falta, tendría que regresar a comprar el resto de cosas que le hacían falta, pero sería otro día, por hoy ya era suficiente de emociones fuertes.
Camino despacio por la acera desviándose un poco de su casa, aun no estaba lo suficientemente calmada para regresar. Camino sin rumbo fijo hasta que se dio cuenta que llego a un parque cercano, al ver los juegos infantiles le dieron ganas de sentarse un rato para ver a los niños jugar, eso le daba un poco de tranquilidad, las sonrisas en los rostros de los niños resultaban balsámicas, sus risas eran música para sus oídos.
Suspiro largamente, ante esa visión llena de paz, sonrió tontamente al mirar con embeleso a los pequeños que correteaban de un lado a otro ajenos a cualquier problema, no se percato que alguien la observaba y caminaba en la dirección donde ella se encontraba.
-¡Hola Jane! hace mucho que no te veía. -Le llamo un muchacho rubio de ojos café claro que la hizo sobresaltarse un poco, pues estaba tan entretenida que no lo había escuchado llegar.
La castaña levanto la vista y se encontró con la mirada amigable de un chico de su edad. Eran pocas las personas que la llamaban por su segundo nombre y a él lo reconoció sin dificultad a pesar de lo cambiado que estaba.
-¡Hola Xavier! Sí, ya hace bastante que no nos veíamos. Haz cambiado mucho, apenas y te reconozco. -dijo y se levanto para saludo el chico, teniéndole la mano.
Como respuesta recibió una enorme sonrisa y correspondió el saludo, pero la jalo un poco para besar también su mejilla. La castaña se sonrojo un poco, ya tenía cerca de 5 años que no se veían mucho, habían sido los mejores amigos cuando eran pequeños, pero cuando entro en Hogwards lo había dejado de ver casi por completo, solo lo había visto desde entonces en contadas ocasiones cuando se encontraba de vacaciones, pero de manera esporádica y siempre de manera breve, intercambiando un simple saludo a lo lejos.
-Tú también has cambiado mucho, aunque a decir verdad es que si te encuentras sola, es posible que sigas siendo tan tímida como antes. –Sonrió.
-Hay cosas que nunca cambian Xavier. -Le contesto con una sonrisa impregnada de nostalgia que le correspondió el muchacho con agrado.
-Aun recuerdo como nos molestaban, tú la sabelotodo y yo el nuevo desubicado.
-Si lo recuerdo, pero al menos nos teníamos el uno al otro. -Le contesto la castaña con amabilidad evocando aquellos tiempos cuando los dos eran unos pequeños.
-Aunque gracias a ti dejaron de molestarnos por un buen tiempo, aun no olvido como termino aquel niño que nos molestaba todos los días.
-¡Sabes que no puedo hablar de eso! –Bajo el volumen de su voz, mirando a los lados para asegurarse que nadie más estuviera cerca.
-Si ya lo sé, no te preocupes, nunca le conté a nadie sigue siendo nuestro secreto. –Contesto guiñándole un ojo de manera cómplice.
Hermione le sonrió con sinceridad, el había sido el único amigo que había tenido antes de saber que era bruja, el único que la trataba con amabilidad, sin importar lo diferente que era del resto de sus compañeros.
En la escuela los molestaban con frecuencia, no había día en que no les jugaran bromas desagradables o los molestaran con apodos hirientes.
Ninguno de los dos encajaba del todo con el resto de su grupo, ella era demasiado tímida y retraída, había aprendido a leer desde muy pequeña y prefería pasar su tiempo con algún libro entre manos que jugando con los demás; por su parte Xavier era igual de reservado que ella, además de ser nuevo en el colegio.
Todos los molestaban, pero había especialmente un niño, Fabricio, era el más alto y robusto de toda la clase, tenía la cara regordeta y pequeños ojos oscuros que brillaban con maldad cada que ideaba una nueva forma de maltratarlos. Podía ser bastante cruel si se lo proponía, tanto que procuraban evitarlo a toda costa, pero no siempre podían hacerlo.
Un día mientras la maestra tuvo que salir un momento a la dirección, Fabricio y sus amigos, los encerraron a los dos en un armario. Hermione se asusto mucho, pero fue mayor su enojo cuando Xavier comenzó a llorar mientras se abrazaban en la oscuridad, que realizo magia involuntaria. Hizo que la habitación comenzara a temblar y que la puerta se abriera de golpe, mientras en la piel de sus captores comenzaron a salir manchas purpuras y verdes, nadie pudo explicar lo sucedido, pero a partir de entonces no los molestaron más. En ese entonces Hermione no sabía nada del mundo mágico aunque lo sospechaba y cuando lo confirmo al único que le conto fue a su amigo del siempre Xavier.
-Pero cuéntame porque estas tan pensativa. –Su voz logro traerla de vuelta de sus recuerdos.
-Ayude a alguien. –Confeso sin pensarlo, sabiendo que podía confiar en su viejo amigo.
-Eso no es malo, por el contrario es algo bueno ¿o me equivoco no? –contesto un poco confuso
-El es mi enemigo. -le contesto simplemente
-Que drástica, no creo que sea para tanto. “Enemigo” es una palabra demasiado extrema ¿No te parece?
-Quizás… pero es la verdad. Hay una larga historia tras esa enemistad, pero te aseguro que siempre me ha detestado, me hizo la vida imposible en el colegio desde que puse un pie dentro, se encargo de dejarme muy en claro que no solo que no le agradaba, si no que me odiaba.
Se quedo pensativo, evaluando las palabras de su amiga, podía notar la tristeza de su voz, como si aun le doliera reconocer que hubiera alguien que la detestara tanto.
-¿El es como tú? -Le pregunto con cuidado.
-Sí, también es mago. –Admitió en voz baja, para que nadie más escuchara su respuesta.
-En ese caso no entiendo ¿Por qué lo ayudaste? Si te ha tratado tan mal y el tiene las mismas cualidades que tu para poder defenderse solo.
-No sé muy bien, pero creo que lo ayude porque de no hacerlo sería igual que el. –Se encogió de hombros
-No te entiendo ¿Por qué sería igual a él? –Levanto la ceja con curiosidad. Parecía que se estaba perdiendo de algo importante, porque no comprendía del todo lo que quería decir con aquello.
-Es fácil de entender, el jamás movería un dedo para ayudar a nadie que no fuera el mismo. –Estaba segura de eso y esa certeza era lo único que le hacía dudar un poco sobre sus acciones. –Dejar que lo lastimaran estando en desventaja, me haría igual que el. -Suspiro contrariada. –Es solo que no puedo olvidar todo lo que me ha hecho y eso me molesta.
-Deberías entonces perdonarlo. -Sugirió Xavier, entendiendo por fin un poco el debate emocional que tenía en ese momento su amiga.
-¡No se merece mi perdón! Aunque tampoco es como si él quisiera que lo perdonara, alguien como él nunca se disculparía con alguien como yo. -Le contesto convencida de que para un Malfoy seria humillante la sola idea de disculparse con una impura.
-Quizás tengas razón y el no está interesado en ser perdonado, pero lo cierto es que otorgar el perdón te ayudara mas a ti que a él. Tal vez no le importe, pero a ti si te importa, igual debes de olvidar y perdonar, de nada te sirve llevar a cuestas todo ese enojo y resentimiento.
Hermione se quedo pensando, Xavier tenía razón, tenía que aprender a perdonar y olvidar lo que había ocurrió en el pasado. -Supongo que es cierto, pero es muy difícil dejar todo atrás.
-Es difícil porque implica un largo proceso de aceptación y sanación, pero estoy seguro que lo lograras.
Sonrió agradecida por sus palabras, se sentía mucho más tranquila, sabía que le llevaría tiempo que sanaran las viejas heridas para poder perdonar y seguir adelante con su vida sin rencores.
-Ya tengo que irme Jane, tengo que empacar para regresar a la escuela, supongo que tú harás lo mismo. -Le pregunto el muchacho
-Sí, hoy mismo me voy a casa de unos amigos y en unos días regreso al colegio.
-Entonces me despido. -Le dijo el muchacho abrazándola con fuerza a manera de despedida, se demoro un poco antes de soltarla, aspirando el familiar aroma que despedía su pelo.
La calidez de Xavier le resultaba tan tranquilizante como abrigarse con su suéter favorito. -¡Que te vaya muy bien! Espero volver a verte pronto. -Le dijo con sinceridad, sonriendo.
-Sabes Jane, cuando niños siempre pensé que llegaríamos a casarnos. –Esa confesión la dejo sin palabras, solo sus mejillas se tiñeron de rojo por la vergüenza. –Eres muy guapa, si las cosas fueran diferentes y yo no fuera un simple mortal, sin magia te pediría que fueras mi novia. –Suspiro, besando después fugazmente los labios de Hermione, le acaricio la mejilla y se fue rápidamente, dejándola sorprendida en su lugar, sin poder reaccionar.
De no ser porque era novia de Ron, abría seguido a Xavier, pero que caso tenía ya, si sus vidas eran tan diferentes.
Acaricio sus labios con las punta de sus dedos, aun sentía un ligero hormigueo sobre ellos. Dio un último vistazo al parque antes de regresar a su casa. Al menos encontrarse con su viejo amigo le había servido para despejarse y dejar de pensar en Malfoy.
*o*O*o*
Hermione paso los últimos días en la madriguera con Harry y los Weasley, junto a los chicos fue a comprar lo que le había faltado de su lista de materiales, antes de regresar al colegio. No les conto nada sobre el incidente con Malfoy, no quería reproches de sus amigos y mucho menos los celos obsesivos de Ron.
Sin saber por qué, con el correr de los días una barrera invisible fue distanciándola de su pelirrojo novio, su amor por él era autentico, pero en ocasiones le costaba mucho trabajo comprender su manera de actuar, se había convertido en una persona distinta, lidiar con la fama le está afectando mucho, verse de repente rodeado de admiradoras lo abrumaba y hacia que fuera indiferente con Hermione, eso la entristecía mucho, porque ya ni siquiera la amistad era la misma.
Paso de estar en primero lugar a un segundo plano, donde se encontraba de repente con un sentimiento desagradable de abandono. Era difícil encontrar un momento a solas para poder platicar como antaño y en las raras ocasiones que le concedía un poco de tiempo, todo giraba a su alrededor.
*o*O*o*
Llegaron al expreso de Hogwards con el tiempo suficiente para despedirse de los demás Weasley, la Señora Weasley, George y Charly los habían acompañado.
Hermione al lado de Ron, se miraba ausente y el pelirrojo indiferente, Harry notaba la actitud de ambos pero no deseaba entrometerse en la relación de sus amigos.
-Señora Weasley, muchas gracias por todo. -Agradeció la castaña por la hospitalidad
-Ya sabes que siempre eres bienvenida en la madriguera y más ahora que eres la novia de Ronald. -Le contesto con una gran sonrisa. -¡Cuídense mucho! -Dijo abrazando a la castaña y después a su hija Ginny.
-Creo que es mejor subir de una vez al tren. -Dijo a manera de despedida Ron, mientras su madre abrazaba también a Harry tan fuerte que casi le saca todo el aire de los pulmones.
-¡Buen Viaje chicos! –Se despidieron al mismo tiempo la señora Weasley, George y Charly.
El tren ya estaba en marcha. Como era de esperarse Hermione logro cumplir su sueño, era premio anual, aunque desconocía quién era el muchacho con el que compartiría dicho honor.
Camino con dirección al vagón destinado para los premios anuales, toco la puerta antes de entrar y al no escuchar respuesta abrió la puerta., el lugar se encontraba vacío acomodo su baúl y se sentó para que llegaran a darles instrucciones.
Miraba distraídamente por la ventana, no podía evitar sentir nostalgia esta sería la última vez que viajaría en el tren rumbo a Hogwards, metida en sus pensamientos no se dio cuenta que por la puerta entraba un muchacho, el otro premio anual.
-¡Granger! -escucho que le llamaban, y esa voz la hizo sobresaltar.
-¡Malfoy! -Contesto asombrada. -¿Tu eres el otro premio Anual?
Malfoy frunció el seño al darse cuenta que compartiría el titulo de premio anual, con la mismísima sangre sucia de Granger. Hermione pensaba lo mismo, como era posible que tuviera tan mala suerte para tener que estar tan cerca del rubio.
-Es obvio no crees, para ser tan inteligente eres un tanto lenta. -Le contesto despectivamente el chico, entrando de mala gana para acomodarse frente a ella.
Hermione abrió la boca para contestar el insulto, pero se acordó de lo que le dijo Xavier, por lo que decidió mejor ignorarlo, se giro para seguir viendo por la ventana, como si se encontrara sola de nuevo.
-¿Que te comió la lengua el gato? o por fin reconocer que soy mejor que tu. -Se burlo con desdén sin dejar de mirarla.
-La verdad Malfoy ya me canse de tus estupideces, no vale la pena perder el tiempo en contestarte. -Le dijo sin voltear a verlo.
Eso hizo enfurecer al rubio, por lo que se levanto con rapidez, para acercarse. Tiro con fuerza de su brazo para levantarla de su lugar y tenerla de frente a pocos centímetros de distancia de su rostro.
-¡A mí nadie me ignora! Mucho menos alguien tan insignificante como tú.
-¡Suéltame! – Exigió, forcejeando para que soltara su brazo de la presión que ejercía. Podía sentir sus mejillas ardiendo de la rabia que le provocaba y el dolor agudo que le provocaba al apretarla con demasiada fuerza.
-Date cuenta que no puedes conmigo, yo soy mucho mejor que tu. –Estaba colérico, molesto de esa nueva actitud en la Gryffindor llena de indiferencia, no estaba acostumbrado a que le ignorara de esa manera.
-¡Te he dicho que me sueltes Malfoy! -Le dijo sacando su varita y enterrándola en la piel de su garganta, pero eso no intimido al rubio que la presiono con más fuerza, manteniéndola tan cerca que podía sentir su aliento chocando contra el suyo.
Hermione estaba por llegar a su límite, le dolía mucho su brazo y aun apuntaba a Draco con su varita directo en la garganta. El era mucho más alto que ella, por lo que tenía que estirar su cuello y levantar el rostro para sostenerle la mirada, era tanto su enojo que parecía que no se percataba de la cercanía de ambos. Pero no le ataco, ni dijo palabra alguna, solo le miro con resentimiento, había recordado que ella lo había ayudado, pensaba en lo fácil que sería decirlo y burlarse de él pero se contuvo, apretando los dientes.
Draco estaba confundido por su reacción, parecía que no se iba a defender. Sentía la punta de la varita enterrada en su piel, pero no hacía nada por conjurar ningún hechizo que pudiera liberarla. Solo le sostenía la mirada, con el rostro crispado por la rabia, pero nada más.
Sus ojos aun estaban anclados a los de ella, cuando sintió como la varita de la leona dejaba de apuntarle. Vio como la rabia se iba disolviendo en sus ojos, para volverlos más claros y mas abrazadores, como si pudiera ver mas allá.
Lo hizo estremecer la nueva forma en que lo miraba. Sabía que seguía molesta, pero parecía que algo de su furia se había aplacado para ser sustituida por otra cosa que no supo definir y que lo dejo aun mas desconcertado.
-¿Te das por vencida? –Pregunto con una sonrisa arrogante bailando en sus labios. Tan cerca de ella que podía distinguir los matices de sus ojos y contar las pequeñas pecas que salpicaban su nariz.
Hermione no contesto
-¡Te estoy hablando! ¿Que eres sorda? -Le dijo y la apretó más fuerte del brazo. Pero aun así no emitió ninguna palabra la chica, a pesar de que estaba seguro que le estaba haciendo daño, solo sus ojos se nublaron haciendo que se vieran mucho mas expresivos a punto del llanto, pero se mordió la lengua, intentaba contener las lágrimas que amenazaban por salir.
-¡Eres patética! -Le soltó por fin frustrado por su actitud, pero también temeroso de algún extraño modo, de provocar que en verdad pudiera lastimarla tanto al punto de lograr que llorara.
En cuanto tuvo libre su brazo lo abofeteo tan fuerte que hizo que este diera un paso atrás para guardar el equilibrio. Le había hecho girar completamente el rostro y la piel blanquecina de su rostro mostraba al instante la marca roja de una palma extendida.
-¡Nunca vuelvas a tocarme! –Amenazo con el rostro enrojecido y los ojos acuosos por las lágrimas que se obligaba a detener, tenia los puños tan apretados que los dedos que rodeaban su varita se tornaron blancos.
Choco contra su hombro al salir y dio un portazo que hizo que retumbaron los cristales del compartimento.
Caminaba a toda prisa por los pasillos del tren, contrariada pensaba en la conversación que había tenido con Xavier unos días atrás. Si en algún momento había contemplado hacerle caso, ahora se le parecía ridículo siquiera pensar en perdonar a Malfoy, alguien que ni siquiera era capaz de arrepentirse o pedir perdón o siquiera de tener remordimientos, no merecía ser perdonado.
Estaba sumamente molesta y adolorida del brazo, de donde le había sujetado con tanta fuerza el desvergonzado de Malfoy, sabía que tendría moretones sobre su piel po su culpa.
Sus desesperados pasos se dirigían al compartimento donde sabia que se encontraría Ron, necesitaba sentirse querida y apoyada en ese momento, necesita con urgencia un abrazo protector que la reconfortara. Malfoy siempre tenía la cualidad de hacerla sentir miserable.
Cuando abrió el compartimento se encontró con una imagen que la dejo helada, los que estaban adentro se encontraban tan entretenidos que no notaron que se abrió la puerta y que alguien observaba el espectáculo que estaban dando y ellos seguían en lo suyo, besándose apasionadamente y acariciándose de manera descarada casi recostados en uno de los asientos.
El color subió al rostro de la chica y luego descendió de manea súbita dejándola pálida, congelada, sin poder moverse e incapaz de pronunciar palabra. El color había huido de su rostro y su cuerpo, un dolor intenso le atravesó el pecho arrebatándoles todo el aire de los pulmones.
Lagrimas escaparon de sus ojos tristes y corrieron por sus mejillas como manantiales salados. Las palabras se le habían atorado en la garganta por el dolor, deseaba salir corriendo de ahí, pero sus piernas no le respondían, quería cerrar los ojos para no ver más pero había perdido completamente la voluntad de su cuerpo, tenía la boca seca y sentía una amargura en ella que parecía que había tomado veneno, cuanto le dolía ver eso, estaban rompiendo su corazón en ese preciso instante.
Fue en ese momento que se percataron de su presencia, por un murmullo de dolor que salió como un sollozo por su garganta seca.
-¡Hermione! –Pronuncio su nombre con voz temblorosa, el rostro libido y los ojos sumamente abiertos por la sorpresa.
El pelirrojo tenía los labios enrojecidos e hinchados por los intensos besos que estaba compartiendo con Lavender. Su camisa completamente desabotonada mostraba la blanca piel de su pecho surcada por manchas rojas y cardenales en el cuello, la ropa interior se asomaba por el borde de sus pantalones arrugados pues llevaba desabotonado el botón de este.
-Yo no… –Intento decir mientras se acomodaba a toda velocidad la ropa para cubrirse.
Pero Hermione no necesitaba explicaciones, todo era más que evidente, la había traicionado.
Una sonrisa de triunfo iluminaba las facciones de Brown, quien también se abotonaba la blusa y se acomodaba la falda del uniforme. Cuando la castaña ya salía corriendo del lugar como alma en pena.
Las lágrimas nublaban su vista, podía sentir como los latidos de su corazón retumbaban en sus oídos aturdiéndola, incapacitándola para sentir otra cosa que no fuera el dolor agudo atravesándole el corazón y dejándola sin fuerzas. No podía pensar, tenia la cabeza hecho un lio, no podía apartar la imagen de ellos dos besándose tan apasionadamente mientras se prodigaban caricias audaces.
En el camino había tropezado un par de veces, pero no se había detenido, necesitaba alejarse, perderse de ser posible. Su cuerpo se agitaba por los espasmos del llanto, mordía sus labios para que sus lamentos no se escucharan.
No sabía cómo, pero había llegado al compartimento de premios anuales, abrió la puerta con fuerza y la cerro tras de ella, sin soltar la manija recargo su frente sobre la madera intentando buscar un poco en su tambaleante mundo. Apenas era capaz de respirar.
Draco estaba dentro, sentado mirando por la ventana, tenía el rosto contrariado y en su mejilla la marca roja de la bofetada que le había propinado. Estaba dispuesto a cobrarle con creces el golpe que le había dado.
Se levanto furioso parándose tras ella, la hizo girar y la tomo con fuerza, enterrando sus dedos en la suave piel de sus brazos, fue hasta ese momento que se dio cuenta que lloraba. Tenía el rostro pálido y los ojos anegados de lagrimas que se derramaban por sus mejillas y escurrían de su rostro.
No supo que hacer, le parecía tan nuevo verla de esa manera, que no supo cómo reaccionar. Resultaba extraño verla tan desecha, cuando siempre la había visto fuerte, ella la inquebrantable, la que nunca se amedrentaba por sus insultos. Ella era la misma chica que tenía siempre una respuesta elocuente que lo desarmaba y lo hacía sentir estúpido.
¿Cómo podía ser la misma? Cuando la chica que tenía delante parecía casi humana y despertaba un sentimiento de protección, casi desconocido para él.
Se encontró preguntándose ¿Qué debía hacer? ¿Burlarse? ¿Reírse por la manera en que la impura lloraba? ¿Consolarla? ¡Claro que no! que pensaba que después de haberlo abofeteado le iba a preguntar que le pasaba. Pero sin duda sus intenciones de venganza se habían aplacado, ahora solo la sostenía sin hacerle daño, esperando encontrar una manera de actuar que fuera correcta.
Hermione se sentía desecha no podía hilar sus pensamientos, se sentía humillada, lastimada y herida, sentía un dolor intenso en su interior tan fuerte, que ni siquiera sentía como Malfoy habia presionado sus brazos al principio, ni la manera en que la miraba ahora, como si no encontrara el insulto idóneo para insultarla. Pero ya nada le importaba en realidad.
Abatida y sin conciencia plena de lo que estaba haciendo recargo su rostro en el fuerte pecho del hombre que tenia delante y lloro con más fuerza tratando de sacar todo lo que sentía que la estaba asfixiando.
El rubio no supo cómo reaccionar, sentir a Hermione buscar refugio en su pecho lo desarmo por un momento, soltó sus brazos y no supo qué hacer, la sentía la humedad a causa de sus lagrimas y como se agitaba en sollozos, pero que podía hacer ¿Abrazarla? ¿Y si lo mandaba al diablo?
Fue en ese momento, cuando se acordó de aquella joven desconocida que lo había ayudado. Sin querer pensar más la estrecho en sus brazos.
Eran enemigos, se odiaban pero por alguna extraña razón necesitaba reconfortarla, ayudarla como a él lo habían ayudado antes. De algún modo se sentía correcto tenerla en sus brazos, protegerla.
En ese momento se abrió la puerta, entrando de improviso el pelirrojo Ron Weasley. Lo que vio no le agrado para nada, de inmediato su rostro se encendió, adquiriendo una tonalidad rojiza.
-¡Suéltala Malfoy! -Le exigió al rubio amenazante, sacando su varita.
Malfoy sonrió de medio lado de manera maliciosa y abrazo con más fuerza a la chica. -No veo porqué tendría que hacerlo, a Granger parece no molestarle. -Le contesto seguro.
-Te he dicho que la sueltes, Hermione es mi novia. –Dijo posesivo, apretaba con fuerzas la varita y su rostro estaba contraído por el enojo.
Pero al parecer las palabras del pelirrojo hicieron reaccionar a Hermione, quien se soltó muy lentamente de los brazos del rubio, mientas se limpiaba con el dorso de su mano las lagrimas. Girando su cuerpo para encarar al pelirrojo, se paro frente a Malfoy para que Ron no lo lastimara y lo miro firmemente mientras avanzo un par de pasos.
-¿Cómo te atreves? -Le pregunto mientras le cruzaba la cara con una bofetada mucho más fuerte de la que le había dado a Malfoy -¿Con qué derecho vienes a decir que soy tu novia? si hace unos minutos te estabas besuqueando con otra, ¡yo no soy un juguete, ni un objeto de tu posesión! Y por lo que a mí respecta yo no somos nada.
-Me reprochas eso cuando te encuentro abrazada de Malfoy. -Le contento el pelirrojo furioso.
Esas palabras la hicieron enfurecer aun más, saco su varita y le apunto. - ¿Que insinúas? Que soy igual que tu, pues te equivocas yo si tengo principios y te respetaba, pero ahora que ya no somos novios, no tienes por qué reprocharme nada.
Animada por el coraje y la rabia que sentía en ese momento se giro y colgándose del cuello de Malfoy lo beso en los labios, ante la mirada atónita de Ron.
Malfoy también se sorprendió por la reacción de Hermione, pero al ver la cara que puso Ron correspondió el beso y la abrazo por la cintura acercándola más. Todo con tal de hacer rabiar al pobretón de Weasley, pero no podía negar que eran agradables eso labios.
Después de unos segundos Hermione se soltó y cerró la puerta del compartimento dejando fuera al pelirrojo, dedicándole una mirada de desprecio.
Le puso un conjuro complejo a la puerta para que no entrara y se sentó abatida en uno de los asientos mientras que Malfoy permanecía de pie en el mismo lugar donde se estaban besando un instante antes.
Hermione no paraba de llorar y miraba por la ventana. Después de un rato Malfoy se sentó frente a ella y se cruzo de manos evitando mirarla, pero tampoco hablo.
La castaña estaba avergonzada por haber utilizado a Malfoy de esa manera para desquitarse de Ron, pero en ese momento no pensó claramente lo que estaba haciendo, aun así sabía que le debía una disculpa. Después de un largo e incomodo silencio se disculpo sin apartar la vista de la ventana. -¡Lamento lo que paso! -Dijo simplemente.
Malfoy no contesto, no sabía que decir, su justificación era que había hecho rabiar a Weasley, pero a decir verdad no estaba seguro, quizás mucho tuvo que ver que le debía un favor a una desconocida y se lo pago a Granger mostrándose piadoso, pensando en que tenía aun una oportunidad para cambiar.
Llegaron por fin a su destino, y no cruzaron ninguna palabra más en todo el trayecto, Hermione ya había dejado de llorar, pero tenía los ojos enrojecidos e hinchados. Draco por su parte estaba pensando en la joven de la capa, que le había dado sin saber una razón para intentar ser mejor.
Hermione estaba convencida que este sería un largo año. Aun no llegaban al colegio y ya había terminado su noviazgo Ron y había besado a Malfoy como si no hubiera un mañana.
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