Perdóname
-36-
Perdóname
Amber se esforzaba por abrir los ojos, después de escuchar las palabras de Ron, quería contestarle, decirle lo agradecida que estaba por permanecer a su lado, pero le fue imposible hacerlo a tiempo. El pelirrojo ya había salido por la puerta cuando por fin había logrado abrir los ojos.
No pudo ver nada en cuanto los abrió, no lograba enfocar nada era como si tuviera una tela traslucida sobre sus retinas que solo le permitía ver sombras borrosas y difusas. Sentía sus parpados pesados y le costaba trabajo mantenerlos abiertos o incluso parpadear, practico varias veces abrir y cerrar sus parpados, con bastante esfuerzo. No ayudaba mucho que la habitación estuviera en penumbras, pero quien hubiera pensado que despertaría justo a esas horas.
Solo la tenue luz de la luna que entraba por la ventana iluminaba un poco la habitación, conforme transcurrían los minutos y ejercitaba una y otra vez sus parpados, pudo lograr enfocar un poco más.
No tenía una visión muy amplia ya que no podía mover su cuerpo solo veía el blanco techo del cuarto y una pared cercana con un cuadro colgado, pero era todo lo que podía ver.
Intento mover su mano y tras mucho esfuerzo pudo mover un poco sus dedos, fue un ligero movimiento apenas perceptible pero había sido un gran logro para ella, después de pasar tanto tiempo sin moverse.
Cansada por el esfuerzo cerrón un momento los ojos. Una enfermera entro en ese momento para acomodarla y arroparla para que estuviera mas cómoda, le había dado miedo que se diera cuenta que podía abrir los ojos, tenía miedo de enfrentar a los demás. Por lo que no se atrevió a abrirlos de nuevo el tiempo que duro en su cuarto la enfermera.
Cuando esta se fue, escucho cerrar la puerta y abrió de nuevo sus ojos, una lágrima escurrió de sus ojos azules y resbalo hasta perderse en sus cabellos.
Tenía miedo a lo que pasaría de ahora en adelante, que por fin había despertado, sabía que tendría que enfrentar las consecuencias de sus errores, muy probablemente terminaría en Azcabar por el daño que le hizo a Hermione, y sabia que lo merecía.
Los recuerdos en su mente ya estaban más nítidos, pero era como si no le pertenecieran. Paso mucho tiempo en la oscuridad de su mente, flotando en un limbo que no le llevaba a ningún lado. No supo en qué momento fue perdiendo el control y la voluntad sobre sus emociones y pensamientos, deseaba parar, quería hacerlo, pero no podía.
Hacía y pensaba cosas diferentes, sentía que sus pensamientos se fracturaban ahogándola, abandonándola en el más remoto lugar de su mente, haciéndola prisionera y esclava a la voluntad de alguien que no era ella misma.
Los malos sentimientos, el odio, el rencor, los resentimientos salían al flote aumentados carcomiéndola, apoderándose de ella, dejándola impotente.
Quería tener fuerza suficiente para parar, lo deseaba, se retorcía en su mente tratando de parar, buscando como detener todo aquello, pero por más que luchaba no lograba nada, solo hundirse mas en ese odio insano, potente y lastimero que la estaba carcomiendo.
Ahora se arrepentía profundamente de haber roto el enlace con su hermano y altera su mente. Daría lo que fuera para regresar el tiempo y no haber hecho semejante estupidez. Ahora por su culpa en la habitación de al lado estaba Hermione en coma.
Pensar en la castaña y nuevas lágrimas mojaban su rostro y se perdían entre sus cabellos rubios. Podía al cerrar los ojos verla de nuevo en aquella silla atada y lastimada y a pesar de sus situación extrema estaba agobiada y preocupada por ella y Lavender. ¿Cómo era posible? No lo entendía. Hermione debía odiarla, pero no lo hacía, contrario a eso la había perdonado, Ron se lo había dicho y la misma castaña lo dijo a pesar de haberla apuntado con su varita momentos antes de lanzarle un Avada.
No se había dado cuenta que al recordar todo el infierno que le hizo pasar a Hermione, había apretado tus puños con fuerza, cuando por fin lo noto relajo sus manos y estiro sus dedos, abriendo y cerrando sus manos.
Necesitaba levantarse de esa cama a como diera lugar, solo tendría una oportunidad para hacer lo que tenía en mente, antes de que notaran que se ya había salido de la inconsciencia. Tenía poco tiempo y tenía el impulso de hacerlo antes de que la llevaran a enfrentar sus actos ante un tribunal de ministerio, para después mandarla a Azcabar.
Después de lograr mover sus manos, trato de enderezarse de la cama, pero su cuerpo acalambrado y agarrotado no le respondía del todo, con mucho esfuerzo se sentó en la orilla de la cama. Intento ponerse de pie, pero sus piernas le fallaron, doblándose sus rodillas sin fuerza y se cayó de bruces contra el piso.
Tardo mucho tiempo en levantarse del frio suelo, apoyando su peso en la cama logro incorporarse con mucho trabajo, sus piernas aun no le respondían del todo, se tambaleaba de un lado a otro sin poder coordinar sus movimiento, pero se obligaba a continuar, tenía que hacerlo aunque tuviera que arrastrarse hasta llegar a su objetivo.
No había parado de llorar, lo hacía en silencio, sin emitir sonidos, solo temblada ligeramente mientras gruesas lagrimas caían por su rostro. Sus manos se aferraban de cualquier cosa que tuviera a su lado para poder sostenerse en pie. Logro llegar a la puerta y con trabajos hizo girar el pomo de la puerta para poder salir.
Pedía a Merlín que nadie la viera, porque le impedirían lograr lo que se proponía. Y no estaba dispuesta a desistir, tenía que hacerlo, era su última oportunidad y debía lograrlo.
Caminaba apoyada en la pared, sus pies temblorosos se movían con torpeza, haciéndola tastabillar cada que lograba poner un pie frente al otro. Sentía su corazón latir con fuerza, estaba agitada y cansada por el esfuerzo pero no se detendría.
Tenía frio, considerando que llevaba solo un ligero pijama sobre el cuerpo. No era mucha la distancia que debía de recorrer pero en sus condiciones se le hizo eterno llevar frente a aquella puerta blanca de la habitación contigua.
Giro con su mano temblorosa y pálida el pomo de la puerta y entro a un cuarto que permanecía en penumbras al igual que en el suyo, solo entraba un poco de luz por una ventana que estaba cerca de la cama.
Pero gracias a esa luz pudo ver a Hermione, recostada en su cama, en verdad parecía que solo dormía, su rostro tranquilo, sus facciones relajadas, como si tuviera un sueño reparador.
Al entrar puso tras de sí el seguro de la puerta, no quería ser interrumpida. Y como un niño que apenas empieza a dar sus primeros pasos avanzaba hacia la cama donde estaba postrada la castaña, tambaleándose.
Apenas llego a la orilla de la cama tuvo que sostenerse para no caer, con cuidado logro sentarse en la orilla de la cama a un lado de la chica dormida.
Y la observo en silencio, sin moverse, sin atreverse a tocarla, solo la miraba con un profundo arrepentimiento mientras el fluir de sus lágrimas no cesaba, por el contrario se acrecentaba y emitía gemidos ahogados llenos de dolor.
Lo que no había notado Amber, fue que Draco estaba recostado en un mullido y amplio sillón dormido y que al escuchar los sollozos de la rubia se despertó confundido, pero no dijo nada. Al principio pensó que era un sueño, pero después de enfocar su vista se dio cuenta que no era un sueño. Abrió los ojos desmesuradamente con sorpresa al darse cuenta que Amber había despertado.
Su primer impulso había sido levantarse y alejarla de Hermione, pero después lo pensó mejor al ver el rostro de la rubia, desde aquel sillón y por la poca luz que entraba por la ventana podía ver su rostro pálido afligido, notaba como su cuerpo se sacudía entre sollozos, mirando a la durmiente castaña con unos ojos llenos de tristeza y arrepentimiento.
Permaneció inmóvil, solo observando la escena. De algún modo sabía que Amber intentaba disculparse con la chica y quien era él para impedirlo, menos cuando la misma Hermione antes de perder el sentido le había dicho a Ron que era inocente y que en el último momento a pesar de su locura repentina la había salvado de morir aplastada.
Amber no paraba de llorar, un fuerte dolor en el pecho la sofocaba, necesitaba pedirle perdón, sabiendo que quizás después no le permitirían acercarse a Hermione y que probablemente terminaría presa por sus delitos. Pero no encontraba la manera de hacerlo, sabía que no merecía el perdón, que ni ella misma se perdonaba por todo el daño y dolor que le había provocado, pero necesitaba decirle cuanto se arrepentía, cuanto lamentaba su estupidez y su falta de cordura.
Sus ojos azules nublados y llenos de lágrimas, la veían sumida en un sueño del que nadie tenía la certeza que despertaría y eso la llenaba de más angustia y miedo. Si pudiera no dudaría en cambiar el lugar con Hermione, para ser ella la que no despertara jamás, si con eso la castaña pudiera abrir los ojos y continuar con la vida que ella le había arrebatado en un instante.
Intento tocar su rostro, su mano temblaba pero antes de llegar a tocarla se detuvo cerrando su mano y lloro con más fuerza, llevando su puño cerrado a su propio pecho. No se atrevía a siquiera tocarla, cuando le había infringido tanto dolor con esas manos.
-Perdóname. -Dijo en voz alta, con una voz ronca y enrarecida que no parecía la suya, quizás se debía a todo el tiempo que había permanecido en silencio o quizás por el llanto ahogado que le impedía hablar y le quebraba la voz.
Y se derrumbo en ese momento en la cama a un lado de Hermione, convulsionándose por el llanto, ahogando sus gritos con el colchón de la cama, suplicando perdón entre palabras intangibles y sin sentido por lo ahogado de su llanto, apretaba con fuerzas sus puños causándose daño al clavar sus uñas en las palmas de sus manos.
Duro minutos interminables así sacando con lágrimas su arrepentimiento, suplicando e implorando perdón.
Draco solo la miraba en silencio profundamente conmovido, pero sabía que en ese momento no era conveniente intervenir, la chica tenía que sacar todo lo que llevaba guardado para intentar sanar sus propias heridas, para intentar enmendar sus culpas. Lo sabía porque el mismo había tenido la necesidad de buscar el perdón de Hermione, porque conocía lo que era cargar con la culpa y que antes de poderse perdonarse a sí mismo, necesitaba el perdón de la persona a la que más había lastimado.
Amber lloro hasta el amanecer, los primeros rayos de luz ya entraban por la ventana, se enderezo con cuidado para toparse de nuevo con el rostro sereno de Hermione. Ya no lloraba, se había quedado sin lagrimas para verter, sus ojos estaban ya secos después de tantas lagrimas.
Con la luz del día pudo ver mejor las facciones relajas de la chica, el cabello castaño crecía a gran velocidad ya le llegaba hasta por debajo del oído, las pecas en su nariz le daban un aire infantil e inocente, los golpes había desaparecido por completo, solo una pequeña cicatriz sobre su ceja en color rosado permanecía.
Se incorporo un poco mas con dificultad, aun tenía el cuerpo engarrotado. A penas fue consciente de ya amanecía, tomo el poco valor que le quedaba y temblorosa tomo su mano.
-En verdad lo siento, sé que no merezco tu perdón, se que lo que hice fue algo abominable y no te imaginas cuanto me arrepiento. Te juro por lo más sagrado que nunca quise lastimarte, pero no sabía cómo parar, lo intente muchas veces cuando llegaba un poco de claridad a mi mente, pero no lograba liberarme. Lamento todo el daño que te cause, todas las cosas que hice, por favor perdóname. -Le suplico con el rostro lleno de arrepentimiento. -Despierta por favor te lo suplico. No me importa que lo me pase a partir de ahora, se que merezco el peor de los castigos, pero solo quiero que tu tengas la vida que mereces.
Amber deseaba de todo corazón que Hermione saliera de ese estado, que fuera feliz al lado de Draco, que tuvieran una vida plena llena de armonía y de amor.
-También quiero que sepas Hermione, lo mucho que agradezco que Ron estuviera conmigo todo este tiempo, es un chico extraordinario y sé que te debo a ti la oportunidad de haberlo conocido. El me ha platicado muchas cosas y atreves de sus palabras pude conocerlo y conocerte, y darme cuenta de los grandes amigos que no me permití tener. Se que no tengo el derecho de exigir, pero te pido, te suplico que despiertes, que regreses por todos los que te quieren, necesito escuchar de tu boca que me perdonas, que no me odias. Nada más me importa. Por favor, busca el camino de vuelta, eres fuerte y valiente Granger, por favor no te des por vencida. -Dijo y su voz se quebró de nuevo. Cansada de tanto esfuerzo se quedo dormida tomando la mano de Hermione.
Malfoy seguía en el mismo lugar y al ver que por fin el cansancio y agotamiento la habían vencido por completo, se levanto despacio y la acomodo en un lado de la castaña en la amplia cama en la que descansaba su amor. Cubrió a Amber con la cobija que antes lo arropaba y salió del cuarto tratando de no hacer ruidos.
Saco su varita y convoco a su patronus que era un pequeño dragón para avisar a los chicos que fueran en cuanto pudiera a San Mungo, que una noticia los esperaba.
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