3 de enero

Hoy es el día, al fin, emocionada saque mi boleto en avión hacia Barcelona, me mudaré y viviré sola, mi vuelo sale a las 21:15hs, aún faltan nueve horas ya que es medio día acá. Llego a mi casa donde están todos para despedirme, mis papas mis tres hermanos con sus respectivas parejas los mayores. Mi papa llora y me abraza, no me quiere soltar pero él sabe que es lo que yo quiero y sé que le cuesta mucho dejar a su princesa más chica irse tan lejos.

Más allá de que muchas veces hemos tenido problemas con mi familia sé que siempre están presentes cuando los necesito y que también me apoyan, a pesar de las peleas con mis hermanos sé que los voy a extrañar, éste último tiempo hemos sido muy unidos. Toda mi familia me ha ayudado en juntar plata estos últimos tres años, tengo para los primeros meses de despensas y muebles, también me regalaron una nueva laptop para poder hablar siempre por Skype, obviamente esta última semana hemos practicado como tienen que conectarse ellos ya que son muy olvidadizos con esto de la tecnología y mi papá ya me pagó los tres primeros meses de un departamento ya amueblado con lo mínimamente necesario. Estoy muy feliz pero a la vez triste, hoy voy a dejar a mi familia aquí y sé que apenas subir al avión me dolerá separarme de ellos, siempre estuve con ellos, en cada viaje, cada fiesta, era rara la vez que no esté a su lado ya que sabía que no les gustaba el no tenernos cerca.

Hoy vinieron mis amigas y también unos tíos con mis primos, ya están llorando diciendo que me quede, o que los lleve conmigo -por favor sobrinita prométeme que volverás pronto y que me hablaras todos los domingos sin excepción- decía con un nudo en la garganta, yo solo asentía con la cabeza ya que no podía hablar.

En todo esto escucho un grito desde la calle y salgo hacía allí y veo a mi primo con uno de sus característicos gorros y una mochila en el hombro, era Esteban, de mi misma edad lo quería como un hermano más, siempre decíamos que éramos gemelos ya que nos llevamos solo unas horas de diferencia, por supuesto yo soy mayor por poco y siempre lo eh cuidado como mi hermanito menor. Me miro enojado, lo quise abrazar pero me esquivo y miró a otro lado, me dolió mucho su actitud, no creí que seguiría enojado, y menos que actuara así el día que me iba. Me miro directo a los ojos y me acuso de que lo abandonaba, y vi como una lagrima corría por su mejilla, no aguante más y comencé a llorar porque era cierto, hice planes sola, y no lo invite a venir conmigo, aunque sabía que él no podía dejar a sus padres y su hermanita de 3 años, entonces me abrazo fuerte susurrándome al oído que no dejara de escribirle y contarle mis aventuras, que él veía un gran viaje para mí, que no llorará más pues estaba cumplimiento un sueño de toda la vida.

Para esto ya eran las 14:00hs y no habíamos comido nada por llorar y abrazarnos, ya cansada de llorar puse música desde la computadora, cumbia santafesina para alegrar a todos, me subí a la silla con un vaso de cerveza en la mano y pedí con un fuerte grito la atención de todos -¡oigan! Ya no quiero más lágrimas, quiero risas para poder recordarlos así durante el viaje, porque si no me la voy a pasar llorando, asique mami saca las empanadas que tan ricas haces del horno y el que no esté comiendo ¡a bailar!- y dicho así mi tío me tomo las manos y comenzados a bailar un poco y a reírnos como locos, esto paso de ser un velorio a una fiesta de las nuestras. Luego de un rato nos sentamos todos a seguir comiendo y a jugar un poco a las cartas que tanto me gusta.

Pasaron las horas y se acercaba el viaje, fui con mis primas a mi habitación y a fijarnos por última vez las maletas si estaba todo, llevaba tres maletas con ropa y un bolso estilo mochilero lleno de yerba y mis mates con el termo y la pava, no sé si encontraré yerba en Barcelona, y no creo sobrevivir sin mates ya que estoy acostumbrada a tomarlo a todas horas, típico de entrerriano.

Luego de acomodar todo en el auto volví hacia mi habitación, sería una despedida, al entrar vi a mis hermanos en mi cama con unas miradas triste, me senté apoyada contra la pared y levante mis manos en dirección a Tobías, mi hermanito menos de 12 años, el entendió el gesto y se sentó en mi falda, Daniel, mi otro hermano mayor se sentó más cerca apoyado en mi lado izquierdo y mi hermana Belén se sentó entre sus piernas apoyando la cabeza en su hombro derecho. Estábamos muy juntos, como nunca, siempre peleábamos el espacio, y ahora solo necesitábamos estar así, unidos los cuatro.

Rompí el silencio diciendo -los voy a extrañar tanto, me van a hacer falta el pelearlos, y más vos mi principito, el dormir abrazados estas últimas noche no va a hacer más que necesitarte para dormir- una lagrima caía por mi mejilla, pero no debía llorar debía ser fuerte por ellos.

Tobías: ¿verdad que vamos a hablar todas las noches antes de dormir?

Yo: si mi principito, aunque cuando vos vallas a dormir para mi será aun de tarde amor.

Daniel: ¿cuánta es la diferencia horaria?

Yo: 5 horas, si acá ahora son las cinco y media allá son las diez y media de las noche.

Belén: entonces podría de llamarte a partir de las ocho de la mañana cuando allá sean la una de la tarde hasta las cinco de la tarde más o menos ¿no?

Daniel: yo no voy a recordar todas las horas a eso che- dijo dudoso, lo cual nos causó gracia a todos y comenzamos a reír.

Tobías: Bebu ¿me podes hacer un cuadrito para recordar?- es tan tierno mi hermanito, es imposible negarle algo así a él, y Belén no es la excepción.

Belén: claro que si Toto, también te voy a hacer uno a vos Dado no te preocupes- dijo diciendo ese sobrenombre que le puso ella cuando no le salía su nombre.

Yo: los voy a extrañar- dije en un susurro, y ellos contestaron en unísono que también, y nos fundimos en un fuerte y gran abrazo. Se sentía tan bien que no queríamos separarnos, hasta que escuchamos el flash de una cama, todos levantamos la cabeza y vimos a nuestro papa tomándonos una foto, y mi mama grabándonos con la cámara familiar, se unieron al abrazo y comenzamos a sacarnos fotos haciendo puras caras para reírnos entre todos.