Capitulo 18

Inazuma Eleven no es de mi propiedad, el anime pertenece a LEVEL-5, yo solo secuestro a sus personajes e historia por mera diversión.   

·Una nueva Aventura T-2·

A la mañana siguiente todos sabían que Kazemaru había abandonado el equipo. Estaban afectados por la noticia, pero los que parecían estar peor eran Kurimatsu y Endo, este último estaba descompuesto, después de todo no pudo hacer nada para impedir que se marchara.

― Entrenadora, ¿es eso cierto? ―preguntó Kido preocupado.

― Sí, ha estas horas ya estará en Inazuma.

― Pero, ¿por qué no se lo impidió? ―Aki volvía a desafiar a la entrenadora―. Siempre ha jugado con nosotros y ha estado a nuestro lado.

― Sí alguien quiere irse porque ya no le apetece jugar al fútbol, yo no voy a detenerle. Me convertí en la entrenadora para derrotar a la Academia Alius. Quien no se sienta con fuerzas para seguir adelante pude irse.

Su tono tranquilo alteró a Domon. Sentía tanto la perdida de Kazemaru que en verdad cualquier cosa le habría alterado.

― ¡Ah, con que se trata de eso! Usted es de las que piensa que mientras se gane todo lo demás no importa. Sabía que Fubuki estaba sufriendo por tener dos personalices, pero mientras le vino bien no dijo nada.

No quiso entrar en el trapo. No tenía tiempo como para discutir sus decisiones con unos niños. Les ordenó comenzar con el entrenamiento mientras comenzaba a marcharse. Los ánimos cada vez estaban peor, primero lo de Fubuki y ahora Kazemaru. Nadie decía nada, ni tampoco se movían. En verdad estaban siendo duros estos momentos.

― ¡Chicos! ―les llamó Aki con fuerza―. Yo creo que Kazemaru volverá un día con nosotros.

― Yo también lo creo.

Esas palabras fueron suficientes para que Kido comenzará a caminar al campo. No estaban ahí por la entrenadora, estaban ahí para rescatar su preciado fútbol, y para ello debían derrotar a la Academia Alius. No es que los animo hubieran subido mucho, pero lo justo para empezar a seguir al castaño a la cancha. Domon apoya su mano sobre el hombro de Kurimatsu para ayudarle a seguir a los demás, pues seguía en el mismo sitio al igual que el capitán. Aki noto eso y se acercó a él mientras sostenía un balón. Se lo acercó con una sonrisa, pero este solo lo apartó de él, sus palabras dejaron helados a todos:

― Ahora mismo no tengo ganas de jugar al fútbol. Ya no tengo lo que hace falta. Asique hasta que tenga ganas, encargaos vosotros.

Estaba claro que estaba mal, pero estaba llegando a un punto que nunca habían visto. Sin el capitán comenzaron el entrenamiento dando unas vueltas alrededor del campo. Rosen estaba de las ultimas, más pensativa que centrada en lo que hacía. Cada vez iba dejando más distancia con sus compañeros. Domon fue a decirle algo, pero a no verle a su lado se extrañó mirando a su alrededor, a verle tan atrás le esperó para poder volver a correr juntos.

― ...eh Rosen... um...― la notaba tan distante que no sabía que decirle exactamente―. Kazemaru volverá, al igual que Max, Handa, Shorin y todos nuestros amigos, pero hasta entonces tenemos que esforzarnos mucho más.

Era muy tierno que intentará animarla, y si era cierto que estaba preocupado por sus amigos, incluso por el que se encontraba en la azotea de la escuela, pero ahora mismo su mente estaba en otra cosa muy distinta. No quiso seguir preocupándole, asique sonrió lo mejor que pudo y asintió con la cabeza mientras aumentó un poco la velocidad para volver con el resto.

Endo estaba sentado en una de las esquinas de la azotea, apoyando la espalda en la reja metálica. Se sentía el peor amigo y capitán del mundo. No pudo darse cuenta del daño que estaba sufriendo el albino, tampoco supo que contestarle, ahora llegaba a entender que posiblemente, lo que intentó fue pedir su ayuda, pero él no le tendió la mano, ni siquiera supo a que se refería. Kazemaru era un gran amigo, y compañeros desde aquellos días donde buscaba desesperado a nuevos miembros, mejoraron juntos, pasaron largos y duros entrenamientos juntos, pero no pudo ver como su amigo comenzaba agotarse poco a poco. Ni siquiera sospecho aquella noche en Hookkaido cuando mencionó el Néctar de los Dioses. ¿Desde entonces ya estabas llegando a tu limite, Kazemaru? Agradecía al fútbol por haberle dado tantos buenos amigos y grandes momentos, pero ahora cada uno de ellos se estaban marchando por el fútbol. ¿Cómo iba a poder luchar a tope sí sus amigos ya no estaban a su lado? ¿Cómo hacerlo si no podía ayudarles ni mantenerles a su lado?

Había comenzado a llover, pero daba igual, ahí seguía bajo la lluvia queriendo soltar toda su rabia en un grito desesperado, pero no sirvió de nada, seguía igual de mal. El equipo dejó el entrenamiento por la fuerza de la lluvia, incluso subieron para tratar de hacer bajar al castaño, pero era imposible, ni siquiera se había dado cuenta que estaban ahí. Haruna quiso llevarle un paraguas, pero su hermano la detuvo antes que llegara a terminar de llamarle o acercarse por completo. Decidieron que lo mejor era dejarle tranquilo por ahora.

La lluvia continuó por largas horas, se acercaba la hora de comer y sin mucho mas que hacer, las gerentes con la mayoría del equipo fueron ayudar a prepararla. Kido se quedó en la caraba, tenía mucho en que pensar, sobre todo en la nueva formación y su forma de jugar. Rosen también estaba allí, sentada junto a la ventana mientras se acurrucaba en la chaqueta.

― ¿Qué es lo que te pasa? ―Comenzó la conversación el de rastas, sorprendiendo a la albina.

― Um... es complicado... Con lo de Kazemaru, Endo estando así... uf...

― Ya... pero parece que hay algo mas.

Esas palabras le extrañaron y sorprendieron.

― Es... complicado...

La preocupación por el capitán cada vez era mayor, desde ayer esta en ese estado tan bajo, por no hablar que casi no ha probado bocado, y sigue allí arriba, lejos de sus amigos y de un balón...

― Buenos días.

Un enérgico portero de primero se acerca a los jugadores de Raimon esperando encontrar a Endo, con el que volver a entrenar tal y como habían prometido. Trataron de poner una excusa, pero el mismo Tachimukai dio por hecho que tuvo que ir hacer algún recado. No lo tomó a mal, ni mucho menos, aún seguía igual de energético y con una voluntad de hierro, tanto que les dejo un mensaje para el castaño: Pienso dominar La Mano Demoniaca antes de que él logre completar la técnica del Puño de la Justicia. Sus palabras y ese brillo en los ojos hacia recordar al Endo de hace dos días

― Si Endo le hubiera escuchado... seguro que ahora estaría temblando de emisión y pegando gritos... ―susurraba la albina viendo cómo se iba el muchacho.

El equipo entero no pudo evitar mirar arriba, esperando ver algún cambio en su amigo, pero parecía imposible. Ni los gritos de Tachimukai entrenando parecía que le llegaran.

― Pero bueno, vais a seguir mucho más con esa cara de muertos, ¿o qué?

Albin los miraba seria preparada para comenzar el entrenamiento. El equipo se miró entre sí. Sus palabras no eran las más indicadas, pero tenía razón, debían comenzar el entrenamiento, esperar en plena forma a que Endo decidiera baja a unirse a ellos. No tardaron mucho en ponerse en marcha, pero como sino lo hubieran hecho. Su mente estaba en otro lugar, la mayoría no terminaba de concentrarse. Haber perdido dos pilares tan importantes, les era muy duro, sobre todo a Kabeyama y Kurimatsu, perder a su compañero en la defensa, era un gran hueco difícil de rellenar. Estaban en babia, ni siquiera eran capaces de atrapar un pase o concentrarse en darlos. Este caos solo hacía que hirviera la sangre de la chica gato. Cada vez que fallaba, o no era capaz de completar una jugada su ira aumentaba. El otro día, ver como Shiro se lanzaba a por un balón imposible de detener, tan solo porque le habían hecho llegar a su límite... no se lo podía perdonar. Rosen trataba de entrenar con normalidad, pero cuanto más pensaba en las palabras del doctor más difícil le era llegar a darlo todo.

Natsumi, pensando que podría hacer reaccionar al castaño, subió a la azotea con un balón en las manos y comenzó a gritarle:

― Levántate. ¡Levanta y para mi tiro si es que puedes!

No valía la pena, aunque levantó la mirada para verle, no duro mucho. Frustrada dejo caer el balón para chutarlo, pero daba igual lo que hiera, aunque le golpeara, él seguía ahí, impasible sumido en sus oscuros pensamientos

― ¡Qué te pasa! ¿¡Qué crees que vas a solucionar ahí sentado y deprimido!? ¡LEVÁNTATE! ¡Que te levantes y vuelvas a parar!

Al borde de las lágrimas por la rabia, se fue de ahí corriendo, sin poder decirle nada más. Sin poder seguir viéndole en ese estado.

Tachimukai continuaba, seguía parando el neumático una y otra vez, daba igual cuando le doliera las manos, él seguí ahí. Entrenando sin descanso.

Aki opto por una táctica más sutil. Amigable se acercó al castaño con un plato con bolas de arroz. No podía seguir sin comer, pero poco le llegaba importar...

El atardecer llegaba, y lo que había sido gritos y chutes de balón cualquier otro día, hoy se había acabado mucho antes. El único que seguía entrenando era el joven portero, a veces observado por los miembros de Raimon viendo en su espíritu el que ellos tenían hasta no hace mucho.

Akilina había ido a visitar al delantero, quien aún seguía durmiendo profundamente. Aunque no podía escucharle le hablaba. Quería seguir contando con él en el equipo, no importaba cual fuera el precio, aunque llegar a forzar de esa forma al chico le llegaba a desagradar, no sería como él, pero siempre que Fubuki lo quisiera y no dijera lo contrario, tendría un lugar en la alineación principal. A salir por la puerta no esperó encontrarse de frente con la gerente castaña. En ningún momento se esperó escuchar esas palabras de ella.

― Quiero que actúe como entrenadora para variar.

Sin dirigirse ni una sola palabra más, la menor se fue dejando ahí plantada a la entrenadora.

La puerta de la habitación volvía abrirse unos minutos después de que la entrenadora abandonara la planta.

― Eh, ya se esta haciendo casi de noche. No crees que deberías despertar ya.

Bromeó mientras entraba en la silenciosa habitación. Soltó un suspiro con pesadez mientras cerraba la puerta. Esperaba haberle despertado con semejante griterío, pero ahí seguía, en la misma pose en la que le dejaron el día anterior. Tomo asiento en el taburete junto a su cama mirándole con preocupación.

― Mira que te gusta callarte las cosas... aunque bueno, soy la meno indicada ―no pudo evitar soltar una leve risa mientras acariciaba su rodilla vendada―. Aun así, más te vale levantarte pronto. Si con la inútil de Rosen puedo hacer esas jugadas, imagina lo que podemos hacer los dos en la delantera. Aunque claro, mis tiros serían los más poderosos como es obvio.

Trataba de sonar distante y con cierto tono sarcástico. Pero su rostro lo decía todo. Estaba preocupada por el chico, echándose en cara no haber utilizado todo su poder en el partido en Osaka, puede que si lo hubiera hecho el peso sobre sus hombros se hubieran liberado y no hubieran llegado a esa situación. No se iba a culpar por no haberle obligado a contarle quien era Atsuya, o exigirle que le contara sus problemas. Se conocían de hace poco, nadie lo hubiera hecho. Ya se lo dijo una vez, estaría ahí para apoyarle, y ahora pensaba estarlo mucho más.

Se disponía a chutar, se sentía mas vivo que nunca, mas unido a su cuerdo de lo que sentía desde hace tiempo. Los paisajes helados de Hookaido eran testigos de cómo realizaba la Eterna Ventisca, la mayor que había hecho. Miraba orgulloso el fondo de la red, donde el balón aun seguía girando por unos segundos mas.

― ¡Eres increíble!

Festejaban sus compañeros del Alpino, podía verlos a su alrededor mencionando lo sorprendido que estaban y felices por ver ese gran poder.

― No podíamos esperar menos de muestro capitán.

― Si, Atsuya es el mejor.

Se paralizó. ¿Cómo que Atsuya? Todo se volvió algo borroso, ya no era él quien estaba en medio de sus amigos. Unos metros atrás observaba como felicitaban al muchacho de cabellera plateados y mirada ámbar.

Por más que gritara nadie le oía. Desesperado observaba como todo el mundo le llamaba Atsuya, él no era su hermano, él era Fubuki Shiro.

La pesadilla continuaba, recuerdos con el Raimon se distorsionaban y ahora era Atsuya quien se había unido a la caravana, a quien le había entregado sus esperanzas. Aterrado veía como la personalidad de su hermano les arrebataba a sus amigos, sus recuerdos.

― Estaré a tu lado, aunque no quieras hablar. Aquí me tienes... total, aunque me eches me iba a quedar.

Tragaba duro a verse así mismo convertido del todo en su hermano, sus cabellos habían tornados rosas, y nadie parecía prestarle atención. Sentía una gran opresión a ver a su hermano tan cerca de la española, que ella le hablará con la confianza y soltura que hacía con él. Era con él con el que tenía esa amistad, no con su hermano.

¡No soy Atsuya! ¡ese no soy yo! ¡No soy Atsuya! Estoy aquí. ¿Por qué nadie me escucha?

Cada vez estaba mas asustado y alterado, su voz se oía mas alejada, casi como murmullos hasta el momento que dejo de oírse. Notaba mover los labios, pero no pronunciar palabra alguna. Solo le quedaba quedarse ahí solo, sido en la oscuridad.

― ¡No soy Atsuya! ¡Soy Fubuki Shiro!

Alterado y sudoroso había despertado en aquella cama de hospital. Su respiración agitada se acompañaba a su mirada fija en un mismo punto oscura por la noche, tratando de asimilar ese mal sueño. Él no era su hermano, aunque quisieran la fuerza de Atsuya como delantero, y no la de él como defensa, tenía que hacer algo, pero qué podía hacer él. Se acercó al baño a lavarse la cara, pero antes de hacerlo, su reflejo le asusto, ahí estaba Atsuya, recordándole que no era nadie ni nada, que lo mejor que podía hacer era desaparecer. La personalidad de Atsuya tomo mucha más fuerza, tanta que su rostro de sorpresa cambió a esa sonrisa ladina que usaba a jugar en la delantera.

El entrenamiento de hoy no se diferencia mucho al de ayer. Endo sigue en lo alto del instituto sin dirigirse a sus compañeros, y estos son incapaces de hacer buenas jugadas.

Las gerentes veían preocupadas a los muchachos, no sabían que hacer para ayudarles.

― Es tan triste verlos así...― susurraba la menor sin quitarle ojo a su hermano, el uno de los pocos que no se dejaba derribar.

― Es cierto...

― Aun así... pueden salir de esta. ―sus ojos mostraban determinación y algo de esperanza―. Confio en los muchachos y en Endo. Un día... todos volverán.

Las otras dos miraron a la de cabellos verdes, sus palabras les daban confianza y un pequeño empujón para seguir sonriendo y tratar de animar la situación. Un día todo esto acabará, volverán a Inazuma y todo volverá a como era antes, antes de que aquellos balones negros llegaran.

― ¡Aaaag!― gritaba la de cabellos teñidos mientras chutaba el balón.

Las dos se habían alejado un poco del grupo, necesitaban bastante terreno para sus jugadas, y con todos distraídos en sus entrenamientos era imposible, incluso usarlos como "rivales a los que superar" era complicado. Albin saltó para agarrar el balón con las manos, una vez rebotó contra la pared, a la cual habían pegado una cinta creando una portería. Rosen estaba unos pasos atrás, apoyando las palmas en sus rodillas respirando agitada. No iba a rendirse, daba igual que dijera el médico. Quería seguir junto a sus amigos, no podía dejarles solos después de todo lo que esta pasando. Un leve pinchazo en el brazo izquierdo, la presión que sentía en el pecho e estaba avisando. Su filada mirada se posó en ella, no dijo nada, solo volvió a su marca. Se lo dijo en el anterior partido, sino quiere hacerle caso no será ella quien le obligue. No sospecha cual podía ser el causante de que su velocidad y reflejos se estuvieran viendo afectados, tan solo podía ver como cada vez le costaba mas mantener el ritmo y como se cansaba más rápido que antes.

― Vamos de una vez. No tenemos todo el día.

Tragó duro mientras se incorporaba. No podía hablar, tan solo asintió.

Por fin había llegado el descanso. Rosen no aguanto más, dejó caer su cuerpo junto al banquillo. Su respiración aun era entre cortada, se había esforzado mas que ningún otro día, tanto, que sus latidos resonaba en su cabeza, iban rápido, muy rápido.

― ¿El capitán aun no va a bajar...? ― murmuraba preocupado el grandote mientras sostenía su botella.

Ninguno se atrevía a contestar.

― Mejor, así no se deprime mas a veros.

Cada vez sus palabras eran más duras para el equipo, estaban comenzando a perder la paciencia. Albin no descansaba. A unos pocos metros se movía regateando unos conos que había a su alrededor. Uno de sus movimientos fue muy brusco para su rodilla derecha. Aguantando el leve dolor se acercó a por su botella bebiendo bastante.

― No sabes nada. No puedes decir esas cosas cuando te has unido al equipo hace poco más de una semana.

― Di lo que quieras. Pero estáis igual que él― se les quedo mirando mientras señalaba la azotea con la botella―. La única diferencia es que vosotros estáis aquí abajo. Que tal si levantáis el puto animo de una vez, y os dejáis de jilipolleces, estamos aquí para ganar a los mierdas aliens esos, ¿no? Tal y como estáis jugando nos vuelven a dar una paliza y ni siquiera tienen que moverse.

Hubo partes que no entendieron del todo, y no era la mejor de las maneras de decir las cosas, pero algo de razón si que tenía. Su animo esta muy bajo, así no conseguirán ganar a Gran ni siquiera a volver a plantarle cara a Desarm. Algunos puede que ese discurso mal dado le haya hecho refeccionar, pero ha uno en concreto tan solo le había bajado aun mas el animo. No podían hacer nada por mas que entrenaran...

No se dijo nada mas durante la pausa, las gerentes trataron de arreglar la situación, pero no había forma. Volvieron al campo para seguir, la ultima en empezar a caminar fue Rosen, haber parado había hecho que su cuerpo asumiera el cansancio que no quería asumir, debía continuar.

― Rosenthal Fire, me gustaría hablar contigo.

Todo se hizo silencio antes las palabras de la entrenadora. Sus compañeros voltearon preocupados. ¿Iban a perder otro miembro del equipo? Esta vez no hablaron junto al equipo, sino dentro de la caravana. La menor estaba sentada en uno de los asientos mientras la mujer le miraba con gesto serio y los brazos cruzados.

Estaba esperando que ella hablara primero, darle la oportunidad de explicarse, pero no parecía que fuera hablar por si sola.

― Ha llamado tu madre. Mira que curioso... me ha dicho que tuviste una revisión en el hospital, que te tenga vigilada, pero... fuiste sin decir nada. ¿Por qué?

Dejaba fija su mirada en un punto del asiento delantero. Buscando las palabras correctas, o la mejor forma de decirlo sin que la acabara echando del equipo.

― No será que no dijiste nada... porque eso está haciendo que empeore tu juego― sus palabras eran secas, como de costumbre.

― ... en mi familia... hay una enfermedad cardíaca hereditaria. Por lo visto... la tengo― habló del tema por primera vez, ya que a su madre le dijo que solo había sido una falsa alarma.

Dejó que hablará y se expresará. La enfermedad hacía que poco a poco el musculo fuera dilatando el lado izquierdo, impidiendo que bombera correctamente la sangre al resto del cuerpo. Aun podía hacer deporte, el doctor no veía necesario que tuviera que parar, podía seguir corriendo siempre que fuera a trote y ejercicios de baja resistencia.

― No me queda mas remedio. No puedo tener a alguien que no puede jugar. Rosenthal Fire, estas fuera del equipo― habló con tranquilidad mientras se dirigía a la puerta.

― Me niego.

Sus palabras hicieron que parara y le vieran impasible.

― Con ese problema no podrás seguir el ritmo. ¿Qué crees que harán los demás? Ya tuvimos una conversación parecida con Someoka. ¿A caso no lo recuerdas?

― Ellos no lo saben aun, y no tienen porque saberlo― se levantó de un salto mirando a la entrenadora, casi rogándole―. Todos sabíamos lo que le pasaba en la pierna. No es la misma situación. Aun puedo jugar, no quiero dejar a mis amigos.

― Ya lo estas bajando tu rendimiento, y el equipo no esta dando todo su potencial. No servirás en el campo.

Se sentía tan impotente, ¿de verdad iba a volverá Inazuma así? Apretaba los puños tratando de encontrar la solución, pero se le acababa el tiempo, la entrenadora ya estaba a travesando la puerta.

― ¡Entonces déjeme en el banquillo! ― corrió tras ella, aun con esa mirada; rogando y con impotencia―. Déjeme entrenar con ellos, como sino pasara nada, no saldré en los partidos, me quedaré en el banquillo como suplente... aunque nunca salga. Son mis amigos, no quiero abandonarles.

Solo se le quedo mirando, pensando en su propuesta. No dijo nada. Solo abandono la caravana sin dirigirle ni siquiera una mirada. Se dejo caer en las escaleras cerrando los ojos. No les volvía a mentir... solo... No le parecía buen momento para decirlo, no era volver a mentirles, no es como cuando se hizo pasar por Ren...

Las malas noticias se agolpaban en la caravana. Kurimatsu había dejado el equipo esa misma moche. No se atrevió a contárselo a nadie, solo dejo una carta donde debería de haber estado durmiendo. El equipo entero se colocó alrededor de Endo, quien leía la carta con gran pesar.

Capitán, amigos.

Yo también abandono el equipo.

Kazemaru tenía mucha razón. Por mucho que entrenemos, jamás podremos alcanzar a la Academia Alius.

Si consiguiésemos derrotar a Génesis, seguro que aparecería un equipo mucho más fuerte todavía... este es el límite para mí. Lo siento mucho...

Capitán, muchas gracias por todo y hasta siempre.

Aquella carta mostraba todo su dolor, incluso se podía apreciar unas leves manchas de agua, seguramente de sus lágrimas a escribirla.

― Pero... Kurimatsu― murmuraba con impotencia y aun temblando por la impotencia. De nuevo no había podido hacer nada por un amigo.

― No Kurimatsu... no me lo puedo creer.

Era imposible que alguno sonriera en aquel momento, nadie sabía que decir, o como llegar a mejorar esa situación. Aunque hubieran empezado con este batacazo no podían quedarse quietos, debían seguir mejorando para conseguir derrotar de una vez aquellos que le hacían perder a sus amigos. Endo no lo veía así. Esta nueva perdida hacía que se hundiera mucho más. Ni siquiera estuvo ahí para ver como Kurimatsu se hundía hasta el punto de dejar el equipo. Como estos últimos días estaba allí arriba, sentado en el suelo, sin apartar le vista de este. Como todos los días, Aki subía a intentar convencer al portero a bajar.

― Venga Endo, ¿no quieres jugar al fútbol? Siempre has solucionado los problemas con el fútbol. ¿Por qué esta vez no iba hacer igual? ― comenzaba a no poder contener sus sentimientos. Apretaba sus puños buscando las fuerzas para seguir tratando de convencerle―. No decías siempre que él fútbol es lo más importante para ti. Esta claro que este que esta aquí no eres tú―las lágrimas se acumularon en sus ojos según terminaba la frase. Ver en ese estado al chico que tanto le importaba le partía el corazón, y más a no haber podido conseguir ningún cambio en todo este tiempo.

Las cosas en la cancha no eran mucho mejor. La entrenadora acababa de soltar una bomba. Sacaría del equipo a Endo y Kido sería el nuevo capitán. No podían seguir ahí de brazos cruzados hasta que le volviera apetecer jugar. En cuanto Fubuki saliera del hospital se iría a su nuevo destino, con Endo o sin él. Era una sentencia severa y dolorosa, pero ninguno pudo decir nada, solo agachar la cabeza, todos menos Kido:

― Rechazo el puesto.

Otra vez eran cuestionadas sus órdenes, esto se estaba haciendo demasiado repetitivo.

― Endo Mamoru es aquí el único capitán del equipo. Sabemos muy bien que se recuperara de esto. Y lo sabemos precisamente porque es Endo.

Esperó a que terminara de hablar antes de darse la vuelta para ver a los jóvenes. Su mirada había cambiado, ahora estaban decidido en creer en las palabras del castaño, ellos también crían que Endo volvería al equipo.

― Bien chicos, mañana saldremos de aquí, y si alguien no viene entonces buscaré a otros jugadores para sustituirles. Recordad que solo me interesa derrotar a la Academia Alius.

― ¿Qué vamos hacer, Kido?― Rosen miraba al castaño antes de mirar a la azotea como él

Estaba convencido que su amigo se recuperaría y volvería a levantarse. Iba siendo hora de darle un empujón. Aki estaba teniendo una idea para conseguir eso.

El plan era sencillo, ayudaría a Tachimukai a conseguir la Mano Demoniaca. Se pondrían justo en la portería que este justo en frente al lugar donde esta el castaño. La pasión del menor podría llegar hacer que vuelva a recobrar las fuerzas y ganas de jugar. Tal y como planeó así hicieron. Tachimukai bajo palos y frente a él tres jugadores; Kido, Ichinose y Rosen. Los chut eran consecutivos. El portero trataba de sacar la nueva técnica y ellos remataban. Los dos chicos con el Doble Boost, ella usaba su técnica, Trueno Plateado. A diferencia de lo que debería pasar, su fuerza comenzó a disminuir al cabo de un rato con cada tiro, era poco apreciable, pero ella lo notaba y hacía que se frustrara más, sus tiros no eran nada para Desarm, pero encima ver como bajaba el nivel. Esto no tendría sentido sin la segunda fase del plan. Aki volvió a subir, esta vez para conseguir que el chico mirara a la cacha.

― Endo, echa un vistazo. Mira lo que pasa en el campo.

Consiguió que lo viera, que viera el joven portero dar todo por dominar la técnica. No importaba cuantas veces le dieran los balones, no importaba cuantas veces haya fallado, no importa que estuviera agotado o sus manos dolieran, eso ahora daba igual, pensaba conseguir la técnica, pensaba demostrar que podía hacerlo.

― Todavía puedo.

No podía apartar la vista del campo, estaba impresionado y sorprendido por todo el esfuerzo que estaba haciendo.

― ¡No me rendiré! ¡No voy abandonar!

Estas era la buena, tanto esfuerzo, había dejado todo su ser en el campo y había conseguido su recompensa. La Mano Demoniaca estaba completado a la perfección. Incluso Endo desde la lejanía reaccionó a ver su misma técnica frente a sus ojos. No cabía en sí de la felicidad que sentía, estaba tan emocionado que hasta unas lágrimas amenazaban con salir, pero las pudo contener, tenía que decirle a Endo que lo había conseguido. Con una radiante sonrisa y lleno entusiasmo se dio la vuelta para mirar donde la azotea levantando el puño mientras gritaba que lo había conseguido.

Había surgido efecto, ver como Tachimukai daba todo para conseguirla, hizo que recordará todo lo que tuvo que pasar antes del partido contra el Zeus. En ese momento que lo veía todo perdido, donde su agotamiento le pedía rendirse, pero no lo hizo, siguió luchando y había llegado a ese punjo justo por eso. Por más duro que se ponga el camino debía seguir esforzándose, seguir adelante sea como fuera.

― No me daré por vencido. Jugaremos contra la Academia Alius y recuperaremos el fútbol que nos gusta. Y se que un día Kazemaru y Kurimatsu volverán con nosotros, estoy seguro.

Era tan agradable volver a ver de vuelta al Endo de siempre.

Con el atardecer llegó el regreso del castaño al campo de juego, que mejor lugar para pedir disculpa por haberle preocupado, incluso con la entrenadora. No volvería a dudar.

― La próxima vez que crea que un jugador no esta comprometido o no sirve para el equipo, le echare sin contemplaciones― esto lo dijo mirando al capitán, pero acabo echando una rápida mirada a alguien más. Cosa que no paso desapercibida para el estratega.

― Por favor, dejadme jugar con vosotros.

Tachimukai se había hecho una promesa así mismo, pediría unirse al equipo si conseguía dominar la técnica por completo, y ahora que lo había hecho no se quedaría en tierra. No fue ningún problema, total, siempre viene bien tener un sustituto para el peor de los escenarios.

― Seguiremos trabajando juntos Tachimukai.

― Sí, y me esforzaré mucho más.

― ¿Así? Pues yo me esforzaré mucho mucho más.

Había vuelto por completo su enérgico y cabezota capitán.

Hablando de volver... Fubuki también lo hizo a la mañana siguiente. Todos estaban muy contentos de volver a ver al albino, tanto que fueron a reunirse a su alrededor.

― Dime, ¿ya estás bien?

― Si, siento haberos tenido tan preocupados.

― Qué bien, ahora toca ponernos a trabajar juntos.

Asintió con una sonrisa, una de esas sonrisas encantadoras que solía poner, pero... había algo raro.

― Más te vale no volver a ser una locura como esa― Albin se había puesto a su lado pellizcando su mejilla mientras le miraba con los ojos entornados, podía parecer enfadado, pero su gesto rebosaba cariño.

Los demás quisieron hacer un comentario, pues era muy raro ver a la chica con esa aura cariñosa, pero una llamada entrante hizo que todos se fijaran en la entrenadora. Contesto a la llamada de su anterior entrenador. No duró mucho la conversación, según colgó les comunicó a los chicos su nuevo destino.

― Al parecer en las islas del sur hay un jugador al que llaman el goleador de fuego.

― El delantero... ¡No me digas! ― No podía llegar a creérselo, tanto que hasta que no lo repitió no llego a comprender de quien podría tratarse―. ¿Será Goenji?

Entusiasmado se giró para ver a Kido y Rosen. Ninguno de los tres podía contener la sonrisa. Estaban deseando que eso fuera cierto. Que su amigo les estuviera esperando en las islas del sur.

― Vallamos a comprobarlo

― ¡Bien! ¡Mares del sur, Goenji, esperarnos que haya vamos!

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