Capitulo 010

Inazuma Eleven no es de mi propiedad, el anime pertenece a LEVEL-5, yo solo secuestro a sus personajes e historia por mera diversión.   

·Una nueva Aventura T-2·


El largo viaje comenzaba a ver su primera parada de descanso. El equipo que luchaba con todas sus fuerzas para mantener a la Academia Alien a raya, estaban llegando a Ciudad Inazuma.

¡Eh chicos! Ya la tenemos ahí: La ciudad Inazuma.

La felicidad era notaría en todos los que volvían a casa. Había sido un viaje muy largo y agotador, volver a ver tu hogar podía ser un gran alivio.

Genial, por fin hemos vuelto.

Si.

No solo los humanos estaban entusiasmado, el cachorro ladraba feliz mirando por la ventana mientras su dueña le acariciaba.

¿Pero que pasa chicos? ¿Por qué tanta emoción?

― Mira Toko, ¿ves esa torre? Se llama Relámpago y es el símbolo de nuestra ciudad― le explicaba el entusiasta capitán mientas la señalaba.

Solo una semana y se enfrentarían contra Épsilon, debían aprovechar cada segundo para mejorar sus técnicas y hacerse más fuerte. Todos empezaron a reír a ver como el cachorro se sentaba en medio de la caravana y comenzaba a ladrar a la vez que ellos gritaban de felicidad, aunque no todos lo hacían. El Équido de Someoka solo fue audible para ambos albinos sentados a su lado. Preocupados vieron como el moreno se sostenía la pierna con gesto de dolor. A darse cuenta que estaba siendo observado les relajó con una sonrisa y una frase que no les llegó a convencer del todo... pero si el decía que estaba bien...

La caravana seguía su camino hasta la escuela con normalidad, o al menos hasta que pasaron junto a la rivera. El capitan alterado le pedía al Sr. Furukabu que se detuviera. Había conseguido ver como en el campo había dos personas jugando. Un chico de cabello plateados estaba realizando una súper técnica, la cual costaba en chutar el balón en el punto más alto mientras giraba sobre sí mismo, a chutar el balón se recubría de una estela morada y negra la cual iba a la portería, donde un viejo conocido no consiguió llegar a rozar el balón.

Que tiro más impresionante

― ¿Te has fijado? Ese chico lleva el chándal de nuestra escuela. ¿Pero... quién es?

Sin contestar a su amigo salió corriendo a donde estaban los otros dos seguido por el peliazul.

¡Sugimori!

Ah, hola Endo.

Entusiasmado se acercó al dúo animado. La conversación no se alejó mucho de quien era ese chico y que estaban haciendo. Aquel chico con su chándal era un chico que se inscribió en Raimon justo cuando atacaron el instituto, su nombre: Kageto Yamino. El que estaban haciendo, era fácil, estaban entrenado, pues Sugimori junto a otros chicos estaban creando el Equipo de apoyo contra la academia Alius. Un equipo que estaría listo para actuar cuando ellos necesitaran una mano.

Las palabras del portero estaban emocionando al capitán, tanto que se les saltaron las lágrimas.

¿Tú también estas en el equipo?

Si, pero mis tiros aun no son lo suficiente fuertes como para vencer a esos alienígenas. Cuando consiga que mi remate sea perfecto me uniré al equipo.

Oye Endo. Contáis con todo nuestro apoyo. Asique no podéis perder, ¿vale?

Muchas gracias Sugimori― animado choco su mano con el mayor, aun con la lágrimilla apunto de salir―. Me has dado unos ánimos enormes.

Con este reencuentro tan emotivo volvieron con su camino. Al llegar se encontraron con que el instituto estaba siendo reconstruido y presidente como director les esperaba con una sonrisa y palabras de aliento para continuar con su misión de acabar con la Academia Alius.

Aunque la aparición de este Verdadero instituto imperial haya sido toda una sorpresa, sé que el esfuerzo va hacer importante, pero confío en vosotros. Conseguiréis la victoria. Animo y buena suerte. Pero al mismo tiempo es muy importante que recuperéis fuerzas. Puede que no tengáis mucho tiempo asique procurar descansar todo lo que podáis.

Sus pasos eran acelerados juntos al cánido que había recorrido miles de veces esas calles corriendo. Estaba entusiasmada por ver a sus padres y el pequeño en volver a comer de su cuento y dormir junto a su fiel amigo. Al igual que ella todos fueron a saludar a sus padres, y en algunos casos tranquilizarles.

¿De verdad que esta bien? ― preguntaba angustiada colocando sus manos sobre los hombros de su pequeña.

Tranquila... son rivales muy fuertes, pero nosotros también. No nos volverán a coger por sorpresa.

La mujer no estaba muy convencida, pero ver la emoción en sus ojos le hacía sonreír un poco. No podía detenerla, estaba decidida a luchar junto a sus compañeros, y por más que los corazones se les encojan a ver los partidos... solo pueden animarla y darle todo su apoyo.

Oh, es verdad. No he visto a Shuuya en el equipo... ¿le paso algo? ― su tono comenzó a bajar según acababa la frase, la mirada gacha de la menor le delataba que había metido la pata.

... bueno... no hizo bien un partido y la entrenadora le saco del equipo...― quiso animarle, pero no tuvo tiempo de decir nada cuando ya estaba subiendo las escaleras―. Aaah que ganas de darme un baño tranquila. ¿Puedes lavarme la ropa? Gracias.

Cerró la puerta echando el peso en esta. Se había propuesto no seguir insistiendo en el tema del chico, aun le dolía la forma en la que se fue, ¿no tenía otra? ¿No pudo haberlo hecho en otro momento? ¿Haberle mandado un mensaje? ¿Nada? Abrazaba sus piernas ocultando su rostro en ellas mientras agarraba con fuerza la tela de su pantalón.

Aunque estos días eran perfecto para descansar, eso no entraba en los planes de cierto enérgico castaño. Como acostumbraba hacer subió a la torre para realizar su entrenamiento con el neumático aun más decidido que cuando llegaron. Por otro lado, Kogure también se disponía a entrenar, aquel movimiento de la ultima vez podría llegar hacer una gran defensa si la perfeccionaba, pro eso Haruna pensó que sería una gran idea que entrenara en el Campo Centella.

Ya que estas en el Raimon quería enseñarte este lugar.

¿Y qué sitio es este?

El Campo de entrenamiento Centella. Aquí es donde se entrenan para aumentar su nivel.

Haruna le continuaba hablando, pero él hacía poco caso, solo miraba a su alrededor acabando con una sonrisa maliciosa de las suyas, ¿en que estaría pensando...?

Su mirada estaba fija en el frente, lanzaba una y otra vez el neumático deteniéndolo con fuerza. En su mente solo estaba la idea de vencer a Épsilon y acabar con la Academia Alius y volver a la normalidad, a cuando jugar al fútbol era por diversión, y no un método para proteger tu escuela.

Sabía estarías aquí.

La voz dulce de la peliverde le hizo parar con su entrenamiento y mirar a su espalda con una sonrisa.

Anda, ¿cómo que no estás en tu casa?

Lo mismo te digo Endo.

Bueno, es que vengo de ver a Hanta, Shinchido y los demás.

Comenzó a relatarle con una sonrisa como están mejor de sus heridas, lo animado que estaban, y sobre todo las ganas que tienen de volver al equipo.

El entusiasmo de sus amigos le daba aun más fuerzas. Daba igual que solo quedará una semana, se haría más fuerte. Lo que él no sabía es que todos pensaban como él. No pudieron estar mucho en casa encerrados, por lo que se reunieron en el campo de la rivera para entrenar.

El balón estaba siendo diputado entre Ichinose y Domon, el defensa trató de cortarle el paso al castaño, pero fue imposible impedir que avanzara. Una pequeña carrera y un pase a la chica de cabello rosas quien no esperó para realizar unos pases rápidos entre Kurimatsu y Kabeyama. Fubuki se adelantaba al ataque seguido por Someoka.

― Vamos Fubuki, vamos hacerlo.

Pero... ¿seguro que tú pierna está bien?

Pues claro, te preocupas por mi ahora, eh.

Con ese comentario burlón llamó la atención del portero, le enseñaría ese tiro que crearon contra el Verdadera Instituto Imperial. Una vez tuvo el balón en sus pies pateo hacía arriba, haciendo que el dragón azul saliera del suelo elevándose junto al balón y volviendo a bajar para obtener todo el poder cuando pateara al frente. Fubuki esperaba su momento para saltar comenzando a girar cargando el balón de ese viento frío que creaba un bloque de hielo al tiempo que chutaba a puerta.

―¡Ventisca Guiverno!

Sugimori llegó agarrar el balón con ambas manos, pero la fuerza del tiro le empujo a dentro de la portería en cuestión de segundos. Ambos delanteros miraban a puerta con una sonrisa orgullosa. Su técnica se había perfeccionado.

Es una súper Técnica espectacular― decía animado el portero mirando a ambos―. ¿Has dicho que te llamas Fubuki? Bueno, pues tengo que decirte que creo que eres un sustituto más que digno de Goenji

Goenji...― repitió el nombre curioso.

No es el sustituto de Goenji. Porque Fubuki es Fubuki, y Goenji es Goenji, eso es todo.

Me gustaría conocerle, me refiero al famoso Goenji, claro.

Sus palabras hicieron que el más alto sonriera mientras le miraba. Estaba seguro que pronto le conocería.

Ahora que se encontraba ahí... se preguntaba que hacía allí parada. ¿Por qué tenía que ir ella a buscarle? ¿No tendría que haber ido él?

Un largo suspiro escapo de sus labios. ¿A quien quería engañar? Quería verle. Gritarle todo lo que se ha callado todos estos días. Reclamarle por aquel beso, por irse del equipo sin ni siquiera esperar a encontrar una solución.

Miraba el telefonillo de aquel bloque de piso dudosa. ¿Debía llamar? Por más que deseara volver a verle... ¿era la mejor oposición? ¿Tenía que ir ella a buscarle cuando fue él quien la abandonó sin mediar palabras? Con la mano temblorosa la llevaba al botón del piso del rubio, pero mucho antes de tocar se detuvo. Tenía miedo. ¿Y si no estaba en casa? ¿Y si no quiere verle? ¿Y si se arrepiente de aquel beso y...? Ese pensamiento era el que más miedo le daba. Era su amigo de la infancia, no debería de sentir su corazón latir con más fuerza a pensar en él o imaginar que en la próxima parada la entrenadora le diría que tenían que volver a Inazuma a recoger a Goenji. Le había hecho daño a irse dejándole solo con el recuerdo de aquel beso, de no contestar sus llamadas o mensajes. Sentir que su corazón se encogía a pensar que nunca más volvería a verle.

Miles de pensamientos se agolpaban en su cabeza. ¿Qué demonios debía hacer? Sus manos se cerraron con fuerzas al tiempo que daba media vuelta para parcharse...

El menor se encontraba en la habitación para entrenamiento de porteros. La maquina cargada con cientos de balones disparaba uno tras otro. Uno tras otro golpeaba al peliazul. Tras la ultima tanda ya estaba harto, todo era una gran tontería, lo que pasó en ese partido solo fue suerte. Molestó abandonó el Campo centella, mientras se quejaba mirando a su espalda no se percató que la menor de las gerentes iba en su misma dirección acabando chocando. Le miró de reojo y con un movimiento brusco le quito la toalla que traía antes de seguir su camino.

― Kogure ¿¡A dónde vas!?
A donde me dé la gana.

¿Y el entrenamiento? ¿Ya has perfeccionado la técnica? ― comenzó a seguirle preocupada.

Fue pura casualidad.

Eso no puede ser casualidad. Oye, si quieres me quedo contigo, lo haremos los dos juntos, ¿vale?

¿juntos?

Aquellas palabras hicieron que el menor actuara sin pensar llevado por la rabia que contenía de su pasado. Furioso comenzó a gritarle:

¡No hables igual que mi madre! ¡Jamás confiara en alguien... que diga que aremos algo juntos!

Arrepentido y triste por sus recuerdos se sentó en el suelo colocando la toalla sobre su cabeza para cubrirse mientras abrazaba sus piernas. Preocupada se atrevió a preguntarle que fue lo que sucedió. Dispuesto a contarle todo comenzó a contarle con la mirada fija en el suelo y triste y lento.

Cuando era muy muy pequeño mi madre y yo salimos de casa para hacer un viaje. Me dijo que quería comprar comida en la estación y que me quedase vigilando de la maleta. Pero mi madre... nunca volvió. Estuve esperando todo el día. Desde entonces... no puedo confiar en ninguna persona. Porque confiar no sirve de nada.

No sabía que decirle, su historia era tan triste... antes que pudiera decir algo ya tenía al enérgico Kogure sonriendo como siempre y gritando que había picado. Volviendo a tomar una actitud más tranquila le devolvió la toalla mientras caminaba de vuelta al entrenamiento.

Buen, ya que me has dicho que lo haga. Lo intentaré un poco más.

Había vuelto hacer una de sus travesuras, había escondido una rana en la toalla, quiso regañarle, pero era mejor dejar las cosas como estaba. Con una sonrisa se quedó viendo como el pequeño volvía entrar. Quiso engañarle, pero por más que se hiciera el fuerte escondiéndolo, estaba claro que esa era su historia, demostraba tanta madures volviendo a levantarse y corriendo hacia delante, que le era imposible enfadarse con él.

De vuelta en la rivera ya estaba casi todo el equipo reunido. Rosen había llegado hace poco y tan animada que casi no reconocieron a su compañera, pero era contagioso su humor. En el camino a casa tomo una decisión que esta vez no se echaría atrás. Se acabó el pensar en Goenji, se acabo en esperarle, se acabo el rogar por tener noticias de él. Él se marcho sin decir nada, pues es él quien tiene que volver, de mientras... no tiene ninguno motivo para deprimirse, preocuparse o simplemente no estar a la altura de los retos que se le avecinaban. Borrón y cuenta nueva.

Un pase directo a los delanteros que no perdieron el tiempo para volver a realizar su técnica, justo en el momento que Endo llegaba a la rivera.

Hala, eso esta muy bien. Yo quiero probar.

Hola Endo, fíjate en esto. Oye Someoka, venga, vamos otra vez.

Pero él ya estaba agotado, el dolor en su pierna estaba volviendo... pero no podía decir nada. Tenía que permanecer en el equipo.

Vaya vaya, ¿Ya estas cansado o qué?

No digas tonterías, ¿cómo voy a estar candado ya? ¡Eh! Endo mira, ya hemos perfeccionado el remate.

Si, ahora es perfecto, ¡vamos a darle otra vez!

Fubuki volvía a la posición animado, pero a Someoka no se le veía muy seguro...

El entrenamiento continuó con normalidad. El balón iba de un lado a otro, y el ambiente era el mejor posible, todos estaba animados y donde todo de sí. Aunque le comenzará a costar correr no se iba a detener, y mucho menos tras escuchar como el nueve le llamaba para realizar de nuevo su técnica combinada. Pero esta sería la ultima vez. Un pase del estratega que llegó a los pies del pelirosa. Todo iba bien al comienzo de la técnica, pero todo se acabó cuando tuvo que volver a chutar. Su pierna no daba más de sí se acabó...

¡SOMEOKA!

Un grito preocupado que salió de los labios de todos a ver como el delantero de desplomaba sosteniendo su pierna con gesto de dolor. Con ayuda consiguió llegar a la banca donde ninguno podía dejar de verle.

Pero Someoka... ¿Por qué?

Venga Chicos, no arméis tanto jaleo por tan poca cosa.

Trato de levantarse, pero las manos de la albina se apoyaron en sus hombros obligándole a sentarse, si no lo hubiera hecho ella, lo había acabado haciendo el dolor que se reflejaba en su rostro.

No hagas tonterías, Idiota.

Estoy perfectamente― aguantando como pudo el sufrimiento consiguió ponerse de pie―. Veis, no pasa nada.

Era obvio que pasaba algo.

No seas tonto― la voz del anciano llamó la atención del muchacho.

Siguiendo sus ordenes se volvió a sentar dejando que le examinara la pierna mostrando el gran hinchazón que tenía.

Mira como de inflamada tienes la pierna, no te la has cuidado desde el partido contra el Instituto Imperial ¿verdad?

Claro, porque no me pasaba nada.

Te voy a decir algo Someoka. Hacerte el duro no va a servir de nada.

El partido contra el Épsilon es dentro de una semana, ¿podrá jugar? ―Kido se atrevió a preguntar.

Pero no era suficiente, claro que no. El golpe que recibió fue muy duro y si encima no se ha estado cuidando...

¡Lo estaré! ¡Podre curarme esta herida en una semana! ¡Y si no me recupero del todo por lo menos dejadme jugar la primera mitad contra el Épsilon! ¡No puedo irme ahora que hemos perfeccionado el Ventisca Guiverno! ¿¡Verdad que si Fubuki!?

Estaba desesperado, no quería abandonar el equipo, y menos es esas condiciones. El mencionado no sabía que decir, se sentía tan culpable, había sido su culpa que se forzara tanto a seguir, sino le hubiera insistido tanto en usar la técnica puede que estuviera así. Para terminar de agolpar los sentimientos llegaba la entrenadora.

Someoka. Lo siento, pero quedas fuera del equipo.

¿Qué? Pero entrenadora, si Someoka es...― trató de defender a su amigo, pero las palabras no llegaban a salir.

Someoka ha dicho que puede hacerlo― saltó exaltado Kazemaru―. ¿Pero qué tiene de malo que lo intente? Lo que más necesitamos ahora es valor para conseguir ganarles. Da igual lo que nos pase a nosotros.

Pero Kazemaru...― susurraba el capitán no muy convencido.

Oye Endo, ¿Qué te pasa? Someoka a formado parte de nuestro equipo desde el principio y además es amigo nuestro.

Lo hago porque es vuestro amigo.

Estaba rabioso, Las decisiones de la entrenadora comenzaban a no gustarle nada.

Sabéis que sería capaz de sacrificarse por el equipo, y si se lesionara vosotros intentaríais cuidar de él, lo cual os impediría al cien por cien.

¡Pero-!

Quiso volver a reclamar, pero el golpe seco que provocó el moreno hizo que todos se callaran. Solo pudo sacar parte de su frustración golpeando la banca. Se sentía tan impotente. Con todo el dolor se rindió, no había que darle más vueltas.

Oye Fubuki, Rosen. Cubrid bien el puesto de delantero.

Someoka...―un murmullo escapó de sus labios. Aguantando su ira apretó los puños antes de ver al otro nombrado, quien no estaba mejor que ella―. Por supuesto.

Ja... claro.

El ambiente se había vuelto pesado, "perder" aun compañero nunca era agradable, aunque supieran que era por su bien. Someoka se mantenía fuerte, dispuesto a que esto solo fuera un descanso de unos días, pero... aun así...

Si Someoka... vuelve pronto...

Queriendo volver animar a todos, Haruna tenía una gran noticia. Con una sonrisa dio una palmada llamando la atención de todos.

Escuchad. Tengo una noticia para vosotros.

¿Una noticia?

Si, Kogure lo ha conseguido.

¿Qué lo ha conseguido? Pero... ¿el qué?

¿La súper técnica que vimos contra el Épsilon?

Efectivamente.

Era momento de demostrar su duro trabajo en el Campo centella. El pequeño se encontraba en el centro siendo rodeado por ocho de sus compañeros. Con su risita y un "adelante" dio comienzo la demostración. Toko fue la primera en lanzar, según se acercaba el balón el peliazul dio un salto mortal hacia atrás, mucho antes de caer separo brazos y piernas comenzando a girar, justo para introducir el balón en el vórtice de sus giros y volver a soltarlo para otro jugador, así con todos.

No esta nada mal esta técnica, asique creo que la llamaremos Tierra en espiral― nombró Megane.

Que horterada. Mi técnica se llama: ¡Ciclón Sónico!

Te has inventado una técnica eh― con ayuda de Kazemaru, el pelirosa pudo acercar al más bajo para felicitarle―. Con esta técnica podrás detener los ataques del Épsilon.

Le tendió la mano con una sonrisa y no sabía que hacer, dudoso miró a la chica que le estuvo ayudando antes de mirarle y estrechar su mano con una sonrisa. Aunque es mejor no fiarse cuando Kogure comienza a reír. Un escalofrío recorrió todo su cuerpo, y cuando logro ver su mano tenía un gusano peludo en ella.

¡KOGURE!

¿Sabéis? Me alegra jugar al fútbol. Me ha permitido conocer a Someoka y hacer un montón de amigos más. Creo que el fútbol es lo mejor del mundo y por eso debemos enseñarles a esos extraterrestres que el fútbol es para pasarlo bien. Si lo conseguimos podremos jugar al fútbol todos en paz, ¿verdad?

Como siempre el capitán tenía las palabras adecuadas para el momento perfecto.

Aunque Kevin dejó el equipo aun teníamos mucho camino por delante, y en verdad creímos que volvería a jugar a nuestro lado.

Sin esperar un segundo más aprovechamos cada segundo que estuvimos en Inazuma para entrenar y hacernos más fuertes.


Estudiando los patrones de la Academia Alius, el presidente llegó a la conclusión que debían de tener una base en los alrededores de Osaka. Conociendo las coordenadas de su nuevo destino pondrían rumbo por la mañana.

A primera hora todos estaban frente al instituto esperando para montar en la caravana.

Asique esta vez toca Osaka, eh.

Pues sí, parece que tienen una base por ahí― contesto Domon.

Es fantástico, esta vez nos tocará atacar a nosotros.

Oh, Rosen, ¿y Dabo? ― preguntó la chica pelirosa a notar que no ya no había un perro correteando como loco por todas partes.

Ah... jaja... esta vez lo he conseguido dejar en casa.

Se colocaron en fila frente al presidente para atender a sus ultimas palabras antes de partir.

Chicos, tened mucho cuidado. Esperaremos aquí vuestras noticias.

¡Si, hasta la vista! ―un grito a unísono antes de comenzar a subir.

Justo antes de que el capitán subiera la entrenadora le detuvo para decirle que las palabras del otro día se le había grabado en la memoria y que esperaba que cierta persona se llegara a dar cuenta de ello. Endo se le quedo mirando sin saber que decirle o a que se estaba refiriendo.

Ambos delanteros se encontraban despidiéndose detrás de la caravana. Uno enfrente del otro con una sonrisa.

Oye Someoka, me ha encantado jugar contigo.

Y a mí, os estaré esperando.

Despedida que fue sellada con un choque de manos. Mientras se miraban a los ojos decididos.

Desde adentro observaba a los dos con una sonrisa. Bajo la ventanilla asomándose para llamar su atención.

¡Oye Shawn! ¡O subes ya o te dejamos aquí! ¡Y tú Someoka, más te vale cuidarse esa pierna!

Ambos miraron en su dirección con una sonrisa.

¡Preocupate de ti mismo enano! Y a todo esto, ¿¡desde cuando hablas a gritos!?

Con un leve sonrojo hincho las mejillas mirando con los ojos entornados al mayor. No podía dejar pasar esa oportunidad. Quién sabe por cuánto tiempo estaría sin meterse con ella.

La noche estaba apunto de llegar, su cita en el hospital se había alargado, pero ese no era su problema, sino aquellos hombres con abrigos que le seguían desde la distancia. Vio de reojo aquellos hombres antes de entrar por un callejón oscuro. Los hombres a su espalda sonrieron a verse en el mejor momento, entraron rápido aunque no esperaron ver a la chica parada en medio mirándoles con aburrimiento.

― ¿Y bien?

― Ja, esta claro que vas hacer muy valiosa para la Academia Alius.

Las palabras del mayor hicieron que arqueara una ceja.

― Seguro que te molesta mucho esa lesión. únete a la Academia Alius y todo acabara. Volverás a los campos con mucha más fuerza. Solo queremos tu ayuda.

Aunque ellos sonreían ella seguía con la misma expresión. Solo unos gritos de dolor y una ráfaga de fuego que salía del callejón fue todo lo que se pudo ver. Con aburrimiento caminaba de vuelta a casa pateando el balón. dejando tras ella a los hombres en el suelo.

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