Capitulo 009
Inazuma Eleven no es de mi propiedad, el anime pertenece a LEVEL-5, yo solo secuestro a sus personajes e historia por mera diversión.
·Una nueva Aventura T-2·
Kogure se nos unió al equipo a partir de ese momento, la verdad es que no todos estuvimos muy de acuerdo que entrará, pero al final nos dimos cuenta de que tenía mucho potencial y aunque fuera un trasto iba hacer un gran apoyo para la caravana...
No pasaron más de unos minutos de la parada que hizo la entrenadora para avisar que Kogure estaba con nosotros cuando recibió un mensaje del entrenador. Sus noticias eran horribles. Kageyama había escapado y estaba formando un nuevo instituto imperial en Bomaide. No perdimos ni un segundo más y pusimos rumba aquel lugar.
En una parada de servicio los chicos bajaron de la caravana para hacer sus compras y hablar con sus padres en el caso de Mark, por lo visto discutía con su madre por si estaba estudiando o no, y aunque no le creyera la entrenadora solo le dejaba a su aire con lo relacionado al fútbol, para las cosas de clases estaba muy, pero que muy encima de todos. Por otra parte, los tres delanteros de Raimon se encontraban subidos a la caravana comiendo tranquilos. Fubuki tenía una duda, ¿el instituto imperial era realmente tan fuerte?
― Sí, sí que lo eran. La primera vez que nos enfrentemos a ellos no tuvimos oportunidad de ganarles.
― Pero todos nos esforcemos mucho en los entrenamientos y poco a poco, en la final de la primera ronda del torneo, conseguimos ganar.
Ambos hablaban con seguridad, estaban tan decididos a ganarles, fuera la vieja o una nueva. Mordió su emparedado tranquilo hasta que se cruzó su mirada con la de ella, una sonrisa sincera de su parte alteró todo su interior haciendo que por unos segundos volviera a tener esa presencia que solo salía en la delantera.
Terminando la conversación con su madre cerró el móvil. Podía llegar hacer un poco pesada con el tema de los estudios, pero la echaba de menos. Ahora con más animado se disponía a volver con sus compañeros, pero encontrar aquel chico de cabellos castaños dando toques con un balón le llamó la atención.
En ese momento conocimos a Fudou Akio, el capitán y jugador con la boca más grande de todo el equipo de La Original Instituto Imperial. Su arrogancia y chulería, la verdad no hicieron que nos cayera muy bien, pero saber que era un seguidor de Kageyama tampoco lo ayudo. Aunque creo que era más su presencia Dabo no dejo de gruñir desde que le vio. Ya en la caravana comenzó a guiarnos hasta unas fabricas junto al muelle. Menuda sorpresa nos llevemos a ver salir aquel submarino del mar, ¡pero a quien se le ocurre meter ahí un instituto!
― ¡Kageyama!― explotó el catorce de Raimon a ver al hombre en la escotilla.
― ¿Cómo? ¿Ya no me llamas comandante, Kidou?
― ¿¡Pero que estas tramando ahora?
― Jamás seriáis capaces de comprender mis planes, ni entender que significa esta nueva Original Instituto Imperial. Sino hubieras huido de mí, ahora mismo lo comprenderías todo.
― ¡No huí de ti! ¡Solo deje de lado todo lo que tenía que ver contigo!
Las palabras de su antiguo pupilo le hacía sonreír de manera irónica.
― ¡Kageyama! ¿¡Tiene algún tipo de relación con la academia Aliens!?― inquirió la entrenadora.
―Entrenadora Hitomiko Kira ¿Verdad? Bueno... le puedo decir que me estoy limitando a tomar prestada la fuerza de su majestad, el emperador de la Aliens.
¿El emperador? Las palabras de aquel hombre dejo a todos en un punto muerto. ¿Quién era ese? Todo lo relacionado con aquel instituto se hacía cada vez más complicado de seguir.
―Adelante Kidou, vayamos a ver a tus antiguos compañeros.
No lo pudo aguantar, ver como se marchaba sin darle ninguna explicación más le hizo hervir la sangre. No podía ser, habían prometido que no volverían a estar bajo el dominio de Kageyama. Era imposible. Mark, preocupado por su amigo fue tras él entrando en aquella "escuela". Siguiendo al mayor llegaron al centro del terreno de juego.
―Kidou, permíteme que te presente a unos viejos amigos que lamentaron lo que habían hecho y volvieron acatar mis órdenes.
Con aquellas palabras aparecieron ambos jugadores. Genga y Sakuma, dos grandes pilares de Original Instito Imperial y grandes amigos del castaño. Aunque ahora estaban muy cambiados. El cabello del castaño se encontraba más alborotado, algo que le daba una apariencia más fiera. El delantero, mantenía su parcha, solo que este estaba roto, permitiendo ver el tono anaranjado de sus pupilas entre el hueco oscuro.
―Vaya, cuanto tiempo. Pero si es Kidou.
Sus palabras de rabia escondidas tras un tono de alegría mantenían en tensión al mencionado. No podía creer lo que estaba viendo. No esperaba que se volvería a encontrar con ellos de este modo...
― Por qué... ¿¡Por qué!? ¿Por qué estáis siguiendo otra vez a ese hombre?
― Por el poder.
Todo lo hacían por el poder que Kageyama podía darles. Un poder con el que conseguir superar sus barreras físicas, aquellas que le hicieron perder contra el equipo de dioses dirigido por el comandante.
― Pero claro, que sabrás tú. Nos abandonaste para irte con el Raimon.
― ¡Mentira! ¡Yo no os abandoné, eso no fue así! ―la rabia que sentía hizo que comenzara a temblar―. Yo solo... no podía perdonarme. El no haber podido ayudar a mis compañeros cuando me necesitaban. ¡Y entonces-!
― No lo adornes. Reconoce que solo querías ganar al Zeus― las palabras secas y llena de rabia del castaño le dejaron sin argumentos―. ¡Lo que tu querías era poder para ganarles!
― Por eso... ¿¡por eso habéis vuelto con Kageyama!? ¿Es que no recordáis todo lo que ha hecho ese hombre?
Intento que volvieran con él que retomaran la cordura. Pero aquel manotazo de Sakuma... estaba claro, a sus amigos le pasaba algo y de este modo le sería imposible hacer que volvieran.
― Escucha... no tienes ni idea de lo que pasamos, no sabes cuánto nos dolía la humillación de estar en una cama de hospital.
Era horrible recordar esos días en la cama. Sentir la humillación de la derrota. Ellos, la gran y poderosa Original Instituto Imperial había sido derrotada por un equipo desconocido. La rabia recorría su ser. La llegada de aquel chico a su habitación no ayudo. Con cada palabra que salía de sus labios solo hacía que su enfado aumentara, que los latidos de sus corazones rugieran por una venganza.
― Coged esa rabia y guardarla dentro. Notad como hierve la sangre. Si lo hacéis podréis llegar haceros más fuertes. ¿Lo sientes? ¿Notas la fuerza de mis latidos? Es mi corazón rugiendo por ser más fuerte. Más, mucho más. Seguro que dentro de vuestros corazones resuena el mismo grito, un grito que dice que quiere ser fuerte. El más fuerte del mundo. Más incluso que ese Kidou Yuuto. Y para ser así de fuerte haríais lo que fuera. Incluso vender vuestra alma al diablo. ¿Verdad?
― ¿Saber qué se siente a estar en una cama de hospital sin poder hacer nada?
― No, nunca lo sabrá alguien que se unió al equipo del Raimon, y no ha dejado de ganar.
―Puede que tu hayas probado la alegría de la victoria. Pero nosotros lo único que hemos probado es la humillación de la derrota.
No podía seguir escuchando semejantes tonterías. Puede que si dejara el instituto imperial, pero solo fue para vengar a sus compañeros, hacer lo que no pudo hacer durante su partido contra el Zeus. Quería gritarle todo eso y más, pero Kidou no se lo permitió. No tenía caso discutir, era cierto, dejó a sus compañeros de lado, daba igual la situación. Arrepentido por haberles hecho sentir así inclinó la cabeza pidiendo su perdón, pero lo único que ganó fueron las burlas de Fudou y balonazos de parte de sus amigos. Sin poder aguantar más, y aunque se lo había pedido, se metió en medio teniendo uno de los balones. Habían olvidado lo divertido que es el fútbol, olvidado todo lo que ese hombre le había hecho pasar, por ello, ahí mismo les derrotarían y le demostraría que estaban equivocados.
Desde el puesto de mando, en el punto más alto de la nave. Se encontraba Kageyama, observando todo el campo desde sus pantallas, deleitándose con la victoria que veía próxima.
Ambos equipos se encontraban en el terreno de juego casi listos para comenzar con el juego.
― Con que ese hombre es Kageyama...― susurraba la entrenadora mirando el punto más alto―. Oye Kidou. Genda y Sakuma fueron tus compañeros de equipo, ¿no es verdad?
― Lo fueron, pero eso no es todo. Para mí lo siguen siendo.
― Bien... entonces tú te encargaras de ellos.
Estaba agradecido que le dejara a él encargarse d sus compañeros. Ellos no eran sus verdaderos rivales, sino Kageyama. Tenían que ganar fuera como fuera, demostrarle que por más trucos que usara no podría manchar el nombre del fútbol una vez más.
Ambos equipos ya se encontraban en la cancha, más serios que nunca esperando que el árbitro diera comienzo con el encuentro. La mayoría de Raimon miraban con seriedad a sus contrarios. Tenían muy claro que debían hacer. Pero el nuevo jugador aun le costaba un poco ponerse en situación...
El partido comenzó con el saque del equipo local, Fudou y Sakuma se adentraban con rapidez en el campo contrario, tanta que ni siquiera esperaron acercarse demasiado a portería para chutar. Sakuma, solo ante Endo llevó dos dedos a sus labios silbando con fuerza.
― ¡No Sakuma, no lo hagas!― gritaba el catorce corriendo hasta él tratando de detenerle. ― ¡Esa es una técnica prohibida!
Del suelo aparecieron unos pingüinos de color rojo, impulsados por una extraña fuerza llegaron hasta la pierna del delantero, enganchándose a ella cuando se preparaba para chutar. Esa era su técnica: Pingüino emperador N1. Un disparo que fue directo a puerta con una fuerza imaginable. Tal era que la Mano Fantasma de Endo no pudo hacer nada contra ella. Portero y delantero, tras tener contacto con esa técnica se encontraban a doloridos. Tal era el dolor que Sakuma acabó en el suelo de rodillas sufriendo en su cuerpo toda la carga que suponía realizarla.
― Sakuma. Tú... pero, ¿por qué?
― ¿Lo has visto Kidou? Este es mi Pingüino Emperador N1
Tan obsesionado con el poder que no le importaba lo que esa técnica podía hacerle. Solo deseaba acabar con el dolor de la humillación con la alegría de la victoria.
― ¡No vuelvas a utilizarla otra vez, es una súper técnica prohibida! El Pingüino Emperador N1 esta prohibido. ¡No debes volver hacerlo!
― ¿Te asusta ver que tengo una técnica que me permite estar a tú altura?
― ¡No es eso! ¿¡Es que no sabes que si utilizas esa súper técnica te puedes hacer daño?
No importaba cuantas veces quisiera convencerle. Sakuma estaba obcecado con su idea de ganar a cualquier precio. La ira contra aquel hombre aumentaba por segundos. Pensar que hasta hace bien poco él le seguía como un fiel subordinado...
― ¡Kidou! ― la voz de su capitán le sacó de sus pensamientos―. ¿Por qué es una súper técnica prohibida? ¿Y por qué puede hacerse daño si la usa?
Esta súper técnica fue creada por Kageyama, una técnica tan poderosa que provoca un dolor intenso por todo el cuerpo, por eso la catalogaron como una técnica prohibida y redujeron el impacto haciendo que el remate lo realizaran entre tres personas, creando así el Pingüino Emperador N2. Esta técnica era tan perjudicial que ejecutarla más de dos veces en un partido sería tu billete a no volver a jugar nunca más, pero la cosa no quedaba ahí, incluso quien recibiera el impacto sufriría un dolor similar al del ejecutor.
― Ya sabemos cual es nuestro plan. Que no le pasen el balón a Sakuma.
― Estoy de acuerdo. No me gustaría ver como pasa algo tan horrible delante de nuestros ojos.
― Yo también me pasaré a la defensa.
― Ichinose, Fubuki, vosotros encargaos de cubrir a Sakuma.
Con las nuevas ordenes dadas todos se volvieron a colocar en sus puestos esperando el saque de centro. Un rápido pase atrás hizo que el número catorce tomara el balón, con gran velocidad y agilidad rebasa a sus adversarios adentrándose junto a Someoka y Ichinose, les mostraría que su Pingüino Emperador era mucho mejor. Un silbido provocado a poner dos dedos en su boca, cinco pingüinos que salían del suelo dirigiéndose a toda velocidad junto al balón a los dos delanteros, un chut con todas sus fuerzas. Debía entrar, pero Genda no iba a dejar que eso pasará. Sus manos se posicionaron una sobre la otra, simulando la boca de un animal, echo su cuerpo atrás al tiempo que separa sus manos, en su espalda se llegaba a ver una pantera que abría la boca según él separaba sus manos, en el momento de juntarse el Colmillos Bestiales detuvo el disparó como si nada. Pero el cuerpo del portero sufrió las consecuencias. Esa también era una técnica prohibida. ¿Qué iban hacer ahora? No dejar que Sakuma tomara el balón era un buen plan, pero no lanzar a puerta cuando van perdiendo de uno... ¿qué debían hacer?
Las jugadas no llegaban a completarse. El balón no le llegaba a Sakuma, era un buen momento de robar el balón y lanzarse al ataque, pero cuando estaban solos delante de la portería solo le quedaba pasar al compañero. Los ataques llegaban uno tras otro, la Original Instituto Imperial no les dejaba ni un momento de descanso. Un lanzamiento de Fudou que fue despejado por Mark y sacado del campo por Bobby fue el momento perfecto para que Kidou volviera a intentar hacer que sus amigos recapacitarán.
―Abre los ojos Sakuma. ¡No entiendes que ganar el partido no vale de nada si os sacrificáis vosotros! ¿No lo entiendes? ¡Eh Genga!
― No, más bien eres tú quien no lo entiende, Kidou― sus palabras salían con severidad de sus labios sin ni siquiera ver a su antiguo compañero.
― La victoria lo es todo, tenemos que ganar. Da igual lo que sacrifiquemos para conseguirlo.
― Pierdes el tiempo si tratas de convencerlos. ― se introdujo en la conversación el capitán contrario―. Te aseguro que tratarán que conseguir la victoria como sea. Desean ganar con todas sus fuerzas. ― se detuvo a unos metros del castaño, un desafío cuando le pasó el balón...
Solo dejo salir toda la rabia que estaba sintiendo en ese momento. Fudou esquivaba a Kidou, pero este no se rendía y cargaba contra el otro dispuesto a robarle el balón y descubrir porque había metido en esto a sus compañeros, pero no llegó a tener una respuesta clara. Ambos se disputaban el balón. El de la cresta mantenía el esférico en los píes sin dejar que el otro llegara a olerlo. La habilidad de ambos era sombrosa, una técnica y velocidad casi perfecta. En uno de sus movimientos el collar que llevaba bajo la camiseta acabó saliendo a la luz. Alterando a la entrenadora de Raimon cuando lo vio.
Un nuevo ataque de ambos hacia el balón, el choque acabo con un golpe en la cabeza de ambos, sin momento que perder por el dolor volvieron a lanzarse a por el balón pateando al mismo tiempo. La fuerza que generaron era increíble, tanto que el balón no pudo aguantar más y salió disparado al cielo, justo en el momento que el arbitro hizo sonar el pitido final de la primera parte. Su enfrentamiento había acabado en empate.
El partido se volvía una locura. Desde nuestro banquillo podíamos ver como Sakuma y Genda no podían con su alma. Su respiración agitada sin acabar de poder respirar bien era preocupante. Aunque queríamos ayudar a Kidou a proteger a sus amigos, la entrenadora tuvo razón. No podíamos perder, y mucho menos abandonar el encuentro, hacer eso solo habría causado que en el siguiente partido ambos no pudieran volver a jugar al fútbol...
No iba a volver a dejar que alguien perdiera el fútbol por yo no poder hacer nada.
― Tu déjamelo a mí. Ya lo veras, en cuanto pueda remataré a portería con tal rapidez que ese tal Genda no tendrá tiempo de usar esa técnica. ―hablaba con arrogancia aquella faceta de Fubuki.
― Yo también me apunto.
― No te preocupes Kidou. Nosotros nos encargaremos de que no le de tiempo ni de ver por donde le vienen los tiros.
― Fubuki... Someoka... Rosen...
― Oye Kidou. No permitiré que le den el balón a Sakuma― Las palabras del americano le hacía tener más fe en conseguir hacer que sus amigos volvieran a entrar en razón. ― Si alguien sabe lo que duele no poder jugar al fútbol, ese soy yo.
― Ichinose...
Con la convención de todos de proteger a Sakuma y Genda ahora si podían disputar un partido con todas sus fuerzas. Ahora si que les mostrarían que el camino de Kageyama no es para nada el correcto.
Hibiki preocupado por la noticia de que Kageyama había vuelto a las andadas se dirigió a Bomaide dispuesto a ver con sus propios ojos que estaba sucediendo. Desde la distancia podía ver el submarino donde se estaba disputando el partido. No tuvo que esperar mucho para recibir la llamada de su antiguo compañero de equipo.
― Soy yo. Dime una cosa Hibiki, ¿no quieres ver la derrota del instituto Raimon de más cerca? Te había guardado un asiento especial.
― Endo y sus compañeros ya no me necesitan. Al igual que el mundo del fútbol tampoco te necesita a ti, Kageyama.
― En tal caso, quédate a verlo desde ahí. Veras como conseguimos vencer al Raimon y como mi venganza sigue adelante.
Sin decir ni una sola palabra más la llamada fue cortada.
El partido estaba por volver a dar comienzo, Fubuki se lanzó al ataque rebasando al capitán. El balón había quedado suelto y con un salto Rosen consiguió controlarlo con el pecho antes lanzarse al ataque junto a los otros dos delanteros. La defensa estaba por robarle el balón con un barrido, pero antes de que lograrán hacerlo pudo pasarle el balón a Someoka, aunque no parecía servir de nada. Someoka fue bloqueado por dos defensas. Ya no tenían la velocidad como para pillar a Genda desprevenido. ¿Qué podían hacer?
― Dejadle tirar. Sabemos que Genda parara el remate.
Frustrado a no saber que hacer la ideas le llegaron como una brisa helada. Antes la sorpresa de todos comenzó a realizar el Dragón Legendario. El balón iba directo a la portería, pero en el ultimo instante cambió su dirección dirigiéndose a la banda derecha, donde Fubuki se había conseguido adentrar sin ser visto. Ya era demasiado tarde cuando Genda quiso realizar su técnica, la combinación de la técnica de Someoka y de él ya estaba en el fondo de la red. Lo habían conseguido. Habían empatado. Ambos delanteros se encontraban al lado mirando con orgullo como habían conseguido marcar.
― Ya veo que no me pierdes de vista. Eh
― Me caes tan mal que siempre te estoy mirando, para ver cuando la fastidias. Ha sido muy fácil darte ese pase.
Un cruce de miradas rápido, aunque dijeran eso estaba claro que su relación había mejorado mucho desde su primer encuentro en Hokkaido. La idea de que esos dos pudieran fastidiar todo su plan ponía de los nervios a Fudo, debía de hacer algo con ellos dos.
Una nueva jugar, Someoka se adentraba en el campo rival buscando un nuevo gol. Pero antes de que eso pudiera pasar, Fudou había hecho una entrada contra él, con la mala suerte que su pierna estaba más levantada de lo normal, llegando a golpear el tobillo del pelirosa que el balón. Solo hizo falta ese contacto para que el delantero se retorciera de dolor y el arbitro tomara medidas contra el castaño.
Ver como Someoka giraba en el suelo sosteniendo su tobillo sin poder parar de gritar por el dolor hizo que todo el equipo se alterara.
Fubuki y Rosen a estar más cerca fueron los primeros en llegar. La chica se agacho junto al chico preocupada, en cambio el otro se encaraba al castaño acusándole que lo había hecho a propósito, tanta era su ira que estuvo apunto de golpear, si no hubiera sido por Someoka seguro que Raimon ahora mismo estaría con diez jugadores en el campo. La lección era grabe, no podía ni mantenerse en píe sin quejarse, debían cambiarlo.
― No me cambiéis.
― Someoka no hagas el idiota. ―protestaba preocupada la albina a ver como se levantaba y estaba a punto de caerse.
― Tal vez no pueda ayudaros, ¡Pero por favor! Déjame seguir en el campo. No quiero que Kageyama crea que ha podido conmigo. ―se agarró a los hombros del portero mirándole suplicante rabiando por dentro.
― Pero Someoka...
― Pues que siga, ¿no? ― las palabras de Fubuki llamaron la atención de todo. ― Lo único que pasará ahora es que tendré que hacer su parte y yasta. Seguiremos con la táctica, asi que esto no debería importarle, verdad entrenadora.
Desde ese instante el partido se volvió aun más rápido. Con nuestro gol el imperial buscaba el nuevo gol para alzarse campeones, y por más que Ichinose se interpuso le fue imposible impedir que Sakuma tomará el balón. Un nuevo disparo con esa técnica prohibida. El gol no llegó a sumarse porque Kidou y Mark lograron impedirlo, pero los tres sufrieron un gran dolor, sobre todo Sakuma.
Un ritmo frenético hizo que Kidou volviera a enfrentase contra Fudou, batalla que ganó el contrarió haciendo que Sakuma volviera a usar la técnica, ya era la tercera... Fue tan doloroso ver como no conseguía mover ni un solo musculo, ni siquiera un grito de dolor escapaba de sus labios. Pero lo que más me sorprendió y más sufrimiento causo fue ver como Someoka fue quien detuvo el balón usando la pierna que le dolía.
Este viaje... nos hizo perder a muchos compañeros...
Mientras todos trataba de ayudar a los jugadores malheridos, Fudou estaba junto a su comandante, escuchando como le llamaba patético e inútil, él también fue un peón más en su tablero. Lo único que quería era volver a resurgir con su poder y reencontrarse de nuevo con su mayor creación: Kidou Yuuto.
El detective Onigawara había sido avisado de donde se encontraba Kageyama, y junto a varios policías se disponían en volver a detenerle y sacar a todos a salvo, pero lo que nadie se esperó es que Kageyamase hundió con su submarino mientras las explosiones se sucedían por toda la nave.
En el muelle les esperaba una ambulancia dispuesta atender a todos lo que necesitaran de su ayuda. Tanto Genda como Sakuma se encontraban en una camilla.
― Lo siento mucho Kidou. Hacía tanto tiempo que no nos veíamos y... no puedo ni darte la mano.
― No importa.
― Gracias a ti he podido abrir los ojos, pero... me alegro mucho. Porque he podido ver tú mundo, aunque fuera solo por un instante. Asique... cuando me recupere volveremos a jugar de nuevo al fútbol. ¿De acuerdo... Kidou?
El agotamiento pudo con él.
― Claro te estaré esperando.
Mientras la ambulancia se alejaba, Ambos entrenadores de Raimon discutían apartados de los chicos.
― Estas equivocada Hitomiko. El trabajo de un entrenador es proteger a los jugadores, incluso aunque se traten del equipo rival.
― Estoy dispuesta asumir toda la responsabilidad por lo que les pase a los jugadores.
― ¿De verdad este es el resultado que estas buscando? Dime que es lo que realmente te motiva.
― Tengo que ganar, no me importa lo que haya que hacer para conseguirlo.
Desde la altura, aquel misterioso chico de cabellos rojos observaba a ambos adultos con el semblante serio...
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