Capítulo Veintiuno
Capítulo veintiuno.
Meredith Allen.
15 de marzo 2016.
—¡No puedes irte! ¿Por qué estás tan empeñada a arruinar todo lo que hemos construido?
No respondo, en su lugar la escucho alzarme la voz o quizá debería decir que me grita, porque no puedo tapar el sol con un dedo: está gritándome cómo otras tantas veces.
De nuevo viajamos en el tiempo para recordarme todo lo que hizo por mí, que me salvó, me dio una nueva vida, me dio un techo, comida, educación y posterior a ello un futuro exitoso en dónde no me ha exigido de regreso ni una cuarta parte de lo que invirtió. Habla tanto y hace tanto daño que sé que si me quedo a escuchar otro poco más, todo el buen ánimo que he reunido junto a la energía, se irá para arrastrarme a ese hoyo en el que odio caer.
El sonido de la silla siendo arrastrada cuando la muevo para levantarme, corta todo su discurso y le doy una sonrisa tensa.
—Gracias por haber tenido la decencia de un ser humano al darme derechos básicos que todo niño debería tener bajo sus tutores legales o sus padres —digo acercándome y dejando un beso en su mejilla.
Abrazarla es cómo hacerlo con una columna de hielo, no hay calidez y es una dura realidad. Retrocedo y le doy una larga mirada, preguntándome una vez más qué tan difícil era conocerme, quererme, aceptarme y amarme.
—No te vuelvas una decepción, Meredith. Aquí están los mejores trabajos incluso te relacionas con personas influyentes ¿No viste cómo todos hablan de ti y ese actor Romeo? ¡Tu encuentro con Dallas! Este es tu lugar.
—No estoy saliendo con ninguno de los dos.
—Pero eso te ha dado visibilidad. Llevas días aquí y ya todos hablan de ti. Mientras que en ese lugar no tenías tanto notoriedad. No arruines lo que hemos construido, Medie —Me toma la mano entre las suyas.
»Piensa en todos los sacrificios que he hecho por ti, en cómo podemos conseguir más. Me lo debes.
Comienzo a reír y cualquiera podría creer que me ha roto y quizá es así, pero no es necesariamente malo. Riendo veo su mano en la mía y luego su rostro, esos ojos que ahora reflejan una calidez que no siente.
—El boleto de Puerto Rico a Estados Unidos, la ropa de segunda mano de la que estoy agradecida, comida y habitación que supongo pagaba con mis horas de limpieza —Le sonrío—. Apuntes y materiales de escuela, toallas femeninas y tampones, calmantes y uno que otro medicamento cuando enfermé. Supongo que son unos miles de dólares —asiento—, pero ¿Cuánto cuesta esta casa?
»¿Cuánto cuesta todo el personal que tienes para ti? ¿Tus viajes? ¿Tus caprichos? ¿Los autos? —Saco mi mano de la suya—. ¿Cuánto facturas al mes por mi trabajo? En efecto me adentraste a esta industria, pero son mis inexplicables horas de trabajos y proyectos los que traen el dinero, mi esfuerzo, mis horas de sueño perdidas, mi superación. Todo.
»Yo ya no te debo nada —Y es la primera vez que digo las palabras en voz alta—. Tú me debes todo esto, lo que eres, tus lujos. Todo —Hago una pausa—. Soy alguien sin ti, pero ¿Quién eres tú sin mí?
—Medie, no te permito qué...
—No me importa —Doy un paso hacia atrás—. Ya no me importa. Me tienes agarrada por el contrato, pero ¿Sabes? En el 2017 acaba y no tendré ninguna obligación económica contigo. Ya no te debo nada.
»Me duele amarte en soledad, porque te quiero y estoy tan agradecida de que me salvaras de un infierno, pero estoy tan dolida. Me siento culpable de pensar que no me diste lo suficiente y de haberte atrapado en un cuidado que no querías, pero lo he pagado bastante dándote años de mi vida y trabajo. Te ha dado tanto que creo que no tengo más que ofrecerte.
»Y te he llorado muchísimo, pero ya no puedo hacerlo más, no puedo seguir mendigándote ni escucharte menospreciarme.
—No te he menospreciado nunca.
—Incluso negándolo me menosprecias. Si no pudiste amar a Meredith Allen Lynch, dudo que hayas amado a Mary Alena López Lynch.
—¿Qué se supone que es todo esto? ¿Me abandonas? ¿Me pagas así?
—No te estoy abandonando, pero dejo de huir de ti. Me voy porque así lo quiero, no porque me aterre que me atrapes. Ya no se trata de ti, se trata de mí.
»Estaremos en contacto, pero las cosas serán a mi manera, en mis condiciones. Cuídate de mucho y por favor, deja a mi padre en paz. Él solo quiere comenzar una nueva vida y no me quiere hacer daño, déjalo vivir en paz.
—Lo defiendes...
—Lo dejo vivir su oportunidad, tiene derecho a hacerlo y ni tú ni yo tenemos el derecho de empañarlo con falsos testimonios. Si haces algo que lo perjudica te puedes olvidar de mí.
—¿Lo pones por encima de mí?
Pienso en el padre que me abrazó en un auto explicándome lo que era el SIDA, el que al crecer estuvo presente en ocasiones y sobre todo en el que disparó aquel arma para salvarme y huyó, con el que nunca me dejaron volver a tener contacto. Aun no estoy en el punto en donde sea capaz del perdón, pero poco a poco mis dedos se aflojan sobre el rencor y el infinito dolor que siempre me acompaña.
Y él dice que me espera incluso cuando nadie nunca lo ha hecho.
No hemos hablado, pero le hice llegar una carta en donde le explicaba que estaría fuera del país, que esperaba que estuviese bien y que se cuidara, no le di garantías, pero escribí con los ojos conteniendo lágrimas que esperaba algún día ser capaz y estando dentro del auto lo vi llorar mientras la leía al lado de Alvin en las escaleras de la entrada de aquel viejo edificio.
—¿Qué te dijo mi papá el día en que lo viste en la cárcel antes de traerme contigo?
Un par de veces hice la pregunta al crecer, la primera vez se enojó gritándome que olvidara el pasado y la segunda vez se burló de mi pregunta estúpida haciéndome saber que ella era todo lo que tenía porque mi papá solo amó a mi madre y yo solo fui una consecuencia.
Tenía miedo, lo sucedido fue traumático e incluso cuando ebrio el huyó luego de disparar, lo esperé. Era todo lo que conocía y era mi papá, quería que me hablara, que viniera por mí, que lo intentara, que nos diera una vida normal.
—Nada que valga la pena —Me responde con simpleza.
—Eso solo me dice que valía la pena ser escuchado —suspiro—. Me voy, tía Rochelle, cuídate. Te estaré llamando cuando pueda, te quiero y te estoy agradecida, pero algún día esto tenía que pasar.
—Supongo que crie a un cuervo que ahora me saca los ojos —dice cuándo comienzo a alejarme.
—Lo gracioso es que incluso antes de venir contigo, ya me estaba criando sola —Le hago saber alejándome y saliendo de su enorme casa pagada con años de mi trabajo.
Aun no la dejo ir y tal vez no dije lo suficiente, pero siento menos peso sobre mis hombros, en mi alma.
***
17 de marzo, 2016.
¿Cuándo piensa aparecer?
Doy una mirada a mi reloj y muevo con impaciencia los pies. La verdad es que tengo hambre, mucha, porque invertí muchísima energía ejercitándome y mi cuerpo, que no hizo ninguna actividad física cuando estuve en Los Ángeles claramente está en descontento conmigo.
Hubiese preferido hacer ejercicio en la tarde porque estoy recuperando mis horas de sueño y sé que se me vienen días ajetreados para ponerme al día por todos los compromisos que se aplazaron el tiempo que estuve fuera de Londres, pero también sé que Maximiliano se ejercita en las mañanas porque es la mejor oportunidad que tiene para hacerlo.
Pude haberle escrito e incluso hacerle una llamada, pero luego de tanto silencio y mi último mensaje ultra dramático sobre que siempre supo que me iría, siento que es mejor el factor sorpresa cara a cara para que no pueda huir o ignorarme ¿Por qué no le envié un mensaje con algo simple cómo "te aviso cuando regrese"? Tengo que admitir que lo que le envié se lee catastrófico y cómo un mensaje de "hasta aquí nos conocimos", pero en mi defensa fueron días bastantes duros.
—Hola a ti, señorita modelo— dicen desde un lado y me sobresalto.
Al girar encuentro a Kid sonriéndome y recargando la espalda de la pared en la que me apoyaba. Abro y cierro la boca antes de sonreírle, él me agrada incluso si somos básicamente desconocidos.
—Hola... —Saludo tratando de no detallarlo mucho porque no quiero hacerlo incómodo.
—Te hacía en tierras lejanas o que te habías rendido con el ejercicio.
—Soy súper disciplinada —Le hago saber alzando la barbilla y él ríe separándose de la pared.
—¿A quién esperas cómo leona en la entrada de vestuario de caballeros?
—Podría mentirte, pero puesto que seguramente sabes en dónde está a quién espero, seré honesta: estoy esperando a Max.
—Max tiene aproximadamente media hora entrenando, no necesitaba venir a cambiarse. De hecho le debe de quedar otra media hora más —dice con diversión—. Has estado perdiendo el tiempo aquí.
—¿Qué? —Hago un gesto exasperado con la mano y su sonrisa crece—. ¿No estás bromeando?
—Hablo en serio. Llegó con Fire hace rato y ahora entramos Puck y yo. Te aconsejo que lo atrapes ahora que está entrenando, porque la verdad es que su humor ha sido extraño los últimos días.
»En fin, qué gusto ha sido verte, extraña —Pasa por mi lado para entrar al vestuario—. Suerte con Max.
Continúa su camino y admito que doy un rápido vistazo porque es muy difícil no hacerlo luego respiro hondo y salgo de esta área adentrándome una vez más al área de máquinas en donde descubro que aún hay pocas personas y que de Max se encuentra con un pantalón negro de algodón ajustado y una camiseta holgada gris, acostado mientras hace levantamientos de pesas.
Me acerco a paso lento, descubriendo con cada paso que trae el cabello humedecido por la transpiración y que dicho sudor se desliza por su cuerpo humedeciendo hasta oscurecer varias partes de la camisa, los bíceps desnudos se abultan por el peso que sostiene y sus venas son bastante visibles, además hace uno que otro sonido a medida que toma respiraciones.
El hombre de cabello castaño y ojos mieles que se encentra haciendo abdominales no muy lejos me ve con ojos entrecerrados antes de darme una pequeña sonrisa y alzar la mano en saludo, no lo conozco, pero le devuelvo el gesto.
—Joder —exhala Max cuando deja la barra de pesas en su lugar seguro y flexiona los dedos.
Tomo la que supongo es su toalla y me inclino por encima de él.
—Qué boca más sucia, Maximiliano —Anuncio mi presencia.
Su ceño se frunce, pero luego parece ubicarse porque me da una mirada de reconocimiento mientras se incorpora haciéndome retroceder y toma la toalla que sostengo para pasársela por la frente sin quitarme la mirada de encima.
Me estoy mordiendo el labio inferior porque no habla, simplemente toma la botella de agua y una vez ha saciado su sed, vuelve a clavarme la mirada intensa que me hace mover de manera inquieta los pies.
—Es una sorpresa verte aquí—dice cuando deja de beber agua—, pensé que no estarías de nuevo por estos lugares basándome en el último mensaje.
—Soy así de inesperada.
—Hola, Allen, bienvenida —dice con lentitud.
—Gracias, Maximiliano. Tuve que hacer un viaje de improvisto, por eso me fui, pero aquí estoy, dispuesta a terminar todo mi trabajo pendiente y me dije que saludaría a mi buen amigo aprovechando que vinimos a entrenar a la misma hora.
—Ya veo —Apoya un codo sobre la rodilla para que su barbilla se recargue de la palma de su mano—. Supe de ti por las noticias.
—Chismes con los que debes de estar familiarizado, ya sabes cómo funciona.
—Algunos chismes a veces son verdades, aprendí de eso con BG.5.
—Y algunos son falsos.
Mueve la cabeza de lado a lado sopesando mis palabras para después ponerse de pie y avanzar hacia mí, trago, pero no me muevo.
Hay un ambiente raro entre nosotros que no defino si es de enfado, tensión o alguna otra emoción, tal vez es una mezcla de todas ellas. Se detiene cuando las puntas de sus zapatos deportivos tocan los míos y baja el rostro para verme con ojos entrecerrados.
—¿Por qué lo hiciste?
—¿Qué cosa?
—El tweet ¿Por qué vas y haces una locura cómo esa?
—Porque quise —Enarco una ceja—. Además, fue una broma.
No creo que fuese una broma realmente, pero a veces decimos tonterías y además seguramente es lo que quiere escuchar.
—¿Una broma? —Sacude la cabeza y aprieta los labios—. Por favor no vuelvas a participar en ese tipo de bromas.
Ahora el tono de su voz es diferente, un tanto más serio e incluso distante y se me baja todo al estómago. Me siento perdida, me fui durante unos días y siento que se borraron todos los progresos que habíamos tenido.
Me da otra larga mirada antes de besarme en la mejilla, pero no se siente adecuado ni real.
—Bienvenida a Londres, Allen. Espero sea una buena estadía para ti. Nos vemos luego.
Y se aleja.
Se va incluso si no ha terminado su rutina de ejercicio.
Pero ¿Qué rayos ha sucedido? ¿Esperé toda una hora para eso?
Tengo un cumulo de emociones ardiendo en mí: incredulidad, desconcierto, decepción y molestia. Pero ¿Qué le pasa? ¿Solo así pasará de mí?
—Pues bien, tendré una increíble estadía sin ti, ni siquiera te necesito. No necesito a nadie para ser feliz y pasarla súper genial—digo a su espalda incluso si no puede escucharme—. Eres un estúpido y además te alejas pavoneándose.
—No creo que se esté pavoneando —dice una voz masculina que me sobresalta.
Giro y encuentro al castaño que hacía abdominales, es más alto de lo que esperaba y de complexión atlética. Tiene hoyuelos en sus mejillas debido a su sonrisa.
—Soy Fire, guardaespaldas de BG.5 y Max no se pavonea —Me dice con diversión—. Solo está haciendo una salida dramática porque está molesto y se contiene.
—Soy Meredith Allen y supongo que Fire no es tu nombre—digo parpadeando hacia él—. Y sobre Max ¿Quiere eso decir que estaba molesto antes de mi llegada?
Él se ríe y sacude la cabeza ¿Qué es tan gracioso?
—Eres divertida y mi nombre es Finees —Extiende la mano y de manera distraída la estrecho—. ¿Sabes qué no le gusta a Max? Ser una broma cuando las cosas para él son serias y...
—¿Y?
—Y acabo de escuchar que dijiste que hiciste un asunto muy público cómo una "broma". Tal vez esperaba otra respuesta —Se encoge de hombros—. Cómo sea, no es mi asunto. Ten buen día y reflexiona, Meredith Allen.
Aun siendo todo hoyuelos comienza a alejarse, dejándome igual de enredada mientras camina hacia la salida por la que acaba de irse Maximiliano.
Suspirando me dejo caer sentada en el banquillo en donde hacía sus pesas hace unos minutos, quedándome con la vista puesta en mis zapatos.
—Te vas unos días y todo se vuelve un puto caos ¿Reflexionar? Pero ¿Yo qué le hice? —pregunto a la nada.
»Pues no voy a rogarle —Alzo la barbilla—. No hice nada malo y él solo es un idiota. Mi consciencia está muy limpia.
Mascullo un montón de palabras cómo una especie de consuelo porque la verdad es que estoy afectada y decepcionada de este reencuentro. No es lo que esperaba y admito que me siento bastante perdida.
***
18 de marzo, 2016.
—¡Lo entiendo! —grito en el carro y Loraine emite un grito agudo mientras el delineador liquido negro se desliza por su mejilla en un gran manchón.
—¡Allen! ¿Por qué gritas así? —gruñe viendo su maquillaje arruinado.
—Lo siento, lo siento —lucho contra la risa, pero estoy sonriendo.
Porque lo entiendo.
El problema tal vez no sean los múltiples rumores persiguiéndome, quizá es un poco sobre la manera en la que me fui y cómo le di a entender que no volvería, no se trata del tweet.
Cuando llegué hasta él, en su mirada había más que enojo e incluso se acercó a mí, me preguntó y todo se enfrío cuando dije en voz alta que todo había sido una broma. Rebobino el reencuentro desde mi llegada fingiendo que nada sucedió hasta sus silencios esperando más de mí.
Tú no desapareces, preocupas a alguien, haces un caos mediático y luego llegas diciendo "hola" y fingiendo que nada pasó, mucho menos cuando consideras a ese alguien tu amigo. Y no se trata de que tenga que contarle todo por obligación, pero pude manejar las cosas mejor, él también, pero ahora que lo pienso pareció mucho cómo una emboscada de mi parte en donde manejé las cosas de formas superficiales.
¡Pero él tampoco dijo algo! ¡Dios! ¿Por qué tiene que ser todo tan complicado? Necesitamos hablar.
—Loraine.
—¿Qué? —responde molesta intentando quitarse el delineador líquido a prueba de agua.
—¿Por qué nos complicamos tanto la vida?
—Porque somos imbéciles —gruñe y yo sonrío.
—Eso tiene sentido.
Vuelvo la vista a la ventana viendo las calles familiares, me gusta Londres incluso si es muy diferente de dónde vengo. Mi teléfono vibra y debido a que solo recibo notificaciones de cuentas a las que sigo, siento curiosidad al ver las de mi twitter iluminar la pantalla. Uno tras otros, llegan mensajes de diferentes personas, pero todas vinculadas.
Dexter_Jefferson: Heyy!! ¿Quieres venir a una fiesta de puta madre? Estás de suerte, tenemos una. Te dejo la foto del lugar y hora ¡¡¡Te esperamos!!! Trae regalo no seas una maldita tacaña.
HarryJefferson: Espero te encuentres bien (: no sé si los demás te han contactado, pero tengo entendido que conoces a pocas personas en Londres y que estás aquí (perdona, pero es que salía en todas partes) y pensamos que podrías querer venir al cumpleaños de Andrew y divertirte un poco ¡No estás obligada! Pero creo que te gustaría (:
McQueenDoug: Necesitas que pasemos por ti? Cómo dice la imagen hay fiesta y si yo fuese tú no me la perdería (aunque luego podemos negociar vídeos). Pero ven SOLA no traigas a ninguna cita y por favor mucho menos a ROMEO en serio eso sería peligroso aunque si es tu novio ¡Rayos! Tráelo porque es amigo de Kurt, pero si no es tu novio VEN SOLA.
McQueenDoug: posdata: ¿Te sientes feliz de haber vuelto a Londres? Si es así pues qué bien y llegaste a tiempo para la fiesta
McQueenDoug: posdata de posdata: oye no te asustes porque te pedí que vinieras SOLA, es que te seré honesto: creo firmemente en el poder de tu tweet. Si el tweet era real y no una BROMA ven SOLA.
EthanJones: Si no vienes estás bastante tonta, puede que hayan dulces horneados por mí, nadie se pierde eso
Andrew_Wood: hola, Allen, me sentí mal de que aquella vez te fueras y no alcanzara a conocerte o despedirnos, quedó un profundo malestar en mi ser que se podrá curar si vienes este 21 de marzo a mi cumpleaños en donde serás muy bien recibida e incluso serás de mis invitados especiales ¿Qué dices? En serio, en serio, llenarás el vacío del desplante de ese día si vienes.
BG5_Official: ¡Ven al cumpleaños de Andrew! Todos unidos en cadena para #UnaNoviaParaMax 🧡
—¿De qué te ríes? —Me pregunta Loraine aun limpiándose el maquillaje.
—De algo muy divertido que acabo de leer —Apuesto a que mi sonrisa es muy amplia—. He recibido unos mensajes muy lindos.
—¿De quién? Claro, si quieres decirme.
—De unas personas que creo que quieren ser mis amigos londinenses —Leo de nuevo los mensajes y sacudo la cabeza riendo.
»¿Tengo algún evento de noche este 21 de marzo?
—Creo que no, pero déjame confirmar.
Asiento en espera y no dejo de sonreír ante la ocurrencia de estos chicos con los que apenas si he interactuado. Ahora más que querer ir para aclarar todo con Max y para que las cosas entre nosotros no sean incómodas, también quiero ir porque me acaban de hacer sentir bienvenida y eso me emociona...Mucho. Siento como si fuésemos personas fuera de la industria y unos chicos agradables y geniales me invitaran a compartir un momento especial, es hasta halagador.
—Estás despejada, pero yo sí tengo reunión con varias personas. ¿A dónde piensas ir?
—A un cumpleaños —Bloqueo el teléfono sin responder—. ¿Qué le regalas a un hombre que posiblemente lo tiene todo?
—¿Un reloj? ¿Calcetines? ¿Condones?
—No le regalaré condones. Eso es demasiado para una primera fiesta de cumpleaños.
—Te ves risueña ¿A dónde te han invitado?
—Al cumpleaños de Andrew Wood.
—¡Joder! —Suelta un silbido—. Mi bebé ahora se codea con la verdadera realeza de Inglaterra, los niños de BG.5.
—Creo que estoy emocionada, no puedo dejar de sonreír.
—Sí, estás sonriendo muy raro —Se ríe—, pero te ves adorable. Me alegra verte así luego de días tan tristes.
—Me encanta este lugar, Loraine —Sonrío viendo la ventana.
—Me doy cuenta de ello, cariño.
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