Capítulo Veintiséis
Capítulo veintiséis.
Meredith Allen.
10 de abril, 2016.
Dex: ¿Y bien? Jodidamente necesito información
Doug: suéltalo
Allen: aun no entiendo la idea de este grupo
Doug: por supuesto que lo sabes
Dex: ¡TODOS JODIDAMENTE LO SABEN!
Allen: ¿Quiénes son todos?
Doug: nosotros tres
Rio y la estilista alisándome el cabello me sonríe, ella me agrada porque ha sido súper simpática y no me jalonea el cabello mientras lo alisa para esta sesión de fotos que lo amerita.
El nombre del grupo en el que aparecí junto a Dexter y Doug hace unos días y que se llamaba "Hola, no te puedes salir" ahora se llama "seguimiento exclusivo M&M".
Allen: ¿M&M cómo el chocolate? ¡ME ENCANTAN!
Doug: eh no, no lo vuelvas incómodo
Doug: es M&M cómo Maximiliano y Meredith ¡Fue mi idea! Soy bueno en esto de los shipp
Oh, wow, tengo un shipp con Max, qué inesperado y qué divertido cómo lo plantean.
Dexter: entonces, suelta la maldita información. Nos estás matando
Entrecierro los ojos hacia la pantalla pensando en si debo ignorar el mensaje o responder, no creo que ellos sean tontos y no sepan que nos estamos viendo de una manera no oficial, pero exclusiva, es decir, viven enviando fotos al grupo cada vez que ven a Max sonreírle al teléfono que es cuando casi siempre me responde un mensaje y también me regalan fotos casuales de Max en tanto trabaja aunque no las pido y a cambio le envío al propio Max fotos mías y aunque no las pide, sé que le gustan porque no me dice que deje de hacerlo.
Allen: Me ENCANTA el shipp, suena delicioso cómo nosotros :D
Doug: Espera ¿Es una referencia sexual traviesa?
Allen: quién sabe...
Dexter: listo, bienvenida jodidamente abordo. Ya quedas oficialmente invitada a mi boda
Allen: gracias, ya tenía mi propia invitación de ir con Max
Cosa que me tomo por sorpresa, porque lo preguntó de una manera tan casual e inesperada, cómo si no fuese gran cosa, cómo si siempre llevara citas consigo a la boda de sus amigos y cuando lo pregunté en un mensaje directo a Andrew Wood por Twitter– porque en serio estaba alucinada – la repuesta de éste fue:
"Heeeey ¿Qué tal estás? Tengo fotos contigo de mi cumpleaños muy divertidas.
Supe que Max y tú se llevan BASTANTE bien.
Respondiendo a tu pregunta: ¿Traer citas o acompañantes a las bodas? Lol, nunca. Max siempre viene solo, es uno de esos solteros que las solteras se quieren comer a bocadito.
Pero me gusta la idea de verlo llegar contigo ¡Te veo en la boda!"
A lo que yo respondí:
"Quiero y deseo esas fotos que dices tener ¡Dime cuál tengo permiso de subir en mi Instagram storie.
Max y yo nos llevamos muy bien *risa y pestañeo insinuante*
Respondiendo a la respuesta de tu respuesta: ¡Ufs! Esta vez no habrá bocaditos para las solteras.
Ahí te veo, iré con él ¡Hasta la boda!"
Y poco después recibí diez fotos bastantes divertidas en donde publiqué una en donde Andrew sale con los ojos cerrados sonriendo en tanto apoya su brazo en mi cabeza que también tengo los ojos cerrados y una sonrisa muy amplia. Mi descripción fue simple: "no recuerdo el chiste, pero estuvo bueno @Andrew_Wood" a lo que Ethan me respondió: "lo amo, pero no mientas, sus chistes son horribles" y Harry "Uhmm no creo que haya sido tan gracioso. Buena foto."
Me alucina un poco que parece que un día desperté y ya era tratada cómo una gran amiga por BG.5 y puedo admitirme a mí misma que me resulta emocionante y me llena de calidez porque son experiencias que no viví antes y porque tampoco me esperaba tal relación, normalmente pensarías que serían más reservados porque he conocido a muchas personas así, pero simplemente me dieron un vistazo la primera vez y luego ya estaban bromeando conmigo, porque si mal no recuerdo en la foto que he subido, Andrew bromeaba sobre que yo podía ser su taburete pese a que era modelo y no pequeñita, pero me llamó bajita – cosa bastante falsa, si bien soy de las modelos más bajas, mi 1.70 no es bajo –, pero él bromeaba sobre ello, cabe destacar que iba ebrio.
Poco después de ese intercambio con BG.5, me llegó el mensaje de Leslie Anderson que tenía mi número porque se lo di en esa misma fiesta con la idea de que nunca me escribiría porque bueno, tengo esta idea de que las personas luego me quieren lejos o son solo encuentros casuales porque se cansan de mí, pero al parecer no es así.
Su mensaje decía algo cómo: ¡Hola, gran amiga! (aunque no tengas que salvarme de los paparazzi esta vez). Te espero en la despedida de solteras de mi hermana, estará muy buena. Doy grandes fiestas y las invitadas son geniales. Cuento contigo.
Ella no me invitó, ella me dijo que fuera y entonces yo decidí que por supuesto voy a ir, lo que también admito me tiene emocionada.
Mi teléfono vibra con otro nuevo mensaje y descubro una foto en el chat grupal, de nuevo sonrío. Es una selfie de Dexter y Doug mejilla con mejilla, con grandes sonrisas y de fondo se ve Max hablando por teléfono.
Decido responderles con mi propia selfie en la que salgo sonriendo y con la estilista planchándome un mechón de cabello, encantada con los resultados que se ven bastante espontaneo, se las envío antes de bloquear el teléfono y prepararme para otro día de trabajo.
Poco después cuando casi terminan con mi cabello, comienzan a hacerme un fuerte maquillaje en neón y luego estoy en el set quitándome la bata, con un poco de frío, pero a gusto dándole a la cámara cada mirada que el fotógrafo me pide. Son trabajos cómo estos en los que me siento cómoda y los que disfruto, los que me recuerdan las cosas que me gustan de mi trabajo y el amor que le tengo en la misma medida en la que a veces quiero correr y abandonarlo.
Agradezco que el concepto de la sesión de fotos sea feliz y empoderamiento, con esa vibra de alegría y disfrute, porque de esa manera no tengo que contener mi sonrisa pensando en que los últimos días han sido más allá de agradables.
Mucho más que agradable.
Esa madrugada de mi cumpleaños cuando llegamos al apartamento de Max, lo hicimos riéndonos y sacándonos la ropa, aunque primero se fue la peluca y gemí de alivio junto a placer cuando sus dedos me masajearon el cuero cabelludo, para después derretirme en cuanto sonrió viendo el desastre de rizos salvajes que quedaron libres. Ni siquiera llegamos más allá de su sofá en donde me desnudó y en efecto me quitó el piercing del pezón tras chuparlo para reemplazarlo por el de oro que me regaló y que una vez estuvo puesto también lamió, chupó y mordió haciéndome volver loca de deseo. Me demostró una vez más lo que era tener un orgasmo intenso con su boca sobre mis pezones y dos de sus dedos enterrados profundamente dentro de mí, para cuando baje de mi nube me subió de nuevo a una haciéndome montarlo mientras sus manos se deslizaban por mi cuerpo y me veía con intensidad.
No me puedo quejar del sexo que he tenido en mi vida, pero Maximiliano le cambia la vida a cualquiera, representa un parámetro entre el antes y después, me encanta todo de él tanto de manera sexual cómo fuera de ello. Pero nunca nadie me tomó con tanto deseo y pasión, cómo si no tuviese suficiente, como si fuese consciente de que no me romperé ante la manera en la que me hace arder, es cómo si le hablara a mi cuerpo en un idioma que nadie antes se atrevió. Es aventurero, sexy, mandón y tan seductor que me vuelve nada o tal vez debería decir que me vuelve todo.
Me gusta la forma en la que duerme en su lado de la cama y amanece en la misma posición mientras yo ruedo por todo el colchón hasta terminar pegada a su espalda, me encanta cómo no enloquece al despertar cuando gira y me encuentra ahí, por el contrario sonríe y hace alguna broma sobre lo encantadores que son mis rizos o mis sutiles pecas y sobre cómo lo persigo en la cama incluso dormida en busca de más.
—Es que soy jovencita y estoy llena de energía —Bromeé haciéndolo reír— y tú no estás tan viejo, aguantas lo que exijo.
—Te doy más de lo que exiges —Garantizó girando en la cama y ubicándose entre mis piernas, sobre mí, enjaulándome en sus brazos.
—Es verdad, siempre me das más de lo que espero —respondí ampliando mis piernas y refiriéndome a más allá del ámbito sexual.
Los últimos días no hemos alcanzado a vernos con tanta frecuencia, pero cuando quedamos siempre pasamos horas o viene a quedarse a mi apartamento si yo no voy al suyo, intercambiamos mensajes y si no nos vemos ese día, entonces llamadas antes de ir a dormir. Es divertido, serio en algunas ocasiones, burlista cuando menos lo esperas y un tanto odioso más de lo que puedo contar. También un par de veces hemos tropezado en el gimnasio a la misma hora, pero no hemos vuelto a usar la ducha de discapacitados sobre todo porque siempre está acompañado y somos moderados.
Loraine dice que estoy perdida y yo solo me encojo de hombros, no lo niego y cuando me pregunta qué pasará cuándo me vaya – que se supone dejamos en claro todo terminaría – me vuelvo a encoger de hombros porque no quiero pensar en ello actualmente incluso cuando sé que esa no es la solución.
Ahora, si alguien pudiese decirme cómo no caer rendida por un hombre que te seca las lágrimas cuando despiertas en tu cumpleaños y en lugar de unas felicitaciones recibes un mensaje de tu tía diciendo un "es una pena no celebrar tu nacimiento porque decidiste romperme el corazón" o que te hace el desayuno y tiene "hijos" que te envían mensajes de cumpleaños cómo si se conocieran de toda una vida, lo escucharía. No creo que alguien pueda enseñarme a cómo no caer cuando comienza a enviarte mensajes inesperados y comparte vídeos de su sobrino súperdotado que son súper divertidos, te envía desayuno al set si te vas sin comer y conoce tu ubicación o te envía otros veinticuatro lirios cuando te quejas de que los otros se marchitaron.
Maximiliano no me advirtió que sería un increíble novio temporal.
No me advirtió que sería el mejor novio que he tenido ni que se volvería una de mis personas favoritas en todo el mundo.
—Eso es —dice el fotógrafo haciendo múltiples clic en su cámara—, mantén esa sonrisa, Meredith ¡Me encanta! Esa sonrisa me dice "Soy bastante feliz y me lo merezco" mantenla, por favor mantenla.
Sí, yo también quiero mantener esta jodida sonrisa.
***
12 de abril, 2016.
Está lloviendo, algo que pasa muy seguido en Londres, pero siento que hay distintos tipos de lluvia.
Está la lluvia que te induce un buen sueño con una sensación de calma cómo si te purificara. La lluvia melancólica que te hace pensar en todo y en nada, la lluvia frustrante que arruina tus planes, la lluvia que se siente cómo un nuevo comienzo, la que llamo lluvia del romance que es ese momento especial compartido cuando pequeñas o fuertes gotas descienden del cielo y también está la lluvia de tristeza cuando sientes que el cielo llora cómo lo haces tú o cómo deseas hacerlo.
Sin embargo, con el tiempo te das cuenta de que no son distintos tipos de lluvia, se trata de la persona y el cómo se sienta, por eso para mí la lluvia que cae hoy es de tristeza porque una vez más mis pensamientos van a Alfredo López, mi papá.
Mientras veo las gotas caer hago un recuento por nuestra complicada relación, desde esos momentos buenos a los que me aferro hasta los malos que siempre he querido olvidar. Tal vez mi proceso de perdón habría sido más llevadero si no hubiese sido obligada a suprimir lo que pudo ser mi sanación, me arrebataron mis raíces y las posibilidades de reconciliarme con ellas siendo muy joven y ahora que soy casi dueña de mi vida, todas estas cosas me asustan.
Me asusta viajar a Puerto Rico, me asusta cada vez que me adentro en el pasado y lo sufro, me asusta encontrarme con mi papá, me asusta perdonarlo y que aun siga doliendo, me asusta no ser capaz de dejar el dolor atrás, de aferrarme a ello eternamente, porque esa es la razón por la que mi felicidad nunca parece completa: el dolor sordo que aun late en mí.
Loraine se mantiene en silencio en el sofá en tanto no despego la mirada de la ventana cerrada, viendo las gotas de lluvia correr por el cristal empañado.
—Él está bien —confirmo las palabras que me acaba de decir.
Porque no importa que tanto me duela su abandono y descuido, no importa que aún no sea capaz de sentarme a hablar con él o tocarlo, todavía quiero que esté bien, todavía creo que es justo que haga algo bueno de su vida y se reintegre a la sociedad, estoy demasiado decidida a no dejar que mi tía le cierre las puertas por su miedo de que todo explote.
Alfredo cometió muchos errores de los que aún no estoy lista para perdonarlo, pero Alfredo también fue a la cárcel por salvarme e incluso si en primer lugar estuve en una situación vulnerable por su irresponsabilidad, me sienta bien saber que ya no se encuentra dentro de una cárcel en mal estado con la vida pasándole por encima.
Su libertad es algo que nunca he querido quitarle y no lo odio ¡Solo Dios sabe cuánto mi tía se empeñó en que lo hiciera! Sí, tengo un resentimiento infantil que corresponde a la niña que creció necesitándolo y a la adolescente que pensaba en cómo su vida sería diferente si él estuviese, pero no lo odio, mi amor nunca pudo transformarse en eso incluso si se volvió un amor frágil.
—Extraño lo que pudimos ser —Le confieso a Loraine— y extraño más lo que podemos ser ahora, pero estoy aterrada. ¿Crees que alguna vez estaré lista, Loraine?
—No se trata de que yo lo crea, cariño, es cuando tú así lo decidas.
Suspiro y giro dándole una sonrisa a medias.
—Asegúrate, por favor, de que mi tía no haga una estupidez con respecto a él. Ella está demasiado silenciosa al respecto, demasiado mansa las pocas veces que me ha llamado por teléfono.
Sé que trata de manipularme, tal vez de hacerme sentir culpable por estar lejos o engañarme haciéndome creer que reflexionó, cómo si aún fuese esa tonta adolescente hambrienta de su amor, es decir, ella ni siquiera me llamó en mi cumpleaños, en lugar de ello, tras su mensaje esa mañana, al día siguiente tomó una foto de un pastel y escribió "pudimos celebrar tu cumpleaños, pero no quisiste", no una felicitación, pero si una táctica para hacerme sentir mal y casi funcionó.
Sé que en algún punto, cuando me toque irme de Londres a Paris durante unas breves semanas y luego volver a Los Ángeles, tendré que tener una conversación seria con ella, sin huir, sin doblegarme y con mis emociones bien puestas para no dejarla manipularme. Temo ese día, pero comienzo a entender que es necesario.
—¿Quieres que me quede esta noche contigo? —Me pregunta cuando me siento a su lado en el sofá y recargo la mejilla de su hombro.
—No, quiero que te vayas porque Max vendrá después y aunque no va a follarme porque me duele el vientre, si quiero acurrarme y tenerlo solo para mí.
—Ustedes no suenan cómo un rollo o algo temporal.
—Pero es lo que somos porque me voy, siempre me voy.
—No siempre tienes que irte, cariño, no hay nada de malo en tener un hogar.
—Yo no tengo uno.
—¿Estás segura? —susurra con voz suave, mi respuesta es encogerme de hombros.
—Entonces ¿Te vas? No quiero compartir a Max hoy.
No es que ella haya coincidido más de un par de veces con él, pero se ponen raros con sus conversaciones de representantes y para mi sorpresa se llevan bien, justo después de que durante cinco minutos Loraine actuara cómo una mamá gallina, se desenvolvían bastante bien en una conversación. Me encanta que puedan hablar de muchas cosas sin ninguna incomodidad, pero mis hormonas menstruales y yo queremos los ojos y la atención de Max en nosotras.
—No tienes que ser tan dulce —dice con sarcasmo ante el hecho de que básicamente la estoy corriendo, poniéndose de pie—. Me voy, tendrás a tu Max para ti sola.
La sigo hasta la puerta y cuando la abro, el mencionado ya se encuentra ahí sacudiéndose las gotas de lluvia del cabello y dándonos una pequeña sonrisa.
—Hola, Loraine.
—Hola y adiós, porque al parecer hoy no se te permite ver a más nadie —Lo pasa de largo y yo rio dejándolo entrar.
—¿Qué fue eso?
—Tonterías de Loraine —digo envolviéndolo en mis brazos—. Hola, Maximiliano.
—Hola a ti, pequeña descarada.
Antes pensé que Maximiliano no era una persona de abrazos, capaz ese sea el caso, pero conmigo todo parece tan natural cuando me devuelve el gesto. Me duele el vientre, la cabeza y aun me siento triste, pero entre sus brazos me siento mejor.
—Hueles a galletas —dice olisqueando de manera exagerada en mi cuello, lo que me hace reír.
—Comí otras galletas ya que no te puedo comer a ti hoy.
—Uhmm —Recarga su barbilla de mi cabeza en tanto me abraza—. Tengo mucho con lo que ponerme al día y leer sobre contratos, pero puedo quedarme contigo un par de horas. ¿Qué quieres hacer?
—¿Podemos estar así ese par de horas? Exactamente cómo ahora, eso me gusta —susurro apretándolo más fuerte con mis brazos.
—Creo que nos cansaríamos, pero podríamos sentarnos —Se ríe— o acostarnos, creo que una siesta me gustaría. Ha sido un día bastante ajetreado y poner una pausa sería verdaderamente agradable.
—Entonces hagamos eso.
Lo guío hacia mi habitación en donde se saca los zapatos y poco después nos encontramos acostados de costado frente a frente, pero tiene que estar realmente agotado porque mientras paso mis dedos por las ondas castañas de su cabello, la expresión de sus rostro se relaja y poco a poco sus ojos se ven cerrando hasta quedar completamente dormido.
Continuo acariciándole el cabello y sonrío porque nadie me dijo Maximiliano Greene pudiera gustarme tanto. Me gusta estar aquí, casi pensaría que así se siente tener un hogar.
***
14 de abril, 2016.
Nunca en mi vida había estado en una despedida de soltera, vi películas, pero pensé que lo salvaje era una simple exageración, pero no, resulta que no mentían.
Bueno, en un principio la despedida de soltera de Elanese era tranquila, pero unas horas después la historia es muy diferente.
El lugar es asombroso, cosa que le digo a las invitadas cada vez que tengo oportunidad incluso a las dos compañeras de trabajo de la novia que con timidez me pidieron una foto que no me molesto darles.
Pero retomemos unos pocos del principio para entender por qué bailo en una barra cómo si el mundo se acabara:
Loraine me dejó en la entrada del salón de fiesta cómo a una niña en su primer día de prescolar incluso bromeó sobre cómo debía portarme bien y no tomar nada de otros niños, le pregunté si quería quedarse porque estaba más que nerviosa de integrarme a un grupo en donde todas ya se encuentran familiarizadas y a mí me conocían de manera breve por la fiesta de cumpleaños de Andrew de la que me escapé con Maximiliano, pero mi buena amiga y agente se rió y me dijo que ya tenía los condones y lubricantes para su fiesta loca de orgasmos ni siquiera entiendo en qué momento consigue ligar tanto.
Así que fui algo tímida saludando a todas, sobre todo porque Leslie, quien es con quien más he hablado y confianza he tenido, no había llegado, sin embargo Grace no tardó en acercarse y ser linda mientras sacaba diversos temas de conversación y luego se sumó April, quién yo ya sabía es la novia de Kurt Johnson y amiga de Romeo porque éste último me lo dijo. A partir de ahí poco a poco me fui mezclando y para cuando la novia, Elanese Anderson, llegó me sentía a gusto y más en confianza con el pequeño grupo de mujeres; al menos lo suficiente para que cuando se hizo la insinuación de que haré feliz a Max si se estresa al ellas rompen las reglas, yo respondiera: "Solo si él me lo permite y todos sabemos cómo es" lo que trajo risas y unos pequeños gritos que me hicieron sentir cómo una adolescente que tiene amigas y bromea sobre el chico que le gusta, fue experiencia tan nueva.
Fui capaz de brindar en tanto seguía la dinámica de decir una ventaja sobre Elanese casándose con Dexter Jefferson, que desde mi punto de vista hay muchísimas, y aunque no conozco en profundidad a la futura esposa, también pude decir algo en su honor.
Las bebidas comenzaron a llegar y todos saben que el licor quita muchas inhibiciones, razón por la cual en algún punto de la noche, cuando todavía me encontraba sobria, terminé al lado de Kaethennis Jefferson contándole sobre cómo amaba los vídeos de sus niños, espero no haber sonado rara por la manera en la que dije que vivía por esos vídeos adorables y divertidos, pero ella simplemente rió diciendo que sus bebés eran maravillosos, pero también se hacían sentir, después le pregunté sobre su fecha de parto y cuando ella me preguntó qué tal todo con Max, yo respondí:
—No puedo describir cómo va, pero quiero más.
A lo que la pelinegra, que me presentaron cómo Bridget, rió cuando escuchó al llegar con nosotras.
Me sentí súper bendecida cuando Kaethennis dijo que su bebé se movía y me invitó a tocar su vientre, fue raro, no sé si me gustan los niños o quiero alguno en mi vida, pero también fue curioso y nuevo, no mi sensación favorita, pero por la manera en la que ella sonreía supe que era un momento especial en el que tenía conexión con su bebé. Me quedé junto a ella y Bridget, que me enseñó fotos de tus dos espectaculares hijos de ojos azules, unos pocos minutos antes de que Hilary me arrastrará a beber unos chupitos de tequila y me hiciera preguntas aleatorias que no tenían ningún tipo de conexión.
En mi mente la visualicé con Doug, con ropa nada pervertido, y tuve que admitir que hacen una pareja poderosa, eso explica porque tienen un bebé tan lindo y cuando lo comenté, fue bastante comunicativa sobre cómo siempre estuvo enamorada del rubio y los dolores de cabeza que éste le hizo pasar.
—A veces lo odiaba a rabiar, pero que feliz me sentía cuando ponía sus ojos en mí —suspira reuniendo sal en el dorso de su mano—. Siempre recuerdo nuestro primer beso y la primera vez que tuvimos sexo.
—Memorable —comento de manera distraída tomando un trozo de limón.
—Fue mi primera vez —Se ríe—. Llegué y comencé a desnudarme, él no sabía qué hacer. Parecía que lloraba cuando decía "detente, detente."
—Oh, fuiste mala —Me entusiasmo con la historia—. ¿Y qué pasó después?
—Terminó de romperse, no pudo resistirse —Ambas bebemos otro chupito— y no me arrepiento de haber ido esa noche, estaba cansada de fingir que no quería estar con él, de imaginar cómo sería estar con él, sus besos, caricias, todo.
—Y ahora estás casada con él.
—Y sigo teniendo sexo fabuloso junto a un hombre que me ama y me enloquece —Suspira—. Espero consigas eso.
No quiero casarme, no es algo que necesite para ser plena en mi vida y no me mata hacerlo, pero si quiero eso de complicidad y buen sexo con alguien que me ame. Algún día, pienso que alguna vez me tocará a mí.
Después de una charla un poco más sin sentido y borracha con Hilary, me acerqué a Leslie para felicitarla por su creatividad porque los juegos eran muy, muy divertidos y cada vez me sentía más integrada al grupo, me trataban cómo a una amiga, cómo a una más de ellas, parte de la familia.
Mi juego favorito fue el Dexter tamaño real con quien teníamos que aplastar globos y aunque me caí de culo y fue algo doloroso, Hilary me ayudó a levantarme mientras me retorcía de la risa y lo volvía a intentar.
Generalmente suelo beber muy poco y mis borracheras las puedo contar con una mano, incluyendo cuando conocí a la familia de Maximiliano, y es porque le temo a las resacas además del punto más importante: me aterra caer en algún tipo de adicción. Al crecer en un entorno con un enfermo a la adicción al alcohol, me aterra perder el control de mi cuerpo o volverme una adicta, no quiero ser esa persona que se esclaviza al poder de unas gotas de licor, pero por esta noche me dejo llevar.
Tequila, vodka, algún coctel afrutado y me tienes bailando con la sexy morena que baila cómo una diosa y que me sonríe.
—¡Serás mi mejor amiga! —Le grito girando a su alrededor y es posible que me encuentre arrastrando las palabras.
—¿Lo seré? —pregunta sonriendo y asiento antes a abrazarla.
Huele rico y se siente cálida y ¡Mierda! Está tonificada. Naomi, así se llama mi mejor amiga que baila conmigo con una agilidad increíble y me enseña a hacer nuevos pasos, ella se emociona cuando descubre que soy casi tan flexible cómo ella.
—¡Deberías venir a hacer yoga conmigo!
—Me encanta el yoga —grito con emoción.
Nunca en mi vida he practicado yoga, pero si digo que me encanta, es porque me encanta.
Las demás parecen moverse a algún juego, pero mi nueva mejor amiga y yo nos retorcemos una contra la otra, de espalda, de frente, con nuestras manos viajando sobre el cuerpo de la otra en tanto sudamos y siento la música correr por mis venas. Muy pocas veces tengo la oportunidad de bailar con tanta libertad.
—¿Conoces a mi esposo? —grita Naomi.
—¡¿Estás casada?!
—Con un sexy rubio abogado que es hermoso y tiene unos sentimientos preciosos. Jeremy es la persona con los sentimientos más bonitos. Lo amo.
—¡Quiero conocer a tu esposo!
—Oh, tienes que conocerlo.
—¡Tú conoces a mi novio! —Le digo.
—¿Lo conozco?
—¡Sííí! Tiene unos brazos súper fuertes, me puso de cabeza y me comió.
—No hablo español —Me dice haciendo un puchero.
—¡Pero sí es fácil! Déjame y te enseño.
Y entonces me vuelvo una versión prohibida de mí en donde le enseño malas palabras que repite de manera graciosa.
Bailamos, bebemos y cuando me dice que puede mostrarme cómo hacer yoga, la aliento a que lo haga, alguien me acusa de que estoy hablando en español y le piden a Naomi que paré porque supuestamente podría caerse y partirse la cabeza, yo no lo creo y ella tampoco, pero al final logran convencerla.
Los tragos no dejan de llegar, Leslie está dando órdenes, pero luego se detiene porque la más pequeña, quien se llama Katherine ¡Y Dios mío! Se desayuna, come y cena a Ashton Bratter, parece que va a vomitar y debe llevarla al baño.
—¡Meredith! —Gritan mi nombre y giro buscando la voz, encontrando a Naomi sobre la barra—. ¡Ven y baila conmigo!
—Qué genial —digo maravillada avanzando.
—No creo que debas hacer eso —Me dice Kaethennis, pero sus ojos brillan con diversión, no me detiene—, pero si quieres hacerlo, hazlo subiendo desde la silla, así no te caerás.
—Es una idea maravillosa.
Cómo puedo consigo subir y así es cómo termino bailando en la barra, sintiéndome poderosa bailando sobre ella con Naomi mientras la música corre por mis venas. Amo cada segundo en el que saboreo una especie de libertad, no me duelen los pies, el alma o el pasado. Bailo y rio cantando, ignorando alrededor.
Aplaudo y grito cuando Elanese reaparece con un velo de novia blanco hermoso ¿La boda es hoy? Ow, qué bonito ¡La boda es hoy! Pero Leslie se lo quiere quitar cuando aparece, lo que me parece cruel y Elanese lucha para que no lo haga, pero Leslie es insistente y se lo quiere quitar.
—¡Es su velo! —grito, pero nadie me escucha—. Déjala, es su boda y su velo, no se lo puedes quitar.
Dándome cuenta que no me prestan atención, resoplo y volteo a ver a Naomi que aun baila. Sé que estoy sonriendo en tanto me muevo al ritmo de la canción y con los ojos cerrados, percibiendo de manera muy leve una conmoción alrededor, pero no me importa mientras sudo canción tras canción.
Hay un lado de mi cerebro que me hace saber que en unas horas mi cuerpo se sentirá adolorido y con una resaca del infierno, pero me digo que vale la pena.
—¡Mi esposo! —grita Naomi sacándome de mi entrega total a la música.
Y cuando abro los ojos, encuentro con las manos recargadas en la barra a un rubio bastante atractivo que la ve con ojos a medio cerrar, una sonrisa tonta y mirada ebria enamorada.
—Bonita —Le dice a Naomi—, la más bonita.
—Mira a mi nueva amiga —Me señala— y amiga, él es mi esposo.
—Wow es sexy —digo sentándome en la barra para poder bajar y luego acercarme a darle un abrazo una vez mis pies están sobre el suelo—. Amo a tu esposa.
—Yo también la amo —Me sonríe cuando retrocedo.
Naomi se arroja a sus brazos y sin ningún tipo de vergüenza los veo besarse antes de que se vayan a bailar, creo que fui ignorada en medio de su pasión y deseo ni siquiera me ofende.
—Son una pareja muy bonita —murmuro moviendo la cabeza al ritmo de la música, pero dejando de hacerlo cuando lo veo.
Maximiliano Greene con una camisa básica color tinto de mangas cortas que abraza sus bíceps, jeans ajustados y mirada penetrante puesta en mí. Se abre paso para alcanzarme, o eso me gusta creer, y en consecuencia me encuentro presionando las piernas juntas porque repentinamente estoy excitada, súper excitada sin importarme que aún estoy en mi periodo, a mi cuerpo no le importa nada más cuando ve a Max.
Estoy seguramente con las pupilas dilatadas en el momento en el que se detiene frente a mí, haciéndome tomar una respiración honda en tanto no me toca, pero me hace consciente de su presencia, lo siento en todas partes incluso mi cerebro cree oportuno recordarme la manera en la que se siente cuando empuja dentro de mí con esa mirada intensa y absorbente atrapando a la mía.
—Estás borracha —dice sonriendo, ubicando cada una de sus manos a un lado de mi cuerpo, agarrando el borde de la barra.
Eso concluye en que felizmente me encuentro enjaulada con su cuerpo y eso hace que el corazón se me acelere.
—No soy la única en ese estado —respondo de manera elocuente porque un rápido vistazo el lugar me garantiza que solo hay tres personas sobrias: Kaethennis, Harry y Leslie.
Bueno y Maximiliano.
Tal vez por eso nadie nos presta atención, eso y el hecho de que las luces bajan hasta que resulta difícil identificar bien las cosas, sin embargo pese a la poca luz, percibo la intensidad de su mirada y ¡Dios! Quiero saltar a sus brazos y gritar cosas cursis y apasionadas sobre él, me tiene en un embrujo del que no quiero salir.
—Baila conmigo —pido.
Y pienso que me dirá que no, pero en este mismo lugar, contra una barra y encerrada en sus brazos: Maximiliano Greene, baila conmigo.
Es lento, sexy, bueno y seductor, es cercano y cálido.
Él ni siquiera me toca, nuestros cuerpos producen calor, pero apenas se rozan lo que me parece infinitamente más enloquecedor que si nos restregáramos en seco.
Hay gritos alrededor, cantos y risas, pero nos encerramos en este pequeño momento por lo menos durante dos canciones antes de que alguien grite su nombre y lo arrastre lejos de mí y yo acabe sin darme cuenta bailando y riendo con Doug McQueen.
Escucho a varios decir mi nombre, escucho anécdotas que no entiendo, Dexter Jefferson me da un súper abrazo diciendo lo feliz que está de verme y consigo una camisa empapada de tequila cuando Grace tropieza y me arroja la bebida encima:
—Dile a Max la lama —Me dice con entusiasmo lo que en realidad es una buena sugerencia—. ¡Maaaaaax!
—¡Papi Max! —grita Dexter.
—¡Maaaaax! —Lo llama Bridget.
—¡Papi Maaaax! —grita Doug.
Todos comienzan a gritar su nombre hasta que aparece despeinado, sobrio y con una mirada de desconfianza hacia el círculo que se ha formado.
—¿Qué sucede? —pregunta viendo de uno en uno, pero deteniéndose en la manera en la que la tela húmeda se adhiere a mi pecho.
—Me arrojaron el tequila —Le hago saber sonriendo.
—Lame el tequila de Meredith —Se ríe Grace—. Es que la mojé mucho.
—¿Escuchaste jodidamente eso, Ethan? Grace mojó mucho a Allen —Grita Dexter.
—Me mojó —asiento—, me hace sentir húmeda —Garantizo.
—Y si tu chica está húmeda, ayúdala —Sugiere Bridget con una sonrisita—, no creo que quieras que lo haga otro.
—¡Lamela, lamela, lamela, lamela! —Comienza a entonar Doug haciendo que su canto crezca y otros se unan.
Max suspira, ve hacia el techo mascullando algo que no alcanzo a escuchar y luego me toma de la mano sacándome de los gritos y abucheos que quedan detrás de nosotros. Estoy tan ebria que siento que parpadeo y aparecemos en uno de los baños con sus manos sacándome la camisa empapada de licor.
—Oh... ¿Tendremos sexo? Te advierto que aún tengo la menstruación.
—Solo el cielo sabe lo que dices en español —Murmura tomando toallas de papel y humedeciéndolas un poco para limpiarme por encima del sujetador, pero resopla—. Eso no funcionara, vamos a sacártelo.
—Uy, quieres desnudarme.
Riendo por lo bajo estira los brazos detrás de mi espalda y lo desabrocha, dejándome con las tetas al aire y dando un vistazo apreciativo breve antes de sacarse la camisa y ponérmela, cosa que no hago fácil.
Cuando tengo la camisa puesta no puedo evitar aspirar hondo su olor y luego beberlo con mi mirada porque es que su cuerpo es un paraíso visual. Me encanta muchísimo este hombre inexplicablemente quiero abrazarlo, así que no consigo resistirme y me pego a su cuerpo, abrazándolo con fuerza y presionando la mejilla de su pecho desnudo.
—Cuando pienso en irme y no verte más se me arruga el corazón. Me gustas mucho, mucho y agradezco tanto la amistad que también me das —arrastro las palabras—. Eres dulce conmigo, paciente y tan apasionado, me has ayudado a descubrir cosas de mí. Me importas mucho, mucho. Quiero ser tu Allen, tu Mary Alena siempre.
—Allen —dice con suavidad, pero riendo por lo bajo—. No entiendo el español.
—No hay mucho que entender, cariño —Canturreo alzando el rostro para sonreírle, su mirada captura la mía y sonríe cuando el hipo borracho me asalta.
—Alguien está muy, pero muy borracha y tendrá una horrible resaca.
—Max —hipo— eres mi —hipo— persona —hipo —favorita.
Con un pulgar me acaricia el pómulo y mi borrachera dice que me sonríe con ternura, va a hablar y de manera torpe le presiono el índice en los labios para que se calle antes de abrazarlo.
—Max —hipo—es que yo —hipo— te quiero mucho —hipo.
Te quiero, digo en español.
Te quiero, digo en inglés.
Y no sé qué responde, pero sonrío y sonrío mientras disfruto lo que resta de la noche y luego despierto con la peor resaca de mi vida.
Misss amores, aquí más de esta parejita.
No quiero hacer llorar a nadie, pero aquí quedan aproximadamente diez o menos capítulos, así que disfruten de todo lo que resta sea bueno o malo jejeje.
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Espero les guste.
Un beso.
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