Capítulo Dieciséis
Capítulo dieciséis.
Meredith Allen.
5 de marzo, 2016.
Tengo demasiadas llamadas de mi tía y también tenía una llamada perdida de Puerto Rico. Una sola llamada del lugar en el que viví durante mi infancia fue suficiente para desestabilizarme el mundo.
Soy una cobarde, ni siquiera puedo estar tan segura de la razón de la llamada, pero hay pocas opciones y todas son aterradoras porque mi pasado siempre ha sido algo enterrado al que me he negado darle alguna otra mirada. En cuanto a las llamadas de mi tía, a ella no le respondo porque nuestras últimas conversaciones han sido tensas, sobre todo porque ha estado más pasivo-agresiva con sus palabras de lo habitual, supongo que se encuentra tensa con todo el asunto del pasado que pueda arruinar esa imagen perfecta que inventó de mí para la prensa y el público.
Sé que ignorar sus llamadas no es lo mejor, pero simplemente quiero fingir por unos pequeños instantes que nada de ello es real, que no existe, que solo soy una modelo con bastante trabajo que se parte el cuerpo entrenando, le pasan cosas desastrosas y babea por el representante de BG.5, quiero ser únicamente esa persona en este momento.
Suspirando veo que mi teléfono vibra de nuevo en mi mano, pero esta vez se trata de Loraine, lo que me trae alguna especie de alivio, pero antes de contestarle verifico que no hay nadie en los vestuarios del gimnasio en donde me he estado refugiando la última hora con todo esto de las llamadas pérdidas.
Recargándome de uno de los casilleros, finalmente respondo la llamada de Loraine y tras un saludo algo tenso, porque creo intuir por qué me llama, se hace un pequeño pero incómodo silencio.
—Tu tía me llamó, dice que te ha llamado incontables veces y no has respondido, lo que puedo entender, pero algo en su voz me alertó un poco.
»Más allá de ser problemática y molesta cómo siempre, su preocupación y estrés sonaban muy reales e insistía que necesitaba hablar contigo.
Cierro los ojos y me masajeo las sienes, siento que podría tener una migraña ¿Cómo es que no puedo tener días buenos continuos? Cuando me siento bien siempre aparece algo que me hace retroceder y sentir agobiada.
— ¿Allen?
—Estoy aquí —susurro—, te he escuchado. No tengo ganas de hablar con mi tía en este momento, muchas veces ha llamado de esa manera y solo se trata de reprocharme o hacerme sentir mal, además, está molesta porque lleva casi cuatro meses sin verme...
—No lo sé, esto me parecía serio, intenté sacarle información, pero no quiso decirme.
Ella solo es recelosa con el pasado y si no le dijera a Loraine sería porque desconoce que entre mi agente y yo no hay secretos, además Loraine juega el papel de mi mejor amiga y una noche simplemente lloramos juntas sobre mi pasado.
—Tal vez la llame más tarde o responda su próxima llamada.
— ¿Estás bien?
—Estoy bien, solo que pensar sobre mi tía molestándose o llamándome con tanta desesperación me hace sentir incómoda. Hablaré con ella más tarde y te pondré al tanto.
— ¿Por qué sigues aun en el gimnasio? Ray me dijo que terminaste de entrenar hace poco más de una hora.
—Mi equipo de seguridad es tan chismoso —Finjo quejarme, pero la verdad es que les tengo aprecio—. Tomé una ducha larga, luego solo me quedé revisando mis redes y después pensando.
No le digo que "pensar" se traduce a agobiarme viendo la cantidad de llamadas pérdidas y teniendo la vista clavada en el número de Puerto Rico.
— ¿Y qué piensas hacer ahora? Tienes la tarde libre, pero una cena en la noche.
—Supongo que iré a casa y ordenaré comida para llevar...
—Espera, espera —Hace una pausa significativa.
— ¿Qué pasa?
—Por primera vez has dicho unas palabras que nunca escuché —Se aclara la garganta—. Llamaste al apartamento "casa" y pude escuchar el sentimiento hogareño en tu voz.
Me paralizo, ni siquiera me di cuenta, salió de forma natural.
—Hemos estado viviendo en temporadas cortas en diferentes países y ciudades, hemos estado durante más de seis meses en Los Ángeles y nunca, pero nunca dijiste que ibas a casa.
Por el contrario muchas veces alegué que poseía propiedades, pero no una casa, no un lugar al que muriera por volver y que se sintiera cómo mi zona segura, pensé que nunca experimentaría tal sentimiento por lo cual es abrumador descubrirlo hoy y que suceda en un lugar en donde no planeaba o planeo quedarme por poco más de unos meses.
Nunca me quedo demasiado tiempo, siempre hay un nuevo lugar en el que trato de encontrar alguna especie de paz y distancia.
—No...Me di cuenta.
— ¿Sientes que Londres es tu hogar? ¿Tu lugar?
—Yo no tengo hogar, tengo propiedades y Londres me gusta, pero nunca me quedo en ningún lugar.
Creo que sueno a la defensiva e insegura, pero Loraine lo deja pasar, sabe que hoy no estoy teniendo un buen día.
—De acuerdo, además de ir a casa —prosigue— ¿Qué planeas hacer?
—Tal vez tomar una siesta, eso mejoraría mi humor.
—Bien, descansa, trata de relajarte un poco. Debo irme, tengo reunión con tu equipo de abogados y el de finanzas.
Intercambiamos un par de palabras más y luego la llamada finaliza. Estoy tentada a presionar llamar a mi tía, pero me acobardo en el último minuto y me digo que lo haré después mientras tomo mi bolsa de ejercicio y salgo del vestuario de mujeres para casi tropezar con el pecho de un Maximiliano Greene recién duchado.
Su mano sobre mi hombro me estabiliza y cuando tomo una larga respiración, percibo gel de ducha y ese olor exquisito que siempre parece envolverlo. Trae el cabello mojado, pantalón negro y un suéter que vislumbra el cuello de una camisa blanca debajo. Me doy cuenta de que también más que un rastro de barba parece que no se ha rasurado en días y le queda bastante bien, tal vez todo lo queda bien.
Chequear a Max casi me hace relajarme lo suficiente de lo que me agobiaba hace unos minutos.
— ¿Me estabas esperando? —Tanteo aunque no espero que lo admito incluso si ese es el caso.
Verás, le gusto – tal vez le encanto – a Max, pero tendrá que haber un milagro para que lo admita y supongo que está bien porque no sé qué haría con esa información en voz alta, estoy segura de que me haría cometer locuras y ser insensata.
—Sí, te estaba esperando.
Estoy avergonzada de que mi boca cuelgue abierta y eso de hecho lo hace dibujar una pequeña sonrisa, pero es que su respuesta ha sido tan inesperada.
— ¿Escuché bien?
—Llegué hace una hora a entrenar y creí haberte visto venir a los vestuarios, supuse que te habías ido —Se encoge de hombros—, pero Hunter comentó que no habías salido, está afuera vigilando, hoy no quiso entrenar.
»Se preocupó, vine a verificar que todo estuviese bien y aquí estamos.
—Aquí estamos —susurro antes de sacudir la cabeza—. Estoy bien, solo ha sido un día bastante atravesado, pero ya iba de salida.
Permanecemos en un extraño silencio que se siente muy pesado, pero no de una mala manera, solo es esta tensión que crece a través de cada encuentro.
Abro la boca para decir algo, pero él también lo hace y luego nos silenciamos. Lo intentamos nuevamente y el resultado es el mismo, por lo que no puedo evitar reír mientras él se rasca la barbilla.
Queriendo quitarle el peso a mi día y deseando compartir más tiempo con Max porque sé que mi día podría transformarse en algo más agradable con su presencia, además de que encontrarme con él luego esos besos intensos en aquella terraza, que incluyeron algún nivel de manoseo, me llena de una emoción cada vez más intensa.
— ¿Me invitas a almorzar? Planeaba hacer eso y hacerlo con un amigo, suena encantador —Sonrío, pero luego hago una mueca que no es fingida—. No quiero comer sola, eso a veces cansa.
No responde, en su lugar se dedica a darme una larga mirada antes de que se acerque haciéndome retroceder, pero no lo suficiente porque consigue alcanzarme mientras lleva sus labios a mi oreja.
— ¿Quieres quemarme? —pregunta y mis cejas suben.
—Es una manera poética de llamarme fuego o ardiente, tomo ambos cumplidos.
Ríe contra mi oído antes de retroceder y darme un leve asentimiento que interpreto cómo una señal para que lo siga, lo cual no dudo en hacer porque el hecho de que Max no luche o proteste ante mi audacia de invitarme a comer con él, es algo que no pienso cuestionar.
—Debo decirle a Ray —anuncio cuando salimos de las instalaciones, por fortuna la prensa no sabe que me entreno en este lugar—, que es mi guardaespaldas.
—Lo sé, es a quien llamaste cuando subiste a mi camioneta por equivocación.
—Qué buena memoria —Estoy francamente sorprendida de que recuerde un detalle tan pequeño—. Ahora vuelvo.
No me toma mucho tiempo decirle a Ray que siga la camioneta en donde iré con Max y cómo siempre, él tiene disposición y buen humor mientras me dice que no hay problema. Cuando regreso con Max, está esperando para que suba a la camioneta y me sigue en los asientos traseros, adelante se encuentra Hunter que gira para darme una sonrisa divertida.
—Hola, Harold —saludo.
—Hola a ti —Me guiña un ojo—. ¿A dónde debemos llevarte hoy cómo rescate? Dime que esta vez recuerdas la dirección.
—Iré a comer con Max —asiento hacia mi lado en donde el mencionado se encuentra escribiendo con rapidez en el teléfono.
—Oh, eso es inesperado e intrigante —dice Hunter volviéndose en su asiento y poniendo el auto en marcha.
— ¿Cómo está tu esposa? —Mi pregunta parece tomarlo por sorpresa e incluso Max se detiene de escribir para verme—. ¿Qué? Recuerdo que dijiste que estabas casado y te harían dormir en el sofá o algo así.
—Ah, no dormí en el sofá esa noche y mi esposa está bien.
—Está embarazada, a poco de dar a luz —Me dice Max— ¿Un mes?
—De hecho dos —responde Hunter.
Desearía que el cinturón de seguridad me permitiera estirarme lo suficiente para apretarle el hombro en felicitación, pero me conformo con hacerlo de forma verbal.
—Felicidades —Sonrío—. Nunca he convivido con bebés.
—Ten cinco minutos con BG.5 y su tropa y tendrás la experiencia completa —comenta Max y cuando volteo a verlo está escribiendo en otro teléfono.
¿Cuántos teléfonos tiene? ¿Cómo escribe y cambia con tanta rapidez?
—Es en serio —prosigue—. Puedes encontrar diferentes tipos de niños en el pequeño grupo, es cómo desbloquear niveles o girar una ruleta llena de sorpresas.
— ¿Cuánto tiene el más pequeño?
—No nace todavía —responde y alza brevemente la vista del teléfono—, pero no puedo decirte quién está embarazada, no es público aun.
—Entiendo. Me pondría un poco nerviosa tantos bebés, pero es porque nunca he convivido con ellos, no sé qué hacer ¿Y si los dejo caer?
—Si dejas caer a un bebé BG.5 dudo que vivas para contarlo —Me consuela Max— y eso también lo digo en serio.
—Muchas gracias por tus palabras consoladoras.
No alza la vista del teléfono, pero lo veo sonreír. Vuelvo de nuevo mi atención a Hunter.
— ¿Niño o niña? —sabe que me refiero a su bebé.
—Niña.
— ¡Ay, qué bonito! Cuando ella crezca ¿Quieres que le enseñe la mirada de tigresa empoderada?
—Eso sería un honor —Me sonríe a través del espejo retrovisor.
—Genial, pondré el recordatorio para dentro de cinco años —Le guiño un ojo haciéndolo reír.
Milagrosamente Max guarda los teléfonos y clava la vista en mí, lo que me hace removerme un poco.
—Tienes ojeras.
—Eso no es un halago.
— ¿Estás segura de que te encuentras bien, Allen?
—Sí, solo dormí poco.
Rebusco en mi bolsa de gimnasio hasta encontrar un tubo de corrector y un espejo compacto, comienzo la tarea de cubrirme las ojeras que tampoco son tan grandes. Luego lo guardo y giro el cuerpo para poder enfrentar a Max.
— ¿Mejor? —pregunto.
—No lo decía por algo estético, lo decía porque no descansar hace daño.
—Cuánto cinismo se respira en esta camioneta —canturrea Hunter y Max aprieta los labios.
Sonriendo me inclino hacia Max y me doy cuenta de la manera en la que se tensa, lo que me hace entrecerrar los ojos hacia él.
— ¿Crees que voy a besarte? —pregunto enarcando una ceja—. No pienso robar el próximo beso.
»Me acerqué para decirte que descanso más que tú, pero admito que dormí poco, sin embargo, planeo dormir mucho después de mi cena de negocios.
—No pensé que fueras a besarme —asegura, pero no le creo.
—Apuesto a que lo hacías y que de hecho estabas fascinado con la idea —Sonriendo me acomodo en mi asiento—. Lo entiendo, doy unos besos mortales y tú unas recostadas bestiales.
Escucho a Hunter reír y Max simplemente entrecierra los ojos hacia mí justo cómo lo hacía yo hace unos instantes. El transcurso del camino a cual sea nuestro destino, lo empleo conversando con Hunter, haciendo preguntas al azar que él me responde con diversión.
Mi día que hasta hace poco era tenso y angustiante, se aligera lo suficiente para que sea capaz de relajarme.
— ¿Estás con BG.5 desde el principio, Harold?
—Sí, junto a Pet, habían otro par, pero estuvieron por un año o algo así, luego se fueron uniendo los demás —Hace una pequeña pausa—. Kid me dijo que te conoció.
—Kendall es absurdamente atractivo —Me entusiasmo recordando al rubio—. Me recuerda a animes que vi en mi adolescencia, siempre me enamoraba de alguno y deseaba que fuese real —Sonrío—. Me encanta su cabello, en realidad todo él es increíble de ver.
—Y él sabe el efecto que tiene en muchas —Me corta Max—. Es...Amoroso.
—Un rompecorazones —Se ríe Hunter—. Me dijo que en fotos eras bella, pero que en persona hermosísima, también le dejaste una impresión.
— ¿Si? ¿Qué más dijo?
Ignoro que siento la mirada de Max mientras espero la respuesta de Hunter que no duda en dármela. Me siento halagada.
—Está bien que no tenga novia —reflexiono—. Tiene que ser libre para que todas tengan oportunidad de amarlo —bromeo.
—Se lo haré saber —Me asegura Hunter deteniendo el auto—. Y hemos llegado.
Me doy cuenta de que hemos venido al hogar de Max, no pienso quejarme, mientras me alimente todo estará bien, además, en el balcón de su casa ocurrió nuestro primer acercamiento, algo que difícilmente podría olvidar. De hecho el recuerdo me tiene sonriendo antes de bajar de la camioneta y acercarme al auto en donde se encuentra Ray. También debe de tener hambre.
—Oye, hombretón —Lo saludo cuando baja el vidrio de la ventana—. Estaré un rato arriba, no creo que me vaya en al menos un par de horas por lo que podrías ir a comer o hacer algo. Te prometo que no me iré de aquí, al menos no sin avisarte.
— ¿Estás segura? ¿Y quién es él? —pregunta con desconfianza.
—Estoy segura y él es Maximiliano Greene, tiene treinta y cinco años, es el representante de BG.5, súper respetable y un caballero. Puedes verificarlo con Loraine o en internet, está limpio.
—De acuerdo, pero no dudes en llamarme si las cosas se vuelven extrañas. De igual manera iré a almorzar a cualquier lugar cercano y volveré apenas termine.
—Te aburrirás esperando —Abro la puerta trasera dejando mi bolso en el asiento—. Diviértete.
—No me importa, mi deber es protegerte.
Aw, él es cómo un gigante de expresión intimidante, pero siempre encuentro dulce lo mucho que me cuida aun cuando sé que ese es precisamente su trabajo. Le doy una amplia sonrisa y asiento en acuerdo antes de volver a Max, dándome cuenta de que Hunter se ha ido.
—No me despedí —Me lamento al llegar.
—Él lo entiende, además, no podía desaprovechar la oportunidad de ir a comer con su esposa, le di la tarde libre, puedo andar por mi cuenta y no creo que salga de casa, trabajaré desde ahí.
Lo sigo mientras camina dentro del edificio y luego dentro del ascensor. Cuando las puertas de esta caja de metal se cierran, lucho contra la risa que quiere atacarme, lo que hace que me vea de manera sospechosa.
— ¿Qué sucede?
—Nunca tengo tiempo para leer y no lo hago demasiado, pero leí y vi Cincuenta sombras de Grey —Me acerco más a su lado y luego de que presione su piso, cambio de posición.
Lo hago retroceder con rapidez, pego mi torso contra el suyo y su sorpresa me da la oportunidad de tomarle las muñecas y llevarlas arriba. La diferencia de altura me hace tener que alzar la vista, pero no es demasiada o excesiva. Me encanta la manera en la que tiene una mirada desconcertada y la boca ligeramente abierta.
Me aclaro la garganta para decir mis próximas palabras.
— ¿Qué tienen los ascensores? —O creo que así es la línea.
— ¿Qué carajos, Allen? —Sale de su estupor y me presiono más contra él.
—A la mierda el papeleo —vuelvo a citar y acerco mis labios al suyo—. Así, igualito, sucede en Cincuenta Sombras de Grey.
— ¿Igua... Qué? —pregunta bajando las manos cuando lo libero y retrocedo.
—Ah, es "igual". ¿Qué te pareció mi dramatización?
—Interesante —dice tras lamerse los labios.
— ¿Llegaste a ver la película? —Todo lo que hace es verme—. Ah, sí la viste. Te digo, Jamie es incluso más atractivo en persona ¿Y Dakota? Preciosa.
Las puertas del ascensor se abren y me da una larga mirada antes de sacudir la cabeza y salir, riendo voy detrás de él. Siendo honesta, disfruté de mi dramatización, Christian Grey estaría tan orgulloso de mí.
Cuando llegamos a su espectacular apartamento, me saco los zapatos y lo alcanzo viendo la manera en la que se quita el suéter quedando con una ajustada camisa básica blanca de mangas cortas, también se saca los zapatos caminando en calcetines y viéndose tan cómodo mientras teclea algo en uno de sus teléfonos.
—Ven conmigo —Me dice sin levantar la vista del teléfono.
—Con gusto —respondo y se detiene para darme una breve mirada y luego sonreír antes de retomar la caminata a la cocina.
Estoy de verdad impresionada cuando deja tres teléfonos sobre el mesón que de hecho vibran, uno suena, o se iluminan las pantallas de manera constante, lo que hace que les dé vistazos y suspire antes de tomar uno y comenzar a escribir. Con paso tentativo me acerco a él y cuando estoy a su lado, le tomo la barbilla con los dedos.
Ahí hay ojeras, pero no son tan pronunciadas, de hecho casi pasarían desapercibidas, yo he tenido peores.
—No lo entiendo ¿Cómo es que tus ojeras son tan bonitas?
— ¿Bonitas? —repite—. Pese a lo que todos creen, una vez me acuesto en realidad duermo. No sufro de insomnio o problemas para dormir.
—Cuando estoy agotada me duerme con facilidad, tengo un sueño muy pesado, caigo cómo una piedra.
Dándome cuenta que aún le sostengo el mentón, lo libero y retrocedo hasta sentarme en una de las sillas altas frente al mesón. Lo veo sacar envases de la nevera que ubica en un horno bastante moderno.
— ¿Comida para llevar guardada? No es que me queje, una invitación es una invitación.
Incluso si me invité yo sola, pero esos son solo detalles.
—En realidad lo cociné yo. Hago la cocina para toda la semana y la guardo, claro eso si vengo a casa a comer —Saca vegetales con los que creo hará una ensalada— y otras son comidas que Ethan me trae o las madres de BG.5.
—Qué bonito es que se preocupen de esa manera por ti —Sonrío—. Eres más que un representante, tiene sentido que te llamen papi Max, no lo hacen solo por molestarte.
—Sus hijos me llaman papi Max, al menos no me llaman abuelo.
— ¿Qué se siente? —Alza la vista de las rodajas de tomate que se encuentra cortando—. Tener una familia tan amplia, tan feliz, amorosa y que te apoye. Tener a personas trayéndote comida sin pedirla, fiestas familiares, bebés queriéndote, todo eso...
»Perdona, mejor olvídalo, soné patética —emito una risa incómoda.
—No suenas patética —dice con suavidad—. Suenas...Nostálgica.
»Y respondiendo a tu pregunta, es muy caótico. La privacidad es difícil porque todos quieren meterse en tu vida, no siempre los momentos son felices, también experimentamos momentos difíciles, pero es cierto que el amor abunda, sabemos que somos afortunados y nos apoyamos. Es increíble ser más que una asociación laboral.
»Pero eso debería decirte algo, Allen —Me da una media sonrisa—. Afuera, en el mundo, hay un montón de personas con las que no compartes sangre, pero que se convierten en tu familia si así lo decides y si así lo sientes. No es imposible ni algo que no puedas experimentar.
—Supongo que algún día pasará —Me encojo de hombros.
—Será así, ya verás.
Lo pongo en duda, sobre todo si nunca me establezco en un lugar y sigo siendo cómo soy ¿Qué es lo que han dicho muchos de mí? "Soy demasiado" y no en un buen sentido.
La conversación se mantiene casual mientras la comida termina de calentarse y él termina con una fresca ensalada que ya quiero comer. Cuando la comida es puesta frente a nosotros con un olor increíble y con la promesa de miles de calorías, dudo un poco porque no está en mi programa de alimentación y esta noche se supone usaré un vestido súper ajustado que no disimulará si me inflamo.
Lo veo servirme en mi plato y servirse a sí mismo, luego clavo la vista en mi comida y el estómago me suena. No sabía que tenía tanta hambre y luce pecaminosamente bueno...
— ¿Hay algo en el plato que no comas? —Me pregunta Max—. Tal vez debí preguntarte.
—No, no, está todo bien.
—Entonces ¿Cuál es el problema?
—Pasé todo este tiempo anterior ejercitándome y tengo un vestido súper ajustado que usar más tarde y esto va a inflamarme. Trato de decidir si caeré o no —Mi estómago suena de nuevo—. Tal vez podría solo comer la ensalada.
—Podrías, si eso quieres.
Asiento no muy convencida viendo cómo desliza el envase con la ensalada hacia mí. La ensalada se ve deliciosa, pero el plato lleno de proteínas y carbohidratos es algo que no puedo olvidar. Odio cuando me restrinjo la comida, cuando siento que es tortura y ese olor flotando no me ayuda, tampoco ayuda el ver a Max disfrutar de cada bocado que engulle.
—Tal vez pueda darle una probada —Me digo a mí misma.
Él se limpia la boca con una servilleta y atrae mi plato, lo que me hace pensar por un momento que me está robando, pero luego toma el tenedor y reúne un bocado de comida que guía a mi boca. Me quedo estática durante unos segundos en los que enarca ambas cejas.
—Abre la boca.
— ¿Qué tanto quieres que la abra? —digo saliendo de mi estupor y consciente del doble sentido.
—Lo necesario para que comas.
— ¿Y para que trague? —pregunto antes de abrir los labios y atrapar el bocado.
¡Maldición! Sabe bien ¿Cómo hago para renunciar a ello? Mastico con lentitud saboreando mientras él sigue con su comida, pero voltea a verme cuando me aclaro la garganta.
—Quizá un par de bocados más —digo haciendo círculos en el mesón con mi índice.
Riendo por lo bajo me da dos bocados más antes de que caiga y le arrebate el tenedor para seguir comiendo. Él termina mucho antes que yo, pero no me importa y cuando he terminado lo más importante es que no siento culpa, ha valido la pena, no importa que más tarde tenga un embarazo de comida con mi vestido.
—Tengo un bebé —digo frotándome el estómago y luego acunándolo.
— ¿Cómo piensas llamarlo? —pregunta bebiendo de su botella de agua.
—Maximiliano cómo su papá.
Le doy crédito porque no escupe el agua ni se altera, únicamente enarca una ceja y sacude la cabeza en negación. Luego me sorprende cuando se pone de pie, hace girar mi silla y se agacha frente a mí llevando su boca muy cerca de mi abdomen.
—Hola, pequeño Maximiliano ¿Qué tal todo? —Alza la vista y estoy tan cautivada por sus ojos grises con pequeños destellos verdes—. Vi a Harry y a Doug hacer esto y luego besar el área, Thomas también lo hacía con Cora.
—Eres libre de besarme.
Riendo estira los dedos y me da un suave pellizco antes de incorporarse y comenzar a retirar los platos, de inmediato lo ayudo.
—En realidad te veo igual de plana que antes de comer.
— ¿Me dices plana en un sentido general? Porque sé que tengo las tetas pequeñas, pero también sé que al menos hay mucho para besar y chupar en ellas y de culo, tampoco estoy mal, hay carne para darle pequeños pellizcos.
—Hablaba de plana en el estómago, sé que tienes tetas, Allen. De hecho las vi por si no lo recuerdas.
—Viste que eran pequeñas, pero simpáticas. Mayormente no uso sujetador.
—Y me dices esto ¿Por?
—Cómo dato curioso —Sonrío entregándole los platos que recogí para que los deje en el limpia vajillas.
Mientras limpia el mesón, tomo lo que resta de mi botella de agua y poco después estamos caminando a la sala, pero tropiezo contra su espalda cuando se detiene. Se tensa y luego uno de los suspiros más grandes que he escuchado en mi vida, lo abandona.
— ¿Qué sucede? —pregunto llena de incertidumbre porque hay un ligero cambio en el ambiente.
—Tenemos que hablar sobre nosotros, sobre toda esta cosa de besarnos, frotarnos, el orgasmo, el coqueteo...Todo.
— ¿Hay un nosotros? —pregunto.
Y cuando gira con lentitud me doy cuenta de cuán intensa en su mirada y lo malditamente hermoso que lo encuentro. Es un hombre que de verdad me da estúpidas mariposas y hace que se me vuelen las bragas.
He pasado por largas sequías más extensas que la que tengo actualmente, esta apenas es de unos cinco meses, por lo que el deseo por Max va más allá de extrañar el sexo o enloquecer por falta de ello. Me gusta su físico, su personalidad incluso sus niveles de estrés me parecen entrañable porque es la faceta en la que veo cuánto tiene control y ¡Joder! Me enciende ver cómo lo ejerce y también cómo lo pierde.
De igual forma me es difícil olvidar sus abrazos o sus palabras cuando le hablé de mi madre, de mi infancia, el consuelo y el apoyo. Incluso el día de hoy no ha terminado y sé que estaré pensando en este almuerzo, en la manera en la que se agachó y le habló a mi embarazo de comida. Esto es muy intenso y cómo que asusta un poco que se me vaya de las manos.
—No me mires así —Me pide.
—Te miro de la forma en la que me sale, me es inevitable.
—Quiero hablar de nosotros y en cambio...
— ¿Si?
Mentiría si dijera que las piernas no me tiemblan cuando con lentitud se acerca a mí. El corazón se me acelera y se siente incluso más intenso que la primera vez que salí a una pasarela con unos tacones más altos que la vida. Se siente así de memorable.
Está lo suficiente cerca para tener que alzar la vista para poder ver su rostro y lucho contra las ganas de apoyar la mejilla en su mano cuando me acaricia. He salido con hombres, tuve "amigos" especiales y un noviazgo largo con Dallas y aun así siento que nadie me vio con el deseo y la intensidad con la que él lo hace ahora.
—En cambio, ahora deseo besarte ¿Te das cuenta de cómo me desequilibras?
— ¿Te das cuenta que un poco de desequilibrio no viene mal?
Me alzo sobre las puntas de mis pies. Sé que esto será un caos, un desastre, pero este momento se siente tan trascendental, tan importante y tan cargado de deseo que no puedo evitarlo. Siento que estamos demasiado débiles para luchar de la manera en la que lo hemos hecho desde un principio.
Mis labios están muy cerca de los suyos, tanto que siento la calidez de su aliento y percibo lo verdaderamente hermosos que son sus ojos.
—Te dije que no iba a besarte, Maximiliano.
—Y te dije que quiero besarte no que me besarás.
No dice nada más porque solo le toma un segundo acortar la distancia entre nuestras bocas para besarme cómo quiere y cómo yo lo deseo.
No es gentil, de alguna manera me presenta un lado dominante y feroz de él con el que hasta ahora no me había topado. Enreda una mano en mi cabello tirando de mis rizos con más fuerza de la esperada, pero de una manera que me arranca un gemido que le permite adentrar su lengua a mi boca. Su otra mano desciende por mi espalda hasta una de las mejillas de mi culo en donde presiona pegándome a su cuerpo, dejándome sentir la manera en la que poco a poco va endureciéndose. Me besa con tanta pasión que siento que me pierdo en sus labios, en la manera en la que dirige un beso que borra cualquiera del pasado.
Este beso me enciende cómo fuegos artificiales, despierta necesidad en mi vientre y entre mis piernas, hace que las puntas de mis pechos se endurezcan, que el corazón se me derrita y que mi cerebro se vuelva papilla. Me hace entregarme con la destreza de sus labios, su lengua, sus dientes y sus manos.
Siempre he sido besada de forma gentil, dulce, apasionada y desesperada, pero nunca con tanto desenfreno e intensidad, con tanto poder y demanda. Es cómo si quisiera muchísimo de mí y supiera que de ser por mí, estaría dispuesta a darle todo.
No me doy cuenta de que necesito respirar hasta que con un mordisco libera mis labios, tampoco me di cuenta de que estaba arqueada contra él y que está inclinado hacia adelante. Me ve con fijeza, cómo si esperara que retroceda o cómo si esperara sentirse culpable y cohibido por lo que acaba de hacer.
Por favor no te arrepientas.
—Mary Alena...
Él no tiene ni una puta idea de lo que siento cuando dice el nombre que tuve al nacer, el nombre por el que nadie me llama o al menos no en años.
— ¿Qué pasaría si te dijera de nuevo "abre la boca" en otro contexto? —susurra con la voz enronquecida y presionando un poco más fuerte su agarre en mi cabello.
Tenía la intuición de que Maximiliano Greene estaba lleno de fuego y que una vez las cosas se pusieran cercanas a lo caliente, podría tomarme por sorpresa. Imaginé escenarios y admito que también he llegado a tocarme, pido perdón, pero vivirlo es impresionante.
—La respuesta sería la misma —susurro y le lamo el labio inferior con la punta de mi lengua—. ¿Qué tanto quieres que la abra?
Lo veo tragar, pero luego una pequeña sonrisa surca sus labios. Llena de valentía y envuelta en el momento, una de mis manos – ubicadas sobre su pecho – se desliza por el frente, siento los abdominales tensarse bajo mi toque y poco después mis dedos presionan sobre el botón de su pantalón.
En su balcón, él me dio un orgasmo y no me dejó tocarlo. En la terraza él se presionó contra mí dándome una fricción de la que estaba desesperada, pero estoy segura de que si hubiese llegado a un orgasmo no me hubiese permitido hacer algo por él. Pero ahora, en este momento, me mira cómo si me retara, como si estuviese evaluando que tan lejos estoy dispuesta a llegar.
— ¿Ahora si me dejarás tocarte? —murmuro presionando un beso breve sobre sus labios.
—Si te dejo hacerlo ¿Qué pasará después?
—Habrá que averiguarlo —sonrío—. Las investigaciones pueden ser divertidas.
Me ve durante segundos que se sienten eternos y luego acerca su boca a la mía para hablar sobre mis labios.
—Puedes hacerlo —susurra—. Puedes...Tocarme.
En mi interior siento que una canción de victoria suena y fuegos artificiales detonan porque ¡Lo he logrado! Lo escucho reír ante mi sonrisa de felicidad mientras mis dedos demasiado entusiastas tardan en deshacerse del abotonado de su pantalón y luego bajo la cremallera. Mi mirada se mantiene en la suya, pero puedo imaginar la manera en la que se tensa contra el bóxer de la misma forma en la que lo hizo en el bóxer blanco y mojado en el gimnasio aquella vez, aquel día lo vi casi a la perfección y aquello fue un espectáculo increíble que quisiera ver de nuevo sin ninguna capa de ropa.
Mis dedos bajan dentro de la tela sintiendo el calor que desprende, estoy ahí, cerca. Lo siento en mis dedos y luego uno de los teléfonos suena sobresaltándonos, haciendo que aleje mi mano y que él retroceda cómo si nos hubiesen atrapado en alguna travesura.
Nuestras respiraciones son rápidas y pesadas mientras nos vemos y luego él masculla lo que suena cómo una maldición obscena antes de ir a la cocina por el teléfono porque afirma que es el del trabajo y podría ser una emergencia.
Me llevo una mano al pecho sintiendo el desenfreno en mi corazón junto a un palpitar entre mis piernas. Eso estuvo tan cerca y ha sido espectacular que incluso si no llegó más allá, ya es lo suficiente alucinante ¿Cómo duermo hoy y no me desvelo repitiendo el momento? Creo que estoy sonriendo y no puedo evitarlo.
Max reaparece y se está abrochando el botón del pantalón, me da una sonrisa tensa que me hace borrar la mía cuando se acerca.
—Era Andrew, parece tener algo importante qué hablar conmigo. Sabe que estoy contigo ¿Tienes algún problema en unirte?
—Eh...No.
Estoy tan aturdida que no me detengo a pensar demasiado en que conoceré al único integrante de BG.5 que me falta hasta ahora.
—Bien.
Sintiéndome fuera de lugar salgo del apartamento junto a él y luego estamos dentro del ascensor, estoy un poco afectada sobre esto cuando salimos y nos dirigimos a un precioso auto blanco. Saludo con la mano a Ray que se encuentra estacionado y que de inmediato se incorpora y se pone alerta.
Es la primera vez que veo a Max conducir, no es que dudara que supiera, pero casi siempre va en el asiento trasero enfocado en sus teléfonos, excepto quizá la madrugada que fue a mi casa, pero no lo vi esa vez.
Veo por la ventana luego de abrocharme el cinturón de seguridad y de que él ponga el auto en marcha. Creo que la calentura ha dado paso a una frialdad, pero me sobresalto cuando una de sus manos cae sobre mi rodilla y me da un apretón. Alzo la vista y sus ojos están al frente, pero pasados unos minutos cuando el auto se detiene en un semáforo en rojo, gira a verme con una pequeña sonrisa.
Olvídate de la frialdad, de nuevo el aire es cálido.
—Aun quiero que me toques y tocarte —dice con suavidad—, pero creo que debemos hablar de nosotros.
— ¿Hay un nosotros? —Vuelvo a preguntar.
— ¿Te gustaría?
Desconociendo si se trata de una pregunta trampa, me decido por ser bastante diplomática en la respuesta:
—Tal vez ¿Y a ti?
Ríe por lo bajo y libera mi rodilla cuando suena una bocina detrás de nosotros haciéndonos saber que el semáforo cambio de luz.
—Tal vez —responde.
Y yo sonrío, jodidamente sonrío porque un "tal vez" entre nosotros parece tener bastante peso.
Inserta aquí ritual, ruegos y oraciones para conseguir un Maximiliano o una Meredith Allen.
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Espero les guste.
Un beso.
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