Epílogo
Otro año juntos
—¿Dónde estás gatito escurridizo?—preguntó molesto, miró alrededor de la sala, desolada, sin rastro del felino.
—¿Te refieres a Yoongi o al señor naranja?—preguntó Taehyung desde la cocina buscando en la alacena algo para comer.
Jimin llevó las manos a su cintura y ojeó por última vez.
—Del señor naranja—respondió—. He buscado en los muebles, entre los cojines, debajo de la mesa...
—¡Aquí está!—exclamó Taehyung.
—¿Lo encontraste?
Jimin corrió a la cocina en cuanto escuchó a su amigo.
—Sí, encontré el ramen—agitó la mano mostrándole—. ¿Por qué mierda guardan los ramen al fondo?
Taehyung llenó la olla de agua colocándola en una de las estufas de la cocina para hervirla, mientras tanto, Jimin rodó los ojos queriendo ahorcar a su amigo por no ayudarle, necesitaba encontrar al señor naranja para darle su baño.
Jimin rascó su cabello, estaba comenzando a preocuparse.
Escuchó maullidos que provenían del lado derecho de la casa, exactamente donde se encontraban las habitaciones. Ambos compartieron miradas y Taehyung le hizo ademán de que fuese a revisar mientras él se encargaba de ver que el agua hirviera.
—Que no se te queme—dijo con sarcasmo sacándole la lengua, ignoró las palabras de ofendido que le tiró su amigo y fue hacia la habitación de lavandería—. ¿Señor naranja?—escuchó un maullido.
En el suelo de la mediana habitación se encontraba una camisa color blanca, debajo de ella un bulto se movía inquietamente por buscar la salida.
Jimin hizo nota mental de regañar a Yoongi por dejar su camisa tirada y no en el cesto de la ropa sucia, tomó asiento en el suelo para hurgar entre la tela y ayudarle. Un pequeño gatito apareció, sus ojos tan grandes de color marrón, su naricita negra y su pelaje naranja con leves tonos de blanco.
—¡Que bien! Encontraste al señor naranja pero, déjame decirte una cosa. ¿Por qué señor naranja? ¿No debería ser bebé naranja o algo por el estilo? ¡Apenas tiene tres meses!—excamó Taehyung, apoyado en el marco de la puerta.
—¿Sugieres cambiarle el nombre, ahora? cuando ya está acostumbrado a que le llamen señor naranja—afirmó levantándose con el gatito entre sus brazos y saliendo de la habitación—, cierra la puerta, puede entrarse de nuevo.
—Pues yo le diré bebé naranja—cerró la puerta y caminó hasta la cocina, abrió el empaque del ramen y lo tiró con sumo cuidado en la olla.
El gatito maulló en aprobación a lo que dijo Taehyung y se acurró entre los brazos de Jimin, decidido a tomar una sienta.
—¡Oh, no!—le miró con seriedad—, tienes que darte un baño, tus abuelos vendrán dentro de poco, mírate—lo tomó con ambas manos, estirándolo hacía adelante.
Señor naranja sabía lo que estaba por venir así que, intentó zafarse del agarre moviendo su cuerpo de un lado a otro con delicadeza.
—Jimin, el bebé no quiere bañarse—revolvió el ramen con los palillos—, déjalo—tapó la olla.
—Deja de ser el tío alcahuete—le miró mal—. Ya tengo suficiente con Yeji y sus juguetes—tomó la toalla que estaba encima del mueble más cercano y entró al baño de invitados.
Bien, el adorable gatito se unió a la pareja cuando Hoseok les llevó a que visitasen con él un refugio para animales, perros recién nacidos y de edad adulta, así como, gatos y un par de conejos.
Hoseok era amante de los animales, les adoraba y debido a su falta de tiempo evitaba tener uno ya que evidentemente implicaba cuidarle y alimentarle. Sin embargo, eso no impedía que hiciese sus donaciones a varios centros de acogida animal y una que otra veterinaria. Del mismo modo, hacía voluntariados en sus días libres.
Era un ingeniero civil con el sueño frustrado de ser veterinario.
Jimin y Yoongi nunca imaginaron que el día que entraron a aquel local juntos, saldrían con un pequeño gatito de un mes de nacido. Es decir, solo iban como acompañantes pero, cuando Jimin observó a esa hermosa gatita de pelaje blanco darle de amamantar a sus dos gatitos, se le encogió el corazón porque le habían dicho que le quedaban pocas horas de vida por una enfermedad que padecía y ya no había solución. Lleno de curiosidad, hizo un par de preguntas a la joven encargada que estaba con ellos, al parecer uno de los gatitos, el que era de pelaje blanco; ya tenía un nuevo hogar y solo faltaba que le fueran a recoger, por otro lado, el gatito de pelaje naranja seguía sin tener un dueño que le cuidase.
Jimin inició haciendo insinuaciones a Yoongi en el transcurso del recorrido pero este simplemente no captaba, molesto por lo despistado que era su novio, lo separó de Hoseok e inició contándole lo que quería hacer. Yoongi como era de esperarse se negó rotundamente pero, luego de unas cuantas insistencias terminó aceptando con varias condiciones, las típicas de cuidarle, darle de comer y demás.
Ahora, Jimin estaba cumpliendo con su deber de padre, bañando a regañadientes a su pequeño gatito gruñón.
En su corta vida, nunca había tenido un gato, es más, su padre apenas le dejaba tener loros pero, juraba que hasta sus loros se bañaban y amaban el agua a diferencia del gato que se rehusaba a entrar a la tina de baño.
Ignoró por completo la actitud indiferente del minino, tenía que bañarle sí o sí, pronto, llegarían a recogerle su padre y Gabriela; su novia.
Él y Yoongi tenían que viajar esa misma tarde a Jeju ya que, la galería en la que habían trabajado juntos estaba lista para ser inaugurada y abrir sus puertas a los locales y turistas.
Jiyong y Suho no asistirían por su agenda apretada y decidieron que lo más pertinente es que fuesen sus hijos. De todos modos, ellos en la actualidad ya eran los vicepresidentes de sus respectivas empresas.
Unos cuantos minutos de esquivar arañazos y chillidos, Jimin terminó de bañar al señor naranja. Le secó con la toalla y untó en el pelaje una loción olor a fresas que le había regalado Hoseok.
Al salir de la habitación con el gatito en brazos pudo observar a Taehyung acostado en el mueble cambiando de canales en busca de un buen drama o quizás ver las noticias. Últimamente su amigo se estaba interesando en saber qué sucedía en todo el mundo y eso le parecía bien, es bueno mantenerse informado después de todo. Paró en un noticiero, el reportero explicaba como los países en todo el mundo estaban iniciando su reactivación económica, política y social. El virus había cesado y las personas podían realizar sus actividades con más facilidad gracias a las vacunas.
El timbre de la casa sonó haciéndole desviar la mirada del televisor a la puerta de entrada. Dejó al señor naranja con Taehyung y fue a recibir a sus invitados.
Jiyong y Gabriela le saludaron, tomaron asiento en uno de los muebles vacíos mientras Jimin iba a la cocina en busca de vasos con agua para ellos.
—Jiminie, señor naranja es una ternura—dijo Gabriela con el gatito en su regazo, este ronronea al son de las caricias.
Gabriela era extrajera, había aprendido lo básico de coreano gracias a Jiyong. Cuando él se tuvo que quedar en República Dominicana, la conoció. Le fue de ayuda para acoplarse en aquel país, además, con el tiempo ambos empezaron a frecuentar más ya que eran vecinos de departamentos. Congeniaron tan bien que, decidieron intentar una relación amorosa.
Ella era de contextura delgada, altura promedia, piel morena, cabello crespo y rostro delicado. Además, su personalidad y aura era lo que le caracterizaba.
Jimin al inicio le fue indiferente, quizás supuso que era un amorío pasajero de su padre pero, a medida que fue conociéndola supo que ella no era ninguna persona interesada que buscaba dinero o quería estar con su padre con otras intenciones.
Ella era alegre, risueña, seria cuando tenía que serlo y tuvo la oportunidad de establecer conversaciones delicadas como, por ejemplo, hablar de su madre. Ella le dejó en claro que su intención nunca sería reemplazar a Hwasa en el corazón de Jiyong ni mucho menos en el de él, ella quería ganarse su lugar. Del mismo modo, darle su apoyo en cualquier momento que necesitase.
Ella amaba a su padre y su padre la amaba, por lo tanto, si Park Jiyong era feliz, él también.
—A veces pienso que es un tigre—bromeó extendiéndole los vasos con agua.
—¿Ya tienen los boletos listos?—indagó Jiyong, colocó un cojín en su espada para recostarse en el mueble, Jimin asentó con la cabeza—, cariño, son las ocho de la mañana. ¿A qué hora van a viajar? Recuerden que la inauguración es a las cuatro de la tarde.
—Por suerte estaré allá con Jungkook a las tres—recordó Taehyung.
—¿Van a tomar vuelos diferentes?—preguntó Gabriela, dejó el vaso en la mesa nido y jugueteó con el señor naranja.
—Sí—cruzó las piernas y bajó el volumen de televisor—. No pudimos conseguir boletos en el mismo vuelo. Después de que Jimin y Yoongi se vayan que creo que salen a la ¿una?—miró al rubio esperando respuesta.
—Es correcto—afirmó.
—Después en el otro vuelo, sale Yeji y Hoseok. Y, en el otro Jin, Namjoon, Jungkook y yo—informó.
—Estos días de calor, las personas están viajando. Debe ser por eso—analizó Gabriela.
—¿Ya tienen las maletas hechas?—preguntó Jiyong alzando una ceja.
Los chicos frente a él ya tenían antecedentes de ser los más lentos en armar maletas para los viajes.
Taehyung se encogió de hombros y cubrió el rostro con un cojín mientras que Jimin le sonrió empujándole.
—Yo sí, Yoongi me hizo armar la maleta ayer—formó un puchero inconsciente al recodar como a regañadientes doblaba la ropa en la maleta en vez de ver su serie.
Jiyong asentó con la agenda revisando la hora en su celular. Tuvo que decirle a Jimin y Taehyung que ya tenían que irse. Estaba trabajando en un nuevo proyecto con uno de sus socios y quien cuidaría específicamente al señor naranja sería Gabriela.
Jimin fue de inmediato a buscar la leche, el biberón, las mantas, vitaminas, fundas, arena y arenero para el minino. Se las entregó en una maleta de mano estilo pañalera, dejó unos cuantos mimos al gatito y los despidió.
—Me siento mal por no llevarlo—dijo con tristeza sentándose en el mueble.
—¡Ay, Jimin! Por favor—cruzó los brazos—, solo es un fin de semana—le tiró el cojín.
La puerta de entrada se abrió, haciéndoles distraer de sus juegos y pelea de cojines que habían iniciado. Yoongi y Jungkook habían llegado, estaban cambiándose los zapatos mientras comentaban sobre un juego de basquetbol.
—¿Ya comieron? Puedo preparar ramen—caminó a la cocina—. Hay de este—señaló uno con el envoltorio color blanco—, o este—señaló el otro con el envoltorio color negro.
—Coman ustedes—le dijo Yoongi a Taehyung y Jungkook—, yo voy a bajar las maletas. Tenemos que pasar por un lugar, luego iremos a casa de Yeji para que nos vaya a dejar al aeropuerto—acomodó los cojines—. ¿Ya comiste?—le preguntó a Jimin y él asentó con la cabeza—. Bien, andando.
Jimin se levantó con pereza del mueble y caminó como zombie mientras era empujado delicadamente por Yoongi.
Jimin se dio una ducha rápida entretanto Yoongi bajaba las maletas y las colocaba el la cuájela de carro.
Taehyung repitió un plato de ramen mientras veía a Jungkook cocinar pancetas de cerdo.
—¿Va a ser hoy?—curioseó Jungkook haciendo chillar el sartén.
—Sí, en la noche y por favor, lleguen temprano a la cena no quiero que se distraigan en la habitación.
—Lo dice por experiencia—intervino Taehyung meneando el platillo de ramen—. No te preocupes. Llegaremos a tiempo, no habrán distracciones. Todo saldrá conforme lo planeado—le guiñó el ojo meneando el cuerpo mientras comía.
Jungkook sirvió las pancetas en un plato y tomó asiento frente a Taehyung para comer.
—Ya estoy listo, Yoonie—alargó la última palabra—, ¿A dónde vamos? ¿Estoy vestido para la ocasión?—interrogó dando una vuelta para que ojeasen su vestimenta.
—Estás perfecto, amor—le aseguró, después dirigió la mirada a sus amigos—, cierren bien la puerta de salida cuando se vayan, nos vemos en Jeju.
—Nos vemos—se despidieron al unísono Taehyung y Jungkook.
Yoongi entrelazó su mano con la de Jimin y salieron para subir al carro.
Jimin encendió la radio, no había nada bueno que escuchar, decidió vincular el bluetooth a su celular y buscó entre su lista de reproducción. Se podría decir que tenia una mezcla, todo tipo de música sin ordenar pero, el escuchaba en ese orden las canciones sin importar que la primera fuese Macarena de Los del rio y que la siguiente fuese When the party's over de Billie Eilish.
—Va a ser un viaje largo—avisó Yoongi manteniendo la vista al frente.
Jimin se acomodó en el asiento y colocó la canción perfecta para quizás hacer sonrojar un poco a su novio.
I put a spell on you de Annie Lenoox.
La música inició y Jimin comenzó a mover el cuerpo de un lado a otro siguiente el ritmo del sonido. La canción tenía un toque de sensualidad y la letra ayudaba a contrastar el ambiente.
—I put a spell on you, because you're mine—cantó apuntando a Yoongi con el dedo índice y tomando el celular como si fuese micrófono.
Yoongi apretó los labios evitando soltar una sonrisa pero era inevitable, su propio rostro le delataba. Una de las tantas cosas que amaba de Jimin era ese coqueteo repentino.
—Sí, soy tuyo—afirmó respondiéndole a al verso que le había cantado, giró para verle mejor y Jimin solo siguió cantando tocándole la camisa sensualmente.
—You know I love you, I love you, I love you—repitió al son de la letra.
Jimin seguía cantando a todo pulmón logrando hacer que las mejillas de Yoongi se tiñesen de un rosado carmesí.
—¿Me la estabas dedicando?—preguntó cuando la canción terminó.
—No sé—alargó soltando una risita y volvió a pegar la vista en la pantalla del celular para escoger otra canción—. Escuchemos ahora una canción del grupo del que es parte el hermano de Yeji.
—Me gusta Black door—sugirió Yoongi cambiando de marcha e incrementado la velocidad del carro.
—Tendré que decirle a Hyunjin que me presente al de cabello azul oscuro y ojitos rasgados—bromeó colocando la canción.
—Y yo puedo decirle que me presente al rubio de voz grave—contraatacó.
—!Cariño!—chillo carcajeándose.
—Estamos por llegar—informó girando a la derecha saliendo de la autopista principal.
Jimin solo se dedicó a cantar la canción y haciendo que Yoongi le siguiese, para nada estaba percatándose de a donde se dirigían.
En ese momento se encontraban en un camino angosto, llegaron a una recepción en forma de arco. Yoongi dio sus datos mientras Jimin se distrajo con el mensaje que Jin le había dejado avisándole que llevaría tres botes de protector solar por si lo necesitaban.
—El sol es más fuerte en Jeju por...—miró al frente quedándose sin palabras—Yoon..—le miró pero no obtuvo respuesta.
—Quiero hablar con tu madre antes de ir a Jeju—dijo buscando un lugar para estacionarse.
Jimin no dijo nada solo, se dedicó a mirar alrededor, conocía muy bien el lugar ya que lo visitaba cuatro veces al año pero en los tres últimos años no había podido ir. Bajaron del carro, pasaron por un amplió lote verde, lapidas de cerámicas bien cuidadas aparecían cada metro, Yoongi le atajo de la cintura ya que empezaba a notar la melancolía en el rostro de su novio, siguieron su camino hasta las bóvedas unidas y llegar a las bóvedas individuales, estas estaban separadas a diez metros cada una.
—Es aquí—avisó dejando de caminar.
Park Hwasa se leía en la lapida alta en forma de arco, elegante y bien cuidada con flores recién cambiadas.
—No tuve tiempo de comprar flores pero antes de venir hablé con él encargado y me dijo que siempre se cercioran de colocarles unas nuevas—informó sobándole la espalda.
Jimin observó por unos segundos la lápida, la fotografía de su madre sonriendo y el año en que nació y murió. Las lagrimas amenizaban con llegar.
Había extrañado conversar con ella, en aquel lugar.
—Gracias, cariño—le regañó una sonrisa—. Mamá—parpadeó—, perdóname por no venir muy seguido. Han pasado muchas cosas y el virus fue un impedimento más, no me estoy excusando pero quiero que sepas la razón. De todos modos sabes que siempre escribo en mi libreta, eso me hace pensar que te tengo cerca. Él es Yoongi—se acercó más a él—, llegó a mi vida de imprevisto; he pasado tres años con él y espero esos años se multipliquen—Yoongi asentó con la cabeza compartiendo la moción—. Es un buen chico, me cuida, protege y regaña. Suele ser amargado pero es parte de su personalidad—rió—. Papá ha sanado, Gabriela es una mujer buena y conecta bien con él. Quiero pensar que tú envíate a Yoongi y a Gabriela a nuestras vidas—comentó alegre—. Prometo venir más seguido—hizo una pausa—, la próxima vez con ellos.
No lloró, estaba soltando todo lo que en su momento quiso decirle, tenía una vida buena y agradecía poderle decírselo.
—Amor, a mi me gustaría hablar con ella.
—Claro—guardó silencio en espera de que Yoongi hablase.
—A solas—pidió.
Jimin se desconcertó por unos segundos pero terminó alejándose para dar una vuelta a los alrededores mientras esperaba.
Cuando Yoongi notó que se encontraba habló:
—Jimin me ha mostrado videos y fotos de usted—recordó—, él físicamente es idéntico al presidente Park pero puedo notar que heredó completamente su personalidad—expresó—. Debo de confesar que su hijo me tiene loco, en el buen sentido—aclaró sonriendo—, amo a su hijo, como no tiene idea—se sinceró—. Por eso, espero me acepte como novio y futuro esposo de él—sonrió de lado llevando las manos a los bolsillos de su pantalón, miró alrededor para asegurase de que se encontrase solo y sacó la cajita de terciopelo negra—. Hoy le pediré que se case conmigo. Estoy muy nervioso—confesó—, deseo me dé la bendición para tener un futuro próspero junto a Jimin, señora Park. Gracias por darle la vida y permitir que le conociera—finalizó guardando la cajita en el bolsillo izquierdo.
Acomodó las flores y esperó a que Jimin apareciera, unos segundos transcurrieron para que le viera llegar por el lado derecho en el la calle que daba al sector de los bebés.
—¿Qué le dijiste a mamá?—indagó curioso—. Espera—, no me digas.
—De todas formas no te lo iba a decir, ahora—entrelazó sus manos—, es hora de ir a casa de Yeji o perderemos el vuelo.
Jimin protestó esperando a que Yoongi le dijese algo pero se mantuvo firme a no hablar, cuando se dio por vencido giró sobre su hombro y se despidió de su madre.
Yoongi hizo lo mismo y regresaron al carro.
La vida es una ruleta rusa, unos mueren y otros recién nacen. Tristemente no hay nada que hacer más que aprender a vivir con la pérdida del ser que se amó y ama. Físicamente desaparecen para nunca volver, para nunca poder pedirles un abrazo o un consejo pero, su alma o esencia permanece junto a uno. Los recuerdos quedan plasmados en la mente, en una fotografía o video.
Porque solo mueren los que son olvidados.
Yeji se quejó de lo terrible que había sido el tráfico de camino al aeropuerto entretanto bebía de su café cargado. Yoongi y Jimin simplemente se limitaban a escucharle y comentar a ratos.
Se sentaron en espera de que les llamasen, acomodaron las maletas lateralmente cerca de ellos mientras el bullicio del lugar incrementaba cada vez más.
Evidentemente un aeropuerto es todo menos silencioso.
Un señor de contextura delgada, bien vestido de aproximadamente cuarenta años que acaba de llegar al país pasó cerca de ellos mirándoles mal.
Jimin estaba recostando la cabeza en el hombro de Yoongi mientras este le sujetaba por la parte de atrás hasta afianzar su agarre en la cintura.
—Ay, por favor, señor—gruñó Yeji al percatarse—. Deje de arrugar la cara, a su edad las arrugas se acentúan más—le miró mal.
Él no le dijo nada y desapreció de la vista de ellos.
—Gracias—agradeció Jimin acercándose más a Yoongi.
—Ganas no me faltaban de tirarle el café pero—meneó el vaso—, está tan bueno que no vale la pena desperdiciarlo—lo bebió—. ¿Se podrá presentar alguna denuncia por lo que acaba de hacer ese señor? Esperen—sacó el celular de su bolso—, voy a llamar a Jennie. Estoy satisfecha si me me dice que puede pasar un día en la cárcel—dijo con seriedad.
—Ya se fue, déjalo. No podemos cambiar la mentalidad de todos, solo espero no llegue a excederse más allá de una mala mirada.
—Jimin—alargó Yeji dejando el celular en su regazo. Él le miró con seriedad al igual que Yoongi—. Está bien pero si lo vuelvo a ver. ¡Ay espero no se cruce en mi camino nunca!
—No te estreses—espetó Yoongi—. No vale la pena.
—Tienes razón—por los parlantes llamaron a los del vuelo de la una de la tarde con destino a Jeju—. Bien, nos vemos en unas horas. Vayan a dejar las maletas y suban a ese avión.
Yoongi y Jimin se despidieron para desaparecer en el pasillo que daba a la otra sección de del aeropuerto.
Subieron al avión listos para su viaje.
El vuelo fue ameno, nada de turbulencias ni inconvenientes o retrasos. Aterrizaron y al salir les recibió el gerente general de la galería para llevarles al hotel. La reservación de la habitación estaba hecha para hospedarse en la suite principal. Al llegar a la amplia habitación, Jimin se tiró en la gran cama matrimonial.
Eso se sentía tan diferente a la primera vez que se habían hospedado en Jeju.
—¿Quieres tomar una sienta antes de la inauguración?
—Sí—dio una vuelta completa en la cama—, contigo—estiró la mano.
Yoongi dejó a un lado el celular y se quitó la camisa para abrazar a Jimin quien reía con malicia alagando sus pectorales.
—A dormir—sentenció abrazándole.
—Pon la alarma—se quejó estirando una pierna y envolviéndolo de la cintura.
Los interesados en el arte y los artistas invitados se encontraban en las afueras del edifico. Todos vestidos elegantemente para la ocasión.
Entre la multitud se encontraban sus amigos, sonriendo y tomando fotos.
Yoongi y Jimin estaban en medio de todos, en la gran puerta, una tela color roja fina en forma de lazo adornaba la entrada, se movía levemente con el poco viento esperando ser cortada.
—Estamos muy agradecidos de que estén aquí—inició hablando Yoongi—. Creo que están al tanto de los inconvenientes que existieron pero, orgullosamente hoy puedo decir que nos encontramos reunimos aquí para apreciar el arte de personas extraordinarias—señaló a su derecha.
—También, esperamos compartan nuestro felicidad con este gran proyecto—le hicieron la entrega de unas tijeras gigantes a Jimin.
Las personas corearon los números del tres hacia abajo entretanto Yoongi y Jimin sostenían la tijera con la tela en medio.
—¡Cero!—gritaron eufóricos.
La tijera cortó el pedazo de tela.
Los aplausos se hicieron presentes.
Ellos fueron los primeros en entrar y se aseguraron de recibir a cada uno de sus invitados para darles pase y que entrasen a la primera sección de la galería.
—¡Estoy tan feliz!—chilló Jimin entrando a la primera sección, observando las fotografías de paisajes de diferentes países.
—Nuestro primer trabajado juntos, está hecho—sonrió viendo alrededor, las personas se paseaban de un lugar a otro observando las fotografías.
—¡Jimin!—le llamó Jin, quien apreció del sector dos de retratos hechos a mano.
—¡Jimin!—ahora, escuchó la voz de Taehyung llamarle.
—¿Qué les pasa? ¿Qué sucede?—indagó entre confundido y preocupado.
—Amor, ya regreso voy a hablar con Jackson—le susurró a oído—. Ve a ver qué es lo que sucede.
Yoongi se separó de él.
Jimin caminó hacia donde se encontraban sus amigos y ellos le tomaron de las dos manos arrasándolo a la sección dos. Al parecer le estaban dirigiendo a un lugar en específico porque los dos sabían a dónde ir. Él abrió los ojos como platos y miró a sus amigos con asombro cuando quedó en frente de aquella fotografía.
—Eres tú—le dijo Jungkook quien se encontraba ahí antes de que él llegase.
—Sin duda eres tú—afirmó Namjoon.
—Jimin!—Yeji le llamó agitada desde el otro extremo del pasillo, venía acompañada de Hosoek—. Te estuve buscando para mostrarte eso—apuntó la fotografía—, al parecer se me adelantaron.
—Yoongi es todo un románico—soltó Hoseok sin creer en lo que su frío amigo se había convertido.
Jimin por otro lado, se había quedado mudo. Solo escuchaba a sus amigos hablar y hablar pero su mirada se centraba en él mismo frente al gran pedazo de papel de cincuenta por cincuenta enmarcado en la pared.
Yoongi llegó con el señor Alexander Wang, él era quien había realizado el retrato de Jimin.
—Jimin, amor; te presento a...—Jimin giró sobre su hombro y le cayó con un beso.
Se colocó de puntillas y enredó las manos en el cuello ajeno.
—Te amo, Yoonie—dijo al separándose.
Yoongi sonrió inconscientemente acariciandole la mejilla.
—Vaya...—dijo Taehyung entre risitas.
Yoongi y Jimin volvieron a tocar tierra, avergonzándose por completo.
Alexander Wang aclaró la voz y se presentó, ignoró por completo lo que había presenciado y pasó a explicarles el concepto de la imagen. Yoongi le había mencionado lo atrevido y sensual que podría llegar a ser Jimin. Él le pidió una foto de referencia y se dejó llevar añadiéndole detalles y plasmado la escénica del rubio.
Jimin le agradeció por el arduo trabajo y tan magnifico retrato.
Después de varías fotos frente a la fotografía, el grupo de amigos siguió observando las demás secciones. Quienes más se emocionaban por aquello era Namjoon y Yeji, ambos eran amantes del arte. Para los demás algunos dibujos les era difícil de descifrar, sin embargo, se limitaban a criticar de más ya que no eran expertos en el tema.
—Necesito ir al baño—avisó Yeji dándole la cartera a Hoseok—. Ya regreso—avisó acomodándose el vestido discretamente.
Ellos solo asentaron con la cabeza, seguían mirando, ya se encontraban en la sección cinco. Esa en específico trataba de texturas y formas con colores neones, la sala era opaca y no contaba con mucha luz para que destacasen las obras.
—Vicepresidentes—el gerente general llamó la atención de Yoongi y Jimin—, necesitamos tomar unas cuantas fotos.
—Oh, por supuesto—acercó más a Yoongi para sonreírle al señor que acompañaba al gerente el cual era el encargado de tomar las fotos para los recuerdos y distribuirlas a las revistas y medios de comunicación.
Yoongi y Jimin eran de las pocas parejas que daban a conocerse oficialmente en Corea del Sur. No les importaban los típicos comentarios, además, en gran parte eran aceptados pues la mentalidad de los jóvenes no era la misma que de los de mayor edad.
El camarógrafo hizo que los demás amigos se le uniesen la foto, desprendían elegancia y presencia con trajes similares pero con uno que otro toque individual.
Yeji llegó mientras el camarógrafo capturaba un sinnúmero de fotos haciendo desprender el flash de la cámara profesional, vio al gerente general con su cartera e interrumpió educadamente la sesión fotográfica para sumarse a sus amigos y novio.
—Por poco se olvidan de alguien—soltó con sarcasmos entrecerrando la boca y sonriendo al camarógrafo.
Transcurridas las horas, la inauguración terminó. Yoongi y Jimin recibieron una montaña de halagos por lo bien que habían realizado el proyecto.
Ahora, se encontraban en la sala de comida del hotel, rodeados de unas cuantas personas comiendo en sus respectivas mesas. Enfrente se encontraba un pequeño escenario con fondo blanco y luces decorativas.
El personal había equipado una mesa amplia en forma de círculo para el grupo de amigos. Tomaron la orden de cada uno y les hicieron saber que en diez minutos sus platillos estarían listos.
Namjoon revisó la hora en el lujoso y gran reloj que decoraba la sala, eran las ocho y media de la noche. Jin se encontraba algo cansado por el día ajetreado y simplemente recostó la cabeza en su hombro. Jungkook y Hoseok conversaban del trabajo mientras Jimin jugaba con Yeji a imitar caras raras.
Por otro lado, Taehyung con la mirada daba apoyo a Yoongi, era el momento que todos habían planeado para que le pidiese matrimonio a Jimin.
Seria algo romántico y bonito según Yeji y Jungkook.
Tenían todo planeado, primero la música en vivo, la comida y el anillo. Nada podría salir mal.
¿Yoongi nervioso? Por favor, Hoseok pocas veces lo había visto así pero no dudo ni un segundo en sacar su celular y grabarle sin motivo alguno según Jimin, le halagaba por lo guapo que se veía y lo sexy que era cuando le tiraba miradas de odio.
Un grupo de personas extrajeras tomaron asiento acomodando sus instrumentos musicales. Llamaron la atención de la audiencia y hablaron en inglés para presentarse, sin embargo, su lengua natal era el castellano así que, les deleitarían con su música en dicho idioma.
El público aplaudió por la buena energía que emanaban el grupo de músicos, en la parte posterior uno de ellos inició tocando la guitarra seguido de dos jóvenes con sus violines. La sala se mantuvo en silencio deleitándose de tan hermosa y armoniosa introducción.
La chica de cabello castaño claro y lentes inició cantando, cielos, su voz eran tan melodiosa.
Jin era el encargado de aquel acto, por lo tanto, se esmeró que colocar un proyector que dejara ver en el fondo blanco de escenario la letra en coreano para que los presenten entendiesen la letra.
—Pero nada se detiene, solo vivo para ti—leyó Jimin.
Yoongi, quien estaba a su lado, por dejando de la mesa tomó la mano de él y la entrelazó.
—Dame solo un beso que le alcance hasta morir—cantaron al unísono la mujer y el hombre frente a ella.
La mujer soltó una nota corrida que hizo que todos aplaudiesen energéticos. La letra, la melodía, las voces, los instrumentos, todo era tan perfecto.
—Y cuando te me acercas se acelera mi motor, me da fiebre, me hago fuego, y me vuelvo a consumir—corearon.
Jimin al igual que Jin, recostó la cabeza en el hombro de su novio. No despegó la vista de los cantantes y se concentró en leer la letra traducida al coreano.
La canción terminó y antes de que siguiesen con la siguiente el hombre que acompañaba en el canto a la mujer, habló:
—Esta canción, fue dedicada para Park Jimin, de parte de su admirador secreto—dijo en coreano.
Se notaba que lo había estado practicando porque casi sonaba nativo.
Jimin se sorprendió y sus amigos le miraron entre risas.
—¿Yoon...
—¿Te gustó?—preguntó, acariciandole la mejilla. Jimin asentó con la cabeza.
Ambos compartieron miradas.
—¿Qué esperas? ¡Bésalo!—exclamó en voz alta Taehyung, haciendo que que los presentes mirasen a la mesa de ellos.
Yoongi le acarició la mejilla nuevamente y llevó la cabeza hacia abajo para inclinarse y tocar con sus labios los de Jimin.
Los dos se fundieron en un delicado, suave, cálido y húmedo beso. Sonriendo en sus adentros y con el pulso a mil.
Las personas en la sala aplaudieron por la pareja.
Cuando sus amigos notaron que no pararían de besarse, Hoseok le pasó la cartera de Yeji a Jungkook para taparlos.
—Ya, no se emocionen—reprochó Jungkook.
—Oh, lo siento—dijo con nerviosismo y vergüenza, limpió la comisura de los labios de Yoongi y le miró con picardía.
Bien, Yoongi estaba listo para levantarse, sacar la cajita y pedirle matrimonio.
Jin al notar las intenciones de su amigo, tomó su celular para hacer una videollamada grupal a Jiyong, Gabriela y Suho.
—¿Huelen eso?—preguntó confundido Namjoon.
Cerca de la gran sala se encontraba la cocina, el chef entró alarmada a la gran sala para decirle a los presentes que se retirasen del lugar.
Habían activado la alarma de incendios.
La preocupación y desespero de las personas hicieron que se formase un alboroto, salieron cuidadosamente de la gran sala, bajaron por las escaleras de emergencia y llegaron al patio, lejos del hotel para salvaguardar sus vidas.
No solo estaba el gran grupo que se encontraba en la sala del comedor, sino también los trabajadores y todos los que se hospedaban en el hotel.
—Mierda—masculló tensando la quijada—. ¿Qué hago Taehyung?—preguntó esperando una gran respuesta que dé solución al gran problema.
Jimin estaba separado a unos cuantos metros, ayudando a una anciana a calmar los nervios.
—Tranquilo, encontrarnos la manera—le calmó.
—¡Todo está bajo control, era un platillo de langostas que se había quemado, pueden entrar al hotel sin ningún inconveniente!—aseguró un bombero regresando a la entrada.
Yoongi soltó aire, él mismo había pedido las malditas langostas. Él mismo había arruinado la noche.
Estaba resignado, quería que todo fuera perfecto y ese día lo estaba siendo pero...bueno lo hecho, hecho estaba. Ahora tenía dos opciones y no sabía cuál escoger.
La primera, la más evidente era ignorar lo que había pasado y buscar un lugar bonito para hacer la propuesta. Y, la segunda era posponerlo. Buscar otro día y hacer las cosas mejor.
—Cariño, se me fue el apetito. Ya es tarde—recordó haberle preguntado la hora a la anciana que estaba tranquilizando—. Vamos a dormir, sigo cansado.
Sus amigos observaron inmediatamente a Yoongi, esperando a que hablaba.
Todo dependía de él.
—Yo...—metió sus manos en los bolsillos del pantalón, sus amigos se pararon rectos esperando a que siguiese hablando—. Yo también estoy cansado. Vamos a dormir—le dijo rodeándolo de la cintura.
Se despidieron y se perdieron en la recepción del hotel.
—¿Lo hará hoy?
—No lo sé, bebé. Quizás—le contestó Jungkook.
—Lo hará hoy—afirmó Hoseok.
—Eso espero—le dijo Jin.
Yoongi lo haría.
Antes de subir al ascensor, pidió una botella de vino tinto a su suite.
—El vino está por llegar, ¿Quieres que tomemos un baño antes de dormir? En la tina, para relajarnos—aclaró, sabía que Jimin se encontraba cansado como para hacer el amor.
—Te espero allá—sonrió entrando al baño, se escuchó como el agua caía, dejando que se llenase la tina.
Yoongi esperó unos minutos.
La puerta fue tocada y recibió la botella de vino con dos copas. Agradeció y se desnudó para entrar al baño.
—Amor, ya llegó...—se quedó sin palabras al ver a Jimin dentro de la tina, con una sonrisa picarona y espuma alrededor de él.
Jimin estiró la mano haciendo ademán de que fuese con él.
Yoongi entró colocándose detrás de él. Dejó lo que tenía en las manos a un lado en un mesón cerca de la tina.
Jimin recostó la espalda en el pecho de Yoongi y habló:
—Esto es lo que necesitaba para cerrar la noche—espetó relajado, movió los pies haciendo que el agua y la espuma se moviesen también.
—Amor, quiero hablar contigo. Es algo serio, necesito que me mires.
—Oh—dio media vuelta quedando frente a él—, ¿sucede algo? ¿Papá llamó? No, espera—llevó una mano a su pecho—. ¿Le pasó algo al señor naranja?—preguntó preocupado.
—No es nada malo, Jimine—le dio un suave sape en la frente, Jimin gruñó molesto y le devolvió el sape—. Bien, me lo merecía—rió.
—Ya—chilló—. Yoonie, solo suéltalo—enrolló las manos en su cuello.
Yoongi aclaró la voz y habló:
—Papá una vez me dijo que sabría cuando hacerlo—inició—. Debo de confesar que estoy muy nervioso—tragó saliva y le sujetó de la cintura—, no nos conocimos como suelen hacerlo las parejas pero que más da—Jimin soltó una risita—. El chico de aquella foto no salía de mi cabeza, solo esperaba verlo en la fiesta. Jimin, estos años han sido los mejores de mi vida. Sé que vendrán más, sé que te amo con toda mi vida y sé que tú igual, por eso, quiero que te cases con...
—¡Cariño! Espera—le cortó—, ¿Estas tratando de... ¡Oh!—chilló.
—Amor, déjeme terminar—sonrió.
—Sí, acepto. ¡Acepto casarme contigo!
—Perdóname por no ser la mejor propuesta—agachó la cabeza—. Si solo no hubiese pedido esa maldita langosta, tenía que...
Jimin rodó los ojos e hizo que le mirara, rozó sus labios con los de él y habló:
—Mi respuesta hubiese sido la misma, allá, aquí en la bañera, en un establo, en la playa, en un concierto, en lo que sea. Ahora solo deja de lamentarte y bésame.
Mordió el labio inferior de Yoongi y lo jaló para soltarlo.
Se fundieron en un delicado y húmedo beso, giró la cabeza para tener mejor acceso a los finos labios, la lengua de Yoongi amenazó con entrar a su cavidad bucal y él gustoso le recibió, firmaron una danza completa.
Jimin estaba emocionado y feliz. ¡Se casaría con Yoongi!
Nunca imaginó casarse, para él eso era horrendo pero, mierda y más mierda. Solo imaginarse a los dos vestidos con elegantes trajes, firmando los papeles que les unían legalmente como esposos, eso le pareció fantástico.
De un momento a otro Jimin terminó sentado encima de las piernas de Yoongi y besándole el cuello.
—No, amor—le paró cuando detectó las intenciones de Jimin—. Te va a doler si lo metes de un solo.
—Te demoraste en venir a la tina, así que me preparé—confesó—. Desde que me levanté hasta este momento, todo lo que has hecho ha sido perfecto—añadió—. Ahora solo—tomó con su mano el miembro de Yoongi y lo alineó a su entrada, él le sujetó de la cintura para bajarlo delicadamente—. ¡Oh, Sí! Justo así—tiró la cabeza hacia atrás, dejando que el gran pedazo de carne entrara por completo.
Yoongi buscó los labios de Jimin, con una mano en la estrecha cintura movía la cadera de adelante hacia atrás mientras que con la mano libre tanteaba en la bata de Jimin el bolsillo donde estaba el anillo.
Agradeció al universo que no se haya fijado que estaba ahí. Ya que se suponía que esa era su bata y no la de él.
—Señor, Min—dijo atrayendo la mano izquierda de Jimin y colocándole el anillo—. Déjeme decirle que se mueve tan malditamente bien.
—Mi color favorito—soltó un gemido viendo la gran perla cuadrada de color amarillo—. Y—inició dando saltitos—, gracias—gimoteó con Yoongi.
El agua se movía de un lado a otro sin sentido, la espuma había recorrido la espalda de ambos por los manoseos que se daban y era embriagador el chapoteo que formaban.
—Puedo sentir como toco tu próstata—le susurró al odio.
—Sí, y lo haces tan bien—la voz le tembló.
Vio la hora en el celular, once de la noche.
Rebuscó en el bolso de mano su libreta nueva.
Las hojas de marco verde se le habían acabado a su libreta. Por eso, antes de salir de Seúl a Jeju; guardó la libreta que su padre le había regalado a inicios de ese año.
Miró a Yoongi dormido en la cama, volvió a dirigir la atención a la libreta abriéndola en la primera página para escribir.
Dejó de escribir.
—Amor—balbuceó—. No puedo dormir si no te abrazo, ven aquí.
Jimin cerró la libreta, trepó a la cama y se dejó envolver en los brazos de Yoongi.
Porque una noche no es suficiente, una vida suena mejor.
Fin.
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♦️Nos leemos en otra oportunidad.
♦️Créditos de las fotos a quien les pertenezcan.
—JoyG
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