31 | Cita
2/¿?
Bueno, he de admitir que no me esperé que el lugar al que saldríamos sería el parque.
No me molesta, para nada, este lugar a sido testigo de muchos momentos de nosotros juntos, pero para una primera cita... es un poco particular.
Eros se me adelantó dos pasos.
-No es exactamente lo que piensas -aclaró.
-De hecho, no he pensado nada.
-Bueno, no es exactamente lo que vas a pensar -me reí-, no sé tú, pero este lugar es de cierto modo especial -observa el panorama, sonriente-, así que pensé «¿Por qué no ir ahí?»
-Sí, tienes razón, es especial -miré el sitio donde una vez tuvimos un feo choque, riendo por tan doloroso y extraño recuerdo-. Me gusta tu idea.
-Me gusta que te guste mi idea -me señala, divertido.
-¿Y qué haremos?
-Ahí está la mejor parte, ven.
Toma mi mano y me lleva consigo hasta el mismo lugar en el jardín donde hizo aquel el retrato mío y de Baloo, aún lo conservaba. Debería colgarlo en mi habitación, está bastante lindo como para tenerlo dentro de una de las gavetas de mi escritorio. Antes de sentarnos, Eros echó una gruesa manta de picnic para que así el césped no nos picase, le agradecí internamente por eso ya que yo llevaba vestido y no me apatecía que el césped me picase las piernas.
Observo intrigada como empieza a sacar un par de cosas de su mochila, preguntándome cómo las habrá metido allí todas: un par de pinturas y pinceles, un pequeño lienzo en blanco y bocadillos, gran parte de ellos mis favoritos.
Cuando ya tiene todo acomodado, vuelve a verme sin dejar de sonreír.
-Vi esta cosa en internet y me pareció que podría gustarte.
-Vale, ¿De qué va?
Alza el lienzo y lo sacude, como si fuera un especie de ganga.
-¡Pintaremos!
No quise, pero mis labios hicieron una mueca confusa.
-¡Espera! -dijo-, no es que yo voy a pintar y tal, lo haremos entre los dos -mi mueca se acentuó, aquí entre nos, él era el experto en arte con pinturas. Yo me quedo con la fotografía-, será una pintura entre dos, y al final veremos el resultado. Después tomaremos fotografías.
La idea estaba interesante, la parte que me preocupa es yo involucrada en lo que Eros es experto, yo si acaso sabía dibujar, no era como él, o como mi prima, a mí el arte con pinturas no me iba para nada.
Sin embargo, verle la ilusión en los irises grises... no creía correcto decirle que no. Era una cita en la que se había esforzado en que sea perfecta, no puedo venir yo con mi pesimismo y falta de confianza en mí misma a arruinarle esto a Eros.
Así que suspiré y asentí, sonriendo de labios cerrados para él.
-Claro, no suena mal. Intentemoslo.
Lo valió por ver lo emocionado que se puso.
Dioses, era tan tonta cuando de este chico se trata. ¿Este es el karma que estoy pagando por burlarme tanto de mi mejor amiga en sus extraños inicios con Christopher? Seguramente sí. Es increíble como la convivencia con una persona transforma los sentimientos que tienes hacia ella. Pasó de ser aquel mesero torpe y de cierta forma insoportable al chico que me gustaba tremendamente.
¿Había alguna vez sentido yo algo parecido a lo que siento por Eros por alguien más? Podría contar con los dedos de una mano todas las personas que me han gustado en mis dieciocho años de vida, y por ninguna tuve un sentimiento comparado con lo que siento por Eros, y es... gua, loquísimo.
Vaya, que cursilería más grande he dicho.
Venga, no es que era reacia a expresar lo mucho que me gusta alguien porque una vez para San Valentín le escribí una carta al chico que me gustó en aquel entonces, (tiernos y estúpidos once años) así que no, no tengo problema con eso, es que a veces... me sobrepaso en lo cursi.
Creo que no debí ver tantas películas de romance en toda mi adolescencia...
En fin, volviendo a la realidad, Eros preparaba sus pinturas y pinceles, indicándome cosas que escuché a medias. Hice lo que pude porque estaba perdida, él al darse cuenta que lo que hacía no era exactamente lo que me había pedido, solo se echó a reír, repitiendo lo que dijo.
Unos diez minutos después, estábamos sentados uno al lado del otro, pero no con una distancia separandonos, ¡No, señor! Estábamos hombro con hombro y rodilla con rodilla, pensando en qué podíamos pintar en el pequeño lienzo.
Mientras mi boca suelta ideas sobre lo que mis ojos veían, mi cerebro estaba demasiado centrado en el contacto que teníamos, en especial porque Eros dejaba caer de vez en cuando su mano en la rodilla que está muy cerca de la mía, y era un contacto peligroso porque yo llevo vestido.
¡No piensen nada malo, mentes sucias! Es solo que... no lo sé, ¡Es raro! Me había tomado la mano en varias ocasiones, ¿Pero un contacto directo manos-piel? Jamás, la idea era a la par de incómoda como interesante.
Oh, no, eso no sonó bien.
Ahora mismo estoy divagando, debo de concentrarme en lo que debíamos de hacer, tenía el tiempo corriendo antes de que papá me fuera a buscar a casa de Zharick y Eros tiene varios planes para esta tarde.
Así que, ¿Qué podíamos pintar?
-¿Por qué no algo sencillo? -propuse.
-¿Cómo «sencillo»? Porque para mí la mayoría de las pinturas son sencillas.
-No me apetece conocer de lleno tu narcisismo, gracias -Eros se rió-, lo que digo es que, no lo sé, algo sencillo que yo también pueda hacer.
Suspira hinchando sus mejillas, la carita feliz me sonríe desde su sitio.
-Bueno, tengo una idea -declara.
Toma las pinturas que supuse serían las básicas para nuestra pequeña obra de arte, amarillo, blanco, anaranjado, rojo y también azul. Empieza dejando en la parte superior del lienzo el amarillo, después el naranja y un poco de rojo, al final toma la azul y algo del blanco, va pasando el pincel de forma horizontal, mezclando las gotas de pintura desde arriba hasta abajo.
Ladeo la cabeza, prestando atención a lo que hacía. La mezclas daban la impresión de un...
-¡Oh, un atardecer! -señalé, emocionada.
Eros asintió sonriendo.
-Así es, chica salsa.
Vaya, le había atinado. Casi nunca le atino a lo que es el arte, siempre lo veo todo como abstracto.
Eros como el experto en arte que es, se encarga de darle un buen difuminado y detalles, yo solo observo impactada. Sí, había estado alrededor suyo en varias ocasiones en las que a pintado, pero nunca le había prestado suficiente atención a su técnica, es genial como consigue que la pintura haga lo que él necesite. Yo si quiera lo intento y ya tengo una mezcla de marrón espantoso.
Mientras esperamos que el atardecer recién pintado se seque, comemos algunos de los bocadillos que él trajo, eran algunas galletas dulces y saladas, gomitas, un snack salado y un par de botellas de jugo, charlamos un poco, le pregunté cómo estaba su familia y qué tal ahora con su primo, (uno nunca sabe qué puede pasar de la noche a la mañana, como ya hemos comprobado) se me quedó viendo un segundo con lo que me pareció la sonrisa más dulce.
-Están muy bien, mi primo en mejoría, gracias por preguntar, chica salsa.
-Hey -choco en broma mi hombro con el suyo, aún muy juntos-, me preocupo por ti, y tú eres muy unido a tu familia, así que siempre se incluyen en el paquete de preguntar por el bienestar.
Hay un momento extraño en el que Eros mira al frente comiendo de sus galletas, sonríe por algún motivo que aún no descifro. Luego esa mirada pasa a mí, consiguiendo que me ponga un poquito nerviosa.
-¿Qué pasa? -le cuestiono, estos están siendo los segundos más extraños de todos.
Eros menea la cabeza sin dejar de verme raro.
-Nada, solo... -vuelve a negar, suspira-, nada, Didi.
Bueno, que ese «nada» parece a un «tengo mucho que decir», lo conozco, sin embargo, no soy quien para presionarlo a decir algo que no sabe ni cómo hacerlo.
-Vale, vamos a fingir que no es nada -mordí media galleta-, ¿Esto ya se secó?
Tanteé la superficie con un dedo, y sí, ya estaba seco, como era mi turno de pintar y yo no tengo ni la más remota idea, esperé a que Eros se terminara sus galletas para que me indicara qué hacer, el experto aquí es él.
-Vamos a hacer sombras, así que -agarra la pintura negra y dos pinceles, uno grueso y otro más fino-. Esto es simple, vas a tomar un poco de pintura con la punta del pincel y pasarla en vertical por esta parte, como si crearas pasto.
-Vale, crear pasto -hice lo que me indicó, más lento de lo que él lo habría hecho, pero no estaba mal para una primera vez-. ¿A qué quedó bien, eh? -alcé el lienzo, mi pasto no es nada con el fondo que hizo Eros, aún así estaba orgullosa y él me sonreía, por lo que lo considero un buen logro-. ¿Qué sigue?
-Árboles.
-Oh, árboles.
-Tú tranquila, yo te guío -empapa la punta del pincel más fino con pintura negra y me lo entrega, lo dejo suspendido a un costado del lienzo, sin saber qué hacer.
Entonces es que ocurre el «yo te guío» suyo, puso su mano sobre la mía con cuidado, empezando a delinear y rellenar lo que sería la sombra de un árbol. No quise, pero mi cerebro volvió a desconectarse, reparé en que agachaba más el rostro, casi a la altura de mi mejilla, que el agarre en su mano era más firme y no tan tímido, que él emanaba un aroma suave y dulce, algo parecido a la colonia para bebés sin ser exactamente eso.
Para cuándo parpadeé volviendo a la realidad, ya había hecho la sombra de nuestro arbolito y yo no estuve conciente del proceso, genial.
-¿Quieres que te ayude a hacer el resto?
¿Y correr el riesgo de volver a desconectar y que te des cuenta de ello y, de paso, que notes que es por ti? No, gracias, paso.
-Te lo dejo a ti -le paso el lienzo-, me gusta más verte pintar.
Pude ver qué mi comentario le puso hasta las orejas rojas, que tierno.
Se terminó aclarando la garganta, concentrándose en terminar nuestro pequeño atardecer, es interesante como Eros logra conseguir un paisaje con unas cuantas pinturas y pocos pinceles. De verdad que esto es lo suyo. Se nota a leguas qué fue lo que hizo él y lo que hice yo, (un mísero pasto) y que lo mío es bastante de principiante comparado con lo suyo.
-Te envidio -digo apenas termina, causandole una risa-, oye, no es broma, de verdad te envidio.
-Es solo una pintura sencilla, no hay nada que envidiar.
Claro, para él eso era sencillo, a mí jamás me habría quedado así.
Agarré una de las últimas galletas dulces y di un mordisco, aún viendo el retrato, lo asocié mucho a una de las fotografías de atardeceres que he hecho.
-¿Cómo es que aprendiste a pintar así de genial?
-No es algo de la noche a la mañana -toma la última galleta-, llevo pintando desde los seis años, siempre me llamó la atención y a los seis fue que ví mi primera clase de arte, desde ese día he estado mejorando mi técnica, aprendiendo nuevas... me equivoco, nada nunca sale a la primera, pero la cosa está en qué no me rindo. ¿Me molesto? Sí, ¿Me frustro? También, pero ¿Dejo algo que amo solo porque no lo consigo al primer intento? Nah', no va conmigo. Cuando de pasiones se trata, no hay que rendirse tan fácilmente.
Mordí mi galleta, acabandola, asintiendo varias veces a la vez que veo un punto en el césped.
-Que motivador a sido eso -digo, cambiando la mirada a él.
Se encoge de hombros, comiéndose de un bocado su galleta.
-Es una filosofía que he ido aprendiendo con el tiempo.
Pues que buena filosofía.
Cómo nuestro lienzo ya estaba listo además de seco, pasamos a lo que yo sí era experta. Sacamos nuestros teléfonos ya que ninguno tenía una cámara a la mano, puse todos los modos necesarios en la cámara de su móvil y le ayudé a enfocar y encontrar un buen ángulo, cuando ya estuvo todo listo, Eros empezó a tomar fotos a objetos al azar, desde las flores crecientes cerca hasta los perros jugando a un par de metros de nosotros.
Por mi parte, saqué una discreta selfie donde él sonreía feliz de lo que estaba haciendo, después no perdí la oportunidad que me daba la vida de tomarle la mejor fotografía a un golden retriever pelirrojo que se encontraba cerca, ¡Estaba a contra sol y en la postura perfecta, no podía simplemente ignorarlo!
-Aw, que lindo -mascullo para mí, sacándole varias fotos.
Dejé de hacerlo cuando salió corriendo tras la pelota de tenis que le lanzaron. Adiós, lindo golden retriever.
-Oye, chica salsa -me llama Eros.
-¿Qué pasa? -giro a verlo.
-Sonríeee -tan solo estoy otra vez de frente a él, escucho el sonido de su cámara seguido de su risa.
Puse cara de ofendida.
-¡Oye!
-Aaww, que tierna -comenta, mostrándome la pantalla.
No, no era para nada tierna, capturó el momento justo donde mi ceño se frunció ligeramente, esperando a que dijera algo, mi cara de esa foto no era tierna, más bien servía para hacerme meme.
-Si te pido que la borres no lo harás, ¿Verdad?
-Ni de locos -ríe, guardando su móvil. Suspiro rendida. Bueno, creo que estamos a mano porque yo tengo fotos peores de él.
-Me parece justo -murmuré, también guardando mi móvil.
-¿Qué dices, Diane?
-¡Nada!
Entrecierra sus ojos un segundo en mí, desconfiado, hasta que vuelve a su tarea de guardar sus pinturas y pinceles.
-¿Ahora dónde vamos? -le pregunto cuando ya todo estuvo guardado en su mochila otra vez.
-Esa es otra sorpresa.
-Tienes muchas sorpresas.
-Te dije que me gusta dar sorpresa a chicas que me parecen totalmente preciosas he increíbles -toma mi mano, acercando mucho su rostro al mío-, y tú eres una.
Eros acorta la distancia entre nosotros para dejar un corto beso sobre mis labios.
Controla tu respiración, Diane. No dejes que se te escapen risitas bobas, Diane. Y, sobretodo, procura que no te de un ataque cardíaco, Diane.
Le correspondo lo que puedo en mi corto tiempo de reacción, de pronto estaba demasiado nerviosa. No debería ser una sorpresa, ese chico siempre me pone de los nervios, pero en momentos de corta distancia dónde sé que un beso se aproxima, mis nervios se ponen de punta, supongo que es la falta de costumbre y experiencia que tengo en estas áreas de la vida.
Eros se aleja, me sonríe y vuelve a besarme, nada más que una simple presión que bastó para hacerme sonreír también.
«Que patética, Diane» imagino que diría mi yo de hace solo unos meses, estoy de acuerdo con ella, pero también me gusta esto que está pasando.
-Venga, podemos ir andando -dijo alejándose.
-Sí... -mi voz salió varios tonos más agudo de lo normal.
La mitad del camino lo dejé hablar a él porque para mí es todo un riesgo, temía que se diera cuenta del caos que llevo dentro y que no he podido poner bajo control, Eros no pareció darse cuenta de eso y solo siguió parloteando del lugar al que iríamos, un lugar de comidas, si no escuché mal.
Revisé la hora en mi móvil, cinco treinta, aún tenía tiempo de sobra.
Nos fuimos andando por los interiores del parque tomados de las manos, un agarre de dedos entrelazados y todo, quería tomarlo como un avance en esta cosa... extraña que está pasando con nosotros. Fueron unos diez u once minutos de camino, cruzamos la calle para entrar en un edificio de ladrillos y con un gran ventanal que en letras brillantes ponía «coffee» con una carita feliz en la «o»
Adentro olía a café con pan recién horneado, y eso abrió mi apetito. Del techo colgaban unas luces amarillas, las paredes en su momento debieron de ser beige, pero ahora se veían más como un blanco opaco, el café no estaba tan lleno, por suerte. Antes de sentarnos, fuimos a la barra a pedir lo que comeríamos.
-Mira, el sándwich no se ve mal -le señalé el que un mesero llevaba a una mesa detrás de nosotros.
Eros me dirigió una mirada de «¿Segura?»
-¿Sandwich? -algo en su tono es diferente, como si quisiera decirme «¿Estás de coña?»
Lo entendí bien, él quería una cita perfecta, lo que no entendía es que por más simple que sea, será perfecta, no debía de esforzarse demasiado, igual le estaré bastante agradecida.
Dejé un beso en su mejilla, ignorando quién nos podría ver raro.
-No te esfuerces porque todo sea perfecto, Eros, aún con la comida más sencilla, será estupendo para mí.
Suspira, sonriendo.
-Vale, si mi chica salsa quiere un sándwich, así será.
Además de ordenar dos sandwiches, él se pidió un matcha americano y yo un café frío con crema, no me iba mucho eso de las bebidas verdes como el matcha.
Después de ordenar y que nos dieran un tiempo estipulado para que nos trajeran nuestra orden, nos sentamos frente a frente en una mesa de dos asientos al lado de la ventana que da a la calle kirkland. Observé mejor el sitio, todo es muy lindo y moderno, además de relajado.
-Este lugar es lindo -comento, aún paseando la mirada.
-Sí, cuando Eames está en la ciudad venimos aquí después de mi turno en Angelo's, es un lugar agradable para pasar el rato.
Tiene un buen punto, volvería a venir aquí en otra ocasión.
-Entonces... -pronuncia alargando la palabra-, ¿Te a... gustado la salida? -completa en voz más baja.
Estiro la mano sobre la mesa para tomar la suya, la tenía un poco sudada.
-Claro que me a gustado, Eros -se alivia visiblemente-, no importa a dónde vayamos, si al parque o Angelo's, o a el restaurante más elegante de la ciudad, será genial mientras vaya contigo.
Da un suave apretón a mi mano.
-De verdad que eres increíble, Diane.
Hago un gesto de restar importancia con mi mano, que va, ¿Increíble yo? Solo estaba diciéndole la verdad, cualquier sitio será sensacional siempre y cuando sea en compañía suya.
Rayos, en serio debo dejarme de cursilerías.
-Es solo la verdad, mesero cogote golpeado -encojo los hombros-, ya sabes, soy bastante conformista.
-Lo cual no es malo, sino que por eso quería hacer una buena cita, no siempre deberías conformarte con lo que te dan, Diane, vales mucho más que lo sencillo.
Vale, me dió en un punto sensible. Admito que en algunas cosas soy bastante conformista, y él tiene razón, no es un punto malo, sin embargo... no siempre debería estar satisfecha con lo que me ofrezcan, merezco más que lo asequible.
Supongo que la crianza influye mucho en esa parte de lo que soy, me han criado para ser agradecida y no menospreciar a la gente, (aunque eso no impide que maldiga a mis interiores) y en muchas ocasiones, he recibido menos de lo que he dado.
Vaya.
-Oye -Eros aprieta mi mano-, no digo que sea malo, demuestra lo buena gente que eres, algo que tienes que empezar a asimilar.
No pude responder nada porque una camarera trajo nuestro pedido, deseando un buen provecho antes de irse. No di tiempo para otra charla, tenía hambre y el buen aroma de ahí dentro solo abría mi apetito. Al dar un mordisco al sandwich, una gran mezcla de sabores hizo «¡Boom!» en mi boca, el tomate, la lechuga, la salsa y... ¡Pollo! Todo era una increíble combinación que me hizo soltar un sonido placentero.
-Dioses, esto sabe increíble -comenté aún masticando medio bocado.
Eros se rió, dando un sorbo a su matcha.
-Sabía que te gustaría.
La merienda fue más halagos hacia la comida de mi parte que conversación, ¡Es que de verdad estaba buenísimo! Y el café frío con crema ni que digamos, de verdad que iba a volver aquí en otro momento, o le diré a Eros para volver.
-Quisiera preguntarte si te gustó, pero me hago una idea de que sí lo hizo -dijo él, terminando su bebida.
Remuevo la mía con el sorbete, mezclando lo restante de la crema con el café, sí, no soy tan fan de la cafeína pero con ciertos complementos la puedo ingerir. El sándwich se acabó hace unos dolorosos cinco minutos, y estoy a nada de pedir uno para llevar.
-En algún momento voy a volver aquí.
-Te puedo traer cuando gustes.
-¿Ah, si? -alzo una ceja, divertida-, ¿Y cuándo podría ser eso?
-¿En una... segunda o tercera cita? -responde, casual, tomando de lo restante de su bebida, causando ese sonido clásico.
Eso me causó mucha ilusión, «segunda o tercera cita», ¿tenía planteado seguir invitandome a salir? La idea me agrada más de lo que puedo admitir en voz alta.
-Esa idea me gusta, Jackson.
-Me gusta que te guste mi idea, Reynolds.
Ambos nos reímos como el par de tontos que somos.
Charlamos un rato, pedimos un postre para compartir y nos fuimos yendo de la cafetería cuando el sol empezó a ocultarse. Salimos a la calle dónde las luces de las farolas empezaron a encenderse, recorrimos el mismo camino por el parque de la misma manera que hace unas horas: tomados de las manos.
De camino de vuelta sí pude aportar más a la conversación, balanceaba nuestras manos juntas de adelante hacia atrás sin parar de parlotear. Lo que me gusta de estar con Eros es que puedo hablar de los temas más extraños sin que me tache de rarita, él me seguirá la conversación y capaz saque algo de que hablar aún más extraño.
Soy así con él, somos así juntos, y no quería perder eso por nada.
-Fue una buena cita -declaro, andando más lento.
-Me alegra que te haya gustado -se suelta de mi mano para pasar su brazo sobre mi hombro.
Hoy tuvimos una cita, quizá en próximos días tengamos más, ¿Y eso en qué nos convertía? ¿Novios? ¿Seguimos siendo amigos? ¿Raros mejores amigos que se han besado y tendrán citas?
«No, amiga, no hagas eso, sé clara, no «lo dejes estar» porque no hay nada seguro» pensé en lo que dijo Zharick, no quiero algo inseguro, algo que me va a generar dudas.
Quiero algo... algo estable, una... ¿Relación?
Guao, ¿En serio me estoy planeando lo de tener una relación con Eros?
Doble guao.
Avisté su auto estacionado junto a la acera de la calle, por los senderos andaban pocos transeúntes, una pareja que a lo lejos paseaban a su perrito entre risitas y jugueteos.
Llegamos a su coche.
Por algún motivo, en vez de subirnos y emprender camino a casa de mi mejor amiga, solo nos quedamos uno frente al otro sin decir nada. Me balanceo sobre mis pies, sin saber qué decir.
-¿Podemos hablar de algo, Diane?
Me asustó un poco que haya dicho «Diane» en vez de «Didi» o «chica salsa»
-Claro, ¿Qué pasa?
Eros deja ir lo que parece ser todo el aire que retienen sus pulmones en un resoplido.
-Eres... eres mi mejor amiga -golpe bajo-, y contigo siempre he sentido... una conexión especial -ríe nervioso-, digo muchas tonterías todo el tiempo pero ahora... sé que esto no lo es.
»Me gustas, Diane -mi corazón se salta un latido, mi boca se queda seca-, y me gustas muchísimo.
Intento decir algo, cualquier cosa, solo que mi boca nada más podía moverse incrédula sin emitir sonido.
Él a dicho que le gusto...
¡Él a dicho que le gusto! Por dentro estaba chillando y brincando de felicidad, ¡Sí era recíproco y no solo era yo haciéndome ideas idiotas! Por fuera la cosa es diferente, aún no soy capaz de encontrar mi voz y Eros empieza a mirarme con preocupación y, lo que parece ser arrepentimiento.
¡No, no, no! ¡Habla, Diane!
Aclaré mis garganta.
-Eh... -intento controlar mis nervios-, bueno...
El arrepentimiento se acentúa en su rostro.
Hinché mi pecho, llenando mis pulmones de aire para recopilar valor. Rasqué detrás de mi cabeza.
-Bueno... puede que el sentimiento sea muy recíproco.
Una sonrisa esperanzada apareció en sus labios.
-Ese «puede» suena muy prometedor.
Sonreí, tímida.
-¿Y entonces...?
Toma mi mano para atraerme hacia sí, rodea mi cintura con su brazo y retira uno de los cortos mechones sueltos de mi pelo de mi mejilla, da una caricia con su pulgar.
-Para serte sincero, tampoco tengo idea de qué hacer -su rostro está peligrosamente cerca-, yo solo... quiero estar contigo.
Había una escasa distancia entre nosotros, la punta de su nariz empezaba a rozar la mía y nuestras respiraciones se mezclaban, hay una caricia con su pulgar a mi mejilla antes de que acorte la escasa distancia que teníamos en un nuevo beso.
Mis manos por sí sola dan un recorrido hasta entrelazarce detrás de su cabeza, jugando un poco con los rizos de su cabello castaño, mis pies se alzan sobre sus puntas para ganar más altura. Este no era un beso apasionado o impulsivo, era algo más... dulce, sus labios se movían con lentitud sobre los míos, nada tan exagerado como para espantarme, le agradecí eso.
Eros puede ser bastante cariñoso cuando se lo propone, también cuidadoso, no hacía movimientos arriesgados, no subía los niveles, me conocía lo suficiente para saber cuáles eran mis límites y los respetaba.
Y, demonios, lo quise mucho por eso.
Correspondo en lo que puedo porque aún yo sigo siendo la cliché he inexperta besadora, no pasa mucho cuando el aire empieza a escasear, él se aleja y apoya su frente sobre la mía, al abrir los ojos, me encuentro con que tiene una sonrisita boba en los labios, poco después caí en que yo estaba igual.
Somos dos chicos que sienten algo el uno por el otro y que de verdad quieren intentarlo.
-Yo también quiero estar contigo -murmuro, haciendo que él abra los ojos.
Tenían algo diferente, ese gris era más claro, ese brillo de siempre... no, no era el característico brillo de diversión que siempre adorna sus ojos, ahí está lo distintivo. Eso qué hay ahí es algo más... amoroso.
-Ese «puede» sí que es prometedor.
-
Días después...
Niego con la cabeza, incapaz de dejar de sonreír ante las locuras de Eros.
Eres un caso serio, chico.
Eros♡: Bueno, te gusta este caso serio, así que seríamos un caso serio los dos.
Ruedo los ojos, sabiendo que tiene razón.
Claro que no iba a admitir eso.
Oh, cállate.
Estaba esperando una respuesta suya cuando escuché un toque en la puerta.
-¿Puedes ir, Didi? -pregunta mamá desde la cocina.
Las cosas con ella se resolvieron bien, por si te lo preguntas. Ella prometió permitirme visitas un poco más de noche y yo prometí avisarle antes si alguien venía más de noche, no lo ví mal y extrañaba hablar con mi mamá, así que acepté el trato.
Dejé mi móvil a un lado y fui a la puerta, ahí estaba un hombre que debía de tener unos cincuenta años con un bigote medio canoso, un bolso de lado marrón, pantaloncillos y un gorro del mismo tono de azul que su uniforme.
¿Un cartero? ¿Desde acá a cuando nosotros recibíamos correo?
-¿Residencia Reynolds Blake?
-Eh, sí, sí, es aquí.
Me entregó un sobre blanco que tiene pinta de ser muy elegante, me deseo los buenos días y salió de mi pórtico.
Cerré la puerta, viendo el sobre sin entender nada.
-¿Quién era, Diane? -pregunta papá.
-Correo -respondo, yendo a la cocina-, ¿Desde cuándo nosotros recibimos correo?
Ambos se encogieron de hombros.
-¿Qué es?
-Es una carta, de... -vi la postal-. Hum, que raro, de Mónica.
-Abrela a ver qué dice, quizá sea importante -mis papás siguen en su labor de preparar el almuerzo.
Abro el sobre y saco la tarjeta de adentro, es de un papel un rosa claro, con bordes de líneas curvas doradas y flores. ¿Vale? En letras más grandes y cursivas, también de un color dorado ponía «Mónica y Dave», ¿Ese sujeto quién es?
Espera un segundo, ¿Ese el desconocido? Empecé a leer en voz alta:
Cómo pareja, es fundamental que compartan la alegría con nosotros, por ese motivo los invitamos a celebrar nuestro matrimonio este próximo 21 de octubre del año vigente.
Parpadeo, analizando lo que acabo de leer, viendo que también estaba escrita la dirección de un salón de fiestas en Boston junto a la hora, más abajo un «¡Esperamos que confirmes tu asistencia!»
¿Qué carajo he leído?
-Vaya -dijo papá.
-Doble vaya -siguió mamá.
-¿Acaso acabo de leer...
-... una invitación a la boda de tu prima? -conpleta mamá-, sí, Didi.
Parpadeo otra vez.
-Necesito detalles de esto -digo, yendo a la sala por mi móvil.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top