18 | I was Enchanted to meet you...
En cuanto estacionó su coche en un lugar vacío del estacionamiento, Eros se bajó con prisa. Miré confundida como rodeaba el auto y venía hacia mi lado para abrir la puerta.
—Bienvenida al baile de graduación, señorita Reynolds —fingió un mal acento británico que me hizo reír, extendiendo su mano hacia mí.
La tomé sonriendole, gesto que me devolvió casi de inmediato. Tras salir del coche, Eros reforzó el agarre de nuestras manos aún juntas, entrelazando sus dedos con los míos.
—Hay que disfrutar esta noche más que nunca, así que, ¡Andando!
Entre risas cortas nos adentramos a la preparatoria, vimos a muchas parejas y grupos de amigos en vestidos largos y cortos, esmoquíns elegantes y de un estilo más casual como el que iba Eros. Nadie se veía mal hoy, todos habían hecho su gran esfuerzo para verse mejor que nunca en nuestro último evento escolar.
—¿Nerviosa? —me preguntó él, balanceando el agarre de nuestras manos de adelante hacia atrás.
Le dirigí una mirada confundida.
—¿Por qué lo estaría?
—No lo sé, la pregunta hizo boom en mi cabeza.
—Muchas cosas te hacen «boom» en la cabeza —Eros se rió—. No, no estoy nerviosa. Solo emocionada.
—Bueno, aceleremos el paso. Tienes que ver la gran decoración.
Cuando giramos en la esquina que daba al pasillo del gimnasio, dejé ir un bajo «guao» al ver todas las luces que decoraban ese lugar. Eran como las luces de arroz navideñas de color blanco y reflectores abajo de color azul, daba la impresión que las luces de las estrellas daban al chocar contra el agua.
—Vaya... —murmuré sin dejar de ver a mi alrededor.
—Muy lindo, ¿Verdad? —asentí aún asombrada—. ¿Qué tal una foto?
En vez de mi cámara, saqué mi móvil para una selfie. Cómo Eros es un poco más alto que yo, fue él quién tomó la foto, pasando su brazo alrededor de mis hombros y esbozando una enorme sonrisa.
—Me tienes que pasar todas las fotos que tomes esta noche, chica salsa —pidió, entregándome mi móvil.
—Tenlo por seguro, mesero cogote golpeado.
Antes de entrar al gimnasio, Eros hizo algo raro: sacó su móvil y empezó a grabarme, cuando le pregunté la razón, solo sonrió he hizo un gesto para que siguiera caminando. ¿Okey? No entendí, así que solo lo pasé por alto. Es Eros Jackson siendo Eros Jackson.
Tan solo puse un pie dentro, mi mandíbula se cayó y mis ojos empezaron a recorrer sorprendidos todo el lugar.
—Esto es oro —oí murmurar a mi acompañante.
Es que... no inventes, ahí todo estaba precioso. Las luces de los reflectores alumbran el lugar en diferentes tonos de azul, las telas de los mismos colores que cuelgan del techo dan el efecto como si hubieran olas marinas sobre nuestras cabezas. Colgadas también por todo el techo habían medusas que brillaban en luces blancas. Las mesas que bordean el gimnasio tienen el centro de mesa más creativo que había visto: burbujas. Claro que no eran reales, debían de ser pelotas transparentes unidas con algún hilo para dar la impresión de que eran burbujas flotando sobre las mesas.
Quería llevarme uno a casa.
—Vaya... —murmuré por segunda vez esa noche.
¡Y la decoración no solo se queda ahí! El área donde estaban tomando las fotos, y si mal no ví, ahí estaban Christopher y Zharick, era un precioso arco de globos de colores azul oscuro, uno más claro, blanco y verde agua, tenían también unos más pequeños en forma de cangrejos he hypocampos. Ya quería tomarme muchas fotografías ahí.
—Si eso te impresionó, mira hacia allá —Eros me tomó de las mejillas y giró mi rostro hacia el lado izquierdo de la tarima donde estaba un chico DJ haciendo mezclas de música.
Bueno, que alguien traiga tornillos, porque en definitiva se me a caído la mandíbula.
—¿Puedo llevármelo a casa?
Eros se rió.
—Pregunté lo mismo y me han dicho que no, así que, lo siento.
La mesa de los bocadillos se llevaba las cinco estrellas, además de tener un montón de comida, bebidas y postres, tenía también la mejor decoración de la fiesta. Habían usado un fondo de corales y con globos de forma habían hecho un pulpo pequeño que parece salir de debajo de la mesa, estrellas de mar con ojos saltones que se pegan a plantas marinas hechas del mismo material, he incluso habían puesto algunos peluches para decorar en la mesa: tortugas, tiburones, ballenas y también un pingüino, definitivamente al final de la noche tendría que llevarme uno. ¿Lo que era impresionante? Es que habían armado un enorme pulpo hecho totalmente de globos.
Sabía que los del comité de preparación estaban planeando una buena decoración para el baile, solo que no imaginé que sería tan genial como esta.
—¿Ustedes hicieron todo esto? —pregunté a Eros.
—La mayoría de las cosas, algunas de las cosas con globos tuvimos ayuda de algún maestro o de un profesional con todo esto de las decoraciones. ¿A qué está increíble?
—Más que increíble, Eros, ¡Está todo precioso!
Sonrió satisfecho viendo la decoración.
—Valió la pena venir —dio un asentimiento a la nada—. Ahora sí, vamos a disfrutar de la noche.
Eros me llevó primero a tomarnos las fotografías para el recuerdo, ahí nos esperaban nuestros amigos que nos habían visto llegar. Zharick estaba preciosa esa noche, llevaba un bonito vestido árabe de dos partes y en color azul cielo. El escote era en forma de corazón y le llegaba hasta la mitad del torso, la falda de estilo munafie (sin ser tan descubierta) se le ajustaba perfectamente a la cintura curva que tenía. Su pelirrojo cabello lo llevaba suelto y con algunas ondas, en ambas muñecas tenía un par de ramilletes: uno era el que yo le había dado y otro que supuse se lo compró Christopher.
Y ahora que menciono al rubio, él tampoco estaba mal. No solo se le veía bien por el traje que llevaba, (que hacía perfecta combinación con el vestido que tenía mi mejor amiga) si no que había algo radiante en él, en... su mirada. Christopher cada vez que podía ver a Zharick, algo en sus ojos se iluminaba.
Ay, ¡Sí siente algo por ella! ¡El gilipollas sé enamoró! Que tierno.
—¡Estás preciosa, Diane! —exclamó Zharick, sonriendome.
—Tú también estás preciosa, Zhari —dije, sincera. Mi mejor amiga siempre se veía bien, pero esa noche se había lucido bastante.
Prometimos seguir con la conversación en otro rato, Eros y yo fuimos hasta el arco de globos para que nos tomaran nuestras fotos. En ningún momento pude dejar de reírme, es que ese chico es un caso serio. Tuvimos nuestras fotos normales dónde ambos sonreímos a la cámara, después de esas, al mesero cogote golpeado se le ocurrieron las ideas más locas para nuestras fotografías: espalda con espalda, como si fuéramos espías en una misión, de él cargandome de caballito con cuidado de no alzar mi vestido, una también dónde fingí cargarlo.
Mi favorita fue una de las últimas: Eros me había dado un cálido abrazo y recostado su cabeza de la mía. Se sintió bien ese pequeño instante, con sus brazos rodeandome, ese aroma de colonia que emanaba y los latidos de su corazón, fue... mi pequeño instante de perfección.
—Podrán retirar sus fotos al final de la noche —nos dijo el fotógrafo, haciendo una seña a la siguiente pareja.
—Que emoción, ya las quiero ver —admitió él, frotando emocionado sus manos—. Serán un lindo recuerdo de este día.
—Sí, ya lo creo.
Nos fuimos a la mesa de bocaditos por algo de beber y comer, mientras yo servía dos vasos de ponche, Eros se puso a buscar con el entrecejo fruncido entre los platillos. ¿Qué estaba buscando? Ahí todo se veía bueno.
—¿Qué buscas, Eros? —le pregunté, pasándole su vaso de ponche.
Lo tomó con distracción, sin dejar de buscar.
—Es que di la idea de... ¡Ajá! —se interrumpió a sí mismo para exclamar de la nada. Acercó la mano a donde estaba el peluche de la ballena—. En el comité di la idea de qué sirvieran esto —tomó una servilleta para agarrar lo que había dentro del tazón—, sabía que eran tus favoritas.
Me extendió una galleta de chocolate, pero no era cualquier galleta de chocolate. Era una galleta craquelada de chocolate con relleno, amaba esas galletas por mucho que me repugnaran cuando comía demasiadas. Miré el dulce en su mano, después a su rostro, me la extendía con una corta sonrisa.
Lentamente, mis labios fueron imitando la acción de los suyos. ¿En serio se acordó de ese gusto mío que le dije en una de las tantas charlas de camino a casa? Eros se la vive en las nubes que ver qué se acordó de algo que solo le dije por casualidad fue... bueno, se sintió bonito.
—G-gracias, Eros, no creí que tú... —tomé la galleta sin dejar de sonreírle—. Solo... gracias.
Se rascó la nuca, riéndose nervioso.
—Sé que soy distraído y la mitad de las cosas las olvido, pero hay otras que se quedan conmigo, supongo que las que considero importantes —hay un cosquilleo en mi estómago—. Eres como la mejor amiga que siempre quise tener, Diane, lo que a ti te gusta no se me va a olvidar tan fácilmente.
—También eres un gran amigo, Eros, por muy extraño que seas a veces —nos reímos—. Supongo que también eres como un mejor amigo.
—¿Supones? —arqueó una ceja con diversión.
—Ya veremos si te ganas de verdad el puesto —me di la vuelta, dando un mordisco a mi galleta, detrás de mí lo escuché exclamar:
—¡Oh, vamos, chica salsa!
Riendo, me fui a dónde estaban mis amigos.
-
Esa noche me divertí como nunca. En la pista de baile junto a Zharick, con Beauty And A Beat de Justin Bieber de fondo, dejé ir todo el estrés y preocupaciones que me habían estado consumiendo las últimas semanas. Yo no era la mejor bailarina de todos, constantemente mi tobillo se estaba doblando, pero ¿Me importaba? En lo absoluto, solo quería pasarla bien y mi tobillo y falta de conocimiento en el baile no me lo iban a impedir.
Las luces en el gimnasio cambiaban de color al ritmo de la música, lo que no me dejaba ver mucho, tampoco oír tanto por la música alta. Sé que a Zharick y a mí se nos había unido Tobías y varios de nuestros compañeros de clases, ellos tampoco eran los mejores bailarines de todos, así que juntos estábamos haciendo el ridículo con nuestros malos pasos de baile sin importarnos nada.
—¡Eso, Diane! —animó Tobías cuando hice un mal paso fuera de ritmo.
Nuestros amigos se rieron y me siguieron el paso. Se sentía bien ver que me seguían en algo que me había salido patéticamente mal.
Cuando me cansé un largo rato después, fui a la mesa de bocaditos por algo de beber y después a dónde Christopher y Eros se habían mantenido charlando desde hace rato.
—¿Ya te cansaste? —me preguntó Eros.
Asentí dando un gran trago del vaso de agua que me había servido.
—Mucho rato de baile, mi tobillo ya duele —respondí, apoyándome del respaldo de la silla. El agotamiento por tanto bailar haciéndose paso.
—Sí, desde aquí podíamos ver cómo te ibas de lado a cada tanto —comentó riendo Christopher.
Le lancé un palito de pan que el muy suertudo atrapó con la boca.
—Solo ignóralo —sugirió Eros.
No pretendía hacer otra cosa.
—¿Ustedes por qué han estado aquí tan... tranquilos? —los miré curiosa. Me parecía raro que esos dos solo se hayan quedado sentados charlando gran parte de la noche cuando es evidente que ambos son el alma de una fiesta.
—Estamos esperando el momento adecuado —respondió Christopher.
—Sí, no queremos agotar nuestras energías cuando el mejor momento no a llegado —agregó Eros.
Estuve a punto de darles una respuesta, cuando de pronto la música se puso en pausa y las luces adoptaron un solo color blanco, todos vimos a la tarima, dónde la chica pelinegra con reflejos verde agua que estaba con Eros aquella vez, pidió la atención de todos.
—¿Cómo estamos, recién graduados? —preguntó con ánimo, recibiendo como respuesta vítores de todo el mundo—. ¿Se la están pasando bien?
Otra respuesta con vítores de alegría. La chica pelinegra sonrió a su público.
—¡Eso me alegra! Ahora, vamos a lo importante, ¡Vamos a anunciar al rey y la reina del baile escolar!
—¡¡Uuuuhhh!! —aulló todo el público.
Hala, ¿Se haría lo del rey y reina?
Me acomodé en mi asiento, interesada de saber quiénes serían los ganadores. Apostaba mi cámara a qué Eros o Christopher estaban en la lista.
—Este año, tuvimos tres nominados para nuestros reyes, el comité de preparación quiere decir antes que, si no ganaron, ¡No se depriman! Lo importante es disfrutar y pasarlo en grande. Así que ahora... —un chico de pelo cobrizo le pasó dos sobres, uno azul y otro rosado. Empezó a abrir primero el azul—. El rey de nuestro baile escolar de este año es... —hizo una pausa dramática mientras abría el sobre, de fondo empezó a sonar esa música de misterio para dar ambiente que cambió a trompetas en ritmo de celebración cuando ella exclamó—: ¡¡Eros Jackson!!
Hay montones de aplausos y uno de los reflectores se enfoca en nuestra mesa, más específicamente: en el asiento de Eros, quién tuvo que poner su mano sobre sus ojos para que la luz no de con ellos. Se levantó de su asiento y subió a la tarima, dónde unas chicas le pusieron una corona de rey dorada sobre la cabeza que le obligó a quitarse la gorra, también una banda que ponía en brillantes letras «rey del baile»
—¡Eso, hermano! —exclamó Christopher, silbando a su amigo.
—¡Eros, Eros, Eros! —canté yo.
La pelinegra pidió silencio con gestos de sus manos, la gente bajó el volumen de sus gritos y aplausos de a poco.
—Y ahora, la reina de nuestro baile es... —pausa dramática con música—. ¡Giacinta Fiore!
Ella recibió más aplausos que Eros, Giacinta es una de mis compañeras de clases, una chica bastante amable que siempre veías participando en todas las actividades escolares, ayudando a los nuevos y ofreciendo tutorías. No me sorprende que se haya ganada el premio.
La pelinegra sonrió tomando el micrófono, presentando a Eros y a Giacinta al público después de que a ella le pusieran su banda y corona.
—¡¡He aquí, el rey y la reina del baile de graduación de la preparatoria Grapevine!!
-
Después de anunciar a los reyes, la fiesta volvió a su ánimo anterior. Eros y Giacinta compartieron el baile tradicional al ritmo de Dancing In The Dark de Imagine Dragons, cuando él vio hacia mí, que aún estaba en la mesa, su cara era diferente a la de hace rato. Tenía una mueca que lo hacía arrugar la nariz, su expresión delataba incomodidad.
Le hice un gesto preguntando «¿Todo okey?» su respuesta fue torcer la mueca, gesto suyo que he aprendido que significa «Nada okey», por lo que me levanté de la mesa y fui hasta donde él estaba bailando con su reina.
—Si no le importa, ¿Me podría permitir un baile con el rey, su majestad? —bromeé con Giacinta, haciendo una rápida reverencia.
Ella se rió.
—Adelante, damisela Reynolds —imitó mi acción antes de irse a bailar con su acompañante.
Eros suspiró aliviado echando la cabeza hacia atrás.
—Gracias.
—¿Por qué de repente la cara larga? —le pregunté, siguiéndolo a la mesa de bocaditos, dónde se quitó la corona y volvió a ponerse su gorra.
—Se supone que yo no iba a participar en esto, me habían postulado por ser uno de los del comité más activos en cuanto a ideas y colaborar, pero me negué a ser participe de esto. Ya vemos que pasaron de mi petición.
—Igual no está tan mal.
—Sí, lo sé, pero... —miró la corona, como si quisiera pedirle que se vaya con alguien más—, ya no puedo hacer nada —meneó la cabeza—. Mejor no le demos cuerda a esto, venga, vamos a bailar.
Y se ajustó como si nada la corona sobre la cabeza aún llevando la gorra y me llevó consigo a la pista de baile, por los parlantes se reprodujo Without You de Avicii, canción que animó bastante a Eros por ser de su DJ favorito.
Usó su puño como si fuera un micrófono y empezó a cantar al mismo tiempo que Sandro Cavazza, haciendo gestos y todo, eh. En el coro, Eros sacó los pasos de baile que antes no le había visto. Daba brincos y se movía al ritmo de la música. Por el cambio de luces de los reflectores, parecía que en realidad estábamos en un concierto de música electrónica.
—¡Venga, Diane! —gritó sobre la música.
—¡¿Estás loco?! ¡Bailo ridículo comparado contigo!
—¿Y qué? ¡La cosa es divertirse! —y siguió disfrutando de su baile y la música de fondo.
Tiene un punto... hacer el ridículo ya no importaba, lo que importa ahora es pasarla bien con amigos y una buena música de fondo. Así que, cuando el coro se volvió a repetir, me sumé a los movimientos de baile de Eros. Claro que él me seguía ganando por mucho, pero dejó de importarme cuando empecé a disfrutar del momento, del ritmo de la música y de su buena compañía, aunque aún ridiculice mis pasos de baile.
—¡Eso, Diane! —me animó sonriente, tomando mi mano para hacerme dar una vuelta.
Estuvimos un largo rato pasándola bien bailando muchas canciones, iban de todos los estilos, desde electrónica hasta pop pegajoso. El mismo Eros se sorprendió cuando se dió cuenta que había bailado y disfrutado una canción K-pop. Debo admitirlo; me reí con ganas de su cara de indignación.
Luego de que terminó Lean On de Major Lazer, a nuestro alrededor se reprodujo el sonido de una guitarra que da introducción a una canción que conozco muy bien.
«There I was again tonight
Forcing laughter, faking smiles
Same old tired, lonely place
Walls of insincerity
Shifting eyes and vacancy
Vanished when I saw your face
All I can say is it was
Enchanting to meet you...»
Cantó la voz de Taylor Swift en una suave melodía. Las demás personas en la pista de baile se agruparon en parejas, ví como Tobías invitaba a bailar a la chica pelinegra de reflejos verde agua y como Christopher también sacaba a Zharick.
—¿Quisieras bailar esta pieza conmigo? —ofreció Eros, extendiendo su mano hacia mí y haciendo una ligera reverencia.
Miré su mano, después a sus ojos que adoptaron los colores de las luces a nuestros alrededor: una mezcla de suave azul y rosado.
—Claro que sí.
Sonrió atrayendome hacia él, mis manos se colocaron en sus hombros mientras las suyas, con tierna timidez, las afianzó a mi cintura.
«Your eyes whispered: Have we met?
'Cross the room your silhouette
Starts to make its way to me
The playful conversation starts
Counter all your quick remarks like
Passing notes in secrecy
And it was
Enchanting to meet you
All I can say is I was
Enchanted to meet you...»
Siguió cantando Taylor Swift de fondo, pasé saliva con nerviosismo cuando me di cuenta que sus ojos grises no paraban de recorrer mi rostro. Parecían querer tener cada detalle, como aquella tarde en la reserva. Y aún así, su mirada seguía siendo cálida, ligera, por muy detallista que se vuelva. Mis mejillas no tardaron en ponerse de color rojo, entonces Eros finalizó su recorrido en mis ojos y sus labios esbozaron una sonrisa dulce.
«This night is sparkling
Don't you let it go
I'm wonderstruck
Blushing all the way home
I'll spend forever
Wondering if you knew
I was enchanted to meet you...»
Eros me hizo dar una vuelta que hizo a la falda de mi vestido expandirse, cuando volví con él, más que sostenerme de la cintura, me rodeó por completo con sus brazos, como en la foto, volvió a recostar su cabeza de la mía y despidió un suspiro. Aunque no lo veía, tuve el presentimiento de que sonreía, así sea de una forma muy ligera. Con duda, rodeé su torso con mis brazos.
Y así, abrazados, con Enchanted de Taylor Swift de fondo, seguimos bailando con delicadeza y los latidos del corazón de cada uno al ritmo de la música.
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