05 | Una tarde de chicas
—¿Qué opinas?
—No lo sé, Zharick —hago una mueca insegura.
—Vamos, Didi, por favor. Yo lo necesito, ¡Tú lo necesitas y lo sabes! Has estado estresada los últimos días.
—Aún así...
—¡Diane Margaret Reynolds Blake! —me regañó, y por alguna razón, me la imaginé con el entrecejo fruncido y su mano sobre su cintura.
—¡Zharick Amira Weller Jaziri! —reproché en respuesta.
—Tenemos que ir —lloriqueó—, por favor, por favor, por favor.
También me hice una imagen bastante grafica de mi mejor amiga: haciendo ojitos de perro abandonado, y sé que si no le doy una respuesta, esa siendo más afirmativa que negativa, los «por favor» seguirían hasta que su móvil se quede sin batería, y también sería muy capaz de conseguir otro móvil para llamarme para continuar con sus súplicas.
Por lo que al final, terminé suspirando rendida.
—Está bien, hablaré con mamá a ver qué opina de la idea.
Del otro lado escuché saltos en un piso de madera.
—¡Vale, te esperooo!
—¡Pero te he dicho que...!
El pitido agudo de la llamada me dio a entender que ella ya había colgado.
Doy otro suspiro, uno más frustrado. Dando ligeros golpes con mi móvil a mi frente.
—A veces quiero matarte, Zharick Amira, pero tengo miedo que bombardees el país.
Uh, no, eso sonó xenofóbico.
No lo tomen a mal, en realidad me gusta mucho la cultura de Zharick, sobretodo su comida. Y más si esa comida se trata del cordero con hortalizas que prepara su mamá. Perdón, pero es una delicia, esa señora sabe cómo preparar sus comidas típicas.
Y lo que me parece irónico es que una chica media árabe no le gusten todas las comidas de parte de su cultura. Incluso a mí me gusta el kabsa, ¡Y Zharick lo odia!
En serio que no lo comprendo.
Dejé de lado mi móvil y salí de mi habitación hacia el piso de abajo, en el sofá de la sala me encontré a mamá haciendo trabajos en su laptop con Baloo acostado a su lado. Ella acariciaba distraídamente la cabeza del canino y él parecía disfrutar de ellas, (claro, ¿Cómo no?) Porque sus ojitos lentamente se iban cerrando cansados.
Me acerco con paso lento al sofá hasta sentarme en el apoyo, empiezo a repiquetear mis dedos nerviosa en mis piernas. Si bien últimamente me estaban dando más permisos para salir, tampoco quería abusar de ello.
Pocos segundos después, mamá cierra la laptop con un suspiro, se quita los lentes de lectura y me da una mirada curiosa.
—¿Qué pasa, Diane?
—¡Bueno! Me alegro que preguntes —bajo de un salto del apoyo y me siento de su otro lado, procurando no aplastar a Baloo—. ¿Sabes? Bueno... mmm, hay algo... —juego con mis pulgares—, con Zharick, entonces...
Ella asintió.
—Sí, ¿Qué pasa con Zharick?
Meneo la cabeza de un lado a otro, pensando las palabras correctas.
—Es que hay un asunto...
—¿A dónde van a ir, Didi?
Le regalo una enorme sonrisa angelical.
—Es una tarde de chicas —respondí—, ella a tenido unos... asuntos complicados —me abstengo de dar detalles de esos «asuntos»—, y necesita relajarse de todo ese estrés, ¡Y yo también! ¿Sabes lo que es estudiar para un examen de física, química y matemáticas avanzadas, ¡Seguidos!?
—Ciertamente tienes razón, y puedes ir —doy un saltito de felicidad—, supongo que te lo haz ganado, pero mientras hayas hecho todos tus deberes de la preparatoria y de la casa, podrás salir.
—¡Yei! —le doy un rápido abrazo en agradecimiento y voy de regreso hacia las escaleras, cuando a mitad de camino recuerdo algo, me asomo para ver a la sala—. Hey, mamá —gira la cabeza a verme—, ¿Podrías llevarme? —sonrío para convencerla.
Mamá menea la cabeza, como si pensara que yo no tuviera remedio y despide una suave risa.
—Claro, Didi, ve a arreglarte.
—¡Gracias, eres la mejor! —volví a subir las escaleras hacia mí habitación.
Tomo mi móvil para hacerle una llamada rápida a mi mejor amiga, cuando veo que tengo un par de mensajes de Miguel, mi primo. Con él suelo hablar más que Mónica, siempre están las conversaciones serias, en su mayoría las tontas y dónde le pido ayuda con la tarea de la preparatoria que no entiendo. Hablar con mi primo es como hablar con tu mejor amigo: la conversación solo fluye sin importar lo tonta o seria que sea.
Y es que todos en su momento tenemos un mejor amigo en nuestra familia, yo podría decir que Miguel es mi primo-mejor-amigo.
Pero por ahora, dejé sus mensajes de lado para llamar a Zharick, quién me contestó al primer tono.
—¡¿Entonces?! —preguntó con emoción.
—Primero cálmate —pedí—, ¿Ya?
—Sí, sí, sí, ¿Qué fue lo que te dijeron, Diane? —insiste, mucho más emocionada.
—¡Me dijeron que sí! —me río de los chillidos emocionados de mi mejor amiga—. ¿Nos vemos en el spa que está en Concord avenue? Por la doscientos veinte.
—Claro, ya iré de salida para allá —y tras anunciarlo, colgó la llamada.
Dejé el móvil otra vez sobre la cama y busqué algo en mi armario, terminé tomando unos vaqueros de tiro alto, un top midi color lila y mis zapatillas deportivas. El clima en Cambridge no está para andarse de abrigado, hace calor y yo quiero estar fresca.
Tomé un pequeño bolso de lado y guardé lo necesario ahí: mi móvil, auriculares, claro, y puede que mamá me dé algo de dinero por si las emergencias.
—¡Ya estoy lista! —anuncié bajando las escaleras.
Noté que mamá le ponía su cadena a Baloo, algo que me hizo fruncir el ceño. No es que ella no lo saque a pasear, solo lo hace muy pocas veces, y cuando pasa es algo muy raro. Normalmente yo me encargo de eso.
—¿Vas a llevar de paseo a Baloo?
—Algo así —arqueé una ceja—, lo llevo a su cita mensual al veterinario, la he postergado mucho este mes.
Oh, la cita veterinaria. Sí, tiene sentido de por qué lo lleva. En esas cosas, ella se encarga de ese trabajo.
—Bueno, ¿Nos vamos ya?
—Sí, andando, Didi.
Salimos de casa y subimos al auto de mamá, Baloo se apoderó de los asientos traseros. En el trayecto al spa dónde pasaríamos la tarde mi mejor amiga y yo, fui hablando de diversos temas con mamá, cosas de su trabajo, cómo le iba en ese proyecto que lleva trabajando desde hacía algunos meses y qué fue lo que pasó con el drama amoroso entre Marshall y Clement, dos de sus compañeros de trabajo que se han venido echando los tejos desde hace un tiempo.
Cuando le hice esa última interrogante, mamá se rió meneando la cabeza, por ese gesto deduje que algo había pasado.
—Oh, esos dos siguen tan ciegos como siempre.
—Por favor, ¿Acaso no se dan cuenta? Hasta yo lo noté y eso que he ido pocas veces a tu oficina.
—Son unos negados, cielo, no se atreven a ver lo que tienen frente a sus narices.
Terminé rodando los ojos. A veces quería ir al trabajo de mamá, juntar en una habitación a Marshall y Clement y decirles la verdad de que ambos se gustan mucho, ¡Vienen con estos rodeos desde hace meses! Empieza a cansar su ignorancia.
Casi veinte minutos después, mamá estaciona su auto frente al spa, un edificio chato con ventanales que dejan ver a la recepción adentro y a las pocas personas en espera, en esa misma ventana, escrito en letras verdes corridas está en nombre del lugar.
—Nos vemos más tarde —le doy un corto abrazo a mamá antes de bajarme del coche.
—Adiós, tengan cuidado tú y Zhari.
Asentí afirmando de que tendríamos cuidado, me despedí con un gesto de mi mano y entré al lugar a esperar a mi mejor amiga. Algo que no tardó tanto como creí, solo pasaron cinco minutos desde que llegué para que Zharick estacionara el auto que debía de ser de su padre frente al local.
Apenas me vio, me dió un gran abrazo, su sonrisa emocionada era contagiosa.
—¿Lista para una tarde de chicas?
—Lista, mi compañera pelirroja.
-
Zharick eligió un paquete de mejores amigas, vagamente escuché que incluía algo de masaje, algo relacionado con un jacuzzi y otras cosas que realmente no llegué a entender. Son pocas las veces que he venido a un spa, estoy segura que esta es la ocasión número tres y cada una se divide en un período largo de tiempo.
Iniciamos nuestra tarde de chicas con un baño en el jacuzzi, el personal nos ofreció cambio de ropa y bebidas libre de alcohol para pasar el rato. El agua tibia se sentía bien y relajaba bastante mis músculos.
Zharick despidió un suspiro, hundiéndose hasta los hombros.
—Esto es vida.
—Sí... —imité su par de acciones, relajándome.
A veces no estaba mal tener este tipo de actividades con tu mejor amiga, y más cuando ambas han estado bajo mucha presión los últimos días. Estamos en exámenes finales antes de finalizar el semestre, y no es secreto para nadie que en estas épocas las clases se ponen más pesadas, muchos trabajos y exámenes, cuesta ser un estudiante para estos días.
—Oye, ¿Y qué tal te fue en tu examen de matemáticas? —me pregunto Zharick, aún en la misma posición.
—¿Cómo crees tú?
—¿A+?
—Correcto, amiga mía.
—Eres una nerd, Reynolds —con su mano, lanza agua hacia mí.
—Calla, Weller.
Zharick tomó el par de copas con jugo de manzana que descansan a un lado, me pasó una y alzó el brazo en mi dirección.
—Salud, por tu cerebro inteligente.
Riendo, choqué mi copa con la de ella. Esa chica no es normal.
Di un sorbo al jugo, nada parecido a otros que haya probado antes. Sí, es jugo de manzana, pero tenía algo mejor, un sabor casi exquisito.
—Oye, cuéntame, ¿Qué tal va tu situación con Christopher? —miré a mi mejor amiga.
Ella se encogió de hombros, dejando otra vez la copa medio vacía en el lugar donde estaba.
—No a pasado más nada, seguí tu consejo, me he alejado de ese idiota y a funcionado. Claro... a veces tengo la tentación de llamarle, pero me he resistido, lo juro.
—¿Y él no te a buscado?
Zharick pasa a ver una burbuja en el agua creada por las suaves vibraciones del jacuzzi.
—Nunca lo hizo, Didi, ¿Por qué lo haría ahora?
Ella aún mantiene la mirada gacha y sus labios apretados, se le nota que ese rubio le gusta mucho, también que le duele el cómo la trató y la sigue tratando. Zharick también pertenece a ese tipo de personas que sabe querer muy bonito, y que también por eso le han salido malas jugadas amorosas.
Se supone que Zharick siendo una chica que tiene inculcada la religión musulmana no habría de tener novio, no habría de beber alcohol y, bueno, habría de ser virgen. La cosa es que ella sigue ciertos aspectos de la religión, más no los sigue todos. Su madre, de quién es que a heredado todas esas características musulmanas, a sido bastante flexible con ese tema. Supongo que no a querido hostigar a sus hijos con una cultura tan exigente como con la que creció.
Le han dado la flexibilidad cultural y mi mejor amiga la a aprovechado, a tenido uno que otro novio y eso... no a salido precisamente bien.
—Oye —tomo su mano por debajo del agua—, lo estás haciendo bien, ¿Vale? Te estás dando tu lugar, justo como lo querías, y lo estás logrando.
—Eso lo sé, pero... ¿Sabes? Me gustaría que, por una vez, sea él quien se interese en mí, que me busque.
—Zharick, como tú mejor amiga, tengo la obligación de decirte la verdad, por muy dolorosa que sea —me mira de reojo—, tienes que aceptar eso, Zhari, el que de una buena vez, Christopher no aportará nada a tu vida, y tal parece que tú en la suya...
—Sí, sí, lo sé, duele pero lo sé —suspira dejando caer los hombros—. Lo comprendo, ese idiota no me va a prestar atención, así que yo dejaré de darle de la mía. Cambiemos de tema, no quiero hablar de esto. ¿Qué tal tú con Eros?
—¿Yo con Eros? —frunzo el ceño.
¿Desde acá a cuando yo tengo algo con Eros?
—Vamos, Diane, no te hagas —el cambio de humor de mi mejor amiga es bastante raro—, ¿No a pasado nada más?
—¿Tendría que pasar? Que me haya invitado a comer pizza, una pizza que aún me deben en Angelo's, no significa que tengamos «algo», Zharick. Solo me lo he encontrado casualmente y ya.
—¡Ajá!
—Oh, por favor, verlo en el parque no cuenta como algo romántico, seguimos siendo solo compañeros de instituto.
Zharick me da una mirada de ojos entrecerrados a lo que yo arqueo una ceja. No entiendo su manía de decir que hay un «algo» entre Eros y yo. Él para mí es prácticamente un desconocido con el que he tenido la desgracia de tener un baño de salsa de tomate.
—Te creo, por ahora —esa agregación me hizo rodar los ojos—. Aunque insisto en eso de que tú y Eros son muy diferentes uno del otro, podrían ser buenos amigos. Créeme, ese chico es muy agradable.
Sí, eso lo he notado.
—Eso lo sé, y no lo niego, es un tipo simpático, pero aún así, nuestros encuentros nunca los planeamos, capaz ese que tuvimos en el parque haya sido el último.
Zharick meneó la cabeza con una pequeña sonrisa a la que después se le sumó un suspiro extraño.
—Nunca digas nunca, mi querida mejor amiga.
Decidí solo ignorarla y seguir disfrutando el rato en el jacuzzi. Después de todo, ella estaba loca.
-
Unas horas más tarde, Zharick y yo salimos de la sala de masajes soltando suspiros de completa relajación. Nunca me había sentido en un estado de relajación tan... grande. Parece que todos mis musculos suspirasen un «aahh...» al mismo tiempo.
—Esta siempre será la mejor parte en un día de spa —dijo mi mejor amiga con un tono tan relajado como somnoliento.
Asentí afirmando sus palabras. Aunque hayan sido pocas las veces que he visitado un spa, puedo asegurar que la hora del masaje siempre es la mejor parte, y más cuando has estado estresada los últimos días.
—¿Qué sigue ahora? —pregunté, estirando los brazos para desperezarme. El masaje no solo te relaja, también te da un gran sueño.
—Otra de mis partes favoritas —una sonrisa aparece en sus labios—. ¡Manicura y pedicura!
Ya sin tanta somnolencia, Zharick me tomó del brazo y me arrastró al salón de manicura y pedicura. Las demás comensales que estaban en el spa nos vieron con confusión a mi amiga y a mí que íbamos corriendo como crías en el jardín de niños al otro lado del local.
En cuanto llegamos a nuestro último destino, Zharick dió nuestros nombres a la mujer en el mostrador, que luego de verificar que estábamos en la lista, nos dejó pasar a la habitación qué olía a limón y kiwi.
Fue inevitable no tomar una respiración profunda.
Una chica pocos años mayor que nosotras nos sonrió amable y nos pidió que nos sentemos en unas sillas grandes de cuero negro junto a un ventanal que da a la otra calle.
—Haga su magia, por favor —pidió Zharick a la manicurista, dejándose caer contra el apoyo de su asiento.
Y esa «magia» en más de una ocasión me hizo reír. Si bien no soy reacia a la pedicura, me da cosquillas cuando están limando para sacar la piel muerta. ¡Perdón! Es que soy muy cosquilluda.
—¡Piedad, piedad! —pedía entre risas imparables. Mi estómago dolía y mis ojos brotaban lágrimas de risa.
Escuché la risa de Zharick y como después tomó mi mano, que no paraba de golpear por instinto el reposabrazos.
—Calma, Didi —no era fácil, la señora manicurista no para de hacerme cosquillas con la lima—. ¡Te vas a quedar sin aire, Margaret!
A la mención de mi segundo nombre, dejé de reírme para dedicarle una mirada mortal a Zharick, ella sonríe satisfecha de haber logrado que dejara de reírme.
—No digas mi segundo nombre, Amira.
—A mí me gusta mi nombre —encogió los hombros—. Es más normal que el «Zharick»
En ese punto tenía razón, nunca antes había conocido a alguien llamada «Zharick», recuerdo que cuando aquella niña con velo azul entró al salón y se presentó como Zharick, muchas miradas de confusión estuvieron sobre ella solo por el hecho de que nunca habíamos escuchado un nombre así.
—Es muy musulmán —dije en una risita—. Aún me acuerdo cuando los idiotas de la clase te llamaban «niña musulmana»
Ella rodó los ojos con hastío, recordando aquellos días de la primaria. No son buenos recuerdos para ella, sobretodo el viaje escolar en sexto grado.
—Imbéciles.
—No digas tacos, niña musulmana.
De inmediato, Zharick me propinó un golpe al brazo que aunque me dolió, aún así me reí. Solía molestarla con esas viejas bromas solo para que no esté triste por recordar sus tiempos de bullying escolar.
—No me digas así, no me gusta —la manicurista le pide que no mueva los pies—. Me gustaría borrar la primaria de mis recuerdos.
Con demasiados motivos lo quiere hacer. En un inicio, cuando me decía que quería borrar la primaria de sus recuerdos, me ofendía un poco en broma porque fue en primaria que nos conocimos, ya después de un tiempo, cuando noté que esos años sí le afectaron, dejé de hacer esa broma por respeto. Zharick odia con motivos suficientes los tiempos de la primaria porque los niños le hacían bullying porque llevaba su hiyab, para esos tiempos, Zharick seguía cada regla del Islam, se cubría el pelo y lloraba cuando le quitaban el hiyab porque verse sin él en público es prohibido en su religión.
En un viaje a un campo en sexto grado, las niñas presumidas de nuestra clase le tendieron una broma en un claro alejado de la granja a la que habíamos ido. Le quitaron y rompieron su hiyab hasta dejarlo hecho jirones, a las niñas las castigaron, pero creo que eso quedó como un trauma para Zharick. Desde esa vez no usa el velo tan frecuentemente.
Ella objeta que «su pelo no es un barómetro para su fé» pero yo creo que... solo no quería ser llamada más «la bicho raro»
Y aunque esporádicamente recibe alguna broma, no son tan seguidas como en la primaria.
—Lo único bueno de la primaria fue que te conocí a ti —le doy una sonrisa de lado—, de resto, al caño.
Con unas suaves risas, dejamos el tema de lado y empezamos a hablar de temas fuera de la escuela, proyectos y la primaria.
-
Mamá nos vino a recoger a eso de las seis de la tarde, apoyado en la ventana de los asientos traseros estaba Baloo, jadeando con la lengua afuera, en cuanto me vio, empezó a ladrar emocionado.
—¿Qué tal la pasaron chicas? —nos preguntó mamá emprendiendo el camino a casa, Zharick había planeado todo el día de hoy y sin consultarmelo hasta último momento, dijo que se quedaría esta noche en mi casa.
Así de confianzuda es ella.
—Fue genial, señora Reynolds —respondió ella desde los asientos traseros mientras acaricia a Baloo—. Tuvo que haberse quedado con nosotras, fue una tarde muy relajante.
—Sí, mamá —agregué—, el masaje, uf...
—Fue de lo mejor.
Mi mamá sonríe sin despegar la vista del frente.
—Quizá para la próxima, chicas.
El resto de camino a mi casa, Zharick y yo le hablamos sobre el buen servicio del lugar, la buena comida y lo bien que quedaron nuestras uñas, aunque fue una decoración sencilla, igual está bastante bonita. También parloteamos emocionadas de la feria que habría en unas semanas, era una feria que siempre se hacía en la preparatoria para dar por finalizado el ciclo escolar, además de que el dinero recaudado siempre va para mejorar las áreas deficientes del plantel. A ambas nos emociona porque hay comida, juegos y puestos para ganar premios, ir a la feria es una tradición que tenemos desde que entramos a la secundaria.
—¡Y lo mejor! —Zharick se coló en el medio de los asientos delanteros—, ¡Mi mamá irá a vender comida este año! —soltó unos chillidos de emoción—. Irá con sus mejores platillos árabes...
—Los cuáles son todos —dijimos mi mamá y yo al unísono, Zharick rió.
—Y también mi papá la acompañará con un puesto de postres, Zaid ya está emocionado y preparando todo —meneó la cabeza sonriendo.
Me hice una imagen bastante detallada de Zaid, el hermanito de diez años de Zharick dando órdenes de allá a acá en un puesto de postres. Puede que sí vea eso el día de la feria.
Cuando llegamos a casa, nos encontramos a papá recién llegando del trabajo con dos cajas de pizza en manos y dos refrescos en el suelo.
—Por favor, chicas, ayuden a este viejo un momento —nos pidió a Zhari y a mí para poder abrir la puerta.
Yo meneé la cabeza rodando los ojos con diversión. Papá no estaba tan viejo, pero le encanta bromear con eso por alguna razón.
Mientras mis papás acomodaban todo para cenar los cuatro, Zharick y yo en compañía de Baloo subimos a mi habitación a buscar unas mantas, almohadas y a cambiarnos a nuestras pijamas, también a que ella en la soledad de mi habitación, hiciera su salat del anochecer. Estaba preparada para este tipo de situaciones, por eso es que le dejo una gaveta libre en mi cómoda para que guarde las cosas que necesita para su ritual cuando está aquí. Luego de que terminó, acomodamos todas las cosas en la sala justo a tiempo para que mis padres se sienten con nosotras a ver una película mientras cenamos.
—Me siento un intruso entre tantas mujeres —comentó papá, haciéndonos reír.
—Tranquilo, papá, igual siempre eres un intruso —mi comentario lo hizo reír y hacerme darle los cinco.
Es que él y yo tenemos una relación padre he hija simplemente genial.
Antes de dar el primer mordisco a la pizza, esperamos a que Zharick dijera:
—BismiLlaahi wa'alaa barakatiLlah-i —murmuró por lo bajo, han sido varias las ocasiones en las que Zharick se a quedado a dormir que a la hora de la cena siempre esperamos por ella. Cuando alzó la cabeza y nos sonrió, fue nuestra señal para empezar a comer.
Durante la cena, vimos algunas películas, hablamos con mi papá y él le preguntó a Zhari que cómo estaban sus padres y hermano. Fue una buena cena en compañía de mi familia, porque sí, aunque no compartamos sangre, esa niña musulmana es como la hermana que nunca me dieron. Y puedo estar de acuerdo en algo con ella: lo mejor que me pasó en la primaria fue haberla conocido.
Después de la cena, mamá y papá sacaron a Baloo para su último paseo del día, Zharick subió a mi cuarto a hacer su último salat del día y yo me quedé en la sala viendo cortes comerciales comiendo palomitas tibias.
—Listo, listo, listo —anunció mi mejor amiga bajando las escaleras y dejándose caer a mi lado en el sofá grande—. Hacía tiempo que no usaba ese hiyab que tengo aquí, huele a encierro.
—Se me olvida lavarlo, perdón.
Le restó importancia con un gesto.
—Tranquila, igual no es de mis favoritas, por eso lo dejé aquí.
—¿Tienes velos favoritos?
—Claro que sí, amiga mía —come un par de palomitas—. Hay colores que no combinan con esta cabellera pelirroja, tengo que tener favoritos y que combinen.
Meneé la cabeza riéndome de la imagen que me había hecho: Zharick frente a un armario lleno de velos, mi mejor amiga desechando los que no le gustan y también los que no le combinan con la ropa que a elegido. Es algo que probablemente sí haya pasado.
—Mejor veamos la película.
—————————————
Nota de las autoras:
Hola, hola, hola, gente bonita y comadrejas hermosas.
He aquí un nuevo capítulo de Una Noche Sin Luna ahí de larguito, eh. En este capítulo no tuvimos nada de Eros porque queríamos concentrarnos en Diane y Zharick, mostrarles un poco de su amistad y para que conocieran también a nuestra pelirroja de esta historia.
Que... sí, es de religión musulmana. Pero se lo debieron imaginar al menos por el nombre, ¿No? No es taaan común, y es de origen árabe, y sí, sabemos que los musulmanes tienen ciertas restricciones, pero recuerden, Zharick tiene cierta flexibilidad cultural que a aprovechado. Tampoco queríamos ponerla como una fiel seguidora del mundo islámico, sí sigue costumbres, pero en otras es muy liberal.
Y como lo dijo: el hiyab no es un barómetro para su fe en Alá, así que mantengamos la calma.
No le habíamos mostrado esa parte de ella aún porque como que no habíamos contado con la oportunidad, por eso hicimos este capítulo ciertamente especial.
Esperamos que lo hayan disfrutado.
Besos y abrazos con día en el spa, pizzas y rezos a Alá.
MJ.
~Jai.
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