Vikingos y sangre en Oslo

Yuri, siendo el pequeño descarado que era, decidió seguir relacionándose con Otabek como si el asunto del beso -el casi beso- no hubiese pasado en realidad. El kazajo había decidido hacer lo mismo y ahora eso le molestaba a Yuri. Él no sabía si estaba ignorándolo por las mismas razones que él o porque realmente no significó nada, que fue poco más que el calor del momento.

Estaban solos en un compartimento ahora. Mágicamente, Mila hizo desaparecer a sus dos amigos una vez más. Yuri ya estaba segurísimo que esa vieja bruja maquinaba algún plan malvado para que ligase con Otabek. O viceversa, más bien. Lo más probable era que ella quisiera hacer feliz a su amigo y no a un desconocido como Yuri.

-¿Me recuerdas por qué hemos decidido hacer ocho horas en tren? -masculló Yuri a Otabek sin despegar la vista de la ventana apoyado en sus rodillas. Lo que tenía allí afuera eran unos hermosos paisajes que pertenecían a Suecia.

-Alguien a quien no quiero nombrar le pareció una buena idea.

-Ah, ya. Creo que iré sumando cosas a mi lista de por qué odio a ese alguien que no quieres nombrar.

Otabek se rió. Yuri volvió a deslizarse a su lado, su cabeza apoyada contra el respaldo y peligrosamente cerca de su hombro.

-Juguemos a algo -propuso el rubio-. Me estoy aburriendo como la mierda.

-¿Yo te aburro?

-¡No pongas en mi boca cosas que no dije!

Otabek agitó las manos disculpándose. Le propuso entonces que jugaran al muy famoso diez preguntas aunque a Yuri le preocupaba a dónde podía acabar la conversación. Nunca terminaba en algo bueno.

-¿Quieres empezar? -le preguntó Otabek.

-Muy bien -Yuri tamborileó sus dedos sobre uno de los asientos- ¿De qué religión hablaba JJ durante su viaje cósmico?

-Ah -balbuceó con el labio tembloroso-. No sé si tenga importancia, pero... vengo de una familia musulmana. En los últimos años no me he sentido muy adepto a sus ideologías. Con los de ninguna religión, en realidad.

-Vaya -dijo Yuri con algo de sorpresa.

No podía decir que no lo tomó desprevenido. Yuri tenía algo de idea acerca de las creencias de su país vecino pero Otabek había pasado la mayor parte de su vida en Canadá. Otabek, con sus amigos amantes de las drogas y las cervezas, su chaqueta de cuero y sus amagues por besar hombres no le sonaban muy musulmán. De todas maneras, Yuri podía estar simplemente prejuzgando.

-¿Cómo sería un día perfecto para ti? -preguntó Otabek de repente. Yuri se mordió una uña para aplacar el nerviosismo por no saber qué contestar.

-Supongo que un día perfecto para mí es cualquiera en el que pueda ser yo mismo.

-¿Y qué significa ser tú mismo? -frunció el ceño.

-¡Esas ya son dos preguntas!

-Te daré una extra si respondes -dijo chantajeándolo. Yuri se cruzó de brazos bien sabía que no iba a negarse a sacar tal ventaja de Otabek.

-Pues... ser yo mismo creo que significa poder hacer las cosas a mi manera, sin preocuparme de que mis padres podrían regañarme. Es como cuando estás haciendo una cosa y tienes que sentarte a pensar algo como "vaya, esto de verdad me define".

-Sigues sin explicar lo que significa ser mismo -insistió, apoyándose sobre la cabecera del asiento.

-¡Es que ni yo lo sé! No es como si hubiera una fórmula o algo. Por lo general, ser Yuri Plisetsky significa hacer la primera idea cool y arriesgada que se te cruce por la cabeza.

-¿Como escaparse de casa?

-Tal vez -dijo dudoso- ¡Deja de querer aprovecharte con las preguntas!

-Ya, ya -rió Otabek-. Te toca tu pregunta doble, Yura.

Yuri se mordió el labio para no sonreír ante el sonido de su diminutivo saliendo de la boca de Otabek. Era obvio que supiese algo como eso siendo que kazajos y rusos tenían muchas costumbres compartidas.

Formuló varias preguntas en su cabeza. Ciertamente tenía curiosidad de muchas cosas acerca de Otabek pero no quería que lo viese como un intruso chismoso. Quería preguntarle la razón de que fuese tan misterioso o su motivo para regresar a Kazajistán luego de tantos años. Pero ya habría tiempo para eso.

-Esta pregunta es una muy, muy importante, Otabek -le dijo con seriedad-. De esto depende nuestro futuro.

-Escucho -contestó con emoción.

Yuri sonrió con picardía.

-La pizza... ¿con o sin piña?

Otabek soltó un suspiró que terminó transformándose en una carcajada incontrolable. A Yuri le gustaba la risa de Otabek, más que nada porque siempre era tan repentina en su estoico rostro.

-No lo puedo creer.

-Pues acorde a la respuesta decidiré si debo llevarte en una cita, o no.

Aquello llamó la atención de Otabek haciendo brillar sus oscuros y almendrados ojos. Era la primera indirecta lanzada en el seno de su extraña relación. Yuri se sentía orgulloso de haber vencido un poco su testarudez.

-¿Vas a llevarme en una cita?

-¿Estás dispuesto a gastar otra de tus preguntas en eso?

Otabek se llevó el pulgar y el índice al mentón, pensándolo. Su rostro estaba serio otra vez pero la alegraba ver que sus ojos seguían brillando.

-Supongo que prefiero esperar y averiguarlo.

Pasaron un primer día bastante relajado en la fresca Noruega. Paseando por el juvenil distrito de Grünerløkka en bicicleta y descansando sobre la hierba del parque Olaf Ryes. Mientras los otros jugaban a las luchas -Mila les estaba dando una paliza-, Yuri descansaba muy cerca de Otabek.

-¿Por qué será que quieres venir a estas ciudades tan... calmadas? -le preguntó con el ceño fruncido.

-Lo necesito -se apresuró a responder Otabek-. Lo único que lamento es que sea verano y no podamos ir al norte a ver las auroras.

-Las he visto un par de veces en pequeños pueblos rurales cerca de San Petersburgo -dijo Yuri con algunos recuerdos en la mente- ¿Tú no las has visto en Canadá?

-Solo pueden verse al norte. Íbamos a ir con los demás hace unos meses, pero tuvimos unas complicaciones.

Su oración murió ahí. Yuri estaba debatiéndose si incitarlo a hacer hablar o no.

-Podrías visitarme en Rusia algún día. Mi padre vive en San Petersburgo y de ahí podemos viajar a verlas -dijo con el corazón latiéndole a mil-. Digo, vas a estar en Almaty ¿no? Eso son como cinco horas de vuelo.

Yuri trató de imaginarse lo que estaba insinuándole a Otabek. Se imaginaba que el viaje terminaba y los dos eran tan inseparables que antes de fin de año el kazajo decidía hacerse una escapada para visitarlo. Esta vez no tenían las molestas interrupciones de JJ ni tampoco Mila haciendo de celestina. Eran los dos, solos, en busca de observar las hermosas luces danzantes de los cielos del norte. Su imaginación podía ser capaz de bastante más que eso, pero no estaba seguro por qué no se atrevía a pensar mucho más. Tal vez temiera que el viaje terminara y que Otabek o él no tuvieran deseos irrefrenables de volverse a encontrar.

-¿Otabek? -repitió ante su silencio.

Tenía la mirada perdida y con algo de tristeza. Podía fantasear con que Otabek soñaba lo mismo pero Yuri no quería pensar en los motivos que podría tener para que el sueño se detuviera abruptamente.

Otabek atrapó una de sus manos entre las suyas. Yuri quería que se quitara los guantes sin dedos para que su piel le cepillara la suya.

-Es un buen plan, Yuri -dijo melancólico-. Algún día lo haremos. Es una promesa.

Durante esa noche decidieron que el día siguiente estaría dedicado a hacer una completa inmersión en la cultura vikinga. Cuando el sol cayera se haría un pequeño festival al que había que caer disfrazado y con muchas coronas -la moneda oficial- para gastar en hidromiel. No sería nada como las verdaderas festividades tradicionales que se realizaban en las ciudades del norte pero a los turistas con menos de dos dedos de frente les alcanzaba para poder sacar a relucir sus fetiches y fantasías más salvajes.

Así que para poder tener una pequeña idea a lo que iban a enfrentarse, la mañana y tarde las utilizarían para vagar por el Museo de los Barcos Vikingos y el Museo del Pueblo Noruego. Yuri casi que empezaba a agarrarle el gusto a aquellos lugares llenos de historia. Lilia podría decir que estaba orgullosa de lo culto que su hijo regresaba.

Que hablando de su madre, Yuri le envió un pequeño mensaje desde el móvil de Mila. Lilia le había dicho explícitamente que no utilizara su teléfono por si Yakov conseguía la manera de que se lo hackeasen -que Yuri no creía que su padre podría llegar tan lejos pero nunca se sabía con sus tutores-. No quería que Yakov tuviera más motivos para maltratar a Lilia y acusarla de querer separar a Yuri de él. De momento solo le quedaban unos pequeños mensajes en código para que ella se quedara tranquila de que seguía sano y salvo.

Lo primero a visitar fue el Museo del Pueblo Noruego, un complejo de más de 150 casas típicas de todas las regiones habitadas del país, así como también una de las iglesias de madera más famosas que existían. No fue nada relevante y fuera de lo usual entre lo que venía viviendo en los últimos días con JJ, el rey de los comentarios innecesarios y Leo, la guía parlante. Le gustaban aquellas casas que parecía que el césped crecía de sus techos. Era un cuento de fantasías.

Los barcos vikingos eran algo mucho más interesante. Descubrieron que la mayoría de aquellas preciosas y talladas construcciones sirvieron en realidad para ritos funerarios, lo cual le volaba un poco la cabeza.

-El de Oseberg sirvió para los ritos de una mujer y su criada -quien estaba contando eso era Otabek-. Se lo ha encontrado hace poco más de cien años.

-Que espeluznante -dijo Yuri-. Pero es atrayente, sin embargo. Creo que entiendo tu pasión por la arqueología.

Otabek lo miró de reojo, regresando rápidamente su atención al inmenso y antiguo barco. Finalmente suspiró.

-Hay algo increíble en esto, ¿Cuántos imaginan que su historia podría perdurar todos esos años?

-Me recuerda a las momias de Londres -masculló Yuri.

-Y recuerdo que dijiste que no te gustaría que en dos mil años un grupo de idiotas estuvieran burlándose de tu cadáver.

Yuri no dijo nada. Luego de conocer varios sitios cargados de las historias personales de mucha gente -Ana Frank en Ámsterdam, La Sirenita de Copenhague, incluso las momias de Londres- había sentido la pequeña obsesión de poder dejar una marca en un lugar. Europa -y el mundo, si iba al caso- estaba construida por las acciones individuales de miles de personas. Muchas de ellas, la mayoría, eran simplemente huellas anónimas. Yuri ya no quería imaginarse que probablemente él acabaría siendo uno más de ese montón. Sus padres, Mila, Leo, JJ, Otabek, todos ellos podrían no ser más que murmullos del pasado -no lo suficientemente fuertes para transformarse en ecos que se propagarían con los vientos de la vida.

Se negaba a hacerse esa idea, todavía.

Yuri se sintió demasiado ridículo con su disfraz.

Luego de la profunda charla en el Museo de los Barcos Vikingos, cada uno tuvo que dispersarse por el casco céntrico de Oslo e ir conseguirse algún disfraz para la noche. Había sido la brillante idea de JJ el que se dejará que fuera una sorpresa para los demás.

Yuri había encontrado las tiendas completamente abarrotadas por culpa del festival y él no tenía mucha paciencia ni aunque se tratara de conseguir el mejor traje. Así que había adquirido una de esas camisas anchas con hombreras metálicas, una capa bastante pesada, unas raídas botas así como un casco con cuernos y un hacha de plástico. Ahora se odiaba por no haber esperado más para conseguir algo que pudiese deslumbrar. Quizás si le metía alguno de sus cinturones de animal print... aunque dudaba que los vikingos hubiesen usado algo como eso.

Como estaban en otro hostal que no era el Ice Castle, cada uno tenía un minúsculo cuarto sin baño. Aquello era bueno y malo a la vez. La primera en estar ya lista luego de él fue Mila.

Y verdaderamente Yuri se cuestionó si no es que le gustaban un poco las mujeres.

La chica vestía una falda hecha con retazos de telas oscuras que le tapaban solo ahí abajo, con una abertura que dejaba entrever gran parte de sus muslos. Su vientre iba completamente sin tapar y solo usaba un sostén de cota de malla que le realzaba los redondeados pechos. Tenía el cabello pelirrojo atado en gruesas trenzas que nacían del cuero cabello además de una vincha dorada con alitas. Completaba todo el atuendo con un muy detallado escudo circular.

-¿Cómo me veo de valquiria? -preguntó agitando la cadera ante el rostro estupefacto de Yuri.

Él se apartó con las mejillas sonrojadas, un color tan intenso como el cabello de la chica. Ella le rodeó el cuello con su brazo y le susurró al oído.

-Guarda esa baba para la estrella de la noche.

Otra de las puertas se abrió y bufó ante la visión de los disfraces de Yuri y Mila.

-Ah, una valquiria. Tendría que haberme esperado que querrías mostrar las tetas.

Ella se giró con las cejas arqueadas ante su interlocutor.

-¿Oh? ¿Y qué me dices de ti, Señor Odín, rey de todos los dioses nórdicos?

Yuri rodó los ojos. Él también debería haber adivinado que JJ haría algo como eso, aunque sinceramente esperaba más de su traje. De no ser por el ojo parchado y los cuervos de peluche que le colgaban de un hombro, podría haber pasado por un vagabundo cualquiera.

-Su título es El padre de todos, ve e infórmate ¿quieres?

Poco después apareció Leo con un traje que los sorprendió a todos. Llevaba el pecho descubierto y unos pantalones rotosos, junto con una capa sintética y unas hombreras y correas que eran lo único que cubría su flacucho cuerpo. De su cintura colgaban dos hachas de juguete.

-Soy un berserker -dijo con cierta emoción. Yuri sabía que ese tipo de guerreros eran brutales pero Leo lucía como un cachorrito jugando a ser un rottweiler.

-¿Te puedo toma una foto y enviársela a Guang Hong? -preguntó Mila.

-Pues me he adelantado yo a ti -se encogió de hombros- ¿Por qué crees que demoré en salir?

Ahora solamente quedaba que apareciese Otabek. Yuri no estaba seguro si podría tolerar que usara un traje tan descubierto como el de Leo. Hacía que su sencillo traje de vikingo común y corriente se sintiera aún más estúpido.

Fue entonces que Otabek hizo acto de presencia. Para su -mala- suerte, iba completamente vestido y cargando un martillo descomunal. Pero eso no quitaba que se viera condenadamente sexy con la armadura ajustándole el pecho y marcándole los brazos desnudos. Las mallas ajustadas que llevaban en las piernas lo hacían lucir mucho más alto y el casco en su cabeza le acentuaba la aterradora mirada.

Otabek iba vestido del dios Thor, aunque lucía como el original de la mitología nórdica y mucho más sexy que el de las películas. JJ silbó.

-Como quisiera ser vikingo para poder enterrarte mi hacha -le dijo guiñándole el ojo que no tenía parchado a su amigo mientras juntaba su dedo pulgar e índice en dirección a él.

Otabek le enseñó el dedo medio pero JJ no paraba de silbarle. El kazajo se puso entonces en marcha.

-¿Nos vamos ya o no?

El festival era al aire libre debido a que se trataba de una noche de verano perfecta; nada calurosa y con una muy leve brisa corriendo. La iluminación consistía en diversas antorchas clavadas al suelo además del inmenso fogón donde muchos danzaban alrededor y otros tantos cocinaban bocadillos hechos a base de cordero y pescados para vender. Una serie de carpas estaba dispuesta a lo largo de todo el terreno, algunas de ellas con diferentes inscripciones como Apuestas, Paseo Vikingo, Nornas, Cine Nórdico o Valhalla.

-¿Qué es una norna? -preguntó Yuri a Leo.

-Eran las diosas del destino, imagino que en esa carpa te "leen" el futuro.

-¡Uy, yo quiero ir! Quiero que me digan las respuestas para el examen final de Contabilidad -exclamó JJ.

-¿Estudias ciencias económicas? -inquirió Yuri frunciendo el ceño- ¿Te da el cerebro para tanto?

-Estoy dentro del cuadro de honor, para que te conste -le tocó la nariz con un dedo-. Ahora, creo que la carpa llamada Valhalla me está esperando. Estoy seguro que estará lleno de hidromiel y chicas preciosas con poca ropa.

Dicho aquello desapareció ondeando su capa al viento. Mila se volteó a sus demás amigos.

-Es el momento perfecto para escaparnos y dejarlo sólo.

-No seas cruel -la codeó Leo- ¿Qué les parece si vamos a la de Apuestas?

Ninguno tenía otras mejores opciones ni tampoco parecían querer dejar solos a Yuri y Otabek por lo que los cuatro se dirigieron a dicha carpa. Allí había varias mesas dispuestas de sillas de una madera añeja y ocupadas por tontos disfrazados. Mujeres con viejos vestidos de tipo medieval, más vikingos, dioses, brujas nórdicas... lo que uno se pudiera imaginar. Había cientos de Thors allí pero ninguno era tan atractivo como Otabek. Yuri se burlaba de ellos en su mente.

Encontraron cuatro lugares en una mesa de otros noruegos, Yuri podía decirlo por la familiaridad que parecían emanar en ese lugar. Uno de ellos tenía un vaso lleno de dados que agitaba divertido y con la otra mano cargaba una jarra de hidromiel. De hecho, todos parecían tener una jarra.

-¿Cómo se juega? -preguntó Mila.

-Cada uno de nosotros apuesta un número del 6 al 24. Luego, tiramos los dados por turno y si sale algún número apostado debes beber de las jarras de todos -contestó uno mientras señalaba la ronda.

-¡Suena asombroso!

El juego sonaba bastante divertido, incluso para un amargado como lo era Yuri. Y allí nadie parecía tener objeciones con que bebiera. Hasta Otabek se veía con cierta emoción por empezar a jugar.

El chico que enseñó las reglas le pasó el vaso de dados a Mila, dándole el honor de ser la primera en lanzar. Otro de ellos le hizo señas a una camarera con un corsé muy apretado para que le trajera jarras de hidromiel a todos los nuevos.

Cada uno hizo entonces su apuesta. Mila le jugó al 13, Leo al 20, Otabek al 18 y Yuri decidió irse por el 16. La pelirroja tiró entonces los dedos, arrojándolos con tal fuerza que quedaron rodando un par de segundos más.

Primero el seis. Luego el uno. También el cuatro.

Y finalmente el cinco.

-Mi puta suerte de mierda -murmuró Yuri en ruso. Mila soltó una risita burlona ya que ella lo entendía a la perfección.

-¡A beber! -exclamaron canturreando los noruegos.

Yuri soltó un pequeño gruñido pero aceptó la tan pronta derrota. Se giró a su derecha, donde Otabek ya le estaba alzando su propia jarra con una sonrisa que casi parecía burlona. Iba a arrancarla de sus manos pero Otabek se la alejó. Entendió exactamente a qué se refería cuando le acercó la punta de la jarra a los labios. Yuri no se negó a que Otabek estuviera dándole de beber hidromiel. Sintió el dulzón ardor de la bebida correr por su garganta. Usó de todas sus fuerzas para no hacer una mueca pero falló estrepitosamente.

Los de la mesa chillaron, incluidos Leo y Mila. Seguidamente del trago de la jarra de Otabek le tocó de la de Mila y después la de Leo. Los cuatro noruegos presentes arrastraron las suyas hasta Yuri. Cuando estaba dando el último casi sentía que el esófago le quedaría en carne viva pero ni muerto se iba a rendir frente a todos esos extraños y los que no lo eran tanto.

Yuri dio un largo trago de la última jarra para finalmente apoyarla contra la mesa haciendo que unas cuantas gotitas salieran volando. Volvieron a chillarle, aunque esta vez se oía más como un cántico de admiración.

-¡Tu turno, niño ruso! -le exclamó uno de ellos.

-Ya, ya -gruñó y tomó los dados que Mila le ofrecía- ¿A qué le van a apostar?

La ronda siguió como diez veces más. En todas ellas les tocó beber a casi todos, a Leo incluso tres veces por lo que Yuri sabía que no tardaría mucho en caer borracho. Los noruegos a veces apostaban por dos números, demasiado ansiosos por seguir bebiendo. El único que todavía no tocaba una sola gota del hidromiel era Otabek. Y Yuri tenía muchas ganas de verlo sucumbir al alcohol.

-Que las apuestas suban a tres números del 6 al 12 -propuso Yuri. Uno de los noruegos sonrió con picardía-. El conteo se hará entre dos dados, los que más cerca estén del otro.

-¿Y si te sale más de un número?

-Pues das dos tragos de cada jarra.

Nadie parecía oponerse a aquello. Leo dio comienzo a la ronda agitando los dedos. En aquella partida les tocó beber una vez a él y a Mila, además de dos de los noruegos. Las rondas seguían pero Otabek todavía no había tenido su oportunidad.

Hasta que dos de los dados sumaron un redondo diez. Uno de los números de Otabek.

Y cuando se detuvo el último de ellos, Yuri vio que aquel par también sumaba un diez.

-Un trago de cada una -dijo apresurado.

-Ah, no ¡Te atienes a las reglas!

Quizás fuese la presión de Yuri, de sus amigos y de los noruegos extraños pero Otabek acabó por ceder. Le causaba una inmensa fascinación el ver que ni un solo músculo de su rostro se doblegaba a la quemazón que causaba el hidromiel.

-¿Feliz? -preguntó hacia Yuri con ironía.

-Pues lo estoy.

Otabek negó, tratando de ocultar una pequeña sonrisa. Le puso una de sus cálidas manos encima de la rodilla.

Jugaron unas tres rondas más hasta que Mila decidió que Leo estaba teniendo demasiada mala suerte porque le había tocado beber en aquellas tres últimas partidas. Tuvieron que sacarlo a rastras ya que apenas sí podía mantenerse de pie por sí mismo.

El festival parecía estar ya en su apogeo porque ahora estaba a colmar de personas con sus exóticos disfraces. Cuando vio pasar a un hombre con el ojo parchado, recordó que un quinto del equipo se encontraba perdido en ese momento. Las cosas habían estado calmas -en cierta manera- durante la ausencia de aquel pesado.

-¿Dónde andará JJ?

Mila se interpuso entre Yuri y Otabek, señalando con frenesí hacia la izquierda del fogón.

-¡Creo que es ese de ahí! -chilló.

Y es que ni siquiera hacía falta que se acercaran a comprobar que era él. Un grupito de personas estaba amontonado frente a dos hombres que estaban de rodillas al suelo -en cuatro, si se ponía en términos obscenos- y cargaban en sus espaldas a dos chicas que luchaban por unos palos.

-¡Yo quiero jugar! -volvió a vociferar Mila, depositando a Leo totalmente borracho en brazos de Otabek para poder correr a dónde estaba JJ.

Yuri tuvo una brillante idea que nació de su alcoholizada mente.

-Otabek -se le prendió del brazo-. Yo también quiero jugar a eso.

Las reglas eran aún más sencillas que las del juego de los dados. O quizás era que su cerebro las simplificaba por todo el alcohol que contenía ahora Yuri en sangre.

Se sentía más eufórico que nunca. Había bebido la cantidad exacta como para perder la vergüenza pero no para estar semi desmayado como Leo en los brazos de Otabek. El kazajo lo depositó cuidadosamente sobre uno de los bancos tipo plazoleta que estaban dispuestos por casi todas partes.

El juego consistía en que dos muchachas -o en este caso, dos personas de peso ligero- se acostasen boca arriba sobre la espalda de dos hombres fortachones. Luego, los dos de arriba tenían que sostener una vara de madera por la cual comenzarían a luchar a ver quien ejercía más fuerza y lograba quedársela.

Sonaba bastante sencillo. Mila ya estaba acomodada arriba de JJ, su cabeza dando para el lado de las piernas -es decir, estaba acostada exactamente sobre su trasero- y tenía un equilibrio excelente. Rodeó su cuello con las pantorrillas pero no de forma que lo aprisionara sino que las dejó a un costado aplastando sus pectorales.

Otabek ya estaba en la misma posición que JJ. Yuri se sonrojó ante la retahíla de pensamientos no aptos para todo público que su mente estaba desplegando.

-¡Apresúrate! -le ordenó JJ entre dientes, las venas marcándose en su cuello y brazos por la fuerza que ejercía. Y Yuri estaba seguro que el canadiense ya estaba borracho.

Otabek le dio un asentimiento de cabeza para que Yuri se trepara en su espalda. Lo escuchó soltar un pequeño gruñido inconsciente al sentir su peso sobre él. Respiró entrecortadamente al darse cuenta que su cabello estaba cayendo en las partes bajas del kazajo y que su propia parte baja estaba haciendo contacto con los anchos hombros de Otabek.

Una chica que hacía de árbitro marcó una línea con sal entre los pies de JJ y Otabek. Puso una vara tallada con símbolos nórdicos entre Mila y Yuri. Se dio cuenta de la fuerza que ella tenía cuando la sintió sujetar la vara.

Le dedicó una sonrisa arrogante al revés.

-Muérete, bruja -le masculló.

La chica vikinga hizo sonar su silbato y comenzaron a presionar con fuerza. JJ y Otabek hacían lo suyo, intentando moverse algunos centímetros delante para darle ventaja a su compañero de juegos. El juego apenas empezaba y Yuri ya sentía que las manos le ardían y sudaban.

Yuri había estado seguro que ganarían. Otabek lucía tan fuerte como JJ -pese a que el segundo le llevase una buena cantidad de centímetros- y estaba el hecho de que él era un hombre, presuntamente mucho más fuerte que una mujer como Mila.

Pero la chica era brutal. Un demonio. Y puede que Yuri estuviera más borracho de la cuenta pero en menos de diez segundos ella hizo una maniobra para que la vara girase sobre sí misma. A Yuri no le quedó otra que aflojar su agarre porque le tironeaba demasiado fuerte la piel. La chica aprovechó aquello para inclinar la vara, la cual golpeó directamente en el rostro de Yuri y lo hizo rodar hasta que se cayó de la espalda de Otabek contra la hierba.

Mila y JJ se hicieron con la victoria. El canadiense la tomó en brazos y la hizo girar mientras les daban su premio de cupones para intercambiar por bebidas y también por comida durante lo que quedase del festival.

-¿Sabes que eres mi amigo favorito, no? -le dijo ella tomándolo del rostro.

Le plantó un beso de lleno en los labios. JJ tenía los ojos abiertos con sorpresa y siguió así hasta que ella lo soltó.

-No creo que Sara se ponga feliz -logró balbucear. Mila se encogió de hombros.

-Ella le da piquitos a Emil todo el tiempo y no me molesta. De hecho, es extremadamente caliente observar esa escena.

Yuri hubiese soltado algún comentario de no ser porque tenía la mano sobre su adolorida nariz. Podía sentir un líquido caliente chorrearle entre los dedos para escurrirse por su cuello hasta mancharle la ropa. Otabek se arrastró entonces a su lado y le puso una mano sobre la mejilla.

-¿Te puedes levantar?

-No -dijo con un pequeño gorgoteo por culpa de la sangre que tenía adentro de la boca.

Otabek lo tomó de la cintura. Lo ayudó a caminar hacia la carpa que vendía artículos de primeros auxilios -Yuri no era ni sería el primero en accidentarse en un festival como ese-. Mila y JJ seguían festejando su estúpida victoria mientras el pobre de Leo yacía dormido aún sobre el banco.

Yuri se quedó sentado sobre la hierba entre dos carpas, escondido de la locura del festival. Otabek regresó a los minutos con unas gasas y unas toallitas húmedas para limpiar el reguero de sangre. Ni siquiera intentó detenerlo cuando él intentó hacerlo todo.

-¿Duele?

-Siento como si esa bruta me hubiese desencajado la nariz -masculló. Otabek le puso una gasa sobre uno de los orificios nasales y siseó- ¡Ay!

-Discúlpame.

-Anda, que se lamente tu amiga. Y que me pague la operación si me queda deformada.

-Pues para mí sigue viéndose igual de pequeña y perfecta -contestó Otabek como si nada.

Yuri agradeció que tuviera el rostro ya sonrojado por la subida de alcohol. Estaba temblando ligeramente ante el tacto de los dedos de Otabek limpiándole los restos de sangre sobre las mejillas. Se veía tan hermoso con su rostro concentrando, mordiéndose el labio inferior y frunciendo su respingada nariz.

-Bueno, de este lado ya está. Ahora falta el ot-...

No lo dejó terminar. Yuri se le tiró encima y empezó a besarlo con desesperación.

En serio, en serio que Yuri había tratado de contenerse. Pero simplemente no pudo. Otabek estaba demasiado sexy con su traje de Thor y Yuri estaba ya demasiado borracho como para pensar en las consecuencias de sus actos.

Otabek lucía tan tenso y sorprendido como JJ cuando Mila le plantó el beso. Pero Yuri distaba mucho de ser como la pelirroja ya que trataba de introducirse más y más en la suave boca de Otabek. Quizás estuviese viéndose como un soso torpe y arruinado por el alcohol -sin contar las gasas ensangrentadas de la nariz- pero ya era tarde para retractarse.

Su corazón salto en su pecho cuando Otabek lo rodeó por la espalda y le permitió la entrada a su lengua. Yuri no sabía si morirse allí o solamente seguir vivo para continuar besando a Otabek porque aquel beso no era como ninguno de los que había dado. Antes se había sentido niño y ridículo, besando a chicas mayores o a sus compañeros de clase pero ahora se sentía deseable, lleno de pasión.

Trató de agarrar la parte de atrás del cinturón de Otabek pero el kazajo le detuvo la mano. Eso no hizo que terminara con los cortos besos que dejaba sobre la boca de Yuri.

-Detente -jadeó con una ligera risa nerviosa-. Yuri, basta. Estamos en público.

-Los vikingos hasta tenían orgías -le contestó abalanzándose otra vez sobre él.

Otabek lo separó con algo de fuerza, sosteniéndolo por los hombros. Lo miró directamente a los ojos con el ceño fruncido pero lentamente Yuri vio como bajaba la guardia.

Volvió a darle otro beso.

-Aquí no -dijo Otabek finalmente-. Además, hay que regresar...

-Mila y JJ estarán por ahí emborrachándose con su premio -masculló Yuri-. Hay que aprovechar -susurró contra su oído.

-Eso me preocupa. Si se han ido seguro han dejado al pobre Leo inconsciente, sólo...

-¡¿A quién le importa Leo?!

-Yuri...

Suspiró con resignación. Odiaba pero le encantaba a la vez que Otabek fuese tan noble y dedicado con los que quería. Claramente tenía ganas de seguir allí con Yuri pero no abandonaría a su suerte a uno de los suyos.

-Además, estás borracho.

-Me alegra que sea así -rió Yuri.

-No acostumbro a besar antes de la primera cita. Dijiste que me llevarías a una y mira, ya te estás aprovechando de mí -dijo sarcástico.

-Otabek, esta debe ser como nuestra vigésima cita. Cállate ya y vamos por Leo antes de que me arrepienta.

El kazajo le dio un último y casto beso antes de levantarse. Yuri le extendió la mano para que lo ayudara a ponerse de pie ya que todo estaba dándole vueltas. Y estaba seguro que era por muchos motivos además del alcohol. Cuando Otabek se giró para empezar a caminar, Yuri se llevó una mano a los labios con una temblorosa sonrisa.

Regresaron uno al lado del otro hasta el fogón, donde Mila y JJ yacían tirados al lado del banco de Leo con unas jarras de hidromiel. Los dos estaban brindando y riendo a carcajadas. Yuri chasqueó la lengua al ver que había perdido su mágico momento con Otabek por absolutamente nada.

-¿No tendrás un plumón... por ahí? Le quiero hacer un bigote de mariachi a Leo -preguntaba JJ con las típicas risitas de borracho.

-¿Qué haciendo voy a tener un plumón, estúpido? -lo golpeó con la jarra en la frente. Mila se dio cuenta de los recién llegados- ¡Ah, ahí estaban! Ya creíamos que fueron secuestrados.

Yuri y Otabek intercambiaron una corta mirada cómplice.

-Beka, te habíamos canjeado una jarra de hidromiel gratis, pero... -JJ eructó.

-Está bien -dijo Otabek-. Me alegra ver que disfrutan de su premio.

-La triste vida del ganador -Mila alzó su jarra hacia él como si estuviera brindando y bebió un gran trago.

JJ se puso de pie, tambaleándose un poco hasta que pudo encontrar el equilibrio. Se acercó hasta Otabek con los ojos entrecerrados y el dedo apuntando hacia el espacio que tenía entre la nariz y la boca.

-¡Otabek, tú también estás sangrando! -chilló desaforado.

Yuri se giró rápidamente para descubrir que Jean tenía razón en parte. Otabek tenía una mancha de sangre allí sobre sus labios pero no venía exactamente de su propia nariz. Se sintió bastante orgulloso de aquello pero no quitaba que tuviera ganas de meterse debajo de una piedra.

-No es nada -contestó con sonrisa inocente mientras se limpiaba la mancha con los dedos-. Me ensucié las manos curando a Yuri.

JJ frunció las cejas pero acabó encogiéndose de hombros como si fuera una excusa válida e irrefutable. Fue una risita burlona que venía desde el suelo lo que hizo que el corazón de Yuri latiera más rápido.

-Las manos -repitió Mila secándose una lágrima a causa de reír tanto-. Seguro.

Capítulo cortito y tarde pero con sorpresa al final :D si esto pasa ya en Oslo... ¡¿Que va a ocurrir en París?! Ciertamente, más de lo que se imaginan ;)

Curiosidad: El juego donde luchan por la vara de madera, es de verdad un juego vikingo que se llama "tiro de cabras" (el de los dados no es real) que hacían entre padres e hijos contra otro par. Les dejo foto en los comentarios de cómo es la posición -->

Este capítulo fue ciertamente difícil de escribir porque a la mitad me agarro una melancolía increíble y una tristeza porque no me encontraba en Noruega... ¡Y eso que nunca he ido allí! Pero es uno de los lugares que más amaría visitar. Otra razón por la que me demoré es porque en mis ratos libres me puse a escribir sobre otras cosas que veremos en un futuro ;) me agarro mucha inspiración

Muchísimas gracias por todos los votos y comentarios ♥️ y ver que ya estamos muy cerca del 4K leídos y los 1k votos :')

El próximo capítulo estará entre el martes y miércoles porque tengo varios compromisos y responsabilidades que atender :'v pero me esforzaré para no demorar o si no traer uno muy largo. Lo bueno es que si habrá capítulo de Sleeping Heart el lunes ya que ese sí está listo c: y quizás otra sorpresa si me pongo las pilas mañana.

¡Nos vemos pronto! Besitos ♥️

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