Mágico y loco Nueva York I
La neblina había retrasado su vuelo y por ende su aterrizaje. De alguna manera lo tenía más alterado que nunca ya que no podía soportar la ansiedad de no encontrarse ya la persona que lo estaba esperando.
No es que lo extrañara o que se moría por verlo. Yuri solo quería verlo y pasar ya los incómodos minutos del reencuentro. Tenía miedo de desarmarse en cuanto lo viera por primera vez a causa de su gran parecido con Otabek. Porque iba a dolerle, estaba seguro.
Leo y Guang Hong dijeron que si todo salía bien, viajarían para pasar las fiestas en Nueva York. Algo así como un pequeño reencuentro; aunque Yuri sabía que no lo sería del todo ya que no estaría completa la ecuación.
-Se le informa a los pasajeros que ha comenzado el descenso a la ciudad de Nueva York y se calcula que tocaremos pista en el aeropuerto JFK en aproximadamente veinte minutos. El día está parcialmente nublado y con posibilidad de lluvias al caer la noche.
-Puta mierda -masculló Yuri empezando a sentirse ansioso sobre su asiento.
Las ancianas que viajaban con él lo miraron extrañadas, hasta un poco molestas, por aquel muchacho que no se quedaba quieto y farfullaba en ruso.
No era momento de ser gallina. No lo había sido hasta ahora y de nada le serviría querer acobardarse.
El avión dio una pequeña sacudida en el aire mientras descendía y sus ruedas se acomodaban para rodar por la amplia pista del aeropuerto. Mordiéndose las uñas, Yuri pudo ver por la ventanilla como las terminales pasaban a gran velocidad frente a sus ojos. En cuanto el avión estuvo posicionado y se dio el aviso de que podían ponerse de pie a tomar el equipaje para abandonar la nave, Yuri dio un salto encima de las ancianas que le obstruían el pasillo.
-¡Hey! -chilló una de ellas- Todos tenemos prisa por bajar, muchacho.
-¿De qué puede tener prisa un anciano? -respondió chasqueando la lengua.
Se alejó a los empujones mientras podía escuchar a las viejas insultarlo en la distancia. Estaba acostumbrado a que los extraños lo vieran como un mocoso grosero y ya le importaba poquísimo o nada.
Apenas hizo una seña de despedida a las azafatas y al piloto porque se lanzó a corretear por la manga y los pasillos del JFK. No podía zafarse de migraciones, a menos que quisiera ir preso, por lo que se apresuró al menos para pillar un lugar en la fila antes de que saliera el malón de gente que viajó a su lado desde Ciudad de México.
-¡Ah, no! -exclamó Yuri en cuanto una parejita de novios quiso tomar su lugar antes en la fila, tomándolos por sorpresa ya que iban concentrados en besuquearse- Creo que se equivocaron de lugar, lo que ustedes deberían hacer es buscarse un puto motel.
-Oye -masculló el tipo-. Cálmate, amigo.
No me calmo una mierda, casi dijo pero la fila avanzó rápidamente y se perdió entre la marea de gente que buscaba que su pasaporte fuera sellado con el permiso de entrada a los Estados Unidos.
Yuri casi tuvo una discusión con el inspector de aduanas pero el tipo decidió cortar la pelea por lo sano. Era entendible que fuesen bastante pacientes, ya que Yuri no sería el primero ni tampoco el último pasajero problemático.
Una vez que tuvo sus cosas ya en mano y que se dio unos cuantos empujones con la gente que salió, se calzó la capucha y sus anteojos de sol nuevos -los que había tenido toda su vida se le destrozaron en Dublín- porque la verdad era que Yuri temía que cierto alguien lo reconociera desde lejos. De hecho, estaba seguro que de igual manera iba a reconocerlo y eso le estaba generando ansiedad ya que no tenía con qué cosa saldría JJ.
Obtuvo su respuesta más pronto de lo que esperaba: un tipo alto y con una sudadera de Canadá cargaba una inmensa pancarta a lo alto que rezaba:
¡Bienvenido, Yuri Plisetsky! El Rey JJ te esperaba.
Sintió unas tremendas ganas de que arrojarse a la avenida más cercana para que un auto le pasara por encima. No ayudaba que la pancarta tuviera dibujitos rusos y un boceto horriblemente hecho de un Yuri con las cejas fruncidas y unas alas de hada, al lado de uno de JJ en el que hacía la estúpida seña en la que formaba sus iniciales.
Jean giraba sobre sí mismo en un arco de 180 grados por si acaso Yuri pasara por otra de las esquinas y no llegase a verlo hacer tremendo ridículo. Como si eso fuese posible.
Suspiró y caminó con la cabeza gacha hasta que estuvo lo suficientemente cerca de él, justo a la altura de su pecho. JJ estaba concentrado en seguir enseñándole su horrible obra de arte al mundo.
Yuri carraspeó.
-Puedes bajar esa cosa -musitó casi entre dientes-. Joder, si seguro lo haces a propósito...
JJ bajó la vista, parpadeando con sorpresa por un par de segundos hasta que su sonrisa ladina apareció en su rostro y lo iluminó por completo. A Yuri le molestaba que JJ, al igual que Leo, no estuvieran enojados con él.
-¡Yuri! -exclamó mientras la pancarta se le caía de las manos- ¡Mi adorable niño hada!
-No seas tan ñoño...
-Ven y dale al rey un abrazo -abrió sus brazos mientras se acercaba peligrosamente.
Yuri puso la maleta en medio de ambos, la cual agarró de improvisto a JJ e hizo que se diera un golpe.
-¿Qué tal si le doy un puñetazo al rey?
-¿Admites que soy un rey, entonces?
-El rey de los idiotas, de los tontos, de los pesados...
-De los guapos y los mejores amigos, también -sonrió mientras ponía su dedo índice bajo el mentón- ¡No te librarás de mi abrazo!
-¡JJ, no!
Era bastante tarde cuando lo dijo ya que Jean ya lo había rodeado con sus musculosos brazos y lo levantaba ligeramente del suelo mientras lo apretaba con una fuerza que le quitaba la respiración. Yuri empezó a dar patadas.
-¿Sabes lo mucho que matarían algunas personas por recibir un abrazo mío?
-¿Sabes lo mucho que mataría yo por cortarte la lengua? -casi gruñó Yuri en cuanto lo depositó en el suelo- ¡Y yo que venía dispuesto a darte una oportunidad!
JJ chasqueó la lengua indignado.
-No serías tú si decides darme una oportunidad. Anda, vamos al JJ móvil -dijo con una risita que se le escapó- ¡Iremos a conquistar Nueva York, la ciudad de los sueños y que nunca duerme! Pero primero -alzó su dedo con solemnidad-, quiero que conozcas a la mujer que ilumina mis días y me quita el sueño. O sea, literal: ronca peor que yo y no me deja dormir.
-¿Peor que tú? ¿No estarás saliendo con un oso? -bufó Yuri. JJ le dio una palmada juguetona pero había una silenciosa advertencia en su mirada.
-Ten mucho cuidado con lo que dices, hadita. Ella es alguien increíble.
-Sí, increíble que saliera con alguien con un solo testíc-...
-¡Creí que habíamos superado eso! -lo interrumpió JJ con un chillido que llamó la atención de un grupo de turistas asiáticos. Jean los miró de reojo y carraspeó tratando de recuperar la compostura- No me hagas que me quite los pantalones aquí.
-Hazlo. Será maravilloso ver cómo te esposan los policías y planean llevarte preso. Otra vez.
-¿No te quieres regresar a México? Seguro Leo te tiene más paciencia.
Yuri empezó a esbozar una sonrisa en cuanto notó lo familiar que todo se sentía, y que a pesar de los meses no perdía la chispa que él y JJ habían tenido durante el viaje en Europa. Podía ser un tonto y ambos podían disfrutar de tocarle las narices al otro pero eso no evitaba que las peleas les hicieran más amenos el correr de los días.
-Anda, y justo que yo empezaba a alegrarme de estar aquí contigo. Hagamos que no me arrepienta de haber elegido ésta sobrevalorada ciudad -dijo Yuri tras darle un leve codazo.
Y de verdad espero no arrepentirme, habló para sí mismo.
El tráfico era la peor mierda que Yuri había tenido que soportar, justo por encima del parloteo sin fin de JJ mientras iban en el coche. Optó por apagar su cerebro mientras observaba las inmensas construcciones de los rascacielos que estaban dispersos por todo el perímetro de Nueva York.
Como el aeropuerto quedaba en el distrito de Queens y el apartamento de JJ -de la famosa Isabella, en realidad- en la isla de Manhattan, el viaje en automóvil se volvía más largo aún.
-¿Qué tal México, eh? -preguntó JJ arqueando una ceja sin perder de vista la autopista- Tengo muchas ganas de ir con Isabella en un futuro. Quiero probar los burritos en suelo mexicano.
Yuri rodó los ojos con fastidio.
-¿Qué el burrito no es Tex-Mex? -inquirió Yuri- Mira, ya he aprendido yo a no querer insultar a los mexicanos con el tema de su comida.
JJ soltó una risa bastante tétrica, sin abrir los labios. Era su risa de autosuficiencia, o eso pensaba Yuri.
-Pues no sé, pero a mí tendrán que darme burritos si voy.
-Capullo.
-Oh, vamos. No te hagas el justiciero de las cosas tradicionales ahora. Te recuerdo insultando en más de un lugar porque algo te parecía estúpido...
-Yo no me acuerdo -Yuri se cruzó de brazos.
JJ volvió a hacer su risa de autosuficiencia. Yuri le hubiera dado un manotazo de no ser porque eso podría causar un accidente de tráfico masivo.
-Oye, Yuri -lo llamó Jean tras unos segundos de silencio, algo vacilante- ¿Cómo está Leo?
La pregunta lo tomó algo por sorpresa. Terminó encogiéndose de hombros.
-Pues bien -dijo confundido-. Sigue enamorado de Guang Hong, de la historia y de su apestosa guitarra.
-Pero, ¿estaba bien de verdad? -insistió JJ desviando sus irises azules solo un segundo para mirar a Yuri- ¿Tú lo has notado bien?
-¿Por qué tanto interrogatorio? ¿No puedes ir y preguntarle a él?
JJ suspiró algo desganado.
-Es que él dice que está todo bien pero yo no sé si me dicen la verdad o no; no sé diferenciar esas cosas, yo no puedo ver más allá de las palabras. Si no fuera porque Isabella me ha hecho dudar de que tal vez estén mintiéndome para que yo no me preocupe pues seguiría pensando que todo sigue excelente.
-Sí está bien -dijo Yuri algo ceñudo-. Al menos intenta estarlo con todas sus fuerzas.
Pero los extraña, quiso agregar. Yuri no era tan miserable como para decirle eso a JJ.
El viaje duró casi quince minutos más en los que Jean le dio algunas indicaciones para moverse en la selva neoyorquina, como él la llamó. Si bien el apartamento estaba en una de las zonas más tranquilas, apenas a cinco minutos a pie de Central Park, siempre debías tener los dos ojos muy abiertos cuando pasearas por la ciudad.
Yuri quedó boca abierta cuando vio el edificio de Isabella Yang, la estudiante de diseño de modas y otra-vez-novia de JJ. Era altísimo y espejado, del tipo de lugares que te cobrarían el precio de un ojo de la cara por un alquiler.
-¿Vas a quedarte con nosotros, verdad? -preguntó JJ emocionado- Hay como tres dormitorios sin usar, aunque espero que no te moleste dormir rodeado de telas y maniquíes.
-Mientras tenga una almohada y tu cara alejada, por mí está bien -respondió Yuri con las manos en los bolsillos.
JJ hizo su sonrisa perturbadora una vez más.
-La última no puedo prometerla, hadita.
Yuri chasqueó la lengua mientras se metía en el ascensor antes que JJ. Agradeció que hubiera música ambiental -de los 60s, para su desgracia; Yuri odiaba a los Beatles y lucharía con quien fuera por eso- ya que estaba lo suficientemente fuerte como para que su acompañante mantuviera la boca cerrada.
El apartamento quedaba en un piso bastante elevado y no le quedaron más dudas de lo lujoso que sería en su interior en cuanto vio la pulcritud y modernidad del pasillo. Ni siquiera se abría con llaves metálicas sino que con tarjetas magnéticas, justo como las de los hoteles. Seguro eso hacía sentir a JJ verdaderamente como un rey.
-¡Preciosa, hemos llegado! -exclamó JJ al aire.
Yuri aprovechó los pocos segundos antes de que Isabella apareciera para inspeccionar. Todo se veía hermoso y muy art decó, al mejor estilo de los años 20 en la misma Nueva York. La decoración estaba demasiado simétrica con todo y sus colores en sintonía; el blanco, los grises y un poco de la gama del azul que le daba un perfecto toque de modernidad.
De un momento a otro, una figura apareció en medio de la sala y que hizo dar un pequeño salto a Yuri: era una esbelta y preciosa mujer, de cabello oscuro como la noche pero los ojos tan turquesas como un cielo matutino en pleno verano. Sin mencionar que tenía una sonrisa pura; le recordaba un poco a la de Guang Hong e incluso a la de Otabek -y sí, dolía pensarlo- ya que era del tipo que te robaban el aliento un par de segundos por la majestuosidad que poseían.
-¡Yuri! -exclamó la muchacha con una voz algo aguda- ¡Es un placer poder conocerte! Me llamo Isabella.
La chica era tan efusiva como JJ pero tenía más noción del espacio personal ya que no trató de abrazar a Yuri o besarlo en ambas mejillas como hacían las señoritas refinadas de las películas. Solo le tomó la mano y segundos después se colgó de su novio para besarlo como si no lo hubiese visto en años.
Yuri hizo una pequeña mueca de asco que no pasó desapercibida para el canadiense. Él le hizo una sonrisa ladina sin soltar a Isabella.
-Oye, apenas hemos regresado -le dijo con sorna-. Es nuestra etapa de la luna de miel.
-Creo que le pusieron extra miel.
Isabella soltó una risa ante aquello y dio un último beso a JJ. Luego, tomó la maleta de Yuri y le hizo señas para que la acompañara a uno de los cuartos de huéspedes.
-Traté de acondicionarlo lo mejor que pude para ti -sonrió con orgullo-. Decidí darte el que tiene acceso al balcón, espero no te molesten las alturas. Pero es que la vista es espectacular.
-Gracias -respondió Yuri con un pequeño sonrojo que quería ocultar-. Ya se lo dije a JJ, mientras su cara no esté demasiado cerca de mí...
-¡Descuida! -lo interrumpió Isabella con diversión- De eso me encargaré yo.
Empezaba a agradarle esa mujer. Tenía el aire inocente y confianzudo de Sasha pero también la calidez de Mila. Intentó ahogar la sonrisa nostálgica que iba a escaparse de su rostro. Se preguntó qué estaría haciendo allá en Toronto, completamente sola.
-¿Prefieres descansar o quieres que salgamos? Digo, si no te molesta salir con dos extra melosos -rió la chica- ¿Es tu primera vez en Nueva York?
-Es mi primera vez en Estados Unidos -musitó Yuri arrojándose en el sofá cama recién armado-. Y salir está bien. No atravesé todo el planeta para quedarme encerrado.
-¡Ese es el espíritu! Te dejo para que te cambies o te duches si lo consideras -dio unos saltitos hasta la puerta-. El baño está al fondo a la izquierda, allí encontrarás todo. Me gritas cualquier cosa que necesites... ¡Ciao!
Antes de que Yuri pudiera responder, Isabella ya había desaparecido para reunirse con su novio, suponía.
Y él quedó solo y a merced de sus pensamientos una vez más. Había aprendido un poco a controlarlo y soportarlo, pero todo dependía de si se encontraba en un día bueno, en uno malo o en uno pésimo. Todo pintaba para ser un día bueno más no era capaz de confirmarlo ya que en cualquier momento las cosas podían irse por el garete. De hecho, empezaba a pintar mal en cuanto sus pensamientos se hacían conscientes de ello.
Yuri se preguntó: ¿Podría el intermitente ruido de la ciudad de Nueva York sonar más fuerte que los gritos en su mente?
Por mucho que Yuri aclamó el querer salir de paseo por Nueva York, acabó quedándose dormido durante varias horas en el cómodo sofá cama de Isabella. Despertó completamente aturdido a causa de los gritos que JJ le estaba profiriendo.
-¡Levanta, morsa! -comenzó a zarandearlo- ¿Qué te piensas?
-¡Oye! -Yuri dio manotazos en el aire- ¿Qué te piensas tú? ¡Me vas a infartar!
-¡Pues si dejaras de quedarte dormido!
Yuri solo gruñó algo a JJ y lo echó del cuarto a patadas, quedándose luego sentado en el suelo mirando a la nada, con los ojos achinados mientras intentaba desperezarse.
Por la puerta que daba al balcón se podía ver que ya había anochecido en la Gran Manzana. Las luces de los edificios eran aún más cegadoras y Yuri no pudo evitar el estampar su rostro contra el vidrio, mirando de lejos la locura con la que todo se movía incluso cuando caía la noche.
Se obligó a sí mismo a salir de su asombro y corrió a darse una ducha muy perfumada, tomándose su tiempo para arreglarse el cabello que tan descuidado tenía.
-Ugh -gruñó al ver su propio reflejo en el espejo empañado.
Estaba muy dejado. Tenía ojeras y las mejillas más hundidas a causa de la falta de peso. Su piel estaba reseca y su cuello estaba lleno de los cabellos rubios que se le caían de la cabeza. Apenas entonces se daba cuenta del estrés en el que había estado viviendo todas esas semanas, sin importar que no estudiara ni trabajaba y se la pasaba de viaje.
Se dio cuenta que había muchas maneras de vivir mortificado, sin importar las circunstancias.
-¿Ya nos vamos? -preguntó JJ algo ansioso en cuanto lo vio acercarse por el pasillo- Isabella me obligó a esperar un montón de horas a que despertaras.
-¿Por qué tan ansioso? -chasqueó la lengua Yuri- ¿Y si digo que quiero que te quedes?
-¡Pero Yuri...! ¡Revivamos las viejas épocas! ¡Te iba a llevar a probar la cerveza de aquí!
-¡Ah, no! ¡Ni sueñes, maldito borracho! Uno pensaría que la vida marital te iba a mejorar.
-A veces pienso que si a JJ le dan elegir el salvarme a mí o a una botella de cerveza... lo encontrarías bebiendo de la misma por encima de mi tumba -dijo Isabella arqueando una ceja de manera acusadora.
JJ parpadeó con fingido dolor, una mano encima de su pecho.
-Cariño, yo me emborracharía para sobrellevar tu partida.
Isabella le dio un suave golpecito y se estiró para tomar su bolso de la mesa, invitando a los demás que la acompañaran en la noche neoyorquina.
De camino a un lugar del que Yuri no tenía idea, Isabella se la pasó interrogándolo. Le preguntó sobre su vida, sus pasiones, sus viajes, muchísimas cosas. Yuri se sentía un poco incómodo y quería maldecir a JJ por elegir no interferir con sus estúpidos comentarios mientras su novia lo bombardeaba a preguntas.
-Yuri, ¿tienes pareja? -preguntó ella con una sonrisa.
JJ tosió con una increíble fuerza, llamando la atención de ella y evitando que viera el gesto de piedra que Yuri tenía en su rostro.
Bruja metiche.
-Jean, cielo, ¿estás bien? -inquirió preocupada. JJ agitó las manos con lágrimas en los ojos a causa de su fingida tos.
-Solo necesito beber algo, ¿qué tal si entramos a cualquier lugar? ¡Oh! ¡Podrías llamar a alguna de tus amigas! ¿Eh?
-¡Qué gran idea! Deja que marco a ver si alguna anda disponible.
Isabella avanzó algunos pasos con el teléfono en su oído, dejando a JJ y Yuri solos en un silencio bastante molesto.
-No le dicho nada sobre... bueno, te imaginas -dijo con el semblante serio.
-Ah... ¿no? -replicó Yuri con el labio tembloroso. No quería meterse en esa conversación.
-Isabella tiene mucho aprecio por Beka. No sé que iba a pensar si se enteraba de... bueno, de todo. No quiero que lo vea como un capullo o que tú seas un resentido o yo que sé. Las mujeres piensan raro.
-Está bien -se encogió de hombros-. Tampoco me agrada hablar del tema, tú sabes.
JJ pateó una lata que algún turista descuidado probablemente arrojó. Yuri fingía interesarse por un cartel que indicaba la calle en la que estaban.
-Leí la carta -soltó Jean de golpe.
Yuri cerró los ojos.
-Sí. Si te dejé la carta es porque esperaba que la leyeras -bufó molesto.
-Solo por eso es que he querido hablar contigo y recibirte -siguió diciendo-. Estuve molesto contigo cuando vi que de verdad te fuiste. Un poco no te creía capaz y por eso dejé que te marcharas. Vi la carta cuando llegamos a Toronto y pensé las cosas de una manera diferente.
-No tenías derecho a enojarte conmigo -Yuri se paró en frente de él, apuntándolo de forma amenazadora con el dedo índice-. Ninguno lo tiene, de hecho. Independiente de lo que haya pasado, o no, yo tomo mis propias decisiones.
-Y lo sé -respondió JJ con dureza-. Pero me enojé creyendo que te ibas para dañar a Beka en venganza o algo así. Fui un tonto al no pensar en tus sentimientos también.
-¿Entonces te enojaste con él?
-Claro que no -Jean frunció las cejas-. Es mi mejor amigo y no me enojo con sus terribles decisiones. Es que al pobre le falta un poco de JJ Style...
-Deja tus tontas bromas para después -gruñó Yuri.
JJ no pudo responder ya que Isabella apareció emocionada, diciendo que varios de sus amigos de la universidad se unirían a la salida. Yuri se encontró mascullando entre dientes por muchos motivos: primero, no se le daba bien hacer amigos; segundo, todos los recién llegados interactuarían entre ellos, lo que lo llevaba a; tercero, se tendría que pegar como lapa a JJ si no quería pasar la noche mirando todo desde un rincón.
Ambos condujeron a Yuri hasta el barrio de Little Italy, el -ahora- pequeño barrio de inmigrantes italianos, cuna de las mafias y también de la comida ítalo-americana. Si bien en la actualidad eran solo un par de calles las que lo conformaban, mientras más te metías en el corazón del barrio, más podías sentir el estilo italiano en ella.
-¿No te recuerda a los lugares recónditos de Roma? -preguntó JJ cerca de su oído pero se alejó velozmente en caso de que Yuri quisiera golpearlo- Ya sabes, todos esas callejuelas llenas de restaurantes y coloridas en medio de la ciudad.
-Claro que lo recuerdo -dijo tosco- ¿Y tú te acuerdas cuando te llevaron preso en el Arco de Adriano?
-¡Oye, que no me llevaron preso! Sorprendentemente -JJ se acarició el mentón- ¿Quieres que intente quedar preso ahora?
-No seas descerebrado.
-¡Yuri, te preocupas por mí! -hizo como que se secaba una lágrima- Ven, dame un abrazo. Estoy necesitado del amor de mis amigos.
-Siempre tan baboso...
Isabella los hizo callar y los metió en la pizzería Lombardi's de la calle Spring St. Fue la primera pizzería americana y todavía se mantenía en pie y el negocio era millonario. De adentro se veía clásico, algo aburrido incluso. Pero el aroma a masa recién horneada y queso fundido no tenía punto de comparación.
Los tres tomaron una mesa enorme y charlaron -bueno, JJ e Isabella sí lo hicieron- animadamente hasta que llegaron los amigos de la muchacha. Yuri comenzaba a sentirse intimidado y trataba de lucir como alguien misterioso y muy decidido, sin importar que todos hacían gestos enternecidos al ver su rostro de ángel.
-Este es Yuri -lo presentó Isabella, pasando un brazo por su espalda como si fueran amigos desde siempre-. Trátenlo bonito, que se lleve una buena imagen de aquí.
Christina, Yuuto, Tim, Olivia y Mark. Esos eran los amigos de Isabella y compañeros de la universidad. Las chicas eran algo estrambóticas y los muchachos tenían estilo pero no era tanto el de Yuri ya que se veían muy elegantemente europeos. Él prefería las cosas más salvajes y brillantes, con muchas capas de negro y animal print.
Se dio cuenta algo tarde que el tal Mark tenía un estilo similar al suyo, con su camisa negra que tenía solo el bolsillo en animal print. Yuri se lo quedaba mirando de reojo hasta que el muchacho descubrió a su pequeño espía, pero lejos de mostrarse ofendido, lucía como otra cosa.
Halagado.
-¿Te gusta mi camisa? -le preguntó en cuanto consiguió escabullirse al lado de Yuri en la mesa. Su acento era extraño.
-Supongo que está bien -respondió Yuri poniendo algo de distancia-. Tampoco es para agrandarse.
-¡Oh! -dijo Mark con las mejillas enrojecidas- Perdón, no sabía que...
-Basta, no tienes que disculparte -lo cortó Yuri, rodando los ojos-. Todo por una tonta camisa.
-Disculpa, soy malísimo para socializar -Mark se acomodó los grandes anteojos de pasta que usaba. A Yuri le recordaron a los de su tocayo japonés en Hungría-. Así que, ¿eres ruso?
-Sí, ¿y tú eres de aquí de Nueva York?
-Cerca. Soy de Boston -habló con emoción-. Una ciudad preciosa y no tan visitada. Es bastante tranquilo pese a la cantidad de población que tiene.
-Ah...
-Extraño un poco mi hogar, ¿tú no? -parloteaba Mark- También echo muchísimo de menos a mi gatita. Apenas me la regalaron este verano y era un bebé cuando la tuve que dejar con mis padres.
-¿Tienes un gato? -Yuri se dio cuenta segundos después de la desesperación en su voz. Carraspeó tratando de fingir- Bueno... yo también tengo una gata.
-¡Qué genial! -chilló el dichoso Mark- ¿Quieres que te muestre fotos de la mía?
Mark no esperó a obtener una respuesta y sacó su teléfono celular para enseñarle a Yuri el fondo de pantalla, el cual era un gato diminuto de raza siamés que dormitaba sobre una mullida almohada. A Yuri se le formó una sonrisa inconsciente.
También tomó su móvil y le enseñó la fotografía de Armani durmiendo en su maleta los días posteriores al fin de su viaje por Europa. Mark soltó una adorable exclamación.
La charla se vio truncada ya que Jean estaba algo sombrío ante la aparente nueva amistad de Yuri y Mark, pero no les dijo nada más que ahora se dirigirían a un pub irlandés llamado McGettigan's, también perdido en la enorme Manhattan.
-¿Harás competencia de tragos conmigo esta noche? -preguntó JJ con un gesto retador.
-Ni hablar, te voy a grabar y te mostraré ese video en loop cada vez que te quieras quejar de la resaca el día de mañana.
-Tú siempre siendo un amor.
Pero al final de la noche, Yuri no se dedicó a grabar a JJ ni tampoco supo si este estaba atragantándose con el barril de cerveza -aunque era muy probable. La música no se le hacía divertida y se estancó en una esquina, solo y recordando momentos apasionados en otros pubs alrededor del mundo que había tenido.
¿Todo se vería arruinado por los recuerdos?
¿Cómo podía implementar el perdón del que Leo le hablaba? Era imposible. Al final, tal vez sí que fuera un día malo, después de todo. La pequeña estabilidad que había sentido en las últimas horas estaba derrumbada ahora.
-¡Oye! ¿Quieres bailar? -le preguntó una animada voz por detrás de su hombro. Mark.
-No me gusta tanto bailar -contestó Yuri de brazos cruzados.
No me gusta bailar con cualquiera, completó en su mente.
-Entonces me puedo quedar a hacerte compañía.
Yuri no tenía ánimos de mandar al diablo a un desconocido amistoso, y que dentro de todo era un poco guapo. Tenía ojos verdeazulados y el cabello castaño claro que se le rizaba cerca de la frente de una manera chistosa. Su cuerpo era pequeño y femenino, igual que el de Yuri. Todo lo opuesto a lo que él pensaba que le gustaba.
Pero tal vez a Yuri le gustaba más de una cosa. Tal vez estuviera cerrándose demasiado a lo que él creía que le gustaba.
Arrebató el trago de Mark y bebió todo lo que quedaba de él ante los ojos sorprendidos del muchacho. Estaba bastante fuerte. Yuri esperó un rato a que le hiciera algo de efecto -junto con las latas de cerveza que tomó con Jean apenas llegaron-, escuchando la incesante charlatanería del otro muchacho.
En cuanto sintió el calor en el pecho y la nubosidad en su mente, intentó no pensarlo demasiado. Era probable que se arrepintiera en la mañana por lo que hizo -ya que le traería dolores de cabeza innecesarios- pero Yuri no era una persona que pensaba demasiado tiempo las cosas que le nacían hacer.
Se besó con Mark. Toqueteó a Mark. En muchas partes, en un cubículo bastante sucio en el baño del pub. También se dejó besar y que lo acariciaran. Y se sintió bien, mucho mejor de lo que había pensado.
Las manos de Otabek todavía tenían sus marcas en la piel de Yuri. No literalmente, claro, si no de una manera más bien fantasma. Si cerraba los ojos y se hundía sobre las sábanas casi podía sentirlo recorriendo los pliegues de piel con los dedos y la boca, de una manera excitante y tan bella que le llenaban los ojos de lágrimas.
Pero no estaba con Otabek ni tenía sábanas perfumadas. Solo le quedaba un desconocido, un condón barato y un baño apestoso en medio de la vida nocturna de Nueva York.
¿Qué más daba? Si igual no podía aspirar a más.
Yuri se dejó llevar.
¡Regresó nuestro unitesticulo favorito! ¡Y no teman! Habrá más bromas respecto a ello en la segunda mitad de la ciudad de Nueva York ;)
ANTES QUE NADA -> les dejo este hermosisimo dibujito que nos hizo @_salada de Leo con su delantal en el capítulo anterior 💖 es hermoso y lo amo:
GRACIAS ❤️❤️❤️
El cap ha quedado un poco corto, pero hay varios motivos:
1- Estoy escribiendo oneshots para la Otayuri Latin Week y la JJBek Week, ambas esta semana. Espero poder terminar al menos UNO.
2- Escribí por primera vez un oneshot para otro de mis fandoms, después de un año de estar allí sin participar 💖 es de Voltron, por si a alguien le gust c:
3- Y la más importante: tenía ganas de dejarlo en un cliffhanger ;)
El próximo capítulo probablemente tenga un poquito más de extensión que este pero no será ni de cerca tan largo como los últimos dos :c
Muchísimas gracias por todos los votitos, comentarios y todo el amor ❤️ sepan disculparme si no está corregido pero por alguna razón mi laptop no agarra wifi en casa y tuve que correr unos minutos a mi abuela para poder pasar el capítulo.
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