Los fantasmas de Praga II
Tanto Mila como Otabek lucían al borde del colapso. La chica se veía tan -o incluso más- enfurecida que la vez que JJ se robó el tótem de Londres. Yuri se alejó unos cuantos pasos por las dudas lo alcanzara el torbellino de furia que se iba a desatar.
-¿Por qué tienes su teléfono? -preguntó lentamente. JJ alzó las manos.
-¡No sé! ¡Te juro que soy inocente!
-Chicos, chicos. Calma -intervino Emil-. Aunque no lo crean, todo este complejo es muy seguro. Está lleno de guías con su grupo de turistas. Dejen que les pregunto a algunos si lo vieron.
El chico sacó su teléfono y empezó teclear los mensajes. Mila seguía mirando fulminante hacia JJ, mientras que Otabek parecía estar meditando para calmar sus nervios.
-Lo más probable es que esté perdido -dijo finalmente-. No podemos movernos por si vuelve.
-¿Y él sabe que estamos aquí? ¡Ni siquiera notamos cuándo es que lo perdimos!
-En el peor de los casos, volverá sólo al hostal -siguió Otabek-. Tampoco tiene cinco años.
-¡Pero ni tiene el teléfono consigo! No sabrá cómo volver...
Ellos tres entraron entonces en debate. Otabek quería quedarse a ver si aparecía, Mila quería buscarlo y JJ estaba siendo un capullo integral, pero eso a Yuri no le sorprendía.
-Quizás ya está muerto. Opino que volvamos al hotel a rezar para que su alma cruce el otro lado.
-Iré a buscarlo -declaró Mila. Otabek la tomó del brazo.
-No creo que sea una buena idea que una mujer ande sola, tampoco. Quédate aquí con JJ. Lo buscaremos con Yuri, y Emil seguro se ofrecerá a echar un vistazo por ahí también.
Mila refunfuñó un rato pero tuvo que aceptar que la idea de Otabek era, como siempre, la más sensata. Emil regresó al poco rato sin ninguna noticia que les fuera de ayuda.
-Seguro anda por las partes más históricas -decía Otabek, pero Yuri pensó que se quería convencer a sí mismo-. Es eso.
-Otabek -lo llamó Yuri.
-Él sabe muy bien mantenerse lejos de las cosas no seguras. No va a ir a meterse en algo peligr-...
-¡Otabek! -le cortó el paso poniéndose al frente- Relájate ¿sí? Desaparecer no significa que le ha pasado algo.
-¿Me vas a decir que tu madre no enloqueció cuando te fuiste de casa?
-Te puedo asegurar que lo primero que mi madre hizo fue plantearse la manera en que iba a arrastrarme de regreso, pero no viene al caso -exclamó-. Nada le pasará al estúpido de Leo. Joder, la gente se pierde todo el tiempo y más de noche.
Otabek soltó un largo suspiro, pasándose la mano temblorosa por el rostro.
-Además ¿por qué tendría JJ su teléfono? ¿No será alguna broma de ese estúpido?
-Yo... no sé. No quiero pensar que haría algo como eso -dijo con dudas.
-Pues yo creo que es exactamente lo que JJ consideraría divertido.
Otabek no respondió. Simplemente aceleró el paso por lo que Yuri tenía que dar largas zancadas para no quedarse atrás.
-Oye, Otabek... ¿qué ha sido eso del padre de Leo? ¿Y algo que les pasó a los quince?
El rostro de Otabek iba endurecido. Yuri empezaba a pensar lo peor.
-No sé si es correcto que te lo cuente yo -susurró.
-¿Es algo tipo como un secreto?
-Podríamos llamarlo así.
-¿Tan malo es que no puedes decirlo?
El kazajo se detuvo. Yuri se sobresaltó al ver que el otro se quedó quieto tan de repente.
-Yo no puedo contarte los secretos de Leo. Así como yo no quisiera que Leo te contara mis secretos -comenzó a andar de vuelta.
-¿Tus...? ¡Otabek!
Yuri comenzó a trotar para alcanzarlo. Estaba más confundido por las palabras de Otabek que por la misma desaparición de Leo. Por supuesto que no era como si Yuri pensara que Otabek no tenía secretos con él... apenas se conocían, sería lo más lógico.
Pero esa frase no le daba ninguna buena espina. Y Yuri, siendo que casi siempre se las ingeniaba para salirse con la suya, también lo haría con aquello. Le demostraría a Otabek que no hacía falta comportarse de esa manera, que podía confiar en Yuri. Fuese lo que fuese.
A medida que se hacía más de noche, más grupos de turistas morbosos aparecían por las callejuelas del Barrio Judío. Otabek, sin ninguna timidez, interrumpía las visitas guiadas para preguntar por un muchachito de piel trigueña y que llevaba el cabello en una coleta. Lo cual era un problema, ya que muchos europeos llevaban el cabello atado de esa forma. Y encima se sumaba a la gente local que vivía en los rincones del Barrio Judío que se encontraba paseando por las calles de su zona.
-¿Y si gritamos Guang Hong por ahí? Tal vez tenga un sexto sentido para cada vez que alguien lo nombre -dijo Yuri. Otabek se relajó ligeramente queriendo esbozar una sonrisa.
-Si Guang Hong estuviera aquí, Leo hubiese desaparecido hace rato.
-Por culpa de todos ustedes ahora no podré seguir viviendo en paz si no conozco al muy dichoso ¡Más te vale ahora presentármelo! -exclamó con rudeza.
-Hay un tiempo para todo -fue lo único que respondió.
-Sí, mi tiempo de ahora era para acostarme a dormir pero aquí me ves ayudando a darle caza a Leo... ¡Oye tú! -le gritó Yuri a un turista que se había separado de su grupo para tomar fotografías- ¿Has visto pasar a un chico por aquí?
-Yuri...
-¿Un muchacho? -repitió el turista, encogido por el miedo. Yuri no era intimidante en tamaño pero la gente solía alejarse cuando les dedicaba una de sus frías miradas.
-Sí. No muy alto, tez bronceada, cabello como hippie... ¿Lo has visto? -preguntó acercándose de forma acechante el tipo.
-Hace un rato he visto a un chaval que andaba sólo... pero era más para allá -señaló la zona por la que Yuri y Otabek habían pasado-. Para el lado del cementerio.
-Eso no me sirve de nada. Adiós.
Yuri se dio la vuelta y comenzó a andar sobre sus pasos. Otabek se demoró unos segundos en regresar a su lado por lo que dedujo que estuvo agradeciendo al pobre turista.
-Quizás sí es verdad que anda por allí -le comentó-. Tal vez nos está buscando.
-Tú eres el que lo conoce más -se detuvo Yuri, mirando con molestia a Otabek- ¿No has notado algo raro hoy con él?
Otabek parpadeó un par de veces.
-No ha hecho comentarios molestos de amante sabelotodo de la historia -ayudó Yuri-. Puede que algo le pase...
Se plantó delante de Otabek, señalándolo con su dedo índice. El kazajo retrocedió unos pasos.
-¡Y déjame decirte que eres un pésimo amigo por no notarlo!
Yuri se dio la vuelta y siguió caminando. Otabek comenzó a perseguirlo en silencio. Si era por vergüenza por no saber que algo pasaba con Leo o porque no tenía ganas de discutir con Yuri, no lo sabía.
El ruso se acercó entonces a un grupo de tres turistas que cuchicheaban en la puerta de una casa abandonada. Todos se callaron al verlo que se acercaba dando firmes pasos y con la mirada molesta.
-¿No han visto pasar a un chico de cabello recogido por aquí? -inquirió sin siquiera saludar- No muy alto, probablemente llevaba una cara de alma en pena...
-Hace rato un tipo ha entrado en una casa abandonada de por allá -señaló el chico hacia la izquierda-. Era una con una pequeña torre con el techo roto...
Otabek alzó el rostro con algo que lucía como alivio... y otra cosa más. Les agradeció a los turistas por Yuri y lo tomó de la mano, conduciéndolo hacia la calle que les indicaron. Inspeccionaron casa por casa hasta que dieron con la que creían la correcta: tenía una pequeña torre, más ancha que una chimenea y la mitad de las tejas estaban completamente destrozadas.
Tanto Yuri como Otabek se quedaron mirando la fachada por un rato. Le echó una mirada de reojo a su acompañante, que miraba todo ahora con comprensión y tristeza.
-Creo que ahora sé por qué ha desaparecido -musitó Otabek.
Yuri inspiró fuertemente.
-Entonces... ¿qué ha sido?
Otabek agachó la cabeza y luego la giró hacia Yuri, mirándolo melancólicamente desde abajo.
-¿Por qué no entras y le preguntas tú mismo?
Yuri no iba a mostrarse como un miedoso. Eso pensaba mientras empujaba la vieja madera toda llena de polvo y humedad. También seguía farfullando por lo que Otabek le había alentado a hacer.
¿Dirías lo mismo si la pregunta se refería a ti, Otabek?
Temía usar la linterna del celular y terminar apuntando alguna cosa asquerosa... como una araña o una rata, claro. No es que Yuri pensara que algo más podría esconderse en esa apestosa casa. Dio unos cuantos pasos suaves pero era inútil ya que el tacón de sus botas repiqueteaba como gruesas gotas de lluvia sobre la acera.
Entonces lo vio. Estaba al lado de una ventana por lo que los faroles de las calles lo iluminaban en tonalidades amarillentas pero definitivamente era él. Estaba acurrucado sobre sus rodillas, tan quieto y silencioso como si de una misma estatua se tratara.
-¡Eh, tú!
Leo alzó la cabeza. Yuri casi esperaba encontrar su rostro surcado de lágrimas pero la verdad era que sólo se veía extremadamente cansado. Y triste, de un modo que parecía casi irremediable. Suspiró en cuanto vio al ruso.
-¿Tienes idea del infarto que casi le provocas a los otros? ¿Cómo se te ocurre desaparecer así? -empezó a mascullar- ¡Encima con el tema de los fantas-...! Con todo el tema de este lugar tétrico -se corrigió-. Anda, arriba.
No se movió ni le respondió. Agachó la mirada, que ahora estaba clavada en las tablas desvencijadas del suelo.
-Pensé que el celular en la chaqueta de JJ les haría saber que me fui por mi cuenta -murmuró-. Yo no los quería preocupar.
-Bueno, tú sabes muy bien qué clase de amigos tienes y cómo a algunos no les funcionan todas las luces -exclamó Yuri-. Fue una idea estúpida. Tú podrías haber dicho que querías estar sólo y ya.
-Si se los decía los iba a tener encima intentando consolarme. No quería consuelo, quería estar sólo -respondió con un poco de molestia.
Ninguno de los dos habló. Leo deslizaba la punta de su zapatilla, dibujando algunos patrones sobre la gruesa capa de polvo.
-Algo que dijo Emil me hizo recordar... cosas -confesó. Yuri lo miró de costado.
-Emil ha dicho muchas cosas esta noche.
Leo suspiró cansado.
-El tema del rey Carlos IV y sus esposas.
Hizo una pequeña pausa para mirar por la ventana. Yuri comenzaba a impacientarse pero no podía presionarlo a hablar. No en ese momento, que sabía que alguna dura revelación estaba a punto de llegar.
-Mi nombre de nacimiento no es Leo de la Iglesia. Se supone que me llamo Leo McCormick.
Leo esperó a que Yuri dijera algo, pero estaba sintiéndose muy presionado, por lo que acabó comportándose haciendo un comentario que podría haberse oído demasiado insensible:
-¿Y qué?
-Que actualmente no llevo el apellido de mi padre -aclaró.
-Pues yo tampoco llevo el apellido de mi padre. Ni el de mi madre. Llevo el de mi progenitora biológica pero no es... algo extraño -le dijo Yuri con seriedad. Para él era una cosa normal y hasta sin importancia, podría confesar.
-Pero la cosa aquí es que yo me lo he cambiado. Me he quitado su apellido por voluntad propia. Yo, eh... digamos que soy algo así como un bastardo.
-¿Algo así?
-No sé si cuento como bastardo porque nací adentro de un matrimonio -dijo lentamente-. Pero mi padre ya tenía otro matrimonio sin terminar cuando yo nací.
Yuri lo miró con sorpresa y estupor. La verdad era que no se había esperado algo como eso.
-Mi mamá y yo somos de México. Mi padre es... era... estadounidense. Se conocieron una vez que él fue de vacaciones, o eso decía. Luego visitó muchas veces el país y le pidió matrimonio. Luego nací yo.
»Él nos visitaba algunas veces y decía siempre que iba a llevarnos con él a Chicago. Pero la ocasión nunca se le presentaba, o eso es lo que decía. Mi mamá con mucho esfuerzo consiguió el dinero y los visados y nos fuimos de México para vivir la supuesta vida que ella soñaba con mi padre. Cuando llegamos...
Se detuvo un momento para dar una gran bocanada de aire.
-Descubrimos que tenía otra familia desde mucho antes que yo naciera o se casara con mamá.
Yuri no sabía que responder a aquello. Estaba seguro que cualquier palabra de su boca sonaría como algo cruel y lo último que quería hacer era seguir flagelando al pobre chico. Simplemente asintió para que prosiguiera.
-Mamá quiso que nos regresáramos de inmediato pero mi padre enloqueció. Le decía que ella podía irse si quería pero que no dejaría que me llevase y que si trataba de evitarlo acabaría rogándole por morir de todo lo que iba a hacerle. Yo tenía seis años, Yuri. Apenas tengo recuerdos de esa época y los que están en mi mente no son nada bonito.
»De alguna forma nos pudimos escapar hasta Boston, donde vivimos un par de meses hasta que mi padre nos localizó otra vez. Estuvimos mudándonos por casi un año; de Nueva York a Providence y hasta llegar a Baltimore e incluso Detroit. De alguna forma conseguía localizarnos, o eso es lo que mi madre pensaba. La verdad es que yo no lo vi pero ella se volvió un poco paranoica.
»Tampoco podíamos volver a nuestro hogar en México porque él lo conocía. Nos decantamos entonces por la única opción viable en ese momento: Canadá.
Leo se sorbió la nariz. Yuri no podía ver si ya había comenzado a llorar.
-Para entonces tenía nueve años. Poco después me hice amigo de Beka y luego de Mila y finalmente se nos unió JJ. Por primera vez tenía amigos, Yuri. Mi madre ya no tenía miedo. Las cosas parecía que de verdad podían ir mejor.
-¿Qué pasó, entonces? -se atrevió a preguntar.
-Cuando tenía quince, un día se presentó a la salida de la secundaria. Ya sabes cómo es uno de adolescente... y yo anhelaba tener un padre. Me invitó a pasar el día con él e incluso mencionó la posibilidad de que me fuera a estudiar a Chicago cuando me graduara.
Volvió a quedarse en silencio.
-Estuve ausente todo ese día ya que mi padre encontraba excusas para que no me fuera de su lado. Mi madre y los chicos enloquecieron pensando que me había llevado. Solo hace pocos años pude entender la gravedad de la situación -volvió a suspirar-. Ahora mi padre está muerto, o eso dijo mi madrastra en el último correo electrónico que me envió invitándome al funeral. No podría saber si es verdad u otra artimaña, solo sé que nunca volví a saber algo más de él desde entonces.
Se le escapó un pequeño sollozo.
-Por eso es que me gusta tanto la música -se secó una lágrima pero luego le salió otra y después otra hasta que ya no le alcanzaban los dedos-. Mi guitarra era lo único que tenía de pequeño. La aprendí a tocar yo sólo y no me importaba que incluso no fuera de mi tamaño. La música me da fuerzas. Es tonto, pero qué va ¿está mal decir que es el motor de mi vida?
-No -contestó Yuri automáticamente. Se sacudió de golpe-. Digo, tú puedes elegir el maldito motor que quieras para tu vida.
-Debes pensar que soy un imbécil por armar este teatro por un comentario sobre un rey promiscuo con muchas esposas -farfulló avergonzado.
-¿En serio, Leo? ¿Te crees que tengo autoridad moral para pensar mal de ti siendo que me fui de casa porque no quería estudiar? -replicó Yuri, golpeando las palmas de la mano contra sus muslos- Sólo digo que has hecho preocupar a los demás.
-Yo no quería preocuparlos ni arruinarles el paseo con mis cosas -se encogió sobre sí mismo-. Todos tienen asuntos más graves que atender.
Yuri ignoró el fuerte énfasis en la palabra todos. Cerró los ojos para concentrarse.
-No seas niño. Ahora, levántate. Otabek ya debe estar creciendo raíces desde que lo dejé afuera.
-¿Otabek está afuera? -preguntó con dudas, sorprendido de que el único que hubiese ido a buscarlo era Yuri.
-Sí, y no preguntes por qué -Yuri se acomodó el flequillo y usó la misma mano para señalarlo-. Y como vuelvas a pensar que tus problemas no son válidos, me voy enojar. Como, de verdad enojarme ¡No me quieres ver enojado!
Le extendió la mano para que se levantara. Dubitativo al principio pero con más decisión al final, Leo la tomó.
-Ahora vámonos. Y no tiene nada que ver con que he sentido un escalofrío desde que entré en esta casa abandonada -declaró Yuri girando hacia la puerta.
Escuchó a Leo soltar una risita entre las lágrimas tras su espalda.
-Gracias, Yuri -dijo en voz baja.
A Yuri aquello lo hizo sentir un profundo vacío. Recordaba al risueño y amable Leo que se reía hasta de sí mismo. El chico que abogaba en defensa de sus amigos. El que prefería tragarse las lágrimas para que otros no estuvieran tristes por él, que siempre tenía una sonrisa y palabras bonitas para hacer felices a los demás.
Y lo admiró por aquello. Yuri jamás sería capaz de alcanzar aquel grado de altruismo y abnegación. Pensó que podría aprender una o dos cosas de Leo de la Iglesia antes de que el viaje terminara.
Leo fue golpeado, insultado levemente y también regañado por todos sus amigos. Finalmente, JJ se le colgó del cuello y le dio un abrazo. El chico le dio unas palmaditas mientras reía con su carcajada habitual -se veía bastante más animado ahora-.
-¡Es el peor regalo de cumpleaños adelantado, que sepas! -le exclamó JJ- Más te vale arreglarlo ahora...
-¿Cumpleaños? -susurró Yuri a Otabek.
-¿Ah, no sabías? -inquirió el kazajo con algo de sorpresa- JJ cumplirá 22 a medianoche.
-¡El mejor día del año! -dijo el aludido alejándose de Leo.
-¿Y cómo es que no has estado chillando sobre ello a los cuatro vientos? No me esperaría menos de ti.
-Bueno, pequeña hada, es que estaba esperando que mis amigos me organizaran alguna sorpresa. Pero ya estoy viendo que no es así -se cruzó de brazos enfurruñado.
-¡Mañana podríamos festejar! -propuso Emil.
-Estoy hartísimo de las puñeteras fiestas -intervino Yuri.
-Yo decía bebernos unas copas en mi apartamento. Eh, por cierto ¿dónde se están hospedando? Los invito a quedarse en mi casa -dijo el checo animado.
-No queremos molestar... -empezó a decir Otabek. JJ le puso un brazo sobre la cara.
-Sí, sí queremos.
La visita fantasmal no duró mucho más. Emil les contó algunas historias al azar mientras salían del Barrio Judío, relacionadas con la casa de nacimiento del famoso escritor Franz Kafka. Otabek parecía bastante atento y extasiado respecto al tema de la literatura.
El grupo tomó sus cosas de la sede local del Ice Castle y se movieron con todas las maletas en medio de la noche hasta el céntrico apartamento que pertenecía a Emil. No era muy espacioso, pero podían entrar sin tener que dormir apiñados unos sobre otros. Yuri se sintió un poquito decepcionado.
-Tengo unos colchones inflables. Son para cuando Micky me visita.
-¿Micky duerme en un colchón inflable? -preguntó Mila con sorna.
-Ah, no. Micky duerme en mi cama. El que debe dormir en el colchón inflable soy yo -resopló divertido.
El grupo se dispersó para ayudar en cosas de la casa. Otabek incluso se ofreció a buscar alguna pequeña pastelería que siguiera abierta hasta tan tarde solo para que JJ pudiera soplar sus velas de cumpleaños cual niño que era. Fue con esa misma excusa que Yuri se negó a conseguirle algunas cervezas al canadiense.
Las horas pasaron y finalmente fue que dio la medianoche. Otabek solo había podido conseguir un cupcake de chocolate pero a JJ poco le importaba. Estaba fascinado con el simple hecho de convertirse en el centro de atención por las próximas veinticuatro horas. Mila, Leo y Emil dijeron algunas palabras bonitas para el chico.
-Me van a hacer llorar -dijo con teatralidad y una mano sobre el pecho.
-Aw, grandote, ya no estarás entre los más pequeños. Te sumas al club de los 22 conmigo -le codeó Mila.
-Y ya pronto me sumaré yo -agregó Leo-. Emi, también cumples en julio los 22 ¿no?
-De hecho, los cumplí hace una semana -se encogió de hombros despreocupado.
-¡Oh, diablos! ¡Hay que cantar cumpleaños doble!
-Solo Beka será el pequeño -rió Mila pellizcándole las mejillas. Otabek simplemente frunció el ceño como si estuviera harto.
-Eres nuestro Otabebé.
-Ya -dijo con voz seria.
-¿A qué nadie se espera que Beka sea el más chico?
-El más chico ahora es Yuri -dijo Leo, guiñándole el ojo cuando nadie lo veía.
-¡Aw, sí! ¡Nuestra hada! -aplaudió JJ con el rostro embadurnado de chocolate- Como miembro oficial del grupo, te obligo a que me hagas una dedicatoria de cumpleaños.
Yuri se sonrojó ante todo aquello. Quería responder algo que fuese tanto odioso como ingenioso pero el hecho de sentirse parte de algo tan especial lo hacía sentir abrumado. Quizás todavía quedasen muchos muros y barreras que derribar -que podrían tomar años, si es que la cosa incluso duraba- pero esa noche un poco había cambiado.
-Espero que tengas el peor de los cumpleaños sin cerveza para emborracharte y que algún fantasma de Praga te secuestre -dijo con seriedad y altanería-. Y para que veas que soy algo bueno, espero que inventen el trasplante de testículos para que ya no tengas que ser un ciclán.
JJ entrecerró los ojos, indeciso de si responder al ataque o quedarse callado. Mila estaba a punto de quedarse sin aire por la risa.
-Me gusta que aprendas tan rápido. Eres bueno haciéndote tu lugar, eh.
-O puede que encaja exactamente dónde debe estar -intervino Otabek con una pequeña sonrisa.
Nadie contradijo a Otabek. Eso hacía que Yuri se sintiera aún más orgulloso de haber tenido la oportunidad de pasar su escapada de casa con ese grupo.
Como era el cumpleaños de JJ, fue el muchacho canadiense el que tuvo un decir en todas las actividades del día. Yuri pensó en regalarle un abrazo ya que por algún motivo había decidido que ninguna de esas acciones incluyera alcohol.
-No quiero olvidarme luego de lo que hice durante el día en mi cumpleaños -se justificó. Era un pequeño tonto adorable si se lo proponía-. Pero, nadie dice que en la noche no se pueda.
Ahí se perdía toda su ternura.
Por dicho motivo, pasaron el día 15 de julio visitando algunas catedrales, el Puente Carlos y también el Reloj Astronómico para poder admirarlo de día. Su anillo zodiacal se veía mucho más maravilloso a la luz del sol.
-Yuri, ¿tú que signo eres? -preguntó Mila acomodándose las gafas de sol.
-¿No me digas que crees en esas mierdas? -inquirió algo asqueado. Mila lo miraba expectante, por lo que suspiró- Soy de piscis.
-Vaya -exclamó ella-. Se supone que los de piscis y cáncer llevan maravillosas amistades, pero...
Observó a JJ. Luego de regreso a Yuri. Y, mientras tanto, los dos también se fulminaron con la mirada.
-Ya ves, ahí tienes una prueba de que el horóscopo es una mierda -volvió a mascullar.
-Ah, pero Yuri... -siguió diciendo la chica- Piscis y escorpio son una de las mejores parejas del horóscopo.
-¿Y quién es escorpio? -frunció las cejas aunque ya podía sentir el corazón latiéndole más fuerte. Mila sonreía con picardía.
-Pues Otabek, claro está.
-¿Sabías que Leo es de leo? -intervino JJ, soltando una carcajada que ya no fue capaz de contener.
-Y tú se supone que eres el signo más llorón y nenita -atacó Mila-. Aunque claro, si me pongo a rememorar tus gritos de ayer...
-¡Oye! ¡Que yo también soy cáncer! -exclamó Emil mientras se interponía en el medio de la discusión de los dos amigos.
Yuri simplemente rodó los ojos ante aquello. No podía creer que estuvieran teniendo una discusión seria acerca del horóscopo. Mila parecía una ferviente defensora.
-¡Alto ahí! Admito que una gran parte de lo que dice son puras chorradas pero hay veces que le da en el clavo. Los escorpios son misteriosos, protectores, muy sexys en actitud y también son de los signos más inteligentes. Yuri -se dirigió al rubio- ¿no te parece que le va perfecto a Otabek?
-Eh, yo... -tartamudeó con nerviosismo- ¡Qué sé yo! Deja de perder el tiempo hablando de esas mierdas y sigamos.
Pero aquello era más que nada porque Yuri no quería gritarle un sí a esa bruja en la cara y darle la razón sobre el horóscopo. Tenía que ser solo una estúpida coincidencia que Otabek fuera todas esas cosas siendo de escorpio. Caminó un poco alejado del kazajo ya que sus pensamientos habían comenzado a atormentarlo pero podía escucharlo hablar detrás de él con JJ.
-¿A dónde te gustaría ir ahora?
-¿Estamos muy lejos del Palacio Buquoy? -preguntó JJ a Emil luego de hacer una sonrisa ladina.
-¿La embajada francesa? -frunció las cejas confundido- Pues no tanto...
De todas formas, Emil les propuso tomar el transporte público para no demorar a pie. Yuri había estado pensando qué demonios podía querer ver JJ en una embajada pero pensó que era una pérdida de tiempo preguntarlo.
Se bajaron a unas tres calles de la embajada, Emil dirigiendo la marcha con excelente orientación hacia donde debían ir. El barrio tenía ese mismo toque bohemio que el resto de la ciudad pero había algo en las pintarrajeadas paredes que te obligaba a prestarle más atención.
-¡Ese es! -chilló JJ señalando uno de los muros- Emil, ¿ese es, verdad?
-¿Te refieres al Muro de John Lennon? -preguntó divertido- ¡De haberlo dicho antes, JJ!
-¿Uh?
Yuri se quedó mirando entonces a la pared llena de pinturas y dibujos en graffiti que le habían llamado la atención. Cada punto estaba cubierto de una explosión de un centenar de colores, frases, banderas, corazones, símbolos de la paz. Lo que te imaginases podrías encontrarlo allí. Era un desorden y cualquier pintor hubiese dicho que era un insulto pero para Yuri lucía como el arte mismo. Era un patrimonio mundial; no importaba de dónde fueras o cuántos años tuvieras, siempre serías capaz de reconocer al menos una de las icónicas frases allí pintadas, en honor a las famosas canciones de The Beatles: Let it be, Imagine, Hey Jude, Yesterday, Here comes the sun...
-Esperen aquí -los interrumpió JJ- ¡No se vayan!
-Me la pones difícil...
JJ ignoró aquello último y abordó a un vendedor callejero. Pudo verlo luchando un poco por hacerse entender en checo pero finalmente lo vio sacarse unas cuantas coronas del bolsillo que le entregó al hombre. Regresó trotando hacia sus amigos, agitando un pequeño frasco en las manos.
-¡Dejemos nuestra marca aquí! -dijo con emoción y jadeando por la agitación- Leo, ¿me haces los honores?
El chico tomó el frasco de pintura y hundió sus dedos en él, sacándolos completamente chorreados de negro. Se dirigió a un pequeño punto no tan lleno de garabatos para empezar a pasar hábilmente las yemas por encima de la pared. Yuri movía la cabeza tratando de husmear qué era lo que Leo tanto escribía.
-¡Listo! -avisó con una sonrisa de oreja a oreja.
Todos se agazaparon alrededor del muchacho para observar. La letra no estaba tan grande pero era prolija pese a que un fino hilo se desprendía hacia abajo por algunas de ellas. A Yuri se le encogió un poco el corazón.
"I get by with a little help from my friends"
15/07/17
-Aw, pero si eres una dulzura -Mila le picó las mejilla.
-Fue mi idea -intervino JJ con las cejas fruncidas-. Y es mi cumpleaños.
-Pero si no eres más que un bebé grandote -se puso en puntitas para tomarle el otro lado del rostro con su mano para acercarlo por un pequeño beso en la mejilla.
Otabek estuvo pensativo antes de tomar el bote de pintura de las manos de Leo y meter sus propios dedos en el oscuro líquido. Con una caligrafía un poco más desigual, logró agregar un pequeño detalle por arriba de lo graficado por su amigo:
Forever and ever
JJ le dio una palmadita con una sonrisa nostálgica. Ninguno de los dos dijo nada pero, a ojos de Yuri, parecían hablarse y decirse de todo en un mudo lenguaje que solo ellos podían compartir. Porque a veces el silencio comunicaba mucho más que las mismas palabras.
-Hay que volver en diez años -propuso Leo sonriente.
-Quizás ya ni siquiera esté en ese tiempo -suspiró Yuri, sintiéndose solo un poco mal por ser el pesimista de la situación.
-No necesito venir a Praga para recordar esas palabras -decía JJ con los ojos iluminados-. Yo los quiero a todos, colegas.
-Este viaje nos ha hecho a todos demasiado sensibles -contestó Mila tallándose uno de los ojos- ¿Qué me dices de olvidar todas esas babosadas y nos vamos por un par de cervezas?
-¡Oh, sí! -alzó el puño victorioso- ¡Prepárense para el nuevo JJ Style 22.0!
-Eres un idiota -reía Mila mientras le daba un empujón-. Te pago la ronda de tragos si consigues tomarte una botella entera en un minuto.
JJ se frotó las manos con ansiedad y una sonrisa cargada de peligro.
-Puedes darlo por hecho.
Emil decidió entonces llevarlos a su pub favorito. Los demás se pusieron en marcha, dejando a Yuri un poco atrás y a Otabek caminando más lento de lo normal.
-¿Qué me harás hoy cuando te emborraches? -preguntó sin tapujos. Yuri sintió sus mejillas enrojecer de repente por el tono burlesco que usaba- Me dices que los vikingos solían hacer orgías, pero... ¿y los checos?
-¡Espero que homicidio, si sigues diciendo todo eso en voz alta!
Se enganchó del brazo de Otabek como solía hacer. Mientras él miraba al frente y reía de las ocurrencias que Emil y JJ hacían más adelante, Yuri lo miraba de forma sospechosa. Ya se encontraba trazando un plan para conseguir que Otabek se embriagara a su lado esa noche.
La ronda de tragos había ido bien y tranquila, para su gran sorpresa. Por supuesto JJ no fue capaz de completar el reto de Mila -aunque Yuri estaba seguro que ella había detenido el cronómetro unos segundos antes- por lo que fue el miserable cumpleañero quien tuvo que pagar la ronda de bebidas. Fue una reunión divertida entre amigos que parecían ser un verdadero grupo de veinteañeros ya que ninguno había decidido comportarse como si fueran unos adolescentes descerebrados.
Como el local se había empezado a llenar de molestos turistas, Emil dijo que no pasaría nada si continuaban la contienda de alcohol en su departamento. Craso error.
Eso solo era un indicativo para que las cosas se descontrolaran de la peor manera.
-¿Por qué no jugamos al Yo nunca? -propuso Emil- Pero el que es a la inversa: si coincides con la frase que acaba de ser dicha, bebes. Así logras que los que pretenden ser más inocentes se emborrachen y suelten todos sus secretos hacia el final.
Pues ya he perdido por default, pensó Yuri. Él había trabajado mucho en crear su identidad de niño rebelde y que se llevaba al mundo por delante así que de verdad no quería que algunas cosas salieran a relucir.
¿Podía mentir? Por supuesto que sí. Pero eso no quitaba que él mismo se sentiría en el fondo como un idiota. De todas formas, pensó que eso sería mejor que sentirse un idiota y que encima lo vieran como uno. Otabek estaba algo quieto en su lugar pero lucía más bien tenso.
-¡Uy, yo empiezo! -se levantó JJ, carraspeando- Yo nunca he tenido sexo en un elevador.
-¡Oye! ¡Estás subiéndole el tono demasiado pronto! -exclamó Mila.
Emil soltó una carcajada y fue el único que no agarró uno de los vasitos que tenían tragos frutales con mucho alcohol. Yuri miraba maravillado que ese chico pudiera dar a conocer sus secretos tan livianamente mientras él tomaba nota para hacerse una mejor idea del resto del grupo.
-¡Vaya! Que aburridos todos -farfulló JJ tomando asiento de vuelta, arrojando su vaso plástico al suelo.
-Bueno, venga. Voy yo -dijo Mila-. Yo nunca he tenido sexo vainilla con alguien del sexo opuesto.
-¡No! ¡No mientas! -le gritaba JJ.
-Pues es la pura verdad -contestó ella dando un trago-. Lo que no quiere decir que no haya hecho otras cosas con hombres... o con hombres y mujeres al mismo tiempo. Se llaman tecnicismos.
JJ soltó un bufido. Se hizo entonces un muy pequeño silencio en la sala hasta que un valiente estiró la mano para atrapar uno de los tragos hechos con limón.
Varios ahogaron un jadeo cuando Leo se lo tomó todo de una.
-¡Pero...! -masculló JJ totalmente desencajado- Tú te agarraste a Kelly cuando estábamos en el último año... ¡Hasta fuiste a su casa! ¡Te regalé una tira de condones!
-Fui a su casa -confirmó Leo algo avergonzado-. Pero nos pusimos a jugar a las cartas al final.
-Oh dios mío.
Yuri tamborileaba nerviosamente los dedos debajo de la mesa. No ayudaba que Otabek tampoco se hubiese levantado a tomar uno de los tragos. Simplemente aprovechó el momento de estupefacción que les generó a los demás la confesión de Leo para no tener que revelar ese secreto suyo.
-Voy yo -dijo el chico para que dejaran de molestarlo-. Yo nunca he querido follarme a alguna profe.
-¡Puta madre! -chilló JJ alzando las manos como si lanzara algo.
Al final, casi todos bebieron esa ronda excepto JJ -Yuri aprovechó que todos lo hacían- y fue molestado con el nombre de varias mujeres que deducía habían sido sus profesoras de secundaria.
-En mi defensa, la profesora Ingrid se parecía mucho a Isabella.
-Cállate -ordenó Mila entre carcajadas. Emil se levantó.
-A ver, a ver... Yo nunca he mandado fotos picantes por WhatsApp -dijo con una sonrisa completamente pícara.
-Mentira -dijo Mila entre carraspeos.
Tanto ella como Leo y JJ no hicieron amague por levantarse a tomar un trago. La gran sorpresa de Yuri fue que Otabek sí se agarró uno, lo que provocó más risitas en los otros desgraciados que parecía que sí mandaban fotos de contenido no apto para menores.
-¿Cómo no haberlo imaginado? -intervino JJ- ¿Se imaginan una nude de Otabek haciendo su característico rostro?
JJ quiso imitarlo frunciendo demasiado las cejas y arrugando la nariz. Yuri no quería admitir que era algo divertido pero solo porque no quería herir de alguna forma a Otabek.
Por alguna razón, no se lo pensó dos veces y tomó uno de los tragos con pulpa de fresa. Los presentes soltaron un cantito sorprendido.
-¿Quién es una hadita inocente? -preguntó JJ con voz de bebé.
-Si no te parto la boca es porque es tu cumpleaños -refunfuñó.
-¿Partirme la boca? -inquirió en un tono sugestivo.
Yuri le pegó un manotazo al ponerse de pie.
-Yo nunca he hecho actos indecentes en un lugar público -exclamó mientras alzaba una de las copitas de tragos.
Lo cual era cierto, relativamente. Fueron tanto Leo como Emil y Otabek quienes lo acompañaron a beber. Mila y JJ se encogieron de hombros, tristes por no poder seguir bebiendo.
Tomó entonces la palabra Otabek. Yuri tenía un poco de miedo que era lo que saldría de su boca.
-Yo nunca he estado en un trío.
Ahora sí era JJ el que bebía, así como también Leo y Yuri. Sabía que al paso que iban, acabaría más borracho que los demás pese a que se había propuesto mentir. Mila y Emil se encogieron de hombros con una risita. Al terminar su trago, la ronda volvió a empezar siendo el turno de JJ.
-Yo nunca he tenido relaciones con alguien de mi mismo sexo.
Nadie se movió. Yuri sentía que quería grita al ver las muecas culpablemente divertidas que todos tenían en sus rostros, siendo la suya solo de culpa a causa de la mentira. JJ se veía sumamente ofendido.
-¿Nadie más? ¿Solo... yo? -preguntó con el vaso vacío en su mano. Empezó entonces a señalarlos uno a uno- ¡Todos ustedes son unos herejes pecadores!
-Anda, servidor de Dios -se burló Mila poniéndose de pie-. Yo nunca he fingido estar en una porno.
JJ y Leo se rascaron la cabeza disimuladamente para que nadie los viera ignorar los vasos de alcohol. Emil fue mucho más abierto respecto a ello:
-¡Soy checo! Praga es la cuna de las películas porno.
La ronda siguió algunas veces más. Algunas veces bajaban el nivel con frases más simples como "yo nunca he hecho trampa en un examen" -Yuri podía enorgullecerse que no estaba mintiendo cuando no bebió ante esa frase- a cosas más eróticas como "yo nunca hice roleplay en la cama" -y casi nadie bebió a excepción de Yuri y Otabek.
-Yo nunca me he rascado las bolas en público -dijo Leo ya claramente borracho. Emil se rió.
-Paso, entonces.
JJ estuvo a punto de agarrarse un trago -ni siquiera Yuri era capaz de mentir que no hizo tal cosa- cuando Mila le metió un manotazo.
-¡Pues yo tengo más de un video que prueba lo contrario! Aunque lo tuyo sería rascarse la bola, no las.
El juego siguió un poco más, todos ya bastante tocados por los efectos del alcohol. Se habían garantizado hacer preguntas de lo más variadas, cosa que ninguno de ellos se salvara de beber a lo loco. Otabek le palmeó el brazo a Yuri con una sonrisa.
-¿Te puedo confesar algo?
Yuri hipó, pero asintió varias veces. Se sentía mucho más eufórico que la noche del festival de los vikingos. Otabek se acercó hasta su oído, tan cerca que su cálido aliento le rozaba la piel de la mandíbula.
-No me esperaba todo esto de ti -le susurró.
-Muy bien, muy bien -intervino JJ al tiempo que Otabek se alejaba. Ya tenía media camisa desprendida y no podía señalarlos sin que los dedos se le desviaran-. Tengo una genial y es la última de la noche porque nadie podrá ganarme luego de que la pronuncie.
-¿Qué dirás? ¿"Yo nunca he tenido más de un huevo"?
JJ no hizo su típico gesto de molestia cuando Yuri dijo la muy conocida burla hacia su persona. Simplemente sonrió y alzó un vaso.
-Yo nunca he sentido algo más que atracción por alguien de esta habitación.
A Yuri se le cortó la respiración. Y falló en que no se notase aquello ya que JJ lo miraba como si estuviese retándolo a tomar de un vaso.
Pero no podía mentir. No de esa forma tan cruel y descarada.
Leo, Mila, Emil... todos tuvieron su pequeña dosis de alcohol. Los vio beberse todo uno por uno, tratando de no hacer contacto visual con Otabek. También falló en aquello.
El kazajo se veía completamente atormentado, su rostro deformado en mil emociones a la vez como no había visto hasta ahora. Al parecer, la bebida hacía que sus gestos soltaran muchas cosas que se guardaba en su día a día.
Alzó uno de sus brazos. Yuri se tragó un pequeño gritito que quería escaparse de su garganta.
Los segundos fueron eternos hasta que Otabek se decidió que hacer. Justo cuando Yuri estaba decidido a hacer algo para boicotear el juego -él no podría soportar la respuesta si era la que se estaba insinuando-, el otro empezó a retirar lentamente la mano.
Y finalmente la dejó caer sobre su regazo.
Mila alzó los brazos y soltó un grito de emoción. Leo aplaudió con los ojos vidriosos, aunque era más posible que se debiera a todo el alcohol que ahora tenía sangre. JJ, simplemente, esbozó su perversa sonrisa.
-¡Pero qué cumpleaños lleno de sorpresas!
Era ya de madrugada y casi todo el grupo había caído presa del sueño increíblemente fácil. Desperdigados entre bolsas de dormir, colchones inflables o incluso solo un par de almohadones como le tocó a Yuri. Quería decir que era la incomodidad lo que no le dejaba dormir pero él sabía muy bien que no era solo por eso.
No dejaba de pensar en Otabek no tomando el trago. Pero tampoco podía quitarse la imagen de él dudando si tomarlo.
¿Qué significaba aquello?
Rodó sobre sí mismo hasta quedar sobre el suelo, arrastrándose hasta el colchón inflable donde dormitaba de manera irregular. Podía decirlo por la forma en que su respiración a veces se pausaba más de la cuenta y otras daba cortas pero intensas bocanadas. Yuri le picó el pecho con uno de sus dedos varias veces.
-Beka -murmuró.
-¿Hmm? -vaciló con uno ojo cerrado y el otro apenas abierto.
-No puedo dormirme.
Sintió que el kazajo se removía ligeramente. Yuri siguió molestándolo con la punta de su dedo hasta que lo sintió suspirar.
-Ven -le dijo haciéndole un lugar.
Yuri no se lo pensó dos veces. Tal vez si hubiese estado un poco menos borracho la idea se vería más incómoda pero en esos momentos no estaba pensando con demasiada claridad. Se acomodó en un pequeño hueco bajo su brazo, su cabeza ligeramente apoyada sobre su pecho.
El silencio volvió a hacerse, el aire mucho más tenso ahora. Todo lo que Yuri podía escuchar era los suaves ronquidos de JJ a la distancia, la voz balbuceante de Leo en sueños y el rítmico corazón de Otabek. Aquello hizo que el suyo propio se acelerara.
-Beka -volvió a decir. Otabek lo miró de reojo, moviendo ligeramente la cabeza para poder enfocarlo mejor.
-¿Sí, Yura?
Yuri aprovechó aquello para darle un beso. No uno corto y robado como los del aeropuerto sino uno de verdad, lleno de ansiedad y deseo como el de la noche vikinga. Otabek lo tomó de la nuca y entrelazó con sus dedos los suaves cabellos de Yuri para profundizarlo un poco más.
Trataba de que hicieran el menor ruido posible pero se tornaba una tarea un tanto difícil dado sus entrecortadas respiraciones y el leve chasquido que sus labios producían al separarse de los de Otabek. No se quejaba de eso porque cada vez que ocurría, el kazajo se detenía unos segundos para mirarlo a los ojos, mirarlo de verdad, como si quisiera inspeccionar cada rincón de ellos.
Yuri, que tenía su mano sobre la mejilla de Otabek, comenzó a deslizarla a través de su cuello, sus clavículas, costillas y así hasta llegar al pedacito de piel en la cintura que se escapaba de la camiseta. Metió sus fríos dedos sobre aquella cálida piel, enviando un chispazo de adrenalina por todo su cuerpo, deseando que se volviera toda una explosión de sensaciones.
Otabek se lo permitió un rato pero de repente le tomó la mano y la entrelazó entre las suyas. Era un gesto tierno y dulce pero Yuri sabía muy bien que lo que en realidad había hecho era detenerlo de lo que estaba a punto de hacer.
-Hora de dormir, Yura -susurró sobre sus labios una última vez antes de recostarse sobre la almohada.
Yuri, con el orgullo herido, se tragó el nudo que estaba sintiendo en la garganta y se recostó otra vez. Tenía la mente nublada por muchísimas cosas: el alcohol, el juego del Yo nunca, los besos, Otabek contra su cuerpo y ahora aquel sutil gesto que se sentía como un duro rechazo.
Esperaba que las cosas dolieran menos en la mañana.
Capítulo medio intenso, pero vimos varias revelaciones :0 el pasado de Leo, algunas experiencias del grupo, el hecho de que Otabek no quiera pasar a otra base con Yuri... ¡pero no me odien! Son cosas que deben suceder para que se desencadene todo lo que ocurrirá en París (que por cierto, no falta demasiado)
Hoy volví antes del viaje y me dispuse a terminar este cap c: les cuento que me contrataron la semana que viene para cubrir un evento suuuper importante en mi ciudad y pues no puedo dejar de sentirme emocionada de aprovechar la experiencia laboral. Lamentablemente quizás las actualizaciones puede que sigan siendo esporádicas pero tratare de adelantar todo lo que se pueda para tener preparados los nuevos capítulos ♥️
Muchísimas gracias por todos los votos, comentarios, ¡Así como la paciencia! Se que antes podía traer más seguido pero pronto se normalizará todo. El próximo capítulo podría estar entre sábado o domingo.
¡Besitos! ♥️
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