La primera vez en Amsterdam
-¿Te puedes quedar quieto? -masculló Yuri mirando por el hueco entre los asientos.
Lo peor de un viaje en avión era que te tocase un bebé llorón o un niño molesto que te pateara el respaldo. Yuri sabía ahora que existía algo peor: Un adulto con complejo de niño.
Las piernas de JJ eran demasiado largas y estaba a cada rato acomodándose. Para su desgracia, su asiento quedaba justo atrás del de Yuri y sus involuntarios golpes iban dirigidos a nadie más que él.
-Espero que alguien haya puesto una bomba en el avión.
-Tenemos tanta mala suerte que si eso sucede acabaremos sobreviviendo solos con JJ en una isla -le contestó Mila que hojeaba un libro a su lado.
-Creo que muero de hambre -escuchó que el canadiense le decía a Otabek-. En Air Canada me traen bocatas cada vez que lo pido.
-Aquí no tienes tus privilegios de ricachón. Aguántate como el resto de mortales.
JJ refunfuñó en silencio, acomodándose una vez más sobre su asiento. Otra patada.
-¿Qué pasa cuando alguien nace en un avión? Digo, si se me da por tener un hijo y justo estoy volando por arriba de Etiopía... ¿mi hijo será etíope?
-Si sigues así tendremos el honor de averiguar qué pasa cuando alguien muere en un avión -le espetó Yuri.
-Todo depende de la matrícula del avión en que viajes -contestó Leo con emoción de entrar en su área-. Y si ese país tiene herencia de nacionalidad por sangre o por nacimiento en sus tierras...
-No entiendo ni jota de lo que dices.
Yuri acabó suspirando. Tan solo quedaban unos minutos para aterrizar ya que el avión había comenzado su descenso minutos atrás. Ya podía ver desde el aire los rectángulos coloridos que eran los campos de tulipanes así como el verde intenso de la cosechas del país. Las azafatas dieron unas cuantas instrucciones de enderezar los asientos y abrocharse los cinturones de seguridad porque comenzaría ya la bajada final a la pista del aeropuerto.
La velocidad con la que el avión pasaba por allí todavía le revolvía el estómago a Yuri. Sentías que nunca acabaría por más de que fuese solo segundos hasta que el avión estuviera perfectamente posicionado para encontrar su lugar en las terminales de las que luego saldrían otra vez, una rutina sin fin que se vivía en los aeropuertos.
-Ryanair les da la bienvenida al aeropuerto de Shiphol. Afuera hacen unos 20° centígrados con una humedad del 60% a las 12 hs. del día sábado 8 de julio. Que disfruten la estadía, y muchas gracias por volar con nosotros.
Mila soltó un chillido de emoción, pasando su brazo por el cuello de Yuri y atrayéndolo hacia ella.
-¡Ámsterdam, ahí vamos!
La ciudad era lo más natural y tranquilo que Yuri había visto nunca. No importaba que hubiese muchos turistas recorriendo sus callecitas y admirando los canales, había una paz que no conseguías en la ruidosa Moscú, la apabullante Londres o la juvenil Dublín.
Ámsterdam era calma.
El grupito decidió tomar el tranvía en dirección a la sede del Ice Castle de Ámsterdam. Le sorprendía que unos hostales tan de cuarta de verdad pudieran estar por toda Europa. Lo único que a Yuri le quedaba era suplicar que no se encontrase con la prima perdida de su padre o algo parecido.
JJ pegó el rostro a la ventana del tranvía. Soltaba suspiros de felicidad cada vez que pasaban por algún pasaje que se veía como el clásico Ámsterdam que todos conocían; las alargadas casitas llenas de ventanas y vivos colores a la orilla de algún canal.
-Isabella siempre quiso venir aquí -dijo- ¡Tengo que aprenderme todo así la impresione cuando la traiga!
-Primero recupera su amor, neandertal.
-La tengo comiendo de mis manos. Ayer me ha enviado unas fotos de ella en su nuevo apartamento en Nueva York invitándome a visitarla y pasar el rato.
-¿Oh? ¿Y cómo eran esas fotos? -inquirió Mila con un tono lascivo.
JJ solamente se encogió de hombros con altanería y siguió observando el paisaje. Yuri sintió que alguien le pellizcaba la rodilla para llamar su atención. Ese alguien era Otabek.
-¿Qué es lo que quieres ver aquí?
-¡Pues todo!
-¿Incluidos los museos? ¿La casa histórica donde Ana Frank se escondió?
-Y por supuesto la Heineken Experience -agregó JJ sin despegar la vista de la ventana.
-¿No piensas en otra cosa aparte de beber como alcohólico sin remedio?
-Tenle paciencia, el pobre no podía beber cuando era más joven porque su novia no lo permitía -dijo Mila con voz de bebé y pellizcándole una mejilla.
-Y porque su mami le iba a meter con la silla -intervino Leo leyendo un mapa. JJ se giró rápidamente.
-¡No hablemos de mamis espeluznantes! ¡Todavía recuerdo esa tarde en que la tuya te metió con la chancla porque volcaste la chocolatada sobre la mesa! Hasta yo he visto mi vida pasar frente a mis ojos ese día -le dijo a Leo.
El aludido tembló ligeramente y tuvo la mirada perdida en la nada, como si recordara el peor de sus traumas. Mila carcajeaba con ganas.
-La madre de Leo es un poco especial -le aclaró Otabek a Yuri.
-Sí, especial para chanclazos -dijo el chico mortificado.
-Yo creo que la mejor es la madre de JJ -siguió diciendo Mila.
-¡Anda, no seas modesta! ¡Si tu madre nos regaló condones a todos después de esa charla de educación sexual en la escuela!
-Eso no fue lindo, fue aterrador -le contestó la chica al canadiense- ¡Teníamos trece!
-Mujer precavida vale por diez.
-Sí, y así su hija le salió lesbiana. Gastó en condones para absolutamente nada.
-¡Bueno, quizás ella lo sospechaba y por eso nos los regaló!
Mila le dio un cariñoso golpe a JJ antes de arrojarse a despeinarle todo el cabello. Yuri tamborileaba sus dedos sobre su rodilla para no sentirse incómodo por todas esas memorias que no podía compartir con ellos. Lo único que lo consolaba era que Otabek, a pesar de formar parte de ellas, solía quedarse callado. Lo hacía sentir menos fuera de tono.
-¿Y la tuya, Yuri? ¿Cómo es tu madre?
-Aterradora -fue todo lo que dijo. Él amaba a Lilia pero no iba a negar la verdad.
-No creo que le gane a la madre de Leo.
-Te invito ir a Moscú a que pases solo cinco minutos con ella. Probablemente luego tendrás flashbacks más intensos que si hubieras ido a la guerra.
La charla se volvió entonces un poco más inclusiva, con JJ haciendo algunos chistes racistas sobre las mujeres rusas -que iban dirigidos a Mila y a su madre así como a Lilia- pero la verdad es que acabaron por ser divertidos.
Nadie dijo nada de la madre de Otabek.
Él le había comentado que luego de que acabara la secundaria sus padres se habían regresado a Kazajistán pero no hablaba mucho de ellos. Los demás tampoco. Yuri no creía que estuviesen muertos ya que de ser así esperaba que sus amigos no fuesen tan desalmados como para bromear sobre el tema en frente de Otabek.
¿Qué otra cosa podía haber pasado, entonces?
Dejó de pensar en aquello en cuanto vio el cartel del Ice Castle sobre una de las alargadas y típicas casitas de Ámsterdam. No estaban tal vez en pleno centro pero le emocionaba la idea de rentar una bicicleta con la cual recorrer aquella ciudad tan pura.
Naturalmente hablando, claro. Si se ponía a pensar en la vida nocturna de Ámsterdam, pues... estaba seguro que no sería tan pura.
En la recepción los atendió un hombre elegantemente vestido y cabello castaño. No era asiático, al menos. Ya podía dejar de pensar que el Ice Castle era manejado por toda una mafia japonesa.
-¡Buenos días y bienvenidos al Ice Castle de Ámsterdam! Mi nombre es Masumi y estoy aquí para brindarles uno de los mejores servicios de la ciudad a bajo precio.
Seguro, pensaba Yuri. Por eso diriges un maldito hostal.
Mientras Otabek hacía los trámites para conseguir los cuartos, observó a Mila y Leo trazar una ruta con el mapa de la ciudad. Tenían apenas dos días en Ámsterdam antes de volver a pegar otro salto que los dejara en una nueva ciudad europea.
-He conseguido esos cuartos de habitaciones dobles, que se conectan mediante una puerta con el otro. Dos en uno y tres en el de al lado.
El corazón de Yuri palpitó más fuerte por algún motivo.
-Así que... -empezó JJ.
-¿Cómo nos vamos a dividir?
Yuri se mordió la lengua para no echarse a gritar.
Lo más lógico sería que durmiera con Mila ya que tenía experiencia en compartir cuarto con ella -los últimos días en Dublín también compartieron cama- pero lo hacía sentir un poco mal que los otros tres hombres estuvieran juntos haciendo cosas masculinas y él quedara dejado de lado.
-Yo puedo dormir con Yuri -se ofreció JJ con una sonrisa maligna.
-Prefiero ahogarme en un canal.
-Leo y yo podemos dormir en el doble -se ofreció Mila-. Y Yuri con JJ y Otabek.
-Yo no voy a dormir con JJ.
-Pues Leo y JJ no pueden estar en la misma habitación. Uno habla y el otro ronca como morsa ¡Sería una tortura para el tercero en cuestión!
-Entonces que duerman juntos y se soporten entre ellos -masculló Yuri.
-¡Así no se vale! -se quejó Leo.
Empezó una pequeña discusión entre casi todos los presentes. Otabek, que se mantenía al margen, chifló ruidosamente para llamarles la atención.
-Hagamos piedra, papel o tijera. Quien gana, decide con quién dormirá en el cuarto doble. Los perdedores se atienen a las consecuencias.
-¡Gran idea! -rió JJ- Miren y aprendan, novatos, a cómo juega el rey del piedra, papel o tijera.
Efectivamente, pocos segundos después, JJ fue el primero en perder.
Se puso a farfullar molesto y alegando que habían conspirado contra él. Le siguieron Otabek y más tarde Mila, dejando solamente a Leo jugando contra Yuri.
Y Yuri sabía que si Leo ganaba, se llevaría a Otabek o Mila con él. De todas formas, nadie quería dormir con JJ. Mucho menos él.
Pero acabó ganándole al chico latino. Su piedra destrozó a su tijera.
-Muy bien, pequeña hadita -empezó JJ- ¿A quién escogerás como compañero?
Yuri entró en pánico.
JJ quedaba descartado por razones demasiado obvias. Eso lo dejaba con Mila, Leo u Otabek.
Otabek era definitivamente la opción que él quería escoger. Pero si todos ya los miraban demasiado extraños cuando pasaban tiempo juntos no sabía si podría soportar lo que pensarían al verlos compartir cama.
No sabía si podría soportar lo que él mismo pensaría si compartían cama.
Tres de ellos lo miraban expectantes. JJ parecía desafiarlo a que dijera el nombre de Otabek. Mila lo miraba suplicante de que la eligiese a ella para que no tuviera que quedarse con sus otros dos amigos. Leo estaba concentrado en seguir dibujando sobre su mapa, bastante convencido de que no lo elegirían a él. Y Otabek... no podía descifrar lo que pensaba.
Pero los ojos le brillaban con cierta ansiedad que desarmó a Yuri por completo.
-Escojo a... a... ¡Escojo a Leo!
Todos quedaron de piedra en sus lugares, principalmente el que acababa de ser nombrado. Alzó la mirada de su mapa completamente confundido.
-¿A mí?
-Pues sí, ¿ves a otro Leo por aquí?
-¿De verdad has escogido a Leo? -masculló JJ sin poder salir del estupor.
-¿Algún problema? -farfulló Yuri.
Si lo pensaba bien, Leo era la única opción que no le traería problemas. También era la segunda opción que menos beneficios le traería, pero Yuri esperaba hacerlo soltar la lengua durante la noche a ver si averiguaba algo sobre Otabek. Al menos con Leo nadie podría molestarlo por absolutamente nada.
Evitó todo el camino a la habitación la mirada de Otabek. No quería averiguar qué clase de mueca estaba haciendo por el rechazo de Yuri.
Las habitaciones eran de lujo más bien mediano, con cubrecamas mullidos y un baño privado. Ambos cuartos constaban de una cama matrimonial cada uno y la más grande tenía una individual. Yuri y Leo se dirigieron al dormitorio, arrojando las maletas y también la guitarra. El rubio refunfuñó al verla. Se le había olvidado por completo la naturaleza de Leo.
-¿Sabes que todavía estás a tiempo de retractarte y elegir otro compañero? -bromeó.
-Cállate. Suficiente que tendré que aguantarte hablando de Guang Hong. Procura no ponerte a ladrar mientras tocas ese cacharro.
Leo se encogió de hombros con una risita antes de echarse un rato sobre la enorme cama. Yuri pensaba que, si hubiese tenido de compañero a Otabek, se iba a estar lamentando por la enorme distancia que los separaría.
Yuri, ¿por qué piensas esas cosas tan... gay?
-Intentaré ser un buen compañero. Me has salvado de JJ, eso es algo digno de agradecer.
Yuri no dijo nada. Simplemente se dignó a remover la desordenada ropa que tenía en la maleta, como si estuviera buscando algo en particular.
-Aunque tengo mis teorías de por qué me has elegido... -siguió diciendo- ¿Podría ser por Ot-...?
Leo no pudo terminar de hablar ya que su par de zapatillas -el que acababa de quitarse- habían volado directamente hacia él, estampándose de lleno con su cuerpo. Yuri lo miraba furibundo.
-¡Me dieron ganas de pasear por Ámsterdam! Nos vamos ahora.
El primer lugar que visitaron fue la Plaza Dam. Ya era casi de noche y en ninguna atracción les permitirían pasar, lo que los dejaba con los recorridos al aire libre. En Dam -según lo que decía internet- se llevaban a cabo diversos shows y actuaciones de todo tipo. Yuri solo podía pensar en que si era otra obra de Shakespeare en la que secuestraban a Otabek para hacer del protagonista acabaría inmolándose en frente de todos.
No era bueno manejando las situaciones espontáneas. O lo era, pero solo cuando Yuri mismo decidía que quería ser espontáneo.
-¿Qué tipo de show creen que habrá hoy? -preguntó JJ con la emoción de un niño pequeño al ve toda la gente conglomerada.
-Se me ocurren varias cosas -contestó Yuri con algo de molestia.
A Mila le brillaron los ojos al ver algo entre la gente. Tomó a Leo y a JJ del brazo para comenzar a arrastrarlos.
-¡Tengo hambre! ¡Consigamos algo!
-Pero...
-¡Vamos!
Y así, Yuri y Otabek volvieron a quedar solos. Yuri empezaba a sospechar de las verdaderas intenciones que esa pelirroja tenía. Nada podía ser tan casual cómo ella decía. Siempre, siempre tenía excusas para que quedasen en compañía del otro.
Yuri temía mirar al kazajo. Especialmente porque tal vez lo miraría dolido por el asunto de los cuartos. Acabó descubriendo que, pese a todo, Otabek lo miraba con el ceño ligeramente menos fruncido. En el lenguaje corporal de Otabek, había aprendido que equivalía a alguna especie de sonrisa.
-¿Qué? -le masculló sintiéndose intimidado- ¿Hay alguna razón para que mires tanto?
-De hecho, quería ver si podía cazar una sonrisa en tu rostro. Estamos en la ciudad que querías.
-¡Pero mira quien ha venido a hablar!
Otabek sí que ahogó una risita ante eso pero esta se vio cortada porque algo le había impactado de lleno en el rostro.
Y ahora tenía toda la mitad izquierda pintada de polvo amarillo.
-¿Qué mier-...? -empezó a decir Yuri pero tampoco pudo terminar.
Sintió el impacto contra su espalda, enviándole un malestar a través de toda la columna vertebral. Unas cuantas motas de polvo rosado fue lo único que sus ojos pudieron captar.
Los estaban atacando.
¿Se sorprendió Yuri cuándo descubrió quienes eran los atacantes? Por supuesto que no.
Mila se reía a viva voz con las manos llenas del polvo colorido y una bolsa colgando de su antebrazo. Yuri iba a volver a replicar pero sintió que de atrás lo impactaba otra bolsita que explotaba contra su cuerpo.
Se giró a ver al nuevo atacante. Ahí estaban JJ y... Otabek. Con las manos manchadas de polvo verde. El exacto color que ahora pintaba el cabello de Yuri.
-Esto es guerra.
Yuri arrebató una de las bolsitas de las manos de Mila y las arrojó contra Otabek así como JJ. El canadiense aún no lo había atacado pero nunca se negaría a la oportunidad de devolverle por su molesta presencia.
Los otros que estaban en la plaza al ver que la batalla de polvos coloridos había empezado ya con un grupito acabaron por sumarse. Pronto se hizo prácticamente imposible de ver algo ya que el aire estaba contaminado de todos los colores del arco iris.
Yuri apenas sí podía mirar algo medio borroso. Se movió entre los cuerpos a ver si encontraba a alguno de los suyos pero era imposible. La marea de gente le hacía bastante difícil moverse.
Observó a JJ atacar violentamente a Leo con unas cinco bolsas a la vez a lo lejos y Yuri decidió que era peor que nada. Se intentó acercar cuando de pronto sintió algo en la parte de atrás que le erizó todos los vellos de la nuca y el cuerpo.
Estaban tocándole el trasero. Y no, no era el impacto de alguna de las bolsitas ya que Yuri podía sentir claramente unos firmes dedos que se cerraban en torno a él. Se encontraba pasmado a más no poder, incapacitado hasta de gritar improperios.
Cuando consiguió girarse, no vio a nadie que luciera lo suficientemente sospechoso. El corazón todavía le trastabillaba en el pecho cuando vio a Mila hacerse paso en medio de los violentos desconocidos -y el posible abusador de Yuri- con una blanca sonrisa que destacaba entre la infinidad de colores que manchaban su rostro. Se le borró en cuanto vio la expresión de Yuri.
-¡Pero qué cara!
-Yo... alguien me ha tocado el trasero -confesó mortificado.
-¡Oh, dios! -exclamó Mila tragándose la risa- Creo que alguien no estará demasiado feliz.
-Yo no estoy feliz.
Mila le dio la vuelta bruscamente y le miró la parte alta de los pantalones. Yuri se sentía por segunda vez violado ahora.
-Esa ha sido una buena agarrada. Tiene los deditos perfectamente marcados en rojo.
-Cállate ¿sí? Solo echa algún otro color a ver si se camufla.
Mila se encogió de hombros y arrojó el contenido de una de sus bolsas. Al menos la chica no trató de tapar la mancha pasando sus manos por ahí.
Al cabo de un rato aparecieron Leo y JJ, que no tenían un solo centímetro de piel sin cubrir de los polvos de colores. A Yuri empezó a desesperarle que faltara Otabek.
-¡Eso ha sido genial! -exclamaba JJ- Leo, colega, lamento haberme desquitado contigo.
-Creo que me has dejado moretones -dijo Leo pero en realidad estaba riéndose.
-¡Allí esta Beka!
Otabek aparecía tambaleándose, no tan manchado como sus amigos pero sí despeinado y con la ropa toda estirada. Creyó que quizás la gente se lo iba a pensar dos veces antes de atacar a un tipo de mirada tan dura como Otabek.
-Supongo que habrá que cambiarnos para salir -fue lo primero que dijo al observar a todos.
-¡De eso nada! Habrá que buscar un bar que acepte zaparrastrosos. Esta ciudad es bien liberal, Otabek.
-Rentemos bicicletas -propuso Mila.
Nadie se negó a su propuesta. Se acercaron a uno de los estacionamientos de bicicletas que estaban por toda la ciudad; tomabas una por la que pagabas con la tarjeta de crédito -Yuri tuvo que aceptar a regañadientes que JJ se la pagase- y luego podías depositarla en cualquier otro estacionamiento de la misma empresa para tomar otra de regreso cuando te dieran ganas.
Mila y Leo se montaron en sus bicicletas y le propusieron a JJ una carrera, lo cual era tonto siendo que ninguno tenía idea a dónde se dirigían. Pero, por supuesto, JJ parecía aceptar cualquier reto que le propusieran por más idiota que sonara. A Yuri le exasperaba y encantaba a la vez que se comportaran tan abiertamente como niños pequeños.
-Vamos, no podemos dejar que hagan algún desastre por ahí -dijo Otabek haciéndole una seña con la cabeza-. Prefiero las motocicletas. Nunca fui muy bueno para andar en bici, tendrás que seguirme el lento ritmo.
-Que bebé -se burló Yuri, pero secretamente estaba chillando por el tema de la motocicleta.
Otabek empezó a pedalear con cuidado, la dirección torciéndosele de vez en cuando ya que se le hacía difícil mantener el equilibrio a pesar de que pedalease lentísimo. Yuri se rió cruelmente a carcajadas, sacándole también una sonrisa mortificada al kazajo. Nunca se habría imaginado ese pequeño secreto de él. Ahora lo único que quería era aprender más, más y más. No iba a cansarse de ello.
Se detuvo un segundo en sus temblorosas manos. Eran fuertes, de dedos no tan largos como los de Yuri, eso sí. Le llamó la atención el color con el que iban pintadas. Si bien, sí, tenía varios manchones en distintos tonos, no podía evitar recordar las palabras de Mila cuando le observó la mano marcada en el trasero.
Iba de rojo. Los dedos de la mano derecha de Otabek estaban llenos de polvillo rojo.
Recorrer Ámsterdam por la noche y en bicicleta con un grupo de jóvenes alterados cubiertos de polvos de colores era una idea muy buena, a pesar de todo. Gracias a varios carteles dispuestos a lo largo de la ciudad, Yuri descubrió que lo vivido en la Plaza Dam era una versión alternativa y más casual del famoso Festival Holi de la India. La euforia que sentía al pedalear por las calles holandesas le había hecho olvidar las manos teñidas de rojo de Otabek. Que hablando de él, seguía con algunos problemas para manejar la dirección de la bicicleta. Yuri cada tanto ralentizaba la velocidad para que lo alcanzara.
-Es... definitivo. Para mañana... rento una motocicleta. O caminaré -jadeó hacia Yuri.
-¡Oh, vamos! Los viajes son para experimentar cosas nuevas.
Anduvieron a lo largo de una avenida llamada Thorbeckeplein hasta que los tres de adelante fueron frenando de a poco varias calles más adelante hasta quedar por una cuadra llena de bares nocturnos. Como ya estaba oscuro, las luces de neón iluminaban los escaparates de cada local. Cada vitrina estaba tapada por pesadas cortinas corredizas y tenían unos reflectores apuntando a ellas.
-Oigan -dijo Yuri sin quitar la vista de aquello-. Esto no me da demasiada buena espina...
-Ay, Yuri, no seas amargad-... -trató de decir JJ pero un chillido lo cortó a media oración.
El grito provenía de Leo, que había estado justo al lado de una de las vitrinas. El chico dio un salto que casi derriba a Otabek para alejarse de lo que acababa de aparecer allí. La misma Mila también soltó incluso un gritito.
Las cortinas se habían corrido y ahora se dejaba ver una pequeña tarima sobre el escaparate, unas tenues luces rojizas y purpúreas iluminando a lo que estaba en el centro, luciendo como el mejor de los productos que podrías haber adquirido.
Había un hombre.
Y estaba en tanga.
-¡Santa mierda! -exclamó JJ verdaderamente sorprendido.
El hombre tenía la cabeza rubia, oscureciéndose poco a poco en los costados. No podía ver sus ojos ya que estaba usando unos caros lentes de sol con el marco dorado igual que la copa de champagne que llevaba en una de sus manos. La tanga que usaba era de un negro tornasolado y le apretaba demasiado, mucho más de lo que Yuri podría haber pedido. Sus piernas eran largas así como su torso escultural.
Todas las cortinas de los escaparates se corrieron y los reflectores iluminaron de lleno. En cada vitrina había un hombre o mujer luciendo sexy en bikinis, más tangas y túnicas transparentes que no dejaban nada a la imaginación. Rubios, morenos, pelirrojos, asiáticos, latinos... todo lo que te imaginases siendo ofrecido como producto sexual a los perversos turistas que visitaban las calles de Ámsterdam. Yuri casi se desmayó, si no fuera porque el rubio de tanga negra le arrojó un beso que lo dejó en un shock imposible de salir.
-Creo que esto es el Barrio Rojo -exclamó JJ con la voz aguda.
-¡No me digas, tarado!
Ahora, lo que a Yuri le preocupaba, era que probablemente ninguno de ellos querría salir de allí.
Mila insistió en meterse en el pub -de strippers cabía aclarar- en el que aquel rubio intimidante estaba ofreciéndose. El lugar se llamaba Zeus, como el dios del Olimpo.
Por supuesto que adentro no se veía mucho mejor. La luz era tenue y azulada pero Yuri podía ver la barra llena de mujeres desnudas que bailaban muy cerca de algunos pervertidos. También había hombres desnudos pero en mucha menor cantidad.
Pensó que debían verse absolutamente ridículos y aniñados con el cuerpo lleno de pintura a pesar de que se había limpiado un poco el rostro y las manos. Daba igual. No es como si Yuri hubiese ido en busca de alguien que le pusiera el trasero en tanga sobre la cara.
-¿Buscaban algo en especial? -preguntó una grave y melosa voz con un acento indescifrable.
Yuri se giró a mirarlo. Ahora que estaba más de cerca y sin las luces de neón apuntando se veía mucho más apuesto. Tenía la cara espolvoreada con brillos dorados y llevaba los abdominales aceitosos. Mila suspiró mientras se abanicaba con la mano. El chico aleteaba sus largas pestañas en dirección a ella.
-Bienvenidos a Zeus, dónde podrán tener placer como los dioses. Mi nombre es Sugar Heidi, pero a los que quieren conocerme mejor los dejo que me llamen Chris -le guiñó el ojo a Yuri, que lo miró indignado.
-¡Yo no te quiero conocer mejor!
-Pero yo sí -intervino Mila empujando a JJ.
-Eres una preciosura -dijo acariciándole el cabello rojo-. Podrías llamarte Red Velvet, porque te ves igual de apetitosa.
Mila rió como boba ante aquello. Yuri rodó los ojos al pensar que Chris, el stripper llamado Sugar Heidi acababa de compararla con una porción de pastel.
-Pero y miren que más tenemos aquí... -se acercó a Leo y le pasó un dedo por la mandíbula, el cual quedó lleno de pintura-. Un caramelito bastante exótico. Tú podrías ser Candy Bomb.
-Eh, yo... -balbuceó Leo pero Chris lo pasó de largo hasta llegar a JJ. Se lo había más emocionado que un niño.
-¿Y quién seré yo? Para mí me sienta bastante bien Ice King o tal vez Dirty Boss.
-Que jodidamente desagradable -agregó Yuri en voz baja ¿Qué clase subnormal se hacía llamar así mismo Jefe Sucio?
-Hm... yo estaba pensando algo como Big Member, porque con esa altura estoy seguro que estás muy bien dotado ahí -Chris rió, provocando que Yuri viese por primera vez un intenso sonrojo en el canadiense. Su mandíbula ya debía estar hasta el suelo.
-O-Oh, cielos...
-Y ahora para la pequeña Loli... -canturreó en frente de Yuri. El rubio se le plantó.
-No me vuelvas a llamar así, puta de cuarta.
-Vaya, que dulce boquita. Como que no va con tu cara angelical.
-Yo diría que es más bien de hada -agregó JJ mientras se lleva las manos a las rojas mejillas para ver si el calor se le bajaba. Chris alzó su copa.
-Hada. Es perfecto. Tú serás Fluffy Fairy, perfecto para los amantes de las Loli.
Yuri se quiso abalanzar sobre el cuerpo escultural del rubio para darle un puñetazo pero unos fuertes brazos lo aprisionaron contra el duro pecho de quien supuso era Otabek. Intentó zafarse pero le era imposible. Chris parecía divertirse a costa de su enojo.
-Parece que hay un héroe entre nosotros -dijo- ¿Te gustaría ser Hot Hero?
-¡OYE! ¡Deja en paz a Otabek, rubio falso! -berreó Yuri, aunque sus palabras sonaban casi irónicas ya que estaba pateando a Otabek para que lo soltara.
Chris simplemente apretó la boca pero con una sonrisa ligeramente formada en su fino rostro.
-Que disfruten la estadía -fue todo lo murmuró.
Entonces regresó a su vitrina, a alzar las piernas cada vez que un turista pasaba o arrojar besos a las mujeres
-Bueno, yo ciertamente haré uso de eso del placer de los dioses... ¡Bebiendo cerveza! -chilló JJ emocionado- ¡Barman! Una ronda para mí y mi banda.
-No puedo darle cerveza a los menores -dijo el barman con tono aburrido.
-¡NO soy menor! -siguió gritando Yuri. Otabek le tomó una de las manos y se la besó; eso dejó a Yuri completamente en silencio.
-Cálmate -le pidió.
Mila soltó una risita y le volvió a pedir que les alcanzara la ronda de cervezas y también una de tequila.
-Te voy a hacer morder el polvo -le dijo a Leo.
-Yo te quiero, Mila, pero no me importa barrer el piso contigo cuando se trata de esto -contestó desafiante.
-¡Y súmale alguna ronda de tragos con ginebra, también! -siguió pidiendo JJ.
Nada bueno le esperaba a Yuri esa noche. Presentía que la salida a The Temple Bar luciría como una ida al parque de diversiones en comparación a aquella.
Las cosas ni siquiera habían terminado y ya estaban mal.
Iban por la quinta ronda de cervezas, al menos JJ -el barman seguía negándose a darle alcohol a Yuri-. Mila y Leo estaban con su competencia de tequilas que tampoco tenía muy buena pinta. Solo Otabek acompañaba a Yuri en su miseria, su jarra de cerveza prácticamente sin tocar.
-No soy un puto menor -seguía quejándose-. Te juro que iría al hotel por mi pasaporte para que ese barman de mierda se meta la cerveza en el...
-Yuri -lo cortó el kazajo-. No necesitas alcohol para divertirte.
-Le estás dando ese consejo a la persona equivocada -habló mirando a JJ tomarse de un trago media jarra.
-Y yo no sé cómo pagará por tanto -contestó Otabek también mirando a su amigo con una mueca de desagrado.
-¡Oooootra! -dijo ya con la voz arrastrada.
-¿Será posible que se emborrache tan pronto con todo lo que toma?
-Créeme que apenas a esta edad aprendió a descontrolarse.
-¡Barman! ¡Dije que otra!
-Bueno, bueno -se escuchó la cantarina voz de Chris apareciendo entre ellos-. Veo que están disfrutando como dioses.
-La cerveza está muy buena -contestó JJ exaltado-. No me molestaría llevarme un cargamento a Canadá.
-Eso es porque no probaste la cerveza suiza, querido.
-¿Oh?
Chris rió de forma sugerente. Yuri estaba bastante seguro que la cerveza suiza tenía otro significado totalmente diferente al literal.
-Big Member -lo llamó- ¿te has enterado de las ofertas del pub?
-¿Ofertas? ¡Amo las ofertas!
-Sí, sí... Verás, tenemos una política muy flexible aquí. Aquellos que deseen beber sin tener que pagar con preciado dinero, pues... deben ofrecernos otra cosa.
JJ palideció.
-¿Servicios sexuales? -preguntó con cierto horror.
-No del todo, cariño.
Tras sonreír como lo haría una serpiente rastrera, Chris pegó sus labios al oído de JJ para susurrar algo que hizo extender una enorme sonrisa en el rostro del canadiense.
-¡Oye! Eso hasta suena divertido.
Y eso era como las alarmas sonaban en la cabeza de Yuri.
Chris le guiñó el ojo a JJ mientras este le alzaba la jarra de cerveza a medio tomar. El chico se tomó su tiempo para acabarla y se sacudió las manos antes de ponerse de pie. Medio tambaleándose, medio firme, caminó hasta donde Mila y Leo ya estaban medio tirados sobre la barra.
-Eh, Leo.
-¿Uh?
JJ se arrojó sobre su amigo. O no sobre él exactamente, si no sobre el borde de su camiseta, el cual empezó a tironear hacia arriba para tratar de quitársela. Leo estaba demasiado debilitado como para luchar lo suficiente.
-¡JJ!
Leo seguía pataleando hasta que JJ logró arrancarle la camiseta toda manchada con éxito. El pecho de Leo era flacucho pero ligeramente formado con varios pedazos pintados con el polvo de la tarde aún.
JJ no tardó en arrojar la camiseta de Leo por el aire y puso las manos sobre los botones de su propia camisa, arrancando todos de una. La gente del bar empezó a corear con emoción, alentando a que se siguiera quitando más ropa. Chris les silbó desde arriba de la barra.
-¡Leo, dile adiós a esos pantalones!
Yuri no sabía si quedarse anonadado o dar la vuelta e irse. Cuando pensaba que JJ no podía hacer algo que lo sorprendiera más, ahí iba el chico y le abrochaba la boca con su ingeniosa estupidez.
Mientras muchos se deleitaban por aquel acto de striptease en el que JJ acabó por dejar a Leo en bóxers, le dio una mirada de reojo a Otabek. El kazajo parecía querer hundirse en la silla como si adivinara las intenciones de su mejor amigo.
Y por supuesto que tenía razón.
JJ se arrojó seductoramente sobre Otabek y empezó a quitarle la chaqueta toda manchada de multicolor y la camiseta básica que cubría su torso. Yuri contuvo el aliento mientras el kazajo era despojado de sus ropas, quedando al igual que Leo en paños menores. Ni siquiera había luchado contra JJ. Había aceptado su destino de quedar casi desnudo con total libertad.
-¡Pues ahora viene lo mejor!
El canadiense se desabrochó los jeans y los dejó caer como si nada al suelo. JJ incluso osó ponerse a bailar de forma provocativa, contorneando las caderas y el trasero en frente de un grupo de señoras. Cabía decir que ellas lucían más que extasiadas. Una vez que terminó su baile de dudosa sensualidad, tomó a Otabek y Leo con cada mano y los estiró hasta la vitrina de Chris para que el mundo pudiera observar a esos tres chalados. Mila se sostenía en Yuri a causa de la borrachera pero estaba dudando de que fuese en realidad al revés, que la chica era la que lo sostenía para que no se desmayase. Todo, todo era culpa de Otabek. No importaba que hubiera sido JJ el que desnudó a sus dos amigos para exhibirlos por unos tragos gratis. La culpa seguía siendo de Otabek.
Y de su torso bien formado. Yuri seguía teniendo flashbacks de las duchas de Londres. Quizás ahora no podía admirarlo tanto a causa de la pintura que le cubría los pectorales por completo pero sí que podía apreciar lo mucho que los bóxers le marcaban. Estaba empezando a dudar si sería capaz de pedirle a Mila las fotos que estaba tomando desde hacía rato.
Escuchó a Chris aplaudir fuertemente a través de la música. Se veía completamente satisfecho de haber doblegado al estúpido canadiense para tener a tres extranjeros sexys posando en su vitrina y así atraer más clientela.
-Como he dicho -empezó a decir Chris sin quitarle los ojos de encima al bóxer de JJ-. Big Member le va de maravillas.
La mañana que le siguió a esa noche se sintió como un infierno para Yuri. No ayudaba en nada que Leo actuase como si no hubiera estado solamente en bóxer frente a una treintena de personas. Puede que Yuri fuese muy puritano, después de todo. Él había creído que era demasiado libertino y sin tapujos pero parecía ser que no era así del todo.
Yuri quería agradecerle a su yo del pasado por no escoger a Otabek como compañero de cuarto. Simplemente no hubiese podido soportarlo.
-¿Estás bien? Porque luces fatal, sin ofender -le dijo Leo calzándose las botas. Lucía bastante bien y sin resaca.
-Es que me siento fatal -gruñó.
-¡Pero si no bebiste nada!
-Leo, simplemente no preguntes si no quieres que te haga tragar las cuerdas de tu guitarra.
-De acuerdo...
Lucía de verdad consternado por la amenaza de Yuri. Odiaba sentirse culpable por haber hecho sentir mal a alguien tan... amable como era Leo.
-¿Quieres que te toque una canción? -inquirió- A mí siempre me relaja.
-No, no quiero una tonta canción, ¿por qué tanta obsesión con la música?
Leo se encogió de hombros con una sonrisa nostálgica.
-Si no fuera por la música puede que ni siquiera estuviera vivo. Y lo digo en serio.
Yuri desenterró la cabeza de la almohada solo para encontrarse con los serios ojos de Leo. No podía creer que esas palabras habían salido de su boca.
-No quiero amargar este viaje con recuerdos de mi pasado -sonrió al ver la consternación del ruso- ¿Nos vamos?
-No me siento bien en serio. Quizás los alcance más tarde -mintió.
-Vale. De todas formas íbamos a ver todas las cosas históricas hoy, ¡envía un mensaje por cualquier cosa!
El chico salió del dormitorio agitando la mano, sin detenerse a mirar adelante por lo que casi se estampaba con el marco de la puerta. Yuri suspiró una vez que estuvo sólo.
Estaba siendo un idiota, era claro. No podía ser que decidiese no recorrer Ámsterdam solo porque le avergonzaba mirar a Otabek. Nada más era un hombre guapo cualquiera que se había desnudado en un pub. No era algo memorable como para que lo atormentase de esa manera.
Arrojó las sábanas con furia y empezó a hurgar entre la ropa. Decidió que al menos recorrería Ámsterdam por sí mismo, los lugares que a él le gustaban sin que lo molestaran con comentarios odiosos. Tal vez podría ir a algún jardín de tulipanes, el museo de ciencias -NEMO- o navegar a través del canal Singel, el más famoso de la ciudad; incluso podía visitar la casa de Ana Frank, aunque se arriesgaba a encontrarse con el resto del grupo. Tenía muchas opciones y el tiempo reducido.
Terminó de alistarse y caminó despreocupado por la puerta que los conectaba a la habitación triple y de ahí, a la salida. Cerró la puerta tras de sí con una patada cuando una voz lo hizo saltar del susto:
-¿Creí que te sentías mal?
Yuri giró, totalmente atrapado, para mirar a Otabek. Consideró la idea de arrojarse por la ventana para escapar de la humillación de ser descubierto siendo un mentiroso. El kazajo estaba echado sobre una desordenada cama, el teléfono móvil sujeto entre las manos y ahora descansando sobre su estómago.
-Pues me curé -le dijo totalmente serio.
-¿Ah, sí? ¿Y con qué?
-Con, eh... ¿con magia?
Otabek ahogó una risa y negó con la cabeza. Eso debía ser una buena señal para Yuri.
-No hacía falta mentir que no querías salir con nosotros. Es normal sentirse saturado cuando debes convivir con tanta gente.
-¡No era eso!
-¿Y entonces? -siguió presionando. Yuri chasqueó la lengua.
-¿Por qué no has salido tú?
-No me apetecía. Además, pensé que luego tendrías que recorrer sólo algunos lugares para ponerte al corriente y creí que sería una buena idea acompañarte.
Yuri intentó parecer casual y desinteresado, pero seguramente estaba fallando. Agitó la cabeza para quitarse el flequillo de los ojos.
-¿Te apetece salir ahora, entonces?
Otabek esbozó una sonrisa al verlo bajar la guardia. No era fácil que Yuri Plisetsky tomara el primer paso y mucho menos después de haber metido la pata tan a fondo. Hubiese sido más fácil echarle la culpa a cualquier otra cosa.
-Pero yo elijo a dónde vamos.
Otabek se negó rotundamente a tomar otra vez las bicicletas. En cambio, prácticamente arrastró a Yuri a tomar una barca a través del principal canal para llegar a dónde presuntamente quería ir. Sentirlo sentado a su lado le recordaba a la ancianita Martha de Dublín creyendo que eran novios. Ese pensamiento le revoloteó el interior.
Durante el trayecto intentó ignorar al kazajo o simplemente no mirarlo demasiado. Yuri se encargaba de tomar fotografías hasta del agua sucia que corría por el Singel. Otabek parecía entender su silencio y no presionaba.
-Así que... -dijo Otabek luego de un rato.
Yuri bajó ligeramente el celular de su vista para echarle un vistazo por el rabillo del ojo.
-¿Te gustó el show de anoche?
Dio un respingo de sorpresa. Se mordió el labio al punto que acabó por tironearse un pedazo de piel, dejándolo sangrante. Otabek todavía esperaba una respuesta.
-Fue... sorpresivo.
-Pero, ¿sorpresivo bien o mal?
-No sé, Otabek. Solo sorpresivo. No te imaginaba del tipo que se desnudan solo porque sí en frente de muchas personas.
-Fue una tontería de amigos -se excusó, luciendo ofendido.
Yuri solo rodó los ojos. Otabek suspiró y se apoyó contra el asiento del bote.
-Tenemos varias de esas -dijo más para sí mismo. Por el modo en qué lucía, Yuri podría decir que no se trataba de una tontería.
Tal vez por ahí iba todo el secretismo y misterio que compartían. Había tantas maneras por las que la verdad podría ir que ya no sabía qué era cierto y qué no sobre Otabek Altin.
Los dos se bajaron por uno de los muelles del canal Singel y caminaron bastante tiempo en silencio hasta dar con una calle llamada Kromwijkdreeft, de la cual Yuri se negaba a creer que eso fuera una palabra real. Le hubiese gustado compartir ese comentario con Otabek pero ambos seguían sin decir palabra.
De repente Yuri vio una enorme edificación en semicírculo de la cual salían dos construcciones rectangulares en forma horizontal. El lugar estaba construido encima de un inmenso cuerpo de agua y a sus alrededores podía ver todo el verde de la naturaleza.
Yuri se atrevió a hablar luego de los minutos de silencio:
-¿Esto es...?
-El planetario -respondió Otabek rápidamente-. Sé que no es algo memorable que ver durante la primera visita a Ámsterdam pero he oído que vale la pena.
El rubio asintió con un nudo en la garganta y se apresuró para caminar al lado de Otabek mientras hacían la fila. La charla entre ambos empezó a fluir de manera más amena, hablando de banalidades pero sin sentir que caían en un pozo de superficialidad.
Al cabo de pocos minutos ingresaron al planetario junto con un buen grupo de gente. Las luces estaban más bajas contrastando con el fuerte sol del exterior. Otabek estiró su mano por atrás de la espalda para que Yuri la tomase. Pensó que tal vez era para no perderse entre toda la gente pero no había tanta. La tomó sin quejarse, sintiendo sus cálidos dedos apretarse contra el dorso de su mano.
Siguieron un pequeño camino enfilado hacia el centro del planetario. Cada pared tenía carteles que enseñaban algunas cosas sobre el universo y todas las galaxias -conocidas- que había en el. A Yuri le hubiese gustado poder detenerse unos momentos para así empaparse de toda la magia y misticismo que era el espacio pero Otabek lo tironeaba con insistencia hacia adelante.
Finalmente llegaron a una habitación gigantesca de techo abovedado en la que el cielorraso estaba cubierto del manto nocturno lleno de constelaciones. Yuri miraba boquiabierto como los miles de puntitos que eran las estrellas brillaban y eran unidos a través de líneas imaginarias para crear cientos de figuras que tenían otros miles de significados diferentes.
-Esto es espectacular -murmuró Yuri, su mano apretando todavía la de Otabek.
-Lo había visto en fotografías -dijo con un poco de orgullo y a la vez melancolía-. Me recuerda al cielo de Kazajistán, completamente limpio de la contaminación lumínica.
-¿Has ido muchas veces?
-Un par, pero no siempre es placentero. Mis padres solían discutir con mis familiares de allá por haber abandonado nuestra patria. Finalmente sucumbieron a la presión, no sé si la de los demás o la de sus corazones, pero acabaron por regresar a Almaty hace un par de años.
Los dos quedaron en silencio, apoyados sobre el barandal mientras admiraban a Orión, a Piscis, a Escorpio, a la Osa Mayor, incluso algunas que no podían ser vistas allí en los cielos del norte como la Cruz del Sur.
Otabek le apretó los dedos. Yuri se giró entonces a contemplarlo a él, sus ojos brillando con la luz artificial del planetario. Aunque, más tarde caería en cuenta, que ese brillo en su mirada podrían haber sido lágrimas.
-Pero tendré que volver a Kazajistán cuando este viaje termine.
Se giró para mirar a Yuri.
-Y la verdad es que no quiero hacerlo.
Bueno el cap quedó un poco más corto de lo que esperaba pero me gusta como quedó :D espero hayan disfrutado ciertas escenas ;)
A partir de ahora que están establecidos como grupo tendremos en general un solo capítulo por ciudad (esto puede variar mientras escriba igual) así que bueno, lamento que no podamos ver todo de cada lugar ¡Espero les haya gustado Ámsterdam! La próxima ciudad es más tranquila (lo juro) y no queda nada lejos de los Países Bajos... que empiecen las teorías :D
Los nombres que Chris les pone los saqué de esas imágenes que se llaman "arma tu nombre de estrella porno" jajaja aquí explico mejor cada uno:
- Sugar Heidi: Algo así como "Heidi de azúcar" (no suenan tan bien en español) y lo elegí ya que Chris es suizo igual que Heidi.
- Red Velvet: Terciopelo rojo, es un tipo de pastel muy famoso en EEUU y Canadá que se caracteriza por tener la parte de adentro color rojo intenso y bien esponjosa.
- Candy Bomb: Bomba de caramelo. Porque Chris dice que Leo parece un caramelo por su color de piel ;)
- Hot Hero: Héroe caliente.
- Fluffy Fairy: Fluffy es como "mullido", pero yo siento que no hay un significado exacto en español ya que se usa mucho para las cosas tiernas y esponjositas. Fairy es hada.
- Big Member: Miembro grande. No hay más para decir jeje.
~ NOTICIA ~
¡SUBI NUEVA HISTORIA SEUNGCHUCHU! Es un retelling de la Bella Durmiente y se llama Sleeping Heart, por si alguna no la vio aún y quiere leerla c:
¡Eso es todo! Muchas gracias por todos los votos y comentarios :') me hace muy feliz que les guste la historia. ¡Próximo capítulo: probablemente el jueves!
Besitos <3
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