EXTRA - LeoJi

Advertencia: EXCESO de fluff.

El momento de la verdad estaba más cerca de lo que Leo hubiese deseado.

No es que él no fantaseara con Guang Hong desde que era un ingenuo adolescente pero mientras más adulto se hacía las dudas lo atacaban con mayor intensidad. Él no tenía suficientes motivos para dudar o confirmar los sentimientos de su amigo y eso era lo que carcomía su mente. Guang Hong era una pequeña bola de felicidad, ternura y amabilidad con todo el mundo, incluido Leo. Así que...

¿Qué le hacía creer entonces que él era especial? Seguro, se enviaban mensajes varias veces a la semana y tenían charlas profundas a altas horas de la noche. Incluso a veces jugueteaban un poco enviando fotos un pelín sugerentes. Pero Leo ya había hecho esas cosas con sus otros ligues y pretendientes que se buscaba para olvidar a su primer gran amor.

Se sentía como el protagonista de alguna tonta comedia romántica. Tanto Mila como JJ e incluso Otabek solían bromear acerca del primer amor y lo ilusorio que era el hecho de no olvidarse de ellos pese a los años. Veían a Leo como un pequeño adorable que no tenía mucha idea acerca del amor y que apenas estaba dando pasos de bebé en ese mundo.

Leo jamás había caminado de la mano con alguien. Nunca besó a alguien bajo la lluvia o la luz de la luna ni tampoco se acurrucó con su amado bajo una manta. Todo a lo que había podido aspirar en sus últimos años era a besos con sabor a alcohol en la discoteca y a recoger en silencio su ropa del suelo cuando abandonaba el cuarto del ligue de turno.

Sentía que se boicoteaba a sí mismo. Lo tenía bastante claro y, aunque dolía pensarlo, era la pura verdad. Nadie más que él era quien se enredaba con personas que no requerían mucho: una noche de besos o incluso de sexo. Nunca buscaba al tipo de persona para sentar cabeza.

Porque en el fondo sabía que su corazón ya había elegido alguien para eso.

Leo no mentía a sus amigos esa primera noche en Atenas cuando dijo que su corazón iba a estallarle. Estaba latiendo tan fuerte que casi no podía respirar con tranquilidad. Estaba seguro que cuando tuviera que saludar a Guang Hong no le saldrían correctamente las palabras por la falta de aire.

-Lo harás bien -le susurró Mila en el ascensor.

-Me dices eso todas las veces que estoy a punto de hacerlo y me acobardo -trató de reírse pero su voz sonaba como un graznido.

-Mi trabajo es decirte que lo harás bien aunque todo salga mal -dijo poniéndole la mano en el hombro.

Mila no siempre era la mejor dando aliento.

Se movieron entre las mesas de lujo hasta llegar a la terraza. Leo no pudo evitar verse como desesperado pero la verdad era que en cuanto pusieron un pie allí que sus ojos ya estaban buscándolo.

Y apareció más rápido de lo que esperaba. Trotando hasta él con su bonita sonrisa y sus ojos pequeños.

Leo casi se desmayó. De no ser porque JJ acababa de poner la mano sobre la parte baja de su espalda, se habría ido de bruces contra el suelo. La cercanía de Guang Hong luego de tantos meses lo abrumaba y maravillaba.

-¡Leo! -exclamó emocionado con las manos juntas cerca de su pecho.

-Guang Hong -apenas pudo musitar él, ofreciéndole la mano para estrechársela.

Era un idiota sin sentido. Pero Leo no se animaba a darle un amistoso abrazo siendo que no tenía casi ninguna intención de ese tipo con respecto a Guang Hong. Se la agitó emocionado mientras el resto del grupo los observaba como buitres. Especialmente Yuri.

JJ cortó un poco su pequeño momento para dar un fuerte abrazo que engulló por completo al chino. Leo aprovechó ese par de segundos para respirar con algo más de tranquilidad.

Luego de unos cortos saludos y presentaciones -en el caso de Yuri-, la mirada de Guang se ensombreció por completo. Observó rápidamente pero de manera muy detallada a cada uno de los presentes, un poco horrorizado y otro poco culpable.

-¿Hay alguna razón en especial para que todos estén vistiendo de blanco? -preguntó con cierto nerviosismo.

-¡El blanco es bonito! -habló JJ- Y es elegante ¿eh?

-¿Guang Hong? -preguntó Leo con creciente desesperación.

-Eh, yo... no sé cómo decirlo -se rascó la cabeza-. En China...

Guang Hong carraspeó con suavidad.

-En China el blanco es... eh, especialmente para el luto. No es un color que se use en una cena de gala...

Leo no fue capaz de ver nada más porque acababa de desconectarse su cerebro. Nunca en su vida se había sentido tan idiota, y era decir mucho considerando que uno de sus mejores amigos era JJ, el rey de las idioteces.

El pequeño silencio que precedió fue de las cosas más incómodas que Leo tuvo que soportar en su corta existencia. Eso, claro, hasta que Yuri abrió la boca:

-Bueno, estamos de luto por la dignidad de JJ.

Y la carcajada que se le escapó a Guang Hong tras aquel cínico pero divertido comentario, volvió a darle vida. El muchacho estaba rojo por la culpa que le daba tener que reírse de algo tan desafortunado pero Guang nunca había sido de aquellos que podían contener la risa.

Leo lo sabía muy bien ya que fue gracias a ello que notó su existencia la primera vez.

Ya llevaba un año en secundaria cuando un día, en medio de una aburrida clase de cálculo, escuchó una risa estridente que venía del pasillo. Como el aula tenía bastantes ventanas, Leo -y otros chismosos de la clase- asomaron la cabeza para observar al extraño espécimen que reía de esa forma en la escuela.

No se había esperado encontrarse con un niño. Era bajito y tenía tantas pecas que parecía una muñequita. Caminaba al lado de la hermana de JJ, Haley, y juntos señalaban pósters colgados de las paredes mientras reían como chiquilines.

-¿Qué hace tu hermana aquí? -le susurró a JJ que se sentaba detrás suyo.

JJ se encogió de hombros totalmente desganado. A Leo le causaba gracia recordar cuánto odiaba su amigo las matemáticas cuando eran más chicos para luego darse cuenta que las amaba, al punto de estudiar ciencias económicas.

-Algo acerca de conocer la secundaria. Ya sabes que ingresará este otoño.

-Oh.

Entonces el muchacho asiático de pecas y sonrisa estridente también entraría pronto en secundaria. Era algo interesante pero no podía evitar sentir algo de pena. Los que lucían como él solían ser los blancos de burla de los abusones. Aunque pensándolo bien, Leo también era un blanco de burlas. Y JJ. Y Mila. No tanto Otabek, porque siempre lucía como si quisiera pegarte un puñetazo solo por respirar en su presencia.

Pero ahora ya eran grandes. Adultos, casi podía decirlo. Los dos iban a la universidad y tenían vidas más o menos formadas, demasiado lejanas ya de aquella inocencia juvenil de la secundaria.

De todas formas, Guang Hong tenía cierto aire inocente que a él le encantaba. Pero también sabía que sus ojos y palabras escondían una curiosa picardía que pocos eran capaces de poder presenciar.

-¿Ah, sí? -le preguntó con sugerencia luego de que Li Yang dijera que fue su hijo el que insistió tomarse unas vacaciones por el continente viejo.

-Tuve deseos irrefrenables de recorrer Europa -se encogió de hombros fingiendo no dar importancia al asunto.

Leo recibió un golpe debajo de la mesa que seguro provenía de Yuri. El chico lo miraba fijamente con presuntas ganas de gritarle: ¡Haz algo de una puta vez!

La velada y el paseo fueron de lo más divertido. Los padres de Guang Hong eran tan adorables como su único hijo y Leo disfrutaba de deleitarlos a todos con pequeños datos culturales acerca de las calles de Atenas. Quizá ninguno de sus amigos luciera impresionado, pero le alcanzaba con ver la boca entreabierta de Guang Hong cada vez que contaba algo inimaginable de la historia.

-¿Me enseñarías todo eso también mañana? -le susurró mientras nadie les estaba prestando atención.

-¿Mañana? Nosotros iremos al Partenón -contestó Leo-. Por si te quieres sumar, claro...

-¡Oh! Pues claro que me gustaría. Mis padres ya conocen todo esto y no querrán ver todo a fondo.

-Entonces puede sumarte a la expedición de Leo. La tarifa no es muy costosa así que no tendrás que preocuparte por eso -le guiñó el ojo de forma juguetona. Guang Hong le dio un codazo amistoso.

-¿No me harás descuento por ser yo?

-¿Y qué te hace pensar que hago descuentos?

Guang Hong se quedó en silencio, pensando un poco.

-Podríamos hacer tal vez un trueque -dijo con una sonrisa que le arrugó la nariz-. Tú me enseñas algo y yo te educo a ti en otra cosa.

Leo estrechó los ojos fingiendo desconfianza.

-No estoy tan seguro de querer hacer tratos con diablillos que se disfrazan de ángeles...

Ahora sí Guang Hong le dio un empujón que lo hizo trastabillar. Esperó verlo sintiéndose culpable pero tenía una maliciosa sonrisa plastificada en el rostro.

Leo lo señaló con su dedo índice mientras trataba de contener una risotada.

-Me vengaré -fue lo único que dijo.

-Lo voy a estar esperando -alzó los hombros mientras se alejaba con largos pasos de Leo, hacia donde Mila y Yuri discutían sobre algo sin tanta importancia.

Leo estaba casi pasmado, caminando automáticamente cuando sintió la enorme presencia de Jean tras sus espaldas. Otabek también andaba por allí.

-Te tienen enganchado de la correa -le dijo llevándole las manos al cuello- ¡Woof, woof! -fingió ladrar mientras Leo se quitaba sus manos de encima.

-Ya veremos.

Esa noche, después de que todos se acostaran, Leo quedó debajo de las sábanas con la pantalla del celular iluminándole todo el rostro mientras deslizaba su dedo a través de las noticias de facebook, instagram y twitter. Al parecer varios de sus conocidos estaban preparándose para salir de fiesta -tenía más de seis horas de diferencia con todos ellos- pero la verdad era que no envidiaba a ninguno. Su plan de aquella noche les ganaba a todos ellos.

Justo entonces le entró un curioso mensaje. Leo lo abrió de inmediato al ver el remitente, sonriendo tontamente cuando terminó de leerlo. Era una suerte que todos sus amigos ya estuviesen roncando porque de otra manera se burlarían de sus ojos iluminados.

¡Ya no puedo esperar a mañana!

Un mensaje corto, pero que lo significaba todo si venía de Guang Hong.

Sus amigos tenían razón. Tanto los viejos amigos como el recientemente incorporado Yuri. Incluso la parte racional de Leo estaba en lo correcto.

¿Por qué seguía perdiendo tanto el tiempo? La chispa era innegable. No podía estar todo solamente en su cabeza.

Tecleó rápidamente una respuesta, agregándole unos cuantos emojis para darle un poco más de emoción. A Leo le gustaban. Lo dejó bastante satisfecho antes de acomodarse sobre su costado para estar descansado el día siguiente.

Dudaba un poco de que pudiera hacerlo, pero podía intentar.

Y yo ya ni te digo ;)

¡Presiento que tendremos un gran día!

Por cierto, Guang... no puedo dejar de agradecerte por la bonita noche que he tenido hoy <3

La subida a la Acrópolis el día siguiente fue agotadora pero Leo atribuía su agitación a otras cosas. Él simplemente no podía mantenerse tranquilo si veía las pecas de Guang Hong debajo de un fuerte rubor provocado por el calor.

Tuvo que soportar los comentarios de sus demás amigos pero la verdad era que no prestaba mucha atención a ellos. Mila y JJ estaban comportándose maliciosamente como siempre mientras que Yuri y Otabek parecían estar en mejores condiciones. Eso le alegraba bastante.

Tras una divertida charla acerca de mitología griega, escuchó a Guang Hong suspirar mientras lo tomaba suavemente de la muñeca.

-Como que me dieron ganas de ir al Teatro de Dioniso. Leo, ¿a ti no?

-¿Sabes que estaba pensando eso hace unos momentos? -respondió con más emoción de la que pretendía- ¡Hay tantas cosas que contar allí!

-¿Así que ya nos vam-...? -empezó a preguntar JJ pero se detuvo. Leo le agradecería a Mila luego.

-¡Los veré más tarde!

Leo les hizo una mirada bastante amenazadora para que a ninguno se le ocurriera aparecerse por el Teatro por nada del mundo.

-Nosotros nos quedamos con ganas de ver el Erecteión otra vez -dijo Mil- ¡Diviértanse!

Guang Hong se descolgó los binoculares de plástico que acababa de conseguir por un par de euros. En la cabeza de Leo ya estaban maquinándose mil escenarios horribles en el cual sus amigos le daban un uso que no le gustaba tanto a ese artefacto.

-¡Nos vemos!

Ambos se alejaron a gran velocidad del cuarteto de demonios que eran los amigos de Leo. Les esperaba una cansadora bajada hasta la ladera en la que descansaba el teatro pero no le importaba tanto si podía pasar el tiempo con Guang Hong.

Y así me preparo mentalmente, se consolaba a sí mismo.

-¿Sabes? -empezó Leo mientras daba unos saltos entre las rocas- Antes de las funciones solía hacerse un pequeño culto a Dioniso. Y luego de ésta se representaba una sátira de la obra que acababan de presenciar.

-¡Oh! Los griegos tenían buen humor por lo que veo.

-Los atenienses al menos, sí. No sabría decir lo mismo de los espartanos y los tebanos.

-Sé que los espartanos eran sanguinarios -Guang Hong arqueó las cejas-. Ese tal Yuri podría haber sido uno.

Leo soltó una carcajada llena de diversión.

-Eso es solo una máscara. Es un gatito adorable cuando se lo propone. Aunque se asegura de enseñarte las garras para que no te atrevas a rascarle las orejas.

Guang Hong lo persiguió atrás de las rocas, dando gráciles y ligeros saltitos por atrás de él.

-Leo -lo llamó.

-¿Hm?

-¿Te conoces algún mito de Dioniso?

Me conozco todos.

-Ah, creo que de ese dios no tantos -se rascó la cabeza con gesto pensativo-. No destaca tanto, ¿eh?

-¡Maravilloso, entonces! Porque yo me sé un par...

Carraspeó teatralmente, consiguiendo que Leo le hiciera una reverencia que casi lo hizo caer culo contra el rocoso suelo.

-Primero lo primero... ¿te conoces el mito de Teseo?

-¡Ah, no! Guang Hong, así no se cuentan las historias.

Guang Hong se cruzó de hombros con la boca fruncida. Leo siguió caminando.

-Y lo conozco, pues claro. En las clases de Historia Antigua siempre enseñan la historia del minotauro.

-Bueno, como sabrás entonces, Teseo consiguió no perderse en el laberinto dónde mató al minotauro gracias a la hermosa Ariadna, hija del Rey Minos. Ella quería escapar de su horrible vida y no solo encontró en Teseo un héroe sino también el amor.

-Para luego abandonarla -completó Leo con las cejas fruncidas.

Una historia bastante alentadora en aquellos momentos, pensaba Leo. Pero tenía una ligera sospecha que no podía confirmar aún.

-Sí -suspiró el otro chico-. Teseo la abandonó en la isla de Naxos porque dicen que estaba enamorado de otra mujer.

Se formó un ligero silencio porque acababan de llegar a la entrada del Teatro. De arriba se veía como un pequeño estadio no tan llamativo pero allí abajo podías sentir las vibraciones de la historia fluyendo a través de ella.

Varios turistas paseaban entre las tribunas y también el centro que funcionaba como escenario. Guang Hong y Leo se quedaron allí arriba, ambos separados por dos escalones de diferencia.

-Pero ella no se rindió al amor, como todos creen -narró Guang Hong finalmente con una pequeña sonrisa-. Ella se casó con Dioniso.

-¿Oh?

Leo sabía aquello. Pero estaba disfrutando demasiado el fingir desentendimiento solo para poder escuchar la historia de los labios de Guang.

-Él la llevó consigo al Olimpo, donde pudieron vivir juntos finalmente y tener muchos hijos.

-Ese es un final bastante bonito considerando cómo acaban todos los mitos griegos.

-Ariadna pudo tener su final feliz porque no se rindió en el primer punto y aparte de su historia.

Guang Hong suspiró y tomó asiento, su mentón apoyando en las palmas de sus manos mientras miraba por todo el alrededor del teatro. Leo, con pasos lentos, fue a su lado.

Lo vio removerse algo intranquilo cuando sintió al chico a su costado. De repente se veía triste y quería evitar su mirada a toda costa.

-Estuve saliendo con alguien de la universidad -confesó de repente.

A Leo aquello lo tomó tan desprevenido como un puñetazo en el estómago. Se quedó de piedra en su lugar tratando de procesar lo que acababa de escuchar.

Sintió que era el mayor de los idiotas.

-N-no me habías contado eso -trató de sonar divertido-. Y tampoco lo vi en las redes...

Se le hacía bastante difícil pero no quería borrar la sonrisa de su rostro. Era la única manera de no lucir como un miserable.

-Nadie lo sabía -dijo Guang con cuidado-. Él... él lo quería así. Supongo que es porque no había salido aún del clóset en aquel momento. Me entiendes, ¿verdad?

Todo el dolor contenido en sí mismo se transformó entonces en rabia.

¿Cómo era eso posible? ¿Cómo?

-O puede que tuviera vergüenza de salir con un nerd asiático de primer año, porque luego me enteré que empezó a salir con otro de sus compañeros de manera oficial.

¿Cómo podía ser que una persona tan maravillosa se estuviera menospreciando de esa manera?

-Me sentí tan tonto -siguió diciendo- ¡Yo ni siquiera quería salir con alguien! Es solo que... pensé que... tal vez si otra persona me quería podría entonces quererme yo un poco más. Algo así como Ariadna que pensaba que Teseo iba a salvarla.

-Guang Hong -lo interrumpió Leo aún en shock- ¿Cómo es que no me has dicho ninguna de estas cosas? ¡Podría haberte ayudado yo! No tenías que ir en busca de ningún patán...

-Tú estabas ocupado y estaba el tema de Otabek... yo no quería que te distrajeras de acompañar a tu mejor amigo por mí. No pretendía molestarte.

El tema Otabek. Aún le dolía recordarlo. Pero en ese momento no tenía tiempo para pensar todo eso.

-Te dije que podías contar conmigo cuando quisieras. No eres una molestia para mí. Ni siquiera cerca de eso. Y no quiero que jamás vuelvas a pensar que eres una molestia en mí vida, ¿de acuerdo?

Le tomó entonces la mano entre las suyas. Era pequeña y estaba sudada pero a Leo no le molestaban ninguno de esos motivos.

Una idea se formó de manera clara y nítida en sus pensamientos.

-Guang Hong -exclamó-. Hay algo que quiero preguntarte pero no quiero que pienses que me aprovecho de la situación.

El muchacho lo miró con una mezcla de admiración y confusión.

-Quiero decir... esto podría cambiarlo todo.

Se soltó de su mano para poder tomarlo de los hombros.

-Leo -lo miró a los ojos-. He estado demasiado tiempo ya esperando que cambie todo. Me siento como Ariadna, pero no sé si podré soportar su paciencia.

Leo soltó entonces todo el aire contenido, cerrando los ojos. Inhaló y exhaló varias veces hasta que decidió que era el momento.

Abrió los ojos y miró directo a los de Guang Hong.

-¿Podría...? Digo... a mí me gustaría... -se talló el rostro con nerviosismo-. Si me lo permites, quisiera ser yo tu Dioniso.

Guang Hong abrió los ojos como platos, el labio inferior temblándole de forma notoria mientras quitaba sus manos de los hombros de Leo y se separaba.

Se le echó entonces al cuello enterrando su rostro en el hueco entre éste y su hombro. Lo escuchó soltar una pequeña risotada mezclada con un ligero sollozo.

-Creí que estaba preparado, pero igual me has dejado temblando como flan -susurró cerca de su oído-. Mira.

Le enseñó entonces sus manos agitándose espasmódicamente. Leo las quitó de enfrente de él y se las sujetó entre las suyas, que estaban igual o peor que las de Guang.

-¿ estás nervioso? ¡Yo estoy a punto de morirme de taquicardia, estrés, ansiedad, convulsiones...!

Guang Hong soltó una risita seguida de la más grande de las sonrisas. Tomó entonces el rostro de Leo y unió sus labios sin vacilar.

Y por primera vez tuvo que dar crédito a aquello que llamaban ver fuegos artificiales. Porque nunca en su vida había tenido un beso tan maravilloso, mágico y que valió la larga espera.

Quien tomaba las riendas era Guang ya que Leo estaba en modo zombie todavía por la confesión. El chino se movía con cuidado pero con las suficientes ganas para devorar su boca como si no hubiera un mañana.

Leo casi podía escuchar los gritos de JJ y Mila en su cabeza.

Pese a lo espectacular del asunto, no podía evitar ser un poco torpe. Solían decirle a Leo que era un buen besador pero en ese momento apenas sí podía salir del pequeño cielo en que acababa de entrar.

Las manos de Guang Hong seguían bastante inquietas porque no dudaron en bajar de su rostro hasta su cuello y de allí hasta su pecho, donde buscaron el pedazo donde la tela de su camiseta se acababa para abrirse paso en su interior.

Leo soltó una risa nerviosa, alejándose de Guang y del beso.

-Espérate, apenas sí me aguanto el beso. Si me haces otra vez algo como eso tendrás que transportar mi cadáver -dijo agitando la mano frente a su rostro.

Guang Hong se puso las manos en la cadera, arrodillado en frente de Leo yaciendo encima de las tribunas. Finalmente le sonrió.

-Como te he dicho, Leo... no sé si tengo la paciencia de Ariadna.

Ahora fue Leo quién no pudo aguantarse y lo volvió a besar. Era ahora un poco más salvaje, sus dientes entrechocando por culpa de las risas que se les escapaban.

-De todas formas -murmuró encima de su boca entre beso y beso-. Estoy seguro que tenemos espectadores.

Guang Hong ahogó entonces un jadeo de sorpresa.

-¡Y yo les dejé los binoculares! -se golpeó la frente.

-No me quejo. Eso me da una pista de que eres un travieso que le gusta ser observado.

-Cállate, Señor me esperé más de cinco años para confesarme -lo regañó.

-En mi defensa...

Leo trató de excusarse con seriedad. Pero falló.

-Fueron siete años.

Guang Hong rodó los ojos y volvió a abrazarlo, acurrucándose contra su hombro. Leo esta vez espabiló antes y pasó uno de sus brazos sobre la espalda del más joven mientras este cerraba los ojos.

No estaba seguro de dónde estarían los demás pero Leo estaba bastante seguro que vieron el espectáculo. Probablemente estarían chillando hasta que se les secaran las gargantas.

Así que aprovechando que Guang Hong no estaba mirando y se mantenía concentrado en acercarse más a Leo, cerró la mano en un puño.

Y la alzó cantando victoria en su cabeza.

Por mucho que Leo pensaba que no dormiría esa noche, lo hizo como un bebé. Sentía demasiada paz en su cuerpo y era casi inevitable que sus parpados se cerraran casi de forma mecánica mientras su mente repetía una última vez aquel loco y mágico beso en las ruinas de la Acrópolis.

Era más que un sueño hecho realidad.

El día en la playa pintaba ser mágico. Y lo fue, de alguna manera. No tanto como lo vivido el día anterior pero esa nueva complicidad entre él y Guang Hong era algo que no sabía necesitaba en su vida hasta que la tuvo.

Desde sus manos pasándole protector por la espalda hasta el beso robado debajo de las olas cuando nadie les prestaba atención. Todos lo sabían, tanto Leo como Guang estaba al tanto de eso. Pero era mucho mejor cuando ningunos ojos curiosos querían quitarles el mágico momento.

La tarde pasó volando y regresaron bastante cansados de Varkiza a Atenas. Leo miraba los rostros bronceados -insolado, en el caso de Yuri- de todos los presentes así como la arena adornándoles el cabello y las emocionadas voces mientras rememoraban ese día de camino al hotel.

Y se daba cuenta en aquel momento que debían dejar primero a Guang Hong. En dónde iban a separarse, porque Leo tenía aún varios lugares que recorrer junto a sus amigos y el otro debía quedarse a pasar las vacaciones con sus padres.

Sintió un pinchazo en el pecho.

-Llegamos -anunció Otabek mientras frenaba el auto.

-Chicos -dijo Guang Hong hacia los demás-. Estos tres días han sido maravillosos. Seguramente sean lo que más recuerde de mi viaje.

-Pero, ¿qué dices? ¡Tus padres son un amor! Así si me darían ganas de viajar con los míos -rió Mila.

-Gracias a ti por acompañarnos -dijo Otabek para sorpresa de varios.

-Espero verlos a todos pronto -rió con ganas- ¡Los seguiré en instagram para estar al tanto de sus aventuras!

Tras una corta despedida de cada uno de los presentes, Guang Hong se bajó del auto. Leo observó totalmente destrozado desde la ventanilla.

Hasta que Yuri se lanzó encima suyo y abrió la puerta, sacándolo a patadas del auto. El alboroto llamó la atención de Guang Hong antes de que se metiera al hotel, que se acercó trotando hasta Leo -que aún se sobaba allí donde le dio el pie de Yuri-.

-Es un poco injusto tener que separarnos tan pronto -masculló.

-No es una separación, Leo -rió Guang-. En un par de semanas estaremos ambos de regreso en Canadá.

-¿Y allí sí aceptarás ser mi Ariadna? -preguntó con ilusión.

Leo no había podido evitar notar que Guang Hong nunca dio un a su propuesta en el Teatro de Dioniso. Más tarde le diría que no era porque no quisiera sino porque sería bastante doloroso e irónico dar inicio a una relación justo cuando tenían que separarse.

Pero luego regresarían y las cosas darían el giro que estaba esperando. Leo podía ser paciente. Lo había sido durante siete años, después de todo.

-¿A dónde irán luego?

-Hay muchas opciones -se encogió de hombros-. Supongo que ahora iremos a pelear un poco en el hotel.

-Deben decidir bien, mira que en unos días ya será tu cumpleaños.

Guang Hong tenía razón. Estaban a 27 de julio, lo que significaba que no quedaba ni siquiera una semana para agosto. Su cumpleaños.

Y casi el fin de la odisea.

-Me gustaría festejarlo en Venecia -confesó-. Aunque cualquier lugar mientras estén las personas que quiero suena bien para mí.

Guang Hong miró entonces al suelo, con un gesto bastante indescifrable. Leo buscó su mirada.

-Lo que significa... que tú estás incluido en esa lista.

Alzó la vista para clavarla entonces en sus ojos.

-¿Es una invitación para que vaya el 2 de agosto a Venecia? -preguntó con picardía.

Leo no contestó. Simplemente se dedicó a robarle un corto beso en los labios antes de dar la vuelta y regresar al auto donde JJ estaba tocándole ya la bocina, gritos y silbidos incluidos que perduraron incluso después de que Otabek arrancó una vez que Leo tomó su lugar al lado del malhumorado de Yuri.

No pudo evitar dar un último vistazo a Guang Hong, el chico que tanto le había gustado, que tanto le gustaba, devolviéndole la misma mirada que él le dedicó por todos esos años en secreto.

Cuando se perdió de vista, Leo se recostó sobre el asiento y sonrió, ignorando por completo a sus amigos que trataban de atosigarlo a preguntas. En todo lo que él podía pensar era en aquellos tres maravillosos días en Atenas que lograron dar una vuelta completa al mundo como lo conocía.

¡Pequeño extra que llegó antes de tiempo! <3 La verdad que no pude quitarme la idea de la cabeza y fluyó casi automáticamente esto jeje sé que es un exceso de fluff y diabetes pero es que no puedo evitarlo con estos dos :')

Sé también que es un extra y que no debería contener información "vital" (ya que tal vez no todos lo leerán) pero hay una pista acerca de uno de los próximos destinos y también sobre lo que pasa con Otabek :0

¡Recuerden que en el próximo capítulo se revela parte del misterio! No sé exactamente para qué día estará pero seguramente será durante el finde como vine haciendo últimamente.

Muchísimas gracias por todos los votos y comentarios <3 ¡Esta historia recibe cada vez más lectores! Creo que nunca tuve tantos votos mientras la obra estaba todavía en emisión jeje así que miles de gracias por darle una chance a esta sencillita y loca historia.

¡Besitos! <3

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