Como dioses en Atenas II

-Como que me estoy cansando de subir -jadeó JJ a mitad de camino-. Necesito de esa carpas en las que cargaban a los reyes así todos ustedes me suban.

-¡Qué debilucho! -le respondió Yuri con un golpe.

-Como que yo también me estoy cansando un poco... -intervino Guang Hong. Leo se detuvo de repente.

-¡Descansemos cinco minutos!

Los demás gruñeron en respuesta pero ninguno se opuso. La subida a la Acrópolis era casi mortal si decidías hacerla a pie, pero ya habían comprado las entradas para ese tipo de camino cuando Yuri se dio cuenta del error. A lo lejos miraba el cómodo funicular que en muy pocos minutos te llevaba a la cima de la Ciudad Alta de Atenas.

El Partenón parecía demasiado lejos todavía. Yuri suspiró sentado sobre una roca al lado de Mila, que repartía algunos bocadillos que acababa de comprar en el barrio Plaka.

-Leo, las lecciones de historia se están tardando -masculló JJ mientras estiraba los brazos.

Leo había estado charlando animadamente con Guang Hong por lo que tuvo que sacudir la cabeza algo confundido en cuanto escuchó que lo llamaban.

-¿Eh?

-¡Las lecciones aburridas sobre historia antigua! -replicó el canadiense chasqueando los dedos enfrente de su rostro.

-Entraremos por algo que se llamaba la Propileos de la Acrópolis -intervino entonces Otabek-. Son un tipo de entrada monumental con columnas hacia un recinto o edificio. Actualmente están bastante destrozadas pero algunas de las columnas de estilo dórico pueden apreciarse en lo más alto de las escalinatas.

Yuri gruñó.

-¿Escalinatas?

Otabek ignoró su queja pero esbozó una pequeña sonrisa. Parecía bastante satisfecho de poder tener recibir los comentarios triviales de Yuri otra vez.

-Allí veremos varios templos como el Erecteión, que posee una doble capilla de culto; por un lado estaba la del rey Erecteo y el dios Poseidón. Por otro lado teníamos la de Hefesto y Butes, que según la mitología fue uno de los argonautas de Jasón.

-Gracias, Otabek -dijo JJ mientras le dedicaba una mirada furibunda a Leo. El chico se encogió de hombros con una sonrisa enamorada, lo cual hizo carcajear a Guang Hong.

-También está el Asclepeión, el templo dedicado a Asclepio: dios de la medicina.

-¡Oh! Pues supongo que debería dejarle una ofrenda -bromeó Guang Hong.

-¡Que excelente idea! JJ puede dejar ofrendas en el Templo de Atenea para obtener un poco más de conocimientos -habló Mila tras dar un gran sorbo de agua.

-Hay dos templos de Atenea. Uno es el de Atenea Parthenos, el cual se rendía culto en el Partenón -empezó a recitar Leo, con un tono de voz que buscaba impresionar al muchacho chino a su lado-. El otro era algo menor y le rendía culto a Atenea Niké.

-¿Cuál es la diferencia? -inquirió Yuri. El grupo estaba empezando a retomar el camino a la colina otra vez.

-Demasiado largo de explicar -se apresuró Leo- ¡Ah! Y si bajamos por el otro lado podremos visitar el Teatro de Dioniso.

Yuri tuvo un pequeño recuerdo de aquella tarde en Londres junto a Otabek, cuando un tipo desesperado se lo llevó a rastras para interpretar al protagonista de una obra de Shakespeare. Quizás en el momento se había vuelto loco pero Yuri tenía que admitir que era un recuerdo divertido. Otabek tal vez estaba pensando en lo mismo ya que lo encontró sonriendo para sí mismo.

Varios minutos más tarde, Yuri pudo ver lo que parecía ser la Propileos, es decir, la entrada a la Acrópolis. Era imponente, era única, no importaba que tuviera varios andamios por encima de las columnas que sirvieran como soporte. Pese a que le quitaba algo de gracia, era totalmente comprensible. Llevaban más de dos mil años aún manteniéndose en pie. Era uno de los pocos resquicios de la magnífica civilización griega que alguna vez dominó aquella región del continente euroasiático.

-Esta no es la Acrópolis original -escuchó que Leo le comentaba a Guang Hong-. Fue destruida por los persas y luego reconstruida por Pericles cerca del año 400.

-Y casi que ni se llamaba Atenas -intervino Otabek.

Todos giraron a verlo. No era normal que el kazajo participara tanto de las conversaciones; no por timidez u otra cosa en especial sino porque prefería mantener sus pensamientos para sí mismo. Pero ahora, paseando por Grecia, se lo veía bastante animado de poder ventilar sus conocimientos como futuro arqueólogo, pensaba Yuri.

-Poseidón y Atenea le hicieron regalos a la gente de la ciudad -asintió Leo-. Poseidón les regaló una fuente de agua salada mientras que Atenea les regaló el primer olivo.

-Creo que entiendo totalmente a los atenienses -rió JJ-. Las aceitunas son buenísimas.

-Otro mito dice que se sometieron a votación. Todos los hombres fueron por Poseidón mientras que todas las mujeres por Atenea, ganando ella por un solo voto. De todas formas, en ambas versiones Atenas acaba siendo inundada por Poseidón.

-Y ese mito es el motivo por el que se dice que vetaron a las mujeres de votar en cualquier ámbito político.

Mila se cruzó de brazos luciendo repentinamente molesta.

-Podríamos decir entonces que el patriarcado nació en la Antigua Grecia.

Ninguno de los hombres le respondió, lo que hizo que Mila se viera incluso más enojada. Acabó pateando una piedra que golpeó justo en el hueco de la rodilla de JJ.

-¡Pero no me culpes a mí de lo que hicieron los griegos hace miles de años!

-De hecho, sí que eran machistas -intervino Guang Hong de brazos cruzados-. Hace falta leer solo un par de mitos para ver que a Zeus no le importaba tomar a cualquier mujer que le gustase sin importar si daba consentimiento, o no.

-Estaba a punto de decir que Zeus era guay pero no quiero que Mila me lance otra roca -musitó JJ mirando de reojo a su amiga.

-Mila es definitivamente Atenea. Tiene la misma vena feminista y el carácter guerrero -sonrió Leo-. Además, ella también renunció a los hombres.

-¿Quién será Otabek? -preguntó entonces JJ.

-Ah, vaya. Está difícil -Leo se llevó un dedo a los labios- ¿Podría ser tal vez Hades? Ya sabes, era un tipo algo siniestro y misterioso.

-Yo diría más bien incomprendido -se encogió de hombros Yuri.

No admitiría públicamente que Hades era uno de los mejores dioses, a su parecer. Era mucho mejor que Zeus, el de voraz apetito sexual y que Poseidón, el que inundaba ciudades cuando se ponía de mal humor.

-Guang Hong es Asclepio, por la medicina -dijo Mila-. Y Leo es Apolo.

-¿Porque es el dios de la música? -preguntó con diversión.

-Aparte. Porque eres tan brillante como un sol -le pellizcó las mejillas.

-Eso nos deja... -empezó a canturrear el canadiense mirando a Yuri.

-No se te ocurra ponerme un dios -le masculló.

-¡Qué carácter! Diría que por fuera luces como la adorable Perséfone pero eres más sanguinario que Ares.

Yuri soltó un sonido que parecía ser una mezcla de un bufido y un chasquido de lengua. La charla acerca de los dioses acabó y siguieron caminando a través de las ruinas de la Acrópolis. Cada tanto, Leo y Otabek soltaban sus comentarios de sabelotodos. Yuri simplemente se dedicaba a tomar fotos divertidas con Mila.

-Como que me dieron ganas de ir al Teatro de Dioniso -suspiró Guang Hong de repente-. Leo, ¿a ti no?

-¿Sabes que estaba pensando eso hace unos momentos? -respondió emocionado- ¡Hay tantas cosas que contar allí!

-¿Así que ya nos vam-...? -empezó a preguntar JJ. Afortunadamente, Mila logró hundirle las uñas en el costado. Al menos pudo captar la indirecta.

-Los veré más tarde -dijo Leo con una sonrisa pero bien tajante en su tono: ninguno de ellos estaba invitado a ver el Teatro de Dioniso.

-Nosotros nos quedamos con ganas de ver el Erecteión otra vez -dijo Mila como si nada- ¡Diviértanse!

Leo entonces tomó a Guang por el codo para que avanzaran, pero el chico se detuvo. Se descolgó los binoculares descartables que tenía y se los entregó a la chica.

-Por si quieren observar la ciudad o algo -se encogió de hombros-. Yo no creo que los necesite ahora.

Leo, que estaba a sus espaldas, se puso más rojo en ese momento que a causa de la insolación. Mila los tomó con una sonrisa soñadora y maternal.

-¡Nos vemos!

Los dos muchachos se alejaron, hablando muy animadamente sobre algo que ya ninguno podía escuchar. Se los veía tan jóvenes, llenos de vida y ganas de pasar al lado del otro sin preocuparse del cansancio o el hartazgo.

Los cuatro que quedaron atrás intercambiaron cómplices miradas. Después de todo, era algo que habían estado esperando desde hacía rato. Años, en el caso de los otros tres.

-¿Los vamos a espiar? -preguntó JJ en dirección a Mila.

Ella le dedicó una sonrisa cargada de malicia y picardía.

-Efectivamente, mi tonto grandulón -se enroscó de su brazo-. Por supuesto que los vamos a espiar.

No fue nada fácil encontrar un punto en la Acrópolis que tuviera una perfecta vista al Teatro de Dioniso. Mila estaba desesperada pensando en que para cuando encontraran el lugar, ya sería demasiado tarde. Yuri no tenía demasiadas ganas de ponerse a espiar pero no tenía muchas más opciones.

-¿Es normal sentirme como un padre orgulloso? -preguntó JJ.

-Llevamos muchos años escuchando a Leo suspirar por Guang Hong -habló Otabek-. Por supuesto que es normal.

-Temo que las cosas cambien demasiado a partir de ahora...

Nadie le contestó, probablemente porque Jean tenía mucha razón en algo: nada sería igual luego del viaje. Pero no por la posible relación entre Leo y Guang Hong.

Pasaron una vez más a través del Erecteión, admirando las magníficas Cariátides que decoraban el templo: eran unas estatuas esculpidas con forma de figura femenina que servían de columnas. Para la cantidad de años que tenían, estaban perfectamente mantenidas.

Caminaron a través de las ruinas y las piedras hasta que encontraron la pared que amurallaba la Acrópolis. Con algo de ayuda de Otabek, JJ logró treparse a lo alto del muro -lo cual era decir mucho considerando la estatura del chico-.

-¡Eh! ¡Desde aquí se ve el Teatro! ¡Pásame los binoculares!

-Ni sueñes -exclamó Mila-. Ahí subo yo.

A la chica le costó un poco más, por lo que no solo necesito que Otabek la alzara en brazos sino que JJ la recibiera desde arriba. Los dos ocuparon sus lugares, con las piernas colgando al vacío y luchando por ver quién usaría los preciados binoculares.

Otabek, desde abajo, se veía bastante tenso por la escena.

-¿Pueden dejar de discutir eso ahí arriba? -preguntó con una molestia que sorprendió a Yuri- A veces me hartan un poco sus imprudencias.

Los otros dos se miraron con confusión pero rápidamente aquello se transformó en culpa.

-Lo siento, Beka -dijo JJ- ¡Es todo culpa de Mila!

Le arrebató los binoculares entonces. Otabek suspiró, tallándose los ojos con algo de exasperación. Yuri estaba apoyado sobre la pared buscando algo que decir. Carraspeó un poco para romper la tensión ya que de todas formas podía acreditarle aquello al polvoriento ambiente que se respiraba allí en medio de las ruinas.

-JJ tiene la cabeza tan dura que no creo que le pase nada si se cae.

Otabek soltó una risa extraña.

-Tiene una capacidad para meterse en todo tipo de situaciones peligrosas -miró hacia sus dos amigos con un gesto indescifrable.

-¿Tú no quieres trepar a ver? -preguntó. Otabek suspiró a su lado.

-Al menos tengo un poco de respeto por la privacidad de Leo.

-Como que no veo nada... ¡Oh! ¡Los veo! ¡Están ahí sentados en las tribunas! -chilló JJ de golpe. Mila siguió tratando de arrancarle los binoculares a su amigo.

-¡No seas miserable! ¡Quiero ver esto!

JJ agitó la mano encima de su rostro.

-Tú vete a espiar a Yuri y Otabek.

-¡Dámelos! -le gruñó- ¡En todo caso espíalos tú! Otabek es tu mejor amigo... ¡El mío es Leo!

-¿Desde cuándo?

Entraron en una pequeña discusión que incomodó bastante a Yuri. No le gustaba nada que hablaran de él y Otabek como si fueran una pareja establecida. No por lo que ello significaba en sí sino más bien porque lo hacían sin ningún pudor sobre sus narices.

JJ seguía luchando con Mila cuando de repente tomó su brazo con demasiada fuerza para detenerla. La chica soltó un quejido.

-Se están besando -musitó.

-¡¿Qué?! -gritó Mila al unísono con Yuri.

-¡Se están besando! ¡SE ESTÁN BESANDO!

Los dos se pusieron a soltar alaridos emocionados. JJ incluso le dio los binoculares a Mila, quien luego de chillar unos segundos soltó un fingido sollozo cargado de emoción. Yuri no quería admitirlo pero también estaba sintiendo mucha curiosidad. Otabek incluso se encontraba empezando a esbozar una sonrisa nostálgica.

-Mi bebé está tan grande...

-Esa forma de besar yo no la atribuiría a los bebés -dijo JJ soltando una risotada grave-. Santo Dios, Leo no pierde el tiempo... ¡OH NO! Guang Hong... ¡¿Qué le haces a mi Leo?!

-¡Pero ponnos al tanto de lo que ocurre, pedazo de simio! -exclamó Yuri desde abajo con algo de impaciencia.

-Acaba de meter su mano por el cuello de la camiseta de Leo -narró el canadiense- ¡Y esto se está poniendo demasiado caliente para ser en un lugar público! Creo que casi puedo ver el vapor saliendo de ellos dos...

-Bueno, hora de volver al suelo -los cortó Otabek-. Sea lo que esté ocurriendo allí abajo, merecen privacidad.

Mila soltó un quejido.

-¡Pero yo no pude ver casi nada!

JJ empezó a aletear su brazo libre, haciendo que perdiera el equilibrio. De no haber sido porque Mila lo sujetó con una fuerza descomunal, se hubiera caído por el abismo. Los colores del rostro de Otabek parecían haberse drenado.

Pero Jean no lucía demasiado preocupado por aquello.

-Estaban recostados en las tribunas -jadeó con los ojos abiertos como platos- ¡Van a aprovecharse de nuestro Leo!

-Yo no creo que a él le moleste eso.

Otabek se puso más insistente como Yuri jamás lo había visto. Mila y JJ entonces bajaron de la muralla, refunfuñando algo de que ya se venía justo la mejor parte. A Yuri, por mucha curiosidad que le hubiese dado lo que ocurría allá abajo, también le perturbaba que esos dos degenerados fueran unos chismosos que no tenían decoro por la vida amorosa ajena.

No quedaban demasiadas cosas por hacer más que esperar. Los ánimos estaban bastante elevados ahora en el grupo y tanto Mila como JJ no podían dejar de parlotear acerca de viejos recuerdos que involucraban a la posiblemente nueva pareja.

-¿Recuerdas que Leo le envió un mensaje para San Valentín en secundaria pero justo ese día cayó la compañía celular? -preguntó Mila con una risa burlona.

-Yo no olvido más que un día que Leo lo invitó a salir, el perro de Guang Hong se murió atropellado por un auto...

-Joder, que macabro -intervino Yuri con algo de horror.

-Créeme que ha sido la más extraña y caótica de las relaciones -le habló Mila-. Es como si todo el universo hubiese conspirado para que lleguemos a este exacto momento, en el que ambos pueden darse su primer beso en las viejas ruinas de la Antigua Grecia.

-Si lo pones así no suena tan mal -dijo JJ-. Siendo que muchas de las cosas fueron mala suerte pura y dura.

-Lo que importa es que está feliz.

Todos giraron a mirar a Otabek. Si bien estaba con su usual estoicismo, Yuri podía ver que los ojos le brillaban con algo nuevo. No todos los días uno de tus mejores amigos consigue lo que había estado deseando por tantos años.

Jean le dio una palmada al kazajo y lo abrazó por los hombros. Otabek apoyó la mano sobre la suya.

-Haremos lo que sea para que todos acabemos felices -le sonrió- ¿De acuerdo, Beka?

El joven hombre asintió, dirigiendo indirectamente su mirada a Yuri por solo una milésima de segundo. Yuri la desvió solo para que no pudiera notar el rubor que le empezaba a cubrir los pómulos. Mila lucía al borde de las lágrimas.

Por primera vez, deseó que Jean tuviera razón en lo que prometía.

La noche en la habitación de hotel fue una verdadera pijamada de chicas. Con JJ y Mila acosando a Leo a preguntas y el mismo negándose a responder todas ellas. Otabek y Yuri insistían menos, pero de su parte al menos, sí que tenía un poco de ganas de escuchar parte de los chismes.

-¡No pienso contarles cómo se dio la situación! -exclamó sonrojado.

-Eso hacen los amigos -JJ se cruzó de brazos-. No te mereces formar parte del grupo.

-Anda, Leo. Un detallito. Lo que sea -suplicó Mila juntando las manos- ¡Al menos dinos en qué han quedado!

-No puedo decirles. Porque no hemos decidido nada -apretó los labios.

Los presentes soltaron un quejido. Incluso Otabek lucía con ganas de querer rodar los ojos. Lo cual era un poco hipócrita pero también lo era que Yuri le reclamara algo como eso a Leo.

-Lo haremos en cuanto regresemos ambos a Canadá. Pero...

Una sonrisa amenazó con escaparse de su boca.

-Quizás soy un optimista, pero es que la cosa pinta muy bien.

-¡Ese es mi leoncito! Ya te harás todo un hombre -Jean le echó los brazos al cuello-. Ahora, Leo... tienes mucha suerte que Guang Hong no pueda quedar embarazado o tendría que darte la charla.

Leo se tapó el rostro con la almohada y quiso esconderse bajo las sábanas. Mila, que se encontraba a los pies de la cama, lo arrastró del tobillo.

-Tus otros ligues no cuentan porque era idiotas a los que no viste nunca más -habló ella- ¡Guang Hong será tu primera pareja estable!

-No necesito que me den sermones -agitó los brazos-. De verdad. No tengo quince años ni él tampoco. Sabemos lo que hacemos.

-Leo tiene razón -intervino Otabek. Luego se dirigió a los demás-. La verdad es que están dando pena los dos.

-Déjame disfrutar el momento -gruñó JJ-. Me han quitado la posibilidad de molestarlo con Guang Hong por el resto de mi vida, al menos puedo aprovechar esta última noche.

-Además, todos sabemos que Leo será el novio más dulce y cuidadoso -sonrió Mila.

-Solo no nos abandones, colega.

-Nadie abandona a nadie ¿vale? -habló Leo con firmeza.

Yuri sabía muy bien que aquello iba dirigido más que nada a Otabek. JJ parecía no haber notado su pequeña metida de pata y un poco era mejor así. Al menos no tendría que escucharlo suplicando el perdón a su amigo kazajo.

Fue Leo entonces quien cambió la conversación abruptamente acerca de los planes del día siguiente. Algo en lo que todos estaban de acuerdo era en que Grecia tenía de las playas más hermosas de Europa y era un crimen abandonar el país sin conocer al menos una. El mar Egeo era una verdadera joya por conocer así que decidieron que visitarían -junto a Guang Hong, eso no tenía discusión- un pequeño balneario a unos 10 km de Atenas.

Poco a poco algunos cayeron presas del sueño. La habitación quedó a oscuras y en silencios ocasionales que eran cortados por las respiraciones de los otros así como los muy leves y usuales murmullos de Leo. Pero Yuri...

Él no podía conciliar el sueño. Hacía demasiado calor y las sábanas se sentían ásperas, pegoteándose con la piel de su cuello, hombros y piernas. O puede que fueran muchas otras cosas las que no le permitían dormir. Pero antes que quedarse dando vueltas en la cama, decidió que podía tomar un poco de aire en la entrada del hotel. Al menos, afuera corría algo de brisa nocturna.

Se calzó el primer par de sandalias que encontró en el suelo y no fue hasta que transitó la mitad de la escalera que descubrió que en realidad eran las que pertenecían a Otabek. El talle las delataba. A pesar de todo se veían bastante cool según Yuri. Otabek tenía un interesante sentido de la moda. Las plantas le aletearon un poco hasta que llegó a la recepción, respirando más relajado ahora que nadie descubrió de su pequeña escapada.

Quería caminar un poco a través de las pintorescas calles de Atenas pero Yuri no conocía ningún camino que pudiera tomar. De hecho, tampoco sabía si era una zona peligrosa y la verdad es que tenía bastante humor para iniciar una pelea. Quizás se pondría a caminar solo para probar un poco su suerte.

-¿A dónde te escapas?

Yuri rodó los ojos en cuanto escuchó su voz. Era la última que esperaba escuchar esa noche pero en esas semanas había aprendido a controlar sus actos reflejos para no dar un salto cada vez que le hablara de repente.

Se giró y enfrentó a al recién llegado, cruzado de brazos.

-No deberías seguir a la gente.

-Tú no deberías escaparte de tus amigos -le regañó con un brazo en la cadera-. Porque, ciertamente, un amigo de verdad huiría contigo.

-No eres mi...

Se calló. JJ parecía regodearse de ese silencio sin planear de Yuri pero no podía ordenarle a su lengua que dijera la palabra que faltaba. Estúpido cerebro, estúpidos sentimientos.

-Como sea, pero si nos asaltan, les diré que llevas toda la pasta -se giró sobre sí mismo para empezar a caminar.

Sintió sus fuertes pasos repiquetear tras de sí hasta que JJ lo alcanzó y caminó a su lado. Sorpresivamente se quedó bastante tranquilo, solamente soltando algunos silbidos que sonaban sospechosamente como las canciones de Ed Sheeran.

Yuri se detuvo para saltar justo en frente de JJ. El chico dio un respingo.

-¿Quién te envió? ¿Mila o Leo? ¿O fue... Otabek? -musitó aquel nombre con algo de pena- ¡Porque lo estoy intentando, que te conste! No hace falta que vengan a darme más sermo-...

-¿Eh? ¿Enviarme? -replicó con ligera confusión- Yo te seguí porque igual estaba planeando bajar a conseguir una cerveza y unos cigarros.

-¿Fumas? -parpadeó Yuri- No te he visto hacerlo en todo el viaje.

-No lo hago realmente -se rascó la nuca-. Pero no sé, como que la noche pinta para eso ¿no?

-Para mí, la noche no pintaba para hacer de niñero de un canadiense borracho.

-Una cerveza no me pondrá borracho -le dio una palmada en el hombro tan fuerte que podría haberlo dislocado-. Te invito una lata.

Yuri bufó pero sabía que no tenía mucha opción. Podía ver el cartel de un supermercado 24 horas en la calle siguiente y Jean ya estaba enfilando para ese lado. Sabía que aún estaba la opción de da la vuelta para dar su recorrido a solas pero una parte de él no quería estar solo. Era complicado, estúpido e inmaduro el ser tan terco todo el tiempo. Pero Yuri estaba demasiado acostumbrado a ello y la mayoría del tiempo le salía sin ni siquiera tener que proponérselo.

Decidió esperar en la puerta del supermercado. Minutos después, JJ salió con una pequeña bolsa de madera y una botella de algo que, si no se equivocaba, rezaba Ouzo en letras griegas.

-No nos hará mal probar las cosas típicas de cada lugar -se encogió de hombros.

Los dos volvieron a caminar entonces. JJ parecía saber exactamente a dónde dirigirse pero Yuri lo dudaba demasiado. Era solo que el chico lucía confiado todo el tiempo, incluso si estaba más perdido que un caballo arriba de un techo.

Dieron vueltas un buen rato hasta que llegaron a la zona céntrica de Atenas. Apenas sí andaba gente por las calles, gente que salía de fiesta o turistas con ganas de no quedarse en el hotel, exactamente como ellos dos. Recordó el lugar entonces del día anterior, cuando viajaron en bus desde el aeropuerto: la Plaza Síntagma, justo al frente del Parlamento de Grecia. Aunque nada tenía de plaza ya que todo era puro concreto con unos míseros pares de árboles.

JJ tomó asiento en una de la bancas, justo debajo de un farol que tenía uno de sus focos quemados. Yuri se sentó en la esquina más apartada mientras el canadiense hurgaba en la bolsa de madera. Sacó entonces dos botellas pequeñas de cerveza que llevaban la palabra Mythos en la etiqueta. Se la tendió a Yuri mientras destapaba la suya con los dientes.

-Pero qué animal -exclamó con algo de desagrado

Aún así, imitó su acción ya que no sería menos que ese bobo. Acabó arrepintiéndose porque su labio recibió un pequeño corte y sus muelas ahora dolían pero la cerveza estaba ya sin sellar.

JJ alzó la suya en su dirección. Dudoso, Yuri le acercó su botella y las hizo tintinear como en un brindis. Su acompañante empezó a beber desesperado del amargo y fresco líquido que era la cerveza.

Yuri entonces se llevó el pico de la botella a los labios. Su boca quedó allí un rato apoyada, sintiendo el dejo del gusto de la bebida queriendo atravesar sus papilas gustativas. Se volvió a girar a JJ.

-¿Debo pensar que es una coincidencia que justo hoy quisieras tomar cerveza en el parque?

-Bueno, la verdad es que no es la primera vez que me escapo -dijo como si nada-. Lo hice en Oslo, en Praga y la noche que pasamos en Kaunas. Pero es tu culpa que quisiera salir hoy. Dabas demasiadas vueltas en la cama; eso me estaba fastidiando mucho.

JJ dejó su cerveza entonces a su lado para volver a rebuscar en la bolsa. De allí sacó la cajetilla de cigarrillos, la cual desgarró al instante para poner uno entre sus labios. Luego, lo encendió y dio una larga calada. Una vez que soltó todo el humo, le ofreció a Yuri.

Tras dudarlo unos segundos, le arrebató la caja de las manos. Puso tanta intensidad en sacar un miserable cigarrillo que casi acabó tirando todos al suelo.

-Eres bien manipulable ¿lo has notado? -rió el canadiense, con las piernas cruzadas y un brazo estirado por todo el respaldo del banco.

-No tienes derecho a decirme eso -gruñó con el cigarrillo en la boca. Se le cayó antes de que lo encendiera- ¡Ves un cartel de bebidas alcohólicas y ya quieres tomar!

-No puedo negar eso.

Los dos dieron una calada al mismo tiempo. No era la primera vez ni tampoco la segunda que Yuri fumaba tabaco pero sí lo era haciéndolo en un acto tan... íntimo y amistoso. Sin necesidad de pretender algo que no era, como cuando se juntaba con los vándalos de la escuela. JJ podía ser una peste gran parte del tiempo pero Yuri que podía ser él mismo a su lado.

-Es una bonita noche de verdad. Me atrevería a decir que incluso es más soportable que en Toronto. Es un caos de borrachos en cuanto el sol cae -rió con diversión y nostalgia.

-Quiero creer que tú formas parte de ese caos.

JJ estrechó exageradamente su mirada hacia Yuri. Tuvo la necesidad de soltarle algún comentario malicioso pero era imposible cuando se comportaba de esa manera tan... payasa.

-En casa me dedico a estudiar aunque no te creas. Y no es por obligación ni nada -dio otra calada-. Simplemente quiero dejar de ir a la universidad.

-Estoy harto que todos hablen de la universidad -lo interrumpió Yuri. JJ aplaudió ruidosamente una vez.

-¡Pues imagina como de harto estaré yo! Ni que fuera mejor persona por tener un pedazo de papel bonito.

JJ apartó su cigarrillo para dar otro furioso trago de cerveza. Yuri tenía la mirada clavada en unos jóvenes que parecían salir de una discoteca.

-Ojalá la vida pudiera ser solo viajar. Viajar y poder conocer el mundo, a nuevas personas, a ti mismo... Hay tanto por aprender y ciertamente no lo harás con el culo aplastado en una silla de un aula universitaria con olor a axila de mono.

-Creí que te gustaba ir a la universidad -Yuri arqueó una ceja-. Digo, según tú eres el primero de la clase...

-Pues me gusta pero odio que todo se reduzca a eso. No quiero que me definan como JJ, el contador que salió primero en la clase -arrojó entonces lo que quedaba del cigarrillo para poder agitar las manos- ¡Quiero ser JJ, el rey del mundo! ¡El explorador!

Yuri rodó los ojos. JJ tenía un punto ahí. Quizás no fuera tan estúpido como pensaba. O puede también que fingiera serlo gran parte del tiempo. Ese era el papel que había elegido tener en la vida, así como Yuri quería ser el adolescente rebelde y contracorriente.

-Debí haber estudiado turismo. O tal vez ser periodista. No sé, algo que no me ate a alguna tonta oficina en el Post Office de Toronto. Mira a mi ex novia -se palmeó en los muslos-. Está estudiando en Nueva York y dentro de poco podrá asistir a pasarelas en Milán, Londres, París...

-¿Es esto algo que llevas guardándote hace mucho? -preguntó Yuri con seriedad.

-No realmente -pisoteó la aún humeante colilla del cigarrillo, clavando su mirada en ella-. Este viaje me ha hecho pensar en mucho. Puede que sea la parte de mí que no quiere que esto acabe.

Los dos se quedaron un poco más en silencio, bebiendo tranquilamente. Yuri pudo ver que JJ estaba a punto de terminarse su botella por lo que sacó otra cosa de la bolsita de madera: un tubo de patatas fritas con sabor a paprika.

Él miró un poco a JJ mientras devoraba la botana con una mano y revisaba su celular en otro. Se veía demasiado pacífico, tranquilo, tan diferente a su usual personalidad pero a la vez no se sentía como si fuera otra persona. Yuri pudo entender entonces la forma en que las personas construían una imagen de sí mismos frente a otros; pero eso no quitaba que esas construcciones no fueran todas partes de alguna cosa mayor. Allí es donde yacía la esencia verdadera de una persona.

Y, se sorprendió bastante de sí mismo al pensarlo, pero la esencia de Jean era la de ser un increíble y leal amigo.

JJ, con una simple excusa, había conseguido acompañar a Yuri en esos momentos donde sentía que el rumbo estaba perdido. No le había importado perder sus horas de sueño por un muchacho que acababa de conocer. Tampoco intentó obligarlo a hablar. De alguna manera sabía que lo que Yuri necesitaba era un poco de compañía, de alguien que no le reprochase absolutamente nada.

Que si no vas a la universidad, que si no dejas de ser un terco, que si no entiendes a Otabek...

-Gracias -musitó levemente al aire.

El chico a su lado entonces esbozó una de sus altaneras sonrisas sin despegar la vista de la pantalla del teléfono. Que ahora tuviera una nueva visión de JJ no quería decir que la pasase demasiado bien cada vez que le hacía la vida imposible.

-No era para ti -le contestó con su típica odiosidad.

-Seguro -canturreó Jean-. Nadie le agradece a JJ pero no me quejo: yo sé que en el fondo saben que sus vidas serían una miseria sin mí.

-Te das más crédito del que te mereces. He estado pensando que tú has acumulado el ego y alta autoestima de todas las personas en el mundo que no lo tienen.

-La belleza captura los ojos. La personalidad, el corazón -recitó como poema-. Si no te quieres a ti mismo, respetas y valoras como algo de importancia... entonces nadie más lo hará. Allí descansan las bases de la personalidad.

-Es una excusa patética.

JJ le arrojó con la tapa del tubo de patatas. Yuri se lo devolvió arrojándole una piedra que estaba junto a su zapato.

-Verás que tengo razón -alzó JJ ambas manos-. Mientras más sepas quererte como eres, más te querrán los demás.

¿Podría ser eso cierto?

Quizás fuera un bobo narcisista pero el muchacho tenía mucha gente que lo amaba. Sus mejores amigos, su ex novia que lo esperaba en Nueva York, su familia...

Podría ser Jean-Jacques Leroy también tuviera algo que enseñarle. Yuri entendió que las enseñanzas de la vida no siempre las encontrabas en el lugar que estabas buscando. A veces, ellas te encontraban a ti.

A 20 km tenían un pequeño suburbio llamado Varkiza, uno de los principales destinos veraniegos para los griegos. Según la guía de internet tenía arena fina, bellas vistas al mar y la montaña en un mismo lugar. Lucía como el sitio perfecto para ser arruinado por el grupo.

Rentaron un auto que condujo Otabek, con JJ a su lado como copiloto. Yuri tuvo que apretarse entre la puerta y Leo, que no ocupaba demasiado espacio ya que buscaba las mejores maneras de viajar pegado a Guang Hong. Las miraditas que se echaban cada tanto le daban un poco de náuseas ya.

-¡Deja de patearme el asiento! -le chilló JJ a Mila.

-Mis piernas necesitan espacio -dijo ella de forma inocente- ¿No dicen eso los hombres siempre que van en subte y se despatarran como si estuvieran en casa?

-¡Pero nosotros tenemos bo-...!

Se calló. Quizás fuesen las risitas burlonas de Yuri y su amiga. JJ sabía bastante bien cuando cerrar el pico: justo en el momento en que su integridad se vería vulnerada.

Por suerte, Otabek aceleró un poco la velocidad porque lucía como que no soportaba a sus dos amigos peleando. Y Leo no ayudaba en su usual tarea de mediador porque estaba charlando con Guang Hong y riendo como colegiala.

Varkiza no lucía como las típicas postales griegas de agua color celeste brillante pero sí era bastante cristalina. También podría ser que todas esas bellas fotografías fueran víctimas del Photoshop ya que Yuri no podía imaginarse que existieran lugares así de maravillosos.

Ya no era hora de desayunar pero todavía demasiado temprano para tomar el almuerzo. Aún así, todos morían de hambre por lo que, gracias al GPS, Otabek los condujo a un pequeño bar con vista al océano donde ofrecían ofertas de mariscos, malteadas y mucha fruta fresca. Además de, claro, una gran variedad de vinos locales.

Como las mesas eran una larga barra en dirección al mar, no les quedó de otra que sentarse uno al lado del otro, quedando de una forma bastante particular: Guang Hong, Leo, Otabek, Yuri, JJ y Mila. Cualquiera que pasase podría confundirlos con tres parejitas que viajaban juntos para disfrutar del verano y la buena vida.

-No sé con cuantos kilos regresaré a casa -dijo Guang Hong mirando embelesado hacia su humeante Gyro; aquel plato era la variante griega de los famosos kebabs.

-Yo creo que ya subí como cuatro kilos -rió Leo con la boca llena.

-Para mí te ves excelente...

-Ya van a empezar -masculló JJ cerca de Yuri y Otabek-. Ojalá me pagasen un dólar cada vez que estos dos dirán una babosada.

Yuri rodó los ojos. JJ tenía razón en que el día sería bastante largo -y ni hablar de cuando tuvieran que moverse a la próxima ciudad el día siguiente; Leo no pararía de comportarse como una reina del drama- pero también estaba el hecho de que se lo veía lo más feliz desde que lo conoció.

Otabek estaba jugueteando con sus pinchos de carne. No se lo veía decaído pero parecía... fuera de tono.

-Te robaré la comida si sigues así de distraído -amenazó Yuri. Otabek esbozó una sonrisa pícara.

-Yuri, yo te quiero, pero con la comida no se mete nadie.

Yuri trató de que las palabras yo te quiero no resonaran mucho en su cabeza. La forma empleada en aquello sonaba puramente amistosa pero aún así hizo que se le acelerara el corazón.

Una vez que terminaron de atiborrarse de comida decidieron que era hora de lanzarse a las cálidas aguas del Egeo. JJ comenzó a desnudarse a medio camino, arrojando su ropa para que la recogiese alguien más mientras trotaba en dirección al mar. Mila no tardó en seguirle.

Guang Hong suspiró pesadamente.

-Yo me tengo que poner el protector -dijo mortificado. La mirada de Leo se encendió.

-Te puedo ayudar sin ningún problema.

-El protector es para nenas y ancianos -exclamó Yuri hacia los dos enamorados-. Ahí se quedan haciendo cosas de abuelos.

Yuri también se quitó la camiseta y mandó a volar sus chanclas para corretear al hermoso océano. En Rusia no tenías nada como aquello porque si intentabas poner un solo pie en las costas del Báltico, tu temperatura corporal descendería notoriamente. Allí en Grecia el mar era cálido, podías sentir el salitre quemándote de una manera placentera la piel y arruinándote el cabello. De todas formas era espectacular.

Otabek también fue detrás de él, aunque Yuri ya le sacaba mucha ventaja. Mientras chapoteaba a zonas más profundas, una ola lo tomó completamente desprevenido y lo derribó vergonzosamente.

Cuando salió, Yuri tenía una tira de algas colgándole del cabello. Mila reía a carcajadas, pero la chica casi queda sin sostén por las olas que parecía haber ese día. Era un poco una sorpresa ya que el Egeo y, por consecuente, el Mediterráneo, eran mares del tipo más bien calmo.

-Hagamos luchas -propuso JJ caminando hacia ellos.

-Yo voy con Yuri -rió Mila-. Tú vete con Otabek.

JJ rodó los ojos pero nadó en dirección a su amigo kazajo, que por algún motivo aceptó sin rechistar subirse a los hombros del más alto. Mila trepó hasta la pequeña espalda de Yuri y se posicionó encima de sus hombros.

Cualquier persona hubiese dicho que los dos hombres musculosos le ganarían al muchachito enclenque y la chica. Era la opción más lógica y obvia.

Pero la historia tuvo un final inesperado.

Mila tenía una fuerza de mil demonios, eso Yuri lo sabía muy bien. Todavía recordaba el golpazo que recibió en el festival vikingo. Jamás hubiese esperado que la chica fuese capaz de retener a Otabek el tiempo suficiente para lanzar una patada justo al rostro de JJ, derribándolos a ambos en el agua. Yuri seguía mirando todo en shock mientras la sujetaba de las piernas.

-¿Quién sigue? -preguntó Mila al aire.

Justo en esos momentos acababan de entrar Leo y Guang Hong al agua. El más joven miraba un poco espantado hacia ella y no lucía con muchas ganas de querer enfrentarla. Por lo que Yuri sabía, podría mandar a Guang Hong de un golpe hasta Perú.

El mediodía y la siesta fue una guerra constante. Se empujaban en las profundidades u otros más osados amenazaban con quitar la ropa de baño a los más despistados -que en general, el primero solía ser JJ y el segundo el pobre de Leo-.

Incluso Yuri y Otabek estaban luchando entre ellos. Cuando el más grande se distraía demasiado, Yuri se lanzaba a su espalda para tratar de hundirlo en las aguas. Otabek tenía demasiada fuerza y acababa sumergiendo a Yuri pero no iba a rendirse.

Había tragado ya tanta agua salada que en un momento empezó a toser descontrolado. Otabek quiso palmearle un poco la espalda pero en cuanto dirigió la vista a la parte de atrás de su cuerpo abrió desorbitadamente los ojos.

-Yuri, estás que ardes -exclamó.

-Eso lo sabemos -intervino JJ a lo lejos, sin darse cuenta que Leo estaba acechándolo para cobrar su venganza.

Otabek chasqueó la lengua. Yuri estaba un poco confundido, halado y también con ganas de gritar.

-Está que arde en serio.

Le tocó ligeramente los omóplatos con un dedo. Yuri soltó un pequeño siseo al sentir su helado piel hacer contacto con la suya en llamas.

-Necesitas protector -declaró.

-¿Quién es la abuelita ahora? -quiso burlarse Guang Hong pero no sonaba como tal. Cualquier cosa que salía de su boca tenía siempre un tono dulce y adorable.

-Tengo protector en mi mochila... -siguió diciendo Otabek.

-Estoy bien -masculló Yuri. Pero la mirada que el kazajo le estaba dando era un tanto aterradora. Le recordaba al tipo de mirada que hacía cuando JJ se ponía demasiado terco.

Yuri tragó saliva.

-¡Ya voy, ya voy! Por Dios, hacen problemas por nada...

Pero Yuri sabía perfectamente que las cosas en la noche se pondrían ya muy feas para él. Quizás el protector ayudase a que la insolación no fuese tan brutal pero odiaba sentirse como un mocoso al que tenían que proteger.

Se alejó del mar y hundió las plantas de los pies en la hervida arena. Era un poco placentero y otro poco tortuoso. Podía ver los empeines completamente blancos pero a medida que miraba la piel más arriba se encontraba con zonas enrojecidas de una forma bastante violenta. No quería imaginar cómo lucían su rostro y espalda.

Otabek ya no estaba vigilando que Yuri se estuviera dirigiendo a por el protector sino que estaba aguantando la risa a algo que dijo alguno de los presentes. Yuri se apresuró a buscar entre los bultos de cosas ya que no quería seguir sintiéndose apartado de lo divertido.

Encontró la mochila negra de Otabek, dándose cuenta que estaba un tanto vacía cuando la recogió. Se limpió un poco el agua salada y la arena de los arrugados dedos para empezar a rebuscar.

Billetera, un pedazo muy suave de tela -que no sea un bóxer, suplicaba Yuri-, unos paquetitos plásticos de muy dudosa textura en sus dedos... pero no encontraba nada que fuera como una botellita.

Sus dedos entonces tocaron algo cilíndrico. Del tamaño exacto que debería llevar un pote de protector solar. Cerró las manos en torno al objeto y lo sacó de la mochila, bastante confiado de que era lo que buscaba. Pero estaba bastante equivocado.

Al principio le costó descifrar lo que era. Se veía oscuro y bastante angosto y parecía estar hecho de madera ya que podía sentir la rugosidad de dicho material.

Entonces empezó a ver la forma allí tallada. Unas patas, un pequeño hocico y unas muy diminutas orejas que se salían de la forma cilíndrica original. Yuri ahogó un jadeo cuando finalmente todo tuvo sentido.

Aquello era un tótem.

La imagen en la azotea de Londres de JJ admitiendo que la pieza que había robado era, nada más y nada menos que un tótem de la sección de Norteamérica. Su voz se repetía una y otra vez en su cabeza.

Ahora, el tótem robado estaba en la mochila de Otabek como si nada.

Yuri solamente podía formular una sola pregunta en su cabeza al son de su desbocado corazón a causa del descubrimiento.

¿Por qué?

Pequeño cliffhanger para el próximo capítulo :0 y les digo... ¡Se revelará un dato grande sobre lo que pasa con Otabek! Aunque no es la historia completa de Beka y sus motivos para irse.

Para los que lo notaron, hay un guiño a un fic que me fascina ♥️ no la etiqueto a la autora porque está algo atrasada con los caps de este fic pero cuando alcance podrá verlo (Hi Rave!)

Espero les haya gustado el capítulo c: quiero hacer todos estos que quedan antes de París en un tono más... ¿fraternal? Sentí que faltaba que Yuri tuviese su pequeño momento con JJ así que ojalá les guste. Ya solo quedan 3 ciudades antes de llegar al momento más importante de la historia.

¡Y hubo beso LeoJi! Pero si se preguntan por qué no hubo declaración y todo eso... ¡Es porque lo veremos en el extra! :D No decido aún si la próxima actualización será capítulo o el extra de estos dos pero ahí veremos cómo se ha dado la cosa. Pensé que tendría mucha más emoción si lo leemos desde el punto de vista de Leo que de Yuri <3 Además, el extra no es lo último que veremos de Guang Hong ;) pero no quiero spoilear

Me retrasé un poquito con las actualizaciones de todos los fics pero me pondré al día. Espero actualizar Stolen Kingdom entre mañana a la noche y el lunes y poquito después Sleeping Heart.

¡Nos veremos pronto en la próxima actualización! No pasará de media semana hasta que lo suba c:

Besitos <3

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