Como dioses en Atenas I

El calor se hizo un tanto insoportable apenas descendieron en el aeropuerto Eleftherios Venizelos de la capital griega. Yuri ya se sentía como en casa cada vez que surcaba los cielos en los gigantes de acero que eran los aviones y sentía una pequeña nostalgia cuando había que pisar tierra firme. De allí a la ciudad tenían unos 20 km, pero todo el mundo estaba tan cansado que se acomodaron en los asientos del autobús y se dejaron dormitar mientras alguno de ellos vigilaba que la parada no se pasase.

JJ tuvo prohibido vigilar.

-No entiendo por qué no confiarían en mí -masculló pero al instante se quedó dormido, sin más objeciones acerca del asunto.

Mila le siguió muy pronto e incluso Otabek se veía con ganas de cerrar los ojos un par de minutos. Tan solo quedaba Yuri, que no podía conciliar el sueño ya que ver a Leo moverse ansiosamente en su lugar le estaba generando bastante inquietud.

-¡Ya para! -le gritó- ¿Acaso quieres quedar hecho un desastre cuando lo veas?

-No me entiendes -dijo, girándose en su asiento para quedar al frente de Yuri que se encontraba atrás- ¡Guang Hong me gusta desde que soy adolescente! ¡Es el amor imposible de toda mi vida!

-¿Y qué te ha inspirado a ser tan cobarde y no decírselo?

-Muchas cosas -suspiró desganado-. Nadie espera que un par de adolescentes lleven una bonita relación gay. No podría haber soportado a los adultos diciéndome que es solo una fase o que es todo una confusión. Pero nunca escuchas decirles eso a los heterosexuales.

-Ahí debo darte razón -Yuri dijo mientras desviaba su mirada al paisaje de toques antiguos que Atenas tenía.

-Y luego está que es un poco más joven...

-¿Más joven que yo?

-De hecho es más grande que tú. A ti te llevo casi cuatro años y a él uno y medio.

Yuri alzó las manos con indignación.

-¡No veo el bendito problema entonces!

Leo se puso a juguetear con el mapa que tenía entre sus manos. Carraspeó con algo de incomodidad.

-Temo que solo sea un amigo para él.

Yuri se quedó callado, mordiéndose el labio inferior sin saber las palabras correctas que utilizar. Odiaba sentirse tan identificado con el chico, ser capaz de sentir el dolor y la incertidumbre de no saber qué significabas para otra persona.

-No sé si estoy habilitado en darte consejos sobre eso -atinó a decir.

Leo soltó una carcajada triste. Se calló al instante al ver que Otabek se removía ligeramente en su lugar debido al sonido. Miró entonces de reojo a Yuri.

-¿Puedo yo darte un consejo entonces? -le susurró al ruso.

Yuri rodó los ojos porque podía imaginarse perfectamente por dónde iría la mano. Y, aunque sabía que no iba a gustarle lo que escucharía, se daba cuenta que a veces no quedaba de otra. Sin contar que podría incluso ser para lo mejor.

Asintió hacia Leo, bajando sus defensas solo por aquella ocasión. El otro echó un par de vistazos a Otabek, asegurándose que seguía bien dormido entre Mila y JJ.

-No cometas mis errores. El mayor consejo que puedo darte es... no esperes demasiado por una señal que tal vez no llegue.

Palmeó entonces con fraternidad la espalda de Yuri. Su característica sonrisa llena de calidez y juventud le regresó al rostro, pero Yuri no entendía que sonriera luego de un consejo tan nefasto.

-Porque a veces el otro está en tu misma situación y jamás enviará señales. La única manera de saber la verdad es ir derechito a enfrentar los sentimientos.

Si bien Atenas tenía su sede del Ice Castle -lo que a Yuri se le hacía una maldita ironía considerando el clima-, el grupo decidió que quería un alojamiento con piscinas en la terraza, muy características del país helénico. Además podías tomar un delicioso y fresco desayuno con vistas a toda la ciudad; incluso si achinabas un poco los ojos, podrías ver a lo lejos la colina donde yacía el Partenón.

-Guang Hong quiere invitarnos a su hotel a cenar con sus padres -Leo se mordió la uña del dedo anular, al punto que Yuri podía ver la tenía casi destrozada.

-Qué dulzura -exclamó Mila con voz aguda- ¿Y va a invitarnos a todos solo porque somos tus amigos?

-No es como si los padres de Guang Hong fuesen a quedar pobres -bufó JJ acomodándose las gafas de sol-. Además, yo les encanto a todas las madres. Quizás luego quiera que yo sea el novio de su hijo.

Le dio un codazo amistoso a Leo pero el chico estaba tan abstraído en sus pensamientos que salió volando un par de centímetros a causa de la fuerza de JJ.

Yuri en su lugar se removía un poco incómodo. Él no sabía cómo encantar a los padres o madres, mucho menos de un chico al que ni siquiera conocía. Aunque, si lo pensaba bien, él único que tenía las de ganar en ese aspecto era, por suerte, Leo. Dudaba mucho de que fuese verdad lo que JJ decía.

-¿Qué hotel es? -curioseó Mila.

-El NJV Athens Plaza -contestó Leo al mismo tiempo que a JJ se le caía la billetera y la botella de agua que cargaba de manera estrepitosa.

-¡Oh... dios... mío! -chilló- ¡Leo! ¿De dónde sacarás ropa decente para ir a cenar allí?

-Oye, qué malo -se quejó el mencionado-. Tal vez Beka pueda prestarme algo, tampoco soy tan desarreglado, joder...

Otabek le dedicó una sonrisa a su amigo mientras le ponía la mano sobre su hombro. Mila frunció la boca y escaneó la ronda hasta que encontró a Yuri, yendo a colgarse de su hombro rápidamente.

-Nos iremos de compras -dijo feliz-. Y no están invitados, perdón. Ya le conseguiremos un pequeño presente a los padres de Guang por la invitación.

-¿Qué te piensas que soy tu amiga? -le gruñó Yuri.

Pero no quería admitirle a Mila que las compras ciertamente lo emocionaban. Y dado que Grecia era uno de los países más baratos a causa de la crisis, Yuri quería salir y aprovechar. No tenía tiempo para sentirse culpable por la mala situación económica.

Los dos tomaron un autobús que los dejó en el medio de la gran avenida Ermou, que en su momento fue una de las diez calles más caras del mundo, dedicada al famoso dios de la mitología griega Hermes -dios de los ladrones y el comercio, a Yuri se le hacía bastante adecuado- y que ahora era en su gran extensión una peatonal.

-¿Qué opinas de vestir todos de blanco? Daremos una impresión bien angelical y pulcra ante los padres de Guang Hong.

-Qué se yo, me da igual -se encogió de hombros.

-¿Te imaginas que lindo quedaría ese bóxer animal print que te regalé en Dinamarca con un pantalón blanco? -preguntó juguetona.

-¿Y por qué usaría esos bóxers esta noche, estúpida?

-¡Oh, vamos! Sabes bien a lo que me refiero -le golpeó con su hombro. Yuri se alejó un poco de ella.

-No, no sé. Así que podrías ir hablando...

-Quieres pasar la noche con Beka -contestó interrumpiéndolo.

Yuri se detuvo. Mila lo hizo un par de pasos más adelante, mirándolo confundida. La chica parecía no entender el motivo de que se le colorearan de repente las mejillas. Tal vez para ella fuese normal, pero para Yuri no lo era el hablar de esas cosas.

-Tú, eh... yo... ¿Él te ha dicho algo?

Mila ahora sí tragó saliva, viéndose más nerviosa que el mismo Yuri. Enganchó su brazo con el de él y empezó a caminar.

-Me dijo que hubo unas cuantas diferencias respecto al tema.

-Lo que me faltaba: que te quieras meter en mi vida sexual -rodó los ojos.

-¡Oye! Aunque no me creas estoy de tu lado. Pero Beka tiene la cabeza llena de cosas y... bueno, no podemos pretender que sea muy racional. Él tal vez cree que hace lo correcto pero en realidad podría estar metiendo a fondo la pata.

-Mi vida estaba muy bien antes de esta conversación...

-Quiero que te animes -le dijo con una sonrisa-. No quiero que se arruine el bonito vínculo que ustedes tenían. Pero tampoco quiero que pienses que Beka te rechaza porque esa no es la situación.

Yuri miró hacia otro lado. Mila le apretó aún más el brazo de una forma cariñosa.

-Todavía nos quedan unos cuantos días de viaje. Aprovechemos al máximo del momento juntos. Porque después...

Se quedó un par de segundos en silencio, con la mirada acuosa hacia el frente.

-Tú y Otabek no son los únicos que estarán bastante lejos.

Antes de que Yuri pudiera descifrar qué responder a aquella frase sin sonar como un capullo o un chismoso, llegaron a un punto de la avenida dónde se encontraban varias tiendas de ropa que lucían mucho menos costosas que las que acababan de cruzar: Gucci, Versace, Armani -Yuri recordó a su gata gorda que cargaba el mismo nombre; temió un poco por la integridad de la felina ya que Lilia no era muy apegada a ella-. Decidieron entrar en un pequeño local que se veía de un estilo más bien bohemio, donde Mila se consiguió una preciosa falda hasta los tobillos llena de cuentas blancas y un top que tapaba lo necesario en una visita con dos adultos. Obligó a Yuri a elegir una camisa bordada para él y otra para JJ, además de un par de camisetas de oferta para los otros dos siendo la más elegante por supuesto para Leo. Mila pagó con unos billetes de euros y salió orgullosa cargando sus bolsas llenas de vestimenta en color blanco.

-De verdad tengo esperanzas para esta noche y las que siguen. Si Leo no consigue al menos un beso de Guang Hong creo que voy a renunciar como cupido.

-Ni que se te diera muy bien el trabajo...

más que nadie no tienes derecho a decir eso! -exclamó- ¿Quieres comer unos baklava chorreantes de almíbar y llenos de nueces? -se mordió el labio pintado de rosa pálido apenas terminó de pronunciar aquello.

-¿Te das cuenta que aparte de sexo en lo único que piensas es en... comer? -habló Yuri algo molesto. Mila suspiró orgullosa.

-Son los placeres de la vida. Justo arriba de dormir y no trabajar.

-¿Y ser una bruja pesada en dónde entra?

-Al lado de molestar a tus amigos amargados. Creí que entenderías eso considerando que adoras ponerle trabas a todo lo que JJ dice.

-JJ no es mi amigo -bufó Yuri. Mila le tomó de la mejilla con su mano libre- ¡Por el camino que estás yendo tú tampoco lo serás!

-Sigue mintiéndote eso -rió ella antes de volver a enganchar sus brazos para dirigirse a arreglar en el hotel antes de la importante noche.

El NJV Athens Plaza era el hotel más lujoso que Yuri tuvo la oportunidad de conocer. Quizás su fachada se viera como un edificio un tanto ordinario pero la grandiosidad de adentro no tenía comparación. Los tapices, las decoraciones en oro, las arañas que colgaban del techo, la brillosa madera de los muebles, incluso los impecables trajes de cada uno de los empleados. Quizás los únicos no tan sorprendidos eran Mila y JJ, pero podía ver la emoción en los ojos del último.

-Pues qué suerte que hoy vestimos de manera decente -rió Mila.

-Mila, ¿tengo el moño desaliñado? -preguntó JJ mirándose en una columna de mármol espejado- No puedo lucir menos que perfecto.

La chica rodó los ojos y le inclinó el lazo que ataba su cuello de manera que luciera desarreglado. JJ se puso a refunfuñar mientras Mila reía. Otabek caminaba a su lado pero echaba miradas hacia Leo cada tanto, que lucía como si lo estuviesen conduciendo a su propia muerte.

-Siento que me va a explotar el corazón -confesó con una risita nerviosa.

-Procura que la sangre no nos manche a todos. No me parece muy cortés que nos arruines la bonita ropa -habló su amigo canadiense dándole una fuerte palmada.

-Oh dios, no es como si fuera la primera vez -masculló Mila- ¡Ya los has visto y saludado muchas veces!

-¿Y por qué siento que esta es diferente?

Subir en el elevador fue tortuoso. Se hizo un silencio y el aire se cargó de una tensión tal que podría ser rebanada solo con una hoja de papel. Cuando llegaron a la azotea, Yuri se maravilló de lo fino pero aún así casual de la decoración. Lucía como una pequeña cena en la playa, con las luces colgantes y el fuerte olor a mariscos pero las personas allí parecían llegar de una pasarela de modas.

Yuri no notó cuando una pequeña figura trotó con gran emoción hacia donde ellos estaban y tampoco pudo ver la sonrisa que se ensanchó en el rostro de Leo en el mismo momento en que el muchachito recién llegado se detenía abruptamente enfrentado a él.

-¡Leo! -exclamó con la voz cargada de emoción.

-Guang Hong -dijo con la voz temblorosa y las manos en los bolsillos.

De repente para Yuri muchas cosas tuvieron sentido.

Ahora podía entender el motivo de que todos ellos molestaran a Leo con Guang Hong. Incluso era capaz de ver la razón por la que estuvo enamorado de ese chico tantos años. Diablos, hasta Yuri podría haberse enamorado del muy dichoso Guang Hong.

Era apenas más bajo que él pero tenía el cabello de un precioso castaño claro que se desordenaba en torno al flequillo y las orejas. Su rostro se veía suave con una piel que le recordaba a la fina porcelana, recubierto de cientos de pequeñas pecas en los pómulos y suave rubor sobre ellas. Tenía una sonrisa pequeña debido a sus rasgos pero no quitaba el hecho de que parecía iluminarlo todo con ella.

Guang Hong se veía demasiado angelical como para ser de verdad.

Los dos seguían mirándose con una sonrisa embobada en los labios hasta que JJ tuvo que aparecer en escena y rodear los hombros de Guang Hong con sus enormes brazos. Aquello lo sacó de su estupor y lo hizo carcajear.

-JJ, es un gusto verte -le palmeó incómodamente la espalda mientras el otro trataba de alzarlo del suelo.

-¿Sabes? No te pasas por mi casa desde que tú y Haley se graduaron -exclamó en un tono de voz tan elevado que hizo que los señores de la mesa de al lado lo miraran de mala forma.

-¿Haley? -susurró Yuri hacia Mila.

-La hermana menor de JJ que fue compañera de Guang Hong -contestó ella acercándose a su oído- ¿Has visto el tipo de hermano mayor espeluznante y muy molesto? Ese era JJ.

-Supongo recuerdas a Mila y a Otabek -dijo el canadiense aún pasando su brazo por encima del chico. Guang Hong lo miró arqueando una ceja.

-¿Cómo crees que yo no me podría acordar? -se rió y luego miró a los demás- Es un gusto verlos a todos.

-Hola, Guang -saludó Mila con calma y luego se señaló la mejilla-. Me gusta tu bronceado.

-¡Oh! -el chico se sonrojó más tratando de taparse el rostro- No es un bronceado...

Yuri sabía muy bien que Mila tenía en claro que lo de Guang Hong no era un fuerte bronceado. Otabek a su lado dio un paso al frente.

-Es muy lindo de tus padres que nos invitaran -dijo con su tono cordial-. Les hemos traído un pequeño presente, para ellos y para ti.

-¡Anda! No había que molestarse... -se dirigió entonces hacia él- Oh, ¿tú eres Yuri, no? Leo me ha contado sobre ti en sus mensajes.

-¿Quién ha autorizado a Leo para hablar de mí? -preguntó hacia el mencionado, girando la cabeza aterradoramente. Guang Hong soltó otra risa.

-Sí, también mencionó que serías así -le extendió la mano-. Es un placer conocert-...

Miró entonces de arriba abajo a Yuri y frunció el ceño. Parpadeó confundido unos segundos consiguiendo que el mismo Yuri empezara a molestarse. Luego repitió dicha acción con los demás presentes, uno por uno, deteniéndose especialmente en Leo.

-¿Hay alguna razón en especial para que todos estén vistiendo de blanco? -preguntó algo nervioso.

-¡El blanco es bonito! -contestó JJ- Y es elegante ¿eh?

-¿Guang Hong? -preguntó Leo empezó a desesperarse por la mirada del muchacho.

-Eh, yo... no sé cómo decirlo -se rascó la cabeza-. En China...

Carraspeó un poco. Yuri no estaba muy seguro de lo que vendría pero estaba seguro que acabaría con ganas de aventarse por la terraza del Athens Plaza.

-En China el blanco es... eh, especialmente para el luto. No es un color que se use en una cena de gala -hizo una sonrisa culpable y atormentada.

Otabek se agarró el rostro con los dedos. Mila soltó un pequeño gritito de indignación mientras que los otros tres, entre los cuales se encontraba Yuri, estaban aún pasmados por ese nuevo detalle.

Yuri acabó por encogerse de hombros.

-Bueno, estamos de luto por la dignidad de JJ.

El chico chasqueó la lengua, pero Yuri se sintió un poco satisfecho al ver a Guang Hong conteniendo una risotada. Los ojos de Leo estaban perdidos en aquel muchacho cada vez que desviaba la mirada.

A continuación los dirigió a donde un hombre y una mujer en ropa que se veía extremadamente costosa comían unos bocadillos en una larga mesa. Ninguno de los dos se veía demasiado alto y eran más bien menudos, exactamente como su hijo. Yuri pudo ver que las pecas eran una herencia de su madre así como el cabello claro. Tanto el padre como la madre de Guang Hong miraron algo extrañados a aquellos muchachos que aparecían de blanco.

-Estos son mis padres, Ji Mei Wu y Ji Li Yang -señaló hacia ellos y luego empezó a hacerlo con los demás presentes-. Quizás recuerden a Mila y a Otabek; este de aquí es Yuri, un amigo de ellos. Ya conocen a Leo. Y supongo que recordarán a...

-¡Hola! Mei Wu tàitai y Li Yang xiānshēng -hizo una pequeña reverencia ante los adultos. Mei Wu sonrió halagada. Yuri rodó los ojos, mascullando mentalmente qué cómo era posible que JJ supiera eso y no el tema del luto.

-Oh, Jean, no es necesario el uso de honoríficos. Te conocemos desde que eras bien pequeñito -comentó ella-. Es un placer que nos acompañen esta noche, chicos.

-El placer es nuestro -dijo Mila con una sonrisa inocente-. Le hemos traído un pequeño presente a usted y a su esposo.

Yuri quiso reír a carcajadas. JJ y Mila fingían comportarse como dos jóvenes ejemplares cuando la mayoría de los presentes sabía muy bien la clase de bromas sexuales que ambos decían con respecto al adorable Guang Hong.

Los que estaban de pie entonces tomaron su lugar en la mesa. Por supuesto que las cosas se alinearon de forma casual así Leo pudiera ir al lado de Guang Hong. Yuri se preguntaba si no había ocurrido lo mismo con él y Otabek ya que estaban uno al lado del otro, demasiado cerca.

-Leo -dijo Li Yang de repente-. No te hemos visto desde la graduación.

-¡Ah! -rió nervios- Ya ve, he estado un poco metido con la universidad, un poco de viaje con todos estos locos... Y Guang estuvo muy ocupado con la facultad de medicina, por lo que me dijo -dirigió una sonrisa hacia el chico.

-Es el mejor de la clase -dijo su madre con orgullo mientras bebía un poco de espumante vino griego.

-Mamá -masculló enrojecido-. Ya te dije que soy el tercero...

Ella agitó la mano como si sus palabras no tuvieran importancia. Parecía ser de esas madres que veían a sus hijos como los mejores y que nadie podría decirles lo contrario -ni siquiera sus propios hijos-.

Mei Wu ordenó al mozo entonces que les trajeran como entrada algunos quesos, olivas, mariscos salteados y pan pita para acompañar. Yuri aprovechó para mirar a su costado, justo al borde de la terraza que tenía vista al magnífico Partenón. Como la noche estaba empezando a caer ya, las amarillentas luces brillaban en la rocosa colina de la Acrópolis. La situación se sentía casi como de postal. E irreal, más que nada, luego de tantas locuras vividas en las últimas semanas. Podía sentir la mirada de Otabek clavada en su nuca, tal vez mirando a la misma belleza del paisaje.

-Ah, ¿Y qué lugares han visitado? -preguntó Li Yang tomando un pedazo de queso de cabra luego de que se los trajeran- Nosotros queríamos ir a Turquía un par de días y, personalmente, me hubiese gustado ir a Croacia. Pero Guang...

-Él quiere conocer París, la ciudad del amor -dijo Mei Wu. Guang Hong rodó los ojos pero se veía algo avergonzado.

-¡Uf! ¡Son incontables! -respondió JJ con emoción.

-Yo sugiero que prendan el noticiero y se fijen qué países han sido destrozados últimamente -intervino Mila apoyando su mano sobre el brazo de JJ-. Ahí obtendrán la respuesta.

La familia asiática rió con ganas. Mei Wu entonces llamó al mozo para ordenar los platos fuertes. Yuri no pudo retener ninguno de los nombres pero sus descripciones lucían bastante apetitosos todos. De todas formas ya llevaba rato devorando unos deliciosos camarones con pimentón; no le daba ninguna vergüenza comer con gente ajena.

-¿Son novios? -preguntó Mei Wu de repente con una sonrisa.

Yuri sintió que el corazón se le detuvo y que el camarón que acababa de comerse se le atravesaba en la garganta. Había estado tan desconcentrado que no esperaba que aquella mujer hiciera ese tipo de pregunta.

Además, ¿de dónde podía ella deducir eso? Apenas había intercambiado palabras con Otabek más que pásame el pan. Yuri no podía entender que el kazajo estuviera tan calmado, aunque en Dublín había ocurrido una cosa similar.

-¿Eh? -inquirió Yuri pero se dio cuenta que no fue el único que lo hizo. Al otro lado de la mesa, Mila y JJ repetían lo mismo y también se sorprendían de la intervención de Yuri.

Mei Wu miró entonces de una punta a la otra, algo confundida. Finalmente Mila carraspeó entonces para distraer la atención de Yuri, riéndose con gran diversión.

-¿Me pregunta si Jean y yo somos novios? -repitió ella así Yuri se enterara del asunto- Oh, no, no. Yo tengo pareja.

-¡Ah, vaya! Discúlpame entonces. Es que ambos lucen preciosos juntos.

Yuri ni siquiera quiso ver los rostros de ellos dos en aquel momento. Estaba demasiado ocupado tratando de maquinar una manera de suicidarse. Tal vez la familia Ji no comprendiera el motivo de su confusión pero el resto de los presentes sí que lo haría.

Otabek entendería. Seguramente estaba regodeándose en su mente de que Yuri hubiese saltado al instante al escuchar la palabra novios.

-¿Y cómo se conocieron? -siguió preguntando Mei Wu ahora mirando a Yuri- Eres de Rusia, ¿no?

-Eh, sí -contestó rápidamente-. Pues...

-Yuri es un amigo mío de la infancia -se apresuró a decir Mila-. Y pues me habló de que tenía unos deseos irrefrenables de recorrer Europa y aquí estamos.

Yuri no sabía si gritarle o aplaudirle por su capacidad para mentir a aquella muchacha.

-Su viaje suena tan divertido -agregó Guang Hong, y luego lo vio acercarse al oído de Leo para susurrar-. No es tan genial viajar con los padres.

-Te escuché -regañó Li Yang-. Además, hijo, has sido tú el que suplicó a último minuto venir para Europa.

-Yo quería visitar las islas Seychelles -agregó su madre-. Ya hemos venido al Mediterráneo varias veces, pero podremos aprovechar para conocer Estambul ahora.

-¿Ah sí? -preguntó Leo con una mirada pícara. Guang Hong se encogió de hombros fingiendo inocencia.

-Tuve deseos irrefrenables de recorrer Europa -respondió divertido. Yuri pudo ver a la madre del chico observar a la parejita no formada aún y sonreír satisfecha.

Entre los comentarios intrusivos del matrimonio Ji, las miradas adorables de Guang y Leo, la ironía con la que Mila y JJ hablaban sumado a la intensa presencia de Otabek a su lado, Yuri estaba seguro que la noche sería larga.

Bastante larga.

Yuri se sentía como algún dios griego luego de la lujosa cena y el paseo en auto privado a través de la noche ateniense. Pensó que le quedaría muy bien ser el dios Ares porque ambos eran beligerantes y tenían problemas de temperamento.

La velada dejó a todos agotados pero bastante ansiosos de recorrer la ciudad al día siguiente. Yuri ni siquiera se quejó al notar que su cama estaba justo al lado de la de Otabek. La tarjeta con el e-mail del otro Yuuri pesaba mucho adentro de su billetera. Le hubiese gustado llevar una versión miniatura de él en su bolsillo para pedirle consejos cada vez que lo necesitara.

-Leo, nunca te había visto más radiante -comentó Mila mientras salían del hotel, con shorts, sandalias y gafas de sol para soportar el clima.

-Está en Atenas, ciudad de mitos e historia junto con Guang Hong... Es como Navidad más su cumpleaños y el día del niño para Leo -dijo JJ.

-Por cierto -los interrumpió el mismo-. Guang Hong quiere salir a pasear con nosotros para conocer el lugar. Sus padres ya conocen Atenas así que no es que les interese tanto...

-Yo creo que a él le interesa conocer otras cosas aparte de la ciudad -Mila dio una mirada hacia la parte baja de Leo y luego le guiñó el ojo.

-¡Ya quisiera yo!

-Calma, tigre. Has esperado por casi siete años, mira si no vas a aguantar un par de días más.

El punto de encuentro sería un barrio llamado Plaka y que, según Leo, era una importante zona comercial y de vida nocturna. Estaba lleno de calles laberínticas que databan de la época de la ocupación otomana y que se encontraba cerca del pie oriental de la Acrópolis -el lugar al que todos querían ir-.

Al llegar hasta allí, Yuri divisó a lo lejos el rostro adorable de Guang Hong, vistiendo una musculosa a rayas y unos shorts bermudas con sandalias. Leo se apresuró para ir a su lado, quitándole la oportunidad al chico chino de saludar al resto ya que lo obligó a empezar a caminar.

-Joder, ¿eso significa que estoy estancado contigo? -dijo Jean a Mila.

-No todos pueden tener tu suerte.

Los dos caminaron a considerable velocidad mientras discutían por alguna cosa. Otabek quedó a su lado, pateando mientras se movía una pequeña piedra que se encontraba en el camino.

Yuri no podía aguantar el silencio. Pese a que la situación con Otabek no era un idilio con todas las letras, decidió que aún así trataría de entablar conversación. A veces se regañaba a sí mismo diciendo que estaba comportándose de manera muy dura e infantil.

-Debes estar en el paraíso -soltó-. Digo... arqueología... ruinas... esas cosas.

Otabek curvó una media sonrisa.

-De hecho, sí. Pero no creo que podamos visitar más de las ruinas que hoy veamos. Y no tengo a Leo de mi parte ahora porque ya sabes en dónde tiene la cabeza.

-Pobre de Leo. Todos aquí estamos al pendiente de su vida amorosa...

-A Leo no le importa siempre que consiga que Guang Hong le preste atención -los señaló con la cabeza a los que iban adelante, riéndose y caminando demasiado juntos.

-No quiero ser grosero, pero a ese chico se le nota a la legua que lo corresponde.

-¿Con que a la legua, eh?

Yuri miró de reojo hacia sus costados encontrándose atrapado.

-Sí. No sé. Puede que me equivoque -se excusó-. Tienen mucha química juntos.

-No solo tienen química sino también historia -siguió diciendo Otabek-. Con tantos años siendo amigos...

-Otabek -lo cortó Yuri. En cuanto el kazajo se giró a verlo ya estaba arrepintiéndose de lo que iba a decir-. Yo...

-¿Sí, Yura?

Yuri se mordió la lengua un par de veces. Siempre tenía esos arranques de querer aventurarse a hacer en el momento lo que fuera que su cabeza pensaba que era correcto. No siempre lidiaba con las consecuencias de ello ya que pocas veces le importaba pero en ese instante sentía que estaba preocupándose ya antes de tiempo.

-¿Podemos hacer como si los últimos días no hubieran ocurrido?

Otabek abrió los ojos y parpadeó con un poco de curiosidad. Yuri quería darle un puñetazo pero probablemente ese deseo viniera de sus nervios a punto de explotar.

-¿Qué parte de todos estos días? -fue lo único que dijo.

-Todas. Borremos cualquier estupidez que yo haya dicho o hecho -musitó-. Quizás estoy pidiendo demasiado pero... Joder, Otabek. No se me hace nada fácil tener que decirlo.

-Descuida. Yo entiendo perfectamente -posó su gran mano en el hombro izquierdo de Yuri-. Podemos simplemente dejar atrás los días anteriores.

Dejar atrás. No olvidar. Yuri quería gritar pero porque sabía que estaba sacándola mucho más barata de lo que se merecía. Quizás no hubiese dejado de doler aún, pero podía tratar de que a Otabek le doliera menos. Desde la tarde en el Bastión de los Pescadores en Budapest que Yuri venía pensando en aquello. Y no sabía cuál de todos los hechos de la noche anterior fue el detonante pero tenía en claro que ignorarlo no era la mejor solución.

Por ahora, podía intentar mejorar las cosas. Ya enfrentaría todo lo demás después.

Primera parte en Atenas c: decidí correr el capítulo en 2 partes cortas y subir el extra después. En general me manejo mejor con esta extensión de capítulos (?) pero hay otras ciudades que se prestan a más largos

Finalmente aparece Guang Hong :D ¿Que creen que pasará en el próximo capítulo con él y Leo?

Espero que entre el viernes y el finde esté listo el que sigue. Mientras tanto, mañana en la noche subiré el capítulo 4 de Stolen Kingdom <3

¡Muchas gracias por todos los votos, comentarios y el cariño! Ahora sí puedo decirles que quedan 3 ciudades y 2 países (es decir, en un país veremos 2 ciudades) y luego... ¡París!

Nos vemos prontito :'D disculpen si demoro pero estos días estoy a full con las evaluaciones de los Vkusno Awards...

¡Besitos!

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