A Dublín hay que ir borracho II

Sorpresivamente, nadie en el cuarto se despertó con su alarido. Solo vio a Mila removerse ligeramente bajo las mantas pero tanto Leo como Otabek -y mucho menos JJ- seguían dormitando tranquilamente.

Yuri salió pitando de la habitación sin importarle que fuera en calcetines y la ropa del día anterior. Probablemente lucía como un vagabundo pero esa era la menor de sus preocupaciones, para ser honesto.

El lobby estaba totalmente vacío a excepción de Minako, que hojeaba una revista de modas con ganas. Por la hora que parecía ser allí, en Rusia tenía que ser plena madrugada pero no le sorprendía. Lilia debía haber estado durmiendo con uno de sus ojos abiertos durante los últimos cuatro días.

Yuri carraspeó para llamar la atención de Minako.

-¡Buenos días! -saludó ella- Se me hacía muy raro que colgaras el teléfono.

-Se me cayó el tubo de lo cansado que estaba -se apresuró a responder- ¿Mi madre...?

-Seguramente llame en un par de minutos.

Asintió, tragando saliva con fuerza. Se dirigió a tomar asiento en uno de los sillones para pensar. No podía hacerlo en su habitación porque sabía que el teléfono sonaría insistentemente hasta que Yuri lo tomara. No había formar de escapar ahora que sabían en donde estaba.

El teléfono sonó no demasiado tiempo después y Yuri pegó un salto. Minako se apresuró a atender, y al ver la sonrisa grabada en su rostro se esperó lo peor.

-¡Ah, Lilia! Sí, sí, aquí está él. Te lo paso.

Tapó el auricular con una mano y le gritó al chico:

-¡Yuri!

-Voy.

Con pasos temerosos y arrastrados se acercó al mostrador, tomando el teléfono que Minako le estiraba con insistencia. Dio una bocanada de aire cuando se lo llevó cerca de la oreja.

-Hola -logró murmurar.

-Me gustaría decirte buenos días porque allá es de mañana, pero no les veo nada de buenos -dijo la gélida voz de su madre.

Yuri se mordió la lengua. Aquella frase era algo que él totalmente diría, heredada directamente del agudo cinismo de Lilia.

-No tengo ni idea por dónde comenzar, Yuri ¿Escaparte de casa? ¿En serio? No quiero imaginarme hasta dónde podrías haber llegado si no tenía este golpe de suerte. Mala suerte, en tu caso.

Resopló silenciosamente. El corazón le golpeaba con fuerza.

-¿No piensas decir nada? ¿No vas a defenderte? Porque este no es mi hijo, no. No es el Yuri que yo crié y conozc-...

-No quiero ir a la universidad -dijo cortándola.

-Eso ya me lo has dicho en tu carta -masculló Lilia.

-Mamá, yo en serio no quiero ir. O no quiero ir ahora. No quiero estudiar en Moscú...

-Si esto es sobre irte con tu padre, Yuri, debes saber que no deberías temer tomar decisiones por como yo me pueda sentir. Solo quiero lo mejor para tu futuro, así que eres dueño de ir a San Petersburgo si así lo deseas.

-¡Mucho menos quiero ir con él!

-Entonces ¿qué es lo que quieres?

¿Qué que quería él?

-¿Yuri?

-Mamá...

-Yo también he sido joven, Yuri Plisetsky. Yo también sé lo que se siente el peso de tu futuro sobre tus hombros.

Yuri agachó la cabeza, sintiéndose abatido e impotente a la vez. No quería escuchar los que vendría.

Lilia suspiró.

-Tu padre aún no sabe.

-¿Qué? -preguntó confundido. Eso no era lo que estaba esperando- Pero si he hablado ayer con él...

-Sabe que te fuiste de casa. Pero no le he dicho que estás en Dublín.

Yuri empezó a hilar las piezas de lo que eso significaba.

-Y tampoco le pienso decir.

-¿Mamá...? -Yuri sintió que las palabras se le morían en la garganta.

-Si prometes volver para el 6 de agosto que comienzan los ingresos de la universidad, puedes hacer lo que sientes que debes. Ya hablaremos más a fondo en tu regreso.

Él seguía de piedra. Minako lo miraba extrañada, más que nada porque no podía entender ni una palabra de lo que Yuri decía en ruso.

-Te quiero, hijo.

Yuri sintió morirse un poco por dentro. No recordaba la última vez que su madre le había dicho que lo quería o lo había apañado en algo tan grande.

Sintió que una sonrisa se esbozaba en sus labios. Sus ojos también se sentían húmedos pero no lloraría. No en ese momento.

-Yo igual te quiero, mamá. Nos veremos el 6 de agosto.

Regresó al cuarto, ignorando los intentos de Minako por curiosear algo de esa enigmática llamada. Allí arriba se encontró con casi todo en la misma pose; Leo en el suelo, Otabek a los pies de la cama, JJ ahogándose con su propio vomito en el baño...

Excepto Mila, que miraba detenidamente a la puerta con su espalda sobre el respaldo, casi como si hubiese estado esperando que Yuri apareciera.

-Buen día -masculló Yuri sintiéndose incómodo por su intensa mirada.

-¿A qué se debió tu grito de hace un rato? -inquirió ella sin rodeos.

Yuri se quedó en silencio allí en el marco de la puerta. Jugueteó un poco deslizando la suela de su zapato.

-No es de tu incumbencia.

-Se te veía bastante molesto.

-Problemas familiares ¿de acuerdo? -gruñó- No es nada importante.

-Pues luces como si quisieras hablar de ello -dijo ella con un encogimiento de hombros.

-¿Y cómo es que te crees que sabes tanto?

-Conozco a Otabek desde hace años. Sé como luce alguien que quiere hablar sobre un tema particular pero no se anima a admitirlo.

Yuri resopló con derrota. No podía soportar sus electrizantes ojos azules que lo miraban insistentes. Decidió enfocar su mirada en Otabek, que dormía plácidamente sobre los pies de la cama, tranquilo y ajeno a la tormenta que era el mundo exterior.

Mila se puso de pie y tomó sus botas. Se quitó las medias de red de la noche anterior y quedó con un atuendo suficientemente casual y bonito para recorrer la capital irlandesa.

-Yo que tú me pondría unos zapatos -soltó ella mientras se miraba en el espejo del tocador para alisar su enmarañado cabello.

Yuri rodó los ojos pero igual acató su orden. Una vez que ambos estuvieron listos, ella le hizo señas para que la siguiera por la puerta.

-JJ está con la cabeza en el váter -le comentó Yuri.

-¿Has tomado una fotografía?

-Bueno, sí...

-Entonces déjalo ahí -dijo sin mucho interés. Se detuvo como si acabara de recordar algo-. Espera.

Se dirigió de vuelta al centro del cuarto y se agachó hasta el punto del suelo en que Leo dormía. Mila le agarró un mechón de cabello para apartárselo y acercar sus labios a su oreja.

-Guang Hong usando un sweater virgin killer -susurró.

Leo, en dormido, ahogó un jadeo de sorpresa. Mila parecía querer reírse a carcajadas pero se levantó con velocidad y enganchó su brazo al de Yuri antes de huir hacia el corazón de Dublín.

Mila llevó a Yuri a desayunar en una pequeña cafetería donde pidieron un típico desayuno inglés. En el momento en que ambos sintieron que no podían más se dedicaron a recorrer ciertos puntos famosos como la Catedral de San Patricio o la de la Santísima Trinidad. La pelirroja le propuso que visitaran el Castillo de Dublín a lo cual Yuri accedió. Ninguno de los dos era muy apegado a la historia pero los castillos siempre eran de interés público.

El catillo era una ancha fortaleza que tenía una típica torre en forma cilíndrica en el medio. La antesala eran unos preciosos jardines de un verde esmeralda que tenían podados unos intrincados rizos que debían verse hermosos desde gran altura. Como estaba lleno de jóvenes acampando, Mila se echó al césped bajo un rayito de sol e invitó a que Yuri la acompañase.

La chica no decía nada a su lado y eso comenzaba a alterar a Yuri. Se imaginaba que ella le hubiese insistido un poco más, haciéndole muy fácil la tarea de negarse. Pero su lengua acabó traicionándolo.

-Me escapé de casa -confesó.

-Lo suponía -contestó con un tono monótono luego de un rato.

-Debería estar preparándome para la universidad. Pero no quiero ir. O tal vez sí, pero no quiero que mis padres elijan lo que haré.

-Te entiendo más que nadie. Yo ni siquiera estudio una carrea universitaria. Hice un par de cursos y trabajo de secretaria de mi padre... quizás no es una manera de asegurarme un futuro, pero estoy segura que lo mío no es estudiar.

-Eres hija de un petrolero -espetó Yuri-. Tampoco es que te hace tanta falta preocuparte por dinero.

-Tienes razón, pero sí me gustaría depender de mí misma algún día. Tengo trabajos a medio tiempo y ahorro... mucho de eso fue tirado en este viaje.

-¿Por qué? -preguntó atónito- ¿Valía la pena?

Mila se encogió de hombros.

-Pasar tiempo con mis amigos siempre vale la pena el gasto.

Yuri sabía que había mucho más que sumar a la ecuación. Algo es que estaban ocultando ese enigmático grupito lleno de sonrisas y desastres.

-¿Y tus padres te dejaron no estudiar?

-Pues, al principio... no. Trataron de que me metiera hasta en la más corta y fácil de los títulos de grado. Pero terminaron por desistir. Es frustrante a veces, más cuando veo que mis tres mejores amigos y mi novia están teniendo éxito con sus estudios y pronto serán profesionales.

Mila resopló, entrecerrando los ojos a causa de la luz que le daba en la cara.

-Pero es lo que he elegido. Y no me quejo, de verdad.

-Quisiera tener esa voluntad en la vida -musitó Yuri. Mila se rió.

-¡Oye! Te has escapado sólo de casa, ni siquiera yo me he animado a tanto. Tienes una voluntad de acero si no has vuelto corriendo a los brazos de mamá.

Yuri no quería empoderarse por las palabras de esa chica pero la verdad era que le habían llegado. Puede que fuese una acción un tanto inmadura pero nadie iba a negarle que requería de valor.

Pasaron la tarde junto a Mila visitando un montón de monumentos y lugares que no tenían ni idea su razón de ser famosos. La chica se burló un poco de Leo y JJ, incluso de Otabek, con toda la confianza del mundo al hablar con Yuri. También se ofreció a tomarle fotos bastante estúpidas a Yuri, como fingir que agarraba un puente con sus dedos o con una de las típicas estatuas de duendecillos que podías encontrarte afuera de algunas tiendas de la ciudad.

Pensó que era una persona muy parlanchina y molesta pero luego de ese rato juntos sentía que la miraba con otros ojos.

Terminaron por volver al hostal a media tarde solo porque habían recibido un mensaje de Leo preguntando a dónde era que estaban metidos. Trató de que el hecho de que Otabek ni siquiera notó su ausencia siendo que dormía en su cuarto, no lo afectara demasiado.

-Eh -lo llamó Mila antes de entrar al hostal-. Me he divertido contigo. Es bueno salir a conocer con alguien que no es una guía enciclopédica parlante.

-Es bueno salir con alguien -respondió simplemente Yuri-. Igual no te hagas ilusiones, todavía te me haces medio bruja.

Mila le pegó con el hombro.

-¿Quieres ir mañana a un tour que haremos por los acantilados de Moher?

-¿Tengo permitido arrojar a JJ?

-No arrojarlo, pero podemos hacerlo asustar un poco si gustas.

Yuri hizo como que se lo pensaba. Encogió los hombros con desinterés.

-Pues ya que no tenía mejores planes...

Mila simplemente rodó los ojos y volvió a enganchar su brazo al de él para entrar juntos al Ice Castle, donde ya estaban los otros tres esperando en la recepción. O podría decir que solo Leo y Otabek los esperaban, ya que JJ estaba acostado en posición fetal sobre el sofá. Alzó la vista para ver a los recién llegados, gruñendo.

-¿Cómo es que siempre tienes una estupenda recuperación después de tomar a lo loco? -preguntó adolorido.

-Pequeña prueba de que las mujeres somos mejores.

-Luces como la mierda -dijo Yuri a JJ-. Aunque bueno, creo que eso es natural en ti.

-Sigue burlándote -contestó JJ con agresividad-. Ve y fíjate como te dejé el baño.

-Te voy a hacer limpiarlo con la lengua -rechinó los dientes. Sintió una mano sobre su hombro y giró rápidamente a ver a quien era.

-Yuri -habló Otabek-. Me sorprendió no encontrarte esta mañana.

-Claro, ¿y yo me puedo morir que no lo notarás? -intervino Mila fingiendo estar ofendida. Leo la abrazó por el costado y recargó su cabeza sobre su hombro.

-Yo te quiero.

-Tú solo quieres a...

-Como vuelvan a hacer una broma sobre eso en mi presencia los haré tragarse sus lenguas -corto Yuri señalando a Mila. Ella le sacó la lengua- ¡Ni lo conozco y ya me siento saturado!

-Imagínate vivir con eso todos los días desde que somos niños -dijo Otabek.

Mila empezó a burlarse al respecto pero sin decir específicamente el nombre de Guang Hong. Leo solía tomarse los chistes con divertida indiferencia pero en ese momento estaba con los pómulos sonrojados. Recordó las palabras de la pelirroja en su oído cuando aún estaba dormido. A Yuri le gustaba tener ese secreto compartido con ella.

JJ siguió gruñendo.

-¿Pueden no gritar?

-JJ, han pasado casi veinticuatros horas ya ¿y sigues quejándote como bebé?

-Para la próxima aprende a no beber como adicto.

-¡Ustedes no entienden...! Pasó algo muy extraño anoche -comentó levantándose de un salto. Se sujetó la cabeza por el brusco movimiento- ¡Y tú, pequeña rata rusa...! Es todo tu culpa.

Yuri curvó los labios con victoria. JJ no recordaba exactamente cómo es que Yuri estaba implicado en su altercado con el DJ de rastas y eso lo frustraba. Cruzó miradas cómplices con Otabek.

-Pero JJ, Yuri ha estado toda la noche a mi lado -lo defendió Otabek.

-¡Estoy seguro que algo ha ocurrido!

JJ siguió mascullando sobre ese algo y a su vez quejándose del dolor de cabeza. Mila se burlaba cruelmente. Todos ellos parecían tener un patrón bien definido en el grupo, o al menos esa imagen daban a los demás.

Leo propuso que salieran a comer un poco del tradicional estofado irlandés, ni siquiera gastándose en invitar a Yuri ya que simplemente daba por hecho que iría. Eran pequeñas caricias a su oscura y triste alma, pero por supuesto nunca diría eso en voz alta.

Fue entonces que Mila propuso que Yuri los acompañara en su tour a los acantilados. Leo asintió con una sonrisa mientras que JJ soltó un quejido por sus dolores. No era divertido cuando Yuri no podía mofarse de él. Le empezaba a dar culpa molestar a un hombre convaleciente.

Otabek frunció las cejas -o podría decirse que las frunció aún más de lo normal-.

-Yo tenía planeado hacer eso -fue todo lo que dijo. A Yuri se le detuvo el corazón, pero se le aceleró aún más cuando Mila retomó la palabra entre risas:

-¡Beka, ya tendrás oportunidad de pedirle cosas a Yuri!

La mañana siguiente tuvo que levantarse dolorosamente temprano. A su lado, una figura se removía bajo las sábanas suplicando cinco minutos más.

-Levántate, cacho de buja -masculló Yuri.

La chica asomó su pelirroja cabellera entre las almohadas con el rostro todo adormilado. Mila se había quedado hasta tarde hablando con Yuri sobre todo y nada a la vez. Finalmente decidieron hacer una fiesta de pijamas privada a espaldas de los demás. A Yuri le gustaba el humor ácido y la vena maligna de Mila.

Y le gustaba que podía averiguar interesantes cosas sobre Otabek. Sobre los demás también, claro. Pero, ¿a quién le interesaba la aburrida vida heterosexual de JJ? A Yuri ciertamente, no. Y, con el perdón del pobre Leo, tampoco le interesaba sobre ese chico chino que le gustaba desde que eran niños.

Mila se volvió a su cuarto para tomar la ropa que usaría y darse una ducha. Yuri solo tenía una media hora para arreglarse así que tuvo que hacerlo todo a velocidad exprés y más tarde lamentaría no haberse tomado el tiempo de secar su cabello porque estaba todo esponjado.

-¿Acaso te transformaste en león con la luna llena? -se burló JJ cuando lo vio.

-Si mal no recuerdo, idiota, ayer estabas lamentándote por una resaca de nada. No tienes cara para burlarte de mí.

-Es que luego de tener mi sueño de belleza ya me siento mejor.

Yuri no iba a recordarle del sueño de belleza que había tenido anteanoche con la cara sobre el retrete. Esa carta podía guardarla para después.

El grupo se dirigió hasta el punto de encuentro con el guía del tour y el resto de turistas que formarían parte de la excursión. A Yuri solo le quedaba suplicar que no fuesen un grupo de ancianos que amaba tomarle fotografías a todo.

Viajaron por al menos dos horas en una trafic, todos amontonados con la otra docena de viajeros que los acompañarían.

Efectivamente, había una pareja de ancianos que estaba sacándole fotos a todo. Incluido el reducido paisaje en movimiento que podía verse desde la minúscula ventanilla.

Pero, en un lado más positivo, a Yuri le había tocado sentarse al lado de Otabek.

-¿Se divirtieron Mila y tú? -inquirió con curiosidad.

Yuri trataba de evitar pensar que su cálido aliento a menta le erizaba el vello de la nunca y que otra vez su costado estaba pegado contra el suyo.

-¿Celoso? Prometo no volver a robarte a tu amiga, pero no puedo hacer nada si ella me prefiere a mí. Lo cual sería lógico, considerando que tú te juntas con...

Hizo una seña despectiva a JJ, que dormía con la cabeza apoyada sobre la de Leo. Por supuesto, estaba roncando.

Otabek rió ante su contrarrespuesta, de una manera casi irónica. Yuri no sabía que significaba aquello, pero podía esperar que fuese alguno de los delirios con los que su mente soñaba.

-Háblame de Rusia -pidió Otabek-. Cuéntame de tus raíces.

-Pues... hace frío.

-Vaya, no esperaba esa -se rió.

-Y no tomamos tanto vodka como se dice.

-¿Algo más específico o peculiar que eso?

Yuri se puso a pensar.

¿Qué era Rusia? ¿Qué significaba Rusia para él? No es como si se lo hubiera planteado alguna vez. Para él no era más que un gigantesco país congelado al que solían acusar de comunista y amante de las bombas nucleares.

Y también era una cárcel. No en el sentido más estricto de la palabra, pero Rusia para Yuri era el simbolismo de una. Regresar a Rusia -o haberse quedado, en su momento- significaba atarse a una vida que él no quería. Yuri no podía concebir la vida en Rusia siendo libre. Simplemente esas ideas no eran compatibles.

Pero él no quería darle más razones a Otabek para que creyera que estaba roto.

-Esto no es sobre Rusia específicamente pero se relaciona. Es más bien una anécdota.

Otabek se acomodó ante esa última palabra. Parecía más emocionado de que Yuri decidiera contarle algo concreto de su vida y no un dato más general.

-Ya ves, a los rusos les encanta beber. Si no es vodka es cerveza y si no es cerveza es vino. La cosa es que mi mamá siempre se toma una copa de vino en la cena.

-¿Me va a gustar cómo termina esto? -preguntó con divertida confusión. Yuri alzó una mano para detenerlo.

-La cosa es que un día era el cumpleaños de ella y fueron sus hermanos con sus hijos.

-Tus tíos y primos -aclaró Otabek.

-Lo que sea. Era el cumpleaños de mi madre y por supuesto a ella no le faltaría su copa de vino. Yo estaba jugando con mis primos, o más bien los estaba amenazando...

-Debería estar sorprendido.

-¡Déjame terminar! Bueno, el tema es que amenazar es cansador y da mucha sed. Yo corrí a la sala de estar donde los adultos pasaban el rato...

-Y te bebiste el vino de tu madre creyendo que era soda -completó Otabek.

-¿Sabes? Eres imposible. No quiero imaginarme lo que debe ser ver una película contigo haciendo comentarios a cada rato -espetó Yuri. Otabek le sonrió, conteniendo la risa.

-Disculpa, Yuri. Entonces tomaste el vino...

-Y me puse borracho.

-¿Los adultos se rieron de ti?

-No exactamente.

Los dos se quedaron en silencio unos segundos. Los ancianos estaban tomándose selfies y el flash desconcentraba un poco a Yuri.

-Me acabé besando con mi prima.

Otabek abrió los ojos con sorpresa y estupefacción. A Yuri esa tonta anécdota lo había mortificado pero pensaba que divertiría al kazajo. Y funcionó, por supuesto, porque Otabek estaba tapándose la boca para ocultar la gracia que le causaba.

-No debería reírme de esto.

-Anda, te puedes reír. Mi madre me pegó tan fuerte en la boca que creó que mis labios nunca más serán capaces de sentir un beso.

No sabía por qué dijo eso.

No pudo ver la expresión puesta por Otabek ya que la anciana de las fotos les estaba haciendo señas.

-¡Jovencito! ¿Nos tomas una foto?

Yuri iba a replicar pero no podía ser odioso con una anciana. Otabek estuvo a punto de tomar el celular que le ofrecía pero fue el ruso quien se le adelantó.

La anciana se acomodó al lado de su esposo y le besó la mejilla, el anciano riendo ampliamente ante aquello. Yuri sintió una punzada en el pecho al ver un amor tan puro y duradero.

¿Podría él ser capaz de algo así? Gracias al divorcio de sus padres, él solía pensar que enamorarse y casarse era poco menos que una bazofia.

-Tenga -le devolvió el móvil-. Espero sean de su agrado.

-¡Ay, muchas gracias! Qué dulce eres.

Yuri casi bufó, pero sí escuchó a Mila y al recién despertado JJ hacerlo.

-Qué nostalgia verlos tan jóvenes y aventureros, ¿a que sí, Mike? ¿No te recuerda a nosotros? -preguntó a su marido.

-Bueno, Martha, te recuerdo que la primera vez que te quise llevar de viaje le pediste a tu madre que me mintiera que te secuestraron los extraterrestres.

-¡Pero es que los aviones me daban pánico! -chilló ella ante la carcajada de su marido.

Luego de una pequeña discusión entre Mike y su esposa Martha, Otabek decidió darles charla a los ancianos.

Como si le hubiese faltado algo más para ser el tipo de chico que las madres soñaban que sus hijas consiguieran para novio.

-¿Hace cuánto están casados?

-Cuarenta y dos años -respondió Mike, alzando cuatro dedos en una mano y en la otra dos-. Pero entre nosotros, se sienten como ciento cuarenta y dos.

Martha le dio una colleja a su marido. Otabek sonrió con ilusión, un brillo nostálgico en su mirada. Quizás fuera del tipo que soñaba con tener un matrimonio así.

-Todos ustedes son tan bonitos -dijo Martha luego de hacer pagar a sus esposo- ¿Es tu novio?

Yuri se quedó sin aire.

¿Novio? ¿Había dicho en serio novio?

¿Qué le hacía pensar eso a esa anciana?

Otabek, con las mejillas rosadas -¡A causa del sofocante ambiente cerrado, claro!- abrió la boca para responder pero fue detenido por una tercera persona.

-De hecho, sí -respondió Mila-. Yuri y Otabek llevan tres meses de novios.

Yuri miraba a la pelirroja con la boca abierta, incapaz de articular una sola palabra al ver su sonrisa victoriosa. Martha soltó un pequeño chillido.

-¡Qué emoción! Pues felicidades, chicos. Se ven tan bonitos juntos. Mira, hasta les he tomado una foto... espero no les moleste, pero me llena el alma ver amor juvenil.

Martha sacó su teléfono otra vez y seleccionó algo antes de pasárselo a los dos.

La muy maldita foto, masculló en su cabeza. Pero realmente no sabía que pensar al respecto.

Yuri y Otabek salían muy cerca uno del otro, sus costados cepillándose y el rostro del kazajo en dirección al suyo, mirándolo directamente a los ojos. Podía entender perfectamente a esa anciana con ganas de malentenderlo todo.

-Esta es una foto genial -le dijo Otabek con una sonrisa- ¿Le molestaría enviármela?

No solo Yuri volvió a quedar con la boca desencajada sino también JJ. Mila y Leo se sonreían con picardía.

-¡Ay, claro, claro! Me haría muy feliz ver que guardes tan bonita foto.

-Yo debería agradecerle a usted.

Una vez que la operación estaba terminada y Martha regresó a seguir regañando a su esposo, Yuri confrontó a Otabek.

-¡¿Qué ha sido todo eso?! ¡Eres un loco! ¡Y peor que la mentirosa de Mila!

-¿Qué no puedo querer llevarme un recuerdo tuyo? -respondió- No sabemos cuándo habrá que despedirnos.

-B-bueno...

Pero Otabek tenía razón. Yuri no tenía idea de cuánto tiempo le quedaba al lado de todos ellos.

El paseo por Galway fue divertido y enriquecedor. Sus pequeñas casitas coloridas lo hacían sentir adentro de un cuento de hadas, una fantasía que parecía muy lejana a su vida en la enormidad de Moscú.

Yuri y Otabek paseaban solos. Ninguno decía mucho desde el asunto de la anciana, la foto y Mila mintiendo que ellos eran novios. También estaba el tema de que Otabek quería tener un recuerdo de Yuri, lo que lo hacía querer gritar sobre los acantilados a los que irían para que el viento se llevase sus palabras.

Ambos se dirigían a una esquina donde se encontrarían con la otra mitad del grupo para regresar junto a los de la excursión. Para Yuri se sentía como si hubieran pasado solo minutos y no un par de horas.

-Yuri -dijo de pronto Otabek- ¿Crees en las casualidades?

-Creo en el universo y la mala suerte, si eso responde tu pregunta.

Otabek se rió.

-¿Entonces atribuyes el que nos conocimos a la mala suerte? -arqueó una ceja.

-Pusiste en mi vida a JJ. Por supuesto lo atribuyo a la mala suerte.

-Pues eso es ver la situación de forma muy cuadrada. Estoy seguro que algo bueno puede sacarse de este hecho.

Claro que sí, imbécil, casi le gritó. Parecía que Otabek le soltaba todos esos comentarios para hacerlo picar como besugo.

-¿Casualidad o destino? -preguntó con la mirada al horizonte.

-He ahí la cuestión -contestó Yuri con seriedad pero grandes ganas de molestar.

-Citar a Shakespeare frente a un fanático empedernido no es muy buena idea.

-Créeme que estoy acostumbrado a las ideas nada buenas.

-¡Otabek! -escuchó chillar a JJ a lo lejos- ¡Hadita!

Yuri se giró para enseñarle el dedo medio. Detrás de él venían los otros dos pero en lo único que pudo enfocarse fue en la mano de JJ sujeta a un objeto alargado: una botella de cerveza.

-¿En serio, JJ? -preguntó mirando a la botella- ¿Tú acaso no aprendes de tus malas experiencias? Lo que vendría a ser tu día a día, básicamente.

-Además es media mañana -intervino Leo-. Pero intenta hacerlo entrar en razón.

-¡Es solo una botellita! Confíen en mí.

Todos gruñeron ante su última frase, incluido el mismo Yuri. Le gustaba congeniar y sentirse parte del grupo por muy lejos que estuviera aún de ellos. Al menos así se sentía menos sólo.

De camino ya a los acantilados, Yuri y Otabek volvieron a tomar su lugar uno al lado del otro. Martha y Mike le enseñaban a Mila unas bufandas que habían comprado para sus nietos mientras le pedían que se las probase, ya que todos ellos tenían el cabello del color de fuego y querían ver como quedaría; mientras, JJ y Leo estaban jugando una partida online de la batalla naval.

Yuri entonces volvió a sentir la rigidez de su cuello. Soltó un ligero quejido ante el dolor que sentiría si se dignaba a mover menos de medio centímetro su cabeza. Empezaba a sentirse un anciano por tener ese tipo de dolores. Otabek se acomodó sobre su lugar.

-¿Dormiste mal? -inquirió luego de observarlo.

-De hecho, creo que es el universo haciendo de las suyas con la mala suerte otra vez -quiso reírse pero una puntada lo hizo aullar de dolor- ¡Ay! Dolor de mierda...

-¿Puedo? -preguntó Otabek con las manos ya alzadas en dirección a Yuri.

No esperó a que le respondiese porque sus cálidos dedos ya estaban rozándole la delicada piel del cuello, allí donde la ropa ya no le cubría. Otabek deslizó suavemente su rubio cabello rozándole la nuca con los nudillos. Intentó no soltar un suspiro a ese gesto.

Comenzó a presionar y masajear suavemente, sin atreverse a usar demasiada fuerza con Yuri. Si su cuello antes estaba medio rígido ahora sentía que no era capaz de moverlo por la ansiedad y nervios que ese contacto le estaba provocando.

-¡Oh, sí! -escuchó a la voz de JJ decir- Otabek es muy bueno con los masajes.

Yuri rodó los ojos, ¿acaso ese tipo tenía que intervenir en todo? Pero por una vez desde que lo conocía, estaba seguro que podía coincidir con él sin temor a errar en su decisión.

Inconscientemente cerró los ojos. No quería decir que se sentía demasiado íntimo a pesar de estar en el interior de una camioneta con unos ancianos amantes de las selfies, unos niños haciendo berrinche, un par de hippies y también los amigos metiches de Otabek... pero se sentía muy personal y cuidado.

Hasta que la trafic frenó de repente, la voz del guía saliendo por el altoparlante.

-¡Muy buenas noticias, viajeros! ¡Ya hemos llegado a los tan preciados acantilados de Moher! Por favor, dejen lo que estaban haciendo para salir y apreciar la belleza del paisaje.

Yuri pensó que acabaría odiando los acantilados a causa de que habían osado aparecer tan de pronto en la ruta e interrumpir las manos de Otabek sobre su cuello.

Pero no podía odiar algo tan bello y majestuoso.

Eran una belleza natural de 8 km de longitud y más de cien metros de altura sobre el nivel del mar. El agua que podías ver abajo era del azul más hermoso y profundo, más incluso que los ojos de la misma Mila. Era un contraste perfecto con el verde brillante que crecía bajo sus pies sobre los terrosos acantilados.

-Muchas leyendas rodean el misticismo de los acantilados -empezó diciendo el risueño guía-. Una de ellas es sobre aquella roca de allá.

El guía señaló hacia un punto en particular que para Yuri se veía como una roca aburrida y corriente. Leo carraspeó, llamando la atención de los turistas tanto como del guía.

-Ahí vamos de nuevo -masculló Mila. Leo la ignoró.

-Bueno, es una historia un tanto trágica... dice que una bruja llamada Mal se enamoró del héroe Cú Chulainn al que persiguió por toda la isla. Siendo que él no devolvía sus sentimientos la engañó saltando por los peñascos de los acantilados como si fueran escalones. Mal se arrojó por ellos pensando que así podría llegar con su amado. Supongo que lo demás podrán imaginárselo.

Yuri frunció las cejas.

¿Por qué todos los mitos eran así de nefastos? Aunque, si lo pensaba bien, la vida real no siempre era tan distinta.

-En efecto -coincidió el guía, viéndose ahora molesto de que le robaran su papel-. Por eso al punto más meridional se le llama Hag's Head, es decir, Cabeza de Bruja ya que luce como una.

-¿Su cabeza parecía una piedra? -preguntó JJ. Nadie le respondió.

-Otra historia es sobre la sirena de Moher... -siguió diciendo Leo. El guía empezó a aplaudir para opacar su voz.

-¡Bueno! -exclamó llamando la atención de todos- ¡Minutos libres para recorrer solos!

-Imbécil -farfulló Yuri al lado de Otabek- Apuesto a que no se conoce ni la mitad de historias que rodean el lugar.

-No todos podemos tener la memoria y la pasión por la historia de Leo.

Observó a JJ acercarse al borde del abismo con mucho cuidado, su mirada curioseando hacia abajo. De repente alzó los brazos y empezó a aletear idiotamente entre carcajadas.

-JJ, aléjate de ahí -advirtió Otabek-. Nadie irá a salvarte si te caes.

-No, porque tendremos la suerte de que esté bien muerto -intervino Yuri. Otabek dio un respingo ante aquello.

-¡Miren! ¡Soy la sirena de Moher!

Empezó a canturrear como una sirena lo haría. Mila estaba grabándolo y Leo no paraba de mascullarle que las sirenas tenían cola de pez y no alas de pájaro. JJ no parecía sentirse aludido con la corrección.

El grupo se dispersó hacia varios lugares de pronto, algunos alejándose incluso varios metros por el perímetro. Yuri se dio cuenta bastante tarde que sus otros tres acompañantes habían huido más veloces que las ratas.

Otabek empezó a caminar hacia una empinada rocosa que llevaba un par de metros más cerca del mar. Yuri lo siguió en silencio, solo sintiendo el rumor de la brisa marina sobre el rostro y el olor a salitre que inundaba sus fosas nasales.

Ambos encontraron un espacio entre las rocas donde sentarse a reposar para mirar el brillo del mar que los rodeaba. Ya no estaban tan cerca como en la camioneta y Yuri sentía una especie de tirón invisible que lo hacía querer acercarse otra vez.

-Es precioso -dijo Yuri con sus ojos clavados en el horizonte.

-Lo es. Se me hace muy curioso que el mar y la tierra se pusieran de acuerdo para unirse en un lugar tan maravilloso.

-¿Podríamos decir que fue una perfecta casualidad? -inquirió el rubio. Otabek no lo miró, pero sí giró ligeramente la cabeza en su dirección.

-¿O tal vez el universo con su toque de buena suerte?

Yuri sonrió con ironía y se recargó contra la pared de piedra del acantilado.

-¿Va a bendecirme el universo con la buena suerte de encontrarte en otra ciudad? -preguntó Otabek luego de un rato.

El corazón de Yuri se aceleró ante esas palabras. A pesar de que no lo mirara, podía sentirse igual de intimidado a lo que decía.

-¿O tendré que hacer mi propia suerte y buscarte?

-Oh, calla -masculló Yuri para ocultar su rubor.

-Ven con nosotros -le pidió-. Todo el viaje.

Yuri tamborileó sus dedos sobre la tierra. Le recordaba a su momento a solas sobre la azotea en Londres, antes de que Yuri decidiera que no quería dejar de ver a ese enigmático kazajo.

¿Por qué Otabek estaba tan desesperado en que fuese con ellos?

¿Por qué Yuri le daba tanta importancia? Era normal que viajeros solitarios acabaran acoplándose en grupos que acababan de conocer. No era nada fuera de lo común. Yuri no era una persona especial como para que creyera que allí había algo más.

-Tengo ciertas reglas -fue lo único que respondió. Otabek empezó a sonreír.

-¿Y esas son...?

-Yo decidiré algunas de las ciudades.

-Entendido. Es lo justo.

-Y tenemos que visitarlas antes del seis agosto, que es cuando debo volver.

El chico a su lado solamente asintió. No parecía muy a gusto de tener que hablar del fin del viaje.

-Y lo más importante...

Otabek alzó la mirada directamente a los ojos de Yuri.

-¡JJ tiene prohibido arrastrarnos a fiestas otra vez!

-En esa regla puedo coincidir.

Yuri quería poner muchas otras reglas.

Dime quién eres, Otabek.

Dime la razón por la que nos hemos encontrado.

Dime que esta casualidad es un regalo de la buena suerte y que no acabaré llorando en el avión de regreso a Moscú.

Pero esas cosas las descubriría después. Tenía todo un mes por delante para descubrir el alma de ese kazajo misterioso que lo había cautivado con su andar tranquilo, su voz grave y serena, su profunda luminosidad.

-¿A dónde es que quieres ir luego de Irlanda, Yuri? -inquirió entonces Otabek.

Yuri se mordió el labio. Nadie podía negarse a su siguiente opción. Nadie que tuviera buen gusto en ciudades, al menos. Era una idea peligrosa, pero lo era igualmente perfecta.

-Espero que te guste andar en bicicleta, Otabek.

¡Capítulo tranqui! Y ligeramente más cortito. Pasa que todavía me cuesta acostumbrarme a mi nuevo teclado (?)

Pero hubo varias escenitas Otayuri <3 ¡Y ahora Yuri ha accedido a acompañarlos de forma definitiva! Y por cierto...

Si alguien quiere ver cómo quedaría Guang Hong en un sweater virgin killer, entren al link que dejo en el comentario -->

¿Cuál será el próximo destino? Si las bicicletas no han sido pista suficiente... les comento que el próximo separador es color... ¡NARANJA! Además de que tendremos la aparición especial de otro de los personajes patinadores :D teorías siempre válidas aquí.

Sé que la próxima actualización debería ser el lunes, pero me retrasaré por dos motivos (no mucho, seguro regresa el martes):

1- Quiero intentar abarcar la próxima ciudad en un solo capítulo. Así que será bastante más largo y me tomará por ende más tiempo.

2- ¡EL LUNES HAY SORPRESA! No diré nada, solo que también es el inicio de la Seungchuchu week <3 a quien le de curiosidad, puede pasarse por mi perfil tipo al mediodía de Argentina (que para México/Centroamérica sería a la mañana, Sudamérica sería también cerca del mediodía y para Europa la siesta/tarde) c:

Eso es todo por ahora. Mucha más locura por venir en el capítulo 6 <3

¡Besitos!

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