I
Luego de una larga noche de trabajo, Adrián Balber acompañó a su compañera de consultorio, la enfermera Lidia del Río, a su hogar.
La calle estaba totalmente vacía y las luces difuminadas por la niebla daban una imagen peligrosa y de sin retorno alguno, por lo que la mujer soltera decidió invitar al muchacho joven a tomar un trago y hospedarse hasta el día siguiente.
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