Capítulo 7


Sarada levantó la vista hacia Hina, ella miraba el televisor con el gato durmiendo plácidamente en su regazo, le indignaba un poco como no tuvo que rogarle al gato atención como ella lo hacia todos los días. Pero supuso que, el minino ya se había acostumbrado. Todas las tardes, cuando Hina terminaba su tarea, podía abrazar al gato el tiempo que quisiera.

Para ella era el mejor premio.

Regreso la vista a su móvil, con culpa. Pero es que, por más que lo pensaba, no podía explicar lo que sentía, esa curiosidad tremenda por saber de la vida de Boruto, la consumía día tras día.

Estos meses como niñera de Hina, se dio cuenta que, un día parecía ser el Boruto que conoció, y al otro era un hombre totalmente distinto.

Siguió pasando el dedo por el táctil, cansada de encontrar fotos y más fotos de trabajo, incluso se encontró una foto vieja del instituto, eso solo le hacia pensar que quizá, si subió fotos con esa chica en algún momento, las borró todas.

Se arrepintió por no haber hecho sus redes sociales en el instituto, en ese momento no era tan popular tenerlas y le parecía una distracción al querer dedicarse a estudiar medicina. Pero si lo hubiese hecho, tendría a Boruto desde hace muchos años y quizá, hubiese visto quién era ella. Y para su mala suerte, ni siquiera Chou lo tenía agregado, solo sus amigos.

—¿Encontraste una oferta de trabajo o por qué estas tanto con el celular? —su amiga la miró extrañada, ella no era de dedicarle tanto tiempo a esas cosas, por lo menos ella no.

—Eh... —Sarada bloqueo la pantalla al instante. Suspiró y pensó, ¿qué más da? Era Chou después de todo —. Solo... tenía curiosidad sobre algo.

—Tiene que ser algo importante para tener tu atención incluso cuando cuidas de Hina.

Sarada hizo una mueca y miró a Hina. Era verdad, ella estaba tan feliz con su gato que no se daba cuenta de su poca atención. Estaba mal que ponga sus intereses antes que ella cuando su trabajo era cuidarla, pero... ¿por qué? Es lo que se preguntaba tanto, ¿por qué se interesaba en cosas así de repente? Miró a Chou quién esperaba paciente que le contara mientras se terminaba el bowl de palomitas.

Sarada le hizo una señal para que se acerque, no quería que Hina escuche, aunque lo más probable es que no lo hiciera—estaba tan sumida en ese mundo colorido del televisor— Ella se acercó sin pensarlo dos veces.

—¿Qué es? ¿un chico? —la miró ansiosa.

—No, es Boruto...

—Un chico —contestó con burla.

—Si, pero —se sintió torpe y desbloqueó el celular—. Me agregó y tenía curiosidad de...

—¿Lo estás stalkeando? —exclamó sorprendida y se cubrió la boca cuando Sarada le hizo una señal de silencio—, ¿tú? —murmuró con gracia.

—¡No! —jadeó indignada—. Solo... solo quiero saber un poco de él y...

Chou abrió la boca con emoción y le arrebató el móvil.

—Yo también lo haría. ¿Ya revisaste las fotos?

—No hay nada, y los likes son demasiados para buscar —desesperada, se cubrió el rostro con vergüenza.

—Mmmm —miró el perfil y al igual que Sarada no pudo encontrar nada en su información—. Tendremos que revisar hasta el final.

Chou deslizó el dedo varias veces para llegar a publicaciones antiguas.

—¿En serio harás eso? —ella continuó—. Me siento mal, para... —intentó quitárselo.

—El chisme no es malo —miró la pantalla e hizo una mueca—. Es raro.

—¿Por qué? —se asomó sobre su hombro y miró.

—Durante cuatro años no compartió nada, mira las fechas, no tuve que ir tan atrás, no sube nada, solo son etiquetas de su trabajo al parecer. Recién comenzó a usarla a de nuevo.

—Creo que no tenía tiempo por su trabajo, cuando comencé a cuidar a Hina, logró un mejor puesto.

—¿Al menos sabes cómo es? Muchas chicas reaccionan a las fotos de Boruto.

—Mmm el otro día me encontré una foto —le susurró y Chou se acercó más—. Tenía el cabello negro...

—¡Ya vez! —le interrumpió—, en qué dejaste a Boruto tuvo que encontrar a alguien para no estar solo.

—Ya te dije que entre él y yo, nunca hubo nada —la fulminó con la mirada.

—Eso no es lo que dicen sus amigos.

—¿A qué te refieres? —preguntó dubitativa.

—Shikadai e Inojin me contaron que siempre le gustaste.

—Eso es mentira, seguro fue el típico amor de secundaria.

—Si es así, entonces también te gustaba, ¿No? —la miró con picardía y rio cuando Sarada desvío la mirada.

Chou siguió husmeando el perfil, pero no encontraba absolutamente nada. Pensó en rendirse varias veces y Sarada comenzaba a creer que de verdad no había nada que ocultar, quizá Boruto ya superó eso desde hace mucho. Ya habían pasado más de seis años.

—¡Ya sé! —Chou entró al buscador del perfil y miró a Sarada—. ¿Cómo crees que se llame?

—ChouChou... —la miró desanimada—jamás lo sabremos, no somos el FBI —se cubrió el rostro con ambas manos—. Ni siquiera sé porque hago esto, es tu culpa por siempre andarme contando la vida de todos, me has metido la curiosidad y tu estúpido argumento de que no es chisme, solo encontrar información ya me tiene harta, ¡yo no era así! No se porque de un día para otro tengo curiosas que tú tendrías, ¡no yo!

—La encontré.

Sarada se cayó y lentamente se descubrió el rostro.

Chou tenía la mirada clavada en la pantalla, tragó hondo y miró a Sarada—. Cómo que si le gustabas... yo nomás digo eh.

Sarada no sabía si mirar o no, pero Chou le ahorró ese debate interno al mostrarle la foto. Eran cuatro personas, una pareja del instituto que ella recordaba y ellos dos. Parecían estar en una fiesta.

Y sí, era la chica de la foto que encontró hace unos días.

Su cabello negro era lacio y le llegaba a la cintura, pero lo primero que resaltaba de ella eran sus ojos verdes, eran muy bonitos y sus facciones muy delicadas, ella de verdad era muy bonita. No podía describir la incomodidad que sintió al verla entre los brazos de Boruto, supuso que era una forma en la que nunca lo había visto.

Lo conocía como amigo, hijo e incluso como padre, pero como pareja, no.

—¿Cómo encontraste eso? —intentó mitigar sus emociones.

—Se dice gracias —se acercó más y juntas miraron los comentarios—solo puse "novia" en el buscador de su perfil y apareció esta publicación donde lo etiquetó un amigo suyo.

Los comentarios eran típicos de Boruto, en efecto era él. Pero tanto ella como Chou, se dieron cuenta que el perfil de ella ya no existía. Solo aparecía su nombre.

—Vaya, ruptura hasta con cuenta eliminada —Chou la miró sin saber que decir—. Quizá por algo Shikadai la odia.

—¿De verdad?

—Si... ese día que metí al pata al preguntarle a Hina sobre ella, se enojaron bastante, volví a tocar el tema hace poco y dijo que prefería ahorrarse los comentarios —con disgusto, salió de la publicación—. No sé qué pasó, pero tuvo que ser algo realmente grave, la vida de Boruto cambió totalmente desde eso.

Sarada le dio la razón. El Boruto que ella conoció por años, estaba oculto, la única que podía tener la suerte de verlo era Hina, porque con los demás, era alguien totalmente diferente.

Era un hombre que solo se dedicaba a su hija y al trabajo, no parecía tener vicios ni estarse viendo con alguien más. El poco tiempo que le quedaba, lo usaba en Hina.

Y no estaba mal, lo admiraba mucho por eso, veía a sus amigos salir todos los fines de semana a bares, fiestas y desvelarse bebiendo e incluso tomando viajes imprevistos a otras ciudades como le hubiese gustado al Boruto que ella conoció. Pero el de ahora, prefería quedarse en casa a jugar al té con su hija y sus peluches.

—¿Por qué no le preguntas directamente? —le instó Chou—. Estoy segura que a ti, si te diría.

—¿Te refieres a Boruto? —le preguntó y ella asintió—. ¡No! No podría hacerlo, si es algo que le afectó, no podría con la idea de recordárselo.

—Bueno —Chou suspiró—. De todos modos, esa chica es pasado, no creo que nos la topemos nunca. Sino le importo su hija cuando era una bebé, ¿crees que lo hará ahora? Seguro ya tiene otra familia.

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—Sarada —la vocecita de Hina la sacó de sus pensamientos.

—Dime —le dijo suavemente sin quitar la vista de la carretera.

—¿Podemos ir a ver a papá? Siempre quise hacerlo, pero mis demás niñeras nunca me sacaban de casa —le rogó con la mirada y Sarada sonrió. ¡Era adorable!

—¿Podemos? —le preguntó—. Esta trabajando ahora, ¿no le molestaría?

—¡No! —negó repetidas veces—. Ya me tiene llevado varias veces cuando era mas chiquita, me tenia en su oficina y me ponía a ver los videos de los próximos videojuegos que los demás niños no podían ver.

—Mmmm —dubitativa, tomó su móvil al detenerse en un semáforo—, le puedo llamar y preguntar...

—¡No! Quiero que sea sorpresa —frunció el ceño con gracia y Sarada se lo pensó seriamente.

Era imposible decirle no.

—De acuerdo, pero nos portaremos bien ¿vale?

—¡Si! Te prometo que sí, es más no voy a hablar —se cubrió la boca y Sarada rio.

—No es necesario Hina, no me molesta que hables —la miró con ternura cuando ella sonrió.

—Papá me dijo que eras muy callada, ¡papá es un mentiroso! —cruzó los brazos.

—Bueno, es que si dice la verdad... soy de las personas que prefieren escuchar, no tengo mucho que decir, mi vida no es tan interesante como la tuya.

—Siempre me pasan cosas —se quejó Hina, pero su expresión cambió totalmente al reconocer los edificios de lejos—¡Es ahí!

Sarada miró la entrada cada vez mas cerca y lo que sospechaba fue verdad, necesitaban acceso especial, no podían ir de visita solo porque si, como Hina creía. Se estacionó y tomó el móvil.

—Le llamaré a un amigo de tu papá para ver si nos puede dar acceso —marcó el numero y esperó que conteste.

—¿No podemos entrar? —se desvaneció en su asiento derrotada.

—No cariño, es una empresa, solo con pase de visitante se puede —le hizo una señal de silencio cuando respondió Inojin—. Hola... no digas mi nombre si está Boruto por ahí.

—Eh... —Inojin miró a Boruto a su lado y se levantó para alejarse de él—¿Qué pasó?

—¿Están ocupados?

—Estamos en descanso terminando de almorzar, es raro que me llames... —miró la pantalla y si, era Sarada—, ya estoy casado eh.

—Idiota —murmuró, mejor le hubiese llamado a Shikadai—. Hina quiere ver a Boruto, pero se necesita pase para entrar a las instalaciones.

—¡Ahh! —se rio y bajo la voz cuando Boruto lo miró de lejos—, voy en cinco minutos, esperen.

Sarada colgó y le sonrió a Hina—. Ya viene.

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—Con esto ya pueden pasar —dijo Inojin entregándole a Sarada un gafete—, pero ¿a qué se debe su visita, señorita? —se agachó para ponerle el suyo a Hina.

—¡Quiero sorprender a papá! —miró el gafete e intentó leerlo—, es que ayer estaba triste.

—¿Triste? —preguntó Inojin extrañado—, yo lo vi normal.

—¡Porque son hombres! —dijo con obviedad—, no se cuentan nada.

—Bueno —apenado, suspiró—, supongo que tienes razón.

—¿En dónde está? —lo miró ansiosa.

—Ya debe estar por ir a su oficina, ahorita las llevo —se levantó y las guio por el pasillo. Hina iba por delante de ellos a pesar de que él era el guía, miró hacia Sarada, ella veía las instalaciones—. Se ve que Hina disfruta que tú seas su niñera.

Ella volteó—. ¿Por qué lo dices?

—Se ve muy feliz contigo —se encogió de hombros—. Es raro, sabotea a sus niñeras apropósito, eres la primera que no ha salido corriendo.

—Pero —se detuvo dubitativa en el asesor—, Hina es muy tranquila.

Inojin la observó por unos segundos y soltó una carcajada que llamó la tención de todos.

—Esa niña es un pequeño diablillo —murmuró cuando Hina lo volteó a ver.

—¿De qué niña hablas? —frunció el ceño.

—Eh... una que me cae mal, tú eres mil veces mejor —sonrió nervioso y dio un paso fuera del elevador—, es la puerta del fondo.

Sarada asintió y espero paciente que el elevador llegue al piso señalado, y en ese momento, volvió a suceder. La pequeña mano de Hina se aferró a la suya mientras miraba impaciente los botones brillando uno por uno.

Esa sensación cálida que se arremolinaba en su pecho le hacía pensar que, cuando ella tenga que irse, la iba a extrañar muchísimo. Esa niña se había adueñado de su vida en tan solo dos meses. Sus compras semanales ahora incluían juguetes, el café negro se convirtió en leche y había aprendido a hacer panqueques en forma de ositos.

"Ojalá no acabe pronto"

El ascensor se abrió y como si eso no fuese suficiente para sacarla de sus pensamientos, se sorprendió al ver a Boruto en el de enfrente.

—¡Papá! —Hina corrió hacia un Boruto boquiabierto, ella lo abrazó y extendió los brazos para que la cargue.

—Qué... ¿qué haces aquí? —la cargó y Hina se aferró a su cuello con un abrazo.

—¿Estas molesto?

—No —le dio un beso en la frente—, no me lo esperaba —se acercó a Sarada y ella sonrió nerviosa.

—Me convenció de venir...

—Seguro te hizo un berrinche, ¿verdad? —miró a su hija con lo último y ella negó.

—Inojin nos dio pases para entrar, Hina quería sorprenderte.

—¿Lo hice? —jaló su corbata emocionada.

—Si, pero no hagas eso —se liberó de su agarre y camino hacia su oficina—, justo estaba regresando.

—¿Es tu nueva oficina? —Hina se emocionó y pidió ir al suelo, cuando Boruto la soltó, corrió hacia los muebles—. ¡Es enorme!

—Mejor que la anterior si —cerró la puerta cuando Sarada entró—. ¿Qué quieres ver?

—Un juego que no hayan visto mía amigos todavía.

—Bueno —Boruto se acercó a su ordenador y subió a Hina en la silla—. Solo son bocetos de personajes aún, ¿te gustan?

—¡Si! —miró atenta e hizo una mueca cuando llegó a uno—, ¿por qué este es feo?

—Eh... pues es el villano.

—¿Las personas feas son malas? —le preguntó.

—No... —analizó sus palabras detenidamente—. Es que si lo hacen apuesto será difícil de matar.

—¿Qué es apuesto?

—Lindo.

—Entonces, ¿las personas feas son fácil de matar?

—No... —Boruto se frotó el rostro con frustración mirando a su hija, aun no salía de la etapa de los "por qué"—es decir, me refiero a...

—Es un juego Hina —le interrumpió Sarada—, la ficción es muy diferente de la realidad.

—¿Por qué?

—Porque no es lo mismo, son cosas diferentes.

—¿Cómo lo sabes?

—Ah... pues...

—Mira el diseño nuevo del conejo de tu videojuego —Boruto tomó un poster de su escritorio y lo abrió.

—¡Está bonitooo!

—Lo siento —Boruto se dirigió a Sarada—. A veces es algo... intensa.

Sarada rio—. Lo sé, la otra vez cometí el error de mencionarle el universo y, sus preguntas son interesantes, no las pude responder todas.

—Uff, seguro fue mas de una hora —rio también cuando Sarada asintió—. Gracias por traerla, necesitaba un descanso.

—Ya estábamos algo aburridas y dijo que quería verte —Sarada se quedó pensando en las palabras de Hina, Boruto no se veía mal, solo agotado, pero estaba segura que su hija lo conocía más que ella misma—. ¿Estás bien?

—Sí —respondió sin apartar la mirada de Hina—, ¿por qué?

—Es que...

—Señor Uzumaki —la puerta se abrió, era una chica con unas carpetas—. Toqué, pero creo que no me escuchó.

—Lo siento, es que tengo visitas —se acercó y tomó las carpetas.

—Son para revisiones, del departamento uno —señaló la división con una carpeta roja—, y estas del tres.

—De acuerdo, lo revisaré en un momento muchas gracias.

—Por cierto —lo miró de nuevo al recordar—. Una persona quiere verlo, pero no tiene cita agendada, ¿esperaba a alguien? No tengo nada en la agenda, preferí preguntarle primero.

—No que yo recuerde —dejó las carpetas en el escritorio—, ¿es urgente?

—No me dijo, solo pidió verlo, le insistí, pero...

—Ahora estoy con mi hija y después haré las revisiones, sino es importante será otro día entonces.

—De acuerdo —sacó una libreta y pasó las páginas rápidamente—. ¿Le parece para mañana?

—No, mañana tengo otras juntas que no te he pasado la hora, por cierto. Dile que... —se quedó pensando, hoy era martes y planeaba escaparse un día—, el viernes.

—De acuerdo —escribió y cerró la agenda—, es todo entonces, si necesita algo me llama.

—Claro, muchas gracias.

—¿Por qué le sonríes? —le preguntó Hina jalando su camisa.

—¿Qué? —Boruto la miró sin entender.

—Le sonreíste.

—Solo le di las gracias.

Hina desvió su mirada azulina hacia la mujer.

—¿Qué ves? —le cerró la puerta.

—¡Hina! —Boruto la miró con desaprobación y abrió la puerta encontrando a la chica desorientada—. ¡Discúlpame!

—Descuide, no pasa nada —se rio y cerró la puerta.

—¿Quién es ella? —Hina frunció el ceño.

—Mi secretaria y eso fue muy grosero Hina.

—Y la defiendes —se quejó enojada.

—Porque lo que hiciste estuvo mal ¡No lo vuelvas a hacer!

—Y me gritas —sollozó.

—No, dios... —Boruto quería jalarse el cabello cuando ella corrió hacia Sarada—. Hina...

—¡Déjame!

Boruto le rogo a Sarada un poco de ayuda. Ella se arrodilló en el suelo para estar a su altura y la miró con dulzura.

—No puedes azotarle la puerta en la cara a las personas, eso está mal, las puedes lastimar—le acarició la mejilla suavemente y le acomodó el flequillo—. Solo intenta no hacerlo de nuevo, ¿sí?

—Si, tienes razón.

—Te lo dice ella y si tiene razón, pero te lo digo yo y te enojas —Boruto se quejó ahora.

—Sarada no me grita —le respondió enojada.

—¡No te grité!

—¡Lo hiciste ahora! —corrió hacia Sarada de nuevo.

Boruto la miró y suspiró. Sarada le respondió riendo mientras abrazaba a Hina.

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—Ya se durmió —Sarada bajo las escaleras y se encontró con un Boruto tumbado en el sofá—, ¿tú también?

—Casi —bostezó y se sentó tocándose el cuello—, fue mala idea quedarme así media hora.

—No sueles dormir en tu habitación muy seguido —le comentó Sarada. Era algo que había notado hace mucho.

—¿Me hace falta, ¿verdad? —se recostó en el respaldo y ella lo acompañó—, creo que hoy me tomaré un descanso.

—Lo necesitas en serio y ya.

—Lo bueno que mañana termino antes mis pendientes —se desanudó la corbata y la lanzó en la mesita de centro—, ¿el jueves tienes algo que hacer?

—Pues, cuidar de Hina, ¿no?

—Es que me tomaré ese día —le comentó en lo que desabotonaba las mangas de su camiseta—, todos los años Hina y yo vamos a un rio que está como a una hora de aquí, es muy bonito, ¿quieres venir con nosotros?

Sarada se sorprendió, pero para su suerte Boruto estaba liado con sus botones del cuello.

—¿No le molestará a Hina? Si dices que siempre han ido juntos...

—Al contrario —la miró con gracia—. Se pondrá mas feliz si estás.

—Bueno —ella se sintió halagada—, está bien.

—Iremos temprano, te marcaré antes de que vaya por ti —tiró de la tela frustrado, seguía sin ceder—. Nunca la volveré a usar.

—Espera —se acercó cuando Boruto apartó las manos, miró fijamente para encontrar la traba—, es que, un hilo se enredó —lo jaló con las uñas y se liberó.

Sarada levantó la mirada y al instante se arrepintió, la mirada penetrante de Boruto en ella, la intimidó hasta sentirse nerviosa y ansiosa.

—Gracias —dijo él.

Sarada disfrutó la manera suave en que sus labios se movieron al hablar, pero lo mejor era apartarse. Tomó su distancia y se levantó.

—Ya es algo tarde —murmuró.

—Lamento que tengas que conducir a estas horas —Boruto también se levantó y la siguió hasta la puerta.

—Descuida, no me duermo tan temprano, no me afecta —Sarada se detuvo antes de salir, le dedicó una ultima mirada comprensiva—, Boruto...

—¿Qué pasa?

Ella no pudo evitar recordar lo de hoy, esas palabras que la dejaron intranquila y, ahora que lo pensaba, Boruto no tenia con quien desahogarse o contarle sus problemas, quizá por eso siempre estaba estresado o sumido en su mundo. Había cosas que Hina simplemente no podría entender y los demás no lo notaban.

—¿Estás bien?

—Es la segunda vez que me lo preguntas —le respondió confundido.

—¿Y tú respuesta sigue siendo la misma? Ahora que Hina no te puede escuchar.

Boruto la miró sorprendido y bajó la mirada de repente.

—Me siento muy cansado —respondió—, tengo más tiempo, pero el trabajo es más pesado.

—¿No puedes contratar mas personal? Para que no tengas que hacer la mayor parte.

—Sí, pero por ahora no —se apoyó en el marco de la puerta—. Es que, cuando Hina era más pequeña, hice un préstamo verdaderamente enorme, no puedo dar el lujo de hacerlo hasta que lo termine. Mi sueldo aumentó y lo hago más rápido, creo que este año por fin lo acabaré. Estoy bien, solo que... necesito un respiro.

—Entiendo que te sientas así, es algo que acabará pronto y tú y Hina podrán pasarle mucho mejor más adelante —dubitativa, se acercó a él—. Pero te esfuerzas mucho y hoy de verdad necesitas dormir más.

Boruto sonrió.

—Le diré a Inojin que vaya temprano.

—Sería mucho mejor —le tocó el hombro dudando si abrazarlo, moría de ganas de hacerlo. Lucia tan necesitado de un abrazo, pero no sabia si era correcto, sus pensamientos eran un lío—. No vivo tu vida para decir que te entiendo perfectamente, pero si puedo escucharte cuando lo necesites, somos amigos ¿no? Y si puedo ayudarte lo haré.

—Sí —musitó.

Boruto miró su mano, hubiese preferido un abrazo, pero lo entendía. Las cosas ya no eran como antes, aún así, estaba muy agradecido porque en los ojos de Sarada no veía pena o compasión, ella no se lamentaba por su vida como los demás.

En su mirada había comprensión y cariño, lo veía claramente a esos escasos centímetros.

—Gracias, Sarada. 






NOTA: 

Cumplí :) jaja

Espero que les haya gustado el capítulo, debería estar haciendo tarea, pero aquí estoy jeje. Aviso de una vez, que mis demás actualizaciones serán después del 10 de Diciembre que es el día donde oficialmente salgo de vacaciones por fiiin. 

Espérenme tantito nomás y continúo. También aviso que editaré la historia en esas fechas, les avisaré si agrego o cambio cosas, pero no creo, solo lo redactaré mejor.

Mil disculpas por tardar de nuevo :( me es muy difícil con la universidad y el trabajo, pero intentaré aprovechar al máximo las vacaciones.

Muchas gracias por leer y sobre todo, esperarme, nos vemos muy pronto <3

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