Capítulo 4
—Para ya, no te muevas —murmuró casi con los labios sellados para que la goma que sostenía con la boca no se le escapara.
—¡Auch! —Hina se quejó y miró a su padre desde el reflejo del espejo.
—Es tu culpa por moverte y pedirme una trenza cuando sabes que no se me dan.
—Es que están bonitas papá.
—Pero son complicadas —miró los tres mechones confundido e hizo una mueca irritado—. Vuelve a retroceder el vídeo, ya me confundí.
—¿Aquí? — preguntó señalando el inicio del vídeo.
—No, adelanta un poco más.
—¿Aquí? Tienes que cruzarlos papá, uno sobre otro.
—Ya sé, olvidé cuál seguía porque me distraes al moverte.
—Es que me jalas el pelo y me duele —soltó un bostezo y se frotó los ojos— ¿Por qué tan temprano?
—Lo siento —Boruto ató la trenza con la goma y le acomodó el flequillo—. Tenemos que salir más temprano para que llegue a tiempo al trabajo. Cuando te consiga una buena niñera podrás levantarte un poco más tarde.
—¿Y tú? —se bajó de la silla para buscar el moño que había dejado junto a su mochila.
—Espero contar algún día con esa suerte —tomó el moño que le dio y lo colocó al final de la trenza.
—Cuando sea grande, yo te haré el desayuno papá.
Boruto sonrió y cargó su mochila en su hombro saliendo de la habitación.
—¿No olvidas nada? ¿Cartulinas? ¿estuchera? —apagó la luz mientras Hina lo seguía.
—Plumones bonitos, cuadernos, hojas de colores, regla, pegamento —continuó recitando—. ¡Lo tengo todo!
—Vamos entonces —dijo cerrando la puerta con llave—. Recuerda que hoy Sarada irá por ti, Hina, por favor, compórtate.
—Si, si, ella me cae bien papá.
Hina, a pesar de su corta edad, también tenía ese instinto humano que le decía o, más bien intuía, que olvidaba algo. Al subirse al auto, repasó de nuevo todo, sabía que su padre iba con los minutos contados y se enfadaba si olvidaba algo, pero por más que intentaba recordar nada le venía a la mente.
"Moño bonito, cartulinas, estuchera, plumones bonitos, cuadernos, pegamento, hojas, estuchera, cartulina..." suspiró rendida, estaban a la mitad del camino, si olvidaba algo, quizá no era tan importante, podía ser un lápiz o goma de borrar. Nada importante.
Miró por la ventanilla abierta y sonrió al ver una mariposa filtrarse cuando Boruto había parado en su semáforo, la siguió con la mirada, quizá tenía miedo y por eso se escondía entre sus pies, revoloteando en sus pantuflas.
"Pantuflas" Hina las miró y luego a su padre que miraba impaciente su reloj— Oh oh...
⊱💛⊰
—Y por eso, papá se enojó conmigo —relató con una mueca de disgusto.
Sarada la miró sorprendida, y al instante intento disimularlo. No creyó que Boruto se llegase a enojar por algo así, él era tranquilo, extravagante... Pero suponía que el ser padre cambia a las personas un poco, o tal vez mucho.
—Seguro no se enojó de verdad... —le sonrió. Buscó las llaves del auto en su bolso en lo que esperaba que el semáforo estuviese a su favor.
—Pero no fue solo mi culpa, papá igual es distraído.
—Eso no lo niego —murmuró intentando no reír. Sarada bajó la mirada sorprendida al sentir la pequeña mano de Hina tomar la suya, ella seguía hablando sobre los errores de su padre, pero inclusive así lo quería mucho, pero al ver sus manos entrelazadas al cruzar por el peatón, un sentimiento de ternura nació en lo profundo de su pecho, dejándola un poco aturdida.
Al entrar al auto la miró, ella no era cualquier niña, hasta ahora lo pensaba seriamente. Hina era la vida de Boruto, el que una vez fue tan cercano a ella. El miedo e inseguridad la atacó de manera culpable, si le pasaba algo, jamás se lo perdonaría.
—¡Tu auto es bonito! —Hina apuntó el colgante de gatito que colgaba del espejo —, papá es muy aburrido con esas cosas.
—¿Si? Tu padre siempre fue extravagante.
—¿Mi papá? —se señaló así misma y negó—. Papá está muy ocupado para pensar en eso.
—Bueno... supongo que, su trabajo es muy complicado.
—¿Y el tuyo también? Eres muy buena doctora.
—Gracias —le sonrió y regresó su vista al frente—. Todos los trabajos son difíciles.
—¿Verdad que si? ¡Mira ahí! —se apoyó en la ventana y Sarada miró había donde ella—. Ese señor también tiene uno difícil, yo no puedo hacer malabares —hizo un mohín de nuevo y arrugó el ceño—. Yo lo intenté con huevos y papá me regañó porque ensucie la alfombra.
La ternura la golpeó de nuevo al recordar los días de rebeldía que vivió con Boruto años atrás, él no se molestaría por ensuciar una alfombra, incluso haría los malabares hasta que le salgan y, ahora que lo pensaba detalladamente, quizá ese Boruto aún se mantenía ahí. Sin embargo, tenía que ser un buen ejemplo para su hija, ella era tan parecida a él en carácter.
Pero también veía la inocencia y amabilidad de la madre de Boruto. Por un momento, se cuestionó que hubiese sido si Hinata estuviese viva... sería una excelente abuela sin duda alguna y nunca hubiese dejado sólo a Boruto, pero había algo que aún era extraño para ella y no encajaba. ¿Qué fue de su padre? ¿Acaso conocerá a Hina? Las dudas eran más y más cada que veía a Hina, pero no tenía respuestas ni las tendría, no era quién para preguntar.
Solo fue una amiga de Boruto.
Ambos eran adultos ocupados como para intentar retomar una amistad de más de seis años.
Después de bajar y poner el seguro al auto, miró a Hina ir de saltito en saltito hasta las puertas del edificio, saludando a cualquiera que se topara en su camino.
—Hola señor encargado de la puerta —le sonrió parándose en puntillas para llegar al mostrador.
—¿Te fue bien hoy, Hina? —dejó un momento las cuentas de los gastos diarios de los departamentos y la miró sonriente.
Hina asintió varias veces y luego si mirada cambió. —¿Cree que papá siga molesto conmigo?
—Estoy seguro que, de tanto trabajar, se le olvidará —hizo una seña de silencio con un dedo y le entregó un caramelo.
—Gracias... —murmuró y sonrió.
—¿Nueva niñera? —miró a Sarada, ella vaciló antes de acercarse.
—Es temporal, supongo.
—El señor Uzumaki me dijo que vendría —abrió el cajón del mostrador y sacó una libreta, pasó unas cuantas hojas y alzó la mirada sobre las gafas que resbalaban del puente de su nariz, y la observó—. Chica bonita, blanca, cabello y ojos negros, joven. Al parecer si es Sarada uchiha ¿me podría mostrar su identificación?
—¿Mi... identificación? —Sarada lo miró confundida—, no cree que... esto tal vez es algo ¿exagerado?
—Pues claro, el señor Uzumaki es muy exagerado cuando se trata de su hija. Su identificación, por favor.
Sarada iba a dar su opinión, Pero decidió mantenerse callada y abrir su cartera para enseñarle que ella era Sarada uchiha.
—Un gusto, Sarada uchiha —le sonrió mostrándo un poco de sus facciones arrugadas—, ahora su huella digital, por favor.
—¿Qué? —se sorprendió a sí misma de alzar la voz.
—Es broma —soltó una leve carcajada y guardó el cuaderno—.Sin embargo, el señor Uzumaki también quería que pidiera eso. Ya sabe, es su única hija, yo también hubiese usado huella digital con mis pequeñas si tuviese plata y claro, solo una hija.
—Definitivamente el señor Uzumaki —repitió con algo de gracia—, es muy... raro.
El hombre sonrió y le entregó la llave del departamento. Sarada caminó con Hina hacia el elevador, no recuerda haber pasado por tanto cuando vino de visita, quizá en la noche es otro el que está a cargo de la entrada y, obviamente, Boruto tiene sus razones para proteger a su hija y ser desconfiado.
—¡Esta es mi casa! —Hina extendió la manos a lo alto al entrar y giró para ver la expresión de Sarada.
Sarada dejó su bolso en la mesita a lado de la puerta y sonrió. —Está más ordenada que la última vez que vine.
Hina, que corría hacia la cocina, se detuvo y la miró incrédula.
—¡¿Viniste antes?!
Sarada se mordió el labio lamentando abrir la boca.
—Tu padre y yo somos amigos, vine aquel día, pero ya era tarde, estabas dormida.
—Papá nunca me dijo —frunció el ceño y al instante sonrió—. Ya sé, lo haré sentir mal por eso para que me perdone por retrasarlo en su trabajo.
Sarada no pudo evitar reír y siguió a Hina. ¿Qué es lo que hacía una niña en la tarde? Ella abría el refrigerador, sacaba vasos de las alacenas e incluso usaba el horno microondas como si fuese algo normal.
—¿Boruto no te prohíbe andar en la cocina? La mayoría aquí es peligroso.
—Pone lo que es malo ahí —señaló las alacenas de arriba—. Además a mis otras niñeras no les importaba que estuviera aquí.
—¿Lo sabe él?
—Si, por eso las despidió. Ellas sólo quieren una cosa y me caen mal por eso.
—¿Qué quieren? ¿plata?
—Igual, pero quieren a mi papá—Hina tomó de su jugo de mal humor—. El es muy bonito y yo soy la única niña en su vida.
Sarada comenzó a entender un poco las cosas. ¿Serán celos de hija?
—A ti no te gusta mi papá, ¿verdad?
—No, no, claro que no —negó de inmediato—, solo somos amigos.
Hina la miró por unos segundos con ojos entrecerrados y después sonrió.
—¿Me prometes que no te va a gustar mi papá?
—¿Prometer? —la miró confundida. Era una niña después de todo.
—Por la garrita —Hina le extendió el dedo meñique con una mueca.
—Va, por la garrita —Sarada entrelazó su meñique con ella y Hina sonrió de nuevo—. Ven, Te mostraré todo.
Sarada se dejó guiar por su pequeña mano. Solo conocía la sala y cocina. Le pareció curioso que la oficina de Boruto quedara justo en frente de la entrada, no había notado esa puerta.
—Esta es la oficina de mi papá y es muy fea —miró con desagrado los colores oscuros.
Sarada admitía que trabajar en un lugar así quizá era fatigante, pero bueno, intentó buscar un motivo y nuevamente, era el tiempo. Lo único que resaltaba en la habitación, era la foto de Hina en ese portaretrato en el escritorio. Pensándolo bien, no habían más fotos en la casa, era la primera que veía.
—El baño está a lado, pero no importa —ella salió de la oficina y fue con emoción a las escaleras— ¡Ven a ver mi pieza!
—No corras en las escaleras —la siguió y, al llegar al pasillo, corroboró lo de las fotos, no había ninguna colgada en el pasillo.
—Esta es de mi papá —abrió la puerta dejando ver una habitación sencilla, al menos tenía blanco en lugar de marrón.
—Que yo recuerde tu padre no era tan ordenado.
—Pues solo entra a dormir y buscar ropa —cerró la puerta y caminó ansiosa a la siguiente— ¿estás lista?
—¿Para...?
—¡La mía! —abrió la puerta y el color amarillo golpeó a Sarada.
Ella miró boquiabierta. Todo era amarillo o de tonos similares, había un poco de blanco, pero no hacía falta preguntar su color favorito.
—¿Verdad que es bonita?
—Muy alegre y llamativa —Sarada corrió las cortinas y cuando la luz se derramó en la pieza, todo lucía más cálido.
—¿La tuya cómo es? —preguntó curiosa—. Apuesto que roja.
—¿Roja?
—Papá me dijo que es tu color favorito.
¿Si? Se cuestionó a sí misma, no lo había pensado bien, aunque ahora que recuerda, su pieza tenía rojo vino y beige.
—Bueno, ¿y qué haces en tu día?
—En un rato deben subir la comida, después tengo que hacer mi tarea y bañarme...
—¿Por qué no te bañas primero y después haces la tarea?
—Es que después del baño tomo siesta —Hina rio—. Después juego un rato y espero a que venga papá.
Sarada casi nunca cuidaba niños, pero admitía que si era cansado. Hina ya tenía seis años, ¿y cuándo era una bebé? ¿cómo le hacia Boruto? Cuidar un bebé es más cansado.
Aunque con Hina, el tiempo si pasaba rápido, el almuerzo pasó volando, las tareas no fueron tantas y, al final, Hina no se bañó después, estaba tan emocionada que le enseñó cada uno de sus juguetes y para que sirven o como los usan, inclusive sus nombres. Cuando la hora del baño llegó, se sintió mal al verla agotado, era una niña, tenía horario y había dejado que los rompa.
No se sorprendió para nada cuando ella también tomó la siesta.
⊱💛⊰
Sarada disfrutó la sensación de estirarse en la suavidad de la cama. Un día más. Puso la mano de inmediato frente a su vista para que los rayos del sol no choquen en su cara, pero no habían.
Estaba oscuro.
Recapacitó cuando sintió un peso en su pecho, se reincorporó un poco y encontró a Hina acurrucada a ella.
Sarada jadeó y miró la habitación; seguía ahí. Miró su muñeca y el corazón casi se le sale al ver que apuntaba las doce con quince, habían tomado la siesta a las seis. ¿Cómo pudieron dormir tanto?
Con cuidado, movió a Hina, quería quedarse, pero no sabía si Boruto había llegado.
Se levantó aturdida, sentía como si se hubiese reiniciado el día, ahora recordaba porque no tomaba siesta seguido. Bajó a la planta baja y notó todo igual como lo habían dejado, pero la chaqueta colgada en el perchero le dio a entender que Boruto ya había llegado.
Podía estar en su habitación, pero prefirió ver en la oficina primero. Abrió despacio la puerta, con cuidado de no hacer ruido.
Boruto estaba ahí, miraba el ordenador y tecleaba muy rápido, el sonido de las teclas era lo único que se escuchaba. Él estiró la mano hacia su taza, quizá era café, dio un sorbo echándose hacia atrás en su silla.
Sarada observó como la miró asustado y tocó su pecho mientras tosia.
—Lo siento.
—Está bien, se me olvidó que seguías aquí —dejó el café y se levantó para buscar una servilleta.
—¿Acabas de llegar?
—No —miró su reloj y se secó los labios—, hace como una hora.
—Lamento quedarme dormida, sabía que no debía tomar siesta.
—Pensé en despertarte, pero igual corría el riesgo de despertar a Hina, después no querrá dormir.
—Bueno, creo que... mejor me voy antes de que sea más tarde.
—¿No quieres quedarte? —Boruto la miró preocupado—. Ya es tarde para que conduzcas, si no estás cómoda en la habitación de Hina puedes ocupar la mía, no tengo otra, lo siento.
—Pero... ¿y tú?
—Cuando uno está cansado hasta el auto es cómodo —Bromeó y miró de nuevo su reloj—. Saldré en un rato para revisar unos programas.
—¿A esta hora? —lo miró sorprendida.
—Así mañana estaré libre cuando Hina vuelva de la escuela.
—Boruto...
Él se tocó la barbilla pensativo.
—Mejor usa la mía, Hina ya debió ocupar toda la cama.
—¿Estás seguro? Luces cansado.
Boruto asintió cuando cerró la computadora portátil y la guardó en su funda.
—Me mandas el número de tu tarjeta para que te...
—No —le interrumpió—, esto fue un favor.
—Los favores se pagan.
—Pero incluso me divertí después de tanto con tu hija, no es necesario, de verdad.
Boruto hizo una mueca, una tan similar a la de Hina.
—Te dejaré el efectivo en tu bolsa cuando menos te des cuenta.
—¿Ya cenaste? —le preguntó al ver que recogía sus cosas—, no te vayas sin comer.
—Tomé un café, con eso aguanto.
—Acepto que me pagues si me dejas prepararte algo.
—No voy a pagar porque me des verduras en un tupper —Boruto rio y Sarada contempló su risa, hace mucho que no la escuchaba.
—Quince minutos, te prometo que no serán verduras.
—Bueno —Boruto dejó sus cosas en un lado—, igual me quiero bañar.
⊱💛⊰
Boruto miró malhumorado a sus amigos, ahora podría estar durmiendo tranquilamente.
—¿Quién fue el idiota que programó mal?
—¡A todos se nos puede olvidar un punto y coma! —se quejó Inojin.
—Ya comencé a arreglarlo —dijo Shikadai—, mejor come, se ve que andas muerto.
Boruto miró sin apetito la pizza, siempre comían eso, era comida rápida. Tomó su mochila al recordar que Sarada le había preparado algo.
—Aww ¿Hina te preparó cereal con leche? —Lo molestó Inojin al ver el tupper.
"Que no sean vegetales, ni frutas"
Lo abrió el aroma que inundó la habitación, despertó su apetito.
Era una hamburguesa casera, de esas que su madre le preparaba con tal de que no comiera con tanto picante a la salida del colegio.
—¿Nos vas a invitar?
Boruto le dio un mordisco y negó.
—¡Ponte a corregir esa cosa mejor!
—Eres un egoísta.
Dejó que el sabor de extendiera en su boca, eran mejor que las del local en el que había ido antes. Los recuerdos lo cubrieron con nostalgia, demonios, extrañaba bastante a su madre.
Su móvil vibró en su pantalón y lo sacó, deslizó el dedo en el táctil, era Sarada, le había enviado el número de su tarjeta.
.
.
.
NOTA:
Después de tanto tiempo x"d sigo viva e intentaré seguirlo más 👀
¡Los adoro y gracias por leer! 💛
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top