capítulo 2.

Letra normal es la actualidad.

Cursiva son recuerdos.

"cursiva con comillas son pensamientos" 

—cursiva con un guion antes y después es un dato de recalcar o hacer conocer— Ejemplo; ella lo miró enojada por su ropa—tenía solo seis años—no le gustaba para nada lo que veía.

¡No hay solo BoruSara, leer bajo su riesgo!

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Boruto no sabía si sentirse estúpido, avergonzado o quizá ambos. La mirada enojada de Sarada fue como una bofetada hacia la realidad.

—Lo siento. — soltó sin saber exactamente la razón. ¡Le cerraste la puerta en la cara! —pasa.

Se hizo a un lado y ella parecía confundida, incluso incómoda, pero dio pasos inseguros hacia dentro.

—Lo lamento en serio. —Boruto cerró la puerta y se apresuró a recoger su chaqueta que había tirado en el suelo en lugar del perchero. — No pensé recibirte, creí que estaba alucinando.

—Me doy cuenta.

Sarada dio un rápido mirón. La sala era grande, se imaginaba a una Hina corriendo de ahí para allá y le resultaba increíble que a pesar de ello estuviese ordenada. El pequeño comedor estaba a un costado, solo había dos sillas y un poco detrás, la barra en "c" de una cocina donde no pudo evitar distinguir un vaso con hielos y bebidas a un lado. Sabía que el olor a alcohol no lo había imaginado y ahora que miraba bien las cosas, parecía el departamento de un hombre soltero que el de un padre y una niña pequeña.

Ahora entendía porque Hina decía que su padre era muy aburrido cuando ella había conocido a un Boruto extravagante. La habitación era café, beige y muebles de cuero.

"Papá necesita ser más colorido"

Vaya que sí, pero... Boruto siempre fue la luz que le daba vibra a todo. ¿Cuándo se apagó? O, mejor dicho, ¿Quién lo dejó en ese mundo monótono y apagado?

—¿Ocurre algo con Hina?

La voz de Boruto la hizo volver, él estaba recargado en la barra con una mirada preocupada. Sarada lo entendió, ella era la médica de su hija, esa era el único motivo por el que vendría, por su hija y nada más.

— No... Ella está bien. —Boruto suspiró y sonrió, lucía más relajado. Darle el pésame por la muerte de su madre iba a ser como un recordatorio... —pero... ya no podré ser más su médico.

Sí, ese era un tema que justificara su visita.

—¿Por qué? — preguntó sorprendido.

— Tuve problemas con mi jefe... por lo que renuncié.

Boruto frunció el ceño y tomó de nuevo su vaso. — Los jefes son una mierda, Me encantaría poder renunciar también.

Pero no puedes, Hina depende de ti.

Sarada sintió un poco de ternura en el corazón. Boruto siempre hablaba como un gran soñador, diciendo que sería famoso con sus poderes computacionales, que jamás trabajaría en una empresa donde tenga que vestir traje porque era aburrido, que iría de viaje por todo el mundo...

Boruto pudo a ver seguido con esos sueños, pero los dejó atrás por su hija. Ese chiquillo que la sacaba de quicio era un hombre responsable ahora. Un niño no era fácil de cuidar, sobre todo cuando era padre soltero.

— Hina se deprimirá, le gustas mucho, de hecho, Me hizo un berrinche para ir a verte hoy, creo que quería decirte algo.

—¿Fueron en la noche? Ya me había escapado de ahí.

—Sí.

—Vale, por el momento no tengo trabajo, pero si se enferma o le ocurre algo no dudes en llamarme vendré en seguida. — iba a meter la mano en su bolsa por su tarjeta de teléfono, pero lo dejó en el auto.

Boruto lo notó y regresó al perchero, siempre tenía un bolígrafo en su chaqueta.

—Ten. — le tendió la pluma y una hoja, Sarada escribió su número y se la devolvió.

Sarada ahora se sentía incomoda, ¿vino a su casa para decirle eso? No, claro que no, pero ahora no podía decirle de su madre. Boruto sintió la tensión, era Sarada, fue su amiga alguna vez y compartieron varios almuerzos, no había razón para sentirse así.

—Para ser honesto — con el vaso rozando sus labios, saboreó el sabor. —, no te reconocí cuando te vi en el hospital. — abrió los ojos de repente y se volteó hacia las bebidas —¿quieres un trago? Creo que ambos tuvimos un mal día.

Sarada dudó. Embriagarse con Boruto no estaba en sus planes.

Él la miró arrogante. — disculpa, no tengo bebidas para chicas... estas son... ya sabes, fuertes.

Sarada enarcó una ceja desafiante y dejó su pena de lado, le arrebató el vaso que había tomado para servirle y lo llenó de... ¡No tenía idea! Pero lo tomó de un trago frente a él.

En otra ocasión hubiese vomitado, no era de beber, pero disfrutó la manera en que el tequila quemó en su garganta, fue como si sus problemas se derritieran y se adentrara a un mundo relajante.

—Diablos, Sarada. — Boruto la miró perplejo. — me hubieses dejado que le ponga hielo al menos.

—No, se sintió bien así. — dejó el vaso y Boruto le sirvió otro tanto. —¿A qué te refieres con que no me reconociste?

—Cambiaste tu cabello y en el hospital no tenías lentes — ahora los tenía, eran similares solo que un poco delgados.

—Es que se me rompieron — dijo con algo de pena. — y el cabello solo lo dejé crecer.

—Vale, hace mucho que no nos veíamos.

Sarada le dio la razón. — yo igual me sorprendí cuando te vi de nuevo, no pensé que tuvieses una hija... — Sarada quiso morderse la lengua tan fuerte como castigo, ¿cómo pudo haber dicho algo así?

—Las cosas pasan — le sorprendió con la naturalidad que habló mientras se servía mas hielo, parecía no importarle, pero no era muy propio preguntarle por qué o quién es la madre de su hija. — Hina se ha adueñado de mi vida.

¿Acaso era el efecto del alcohol? Boruto lucía tan relajado que, si le preguntaba, estaba segura que le contestaría y, ¿a quién quería engañar? Chou le había pegado lo chismosa, quería saber muchas cosas de su vida, sobre todo de Hinata, pero con su estado, era mejor no mencionar nada.

—Todos me dicen lo mismo. — murmuró mirando el fondo de su vaso — ¿acaso está mal tener una hija?

De acuerdo, el alcohol si le había sentado. Ahora podía ver claramente a ese Boruto solitario del que Hina le había hablado. Siempre decía que él estaba solo, pero no le creía, Boruto siempre había tenido amigos colgando detrás de él, pero ahora entendía a que se refería la pequeña.

—Claro que no. — Sarada bebió el ultimo trago y cerró la botella. Había sido suficiente alcohol. —debe ser lindo, alguien que te ama de verdad y, — Sarada lo miró — sabes que alguien te está esperando y al llegar no estás solo.

Boruto miró sus manos cuando Sarada apretó suavemente la de él.

—Yo solo tengo un gato que me ignora al llegar — Sarada soltó una leve carcajada.

Boruto la observó mientras ella tenía la vista en el vaso. El cabello de Sarada tan negro y lacio, caía acariciando el bonito suéter tejido rojo que traía, por un momento su imagen se distorsionó, la gentil sonrisa en sus labios se coloreó de un rojo intenso mientras llevaba unos mechones detrás de su oreja, luciendo tímida y con muchos secretos ocultos en esos ojos verdes.

Ojos verdes aceituna, con un bonito gris formando un espectáculo.

—Hey...Boruto...

—¿Boruto? — Sarada lo miró confusa. Él parecía asustado, bebió de golpe lo que le quedaba en el vaso y suspiró.

—Creo que... he bebido mucho...

—Deberías descansar. — dijo ella y Boruto asintió.

—Espero que encuentres un trabajo pronto — se levantó y caminó hacia la puerta — gracias por la visita y, no te preocupes, en el fondo tu gato te ama.

—Solo porque lo alimento. — murmuró indignada. Cuando dio un paso fuera del departamento pensó seriamente si debería darle el pésame, no sabía cuando lo volvería a ver.

—Boruto/—Sarada.

Ambos se quedaron callados.

—Tú primero. — dijo él y Sarada negó.

—En serio, es mejor que seas tú.

Boruto pensó en insistirle, pero sabía que con ella era inútil pelear.

—¿Tienes como irte? Puedo llevarte...

—Vine en auto, gracias — ella sonrió. No quería mostrarse sorprendida, el Boruto del pasado nnca le hubiese ofrecido llevarla, quizá porque ella no hubiese aceptado.

—Ahora tú.

Sarada abrió la boca encontrando las palabras adecuadas. ¿Cómo decirle algo así? Su madre había fallecido y parecía no tenerlo presente en ese momento, odiaba tener que recordárselo, pero tenía que hacerlo, no podía ignorar la muerte de Hinata.

Se acercó a él notando los muchos centímetros por los que la había rebasado, quizá más de una cabeza, pero agradecía tener tacones y que Boruto no esté erguido. Boruto miró dubitativo como Sarada apoyó la mano en su hombro y cerró la distancia con un abrazo.

—Lo lamento tanto, Boruto.

Solo bastó un segundo para entender el porqué. Sintió el vacío enorme llenar su cuerpo tal y como ese día.

Tan frio y oscuro.

El cuerpo de Sarada era cálido y reconfortante, hacía mucho tiempo que una mujer no lo abrazaba, no de esa forma intima, compartiendo un sentimiento, aunque fuese de dolor.

Hacia mucho tiempo que no sentía esa clase de compañía.

Los brazos de Sarada le hicieron darse cuanta de lo solo que estaba, tenía a su hija y la amaba, alegraba sus días, pero, aun así, daría lo que fuera para que su madre le tomara el rostro con ambas manos y le dijera que todo estará bien, aunque su mundo se esté despedazando.

Como si Sarada leyera su mente, sin separarse tomó su rostro con ambas manos, acunando sus emociones, recordó ver a Hinata hacer aquello cuando él se sentía frustrado por alguna tarea o problema.

¿Quién volvió ese azul vivo en uno opaco y triste?

No le sorprendió sentir húmedas sus mejillas, el dolor estaba dibujado en su ser. Boruto cerró los ojos intentando recordar el color perla con amor en una mirada. Le dolía, le dolía que día tras día, ese color se iba deteriorando y desapareciendo de sus recuerdos.

Le dolía cerrar los ojos y encontrar el color negro y vacío, sin sentimientos. Quería escapar de ese mundo y como el cobarde de siempre, huyó de su culpa y abrió los ojos, encontrando de nuevo la oscuridad.

Los ojos de Sarada no eran grises, ni verdes ni azules, ni siquiera marrones, eran negros. Negros como la oscuridad, pero de algún modo, había sentimientos y un sincero cariño.

El cariño de Sarada era más real que todas las promesas de Alicia.

—Todo estará bien, Boruto.

Boruto puso su mano sobre la de ella y sonrió —Gracias.

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—¿Lo sientes?

—¡Woo! Se movió, ¿eso está bien?

Rio, con suavidad y cariño. —Claro, eso quiere decir que quiere venir, pero aun no es tiempo.

—¿Estás segura que no quieres saber su sexo? Yo no creo poder esperar tres meses...

—Quiero que sea sorpresa ¿tú que quieres que sea? La mayoría de los hombros prefiere un niño.

—Quiero una niña.

—¿Niña? Las mujeres somos difíciles ¿sabes? Zapatos, vestidos, accesorios... — dejó caer su cuerpo hacia atrás siendo recibida por los brazos de Boruto.

—Eso no me importa — unió sus manos sobre su vientre. — una niña seguro heredará la belleza de su madre.

—¿Desde cuando te volviste tan romántico? — acarició su mejilla.

—No lo volveré a ser... — desvió el rostro avergonzado.

—No, no, me gusta — se levantó y rodeó su cuello con sus brazos — te quiero.

—¿Solo eso? — Boruto se dejó caer lentamente en el colchón y observó como sus cabellos negros caían como una cortina, privando al mundo de su amor.

Ella sonrió y acarició su mejilla. — Te amo.

—Y yo a ti.

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Boruto tocó sus labios, sintiendo como sus besos aun quemaban con pasión y amor, revolviendo sus sentidos y regresándolo a ese mundo donde era feliz con ella en sus brazos.

Pero su adiós aun estaba vivo en su corazón, era como una apuñalada recordándole que debía olvidarla y dejar de amarla, pero parecía que su propio corazón jugaba con él, un día la amaba y otro la odiaba.

¿Dónde estarás Alicia? Parecía que la tierra se la había tragado, era verdad que no podría perdonarla, pero se merecía una explicación, una razón para justificar el hueco en su corazón.

—¿Papá?

Boruto miró hacia la puerta cuando la luz se adentró al igual que la voz de su hija. Se sentó de inmediato cuando divisó el brillo del miedo arremolinarse en sus ojos. Caminó hacia ella y Hina se abrazó a su cuello adormilada.

—¿Otra vez ese maldito monstruo esta molestando a mi hija?

Su sollozo fue una respuesta, Boruto la acunó en sus brazos y caminó hacia la cama acostándose con ella. Hina se acurrucó en su pecho y Boruto cerró los ojos sintiendo la paz que solo ella lograba darle, su manita aferrada en su camiseta era como el curita a su adolorido corazón.

—Tengo miedo. — murmuró apegándose más a su padre.

Boruto acarició su cabello. — no vendrá aquí.

—¿Lo prometes?

—Sí, tengo un anti monstruos en mi cuarto, es una barrera invisible que no cruzará.

—¿Por qué yo no tengo una? — se quejó.

—Mañana le digo al señor mágico que instale una en el tuyo. — Boruto sonrió.

—¡Mejor en toda la casa!

—Vale, a dormir.

—Papá...

—Ya me dormí.

Boruto rio al sentir su pie golpear su rodilla.

—No te vayas, papá. — Hina lo abrazó y suspiró cayendo en el sueño segundo tras segundo.

Boruto besó su coronilla y la abrazó. —No me iré, lo prometo.

—No me iré, lo prometo, Boruto.

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NOTA:

Lamento si odiaron leer esa parte😟 pero les dije que pasaría y eso, que fue lo menos doloroso, pero vale, les prometo que vale la pena. ¡Gracias por leer! los adoro queridos lectores 😁😊😙💛

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