Capítulo 13

Los vecinos de la señorita Uchiha, se asomaban afuera de su puerta al escuchar el tremendo llanto que no cesaba, para ellos era extraño, ella era una mujer silenciosa e incluso podían jurar que ese departamento estaba abandonado porque no la veían seguido.

Mientras atento, adentro, Hina no dejaba de llorar mientras Sarada corría deprisa por el curitas y cremas a su habitación.

—¡Te dije que no toques el horno! —Boruto sumergió la mano de Hina en el agua—, pero no... ¡pareciera que te dije tócalo!

Hina quería defenderse, pero solo pudo llorar más fuerte.

—Fue un accidente, está bien —Sarada se acercó con un paño para limpiar su mano, estaba roja, y era de esperarse con lo caliente que estaba el horno—, con esto te dejará de doler, solo es el ardor ¿sí?

Hina asintió intentando contener sus sollozos mientras Sarada le aplicaba con cuidado una crema para quemaduras, Boruto solo pudo suspirar.

—¡Fue tu culpa! —miró con recelo a su padre.

—Yo no te puse la mano ahí.

—Pero... pero dijiste que no lo toque —volvió a llorar.

—Si, y justamente por eso no debías hacerlo —le retó.

—Porque me lo dices si sabes como soy —extendió los brazos para que Sarada la cargar y le sonrió con burla a su padre cuando lo consiguió.

Sarada siempre la consentía.

—Está bien, es mi culpa —rodó los ojos—, perdóname.

—No, no quiero —le dio la espalda, abrazando a Sarada.

—Hina... —dijo con esa voz suave que Hina quería tanto—, debes obedecer a tu papá, eso pudo ser peligroso, fue una quemadura leve, pero si hubiese estado abierto, pudo ser muy grave y más doloroso.

—Bueno —observó a su padre de nuevo—, te perdono, papá.

—Gracias —dijo con ironía.

—¿Ya podemos comer pizza? —le rogó a Sarada y esta abrió la boca con terror.

—¡La pizza! —intentó acercarse, pero con Hina en brazos no le fue posible.

—Yo la saco, no te preocupes —Boruto se acercó al horno y lo abrió.

Sarada se movió con Hina hasta la barra de la cocina para sentarla sobre esta—. Solo ten cuidado, los guantes están...

—¡Me lleva la...! —Boruto se mordió los labios, conteniendo el insulto y las lagrimas mientras sostenía con fuerza su mano derecha.

Sarada volteó de inmediato y como imaginó, los guantes estaban a un costado de él, en lugar de estar en sus manos.

—¡Papá, eres un descuidado!

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—Bien —Sarada apoyó las manos en la barra, observándolos a ambos con el ceño fruncido—, ustedes dos tienen prohibido acercarse de nuevo a la cocina. ¡Vayan al comedor y esperen ahí!

—Vez, la hiciste enojar papá —murmuró Hina tomando su lugar a lado de su padre.

—Nah, nah, nah, hicimos —hizo énfasis en lo último—, no me quieras tirar toda la culpa.

—Pero tú más —Hina se defendió. Hubiese querido pelear mas con su padre, pero estaba seguro que él también estaba adolorido, los dos se sentían como gatos regañados—, ¿te duele mucho?

—Ya se me está pasando, ¿y a ti?

—Tantito —hizo la seña con sus dedos y después miró los de su padre cubiertos de curitas—, ¿por qué tienes más?

—Yo toqué directamente la bandeja —se lamentó, nunca había tenido un accidente como este al cocinar, su distracción había sido demasiada.

—¡Ay, papá! —Hina negó con la cabeza.

—A pesar de los inconvenientes quedó muy bien para ser casera —Sarada intervino ala cercarse con la charola, el aroma que desprendía era exquisito y las quemaduras parecieron pasar a segundo plano.

—¡Esta bonita! —Hina se acercó, pero no lo suficiente porque Boruto se lo impidió.

—Está caliente todavía.

—La pizza solo duele sino se come —frunció el ceño.

—Toma —Sarada tomó un trozo y lo dejó en su platito—, solo sóplala un momento.

—¿Puedo comer con señor ave? —tomó el plato con emoción.

—Sí, solo recuerda no darle o le hará mal.

—¡Entendido! —dijo con seriedad haciendo un saludo de soldado. Después tomó con cuidado su plato y corrió hacia el gato que esperaba paciente su compañía en la mesita de la sala.

—Acaso escuché mal o... ¿tu gato se llama señor ave?

—No preguntes y come —le dio un plato, avergonzada.

Boruto solo soltó una suave risa y tocó las orillas de la pizza para ver que tal caliente estaba, no era tanto como el ardor de su mano.

—¿Se calmó un poco? —preguntó Sarada dándole un suave soplido a la rebanada que había tomado.

—Si, he tenido quemaduras peores y cortadas —sintió un escalofrío al recordar esos días dolorosos, definitivamente prefería programar.

—¿En serio? No veo que tengas cicatrices —les echó un vistazo rápido a sus manos.

—Ya tiene varios años —Boruto levantó la mano que no estaba llena de banditas y se la enseñó. Sarada pudo ver los leves raspones en sus dedos, eran muy tenues y no se notaban a simple vista—, solo esta se nota mucho.

Corrió su manga y le enseñó una en su antebrazo, era como de siete centímetros y Sarada solo pudo imaginar la cantidad de sangre que pudo salir ese día, para el tipo de cicatrizado, debió ser muy profunda.

—Dios... ¿qué te pasó? —lo tocó con cuidado, como si temiese lastimarlo.

—Ya no me duele —rio al ver su expresión—, fue de cuando trabajé en un restaurant al salir del instituto. Los cuchillos son muy filosos...

—¿Trabajaste en uno? Con razón se te da bien la cocina, aunque... con lo ultimo no me dejaste tan convencida —se refirió a la quemadura.

—Estaba distraído —se justificó—. Y si, solo fue unos meses, pero pude aprender lo básico.

—¿No te gustó o desde un inicio planeaste que fuese temporal?

—Mmmm, era muy pesado el horario y por mi carrera solo podía trabajar medio tiempo.

—Es una lástima, tienes buena mano para la cocina —era de las mejores pizzas que había probado, el pan era muy suave y al mismo tiempo tenía una sensación crujiente.

—Mis manos no son solo buenas para eso.

Sarada sintió que la pizza se le hizo difícil de tragar y no pudo evitar toser un poco. ¿Eso había sido doble sentido? Dirigió la mirada apenada hacia él, quien parecía ignorante a sus propias palabras.

—Se programar, dibujar, y también aprendí a tejer por una actividad que tuvo Hina en la escuela una vez —le dio un mordisco a su pizza con tranquilidad.

—Oh, si... me imagino que sí —dándole un sorbo a su bebida, fue incapaz de mirarlo fijamente de nuevo.

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Sarada salió del baño sintiéndose mas relajada, el agua caliente siempre era bien recibido con el clima que solía hacer normalmente. Se ató bien la bata de noche y encendió la secadora para intentar controlar el goteo de su cabello.

Ella podía escuchar la voz adormilada de Hina en la otra habitación y, con ellos, la voz de Boruto. Había notado que, cuando no se andaban peleando, su voz era muy suave con ella, una muy cariñosa que le causaba mucha ternura. Fue entonces cuando Sarada comenzó a divagar e inconscientemente, se comenzó a preguntar como sería en otras situaciones.

Comenzó a tener cierta curiosidad de conocer mas de él y eso le asustaba un poco, pero no tanto como el toque repentino a su puerta.

—Adelante —apagó el secador y tomó el peine para comenzar a acomodar su cabello.

—¿Me podrías prestar de nuevo la crema? Siento que mi mano se va desintegrar —dijo con una mueca de dolor, sujetando su mano.

—¡Si! Perdón, me olvidé de dártela, si te mojas volverá a arder —se acercó a su escritorio donde la había dejado y le hizo una seña a Boruto para que se acerque—. ¿A Hina no le volvió a doler?

—No, le gusta dramatizar a veces.

—Y tú terminaste herido de verdad —la colocó con cuidado y extendió la mano para alcanzar las banditas—. Lo más probable es que te dure hasta mañana el malestar, ¿crees que te perjudique en tu trabajo?

—Es la derecha, pero solo tengo juntas mañana y entro tarde así que tendré un poco mas de tiempo.

Boruto veía con decepción como Sarada terminaba de ponerle la ultima bandita, eso solo significaría su lejanía y el deseaba que sostuviera su mano un poco más, lo suficiente como para sentirse fuerte de nuevo.

Sarada le dio un suave apretón antes de soltarlo y voltearse para guardar las cosas. Ella le decía algo, quizá los cuidados que debía tener para no lastimarse más, pero no podía prestar la suficiente atención como para entenderle, sus sentidos se distrajeron con la bata que era muy sencilla para su gusto, parecía muy suave... bueno, lo era, era un hecho demostrado por lo bien que delineaba su figura. Cuando ella volvió, rompió el contacto para mejor centrarse en la brisa que removía las cortinas.

—Tienes una bonita vista —dijo, mirando las luces de la ciudad iluminar el paisaje, no era algo molesto, era muy atrayente, dejaba ver la silueta de las montañas de fondo.

—Si, es lo que más me gusta, aunque aun tengo el deseo de tener una casa completa —se acercó sin dejar de cepillar sus cabellos.

Necesitaba distraerse con algo y no centrar toda su atención en él... y es que era complicado. Boruto tenia una apariencia mas seria y sofisticada con traje y casi siempre lo encontraba así, pero ahora, con esa camiseta sencilla y el cabello húmedo y revuelto, le daba un aspecto mas relajado y atractivo.

No podía engañar tanto a su cabeza, era consciente de que comenzaba a verlo de esa forma y lo único que podía hacer, era cepillar mas fuerte su cabello.

—Yo también, estaba pensando en comprar una el siguiente año, Hina siempre ha querido un jardín y mascotas, en el nuestro no esta permitido.

—Me lo ha mencionado mucho, dice que quiere la fachada amarilla.

Boruto rio, sorprendiéndola una vez más.

—Me arrepiento tanto de haberle comprado ese pato —se cubrió el rostro.

—¿Pato? —le miro con curiosidad. Siempre se había preguntado porque Hina se obsesiono con ese color.

—Si, cuando era bebé trabajaba todo el tiempo, odiaba tener que dejarla con niñeras siendo tan pequeña, pero no tenía otra opción —lamentó tanto recordar esa época cuando creía que esos días terribles nunca acabarían—. Y el primer juguete que le compré yo fue un peluche de un patito que hablaba, lo hice con la intención de que no se sintiera sola, pero terminó amando ese color. Una vez le compré un oso rosa y lloró tanto que los vecinos querían demandarme por maltrato infantil.

—No me puedo imaginar a una Hina de bebé —suspiró, apoyando sus brazos en el balcón.

—Tengo fotos, ¿quieres ver?

Sarada asintió seguidamente, solo había visto una foto donde parecía tener cuatro años y su corazón iba a ceder ante tanta ternura. Ella se acercó a él, lo suficiente como para mirar su móvil y también la mueca que hizo al ver tantas llamadas y mensajes sin contestar.

—Si mañana te llama un numero desconocido, soy yo, me compraré otro —le avisó.

—Prometo mantenerlo confidencial —Sarada no pudo evitar sentirse un poco privilegiada, pero de inmediato ahuyentó esos pensamientos, era como si quiera competir y no le gustaba en lo absoluto. Eso seria algo que Chou haría, no ella.

—Aquí está —le entregó el móvil—, no es por presumir, pero fue de esos bebés que son bonitos al nacer.

Sarada rio, pero le dio la razón de inmediato. Hina era la bebé mas preciosa que había visto, y eso que era doctora, había visto miles de bebés, y ninguno tenía esos rasgos tan suaves y delicados ni mucho menos esa mirada tan cautivadora.

Admitía que su madre era bonita. Al principio pensó que eran solo en fotos, pero en persona, aunque hubiese deseado nunca verla, parecía una modelo salida de revista, pero aun así... la carita de Hina le era conocida de otra persona; la madre de Boruto.

Quizá era porque Boruto se parecía mucho a su madre en rasgos faciales, Hina habrá heredado eso y sumado con el flequillo recto que siempre la acompañaba, le era muy parecida.

—Si mis hijos no son así, no quiero nada —bromeó.

—Dudo mucho que tus hijos sean feos —Sarada no solo era muy guapa, sino, que su familia tenía un historial de genes que definitivamente, cualquiera desearía—, al menos que escojas mal al padre.

—No me sales... —continuó pasando las fotos, encontrando diferentes situaciones en las que cada vez más, su corazón moría de dulzura—. Me hubiese gustado conocerla así.

—Aun estas a tiempo de ser su madrina de otro evento importante. Estoy seguro que te elegirá en todo.

—Es que es imposible no quererla y... —la vibración del móvil le interrumpió, era el mismo numero insistiendo.

Sarada le tendió el teléfono a Boruto y él lo tomó y cortó la llamada.

—Tiraría el teléfono desde aquí, sino fuesen por las fotos.

—Piensas... ¿hablar? —se animó a preguntar.

—Tengo que. —guardó el teléfono en su pantalón y se apoyó de la misma forma que Sarada, pretendiendo que la brisa fresca se llevara sus preocupaciones.

—¿Crees que haya regresado por ella? —Sarada sabía que eso era lo que temía Boruto.

—No lo sé, si es así, será un problema más. Hina no la querría ver ni en pintura.

—¿Problema más...? —le llamó la atención en la forma en la que lo dijo, como si eso no fuese lo peor.

Boruto quería llorar de frustración y enojo, Aly había arruinado su día, pero no eso era lo que le molestaba, sino, sus acciones del pasado y lo torpe que había sido como para dejarse manipular de tal modo, estaba seguro de que Sarada lo regañaría.

—Hice muchas estupideces cuando estaba con ella.

No visitar a su madre era la más grande, peor había una después de esa, bueno... varias, pero esa era la que judería todo.

—¿Es muy grave? —murmuró.

Boruto no respondió, se quedó quieto, como si estuviese buscando las palabras mas certeras y cortas para explicarle todo.

—Legalmente, sigo casado —dijo, sin atrever a mirarla—, y por bienes compartidos.

Sarada no dijo nada, no se le ocurría nada, solo podía agradecer por estar sostenida en el balcón o estaba segura que flaquearía en cualquier momento.

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¡Nos leemos pronto, gracias por leer! 

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