Capítulo 11

La habitación de Hina, incluso en días lluviosos, cuando las nubes cubrían todo de gris, siempre lucia lustrosa y brillante. Sarada había notado eso, quizá era por el tapizado amarillo en todas partes, pero ahora, con solo escuchar su suave llanto, todo parecía oscurecerse.

—Hina... —habló con dulzura, moviendo el pequeño bulto cubierto de mantas—, tranquila por favor. ¿Quieres hablar? No podemos hacerlo con todo esto encima.

—No quiero —sollozó.

Sarada suspiró, no porque le pesara la situación, ella realmente estaba desesperada. No era muy buena consolando niños y le rompía el corazón escucharla llorar sin poder hacer nada, todos sus intentos parecían fracasar.

Eso solo le llevaba a pensar que Hina en verdad estaba herida, ese no era uno de sus berrinches normales que se le pasaba con un simple chantaje.

Negándose a rendirse, quitó las mantas, aunque ella no quisiera y la cargó para abrazarla. Se recostó en el respaldo de la cama, llevándosela con ella, y para su sorpresa, aunque parecía algo arisca, no se negó.

Hina se dejó abrazar y le respondió a Sarada ocultando su cara en su pecho.

—Mira —le dio suaves palmaditas en su espalda y selló su cariño con un beso en la coronilla—, no soy psicóloga, pero tu papá no está enojado contigo.

—Me dijo Hinata —murmuró débilmente.

—Es tu nombre... y es muy bonito.

—Él nunca lo hace... solo, solo cuando está muy enojado —gimoteó sin alzar la mirada, era como si estuviese asustada.

—Bueno, si te soy sincera... si estaba enojado, y mucho —Hina levantó el rostro al escucharla, las lágrimas se acumularon aún más, y Sarada las apartó suavemente con su pulgar—, pero no contigo. Y no lo digo para que te sientas mejor... es complicado de explicar, pero los adultos a veces tenemos problemas que no podemos contarles a nuestros hijos porque... son cosas de adultos, son muy difíciles de entender para ti.

—Papá lleva mucho tiempo así —susurró. Fue ella esta vez, quien se secó las lágrimas, comenzaba a calmarse un poco.

—¿Con problemas? —Hina asintió—. Oh, pues... es algo normal. Tenemos problemas del trabajo, a veces con amistades, familiares, etc. Son muchas cosas que no te conciernen y no porque no quiera contarte, sino que... son cosas por las que tú no deberías preocuparte, por eso no te lo dice. Quizá cuando crezcas más y puedas entender mejor las cosas, te contará mas sobre él, no significa que siempre será así.

—¿Tú puedes hacerlo? —preguntó. Pero para Sarada fue mas un ruego, ese par de ojos azules pedían una súplica—, cuidarlo.

Sarada apartó su flequillo de su rostro, llevándolo hacia atrás para que se ventilara su rostro y, como si de lo mas preciado se tratara, dejo con cuidado un beso en su frente.

—¿Qué tal de ambos?

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Shikadai dio un largo bostezo antes de abrir los ojos. Ese día tenia planeado despertar una hora mas tarde y darle una excusa tonta a su jefe para llegar aun mas tarde, pero su jefe estaba en su sofá con una posible, bueno... una muy segura mala noche.

Con una extrema pesadez, se levantó, se masajeo el cuello con la mano; demasiado tenso para su sorpresa. Lo mas probable es que sea por la preocupación, por supuesto que su amigo le preocupaba y no solo eso, la pequeña Hina y dios... ¿por qué esa mujer no pudo solo seguir escondida? ¿por qué no espero unos años mas cuando Hina ya sea mas grande? Quizá fue por eso y le asustaba.

Pero si él se sentía mal y estresado, no se podía imaginar como se sentía Boruto. Eso fue lo que le motivo a levantarse temprano. Haría su acción de buen mejor amigo preparándole algo para que no este sin comer todo el día, aunque lo difícil será convencerlo de despertar, después levantarse y todo lo demás.

Shikadai salió de su habitación intentando recordar si tenía algo comestible en su cocina, era lo malo de vivir en el trabajo, pero su dilema acabó al sentir el aroma a comida caliente, recién hecha.

Se asomó a la cocina, dubitativo, pero su expresión cambió a una mas relajada al ver a Boruto de espaldas. Él estaba apoyado en la barra de la cocina, con una taza de algo que parecía café, con la mirada fija en la nada.

—Pensé que no despertarías hasta mañana —confesó.

—La entrada del trabajo es a las siete —Boruto poso su mirada en su muñeca, donde estaba su reloj—, tienes veinticinco minutos para alcanzar el bonus de puntualidad.

—¿En serio pretendes ir a trabajar? —intentó ocultar su sorpresa.

—No es como que tenga otra opción... solo iré a firmar unos pendientes que dejé, entre ellos, una conferencia de una hora y —levantó su taza y la sacudió con cuidado de no derramar el café—, con esto bastará para estar despierto.

Shikadai suspiró y se acercó a la estufa, destapó la olla y notó que ya había sido servida una porción, le tranquilizó saber que ya había comido, no fue tan complicado como imaginó.

—Se supone que yo debía hacer el intento de prepararte algo y que estarías deprimido en las próximas horas.

—Tengo cosas más importantes que hacer como para estar deprimido.

—A veces me asusta tu madurez —todo indicaba que no quería hablar de "eso", por lo menos no ahora—, ¿y desde cuando sabes cocinar?

—A Hina le gusta el arroz chino —Boruto sintió que toda la fortaleza que se demoró en conseguir en la mañana, se fue en picada al recordar a su hijita y el pésimo padre que había sido.

Boruto se atrevió a voltear, su taza se vació muy rápido para su gusto y todavía sentía la garganta seca. Fue cuando Shikadai pudo observarlo con detenimiento y... mal, no estaba, no tanto... ¿cansado? Por supuesto, las ojeras hablaban solas.

—En serio, si quieres nosotros podemos cubrirte —sugirió.

—Son cosas que tengo que firmar y una hora de una platica aburrida. Estaré bien.

—¿Y qué es lo importante entonces?

—Conseguir el perdón de la mujer mas importante en mi vida —suspiró.

Shikadai casi suelta su plato, se volteó de inmediato y lo miró enojado. —¿Es en serio? ¿después de todo lo que te hizo piensas ser tú el que le pida perdón?

Boruto detuvo su taza antes de llegar a su boca y lo miró ofendido.

—Me refiero a mi hija, idiota.

—Oh... —Shikadai tardó en procesarlo un poco, ahora había dejado en claro que le interesaba tocar ese tema, lo mejor era cambiarlo—, ¿qué pasó con Hina?

—Le grité —el rubio cerró los ojos con culpa.

—Vale, todos los padres les gritan a sus hijos en algún momento —se acercó a la barra para servirse café también—, te perdonará, tranquilo.

—Le dije Hinata.

Shikadai carraspeó la garganta después de tomar un sorbo—. Entonces creo que tendrás que comprarle Disneyland.

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Boruto se cubrió la boca para intentar disimular su bostezo, parpadeó seguidamente y se enderezó en su asiento. Echó un vistazo a su muñeca; solo faltaban diez minutos, si aguanto cuarenta, podía con diez. Se repitió mentalmente.

Ni siquiera estaba prestando la suficiente atención, pero esos serán problemas para el Boruto del futuro. Ahora... justo ahora, tenía otras cosas que pensar.

Lo primero, era la forma de disculparse con su mayor adoración, ya sabía que decir, y que hacer. Recordó que habían hecho planes antes de que todo se fuese al carajo y estaba seguro de que a Hina le gustaría cumplirlos, ella se pondría feliz cocinando con Sarada esa esperada pizza, y él... él quería dormir y fingir que no tenía responsabilidades, pero pensándolo mejor, prefería una tarde armoniosa que estar pensando en cosas insignificantes como esa mujer.

Y ella... Boruto se tocó la cien sintiendo como comenzaba a dolerle, no quería ni pensar en ella, no lo valía. Pero tenia que dedicarle su tiempo, aunque no quisiera, sea lo que sea por lo que volvió, si tenía que ver con Hina, tenía que mantenerse sereno para no caer en un problema legal, era lo que menos quería y lo que mas le preocupaba.

Dudaba mucho que ella haya regresado por eso, pero sino es así ¿entonces qué? ¿Qué lo ama? Boruto se reprimió una carcajada, era lo mas estúpido que había escuchado en años, y en el fondo, si le dolía un poco.

Él era alguien que no daba segundas oportunidades, sobre todo con algo tan delicado como eso, pero su temor iba mas allá de eso y no quería ni imaginarlo.

Sus dedos se movieron impacientes sobre su carpeta, solo dos minutos, pero sentía que el golpeteo constante de su talón lo delataría.

Intentó despejarse una vez más, pero solo lograba pensar en mas y mas problemas. Ahora, muchas cosas comenzaban a cobrar sentido; la insistencia de un cliente por verlo, las llamadas y textos de números desconocidos y ahora no podría ni ir tranquilo a casa porque sabía su dirección.

—Señor Uzumaki —su secretario le tocó el hombro para llamarlo—, la junta terminó.

—Lo siento —se levantó de prisa y recogió sus cosas, al menos no era el último ahí—, ando algo...

—No se preocupe —la chica le sonrió y sacó una de las hojas de su carpeta, tendiéndosela—. Hice las anotaciones que consideré más importantes para que las pueda revisar después y... ya cancelé todas sus citas, vaya a casa.

Boruto tomó la hoja y la observó un momento, después la guardó en su carpeta y le dio unas palmaditas a la chica en la cabeza.

—Te aumentaré el salario en un 50%, muchas gracias.

—¿Eh? No... no es necesario señor, solo hago mi trabajo... —se apresuró a explicar.

—Y te lo agradezco enormemente —se despidió con una sonrisa.

Boruto lanzó sus cosas en el asiento de copiloto y dio un gran suspiro, se froto la cara con las manos y tomó su móvil, ignorando los miles de llamada de ese número que pensaba en bloquear. Encontró de inmediato el contacto de Sarada, pues lo tenía fijado para no perderlo, marcó y espero paciente su respuesta.

—Hola, ¿qué sucede? —escuchó su voz suave a través de la bocina.

—Hola... ¿cómo está Hina? —se recostó en su asiento y espero miles de escenarios posibles comenzando con que estaba enojada.

—Está desayunando, despertamos tarde —admitió, avergonzada—, está bien, no te preocupes. ¿Y tú?

—Vivo... supongo —rio con amargura—. Terminé mis pendientes en el trabajo, llegaré en quince.

—¿En serio? Se pondrá feliz cuando le diga.

—Oye... ¿de verdad solo verás la TV con tu gato hoy?

—¿Qué? —Sarada sonó nerviosa y eso le hizo esbozar una débil sonrisa, podía imaginar su rostro avergonzado—, bueno... pues no es como que tenga mucho que hacer.

—Es por lo que planeo Hina ayer... no quiero causarte molestias, pero... la verdad es que no quiero estar en casa —murmuró lo último—, solo con Hina y contigo.

Sarada se arrepintió de llevarse ese trozo de Hot cakes a la boca, no sabía si se le hacía difícil tragar por Boruto o porque la mezcla había sido muy espesa, cualquiera de los dos, estaba por matarla.

—Pueden venir, en verdad no tengo nada que hacer y a Hina le gustará mucho la idea —hizo una pausa para beber su jugo ante la mirada confundida de Hina por decir su nombre—, cree que estas enojado con ella —susurró.

—No, claro que no. ¿Podrías pasármela un momento?

—Si, permíteme —Sarada le hizo una seña a Hina y esta detuvo su tenedor a medio camino—, tu papá quiere hablar contigo.

Hina negó, encogiéndose en su lugar.

—Tiene algo importante que decirte —dijo Sarada, cubriendo la bocina.

—Bueno —extendió la mano para tomar el móvil y se preparó para hablar—. ¿Hola?

—Hola —Boruto sonrió al escuchar su vocecita—, ¿qué estás comiendo?

—Hot cakes de osito —dijo bajito, pero Boruto pudo escucharlo.

—Ya Sali del trabajo, ¿quedó alguno para mí?

—Solo el que se le quemó a Sarada —observó el pobre oso marginado en la esquina del plato—, pero no sabe feo.

Boruto rio suavemente, eso le dio esperanzas a Hina, quien se pudo relajar mas en su lugar.

—No comas tanto, hoy comeremos pizza con Sarada, ¿recuerdas?

Sarada disfrutó ver como la postura tímida de Hina, cambio a una feliz y energética.

—¿De verdad? —preguntó con emoción.

—Si, dile que te cambie para que pasemos al supermercado para comprar las cosas, las recogeré en un rato, ¿de acuerdo?

—¡SI, ADIÓS! —colgó.

Boruto observó su móvil y suspiró con gracia. Lo lanzó en alguna parte de su auto y encendió el motor, se colocó el cinturón y observó el retrovisor para meter reversa. Quizá había sido un día de mierda, pero estaban ellas.

Antes de que saliera del estacionamiento, su teléfono volvió a sonar, no quería mirar, pero tenía que verificar que no sea Sarada, a ella no quería ignorarla. Se estiró para alcanzarlo y miró la pantalla; si era ella.

—¿Qué pasó? —contestó deprisa.

—Lo siento, Hina te colgó... solo quería eh... ¿te sientes bien para ir al super? En mi casa tengo lo suficiente para prepararlo.

—No quiero gastar tus cosas y si, sirve que me distraigo y también Hina. También puedo aprovechar y comprarle algo, y a ti también por todo lo que estas haciendo.

—No es necesario —Sarada rio—, sabes que lo hago por gusto.

—Precisamente por eso —Boruto suspiró—, ¿Cómo puedo pagarte todo esto? No tienes porque hacerlo y estas aquí.

—No me debes nada, de verdad —Sarada pensó que con su sonrisa era suficiente, pero le dio pena decirle, no era algo apropiado.

—Aun así, te daré algo, ya veré que —Boruto fue el que rio ahora—, te veo en un rato. Nos vemos.

—Nos vemos...

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NOTA: 

Holissssss, espero les haya gustado ;) es corto, pero aprovecho decir que, los demás también serán como de esta extensión, para que pueda actualizar más rápido, así que nos leeremos seguido y pronto. 

Los quiero un montón. Gracias por esperar, leer y todo su cariñoooo (✿◠‿◠) 

pd: Ya se viene el salseo y el BoruSara que tanto esperamooos ٩(˘◡˘)۶

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