Capítulo 10
✿.。.:* ☆:**:. ℛ𝑜𝓉𝑜 .:**:.☆*.:。.✿
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『MARATÓN 3/3』
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Siete años atrás.
Corrí y corrí, sentía mis piernas arder a pesar de que el deporte siempre estuvo presente en mi día a día. Y mientras más me acercaba, más me desilusionaba. Me detuve, con pasos pesados y sin poder más, me recargué en mis rodillas intentando recuperar la respiración.
No sabía si el dolor en mi pecho era por el esfuerzo o por el coraje de ver el avión alejarse.
No lo había logrado y aunque odiaba admitirlo, me molestaba y me dolía. Me llevó a pensar que quizá, si solo hubiese salido un minuto antes, o no lo sé, realmente no se que hago aquí.
¿Qué pretendía? ¿Decirle solo adiós? Quizá iba a pensar que era broma, quizá no lo iba a tomar en serio o solo se iba a reír. Creo que lo que me atormentaba, es que no sabía cual sería su reacción porque... no sabría que hubiese hecho.
Me di la vuelta sintiéndome un completo idiota. ¿Por qué había tomado una decisión así de precipitada? ¿Qué planeaba conseguir?
Me dolía aceptar que salía con las manos vacías, pero aún más, el saber que, si la hubiese alcanzado el resultado sería el mismo.
Creo que lo mejor es dejarlo así, Sarada. Tú siguiendo tu futuro brillante y yo... intentando hallar el mío.
Mi madre siempre me repetía que debía ser paciente, que todo tiene un propósito en esta vida y aunque me costaba intentar descubrir que lección me dejaría el tenerte tan lejos, solo me quedó aceptarlo y continuar caminando.
—Maldición —murmuré, ese sería mi ultimo lamento sobre ella. Tenia que pasar la página—. ¡Ah, maldición!
El café caliente pasó por facilidad a través de mi camisa, quemándome y aunque maldecía repetidas veces, el dolor físico alivió el de mi corazón que no se entendía a sí mismo.
—¡Lo siento! No te vi, por favor, perdóname —levanté la mirada hacia esa voz, perdiéndome un momento en esos ojos verdes aceituna—, ¿Estás bien? ¿te duele?
Y aunque no me había dado cuenta, nuestro inicio y final tuvo algo en común; el dolor.
Debí imaginarlo, es más, puedo apostar que, en el fondo, lo sabía. Pero caí en una ilusión en la que no podía salir por la sencilla razón de que no quería.
Mi vida había cambiado tan drásticamente cuando ese avión partió.
Sin Sarada, había perdido ese hombro en el que podía llorar sin vergüenza, había perdido esa confidente a la que le podía confiar mis más profundos sentimientos, a excepción de los que tenían que ver con ella.
Sin ella, no sabía como afrontar el golpe duro que recibió mi familia. No sabía que decisiones tomar, no sabía como podía ayudar y me aferre a lo único que tenía frente a mí, a ella; Alicia.
La soledad que a veces me embriagaba en las madrugadas después de un día pesado en el instituto, la podría sobrellevar al día siguiente al ver su sonrisa y esa mirada recelosa a través de sus gafas rojas y también al reír con mis amigos, pero eso acabó.
Esa etapa terminó y mi vida entró en una complicada.
¿Cómo puedo simplemente aceptar que mi madre podía cerrar los ojos y no abrirlos más?
¿Qué tenia que hacer? ¿Sentarme a esperar? ¿Acaso habría una diferencia? La verdad es que no lo sé y nunca lo pude averiguar.
El temor a estar solo me llevó a tomar decisiones que ahora, no se si en verdad me arrepiento, quizá en el fondo sí. Pienso que, mi vida pudo ser muy diferente, pero tampoco la odio, me he adaptado a esto y tuve que pagar un precio razonable, uno que no me importó en su momento.
Me había perdido.
Había olvidado como era ser yo.
Había olvidado como disfrutaba mi vida, solo quería un abrazo y encontré calidez en unos brazos que pensé que de verdad tenían un sentimiento sincero hacia mí. Pero me había equivocado.
Todo cambió desde que entraste a mi vida.
Sin darme cuenta, me até a algo que creí que siempre estaría conmigo y aunque en el momento no lo noté, me alejé de lo que de verdad valía la pena; mi familia.
"—¿Qué pasa? Estas mas callado de lo normal —observé como la mano temblorosa de mi madre se acercó a mi rostro. Acorté el tramo, tomándola suavemente y apoyándola en mi mejilla.
—He metido la pata —admití y ella pestañeó sin comprenderme—, pienso que te decepcionarás.
—No lo creo —ella me sonrió y sentí un poco de paz al mirarla.
—Seré padre, o bueno... intentaré serlo —levanté la mirada con timidez, ese día había esperado muchas cosas, demasiadas reacciones, pero todo fue... diferente.
Ella se llevó la otra mano a la boca y sus cejas se curvearon con ternura. Joder, sus ojos fueron los que me hicieron rendirme. Era brillo, esos preciosos ojos perla brillaban con emoción y mi vista se distorsionó, pensé que era mi falta de comida en los últimos días, pero eran lágrimas, los dedos húmedos de mi madre frotando mi mejilla con amor me hacían darme cuenta que no estaba mal tener miedo.
—Seré abuela —ella rio y mi alma se llenó de calidez."
Calidez que se convirtió en hielo y aprisionó mi corazón. Se que hubieses sido la mejor, de eso no tengo duda. Tenías tanto amor por dar, que me hace querer gritar de lo injusto que las cosas podían ser a veces.
Tenias tanto brillo que nunca debiste apagarte de esa manera.
Y aunque una parte de mí, es razonable y me dice que no fue mi culpa, otra parte me repite día tras día, que si lo fue. Yo no era un niño, era consciente de todo y sabía que decisiones tomar, pero dejé guiarme por esa mirada en la cual confié ciegamente.
"—¿Tienes que irte ahora? —el tono decaído de su voz me hizo detenerme antes de llegar a la puerta.
—Le dije a mi madre que iría a verla hoy, no he ido desde hace tres días —me acerqué y tomé sus manos, intentando transmitirle mi preocupación para que me comprendiera.
—Pero yo también te necesito —guio mi mano hacia su vientre y levantó el rostro con una sonrisa—, bueno, te necesitamos".
Sonreí, o bueno, eso intenté. Ella si me creyó, pero no podía evitar sentirme acorralado. Sabía que debía estar con ella, con ellas, pero también quería estar con mi madre, cada día su mirada se apagaba más y la preocupación me jalaba de ambos lados porque la fecha también se acercaba.
La vida me planteó dos opciones y mi elección marcaría mi vida para siempre. Y aunque sabía que elegí la correcta, en el fondo, deseaba haberme equivocado.
Yo creí que mi vida ya estaba hecha y derecha, que tendría una familia feliz como con la que crecí y aunque me iba a costar terminar mis estudios, podría hacerlo y saldría adelante.
Y ese fue mi error, confiarme con que todo saldría bien. Y al final... terminé perdiendo a ambas.
Ambas se fueron, una contra su voluntad y otra por decisión propia. Estaba seguro que nunca en mi vida me sentí tan estúpido... ¿Cómo pude hacer eso? ¿Cómo pude darle todo mi amor a la persona equivocada?
Eso pensé por varios meses mientras me adaptaba a mi nueva vida, que mi decisión fue la peor y que debía castigarme por ser un idiota. Y no solo pensé en eso, muchas cosas llegaron a mi mente, cosas que nunca imaginé pensar, pero es que... de verdad sentía que no podía.
Me había vuelto dependiente de las dos mujeres que ahora no estaban conmigo y sentía que entré en un hoyo sin salida. Aunque quizá, si la había, y a veces, la tenía frente a mí.
Podía observar mi mirada vacía en el reflejo del acero en mis manos, mis dedos delinearon el filo tantas veces, preguntándome si tenía las agallas suficientes para acabar con todo.
Era tan fácil, solo un desliz y todo el dolor desaparecería.
¿Qué mas daba? ¿Quién lloraría por mí? Quizá solo mis amigos y eso me dolía, mi madre ya no estaba y para mi padre yo ya no existía. Lo siento por no considerarte Himawari, pero mi dolor se sentía estancado ahí.
No me importaba nada, ¿Cómo podría vivir sin el brillo de sus ojos? Todo era oscuro y lo que tanto temí, me envolvía poco a poco. La soledad que tanto evité no quería irse y no me sentía listo para acostumbrarme a ella.
Ese día nunca lo olvidaría, quedó gravado en mi mente y corazón. Recibir la noticia de una perdida era duro, pero no creí que lo sería tanto al punto de no poder soportarlo. Había sido un golpe bajo, me desarmó totalmente y cuando levanté el rostro para encontrar consuelo... ahí estabas ¡Cerrándome la puerta en la cara!
Me abandonaste.
Me dejaste solo cuando más te necesitaba. Estaba seguro que el filo recorriendo mi piel dolería menos que todo aquello. Debía ser egoísta, ¿verdad?
Debía pensar por una vez solo en mí y ponerles fin a tofos mis lamentos. Debía deshacerme de esos recuerdos que torturaban mi corazón, debía olvidarme de todo, morir y pretender que esto solo fue una pesadilla.
Pero... ¿Ella que culpa tenía?
A pesar de que lo pensé tantas veces y me idealicé que no había una salida que no fuese esa... tenía una frente a mí, una pequeña luz que iluminó mi rostro cuando todo parecía convertirse oscuro.
El brillo de esos ojos azules caló mi alma, recordándome haberlos visto antes. Mi sorpresa fue encontrarlos entre mis recuerdos, siendo mas exactos, en un reflejo de un espejo frente a mí.
Había encontrado el brillo que perdí en mi mirada, estaba ahí, a centímetros de mí, tocando mi cara y observándome con el amor que tanto busqué y pedí.
Y desde ese día, juré que lo protegería incluso si eso significaba perder el mío por completo.
—No te abandonaré —intenté reír, pero escapó un sollozo y al instante, ella me siguió, como si supiera que significaban las lagrimas que caían en su rostro—, lo prometo, Hina.
Y ahí, en medio de esa habitación oscura, cuando ella aferró sus pequeñas manos en mí, me di cuenta de que no estaba solo.
Actualidad
Mentiría si dijera que nunca imaginé esto, había pasado por mi cabeza muchas veces... tantas, que ya sabía que decir, ya sabía cómo actuar, ya sabía como controlar mis emociones.
Pero una vez más, la vida me enseñó que no era tan fuerte.
Todo fue tan repentino que ni tuve oportunidad de pensar con claridad. La vulnerabilidad me atacó como nunca lo había hecho antes. La fortaleza que me esforcé por construir todos estos años, se derrumbó con una simple mirada.
—Boruto...
Incluso su voz... no, la sensación bonita que me causaba su voz había desaparecido, pero debía admitir que aun había algo que me perturbaba, que me llevó a pensar en que sentía de verdad, que quedaba.
—Por fin te encontré —ella parecía aliviada y yo... era todo lo contrario.
No sabía como el miedo se transformó en enojo cuando la sonrisa que tanto amé, y que tanto lloré por admirar una vez más, reapareció.
Era incapaz de decir algo, mi mente estaba en blanco intentando comprender las advertencias de mi corazón dolido.
Pero cuando su mano se movió hacia mí, actué solo, interviniendo en el paso y sujetando con fuerza la suya.
—No.
Me sorprendí a mí mismo por mantener la voz, quizá era el rencor que tuve guardado durante años que me devolvió un poco de fuerza en ese instante.
—Boruto... estuve intentando contactarte...
—¿Desde cuándo? —intenté no gritar, pero el enojo comenzaba a sobrepasarme—, ¿Cuándo te enteraste que ya tenía dinero? —reí con amargura al ver su rostro.
—No... —incluso parecía ofendida, por dios—, hace unos años, yo...
—Tú crees que no sé lo que has hecho —por fin, me atreví a mirarla a los ojos.
Seguían siendo preciosos, pero no me removían los sentimientos como antes.
—Déjame explicártelo.
—Te has tardado un poco, ¿no crees?
Ella intentó acercarse de nuevo, y esta vez no retrocedí. No porque no quisiera evitarla, quería saber si aun podía causar alguna debilidad en mí, y lamentablemente, descubrí que sí.
—Escucha...
—Nada de lo que digas cambiarán las cosas.
—Lo sé, pero de verdad, necesito decirte porque tomé esa decisión.
—Yo sé que no podía darte tanto —era un golpe directo a mi orgullo, pero muchas veces pensé que esa el motivo. Era solo un intento de adulto que no sabía que haría con su vida, pensé que era normal que ella prefiriera algo mejor... y eso me dolió, pensar de mí de esa manera—, pero sabías que como yo no te querrían nunca.
El error que reconocía, fue haberla utilizado para olvidar lo que sea que llegué a sentir por Sarada en su momento, pero a pesar de eso... yo si la quise de verdad.
Yo en verdad imaginaba el resto de mi vida a su lado y la idealicé con sinceridad. Nunca fue un remplazo, cuando la miraba y tocaba sus manos... solo pensaba en ella, también cuando la besaba o abrazaba, ninguna mujer más podía intervenir en lo que mi corazón sentía por ella.
Ella lo sabía y no le importo.
Yo si fui un reemplazo.
—Y es así, me di cuenta que...
—¿Qué te diste cuenta? —la aparté como si su tacto me quemara. La punzada en mi corazón no podría sacarla esta noche—, ¿tenías que probar para darte cuenta?
—No, no me refiero a eso —ella se llevó las manos a la cabeza y al instante reconocí ese gesto—. Yo te...
—¡Cállate!
—Boruto...
—Cuando pasé por lo peor a ti no te importó —retrocedí cuando ella avanzó. Entonces la vi, la primera lagrima cayó y mi enojo luchó de nuevo contra mis emociones—, no me jodas, ¿Qué vuelves ahora haciendo como que nada ocurrió? Lloras, ahora te arrepientes, ¿no?
Sollozó y me odié a mí mismo por sentirme mal. Nunca me gustó verla llorar y el hecho de saber que incluso ahora, después de todo, seguía sintiendo culpa, me hizo sentirme furioso conmigo mismo.
—No tienes idea... —tenia que salir de ahí pronto, sentía que comenzaba a perder la batalla—, de cuantas veces me pregunté, que hice mal.
—No hiciste nada malo —ella negó de inmediato y se limpió las lagrimas deprisa—, te juro que no... yo fui la que estuvo mal. Yo... —ella me tocó, sentí sus manos suaves sobre mi cara y no sabía que sentir mas que el tacto—, yo aun te amo.
—No, no lo haces.
—Si te amo, solo cometí un error...
—Eso no fue un error —la tomé de las manos con fuerza y la aparté. Sentía mi corazón doler y mi cabeza explotar—. ¡Me apuñalaste en el corazón!
—Boruto...
—¡Boruto! —sentí mi corazón dar un vuelco al escucharla, por un momento creí que fue un recuerdo, pero no... ella estaba ahí, intentando comprender lo que ocurría. Ni siquiera pude decir su nombre, me sentía tan débil, pero ella lo comprendió.
Sarada se acercó hacia mí y cuando sus manos me tocaron, todo el fuego se esfumó, pero el dolor en mi pecho no desaparecía.
—Vete —le dije a Alicia, ella no apartaba la mirada de Sarada y podía imaginar que estaba pensando. Y no me importaba.
Lo mínimo que merecía era una muestra del dolor que soporté tanto tiempo.
Pero no era justo para Sarada quien me observaba con preocupación. No era capaz de mirarla fijamente, sabía que me rompería en cuanto lo hiciera. Los ojos de Sarada me daban esa seguridad para soltar mis emociones y en este momento no quería hacerlo, yo no era el único que la necesitaba.
Ali se dio la vuelta y se alejó, pero antes de entrar al ascensor sus ojos me atraparon de nuevo, dándome a entender que no pararía aquí.
Cuando la puerta se cerró, perdí toda la fuerza, apoyándome contra la pared y sin poder mirar al frente.
Me sentía tan patético.
¿Cómo pude perder toda mi seguridad en unos minutos? ¿por qué aun me afecta más de lo que debería?
—Entremos —ella me sujetó del brazo y me erguí, pero me negué—, por favor.
—Ve con Hina, yo me las arreglaré...
—No —ella se plantó frente a mí—, no me pidas que te deje ir en este estado. Boruto tú...
—Estaré bien —aparté su mano con suavidad, no porque no quisiera que me toque, en realidad sus manos podrían calmarme, pero en este momento en verdad necesitaba estar solo—, lo prometo.
Dándole un suave apretón en la mano, noté como su mirada se calmó un poco.
—Tus llaves —la miré confundido, pero ella no bajó la mano—, te dejaré ir, pero en taxi, no manejarás.
Logré hacer un intento de sonrisa que estoy seguro que ella entendió, metí las manos en el bolsillo y se las di. Ella me dio el móvil en su lugar, y aunque no quería apartarse, sabía que debía hacerlo.
Ella siempre lograba comprenderme de algún modo. Como si leyera mis pensamientos, entendió que necesitaba espacio y se lo agradecí con un ultimo vistazo antes de cruzar la puerta.
El taxi no fue necesario, al lugar al que iba no era lejano. Lo conocía a la perfección porque me había acompañado en uno de mis momentos mas difíciles, y este... sin duda era alguno.
Quizá debía sentir vergüenza, pero el dolor era demasiado que no parecía importarme mientras deambulaba entre las calles. Aun era temprano y las personas probablemente no sabrán leer mi expresión y que mas daba si lo hacían, ¿Qué podían hacer ellos por mí?
Por un momento recordé el proyecto que debía estarme esperando en mi oficina ahora. Lo correcto era dejar de pensar en mi ex e irme a trabajar, pero me sentía como ese niño que se encontraba atrapado entre paredes cubiertas de humo de cigarrillos.
Toqué la puerta y esperé paciente mientras sentía el nudo en mi estomago subir a mi garganta y de repente, el numero del apartamento se volvió borroso, no era visible para mí a pesar de que lo conocía a la perfección.
Apreté los labios cuando la puerta se abrió y el silencio me recibió, quizá por la impresión o quizá porque sabía que no me gustaba recibir palabras de apoyo cuando sufría de esa manera. Se hizo a un lado, dejándome pasar y, arrastrando los pasos, intenté mantenerme en pie, pero era difícil.
El dolor en mi pecho necesitaba salir, no podía soportarlo más.
Mis rodillas tocaron el suelo y mis manos lo hicieron a continuación. La alfombra también se distorsionó, pero si pude ver con claridad como las gotas arruinaban el perfecto color verde.
—Volvió —sollocé por fin, sintiendo como mi voz se quebraba, sintiendo como mi corazón volvía a romperse en pedazos, sintiendo como mi vida estable estallaba frente a mis ojos—, ella volvió como si nada hubiese pasado.
La mano de Shikadai en mi hombro me reconfortó. No lo suficiente como para calmarme, pero sí para recordarme lo que tanto necesitaba; no estaba solo.
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ACLARACIONES:
➳Por si no lo pudieron entender, Boruto estaba en una relación que se podría llamar toxica. Él tenía que cumplir con la responsabilidad de su hija, pero la chica abusaba de ello, manipulándolo para que pasara todo el tiempo con ella y dejara de frecuentar a su madre y por ello, él se siente culpable de haber pasado los últimos momentos de su madre, con Alicia y no con ella.
➳Boruto si tenía sentimientos por Sarada cuando estaban en el instituto, pero nunca les dio tanta importancia porque él veía a Sarada como alguien que siempre estaría con él, ya sea como amiga u otra cosa, por eso cuando se va, se pierde un momento.
➳Cuando Sarada se va, ocurre lo de la madre de Boruto. El se quedó sin apoyo y la única que le brindó algo parecido era Alicia, con todo lo que ocurría en su hogar, se hizo dependiente de ella que cuando ella y su madre se fueron de su vida, quedó destrozado.
Espero les haya gustado el narrador en primera persona, me costó un corazón roto lograrlo. Ahora me iré a leer un fic bonito para quitarme esta tristeza xd espero que si haya quedado al menos un poco sentimental.
¡GRACIAS POR LEER, ESPERAR Y POR TODO SU CARIÑO!
NOS LEEMOS PRONTO, CUÍDENSE MUCHO <3
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