Capítulo 41 🎻

Krestel

Miro por la ventana y veo el atardecer bañar a Arkos de naranja. Siento la presencia de Morana detrás de la puerta y mis dedos se aprietan alrededor del cáliz. No formaba parte de mis planes incluirla en esta misión, pero Ava le ha dado el beneficio de la duda. Su libertad está en juego. Ella tiene la oportunidad de demostrarme que no es la misma de antes. Sé que eso es su mayor prioridad. A Morana le importa mi perdón. Lo necesita para seguir adelante.

—¿Majestad?

Desvío mi atención del paisaje.

—Entra.

Capta la orden con la inseguridad impregnada en su expresión. Alzo una ceja al ver que sostiene un rollo y me lo entrega con torpeza. Su miedo a defraudarme es tan evidente.

—Quiero comentarle los puntos más importantes del laberinto. Es conveniente que lo sepa.

Acepto y desenrollo el mapa para extenderlo sobre la mesa ovalada. El laberinto cobra vida ante mis ojos. Examino la geografía en toda su extensión. Los árboles, las cuevas, las criaturas, pero lo que me toma desprevenido es ver una cantidad absurda de sombras.

—Se está propagando —explica Morana—. La resurrección de Baltor despertará otras fuerzas malignas.

Noté el mismo escenario en el bosque de los lamentos. Pensé que disminuirán con mi intervención y no tuve en cuenta que otros territorios turbios de Arkos están expuestos. Eso también explica la extraña aparición del espectro que intentó atacar a Raven. Si bien existen desde hace siglos, no suelen exponerse a menudo. Las sombras los hace sentir valientes.

—Y todos mis enemigos se unirán a él.

Morana asiente. Bebo de un trago las últimas gotas de sangre y coloco el cáliz sobre la mesa. Me inclino y miro de cerca el mapa. Entrar será fácil. Salir es el mayor reto.

—Creí conveniente recordarle que no tendrá acceso a sus poderes ni a ningún tipo de magia, pero hay una ventaja que no puede desaprovechar.

Me pongo nervioso cuando pienso en esa posibilidad. Raven es una mujer muy intuitiva y con una devastadora capacidad de derribar todas mis defensas. Me avergonzaría que ella viera mi pasado, mis miedos y mis traumas con lujo de detalles. Se dará cuenta de que soy un monstruo.

—No.

—Es la única manera, alteza—murmura Morana—. Deben estar más unidos que nunca y eso significa mostrarle sus partes frágiles.

—Ya lo hice —Mi voz suena ronca.

—No, completamente y lo sabe. ¿A qué le teme?

¿Qué me asusta? Todo. Que ella logre desenterrar mi pasado y cambie la imagen que tiene de mí. Antes de conocerla no era el mismo. En mi interior aún habita ese monstruo y despertará tarde o temprano.

—No intentes entenderme. Es patético, no eres mi amiga.

Morana contiene el aliento.

—Lo fui una vez.

Me arranca una carcajada que la hace encogerse.

—¿Necesitas recordar dónde me ha llevado eso? —inquiero en tono afilado—. No, no quieres. Ahórrate tu falsa empatía.

Sus ojos caen con tristeza. A nadie le gusta que le restrieguen su pasado, menos a ella. Si cumple su parte del trato romperé sus cadenas y le perdonaré la vida, pero jamás olvidaré su traición. Vivirá con eso eternamente.

—Eviten salir lastimados —Morana endereza la postura—. Las tierras del laberinto están tan contaminadas que no hay ni un signo de vida. Lo que significa que tanto usted como su compañera no podrán curarse si sufren heridas graves.

Eso me preocupa inmediatamente. No por mí. Si Raven cambia de forma habrá riesgos atroces. ¿Cómo diablos sanará sus huesos rotos?

—Pensé que la magia volverá a nosotros una vez que encontremos las notas de Niss.

—Tienen que ser lo más rápido posible. Si ella cambia en el laberinto puede morir.

Un pesado silencio nos acecha. No dudo de Raven. Estoy seguro de que cada miembro de su familia ha sobrevivido al cambio y ella ha heredado la misma fuerza, pero esto es diferente al mundo mortal. Sin sus habilidades curativas no soportará la transformación.

—La sacaré de allí antes de que la luna se asome.

—El tiempo es limitado.

Estoy en la obligación de encontrar la nota antes de que se cumplan las doce horas. Soy un demonio. He visto cosas atroces durante 275 años, pero estaba solo. No me importaba la vida de nadie excepto la mía. Entonces apareció Raven y cambió mi forma de ver al mundo. Ella me hace creer en las cosas más inexplicables. Ella me hace tener fe.

—Saldremos de esta —afirmo—. Mantente fiel a nuestro acuerdo y ten presente qué todo está en juego.

Estudia mis ojos atentamente.

—No fallaré, no me espera nada nuevo si él logra atraparme.

Sí, me encargué de refrescar su memoria. En el pasado ha sido ingenua y débil. Quiero creer esta vez será diferente.

—Tienes muchos defectos, Morana. Ser estúpida no es uno de ellos.

Suelta un aliento pesado y cruza los brazos como si tuviera frío. Casi me atrevo a decir que hay sinceridad en sus palabras. Nadie desea una vida de esclavitud ni abusos, pero puede que su odio hacia mí la motive a traicionarme una vez más.

—No quiero volver a la vida de antes.

—Es tu decisión. Elige sabiamente.

Sus hombros caen en derrota y observa la puerta como si quisiera huir. Sería más fácil si tuviera la habilidad de leer sus pensamientos. Maldita sea. No me basta la intuición de Ava. Nunca confiaré en una traidora.

—Mi corazón sabe dónde llevarme.

—Espero que así sea —Le advierto—. Si me traicionas y huyes te cazaré hasta el final y te romperé más de lo que Baltor lo ha hecho.

Me sostiene la mirada sin demostrar rastros de miedo. Solo veo resignación. Conozco miles de formas para herirla. Y no me importará ir lejos con tal de destruirla. Si yo muero dejaría desprotegida a mi mujer, algo que no sucederá.

Raven es la razón de mi existencia.

—Si falto a mi promesa... —susurra, tragando saliva—. Yo misma acabaré con mi existencia. Apuñalaré mi corazón con una daga en memoria de Heliana.

La mesa chirria cuando me muevo rápidamente y curvo mi mano alrededor de su cuello. Morana tose. Su rostro se vuelve azul mientras levanto su patético cuerpo sin ningún esfuerzo.

—No te daré ninguna salida de la miseria. Si vuelves a cometer el mismo error me encargaré de que tu sufrimiento sea eterno. Creo que te gustará hacerle compañía a Baltor en el bosque de los lamentos. ¿Qué opinas?

Las lágrimas brillan en sus ojos oscuros y balbucea sin aliento.

—Por favor...

La suelto y se derrumba al suelo. Su largo cabello azul fluye como un manto. Su cuerpo tiembla por el esfuerzo de respirar. Ella mató cualquier gramo de empatía que sentía. No me provoca nada.

—Era un niño cuando nos traicionaste—Me pongo de cuclillas y agarro su mandíbula entre mis garras. Morana hace una mueca de dolor —. Hoy soy un rey y estoy absolutamente loco por mi reina. ¿Sabes en qué me convertiría si la pierdo por tu culpa?

Las lágrimas azules se deslizan por sus mejillas y se las seca con brusquedad.

—Piensa bien en tus próximas acciones. Conozco tus secretos y cada una de tus debilidades. No solo esa pequeña mascota que mantienes a salvo en tus aposentos —sonrío—. También el fruto de tus encuentros.

Se traga el grito que lucha por salir de su garganta. Domina su expresión con la esperanza de que no vea la conmoción, pero es tarde. La conozco tan bien.

—Yo... no sé de qué estás hablando.

Me toco la sien fingiendo que estoy pensando. Hay criaturas que me odian en Arkos, pero muchas otras que me son fieles. Como los árboles de los bosques. Aquellos que escucharon a Morana susurrar sobre su primogénita.

—No puedes mentirme—Me levanto y sacudo el polvo de mi chaleco. Regreso a la mesa y lleno el cáliz de vino con un chasquido de dedos—. No quería usar esto en tu contra, pero como dijiste antes hay mucho en juego.

Su mirada todavía sigue en mí mientras llora en silencio. No niega nada. ¿Por qué debería? Sabe que no es buena idea insultar mi inteligencia.

—No tocaré a tu hija —digo con voz seca—. Ella estará a salvo siempre que garantices la seguridad de Raven y su hermana.

Hace una mueca ligera, sus rodillas siguen intactas en el suelo en una suplica desesperada.

—¿Qué más necesitas para que confíes en mi palabra?

Doy un sorbo al vino.

—Hechos, Morana. Hechos.

🐇

Las ratas están muertas como todo lo demás en el bosque, esparcidas aquí y allá entre árboles marchitos. Nikov y Darko permanecen detrás de mí con rostros estoicos. Me vi en la obligación de venir yo mismo a hacer el trabajo. He enviado soldados en busca de información y ninguno han regresado al castillo. Sus cadáveres flotando en el lodo confirman que fueron asesinados por las sombras.

—Se están expandiendo hasta el océano—informa Darko.

Me aferro a las riendas de Shadow.

—Las sombras existieron desde hace eones —expreso—. Y jamás han tenido esta influencia.

—Dicen que se debe a la unión de ambas fuerzas—añade Nikov —. El rey de sombras y su heredero.

Ronan Dumont.

No conozco con exactitud su historia ni hasta que punto puede ser una amenaza. Raven me aseguró que es su amigo, pero nadie que esté relacionado al rey de sombras es bueno. En mi experiencia los líderes de la oscuridad no aman a nadie más que el poder. Yo estuve en la misma posición antes y seguiría ahí si no fuera por mi compañera.

Ella me enseñó a anhelar el amor sobre el odio.

—Está siendo difícil detenerlos.

Un escalofrío me recorre en la nuca cuando los caballos se detienen de golpe. Hay una figura rodeada por un remolino de sombras. No se parece en nada a la criatura que he visto antes. No es un espectro o un animal.

Es humano.

Su capa negra ondea con la brisa, pero su rostro es muy difícil de distinguir por la forma que se distorsiona como una pesadilla. Sus garras se extienden y suena ruidos guturales y desgarradores. Muy parecido a...

—Cuervos —susurra Darko.

Los caballos retroceden, pisoteando fuertemente. Sus pequeños ojos lucen aterrados y llenos de pánico. Nikov trata de calmar a la yegua, pero el animal tropieza con una piedra y tumba a mi primo de su espalda.

—¡Mierda! —Nikov se desploma con un gemido de dolor mientras su yegua se incorpora y huye lejos del caos.

Mi mano enguantada acaricia el pelaje sedoso de Shadow. Él sabe que está a salvo conmigo. Darko piensa dos veces antes de acercarse.

—No —ordeno.

Nikov y su padre se quedan atrás. Saco la espada de su funda en mi espalda y lo lanzo directamente al objetivo.

Pero la espada queda suspendida en el aire y arremete contra mí acompañado de sombras negras. Lo detengo a tiempo con la palma de mi mano y el acero se quiebra dejando un fuerte escozor en mi piel. Mantengo el rostro libre de cualquier emoción. No es nada que he visto antes. Este tipo de oscuridad no lo experimentado nunca.

—¿Qué diablos es eso?

—No lo sé.

Nikov balbucea.

—No piensas acercarte a él, ¿o sí?

La rabia inunda mis venas sin ningún tipo de filtro. Me materializo y aparezco justo frente a la amenaza. Su postura relajada no tiene nada que ver con las vibras salvajes que demuestran sus sombras. Bailan a su alrededor, envolviéndolo pieza por pieza. Mi atención se fija en los hilillos negros que cubren los contornos de sus ojos.

Esperaba encontrarme con un monstruo aterrador, pero su rostro es... juvenil.

Sus sombras se expanden arrastrándose por el suelo y rodeándonos en círculos hasta formar un imponente muro que nadie podría derribar. Escucho a Nikov gritar que estoy loco, pero este sujeto no me intimida en absoluto. Su cabello negro está peinado hacia atrás, sin vello facial. Es sofisticado, elegante. Mucho más joven de lo que imaginaba.

Un niño bonito de la realeza.

Unos brillantes ojos grises se encuentran con los míos y las comisuras de su boca se levantan en una sonrisa arrogante. Aprieto los puños sintiendo como se forman las esferas negras. Sería un movimiento absurdo si ataco justo ahora. Está aquí para dar un mensaje. No vino a matarme.

—La guerra está cerca—dice, su voz grave.

Entonces desaparece en un estallido de sombras y todo lo que deja son plumas negras.

🐇

Raven

Llevo una hora mirando el atardecer, tratando de comprender mi aterradora visión. ¿Cuándo será suficiente? No debería intervenir. Eso podría desencadenar terribles consecuencias. ¿Pero qué haces cuando ves morir a unas de las personas que más amas en el mundo? Las lágrimas resbalan por mis mejillas en un río de frustración y desesperación. Le hice una promesa a mi familia. Esto no debería pasar. Mi responsabilidad es cuidarla. Yo daría la vida por ella...

—Raven.

Un sollozo escapa de mi garganta al pensar en lo que va a ocurrir. ¿Cómo llegamos a esto? No podemos seguir aquí. Le diré a Krestel que abra el portal y nos regrese a nuestro mundo.

—Raven.

Me giro y observo a Ava. Su vestido forrado hace juego con el color naranja del atardecer. No hay angustia en su rostro, mucho menos miedo. Ella está relajada y la envidio. Desearía tener la mitad de su coraje y valentía.

—Sabes que debe ocurrir.

—De ninguna manera —me apresuro a decir—. Has perdido la cabeza.

—No podemos evitar el destino, Raven.

Me invade la ira sin precedentes tiñendo de rojo mi visión.

—¡Me importa una mierda! ¡No quiero perderte!

—Escúchame...

—No —Retrocedo y le apunto con el dedo—. Hice una promesa y voy a cumplirla. Krestel abrirá el portal y regresaremos a casa.

Me toma por los hombros y me insta a mirarla fijamente. Sus ojos azules llenos de determinación. Siempre he odiado que actuara como si fuera una adulta. Por los dioses, es una niña. ¿Por qué siente que debe arreglar todos los problemas que rodean a nuestra familia? Ella no es ninguna heroína. Es solo Ava.

Mi hermanita.

—No harás eso—me interrumpe—. Si cambiamos el curso de la historia sucederá algo peor y no te gustará.

El miedo hace que mi respiración salga en cortos jadeos. La realidad está aquí. Y me aterra aún más afrontarla. ¿Pero en qué me convertiría si permito que mi hermana arriesgue su propia vida?

—No.

—Raven, por favor —Acuna mis mejillas. Dejo caer mi mirada, incapaz de soportar la suya—. Tengo que hacerlo.

—¿Y luego qué? Van a destrozarte.

—Sobreviviré.

—¡Tienes catorce años! —exploto dando un paso atrás—. ¿Me estás diciendo que enfrentarás al monstruo y permitirás que te rompan? Esto no está bien, Ava.

¡Yo la vi en el peor escenario! Uno que nunca imaginé. La sangre drena de mi rostro ante el recuerdo, haciendo que la bilis ascienda por mi garganta. La marcará por siempre y no pienso permitirlo.

—¿Y qué harás? —pregunta—. ¿Permitir que él gane?

—Prefiero eso antes que perderte.

Las lágrimas sin derramar arden en sus ojos. Mi Ava tan valiente.

—No me estás entendiendo, Raven. Si él gana también lo hará el señor de las sombras e irá por nuestra familia. Tengo que detenerlo, estoy aquí por una razón—Su labio inferior tiembla—. Está escrito.

—No...

—¿Dudas tan poco de mí? —sonríe con dolor—. ¿Realmente crees que soy débil?

Se me encoge el corazón. Las mujeres de nuestra familia han sobrevivido a tragedias y son admirables por sus resiliencias, pero el precio a pagar es alto. Allison es un ejemplo de ello. Perdió a Ronan y no volverá a ser la misma en mucho tiempo.

—Eres mi hermanita.

—Soy médium y he visto el futuro. Tu don te ha mostrado la parte más trágica, pero no la recompensa —Me agarra de las manos y la sostengo fuerte—. Te pido que confíes en mí. ¿Cuándo he fallado?

Tartamudeo sin atreverme a responder. Con ella empezó absolutamente todo. Fue la primera que nos advirtió sobre el señor de las sombras y no se ha equivocado sobre él. Conoce sus debilidades, sus próximos movimientos y su final. Es como si hubiera escrito el destino con su puño y letra.

—Nunca has fallado.

Ava sonríe.

—Y no empezaré ahora. Esto no me va a destruir, me hará más fuerte, Raven. No le temo al destino, mucho menos a nuestros enemigos. Si queremos triunfar, debemos derrotar a los más poderosos.

—Tu vida no está en discusión.

—Míralo así. Seré un medio para un fin. Todos tenemos un rol aquí. Tú, yo, Krestel... —masculla—. Estoy asustada, por supuesto, pero te prometo que te haré sentir orgullosa.

Sacudo la cabeza con impotencia porque no hay nada que pueda hacerla cambiar de opinión. Encontrará la forma de seguir sus visiones al pie de la letra. La conozco. Mis súplicas no aportan nada excepto angustia y culpa. Tengo que confiar en ella.

—Júrame que estaremos bien.

La sonrisa no le llega a los ojos.

—Lo juro.

Cuando por fin estoy sola, respiro profundamente aire fresco, evitando derramar más lágrimas. Este día ha sido un recordatorio de lo que solía ser mi vida. Esa vida se ha ido para siempre. Hoy soy una reina y debo luchar por mi familia. Por mi gente.

El viento se levanta, revolviéndome el pelo mientras me quedo de pie en el muelle, mirando el lago. Siento una presencia detrás de mí que me alarma y respiro aliviada cuando veo al amor de mi vida. Me mira fijamente, sus ojos atormentados. Trae puesto su armadura, su capa escarlata revolotea por la brisa.

—Cuando tu dolor es tan fuerte lo siento aquí—Se toca el pecho—. ¿Qué sucede?

Un pequeño sollozo me sacude.

—Yo...

—Ven aquí.

Corro a sus brazos y tiemblo, con las lágrimas fluyendo. La sobrecarga emocional me está destrozando. El miedo y el dolor compiten por ser la preocupación primordial. No puedo aliviar esta opresión, menos después de mi conversación con Ava. Los sollozos desgarran mi cuerpo mientras Krestel me acaricia la espalda.

—Te tengo —susurra.

Levanto la mirada a sus ojos.

—No se trata de mí.

—Es Ava, lo sé—dice —. Puedo escuchar tus pensamientos.

Debería estar molesta porque usa esa ventaja a su favor, pero ahora lo único que anhelo es el consuelo que proporciona.

—Le prometí a mis padres que la cuidaría.

—Lo has hecho muy bien.

Resoplo. Él me ama y verá solo cosas buenas en mí porque de eso se trata el amor. Encontrar la perfección a pesar de los defectos.

—¿De verdad? Se está exponiendo y no puedo hacer nada para detenerla. Solo me ha dado excusas.

—Dudo que sean excusas —Krestel habla con una increíble calma—. Ella sabe lo que hace.

—Tiene catorce años.

—Es la médium más poderosa que conocemos —suelta un suspiro y vuelve a abrazarme—. Es inteligente y fuerte. No iría tan lejos a menos que estuviera muy segura. Cuando involucró a Morana me pediste que confiara en ella y lo hice.

—¿Por qué?

—Porque es Ava y no dudo de ella. Tampoco dudo de ti.

—¿En serio?

Krestel sonríe, mostrando sus colmillos.

—En serio.

Tengo sentimientos encontrados... Vuelvo a pensar en aquellos días que era un hombre frío como su reino. Fue decepcionado tantas veces, pero aún así confía en mi familia. Confía en mí. Envuelvo los brazos alrededor de su cuello y junto nuestros labios. Este beso lo dice todo. Como él se ha convertido en mi motor y mi oxígeno. Mi razón principal para estar viva.

🐇

Krestel

Me tomo un largo baño para borrar los rastros de sombras. Aún puedo sentirlo en mi piel como alacranes lastimándome. El encuentro con ese individuo fue desconcertante. ¿Cuál era el punto? ¿Demostrarme que su padre cuenta con mucho más poder y se adueñará de Arkos si no los detengo? Él es solo un niño que juega a ser un dios.

No permitiré que esto eche a perder mis planes. Mi prioridad sigue siendo Baltor y asegurarme de que Raven sobreviva a la transformación. Después me encargaré de aquellos que intentan derribarme.

Cuando llego al comedor Raven está sentada en la silla más alejada. Sus ojos azules lucen tristes mientras mira unos de los tantos retratos de mi madre. Lleva un vestido azul marino con mangas largas y los hombros descubiertos. Tiene el cabello ligeramente rizado, como si estuviera aburrida del lacio. Me gusta el cambio.

Hay más presentes en la mesa, pero mi atención sigue en ella a medida que tomo asiento en mi lugar habitual. El cáliz está lleno de sangre acompañado de un pequeño pote de fresas. Encantador.

—Estás muy lejos —murmuro y bebo un sorbo—. Ven y siéntate a mi lado.

Raven me mira.

—Odio cuando solo lanzas órdenes. Inténtalo de nuevo.

Nikov se ríe, Serenity y Darko se remueven en sus asientos. Ava es la única ausente esta noche. Ha tenido suficiente y sé que no quiere alterar a Raven.

—¿Podrías sentarte aquí, por favor?

Una sueva sonrisa se dibuja en su hermoso rostro. Pequeña malcriada. Le encanta tenerme dominado y con justa razón. Yo me he convertido en su esclavo.

—Estoy cómoda aquí.

Le doy una expresión incrédula, pero ella lo ignora y empieza a comer de su plato. Así serán las cosas, ¿eh? Primero me hace mendigar frente a mi familia y después me deja en ridículo. Chasqueo los dedos y en un segundo su silla se mueve y se posiciona a mi lado. Raven suelta un chillido indignado.

—Eres un idiota —dice, cruzándose de brazos indignada.

Agarro un trozo de fresa y lo traigo a mi boca.

—No pelearás conmigo por esto, ¿o sí?

—¿Tú que crees?

Nikov echa la cabeza hacia atrás en una carcajada.

—Hombre, esto es tan divertido —Se burla—. Nunca pensé ver domesticado a Krestel Markovic.

Tomo un cuchillo afilado de la mesa y lo señalo. Serenity disimula la risa detrás de la servilleta. Darko es indiferente.

—No me hagas relucir algunos trapos sucios.

—Te lo tomas todo de manera muy extrema, Krestel. ¿Dónde quedó el buen sentido del humor?

Mi mano se posa en el muslo de Raven bajo la mesa y ella traga grueso. Sus ojos azules se agrandan por mi descaro y me muerdo el labio con una sonrisa. Me ha molestado suficiente esta noche.

—Odio tus chistes estúpidos, Nikov.

—Me echarás de menos el día que no esté aquí para contarte mis chistes estúpidos.

Es cierto, pero no lo admitiré en voz alta.

—Soporto tu trasero día y noche. No irás a ninguna parte.

Resopla.

—Nunca se sabe.

Mis dedos empujan hacia arriba el vestido de Raven y admiro como su pecho empieza a subir y bajar. Podría apartarme si quisiera, pero no lo hará. Desea esto tanto como yo.

—Vayamos a lo importante —digo con total naturalidad—. Hoy fue un día revelador.

—¿Sí? —pregunta Raven y se concentra en su plato.

Ese cabello rojo me hace cosas... Afortunadamente los demás están muy lejos de nosotros como para notar lo que está sucediendo.

—Tuvimos un encuentro con el príncipe cuervo —masculla Nikov—. Bastante aterrador a mi parecer.

Ante eso, Raven aparta mi mano y mira Nikov con una expresión confundida e incrédula.

—¿Príncipe cuervo? —balbucea y frunce el ceño—. Jamás escuché hablar de él.

—Dejó plumas cuando desapareció —Me encojo de hombros—. El heredero del señor de las sombras.

Raven se levanta de golpe con las palmas en la mesa.

—¿Ronan estuvo aquí en Arkos?

Aprieto la mandíbula. Su reacción me toma desprevenido porque ese monstruo está lejos de ser el amigo que ella mencionó con tanto cariño.

—Nos dio un gran susto—añade Darko.

—¿Por qué no me lo dijiste? —Me reprocha Raven—. Pude hablar con él.

Me echo a reír, aunque no hay nada divertido.

—¿Planeabas invitarlo a beber un poco de té? El sujeto que yo vi no parecía razonar en absoluto. Todo a su alrededor era muerte y destrucción. Si te acercas a él te hará pedazos.

Raven exhala.

—Eso es imposible. Él es mi amigo.

—Estás siendo ingenua, amor. Él no es amigo de nadie, menos el tuyo. Vino aquí a desafiarme y recordarme que su padre planea adueñarse de mi reino. Es nuestro enemigo.

Se sienta de nuevo con una expresión de derrota. Es como si todas las piezas en su cabeza empezaran a encajar cuando digiere la verdad.

—Ronan, no...

—Yo lo vi —dice Nikov—. Y no era nada amigable.

Darko asiente para reforzar la historia. No me he involucrado en los asuntos del señor de las sombras. Nunca me ha afectado directamente, pero mi unión con una Karlsson por alguna razón lo ha motivado a declararme la guerra.

—Sabes muy bien cuál es su intención con las sombras.

Raven no contesta y mastica otro bocado. Puedo respetar que ella lo considere su amigo, pero no cambiaré de opinión. Si Ronan Dumont vuelve a amenazarme no seré amable.

—Hay otros inconvenientes que deberías saber —Serenity se limpia los labios con una servilleta—. Todo este asunto con las sombras está alarmando a la población. Llegaron informes de que el puerto invernal es uno de los afectados.

—¿Más zombis? —inquiero.

—Algunos servidores de Drui Kav han regresado. Saquearon el puerto y lastimaron a sus habitantes.

Malditos piratas. Era cuestión de tiempo para que esto sucediera. La muerte del líder no fue suficiente. Otro tomó su lugar y cree que tiene la oportunidad de armar una revolución en mi contra.

—Ve allí mañana y soluciónalo —Le ordeno a Nikov —. Tengo otros asuntos de los que preocuparme —Me dirijo a mi tío Darko —. Estás a cargo del resto de las ciudades mientras tu esposa protegerá el castillo en mi ausencia. Raven y yo partiremos dentro de dos días a buscar las notas de Niss.

Mis fieles servidores asienten. Al terminar la cena, todos abandonan el comedor excepto Raven. No ha terminado su comida. Todavía conserva la misma mirada perdida.

—Sabes... —empiezo, chasqueando la lengua—. Me pondría muy celoso si no supiera que la noche anterior estuve dentro de ti.

Arruga la nariz.

—Eres tan desagradable.

—Dime en qué puedo ayudarte y haré lo que sea.

Sus ojos se suavizan y toco su labio con mi pulgar. Sus párpados se cierran brevemente y luego me mira, mostrando líneas de tensión.

—La visión de Ava y la mía —acepta con tristeza—. La muerte está tan cerca que es doloroso.

—Pienso que esto nos da ventaja.

—Vivo atormentada desde que lo vi, Krestel. No hay ventaja en eso —suspira—. Mi madre solía decir que nuestros dones son una bendición, pero también una maldición. Imagina ver la muerte de alguien que amas y no poder hacer nada.

—No le temo a la muerte, lucharé contra él para que siempre seas feliz.

—Kres...

Agacho la cabeza para besarla y ella me corresponde. Me encantan sus labios. Tan carnosos y suaves. Mi mano se posa en el interior de su muslo y sube lentamente, deslizándose dentro de su ropa interior. Jadea contra mi boca.

La levanta y la acerco al borde la mesa. Pateo la silla con el pie izquierdo mientras oigo el ruido de los cubiertos que tiro al suelo. Su hermoso cuerpo está extendido como un banquete y sus ojos brillan con excitación. Follarla siempre será unos de mis momentos favoritos del día.

—Admítelo —dice sin aliento.

Tiro de la tela de su vestido, arrancándola de su cuerpo. A diferencia de las otras veces ella no protesta. Sabe que repongo cada ropa suya que arruino.

—¿Qué cosa, amor?

—Dime que no puedes vivir sin mí.

—Pensé que eso ya había quedado claro —Me quito el cinturón y los pantalones, liberando mi pene. Raven gime al sentirme rozar su clítoris con la punta—. Pero lo diré de nuevo. No puedo vivir sin ti, Raven Karlsson. Si mañana decides abandonarme ten por seguro que voy a perseguirte hasta convencerte de que compartes el mismo sentimiento. Tú tampoco puedes vivir sin mí.

Me guío dentro de ella, sosteniendo su pequeña cintura. El primer empujón no es suave. Es duro y brusco. Le arranco un fuerte grito de los labios que la tiene jadeando, pero ansiosa. Se toca los pechos, tirando con los dedos sus pezones. Esa simple acción me hace perder la cabeza.

—No puedo vivir sin ti, Krestel —solloza—. No puedo.

—Bien. Yo tampoco.

Y la follo el resto de la noche.

🐇

El entrenamiento al día siguiente empieza temprano. Estoy absolutamente fascinado por su capacidad de aprender tan rápido ciertas cosas. Mis lecciones y las de Mirko le ayudaron a perfeccionar su habilidad con la espada. No es una experta, pero sí muy buena. Su sed por la supervivencia sacará su lado más salvaje y estoy ansioso de verlo.

—Las dagas también son útiles, ¿no? —susurra detrás de mí con el arma afilada apuntando mi garganta.

El corte es superficial, sacando una gota de sangre que resbala por mi piel. Me lamo los labios.

—Lo que sea que te mantenga a salvo.

Rodeo su muñeca y la giro hasta presionarla contra mí. Suelta una risita mientras mi lengua lame su clavícula y acaricio su trasero. Hoy me pareció prudente entrenar en el castillo.

—¿Cómo son las criaturas del laberinto? —pregunta—. He oído que los espectros abundan ahí.

Mis colmillos buscan la vena en su cuello.

—Mmm...

—Kres...

—No hay nada que no podamos manejar. Lo he visto todo.

—Yo no —Se queja.

La libero y pongo un mechón de pelo detrás de su oreja.

—Voy a protegerte con o sin magia. A mi lado no tienes nada que temer.

—Lo sé, pero no puedes controlarlo todo.

—No existen imposibles cuando se trata de mí.

No me niega el siguiente beso. No la he dejado descansar mucho. Esta mañana me uní a ella en el baño y la tomé por detrás con mi puño envuelto alrededor de su cabello. Beber a menudo su sangre ha despertado mi adicción. Si no aprendo a controlarme será peor y...

—¿Majestad? —La vocecita de Karrie suena en el salón y me detengo.

Mi mujer oculta su rostro en mi cuello sin atreverse a mirarla. Esta es la segunda vez que nos sorprende en la misma situación. Lo que menos deseo es arruinar su inocencia.

—¿Qué haces aquí? —pregunto enfadado.

Karrie mueve la punta de su zapato y agacha la cabeza.

—Uh... hoy empieza mis entrenamientos con el niño.

¿Niño? Ella se refiere a Kiro.

—Deberías esperar un rato afuera.

Asiente sin mirarme, sus mejillas están sonrojadas por el rubor. ¿Cómo demonios le explico a una niña de ocho años lo que hacen los adultos? No quiero que tenga una perspectiva equivocada.

—Sí, majestad.

Karrie se despide y Raven me golpea en el hombro.

—Te odio —gruñe—. No puedes mantenerlo en tus malditos pantalones.

Se me escapa una carcajada.

—No es algo que te moleste mucho.

Pone los ojos en blanco.

—Ve y habla con ella.

—¿Qué? No.

—Acaba de vernos en un acto muy íntimo otra vez y tienes que explicarle que son cosas de adultos.

—No le diré nada de eso a una niña de ocho años.

—¡Pero es tu hija! Hay cosas que aún no entiende y es mejor que lo sepa por ti. La educación sexual es importante —Baja la voz—. Está a tu cargo y Kiro también. Lo asumiste desde que aceptaste adoptarlos.

Me quedo sin palabras al recordar mi conversación con el niño. Lo han lastimado con tanta saña que dudo que algún día logre recomponerse. Karrie aún es inocente mientras Kiro fue corrompido de formas horribles.

—Hagamos esto juntos —entrelazo nuestros dedos—. Los dos necesitamos aprender.

Me mira con una mezcla de sorpresa y conmoción antes de sonreír orgullosa. A su lado nada puede ser malo. Nada.

🐇

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