Capítulo 35 🎻


Krestel

Ella se fue hace horas y aún no ha regresado.

Cuando algo me enfada tan poderosamente como esto tengo la necesidad de buscar a los culpables y quemar el mundo entero. Nada cambiará el hecho de que Raven forma parte de una especie que asesinó a mis padres y usaron a una niña para tratar de manipularla. ¿Eso a dónde demonios nos lleva? Porque si no puedo aceptarla tal y como es lo nuestro no funcionará.

He dado vueltas en la sala de tronos, ansioso y nervioso. Ni siquiera suelo recurrir al lazo, pero lo hice para comunicarme con ella y no obtuve respuestas. Estoy desesperado, preocupado, estresado. Me atormento a mí mismo recordándome que fue mi decisión dejarla ir con Nikov. Yo debí acompañarla, aunque tampoco era una buena posibilidad. Si estaba en el mismo sitio que esas bestias los mataría uno por uno hasta que me sintiera satisfecho.

Soy un absoluto desastre sin remedio.

Con un chasquido de dedos, el cáliz vuelve a llenarse con sangre y me siento en el trono con mi cabeza latiendo. Me siento furioso porque también prometí proteger a Karrie y le he fallado. ¿Qué podría esperar de esos malditos animales? Ellos fueron la razón por la que me he convertido en un monstruo.

Mi vista se dirige al techo con cúpula y respiro varias veces para calmar la tormenta que se desata dentro de mí. Una guerra se aproxima, debemos encontrar las notas que maten a Baltor y la transformación de Raven es inevitable. ¿Cuántas pruebas soportaré?

—Por mucho que te resistas a la idea no podrás impedir que ella se una a su gente.

Enfoco mi atención en Morana que está de pie a poco centímetro de distancia. Su largo cabello azul fluye como la seda hasta su cintura y su vestido blanco brilla. Luce pálida, triste y distante. Sin el rastro de miedo que suelo ver en su cara. ¿Desde cuándo adquirió la valentía para hablarme de ese modo? Aunque no es una sorpresa. Ella nunca me ha respetado, finge hacerlo.

—No he pedido tu opinión, vete por donde viniste.

—Voy a decirlo de todos modos —sonríe, sus labios azules como su cabello—. Adelante, puedes torturarme, pero antes vas a escucharme.

Me inclino en el trono con una mano en mi barbilla y la otra en el respaldo.

—Espero que sea algo útil —murmuro—. Hoy me siento generoso y te daré la oportunidad de hablar. Si me enfadas ya sabes lo que pasará.

Su rostro sigue siendo engañosamente tranquilo.

—Es sobre Raven y estoy bastante segura de que te interesa cualquier cosa relacionada a ella.

Ladeo una ceja.

—Habla.

—Las aguas predijeron que ella encontrará la nota y le dará uso, pero a cambio pagará un precio muy alto —responde, su voz distante—. Su transformación tiene que ocurrir porque es lo único que va a salvarla.

Limpio la sangre de la comisura de mis labios y me levanto con la copa en mi mano. Morana sigue imperturbable y una parte de mí piensa en la niña valiente que me enseñó a pelear cuando tenía ocho años. Gracias a ella aprendí buenos trucos en el combate y que la confianza es primordial. Su mejor lado murió el día que se entregó a Baltor y no quedó nada.

—¿Sabes qué otra cosa ocurrirá si ella cambia de forma? —inquiero—. Tu gran amor podrá liberarse de mis torturas y su alma regresará a la vida. Es lo que quieres, ¿no?

—Raven me aseguró de que cumplirás tu palabra si accedo a ayudarte cuando llegue el momento. No lo quiero libre por muchas razones y tú sabes cuáles son.

—Tal vez es otra de tus manipulaciones. ¿Cómo podría creerte después de todo lo que hiciste? No confío en traidoras.

Sus ojos oscuros parpadean y distingo un rastro de emoción en ellos. Algo que no había visto en siglos, no desde que perdió su amor propio.

—También debería odiarte porque me has castigado durante casi trescientos años y te encargaste de recordarme mis errores día y noche. No me diste la oportunidad de demostrarte cuánto lo lamento.

Suelto una carcajada y niego con la cabeza.

—Nada de ti me conmueve, Morana. Nunca te perdonaré una mierda, no lo mereces.

Su labio tiembla.

—Te empeñas en hacerle creer al mundo que eres diferente a Baltor, pero te convertiste en un ser despreciable igual a él. Conoces el final de esta historia. Te quedarás solo y miserable. No ganarás a la chica. Tú y yo sabemos que tarde o temprano se cansará —Me mira con malicia —. Y regresará a su mundo donde no existirás.

La rabia me quema por dentro y dejo que me consuma. Me materializo frente a ella con una mano en su garganta. La levanto sin delicadeza hasta que su rostro se vuelve del mismo color que su cabello. No respira durante varios segundos, mirándome como si estuviera lista para recibir a la muerte. Lástima que su hora aún no ha llegado por más que quisiera.

—¿Tú te atreves a llamarme despreciable después de que permitiste que mataran a quienes te dieron de comer? Fuiste un medio para que Baltor cumpliera sus caprichos y te quedaste quieta mientras violaban brutalmente a mi madre. ¿De verdad esperas respeto de mi parte? Me destrozaste parte por parte y mil disculpas nunca repararán el daño que causaste.

Un jadeo tembloroso abandona sus labios y trata de apartar mi mano.

—Nada justifica lo que hice, pero intento ayudarte, Krestel. Si continúas viviendo en la sombra del pasado perderás todo lo que has conseguido —tose con dificultad—. Es lo que Baltor quiere, odia la sola idea de que seas feliz con la mujer que amas. Le permites tener poder sobre ti.

La libero y cae al suelo sosteniendo su garganta. Sus ojos se empañan con lágrimas mientras se mantiene de rodillas. Ella es la principal causante de mi sufrimiento. Permitió que me arrebataran todo, pero tengo que darle la razón. Está diciendo la verdad. Baltor me ha quitado mucho y lo sigue haciendo. Estoy tan cansado de que mis emociones dependan de él. Cuando Raven llegó al castillo logró silenciar a mis demonios y el día que ella no esté me devorarán vivo.

—Sus instintos le dicen que puede confiar en ellos—prosigue Morana—. Su acceso a la verdad es lo que le permitió ser reina. Raven sabe que una alianza con los licántropos le garantiza la salvación a Arkos y el fin de una guerra. El día que vuelvan a pelear será para combatir a sus enemigos. Si le juran lealtad a tu compañera también lo harán contigo.

Aprieto la mandíbula.

—No quiero nada de ellos.

Morana se pone de pie lentamente.

—No tienes que convivir con ellos, pero sí intentar avanzar y aceptar que son una parte esencial de tu reina. Ella pronto cambiará de forma y no hay nada que pueda evitarlo. Será tu oportunidad de demostrar que la aceptas en cada una de sus facetas —Hace una pausa y suspira—. Y si no puedes superarlo tendrás que vivir con la pérdida más preciada.

Por primera vez en mucho tiempo, Morana me deja sin palabras.

🐇

Raven

Recorro cada rincón del refugio solo para comprobar una vez más que no estoy equivocada. Aquí viven licántropos de todas las edades y pienso que cualquiera de ellos podría ser mi familia. Será difícil que Krestel los acepte. No pretendo que lo haga de la noche a la mañana, pero merecen una oportunidad.

No permitiré que ninguno muera o viva con el miedo de que podrían ser asesinados si ponen un pie fuera de este lugar. Quiero que se sientan libres y comprendidos. Ellos van a demostrar que las acciones de sus antepasados no definen nada.

—Lex —murmuro.

El licántropo de ojos pálidos da un paso adelante con la cabeza inclinada en una reverencia. Fue el niño que Krestel enfrentó cuando los encontró en una cueva. Quiso pelear a pesar de que la derrota era muy evidente. No se dio por vencido y luchó por su gente. Hoy están vivos gracias a su coraje.

—Majestad.

Le toco el hombro y mi mente de inmediato se traslada al pasado. Soy transportada a una cueva oscura dónde veo a niños asustados. La mayoría de ellos tenían cinco a diez años. Pequeños licántropos que apenas podían dar pasos. Pasaron días ocultos, sin la esperanza de que alguien viniera por ellos.

Todavía no comprendo como pudieron sobrevivir en esa cueva. Probablemente si no eran inmunes al frío estarían muertos. Devorados por las bestias salvajes que abundan en Arkos. Lex tomó el control de la situación. Fue adulto antes de tiempo y se desvivió por esta gente. Lo ha dado todo y lo seguirá haciendo.

Es considerado un héroe.

Aparto la mano con un jadeo. Aquí tienen lo necesario para sobrevivir, pero es la definición de libertad mediocre. Si son vistos en la capital o cualquier ciudad de Arkos serán torturados y ejecutados. Necesito hacer un cambio.

—Quiero que sepas que pondré todo de mí para que el hielo se descongele en Arkos y ustedes puedan disfrutar nuevamente la luz del sol. Cuentan con mi protección a partir de hoy.

Sus ojos se llenan de lágrimas.

—Hemos soñado con este momento, pensamos que nunca pasaría.

Nikov está en silencio a mi lado sin emitir ningún comentario. Su postura defensiva me hace saber que no aprueba mi decisión, pero la respeta. Espero que con el tiempo entienda que el verdadero villano aquí es Baltor. Nadie más.

—No se trata de ningún sueño, Lex. Tienes mi palabra—Le doy una pequeña sonrisa—. Mi condición más grande es que sigan manteniendo el perfil bajo y no busquen problemas que desataría otra guerra contra el rey.

Lex asiente.

—Podemos hacerlo.

—Volveré en los próximos días —musito—. No puedo prometerte que el rey los aprobará porque llevará su tiempo convencerlo, pero pondré todo mi esfuerzo para que sea posible.

—La luna está cerca—susurra.

Mi corazón da un vuelco.

—Sí —Observo a Nikov—. Por favor, trae a Karrie. Es hora de regresar a casa.

Asiente sin dudar y camina a la cabaña donde Karrie duerme cómodamente. Me detengo un segundo para mirar a los licántropos cerca de la hoguera. Siento el miedo fluir, pero también la esperanza. Confían en el cambio que representa mi reinado. Cuando me siente en el trono ellos tendrán un lugar en Arkos como hombres y mujeres libres. No perderé la fe.

—Mi gente te enviará fuerzas para el gran día—dice Lex—. Acudiremos a ti ante el primer aullido.

Una sonrisa asoma mis labios.

—Prefiero que no intervengan hasta que todo esté hecho. Tentar al rey es una declaración de guerra.

—Seguiremos tus órdenes hasta el final—Sus ojos se fijan en el cielo rojo nocturno—. Nunca lo odié completamente. Al igual que nosotros era un niño que perdió a sus padres de la manera más cruel.

—Lo sé—susurro—. Sus heridas no sanaron del todo, pero confío en que también apostará por la paz.

Lex agarra mi mano y deposita un beso en el dorso.

—Gracias por la oportunidad, majestad.

—Sé que valdrá la pena—susurro—. Hasta pronto, Lex.

Nikov regresa con Karrie dormida en sus brazos y cubierta con una manta. A medida que nos dirigimos a la salida todos hacen reverencias mientras camino y la calidez inunda mi pecho. Mi corazón sabe que no voy a arrepentirme de mi decisión.

Por los dioses espero que no...

🐇

Cuando regresamos a los acantilados dónde está oculta la puerta secreta, somos recibidos por una intensa lluvia de nieve. Nikov abraza más fuerte a Karrie y pienso que será una odisea de dificultad que vuele con nosotras en sus brazos. Debí considerar la idea de traer a Skar.

—Lleva primero a Karrie y luego regresa por mí. No me da miedo esperar.

Nikov rueda los ojos.

—Puedo con ambas, no me subestimes. La idea es que tú cargues a la niña para que mis dos brazos no se cansen.

—Si una de nosotras cae...

—Oh, cállate, tonta.

Un viento violento sacude mechones de mi cabello cuando distingo dos alas gigantes en el cielo. El alivio relaja mi cuerpo tenso. ¿Sintió de algún modo que lo necesitaba? Copos de nieve vuelan y mis mejillas se congelan mientras Krestel se acerca montando a Skar.

Sus ojos rojos sostienen los míos y la intensidad brilla en su mirada. No esperaba en absoluto verlo aquí, pero estoy tan aliviada. Leo el conflicto, la tensión y el dolor. A pesar de nuestra discusión su preocupación por mi bienestar es más grande. Fueron horas desesperantes y quiero consolarlo.

Skar aterriza y Krestel baja con sus ojos aún en los míos. Mi mano pica con la necesidad de tocarlo.

—Hola, Krestel. Tu ayuda es bienvenida —murmura Nikov—. Yo me hago cargo de la niña y tú puedes llevar a tu mujer.

Krestel mira a Karrie e inmediatamente extiende los brazos para que su primo la entregue.

—Dámela.

Nikov obedece mientras mi corazón salta a mi garganta. La sostiene con mucho cuidado, asegurándose que la cabeza de la niña descanse en su pecho. Conmigo ha sido gentil, pero verlo sobreprotector con alguien más nunca dejará de conmoverme. Es su padre, aunque me repita mil veces que no.

—Yo... iré con Nikov—musito.

Krestel sostiene a Karrie con suavidad y se pone rígido por mis palabras. Inhalo profundamente, reprimiendo el escalofrío que me recorre. Tengo tantas cosas que decirle...

—Como prefieras —cede él—. Te veré en el castillo.

Nos da la espalda para regresar junto al murciélago. Sube sobre su espalda y vuela sin mirar atrás. Suelto el aliento que estaba conteniendo, demasiado cansada de los altibajos. Un día estamos bien y al siguiente apenas nos toleramos.

—Déjalo, por dentro está aterrado—dice Nikov mientras veo a Krestel desaparecer en el cielo con Skar y Karrie—. Es un idiota orgulloso, pero pronto lo tendrás rogando. Tú eres su punto más débil, cualquiera puede notarlo.

Sonrío.

—Es tan terco y exasperante—sacudo la cabeza—. Quizás es lo que más me gusta de él. Me complica la existencia.

El incubo se ríe conmigo.

—A eso llamo masoquismo y estupidez.

—Yo lo llamo amor—Me acerco y salto a su cuerpo—. Llévame al castillo porque quiero poner en su sitio a cierto strigoi orgulloso.

Nikov despliega sus alas y empezamos a elevarnos.

—A sus órdenes, alteza.

🐇

Cuando regresamos al castillo, Ava me recibe con un fuerte abrazo y se asegura de que no tenga ni una sola herida. Confía en mí, pero le preocupaba que cualquier cosa saliera mal. La próxima vez irá conmigo. Sé que está ansiosa de conocer a nuestra especie.

—Al fin estás aquí, casi muero de angustia.

—Estoy bien.

Nikov se retira mientras Ava me lleva a la cocina. El té está listo en la mesa con una canasta de galletas. Quiero darme un baño y después hablar con Krestel.

—¿Cómo te fue? —pregunta Ava con sus ojos más amplios de lo normal—. La incertidumbre me estaba matando.

Mastico las galletas crujientes y trago antes de hablar.

—Mejor de lo que esperaba—admito—. Cometieron un grave error al secuestrar a Karrie, pero había una razón entendible detrás. Espero que la niña no quede traumada.

Ava recoge una galleta y mastica.

—Estará muy asustada a partir de ahora.

Hago una mueca.

—Gracias por el consuelo.

—Fuiste valiente, Raven. Sabía que podrías manejar la situación—Toca mi mano—. Quedaron fascinados contigo.

Suspiro.

—Había muchos niños, Ava. Cerca de treinta —musito—. Yo... no puedo abandonarlos.

—Lo que viene a partir de ahora no será fácil, pero saldrás adelante. La luna está más cerca que nunca.

Termino de tragar.

—Uno de los licántropos me ha dicho lo mismo.

—Porque ellos pueden sentir la magia que proporciona la luna—explica—. Es un dolor latente que sienten todos los meses. Con tu presencia en Arkos se hizo más fuerte y esperan ansiosos la gran noche. Tu cambio le dará alegría a ese pueblo, Raven.

La emoción obstruye mi garganta porque no puedo alegrarme completamente. No cuando mi decisión ha lastimado a Krestel. Él piensa que no entiendo su dolor y me costará recuperar su confianza.

—Necesito verlo.

Ava suspira.

—Buena suerte, hermanita. Después me enseñarás tu tatuaje.

Por supuesto que lo sabe. Beso su frente y salgo de la cocina para avanzar a la habitación que comparto con Krestel. Ambos nos equivocamos. Yo por presionarlo constantemente y él por no entender que no puedo negar a mi propia naturaleza. Jura que acepta cada parte de mí, pero ante la primera mención de ellos no lo reconozco.

Abro la puerta lentamente y la cierro detrás de mí. Encuentro a Krestel en el balcón de nuestra habitación con una copa de sangre en la mano. Su mirada distante se concentra en la nieve y sus hombros se ponen rígidos cuando me acerco.

—Hola.

No contesta.

Me agarro a su espalda, abrazándolo como si mi vida dependiera de ello. Su cuerpo tiembla con tanta fuerza que me rompe. No quiero volver a infligirle ningún daño. No después de todo lo que ha pasado entre nosotros.

—Lo siento mucho—susurro.

Une su mano con la mía y la presiona contra su pecho dónde late su corazón desesperadamente.

—Casi me volví loco.

—Lo sé.

Se da la vuelta en mis brazos, sosteniendo mi cuerpo, su rostro perdido dentro del hueco de mi cuello. Me está matando con su angustia. Es la primera vez que siento sus emociones con esta intensidad. La mayor parte del tiempo es una caja fuerte, pero acaba de abrirse.

—¿Por qué tiene que ser tan difícil? —pregunta en voz baja.

—Porque somos nosotros—digo con una risita, aferrándome a su rígido cuerpo—. Sería muy aburrido si no lo complicáramos todo.

Inspira suavemente y me levanta en sus brazos. Todavía seguimos temblando mientras se sienta en la cama conmigo en su regazo.

—No hagas eso de nuevo—susurra.

—¿Qué?

—Irte por horas y arriesgar tu vida de ese modo. Si ellos te lastimaban yo no sobreviviría, Raven. Mi alma es tuya, recuérdalo.

Me destroza el corazón oírlo hablar así. Ha perdido tanto en la vida y le aterra que suceda lo mismo conmigo. No fui la única que puso esa inseguridad en él. También la bruja, Serenity e incluso Nikov. ¿Cómo puedo calmar la tormenta que se desata en su mente? Quiero de regreso al hombre seguro que conocí la primera vez.

—Hice lo que creía correcto.

Echa la cabeza hacia atrás, mirándome con suaves ojos rojos.

—Aún quiero matarlos por usar a la niña.

Aprieto su mano para calmar la ira. No lo culpo, Karrie es su nueva debilidad.

—Estamos bien, las dos —digo—. Debiste verlos, Krestel. Había niños en esa manada, no puedo darles la espalda.

Él asiente con rigidez, la tristeza instantánea cubre cada rasgo de su hermoso rostro.

—Yo no puedo hacerte cambiar de opinión.

—No te pido que los aceptes pronto, pero merecen una oportunidad—musito—. Por favor... sabes que el motivo de mi insistencia también tiene otras razones y no vale la pena seguir perdiendo el tiempo cuando ellos son una parte muy importante. Debemos unir fuerzas.

—Baltor no es la única razón.

—No—Paso los dedos por su mandíbula—. Me pregunto cómo será tu reacción el día que conozcas a mi familia.

Su expresión adquiere un tono más duro.

—Sería incapaz de lastimarlos por el simple hecho de que son tu familia. Hay una gran diferencia con los licántropos de Arkos.

Me arrepiento por decir semejante estupidez.

—Lo sé —me apresuro a decir—. Solo necesitan una oportunidad, Krestel. Si vas al refugio te darás cuenta que no son malos...

—No —interrumpe—. No puedo, es demasiado.

Su reacción no está siendo violenta y es un gran avance. Al menos ha reconsiderado mi propuesta.

—De acuerdo, lo haremos a tu manera.

Asiente rígidamente.

—¿Entonces estamos bien?

En lugar de responderle, lo beso despacio. Permito que mis labios alivien sus dudas, que mi lengua borre sus inseguridades y que mi corazón le diga soy suya por siempre sin importar las circunstancias. No quiero estar en otra parte que no sean sus brazos. Él es mi todo, mi refugio, mi lugar en el mundo.

—Estamos bien—murmuro.

Me da una sonrisa tan amplia que me derrite.

—Perfecto. ¿Raven?

—¿Sí?

—Date un baño, apestas a perro.

Lo golpeo en el pecho y suelta una carcajada. El sonido de su risa aleja cualquier sensación de malestar que he experimentado en las últimas horas. Estamos más que bien.

—Idiota.

🐇

Krestel

Todavía hay batallas que debo combatir dentro de mi mente, pero nadie me sacará la paz que siento después de mi conversación con Raven. Horas de reflexiones me hizo entender que no quiero darle otra parte de mi alma a Baltor. Ha tomado mucho y no tendrá más control sobre mis emociones. Su peor castigo será verme tener todo lo que él deseó una vez.

Soy el rey de Arkos y tengo a mi reina a mi lado. Él fue torturado durante casi trescientos años con los recuerdos de mi madre y el fracaso de sus errores. Me verá ser... feliz.

Sostengo un plato con dulces mientras entro a la habitación de Karrie. Ella está despierta con los ojos perdidos y abraza a su peluche de unicornio rosa. La sanadora me juró que no tiene ninguna herida excepto la cicatriz en su corazón. Cayó en la trampa porque buscaba a su madre. Mierda, debo decirle la verdad para que no vuelva a ocurrir otra tragedia.

—Raven los llama muffin —le explico, enseñándole la extraña galleta—. Son de vainilla y tienen mucha azúcar.

Continúa en silencio sin soltar el estúpido unicornio. Observo el boceto cerca de su cama, pero esta vez me ahorro cualquier comentario.

—Yo... intenté esconderme —responde—. Juro que lo intenté.

Me siento en la cama.

—Hiciste lo que pudiste, nada es tu culpa.

Las lágrimas humedecen sus inocentes ojos e ignora el plato de los famosos muffins.

—La vi en mis sueños y después en el bosque. Ella me pidió ayuda.

Tomo una respiración profunda porque esto no será nada fácil.

—No era tu madre, Karrie. Solo fue una ilusión.

—Yo... la vi.

—Eso es imposible —Trato de relajar mi voz y agrego con más suavidad —: Ella está en un lugar mejor dónde nadie podrá lastimarla nunca más.

Un sollozo se abre camino por su garganta y las lágrimas empiezan a caer. No puedo lidiar con esto. Saltar desde un precipicio es menos complicado.

—¿No volveré a verla?

—Por supuesto que sí—murmuro—. Ella siempre vivirá en tu corazón como la mía.

—Tu madre murió.

El dolor me atormenta, pero no me derrumbo. No necesita saber que recordar a mi madre duele como el primer día.

—Sí, pero sigue muy presente en mis pensamientos —Fuerzo una sonrisa—. A veces hago algunas cosas que a ella solía gustarle para recordarla con cariño.

Y no con la imagen desgarradora de ella siendo destrozada... Karrie se limpia las lágrimas.

—Mi mamá amaba cocinar con lo poco que teníamos.

Le ofrezco el muffin violeta y ella lo acepta fascinada.

—¿A ti te gusta cocinar?

Asiente dándole un mordisco a la cosa empalagosa. Cortesía de Raven.

—Mucho.

—Tienes la cocina a tu disposición. El castillo te dará cualquier receta que necesites.

Aunque no pienso comer nada de lo que haga. Tengo suficiente con Raven obligándome a tragar sus pastelitos.

—Gracias —susurra—. ¿Krestel?

—¿Sí, princesa?

Sus ojos se iluminan.

—Hice algunos dibujos para ti y espero que no te parezcan horribles.

La sonrisa se extiende por mi cara a pesar de que viene con una ligera culpa. Maldición, no soy bueno en el arte de la expresión. Suelto lo primero que pienso sin importar herir los sentimientos de alguien.

—¿Puedo verla?

—¡Claro!

Mastica las migajas antes de inclinarse y alcanzar el boceto sobre la mesita de luz. Me lo entrega con tanta ilusión que es imposible no emocionarme con ella. De hecho, su trabajo es más delicado esta vez, coloreados cuidadosamente sin sobrepasar las líneas. El dibujo está hecho con acuarelas. Puedo verme sentado en el trono con Raven y Karrie a mi lado.

—¿Ves? Mis consejos sirvieron—presumo y ella no se lo toma a mal.

—Me acabas de llamar princesa—susurra Karrie.

Alboroto su cabello como si fuera un cachorro y se ríe feliz por tener mi atención. Quizás Raven no estaba equivocada. Ella será la única hija que tendré alguna vez.

—Lo eres —afirmo—. Eres Karrie Markovic, futura heredera al trono y princesa de Arkos.

🐇

Instagram: JessiR17

Twitter: JessiRivas17

Facebook: Jessica Rivas

Tiktok: Jessica_Rivas17

Pinterest: JessiRBooks

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top