Capítulo 31 🎻
Krestel
Camino por las frías y sucias celdas de la prisión mágica más peligrosa de Arkos. No hay guardias que custodien porque una vez que los delincuentes ingresan no pueden salir. A menos que autorice un pacto de libertad, algo que no ha sucedido nunca.
Quiero muerto a los responsables que dañaron a Raven. Primero sufrirán días de tortura, insomnio y hambre. Después serán ejecutados en la horca frente a una multitud para servir como ejemplo de lo que sucede con aquellos que no respeten a la reina. Nadie tocará nunca más de manera inadecuada a mi mujer. No mientras esté vivo.
Me paro frente a una celda con escasa luz y miro al niño andrajoso. Hay un amargo odio en sus ojos que estoy acostumbrado a ver en las escorias que he jodido. Siempre es seguido por lamentos y promesas de que no volverán a cometer errores. Patético. Es una ventaja que yo sepa reconocer a los mentirosos impulsivos. No creo en las segundas oportunidades.
Del otro lado oigo a tres mujeres sollozar, pero no les presto atención. Ya me encargaré de ellas después.
—Kiro, ¿no es así?
Nada.
—Supongo que ahora no tienes el valor de atacarme ni lanzarme a la boca de los lobos —Mi voz suena con calma a pesar de la rabia que hierve a fuego lento en mi interior—. Ella quiso convencerme de que eres inocente. Me dijo que fuiste manipulado por los gaxas para tenderle la trampa. ¿Cuál es tu excusa?
Levanta el mentón en un acto de valentía que no he visto en hombres más viejos ni guerreros. No le asusta mirarme ni darme esa típica hostilidad que muchos intentan disimular. Se muestra tal y como es. Valiente.
—¿Me perdonarás la vida si escuchas mi excusa?
Mi sonrisa es sombría mientras me burlo. Niño listo.
—No.
Abraza sus piernas y se encoge en el sucio rincón. Observo sus pies lastimados cubiertos de cicatrices y manchados de sangre. Puedo reconocer a una víctima cuando lo veo y Kiro es uno. Los abusos se reflejan en su cuerpo y no me refiero solo al maltrato físico. También sexual y psicológico. No me sorprendería saber que era violado por los gaxas. Pretendían hacer lo mismo con Raven y en el pasado trabajaron con Baltor.
—Tu líder fue enviado al bosque de los lamentos. ¿Sabes lo que significa?
Las lágrimas descienden por sus mejillas.
—¿Me enviarás ahí?
—Quizás —respondo—. ¿Por qué debería perdonarle la vida a alguien que atacó a mi reina?
Sus ojos salvajes me miran.
—¿Alguna vez fuiste sometido a la influencia de los gaxas?—inquiere a cambio —. Paralizan tu cerebro y te convierten en un muñeco de trapo que utilizan para la diversión. Me sentí así desde que tenía cinco años. Fui vendido por mis propios padres porque no querían otra maldita carga en sus vidas ya que no podían con ellos mismos. Vivían en la miseria y pobreza absoluta. ¿Quién es el responsable? ¡Tú por darnos la espalda!
Un rastro de emoción se inyecta en mi vena.
—Los gaxas no son bienvenidos en mi reino.
Se limpia las lágrimas con una risa irónica.
—¿Sabes por qué no me importa si me matas? Tendré algo que me negaron desde que nací.
Será libre y tendrá un descanso de los monstruos que lo sometieron. Este niño perdió mucho al igual que yo. Está solo en el mundo. Sin hogar, sin familia, sin nada. Somos parecidos en ciertos aspectos, pero la diferencia es que él no tiene una razón para sobrevivir. Se ha rendido.
—¿Qué me darás a cambio si te doy otra oportunidad, Kiro?
Aprieta la mandíbula.
—Te dije que no quiero nada de ti, rey tirano.
Me burlo de su ridículo insulto. Me han dicho cosas peores y dejó de afectarme.
—Ciertamente no te has ganado mi lástima ni empatía. Cuando te miro no veo a un idiota indefenso, pero sí a un futuro guerrero que podría ayudarme en mi ejército. Quiero a hombres con sed de poder y venganza.
Sus cejas se unen.
—¿Qué podría ofrecerte yo? Estoy acabado.
—Estás equivocado—coloco las manos detrás de mi espalda—. Has sobrevivido a los gaxas varios años y tienes conocimientos sobre ellos que yo no. Atrapé y mataré al líder, pero eso no significa que el resto se rendirá. Quiero aniquilarlos y tú me ayudarás. Limpiaremos a Arkos de la basura.
Sus ojos oscuros parpadean y cambian a un tono rojizo. Un pequeño resoplido sale de mi boca y esbozo una sonrisa. Hada con parte demonio. Me recuerda al niño que salió del armario dónde estaba escondido y luego vio los cadáveres de sus padres. Morí con ellos ese día, pero nació un villano que tiene sometido a todo un reino.
—Si lo que dices es verdad...
—Es verdad —acoto—. No perdería el tiempo contigo si no me interesaras. Veo tu potencial, Kiro. Yo también fui un niño acabado, pero la venganza me mantuvo vivo. Me convertí en un bastardo hijo de puta que tiene aterrorizado a su reino. Soy temido y respetado. Soy un monstruo.
—Quieres que yo sea uno.
—No, quiero hacerte más fuerte. Nadie volverá a lastimarte nunca más y serás respetado —Me toco los labios en un gesto pensativo—. Pero si rechazas mi oferta...
Se levanta abruptamente y ahora estamos cara a cara. No veo la misma ingenuidad que aseguró Raven. Estoy mirando a un futuro asesino despiadado.
—Tiene mi palabra, majestad—Se pone de rodillas e inclina la cabeza en sumisión—. Si usted me da otra oportunidad, contará con mi eterna lealtad. Viviré y mataré por usted. Sacrificaré mi vida por la suya si es necesario.
Mi sonrisa aumenta.
—Bienvenido a mi ejército, Kiro. Una promesa en Arkos es irrompible y si faltas a ella estarás condenado —Doy un paso atrás—. No solo me juraste lealtad a mí, también a mi reina. Ella es la razón por la que te perdoné la vida.
Asiente.
—La reina dispone de mi alma a partir de hoy.
—Levántate —mando—. Serás liberado esta misma noche y mañana empezarás a entrenar con mis hombres.
Capta mi orden con determinación y confianza. Algo que no había visto cuando entré. No me defraudará. Su futuro está en mis manos.
—Sí, señor.
Avanzo a las celdas contiguas. Me detengo frente a una reja y miro a tres mujeres sollozantes. Apestan a hedor, sudor y sufrimiento. Las escogí como mis amantes porque me sentí atraído por sus bellezas y eran muy buenas en la cama. Ellas estaban orgullosas y felices de complacerme, pero desde que llegó Raven a mi vida pensaron que tendrían los mismos derechos. Patético. No quiero follar a nadie más.
—Cada cosa termina en su sitio, ¿no?
Sheila es la primera en abrir la boca. Su cabello castaño está enmarañado y con restos de tomate en él. El tic en mi mandíbula se contrae mientras la ira se multiplica. Ellas deberían saber que tocar lo que es mío las convierte en mis enemigas. Lastimaron a Raven, incitaron a una multitud para que la ataquen.
—Siempre hemos sido leales a ti —solloza Sheila—. Nosotras te respetamos cuando nadie más lo hacía y jamás permitimos que te sientas solo. Fuimos tu apoyo, Krestel.
Mi corazón se acelera, pero no les muestro lo alterado que me encuentro. Ellas consideran a Raven una chica más. Un juguete que no es suficiente ni cumple con mis expectativas. Si supieran que se ha convertido en mi todo.
—No, fueron un simple entretenimiento, pero después se volvieron aburridas. Perdieron cualquier valor cuando creyeron que podrían estar a la altura de mi mujer. Los celos no van conmigo.
Suzanne se estremece como una hoja que se agita en el viento. Ella me agradaba porque muy pocas veces le seguía la corriente a sus hermanas. Es una lástima que haya caído en el juego.
—¿Vas a ejecutarnos por un error?
Esperaba muchas cosas cuando vine aquí, pero esta cantidad de irritación es algo que nunca tuve en cuenta. A medida que pasan los segundos, las imagino en la horca y con los ojos vacíos cuando la soga les robe el suministro de aire.
—¿Error? Incitaron a una multitud para que linchen a su reina y olvidaron cualquier ley de Arkos por celos estúpidos. ¿Qué les advertí la última vez? Fui generoso, Suzanne. Muy generoso.
—Lo sentimos muchísimo, alteza.
—He escuchado eso antes.
—Ten piedad de nosotras, Krestel. Si te importamos una vez ten piedad.
—Nunca me importaron.
—Krestel...
Levanto un dedo y cierran la boca mientras el flujo de lágrimas resbalan por sus mejillas. Shana ni siquiera trata de defenderse o convencerme de perdonarlas. Sabe que será inútil. Mi decisión está tomada antes de entrar aquí.
—Por favor... —suplica Sheila—. No volverá a suceder.
Mis palabras salen duras y secas.
—Dijiste lo mismo cuando la reina les perdonó la vida, pero no la tomaron en serio. ¿Por qué conmigo será diferente? —inquiero—. ¿Porque soy el rey o porque saben que a diferencia de ella no conozco la piedad?
Una mirada de devastación contorsiona su rostro y cae de rodillas con sus hermanas. Lloran tan fuerte que los mocos salen disparados fuera de sus narices.
—Haremos lo que quieras, pero perdónanos.
—Yo lo he hecho una vez y no cometeré el mismo error —retrocedo—. Suerte en la otra vida.
—¡Krestel, no te vayas! ¡Krestel!
Escucho lamentos seguidos de gritos mientras les doy la espalda y abandono la celda. Cuando lastiman a mi reina también me hieren a mí. Y si tengo que ejecutar a todo Arkos para mantenerla a salvo, lo haré con mucho gusto.
Nikov me espera en la salida con los brazos cruzados y suelta un bostezo. El sol está oculto entre las nubes, manteniendo la zona en una perpetua oscuridad. La prisión fue creada hace eones en Arkos dónde los demonios más peligrosos fueron condenados aquí, aunque la mayoría de ellos murieron en la gran guerra.
—Escuché a tus amantes muy destrozadas —Se burla—. Supongo que no les gustó nada saber sobre la sentencia.
—Debieron pensar muy bien antes de insultar y atacar a Raven. Es una lástima que tres mujeres tan jóvenes mueran cruelmente.
—Te da igual lo que suceda con ellas.
—Exacto—concuerdo —. Quiero que Raven esté bien y no vuelva a cruzarse con estas tres arpías cuando regrese al pueblo.
—Haría lo mismo en tu lugar.
—Lo sé —sonrío —. ¿Listo para nuestra aventura de hoy?
—Siempre lo estoy, hermano.
🐇
Ramas caídas sin hojas, cielo nublado, murciélagos por doquier, mucha niebla y el característico aroma a muerte que hace único a mi bosque. Precioso. Hay cuervos alimentándose de algunos cuerpos podridos y sonrío con satisfacción.
Me resulta aún más divertido saber que Raven pasó una noche aquí antes de entrar a mi castillo. La primera vez solo quería probarla, pero actualmente no permitiría que regresara. Este no es un sitio para una chica tan dulce como ella.
—No lo mataste porque querías divertirte con él —dice Nikov—. Qué generoso de tu parte.
Caminamos por la tierra húmeda sin inmutarnos por el desagradable olor a putrefacción.
—Quiero que sienta lo mismo que experimentó Raven cuando la acorraló en ese callejón.
Cerca de una enorme roca con musgos, veo al asqueroso gaxa con túnica rota y cuerpo desgarrado. Sus ojos nublados me miran con terror cuando nota mi presencia y se encoge. El violín lo ha paralizado con su melodía. No puede moverse ni hablar, pero sí sentir mucho dolor.
Nikov hace una mueca de asco.
—Este hijo de puta es tan feo.
Mis botas hacen contacto con el espeso barro y restos de órganos esparcidos. Me detengo frente al lamentable ser repulsivo que tocó a mi mujer. Los demás murieron sin sufrir lamentablemente, pero sus almas me pertenecen.
—Hola, Kix —Mis labios se inclinan en una media sonrisa siniestra—. Estoy muy decepcionado, ¿sabes? Me dijeron que eras el más peligroso de tu especie.
Sus hombros tiemblan y los mocos salen de su nariz. Está tan roto que si lo toco va a quebrarse como una ramita insignificante. Si supiera que su tortura apenas ha comenzado. Le espera siglos de sufrimiento.
—No veo a un ser temible ni formidable. Solo a un cobarde que abusa de mujeres y niños. ¿Te sentiste muy valiente cuando atacaste a mi reina?
Su boca balbucea incoherencias y solloza. Lo único que está logrando es enfadarme más.
—A partir de ahora tu alma ya no te pertenece, Kix. Es mía para usar y manipular a mi antojo —Las lágrimas empapan sus mejillas y tiembla—. Ya no es divertido, ¿verdad? No es entretenido estar del lado vulnerable.
Mis manos enguantadas tocan su esternón y escucho el latido frenético. Estallará pronto. ¿Un líder? Es un jodido gaxa aterrado de su destino. Un fracasado como todos los de su clase. Parásitos débiles que consumen a otros para sobrevivir.
—Podría dejarte así: días, semanas, meses o años. El mundo seguirá avanzando mientras te pudres lentamente —comparto una sonrisa con Nikov —. ¿Deseas la muerte, Kix?
Otro balbuceo y pongo los ojos en blanco. Las garras se hunden más profundamente dentro de su pecho y la sangre cae a borbotones de su boca. Encuentro el órgano que lo mantiene con vida y lo arranco con facilidad. Kix se desploma, mirando al cielo con sus ojos lechosos y sin vida.
—Patético —repito con su corazón en la mano y lo lanzo como un pedazo de basura—. Nunca tendrás un descanso, bastardo hijo de puta. Yo me encargaré de eso.
🐇
Raven
Lo que he visto no ha parado de perturbar mi cabeza. Era un licántropo acechándome entre las sombras y algo me dice que no fue la primera vez. ¿Cómo tuvo el valor de acercarse demasiado? Si Krestel o cualquiera de los guardias lo veía estaría muerto. Maldición.
Su valentía me hace pensar que está ocurriendo algo grave y quiere hablar conmigo en un recurso desesperado. A pesar de que Baltor sigue atrapado en el bosque de los lamentos, los licántropos aún siguen bajo su merced. Son manipulados y utilizados. Ellos quieren romper la influencia y solo pueden lograrlo con mi ayuda.
—¿Vas a decirme qué sucede contigo? —pregunta Ava—. Estás actuando muy extraña y me pones nerviosa, Raven.
Corto un pedazo de barbacoa mientras trato de calmar el temblor en mis manos. La situación está saliéndose de control. Krestel no confía en ellos, pero yo sentí la angustia en ese hombre. ¿Y si me acercaba a él? ¿Me atacaría? Lo dudo. Mi intuición sabe que darles una oportunidad no será un error. Quiero escuchar lo que tienen que decir.
—Lo vi. Estaba espiándome entre las sombras —explico—. Se trataba de un licántropo.
Ava traga mientras Karrie escarba en su plato de puré. La niña es muy callada. Solo la veo animada cuando está cerca de Nikov. Incluso con Krestel mantiene las distancias.
—Y huiste de él.
—¿Qué más querías que hiciera? ¿Saludarlo y decirle que seremos grandes amigos? Si Krestel se entera...
—Lo matará —finaliza —. No era el momento de hablar con ellos. Tarde o temprano volverán a buscarte y debes estar lista.
—¿Entonces son aliados?
—Sabes muy bien que sí.
Exhalo.
—No sé qué creer, Ava. Me gustaría pensar que necesitan mi ayuda, pero quizás estoy equivocada. Tú misma dijiste que la gente se aprovecha de mi bondad.
Enarca una ceja rojiza. La mesa es abundante con una cantidad absurda de comida y me siento como una egoísta después de lo que he visto en el pueblo. Hay hadas sin hogar y muertas de hambre. Kiro era un ejemplo del daño que ha causado el gobierno de Krestel.
—En ningún momento mencioné que tomaste la decisión equivocada —Lleva un trozo de ciruela a sus labios y mastica—. Tu buena acción traerá grandes frutos en el futuro. Si permitías que Krestel los ejecutara ellos tendrían una imagen nefasta de ti. Pensarían que eres una tirana sin corazón y jamás te ganarías el apoyo de la minoría. Una reina sabe cuándo y cómo usar la piedad a su favor.
—No lo hice para quedar bien, había niños en esa multitud.
—Eres la persona más moralista que conozco, Raven. Sé que tus intenciones son buenas —Se sirve una copa de vino y le frunzo el ceño. A esta niña le da igual mis regaños, hará lo que quiere—. En tus próximas visitas ellos seguirán con la guardia alta, pero no te atacarán. Muchos no olvidarán lo que hiciste. De hecho, te ganaste una mínima cantidad de respeto y con el paso del tiempo tendrás de tu lado a todo Arkos. ¿Tienes idea de lo que has logrado?
Miro mi plato.
—Quiero que todos se sientan a salvo y seguros en Arkos. Quiero que sus vidas sean menos complicada.
—Estás destinada a traer luz y reparar una alianza que está rota desde hace siglos: la corona con los licántropos y ganarte el amor del pueblo. Algo que Krestel nunca pudo.
El silencio dura más de lo que me gustaría y todo lo que oigo es el constante ritmo de mi corazón. Mi situación es muy diferente al de Krestel. Él sufrió a manos de esa gente y es razonable que no sienta ni el mínimo afecto. No espero que los acepte de la noche a la mañana, pero sí le enseñaré que no todo es malo. También hay flores en los pantanos. Rosetown es una prueba.
—No pretendo ser una santa, pero tengo la oportunidad de hacer un cambio, Ava. Lo voy a tomar.
Sonríe.
—No esperaría menos de ti.
—Krestel insiste que aún no está listo para aceptarme de ambas formas, pero me ha demostrado en poco tiempo que es capaz de cualquier cosa por mí. Confío en que se tragará sus propias palabras.
—Eres la excepción a todo.
—Me gusta creer que sí.
Al terminar el almuerzo, doy un breve paseo por el castillo. Hoy finaliza mi descanso. Ya mañana retomaré las responsabilidades y finalmente me ocuparé de los preparativos de mi boda. Un evento que he postergado desde que llegué. Después del desafortunado atentado, sé que Serenity no volverá a interferir. Krestel le ha dado el sermón de su vida y la culpa. Pobre mujer.
La sonrisa se extiende por mi cara cuando veo a una pequeña niña de cabello rojo sentada en el banquillo del jardín mientras dibuja. Su atención está puesta en la mariposa de hielo que flota. Le he tomado un cariño indescriptible a Karrie. Estoy más cerca a ser su hermana, pero no puedo evitar verla como mi protegida.
—Hola, hermosa —Me siento a su lado—. ¿Qué tal todo?
Sus ojos se iluminan y esconde el boceto bajo su brazo. Qué pena, quería verlo.
—Hola—contesta en voz baja. Sus palabras están grabadas con tristeza—. Bien, disfrutando de la nieve. Algo que nunca pude hasta que llegué al castillo.
Pienso en lo que ha pasado antes de ser rescatada. Fue criada con violencia, maltratada, humillada y golpeada. Si Krestel no la salvaba, Karrie sería un cadáver sin sepultura en Arkos. Me estremezco con el horrible pensamiento.
—Sientes frío—afirmo.
—¿Tú no?
—Lamentablemente no por mi sangre de licántropo. Siempre quise experimentar, pero mi piel es caliente todo el tiempo.
Karrie sonríe.
—¿Cómo una fogata?
—Sí.
Me mira con detenimiento, sus cejas rojas se unen en confusión.
—Creí que los licántropos no existen. Mamá solía decirme que eran criaturas malvadas y destruyeron nuestro reino. Gracias a ellos estamos en la miseria.
Mi garganta está apretada y el martilleo en mi corazón se vuelve frenético. Imagino que todos los niños tienen la misma enseñanza. Mi especie es vista como monstruo.
—Te aseguro que no todos somos seres malvados —musito—. Además, yo vengo de otro mundo.
—El mundo mortal.
—¿Oíste hablar de él?
—La mayoría de los arkanos sueñan con atravesar el portal —abraza el cuaderno contra su pecho—. Dicen que allá no hay monstruos macabros como aquí.
Tal vez no tienen alas, cuernos, orejas puntiagudas o extrañas características, pero sí son monstruos. Hay humanos nefastos que han dañado incluso más que cualquier arkano. Me deprimía cuando prendía la televisión o miraba noticias en internet. Cada caso era peor que otro: violaciones, asesinatos, secuestros, torturas, corrupción, guerras...
—El mundo entero está habitado por monstruos, Karrie —susurro —. Pero mientras estés protegida por el rey no hay razón para temerlos.
—Él es bueno, aunque me asuste.
El comentario me hace reír.
—Es como un ogro, pero se hace querer —Mis ojos se fijan en el boceto—. ¿Puedo ver tu dibujo?
Aprieta más fuerte el cuaderno en un gesto protector, negándose a darme un vistazo.
—No muestro mis bocetos hasta que estén terminados.
—¿Por qué?
—Él dice que son horribles.
—¿Él?
Aparta la mirada y la vergüenza cubre sus inocentes rasgos. Si me dice que fue Krestel...
—El rey.
Ese hijo de puta despiadado... Mantengo la sonrisa a pesar de la indignación que se cocina en mi interior. ¿No pudo tener un poco de tacto? ¡Claro que no! Es Krestel Markovic. El idiota más grande que he conocido.
—¿Te gusta dibujar?
Asiente.
—Sí. Me transporta a otro mundo.
—Entonces no permitas que la opinión de un rey idiota te desmotive. Recién estás empezando, pero con el tiempo tu arte será expuesto en los mejores museos y vitrinas de arte.
Se cubre la boca con una risita al oírme hablar con tanta libertad de Krestel. Ups.
—Es un pasatiempo.
—Conozco a alguien que también ama dibujar —pienso en Ronan con una sonrisa nostálgica.
—¿Es bueno?
—Demasiado, espero que algún día lo conozcas.
Sus ojos se iluminan.
—Me encantaría.
Poco a poco se desprende del boceto y me enseña los dibujos. No son una obra maestra, pero ha puesto todo su amor en ellos. ¿Cómo pudo Krestel lastimar su autoestima con la crítica innecesaria? A veces me dan ganas de patearlo para que aprenda a comportarse.
—¿Puedo? —toco el boceto.
—Sí.
Continúo observando el resto de sus dibujos y mi corazón da un vuelco cuando veo uno en especial. Es ella abrazada a Krestel. Realmente lo adora y lo considera su padre. Me río de los detalles como los colmillos y ojos rojos. ¿Feos? Por favor, yo apenas dibujo muñequitos de palitos. También hay uno de Skar.
—Es hermoso.
—¿Hablas en serio?
—No mentiría con algo así.
Karrie se pone cómoda a mi lado.
—Mira la otra página —Lo hago y mi emoción se eleva al cielo. Es la ilustración de una pareja sosteniendo las manos de una niña. Krestel, ella y yo como una familia—. ¿Te gusta?
Parpadeo para tratar de procesar todo. Esta niña nos ve como sus padres.
—Impresionante —susurro —. La enmarcaría y lo colgaría como un cuadro en la pared de mi habitación.
Karrie me arrebata el cuaderno y arranca la hoja con el dibujo para dármelo.
—Quédatelo.
Contemplo el dibujo con más tiempo de lo necesario.
—Es un gesto hermoso de tu parte. Prometo que lo cuidaré mucho.
—Haré más.
—¿Y después me enseñarás?
—¡Claro!
Me cuenta sus técnicas y de dónde salió su pasión por el arte. Un viejo vagabundo le regaló un libro con ilustraciones y desde entonces quiso hacer algo igual de bonito. Es tan conmovedor escucharla hablarla con ilusión. Si Krestel vuelve a decirle que su arte es horrible se ganará una patada en las bolas de mi parte.
Cuando llega el ansiado atardecer, Serenity me interceda en el jardín. Hay preocupación y arrepentimiento en sus ojos oscuros. ¿Por qué lo lamenta? Nada fue su culpa.
—¿Te molesta si hablamos unos pocos minutos?
Me levanto del banquillo con el dibujo en mi mano y sacudo la poca nieve de mi vestido. Karrie le sonríe a Serenity y luego vuelve a su boceto. Tan adorable.
—No hay problema.
Respira hondo y habla una vez que estamos lejos de Karrie.
—No era mi intención que te ataquen, Raven. Todo lo que quise fue enseñarte el pueblo que vas a gobernar. Fue muy precipitado y no estabas lista, pero nunca imaginé que reaccionarían de ese modo —sonríe con pena—. Supongo que los sigo subestimando y me equivoqué sobre ellos. Krestel siempre tuvo razón. No cambiarán.
Le aprieto el hombro.
—No tienes nada de qué disculparte. Acepté ir porque estaba muy ilusionada y sabía que tus intenciones eran con fines benévolos. Nadie dedujo que reaccionarían así.
—Lo lamento —prosigue—. Servirá como lección para que me ocupe de mis propios asuntos y no vuelva a presionarte. Tú nunca serás Heliana, pero apostaría con mi vida que también lograrás ganarte el amor de tu pueblo. Tuviste un acto de bondad a pesar de que no lo merecían. Si Krestel decidía masacrarlos yo no iba a detenerlo.
—No lo hizo y es todo lo que importa. Me quedaré con la mejor parte dónde recibí una buena bienvenida, flores y regalos. Sé que aún hay hadas amables.
Su mirada parpadea para apartar las lágrimas.
—Eres una mujer increíble, Raven. Serás una gran reina, sin dudas —rebusca en su bolsillo y coloca en mi palma una pequeña llave de color dorado—. Aún no me dijiste tu respuesta sobre el vestido de Heliana, pero puedes verlo por ti misma y decidir sí quieres usarlo o no. Vuelvo a recordarte que no es tu obligación.
—Gracias por entenderlo.
—Descuida —me palmea el hombro—. Es la llave del salón de los tesoros. Ahí conservamos los objetos más valiosos que pertenecieron a los antiguos reyes. Puedes echarles un vistazo cuando lo creas oportuno. Yo me mantendré al margen del tema.
Sabía que mi futuro esposo le ordenó que no se involucre más en mis asuntos.
—¿Fue por órdenes de Krestel?
—Claro, pero lo entiendo. Él se preocupa demasiado por ti y no lo cuestionaré —Mira a Karrie y le alborota el cabello—. Ten una buena tarde, querida. Nos vemos en la cena.
🐇
Krestel no estuvo presente en la cena.
Me molesta que se ausente por horas y no tengo idea de cómo comunicarme con él. Ni siquiera es capaz de tranquilizarme por medio del lazo. ¿Es tan difícil abrirse a mí? Sus hábitos no son las mejores, pero si quiere que lo nuestro funcione deberá aprender a confiar un poco más. He sido transparente y le mostré cada uno de mis secretos. ¿Por qué no puede responder con la misma devoción y respeto? Me vuelve loca pensar que está herido o nuevamente se involucró en una situación que lo puso en peligro. No es invencible. Quedó demostrado cuando lo raptaron y fue torturado por el licántropo. Maldito hombre terco y desconsiderado.
Gracias a los dioses la puerta se abre con un clic y Krestel entra luciendo desprolijo y sucio. Su cabello rizado es un desastre y la camisa blanca un poco rota con sangre. Se ve demasiado exhausto. No me mira mientras empieza a desvestirse de espaldas a mí y se quita los anillos para ponerlos en la cómoda.
—No debiste esperarme despierta.
Me incorporo en la cama y traigo las sábanas a mi pecho.
—¿Sucedió algo malo?
Lanza un suspiro y se dirige al baño. Lo sigo sin dudar, mi cabeza es un lío de inquietudes. Es un rey, un hombre muy ocupado, pero no le tomará ni dos minutos avisarme que llegará tarde a casa. Me angustio por él.
—Tuve que llevar yo mismo a algunos gaxas capturados en el bosque de los lamentos porque mataron a mis soldados—explica, metiéndose bajo la ducha. Chorro de agua corre por su musculosa espalda—. No los recordaba tan fuerte.
Un escalofrío recorre mi columna mientras mi mente se traslada a ese sucio callejón. Yo indefensa y a merced de ellos. No tengo mucho conocimiento sobre esta especie, pero noté que controlan algunos elementos como la tierra y también las mentes.
—¿Están muertos? —pregunto.
Sus ojos rojos escrutan los míos y pasa una mano por su cabello mojado. Me concentro en su rostro a pesar de que estoy desesperada de mirar más abajo. Concéntrate, Raven
—Los torturé primero.
No me inmuto.
—Bien.
—Tu corazón es selectivo cuando defiendes a alguien y es alucinante—La mano se mueve y pasa el jabón por sus abdominales—. No te equivocaste sobre él.
Levanto una ceja confundida.
—¿A quién te refieres?
Krestel enjuaga el resto de su cuerpo con rapidez y recoge una toalla para salir de la ducha. Lo rodea alrededor de su estrecha cintura mientras rebusca un calzoncillo en el armario.
—Kiro, el niño manipulado por los gaxas. Yo... no pude matarlo. Le perdoné la vida.
Mi respiración es irregular.
—Cuando pedí clemencia por el pueblo también lo incluí a él. ¿Ejecutaste a los demás?
—A tres arpías que empezaron con el linchamiento, sí.
El corazón se me sube a la garganta, pero trago y no reacciono al principio. Tampoco estoy molesta porque yo misma quise ejecutarlas. Vi la satisfacción en sus caras cuando fui atacada. Ellas me querían muertas. Me da igual lo que suceda con Sauna y sus hermanas.
—¿Dónde está Kiro? —inquiero.
Krestel sonríe porque no le reclamo. Hay oscuridad en mi alma y él lo sabe.
—Ha sido liberado hace dos horas y lo traje con mi tío Darko. Será entrenado con el resto de mis soldados como un guerrero.
Estoy en shock. Asombrada, impactada.
—Oh, wow...
—No actúes tan sorprendida.
Me recupero y sonrío ampliamente.
—Estoy muy orgullosa de ti —Le rodeo el cuello con mis brazos —. No todos están perdidos.
—Espero no arrepentirme.
—No lo harás —digo con convicción —. Cuando lo vi por primera vez no me di cuenta de sus verdaderas intenciones porque me dejé llevar por su expresión. Había dolor allí, Krestel. Vi a un niño roto y asustado. Él no quería hacerlo.
—Tendrá toda una vida para demostrar que no me equivoqué con él.
Me pongo de puntitas y rozo sus labios con los míos. Me devuelve el beso con voracidad y mucha hambre. Camina directo a la cama con mis piernas rodeando su cintura y su boca aferrada a la mía. Cuando mi espalda golpea el colchón, mete la mano entre mis muslos y me abro para él. El profundo gemido que sale de su garganta me hace sentir tan excitada. Este hombre es mi adicción.
—Siempre lista para mí, amor.
—Te deseo.
—Lo sé —introduce un grueso dedo dentro de mí y cierro los ojos—. Si la próxima vez vuelves a esperarme despierta quiero que estés desnuda. ¿De acuerdo?
—Sí.
—Buena chica, ahora déjame comerte. Estoy hambriento y tú eres mi cena.
Lo hace hasta que amanece y caigo rendida en sus brazos.
🐇
—Hoy tengo planes que te incluyen—informa Krestel.
Lo miro sobre mi hombro mientras termino de vestirme. Está siendo difícil ponerme el corsé así que él me ayuda con los cordones y suelto un suspiro de alivio. Lo ajusta perfectamente hasta que mis pechos resaltan y se ven más grandes. La satisfacción brilla en sus ojos rojos y me río. Idiota pervertido.
—¿Qué planes?
Se posiciona a mi lado frente al espejo y ajusta los gemelos de su traje. Guapo como todos los días. Me despertó temprano con un beso.
—Una cita.
Lo miro boquiabierta.
—¿Qué?
—Una cita, Raven —Sus labios se inclinan hacia arriba, dibujando una sonrisa —. ¿Te gustan los teatros?
Me dará un ataque.
—Las amo.
—Perfecto, ponte tu mejor vestido esta noche. Te llevaré al teatro mágico de Arkos.
—Yo...
—Oye... —Trata de cerrarme la boca y le muerdo el dedo a cambio—. ¿Te dejé sin palabras otra vez?
—Creo que yo podría compensarte.
—Si me la chupas no voy a quejarme.
Lo golpeo en el pecho y se echa a reír. Sostiene mis puños, tirando de mi cintura a su cuerpo. Inmediatamente nos quedamos serios y con las respiraciones agitadas.
—Tienes una boca tan sucia.
Sus colmillos raspan su labio inferior mientras mira las pecas en mi rostro.
—Te fascina.
No lo niego.
—¿Hablaste con mi hermana sobre mis gustos? Eso es trampa —digo con un puchero —. Yo no sé todo de ti.
—¿El hecho de que soy adicto a tu sangre y que me encanta follarte no es suficiente?
Pongo los ojos en blanco.
—¿Es necesario que seas tan sexual? Ugh... —Acomodo el borde de su camisa blanca —. Puedo hacerme una idea de tus otros gustos con solo mirarte. Tu color favorito es el negro, amas a tu caballo y la fresa es tu fruta favorita.
Su sonrisa se amplía.
—Sin dudas.
—Te encanta dormir desnudo.
—Se trata de comodidad.
Resoplo.
—Sí, claro. Eres protector con Karrie y la adoras, aunque critiques sus dibujos.
El sinvergüenzas vuelve a reír.
—¿Te contó lo sucedido? Qué chismosa.
—No le dices a una niña de ocho años que su dibujo es horrible —Me muevo cerca de la mesita con velas y agarro la ilustración de Karrie dónde estamos los tres. La mirada de mi compañero es indiferente—. Destruirás su autoestima y no volverá a tocar un lápiz porque creerá que no es buena.
Alza las manos en alto.
—Solo quise ayudarla con un consejo. ¿Qué tiene de malo? La honestidad es importante.
—No era la forma.
—Ya, ya. Eres la segunda persona que me regaña por lo mismo.
—La próxima vez será más que un regaño.
—¿Ah sí?
—Sin sexo una semana.
Ya no se ve tan divertido como antes.
—Tendré más tacto cuando le dé mis críticas. ¿Feliz?
Reprimo la carcajada que quiere salir. Muy rudo, pero le asusta la idea que lo castigue sin sexo.
—Muy feliz.
Se inclina a besarme y le devuelvo el beso complacida.
—Te veré más tarde.
—De acuerdo. ¿Kres?
—¿Sí, amor?
—Quiero que me pongas al tanto si vas a demorar. No me gusta ir a dormir con la sensación de que algo está mal contigo. Me preocupo mucho.
Me da un pequeño beso en la garganta.
—No volverá a ocurrir. Lo prometo.
🐇
Inserto la llave en la cerradura y la puerta se abre con un chirrido. Lentamente, pongo mis pies en la habitación, entrecerrando los ojos mientras evalúo el interior. Las paredes están cubiertas de algunos polvos y telarañas.
Serenity no mentía. Es un salón lleno de tesoros.
Hay cofres con joyas esparcidas, oros, objetos muy valiosos que nunca he visto en mi vida, cuadros familiares llamativos y juguetes. Me enfoco en la fotografía familiar de Krestel con sus padres y toco el marco. Su inocencia era evidente, pero ahora es tan diferente. Un hombre que sobrevivió a la tragedia lo mejor que pudo.
Continúo con mi exploración, tocando los estantes de libros que no están en la biblioteca, flores marchitas y ropas viejas. Mi mirada se eleva al enorme armario transparente y de cristal. Mi mandíbula cae abierta mientras veo el brillante vestido blanco flotando con luces rodeándolo.
No hay una manera correcta de describirlo porque nada le hace justicia a su belleza. Un vestido como este solo lo he visto en películas de Disney. Será un honor usarlo y sé que a Heliana le hubiera encantado. Pongo una mano sobre el cristal y pienso en mi propia madre. Desde niña soñaba que ella me ayudara a escoger el vestido de novia. Quería que esté presente en un momento tan importante. Quería que mi padre me entregara al hombre que amo.
—No puedo usarlo —susurro—. Es hermoso, pero no es lo que represento.
Le echo un último vistazo a la habitación antes de salir y volver a cerrarla. Quiero un vestido que esté adaptado a mis preferencias y muestre exactamente lo que soy. No solo la reina de Arkos. También como una Karlsson que nació en el mundo mortal.
🐇
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