Capítulo 3 🎻

Krestel

Las campanas del templo suenan cuando hay eventos importantes. Sucedió con la boda de mis padres, mi nacimiento y la noche que murieron. Hoy casi trescientos años después vuelvo a escuchar ese tintineante y escalofriante sonido. Mis músculos se ponen rígidos porque significa una sola cosa:

Ella está aquí.

Me siento en el trono con el tobillo sobre mi rodilla y una copa de sangre en mi mano. Debería ir yo mismo a recibirla, asegurarme de que llegue a salvo, pero conocerla no es de mi interés y no me entusiasma en lo más mínimo. Es incluso ridículo lo alarmados que está el Consejo ante la bienvenida de la futura reina.

Ella es una debilidad que no me quise permitir en años.

Y ahora no puedo evitarlo.

Nunca consideré a nadie mi igual para ocupar un título tan grande. Mi madre fue la última mujer que se sentó en el trono y no resultó bien. ¿Por qué una mortal es especial? Me he divertido con ella en sus pesadillas, la vi en mis sueños y soñé con sus ojos azules durante meses.

Ella será un talón de Aquiles, el caballo de Troya que el Consejo decidió meter en mi reino. Me río de la estupidez en esta situación. Si piensan que un simple mortal como ella logrará doblegarme se han equivocado. Aceptaré el lazo que nos une por mis propias razones egoístas. Es otro súbdito. Una pieza en el tablero. Nada más.

—Solicitan su presencia, majestad —La delgada figura de Morana aparece en medio de la oscuridad —. La reunión no puede empezar sin usted.

Su cabello esta tarde es azul y sus intensos ojos oscuros me apuñalan. Sonrío cuando veo el collar de esclava adornando su garganta. Ella al igual que todos piensan que la presencia de la chiquilla despertará un gramo de interés en mí. ¿El Rey Markovic conmovido por una humana? Un chiste patético.

—Estoy ocupado aquí —respondo, lamiéndome la sangre de los labios —. Retírate y no vuelvas a molestarme. Dile a los demás que no tengo intenciones de unirme a ninguna ridícula reunión para hablar sobre las futuras nupcias.

Morana hace una reverencia. Su modesto vestido celeste la hace lucir fácilmente como una mujer indefensa, pero yo la he visto a través su máscara. Sigue siendo basura al igual que sus difuntos padres. La mantengo a mi lado porque es útil y quiero que sufra cada minuto de su vida.

—¿Me permite unas palabras, majestad?

Miro el techo en forma de cúpula. El cielo es de un rojo intenso y el salón está más frío que nunca. El vacío en mi pecho incrementa recordándome que ya no siento nada. Soy un monstruo que solo ansía destrucción para despertar la chispa que ha muerto dentro de mí. Esa chispa que me motivaba a seguir vivo.

—Un minuto.

—Muchos en la Corte han notado que está más inquieto de lo normal —expone Morana —. Y perdone que sea tan directa, pero su ira explosiva alarma a los miembros del Consejo. Piensan que no está alimentándose lo suficientemente bien. Cualquiera puede ver su hambre.

Coloco la copa de vino en el respaldo del trono y me levanto para avanzar lentamente hacia ella. Su postura se vuelve rígida, el terror sacude el resto de su pequeño cuerpo. No debió hablar en primer lugar. Sabe que no me tomo muy bien sus atribuciones.

—¿Cualquiera? —siseo. Mi mano sale disparada alrededor de su garganta y gimotea de dolor cuando ejerzo presión —. ¿A quién te refieres exactamente con cualquiera, Morana?

Sus ojos oscuros se ensanchan y la satisfacción quema mis entrañas. Espero que cuando me mire vea quien soy realmente. El rey a quién sus padres le arruinaron la vida.

—Su presión sanguínea está muy elevada, las muertes aumentaron en Arkos y sus ataques de ira son cada vez más injustificados —dice a pesar de la falta de oxígeno —. Usted sabe muy bien a qué se debe sus cambios de ánimo. No es sano.

La empujo y cae sobre piso cubierto de alfombra en un desastre tembloroso. Huelo su miedo y también la valentía. Nadie se atreve a hablarme con la misma sinceridad. Morana es escoria, pero tiene valor.

—¿Qué no es sano exactamente? —Me mantengo de pie y ella arrodillada con la cabeza agachada.

—Morirse de hambre —balbucea —. La sangre de sus esclavos jamás van a satisfacerlo, pero sí el de su compañera. Su madre volvió a su padre un rey poderoso. Alimentarse de su futura esposa lo ayudará a recuperar la fuerza que ha perdido.

Mi mandíbula se aprieta ante la mención de mis padres. No soporto que ella los nombre en su sucia boca. Los pecados que ha cometido jamás permitirán que se gane mis respetos.

—¿Has visto mi futuro? ¿Qué te mostraron las aguas?

Morana continúa en su posición humillante. Solo se pondrá de pie cuando lo ordene.

—La cordura no va a favorecerlo si no consume la sangre correcta.

El lado de mi boca se curva hacia arriba. Patrañas... No escucharé las palabras de una hechicera mediocre, pero lo que ve en sus aguas son historias diferentes. Conservo a Morana porque tiene una habilidad muy especial que nadie posee en Arkos. Me ha dado ventajas que muchos gobernantes envidiarían y por esa razón nunca la dejaré libre. Servirme es su castigo.

—Supongo que esa sangre la tiene ella.

Morana asiente. Un chasqueo de mis dedos y la copa de vino regresa en mi mano. Bebo la sangre, tragándome el disgusto. Quizás dice puras blasfemias, pero debo admitir que nada logró satisfacerme estos últimos años. Mi apetito es interminable. Solo alguien podría romper la maldición.

—Ella le dará lo que necesita.

Sin dejar de reír, regreso a mi trono, recostándome con un suspiro. La imagen de ella no está mal. Una pequeña criatura de ojos azules, cabello rojo y pecas que me gustaría explorar. Su piel cremosa suplica ser profanada. Qué valiente. A pesar de lo que ha visto en sus sueños decidió venir.

—Yo no necesito a nadie —destaco —. Si me entero que le mencionaste a alguien nuestra conversación mi poca amabilidad termina. ¿He sido claro?

—Sí, majestad.

—Retírate y diles a los demás que me uniré a la reunión dentro de unos minutos.

No espera otra orden. Se precipita hacia la puerta de entrada, sus pasos son tambaleantes mientras abandona el salón lo más rápido posible. Cobardes. Todos son unos malditos cobardes. Me pregunto dónde está el mismo valor que usaron cuando mataron a mis padres y creyeron que la dinastía Markovic terminaría.

Qué lástima.

Sigo en el trono y nadie podrá derrotarme.

En cuanto a la humana que he atormentado, jamás tendrá ni un gramo de poder sobre mí. No importa que seamos compañeros o cómo quieran llamarlo. Soy el rey y ella otro peón más. La fuente de alimentación que consumiré hasta que no quede nada de su frágil y débil cuerpo.

🦇

Cualquier conversación que estaban teniendo es silenciado cuando ingreso al salón. La mesa ovalada está ocupada por los tres miembros más importantes. El comandante —mi tío Darko Markovic—, se sienta al lado de su amada esposa Serenity. Mientras tanto, Nikov imita una exagerada reverencia que me hace rodar los ojos. Si fuera otro imbécil no dudaría en arrancarle la yugular, pero él es mi único amigo. Honestamente no tengo amistades porque siempre buscan la manera de quitarme provecho o apuñalarme por la espalda. He aprendido mucho desde la caída de mis padres.

—¿Interrumpimos su siesta, alteza? —dice Nikov en tono burlón —. ¿O no somos lo suficientemente dignos de su valioso tiempo?

Alcanzo la jarra de acero en el centro de la mesa y lleno el cáliz de vino. Es lo más aceptable para reemplazar la sangre.

—Cállate o cortaré tu lengua.

Pone una mano en su pecho. A muchos su encanto le resulta irresistible, pero conmigo no funciona. Nada me afecta. Ni el más poderoso dios.

—Lamento mucho la impertinencia. ¿A quién más ha aterrorizado hoy? ¿Quién fue la pobre alma que torturó hasta sentirse satisfecho? Supongo que la dulce Morana.

Tomo asiento, ignorando sus comentarios sarcásticos.

—Nikov —ordena mi tío —. Siéntate.

Nikov suelta un bostezo exagerado. Mi tía Serenity no está nada complacida con la actitud que adopta su hijo. Podría decir que mi primo es otro vago que le encanta despilfarrar el dinero, pero cuando se trata de sus responsabilidades se pone serio. Nunca ha fallado en el campo de batalla. Es casi tan aterrador como yo en el reino. La diferencia es que él mata por deber. Yo muchas veces lo hago por diversión o un claro ejemplo de que me encanta demostrar mi poder.

—Ha llegado la hora —empieza Serenity —. El mundo humano ha sido invadido por las sombras y pronto se expandirá en el resto del reino.

Reclino la silla hacia atrás, levanto mis piernas y descanso los pies cubiertos por botas en la mesa. No hace falta mirar la cara de mi tía para ver la irritación en su mirada.

—Creí que lo habían evitado. ¿No ayudaste a la causa?

Envié brujas y todo lo que me pidieron a cambio. No me interesaba interferir en el asunto hasta que los rumores llegaron a mis oídos. No solo tiene intenciones de invadir tierras humanas. También Arkos y cada reino existente. El dios de la oscuridad es un ser ambicioso que pretende adueñarse de cualquier vida a su alcance.

—Lo hice, pero no fue suficiente.

—Ya.

—¿Ya? —espeta mi tío con el rostro rojo —. ¿Sabes a qué estamos enfrentándonos, Krestel? Si el rey de sombras logra quebrar los portales estaremos perdidos y seremos sus próximos esclavos. Solo mira lo que ha hecho con el reino humano. Ellos son zombis sin razonamiento. ¿Quieres convertirte en uno? ¿Un títere más de su ejército?

Sus palabras me golpean las entrañas y me hacen hervir la sangre. Ningún usurpador pondrá sus pies en las tierras de mis padres. Es una promesa que me he hecho a mí mismo y nunca voy a romperla. Solo yo tengo el poder de torturar a sus traidores habitantes. Nadie más.

—Esa no es ninguna opción.

—Entonces acepta tus responsabilidades —Levanta la voz —. Toma la mano de tu compañera e impide que el verdadero tirano nos gobierne. Tienes el poder de evitar cualquier tragedia que el futuro nos depara. Arkos depende de ti y la futura reina.

Bebo un trago de vino, tragándome las ganas de resoplar. De nuevo el mismo discurso barato.

—No la necesito.

La risa de Nikov me hace arquear las cejas.

—Apestas a hambre, querido primo. ¿Te has visto en el espejo? Tu piel está más pálida de lo normal y luces como un cadáver andante. Es cuestión de tiempo para que te derrumbes y pierdas la poca fuerza que te queda.

—Si tanto insisten puedo atraparla y alimentarme de ella cuando se me dé la gana.

Serenity aprieta el borde de la mesa con tanta fuerza que cruje. Alguien está molesta.

—He conocido a la familia de esa jovencita y pude ver lo mucho que están intentando detener al rey de sombras —suspira para calmar la tormenta que se cocina en su interior —. Son personas honorables y no permitiré que tú la deshonres. Cuando ingrese al castillo le darás su lugar y vas a tratarla cómo se merece. Eres un hombre, no un cobarde.

La ira surge, pero me calmo porque nunca le faltaría el respeto a Serenity. Ella es de las pocas personas importantes en mi vida.

—Sé a qué se debe todo este teatro —Sacudo la mano hacia ellos —. No soy ningún estúpido si piensan que una mujer calmará mi fuego. Intentan meter a una lobo disfrazada de oveja en mi cama. ¿Es así? Quieren que ella se convierta en una debilidad para poder destruirme.

Nikov se frota las sienes con un suspiro.

—No todos intentan matarte, Krestel. Si estás vinculado a ella es por una razón poderosa. Has pasado los últimos doscientos setenta y cinco años en la soledad y muerto de hambre. Ella ha caído del cielo para darte esperanzas.

—¿Esperanzas?

—Sí —concuerda mi tío —. Tu padre tardó más de quinientos años en encontrar a tu madre.

—¿Debería sentirme afortunado? —Me burlo.

—El más afortunado —dice Nikov.

—Gobernaste más de doscientos años siendo rey, Krestel. Arkos necesita una reina.

—Mi madre lo era y está muerta.

—No puedes aferrarte al pasado. Si alguien no ocupa el trono a tu lado creerán que eres débil. Un rey en Arkos no sobrevive sin su reina. También necesitas un heredero.

Se me escapa una carcajada y miro el cáliz en mi mano antes de observar nuevamente a mi tío.

—¿No están yendo muy lejos?

—Tal vez, pero acepta que en esto tenemos razón. Tu cuerpo no soportará más tiempo si no consumes la sangre correcta y estarás muerto. Le darás el gusto a tus enemigos. Apuesto a que se armará la fiesta más grande en la historia de Arkos cuando te mueras.

El pecho se me encoge hasta que mis pulmones carecen de aire.

—Nunca podrán deshacerse de mí.

La sonrisa de Nikov crece.

—Entonces deja de actuar cómo un idiota y dale una gran bienvenida a tu futura reina.

La comisura de mi boca se tuerce en una sonrisa burlona. Una criatura tan débil vagando en un bosque de monstruos no terminará nada bien.

—Lo haré si sobrevive esta noche.

La furia se refleja en el rostro de Serenity.

—No has ido a buscarla.

—No —sonrío —. Ella tendrá que pasar las pruebas si quiere entrar a mi castillo. No está excepta a ninguna regla.

—Es tu reina.

—Y con más razón quiero que demuestre su valía —Me encojo de hombros —. Si logra entrar intacta por las puertas les daré lo que buscan. Tienen mi palabra.

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