Capítulo 20 🎻
Raven
Me limité a saludar a la multitud desde la ventana, sonreírles y en silencio hice una promesa de que pronto los conocería personalmente. Krestel se mantuvo al margen de la atención. Aún no está listo para enfrentarlos. La relación con su pueblo es complicada.
Sé que no todos fueron responsables, pero su actitud está justificada. El día que New Hope persiguió a mi familia con antorchas no quise quedarme ahí nunca más. Deseé que se hundieran y lamentaran haber traicionado a los Karlsson. Conservo mi lado oscuro al igual que muchos.
—¿Quieres hacer algo especial hoy?
Miro a Krestel con una sonrisa. El viaje nos ha unido y no puedo esperar a disfrutar las próximas aventuras con él. Nos esperan tantas cosas. Buenas y malas.
—Solo ver a mi hermana —contesto —. Comer algo y dormir. Sigo agotada.
Los ojos de Krestel brillan con diversión y quiero golpearme por el comentario. Aumenté su estúpido ego. Adora saber que me ha marcado. No solo en sentido literal. También físicamente. Hay cambios en mi cuerpo que delatan sus toques. Hoy me miré al espejo y noté dos pequeños agujeros en mi cuello. No se borrarán pronto.
—Necesitas fuerzas y comer te ayudará —dice él —. Alimentar a tu compañero es una tarea agobiante. Te robé energía cuando bebí tu sangre.
Toco la marca en mi cuello. Pulsa como si tuviera vida propia y el recuerdo de sus colmillos en mi piel me genera una sensación de calor y excitación. Semanas. Krestel me advirtió que me sentiría así durante semanas.
—Deja de decirlo como si fuera un acto terrible.
Sus cejas se juntan.
—Tu bienestar es importante —recalca por milésima vez.
—Sé que sí —Sigo sentada en su regazo y la cercanía me empapa de su aroma. Por no hablar de su boca. Su aliento a vino es tentador y sus labios perfectamente besables. Los recuerdo haciéndome cosas agradables y sucias —. Pero es irritante que dudes de mi fuerza. No me trates como una chica frágil. Soy tu reina.
Desvía los ojos, centrándose en la ventana.
—Nunca podrás matar el hambre de un monstruo.
—Pero sí domarla —susurro.
—Viene con un precio.
—¿Cuál?
Me mira.
—Te conviertes en uno.
La tensión y la incertidumbre hacen estragos a mi cabeza. El día que puse un pie en Arkos sabía que no volvería a ser la misma. Tenía que dejar atrás a la niña y dar entrada a la mujer que vino a reclamar la corona. No había tiempo de dudas o inseguridades.
Solo vencer a mis mayores miedos.
Entregarle cada retazo de mi alma a Krestel.
—Tal vez ya lo soy —respondo cerca de su boca.
Se apodera de mis labios, dándole rienda suelta a sus emociones. Hay una necesidad y posesión inigualable en este beso. Me devora como si fuera el bálsamo que calma el dolor que anhela todos los días.
Soy la única que lo complementa.
Fuiste hecha para mí...
Nuestras manos son como imanes mientras empiezo a desabrochar los botones de su camiseta. Krestel está cerca de arrancarme la falda del vestido, pero entonces el carruaje se detiene y anuncian que llegamos al castillo. Oh, mierda. ¿Acaso nunca vamos a detenernos? Oculto mi rostro avergonzado en su cuello y él se ríe con la respiración agitada.
—Más tarde —dice.
Asiento y vuelvo a besarlo más despacio esta vez. Él cierra los ojos.
—Sálvame de cualquier comentario incómodo.
—Los mataré si te molestan.
Me tenso porque lo creo muy capaz de llegar a esos extremos.
—No a ese punto.
Su rostro se transforma en una sonrisa espectacular que acentúa sus colmillos y sus llamativos labios. Nunca me cansaré de mirarlo.
—No iré tan lejos. Lo prometo.
Mmm... no estoy segura, pero elijo creer.
—Eso espero.
Krestel me da una extraña expresión que decido ignorar y bajo del carruaje sin esperar a que abran la puerta.
—Bien por mí que vine en otro carruaje —comenta Nikov —. Puedo oler...
—Cállate —Lo interrumpo con un dedo en sus labios y él me muerde —. No digas ni una palabra —Aparto la mano con un pequeño gritito. ¡Me mordió!
Krestel viene a mí y rodea mi cintura con sus brazos.
—Manos fuera —amenaza.
La sonrisa de Nikov es gigantesca.
—Tranquilo, ella es toda tuya. Ava estará feliz de escuchar las aventuras que tuvimos en el barco.
Presiono un dedo en su duro pecho. Este hombre es una masa de músculos.
—Ahórrate ciertos detalles o patearé tu trasero.
Camino lo más rápido posible a la entrada principal con Krestel pisándome los talones y escucho las carcajadas de Nikov. El castillo se alza en todo su esplendor. El cielo rojo está cubierto con nubes grises y los murciélagos se amontonan en las torres. Los soldados me felicitan, haciendo reverencias. Saben que porto el violín. Mi nombre no será olvidado nunca en Arkos.
Están formados en filas, con las manos sobre las empuñaduras de sus espadas. Hay un nuevo brillo en sus miradas. Uno que no había visto el primer día que llegué aquí. ¿Aprobación? ¿Tuve que matar a un monstruo gigante para ganarme el respeto?
—Majestad.
—Soldado.
Encuentro a Mirko entre ellos y me guiña un ojo. Le sonrío a cambio.
—Majestad —Darko Markovic nos recibe e inclina la rodilla —. Bienvenida de nuevo y felicidades por la victoria.
Observo a Krestel que tiene su atención enfocada en los hombres con semblantes sumisos. Hay un aire diferente aquí. La muerte del kraken nos ha traído gloria y una reputación inquebrantable.
—Gracias —contesto con la postura recta —. Pero llámame Raven.
—Es un honor que seas nuestra reina, Raven. Imagino que fue un viaje agotador —Se dirige a su sobrino con una sonrisa —. El reino está listo para celebrar.
Krestel suspira y empezamos a caminar nuevamente.
—Nikov puede contarte con lujos de detalles.
Nikov se tropieza.
—Estoy seguro de que Raven lo hará mucho mejor que yo.
Resoplo. A diferencia de él no ventilaré como tembló y chilló cuando apareció el kraken. No me burlaría del trauma de nadie. Quiero saber qué ocurrió con su amigo para que terminara en el estómago de ese monstruo. Pobre hombre.
—Lo haré con gusto, señor.
La mirada de Darko parpadea.
—Ahora es mi turno de ordenarte que uses mi nombre de pila.
Sonrío.
—Será un placer, Darko.
Ingresamos al salón principal y mi hermana salta sobre mi cuerpo como un koala cuando me ve llegar. La forma en que me abraza es como si no me hubiera visto en años y derrite mi corazón. Estoy tan aliviada de que se encuentre bien. La conversación que tuve con Krestel más temprano levantó las alarmas de mis pensamientos y me llenaron de incertidumbres.
Ava no puede estar más tiempo en Arkos.
Debe regresar con mis padres.
Sé que mi decisión no va a gustarle y hará lo imposible para convencerme de lo contrario, pero no cambiaré de opinión. Mamá siempre ha dicho que nuestras habilidades son una bendición y una maldición. Ven a Ava como una amenaza. No quiero que salga lastimada. No voy a exponerla con Baltor planeando regresar al reino.
Mis intuiciones saben que algo muy malo se aproxima y necesito que esté lejos y a salvo. Me dará las gracias algún día. Ella lo entenderá.
—¿Me extrañaste? —pregunto con una sonrisa y sosteniéndola más fuerte —. Estuve fuera cuarenta y ocho horas. No es tanto.
Ava baja al suelo.
—Estaba preocupada por ti —contesta —. No pude ver mucho.
Mi teoría de que Morana bloquea sus habilidades se vuelve más fuerte. ¿Cuál sería el otro motivo? Con Baltor nuevamente en escena es muy posible. Ella fue su amante y lo ayudó a cometer los crímenes más viles. Me pidió que escuche su versión, pero después de enterarme que fue cómplice del asesinato de la familia de mi compañero, no creeré nada de lo que diga.
—Buscaremos la forma de resolverlo —prometo.
—Estoy en eso —afirma y sus ojos azules se fijan en mi cuello. Por favor, no te atrevas a comentar —. Tienes su marca —dice para mi desgracia y una sonrisa se forma en sus labios.
Serenity sonríe. Yo quiero que la tierra se abra y me trague entera. ¿Es muy evidente? Por supuesto que sí. Hay dos pequeños agujeros en mi cuello que no sanaron. Krestel se aseguró de que su marca destaque más que el sol. Imbécil.
—¿Cómo estuvo tu día? —pregunto a cambio, implorando que ignore el tema —. ¿Dónde está Robin?
—Comiendo —responde mi hermana —. Tienes que contarme con lujos de detalles cómo ha sido tu viaje. Dime cómo era el kraken, ¡el violín mágico! Quiero saberlo todo. ¡Absolutamente todo!
Hago una mueca. Me duele la cabeza.
—Más tarde, ahora necesito un baño desesperadamente.
—Tómate el día para descansar —dice Serenity —. Mañana el castillo estará lleno de invitados. Muchos miembros de la Corte quieren conocer a la reina que porta la nota de la muerte.
Me trago el gemido frustrado. No me gusta estar expuesta, pero es parte de mi tarea como gobernante y no puedo postergarlo ni evitarlo.
—Cuenta conmigo.
—El almuerzo está listo —añade Serenity, sonriéndole a Krestel —. Me aseguré de que preparen tu plato favorito.
—Gracias —dice él.
—¿Qué hay de mí? —protesta Nikov —. ¿Ni un abrazo?
Serenity le da un beso en la mejilla.
—Hay todo un bufete para ti. Más que merecido por enfrentar tus miedos.
—Te quiero, mamá.
—Un campeón —El sarcasmo gotea en las palabras de Krestel y le doy un codazo. Él se queja.
Serenity lo mira con afecto antes de girarse sobre sus talones y caminar al comedor. La seguimos en silencio y trato de suponer el papel que ha cumplido desde hace siglos. Cuando Krestel perdió a sus padres, Darko y Serenity ocuparon ese lugar. Lo criaron como un hijo más. Estuvieron en los peores y mejores momentos. Nunca lo abandonaron. Me alegra saber que no estuvo solo el día que su mundo se vino abajo.
Las ventanas del comedor ocupan una pared entera y están abiertas dando paso a la brisa mañanera. Afuera la nieve sigue cayendo, pero es suave. El cielo rojo baña la habitación del mismo tono. La gran mesa está repleta de generosa comida y copas de vino. Krestel se sienta en el centro y ocupo el lugar a su derecha. Ava la izquierda.
—Fue una locura —empieza Nikov, sirviéndose un plato de pastas con salsa blanca—. Estuve a punto de volver y dejar que la feliz parejita hiciera el trabajo completo.
Extendiendo una servilleta de tela en mi regazo, lleno mi plato con tarta y algo muy parecido a la lasaña. Después pruebo un sorbo de vino, satisfecha de que tenga sabor a moras y fresas. Darko y Serenity son lo suficientemente educados para no mencionar la marca de mi compañero.
—Tu ausencia daba igual —masculla Krestel —. No fuiste de mucha ayuda que digamos.
Nikov le da una mirada ofendida.
—¡Hey! ¿Quién calmó a los soldados mientras ustedes estaban escondidos en ese camarote? ¡Yo! Ellos pensaron que fueron devorados por el jodido monstruo —Me mira y entonces sonríe —. Quién diría que se estaban comiendo el uno al otro.
Mi hermana se une al coro de risas y yo lucho para esconder mi rubor. Krestel muerde sus labios para suprimir la sonrisa.
—Lo importante aquí es que el kraken está muerto —murmura, llevando la copa de vino a sus labios —. Raven casi perdió la vida, pero la salvé a tiempo y no hay nada que lamentar.
Ava se tensa.
—¿Qué sucedió?
Termino de tragar antes de hablar.
—Estuve a punto de ser devorada por un bebé kraken. Nunca imaginé que ese monstruo tendría crías. Está maldito.
—Fue convertido en un animal —explica Darko —. Sus órganos cumplen su función sin importar cómo fue creado. Obviamente tendrá un maldito nido de crías.
Ava nos mira a todos con convicción y orgullo.
—Les dije que liberar a la criatura del mar es la decisión más sabia. Briella y sus hermanas se encargarán del nido. Ahora está vulnerable sin el mayor creador.
Me relajo en la silla y como otro bocado. Es bueno saber que cada cosa está en su lugar excepto...
—El kraken nunca fue la mayor amenaza —Habla Krestel alto y claro. Su voz rebota en las paredes —. Los piratas estaban saqueando el puerto no solo por órdenes de Drui, también por un ser superior que planea algo muy grande y les hizo promesas.
Serenity se limpia los labios con la servilleta, Darko se endereza en su asiento.
—¿De quién estamos hablando?
La tensión palpable zumba en el aire. Ningún presente de esta mesa imaginó escuchar ese nombre, menos las palabras de Krestel.
—Baltor. Quiere volver.
El chirrido resuena cuando Darko se levanta bruscamente con las manos en puños. Le repugna escuchar el nombre del monstruo que asesinó a su hermano.
—¿Cómo es posible? Te aseguraste de hundirlo en el maldito bosque —sisea entre dientes —. Dime cómo puede existir tal posibilidad. El hechizo que lanzaste es irrompible.
Krestel se mantiene calmado a pesar del odio que nada en las profundidades de sus ojos.
—No existe ninguna posibilidad, pero Baltor y sus aliados creen que sí.
—¿Aliados? Porque a la más fuerte la retienes aquí —dice Serenity.
Morana.
—Krestel hizo un pacto con el rey de sombras hace siglos —intervengo —. Ambos juraron que no se meterían en ninguna guerra que involucre al otro mientras sus reinos estén en paz. El trato se rompió desde que Krestel estuvo destinado a mí. Ahora el rey de sombras está buscando la manera de perjudicarlo y reviviendo a un viejo enemigo es un excelente golpe.
Ava mastica rápido.
—Conoce sus debilidades. Él no quiere que nuestra familia gane.
—No —concuerdo —. Allison está furiosa y nuestra tía Arianne también. Harán lo que sea para destruirlo y él lo sabe. No subestima a nadie. Los dioses están de nuestro lado y el rey de sombras busca sus propios aliados.
Krestel se inclina en la mesa y roba un bocado de mi plato. Lo miro con mala cara. ¿Acaso no está afectado por el rumbo de la conversación? No. Él no conoce el miedo. Menos con gran parte de sus poderes activos y la maldición de Arwyn rota.
—Reforzaré los portales —informa Krestel —. Las sombras no avanzarán.
Ava está callada, frustrada por no poder ayudar con sus dones. No quiero estar en su posición jamás. Una parte de ella ha sido arrebatada y necesito encontrar la forma de devolvérselo.
—¿Crees que las sombras son el único problema? —Habla Darko —. Liberaron el puerto invernal de Sotovia, pero hay otras ciudades como Serena que aún están siendo sometidas.
Me atraganto.
—¿Hay más?
—Me ha llegado informes de que hay sectas que adoran a un supuesto dios de la oscuridad —continúa Darko —. Sacrifican a hadas y demonios a la causa. No sabemos quién es el líder exactamente.
Nikov bufa.
—¿Cuántos desastres debemos arreglar? No tendremos un descanso los próximos días.
—Todavía hay habitantes que rechazan tu reinado y provocan disturbios. Anoche se llevó a cabo varios arrestos —agrega Serenity —. Pienso que tu boda con Raven calmará a la multitud hambrienta de verte caer. Ella será una nueva imagen de esperanza. Apreciarán saber que el rey permitió a alguien entrar a su corazón y no es el tirano sin sentimientos que muchos asumen.
Pierdo el aliento un segundo, Krestel mastica la tarta lentamente, considerando las palabras de su tía. No me gusta que vean nuestra unión como pura política, pero es importante. La multitud estaba eufórica cuando hice mi primera aparición. No infundo miedo ni terror a diferencia de mi compañero.
Soy la esperanza.
—Soy un tirano —dice Krestel.
—¿Entonces cuál es tu solución? Baltor pretende volver, hay caos en varias ciudades y se oponen a tu reinado. ¿Cómo calmarás a las masas? ¿Más muertes en la horca y arrestos? —interviene Serenity —. Los tratas como basuras, Krestel.
Una sonrisa astuta se forma en las comisuras de su boca.
—¿Estamos hablando de la misma gente que apoyó la caída de mi familia? ¿La que odia mi linaje?
—Pasaron más de doscientos años...
—Los inmortales no olvidamos —Krestel se pone de pie —. No expondré a mi mujer a esas bestias solo para calmarlas, pueden morirse de hambre. Mi boda no será un maldito circo de entretenimiento.
Con esas últimas palabras, se escurre del comedor sin decir nada más. Mi estómago se hunde y trago saliva. Serenity se frota las sienes.
—Lo siento —Se lamenta ella —. No está bien involucrarte, pero no puede continuar así. Debe haber un cambio en Arkos o arruinará todo lo que su padre ha construido por milenios. Estoy protegiéndolo.
—Te preocupas por él —musito —. Es entendible.
—Krestel ha progresado bastante —dice Nikov —. Pensamos que no volvería a salir de este castillo, pero lo ha hecho. Vi cómo saltó al océano para salvar a su compañera. Lo vi pelear por ella. Recuperó sus poderes por ella.
Serenity asiente.
—Lo siento —vuelve a decir —. Yo...
—Organiza la fiesta —Darko le da un apretón en la mano —. Sé que debemos lidiar con mucho, pero Krestel ha tenido suficiente. Una fiesta no le vendrá mal. Merece disfrutar un día con su compañera.
—Las fiestas de máscaras son mis favoritas —dice Ava—. Será un sueño cumplido asistir.
Nos reímos y por un minuto el mal rato es olvidado.
—Me encanta —sonrío.
Serenity se limpia las lágrimas.
—De acuerdo, chicas. Tendrán los mejores atuendos porque mañana asistirán a la fiesta más impresionante e inolvidable de todo Arkos. Será una gran bienvenida.
🦇
—Eso fue estresante —musita Ava.
Me hundo más en la bañera mientras las espumas cubren la mayor parte de mi cuerpo. Suspiro aliviada de tener un descanso. Fueron horas de muchas expectativas, miedos y pánico. Fui agredida verbalmente por los piratas, enfrenté a un monstruo y estuve a punto de morir.
—Lo apoyo —susurro —. Me sentiría igual en su posición.
Ava se acomoda en el pequeño sofá, Robin dormido en su regazo. Mi amigo ha estado muy feliz aquí. Lo alimentan bien y duerme la mayor parte del tiempo. Normal en un conejo con más de siete años. Es un viejo perezoso y mimado.
—¿Entonces qué hicieron exactamente antes y después de matar al kraken?
Cubro mi cara con las manos y sonrío.
—¿De verdad quieres saber los detalles más sucios?
—¡Claro que sí! Por favor, no seas tímida —Los ojos de Ava se iluminan —. Tu aventura fue más interesante que la mía.
—¿Qué sucedió en mi ausencia?
—Nada —explica—. Pasé la mayor parte del tiempo perdida en la biblioteca.
—¿Has visto a Morana?
—No —contesta —. Tengo la leve sospecha de que me evita.
Estiro mis piernas en la bañera y juego con las espumas. Pensé que la vería más devastada y triste por la pérdida de sus dones, pero está... relajada.
—Voy a contarte todo, pero mantendrás la calma. Es mi única condición. ¿Bien?
—No dejes fuera ni un solo detallito o te cancelo.
Niego con la cabeza y le cuento cómo estuvo mi temerosa, pero fantástica aventura. Omito mis sospechas sobre Morana. Es capaz de matarla. En algún momento tengo que parar porque estoy avergonzada. Sobre todo, las partes en la que Krestel y yo intimamos por primera vez. Mi hermana abre los ojos ampliamente y se queda boquiabierta.
—Puedo verlo —dice ella —. Las marcas de sus colmillos.
Toco mi cuello.
—¿No va a desaparecer?
—Le encanta extraer sangre de esa zona. Lo dudo —Sus ojos azules miran mi cara —. ¿Cómo te sentiste?
Giro mi rostro para disimular la sonrisa.
—Me sentí increíble. Él fue amable, gentil y muy dulce.
—No pensé que alguien hablaría así del strigoi más poderoso de la historia.
—Yo tampoco esperaba conocer ese lado de él, pero lo vi, Ava.
Se ve obligada a cerrar la boca.
—Estás enamorada de él.
Le aviento un poco de espuma que despierta al conejo perezoso. Ups. El animal me mira con mala cara por interrumpir su sueño.
—Oh, cállate.
—No, no lo haré. La forma en que hablas de él es muy evidente —sonríe —. Y Krestel ni siquiera respira cuando estás cerca. Son perfectos para el otro.
Mi corazón palpita por la ola de emoción. Es estúpido negarlo. Krestel se ha adueñado de todo.
—¿Tú crees?
—¿Cuándo he mentido? Nunca —destaca ella —. Has encontrado tu hogar en Arkos y estoy feliz por ti.
—¿Y tú, Ava? ¿Has encontrado un hogar aquí?
Su respuesta viene de inmediato.
—Sí —sonríe —. Al fin siento que encajo en un lugar.
🦇
Krestel
Las nubes cubren el cielo como una señal de que la tormenta está a punto de estallar. Shadow galopa más rápido, pisoteando raíces congeladas y flores de hielo. Sostengo la brida con los nudillos cerrados fuertemente y la mandíbula apretada. Debí convencer a Raven de permanecer otro día en el océano. Sería el escape perfecto de las responsabilidades. Estoy harto de que me recuerden cada error que he cometido.
Las gotas de lluvia golpean mi rostro y le ordeno a Shadow que acelere mientras nos dirigimos a los bosques. Cabalgar siempre me ha ayudado a relajar este constante odio y rabia que aprisiona mi sentido común. Cuando estoy furioso no pienso en las consecuencias y ataco sin remordimientos.
Pilas de donantes han sido víctimas. También delincuentes al azar que se cruzan en mi camino. Ahora tengo otro blanco que debo evitar. Raven no es una jodida poción que cura la enfermedad. Tampoco un cuerpo del que puedo disponer en cualquier ocasión que desee follar. Su bienestar es todo lo que me importa y que mi tía la utilice para llegar a mí me vuelve loco.
Es mi posesión más preciada.
Nadie más que yo la tocará.
Un profundo trueno resuena en la distancia y Shadow se detiene con las patas al aire. Le hablo en arkan y se relaja al instante. Aún recuerda el idioma de mi madre. Después de todo fue ella quién me obsequió a este hermoso animal fiel. Lo tengo a mi lado desde que era un niño de diez años.
Un tornado de furia se arremolina en mi interior y permanezco bajo la lluvia. Mi cabello empapado cubriéndome los ojos y los dientes rechinando. No importa cuantos malditos siglos pasen. Los he visto alentar mientras masacraban a mis padres y nadie hizo nada. Ellos se regocijaron como gusanos violentos y se alimentaron de la sangre. ¿Por qué debería tener piedad?
Me arrepiento por haber matado a Drui o cualquier otro delincuente que alteraba la paz en Arkos. Hace siglos prometí que sufrirían. ¿Qué ha cambiado mi visión? Me río con ironía y paso una mano por mi boca.
Ella.
Quiere paz, busca el bienestar del pueblo y terminar con el sufrimiento. Y lo más gracioso de esto es que no le negaré ninguno. Estoy dispuesto a darle el mundo. ¿Qué demonios me ha hecho? Exhalo un soplo de aire. La forma en que ella me hace sentir no tiene precio. Sacrificaré cualquier cosa por un beso suyo. ¿Cuán jodido suena?
—Maldición.
Shadow da un giro brusco y regresamos al castillo. Se abre paso entre los árboles esquivando cualquier piedra gigante. Los caballos son criaturas fascinantes. Shadow me ayudó en momentos de depresión y revive recuerdos de mi madre. Es todo lo que conservo de ella además de algunos cuadros y el collar que me dio esa noche.
Mamá...
Se llevaría bien con Raven. Le ayudaría a organizar la boda y hasta buscaría nombres para sus futuros nietos. Sonrío ante el pensamiento. Antes querría el paquete completo, pero me he convertido en un hombre amargado y sin corazón. Nunca seré el ejemplo perfecto de padre. Razón por la cual me niego a tener hijos. No es algo que desee y nada ni nadie me hará cambiar de opinión. Al carajo los herederos. No los necesito.
Las antorchas de los establos iluminan la tarde y nos detenemos en la zona segura. Desmonto a Shadow y el capataz se acerca de inmediato a llevarlo. La camisa de manga larga se adhiere a mi cuerpo con los pantalones de montar.
—Alteza.
—Hola, Karl. ¿Qué tal tu día?
El hombre viejo me sonríe sin impresionarse por mi amabilidad. Es de los pocos sirvientes con quién conservo una buena relación. Cuida a mi amigo fiel y merece un trato digno. Ha trabajado conmigo más de setenta años. Al principio me temía como todos, pero pronto empezó a verme de manera diferente. A veces charlamos sobre caballos mientras apreciamos el atardecer y le hago preguntas sobre su numerosa familia. Está casado y es padre de diez hijos.
—Satisfactorio, mi esposa le manda saludos —contesta —. Está muy feliz de saber que pronto contraerá nupcias con la reina. Ha plantado más rosas en su honor.
—Dale las gracias de mi parte.
—Ella lo apreciará.
—Pasa una buena noche, Karl.
—Lo mismo, alteza.
Con los pasos pesados y las botas húmedas, voy directo a mi habitación sin usar las escaleras o el ascensor. Hoy descansaré. Mañana volveré a estresarme por la fiesta y los siguientes eventos que me esperan.
Sobre la escoria pronto tendrá una visita de mi parte. Quiero ver cómo se pudre lentamente. Las pirañas no están siendo amables con él. Hermoso. Mantendré los estribos y no me volveré loco antes de tiempo.
Primero debo planear cada golpe. No solo hay inútiles generando problemas en Arkos. Estoy obligado a lidiar con el rey de sombras y su hijo. Joder... Me quito la camiseta mojada por encima de la cabeza cuando suena un golpe. El olor a flores cerezo invade mis fosas nasales y gimo.
Es ella.
—Adelante —mando con voz ronca.
La puerta se abre y entra con pasos inseguros. Está nerviosa porque es la primera vez que ve mi habitación desde que llegó al castillo. La piel se me pone de gallina porque siempre será impactante verla. Sus ojos azules miran cada detalle y lleva suelto el largo cabello rojo. Nada de vestidos extravagantes. Algo sencillo que enseña demasiada piel. Si mis hombres la miraron...
—¿Interrumpo algo?
—No —La puerta se cierra de golpe con la fuerza del viento y Raven se sobresalta.
Dándole la espalda, tomo una toalla del armario y me seco el cabello negro. Las pequeñas gotas de agua salen disparadas y casi me río de su reacción. Es adorable.
—¿En qué puedo ayudarte?
—Vine a ver cómo estabas —responde—. Te fuiste molesto del comedor.
Me encojo de hombros.
—Mi tía debe aprender a cerrar la boca.
—Ella solo quiere ayudarte —dice —. Me prometió que no volverá a presionarte. Todo se hará a tu manera.
Aprieto el puente de mi nariz.
—Sé que no lo hace con mala intención, pero no permitiré que nadie te utilice para llegar a mí. No soporto que me manipulen. No así.
—¿Entonces cómo?
Seco mi pecho y el resto de mi cuerpo antes de desplomarme en el sillón cerca de la chimenea. No ayuda a que Raven invada mi maldito espacio personal con su aroma adictivo. Ella debería irse antes de que la desnude y vuelva a follarla hasta el amanecer.
—Ya sabes cómo —Le sonrío —. Solo debes batir tus pestañas y pedirme lo que quieras. Caeré rendido.
Rueda los ojos.
—Idiota.
Me muerdo los labios.
—Ven aquí —palmeo mi regazo.
Ni siquiera lo piensa dos veces y sigue la orden. Mis brazos la rodean inmediatamente e inhalo su cuello. Me pongo duro al ver la marca de mis colmillos.
—Es la primera vez que veo tu habitación —susurra.
Estoy demasiado ocupado besando sus hombros y acariciando sus pechos. Los pezones se ponen duros en mis palmas. Este vestidito, maldita sea. Haré que se lo quite mientras me da un concierto con su violín.
—Lo sé.
—Tu cama es una obra de arte.
—Lo serás tú desnuda en ella.
Sé lo que ve. Hay un bosque tallado en el cabecero, un murciélago y la luna. Cortesía de mi padre. Las paredes también reflejan algunas viejas pinturas. Hay un estante de libros, una chimenea y los pisos están cubiertas de alfombras. Lo básico, pero ella está maravillada.
—Krestel...
—Raven...
—¿Por qué hay una chimenea si tu piel siempre está fría? —cuestiona, inclinando el cuello —. No lo necesitas.
Mis labios lamen la herida, disfrutando cómo se estremece y aumenta su respiración. La reacción de su cuerpo a mi contacto me deja alucinando. La forma en que sus tetas suben y bajan, los latidos de su corazón, el pequeño sonido que escapa de su dulce boca. Lo que siento por esta chica va más allá de la obsesión.
—Me gusta el fuego.
—¿Hay un pasadizo secreto detrás del estante?
—Ajá.
—Krestel...
La traslado a mi cama conmigo sobre ella. Su cabello rojo se esparce como la seda alrededor de las sábanas. Tiene las mejillas ruborizadas y los labios entreabiertos. Le pediré a los artistas que pinten esta obra de arte en mi pared.
—Mira lo mucho que me deshaces —Acuno su seno en mi mano, sintiendo la suave piel endurecerse —. Me has vuelto loco, Raven. Tan loco que la mayor parte del tiempo solo pienso en ti. Incluso te adueñas de mis pesadillas.
Bajo el escote del vestido, descubriendo sus tetas hinchadas. Sus pezones están duros y sus caderas presionan mi ingle en busca de fricción. Mi pene se sacude por la vista. Horas... Pasaron solo horas desde que estuve dentro de ella, pero la necesito de nuevo.
—El sentimiento es mutuo —Se queja ella.
Sus palmas sostienen mis mejillas mientras nos besamos lentamente al principio, pero después nos volvemos más ansiosos. Mi mano va bajando, deslizándose dentro de su vestido. Gruño al sentir su calor. Sin ropa interior. Pequeña descarada. Suelta un dulce jadeo cuando acaricio su clítoris y mueve sus caderas. Me encanta que esté moldeada perfectamente para mí. Siempre dispuesta.
—¿A qué viniste? —pregunto, apartando mi boca de ella.
Sus ojos están cerrados, su vestido amontonado alrededor de su cintura y las piernas abiertas mientras mi mano le da placer. Ella es perfecta y asombrosa. Quiero tomarla a cualquier hora y que todos se enteren a quién le pertenece.
—Dijeron que tu habitación está prohibida —gime, mordiéndose los labios —. Es ofensivo no haberla visto ni una sola vez, sobre todo, cuando te empeñas en recordarme que soy tuya, pero nunca me invitaste a dormir en tu cama.
Una lenta sonrisa se extiende por mi rostro. Toma lo que quiere, montando mi mano y ahoga los quejidos en una almohada. Su respiración se vuelve pesada y desesperada. Está cerca de correrse y nunca me he sentido tan afortunado. Nunca se sintió así con nadie.
—Pensé que querías tu propio espacio.
Raven sostiene mi muñeca mientras muevo los dedos más rápido.
—Al principio sí, pero pensé que eventualmente me pedirías dormir contigo.
No. Jamás tuve esas intenciones. Mi único propósito era beber de ella y mantenerla lo más aislada posible de mi espacio personal. No sabe los demonios que me acechan durante las noches. Aún no conoce esa parte de mí. El lado strigoi que domina cualquier forma.
—¿Krestel...?
Todo ella es gemidos, jadeos y gritos cuando deja de respirar un segundo y se viene sobre mi mano. Una maldita obra de arte. Saco los dedos de su interior y llevo las yemas a sus labios. Raven chupa con sus ojos azules en los míos. Mierda... Estoy duro como un acero, pero no en las mejores condiciones de complacerla. De repente solo quiero que se vaya.
—Lo siento —Se disculpa al ver mi cara y vuelve a acomodarse el vestido —. No quería invadir tu espacio.
—Hay cosas que no puedo controlar —explico, hundiéndome en la silla —. Tengo tendencias bastantes... cuestionables.
Se endereza en la cama y arregla su vestido. Toma cada gramo de mi voluntad no saltar sobre ella y volver a desnudarla.
—No quieres que lo vea.
Desvío la mirada.
—No —acepto.
Ella me ha visto en mi forma de hada, el lado que heredé de mi madre. La otra parte es aterradora, el demonio cuyo único propósito es destruir. Mi padre estaría muy orgulloso si supiera que me parezco más a él de lo que creía.
—Lo siento —Vuelve a disculparse —. Yo... no volveré a presionar, será mejor que me vaya.
No contesto.
—Buenas noches, Krestel.
La puerta se cierra, apago las velas y me quedo solo en la oscuridad.
🦇
Raven
Cuando cumplimos la mayoría de edad, respondemos al llamado de la luna. Nuestra forma humana cambia durante doce horas de agonía y es reemplazada por el lado animal. Papá me explicó que no siempre es fácil. Cada licántropo es un mundo distinto.
La noche que cambió de forma tuvieron que encadenarlo para que no lastimara a nadie. El instinto animal no reconoce ni a tu propia sangre. El riesgo de que asesine a cualquiera que se cruce en tu camino son muy altas.
Sucede lo mismo con Krestel.
Lo he visto en su forma humana o hada.
Aún me falta conocer al strigoi. El demonio sin corazón.
—Horribles —Ava hace una mueca de repulsión —. Son horribles.
Pongo los ojos en blanco.
—Cállate.
—¿No lo has visto? —Señala la página del libro —. ¡Son demonios horrendos! Muy parecido al murciélago que vuela por las torres. Eww... nada sexy.
Definitivamente. Las ilustraciones que enseñan cada página me recuerdan a Skar con sus gigantescas alas y la forma humanoide. Dimitri Markovic era muy similar.
—Krestel es un híbrido mestizo —expongo —. Dudo que adopte la misma forma. Es hada y vampiro.
Ava toma un trago de jugo y se ríe.
—Pensé que nuestra familia era rara. Imagínate el día que tengas un hijo suyo. Hada, strigoi, licántropo y médium. ¿Qué más debería agregar?
Mi cara se sonroja ante el simple pensamiento. Qué los dioses me salven. No descarto la posibilidad, pero ruego que suceda muchos años después. Ahora no es el momento. Soy muy joven y Krestel es una montaña de emociones y traumas.
—No digas estupideces —Muerdo la pluma con la cara roja —. Krestel me aseguró que toma pociones que frenan la fertilidad.
—A alguien le aterra la paternidad.
Frunzo el ceño.
—¿Qué?
—Infancia traumática y piensa que no es capaz de amar a nadie. Su vida era un caos antes de que llegaras. Le hiciste desear más de lo que esperaba.
Anoche me retiré avergonzada de su habitación y me maldije por no controlar mi bocota. ¿En qué estaba pensando? Él saca mi lado salvaje y desvergonzado. No mido mis palabras y tampoco me asusta decir lo que pienso. Lo presioné, aunque no era mi intención. Krestel tiene problemas con los compromisos.
Paso a paso, Raven. No seas impaciente. El hombre aún está acostumbrándose.
—Él también me da más de lo que esperaba.
Mira la marca en mi cuello.
—Se nota.
Cierro el libro y me levanto, sacudiendo mi vestido. La biblioteca está solitaria durante las mañanas. Morana me ha evitado como supuse y es extraño. En cuanto a Krestel recibí informes de que fue a montar temprano con Shadow.
—¿Ya tienes listo tu vestido de esta noche? —inquiero.
—Serenity dijo que se haría cargo y más tarde recibiremos los vestidos —Aplaude con un chillido —. Me siento como si estuviera viviendo un sueño. Asistiremos a una fiesta estilo medieval con vestidos hermosos y máscaras.
Me quedo en silencio, momentáneamente suspendida. Ella está encantada de vivir aquí. Me dijo que encontró su lugar en el mundo y finalmente encaja. No me atrevo a arrebatarle sus ilusiones. No ahora que es tan feliz.
—Compórtate —Mi sonrisa es forzosa.
—No es necesario las advertencias.
—Bien —contesto —. Iré a entrenar con Mirko. Nos vemos más tarde.
—Yo daré una vuelta con Nikov. ¡Te quiero!
—Yo a ti —exclamo y repito —: ¡Compórtate, señorita!
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Perdí la resistencia por los tres días que estuve ausente y empezamos de nuevo con los ejercicios simples. Mirko me recibe con una sonrisa emocionante y felicitaciones. Hace miles de preguntas respecto al kraken y respondo con gusto. El hombre es un fan del pulpo.
—Tocas la nota de la muerte. ¿Sabes cuantas historias he oído sobre el violín? Mató a ejércitos completos. Le otorgó a la diosa Niss un tipo de poder que la convirtió indestructible e hizo que sus enemigos se arrodillen. ¿Cómo te sentiste?
Sostengo el mango de la espada, atacándolo sin piedad. Mirko bloquea el golpe.
—Increíble —respondo, sudando —. La adrenalina hizo arder mis venas y la música me transportó a otro mundo. Debiste ver a la bestia.
Doy un paso atrás y me pongo en una posición distinta con la pierna izquierda al frente. La espada tiembla en mi mano porque pesa bastante. No es de madera como en los entrenamientos anteriores. Es más letal y filosa. Un solo rasguño me arrancará la piel. Está hecha de acero.
—Te envidio. Hubiera pagado por estar ahí.
Oculto la risita detrás de una tos. Nikov al contrario quería desaparecer.
—No te perdiste de nada, Mirko. Ese monstruo estará presente en mis próximas pesadillas. Fue traumático.
—Quiero verlo en mis pesadillas.
—Idiota.
Con un movimiento rápido, le propino una patada en la espinilla aprovechando su distracción. Mirko me mira asombrado y se tambalea, pero la punta de mi espada ya está justo en su pecho.
—La distracción es un gran error en el campo de batalla —Me burlo —. Está muerto, soldado.
Se limpia el sudor de la frente.
—Error de novato.
—Sí —concuerdo —. No cometas la misma falta delante de tus superiores o estarás en problemas.
Lanza un gruñido frustrado y se encamina hacia la mesa dónde hay varias cantimploras de agua. Me avienta una que atrapo en el aire y bebo después de dejar caer la espada. La fría brisa que entra por la ventana sacude las hebras de mi cabello. El pantalón ajustado es cómodo y el escote enseña mi ombligo. Si Krestel me viera...
—Yo no soy tan estúpido como los soldados con lenguas largas que soltaron comentarios inapropiados sobre ti —ríe, pasándose el brazo por la frente —. Sus cabezas cuelgan como adornos en el patio de entrenamiento. Sirvieron de ejemplo para el resto.
Mi mano se vuelve tieso y casi me atraganto con el agua. Observo a Mirko con la nariz arrugada. ¿De qué demonios está hablando?
—¿Por qué razón hablaron mal de mí?
Mirko eleva las cejas y obtengo la respuesta. ¿Cómo no sumé los hechos? Los soldados que me vieron en una situación intima con el rey perdieron la cabeza por hacer comentarios inapropiados.
Era el único en este reino que vio tu cuerpo desnudo y ellos me quitaron ese privilegio. Oh, dioses... Él lo hizo. Realmente los mató.
—No puede ser —balbuceo.
—Cualquier hombre común defendería el honor de su esposa o prometida.
No tengo idea de cómo reaccionar. Cuando pienso que he visto muchas partes de Krestel aparecen otras piezas para las que no estoy lista. Yo... no sé qué pensar.
—¿Te veré en la fiesta? —Le pregunto a Mirko, mi mente a la deriva mientras proceso la información —. Celebraremos la muerte del monstruo que ha aterrorizado por siglos.
—Estoy a cargo de la seguridad.
—Lo supuse. Te veo luego.
—Tenga un buen día, alteza.
Voy a la sala de entrenamientos y justo cómo había mencionado Mirko veo las dos cabezas colgando en las puntas de lanzas. Quiero vomitar. No era necesario tanta crueldad. Me conformaría con unas penitencias, pero es Krestel.
No conoce a la piedad.
Lo busco en los establos, no lo encuentro. ¿Dónde ha ido? Me dirijo al salón principal, viendo a cientos de personas desconocidas decorando los rincones con rosas blancas. Mueven los muebles, limpian el suelo y les quitan el polvo a las paredes. Un espectáculo armado para esta noche. Hay un pequeño escenario improvisado. Las cortinas oscuras fueron removidas y los candelabros de cristal iluminan cada centímetro.
La ausencia de Krestel tiene sentido.
No le gusta lidiar con nadie.
Morana está ordenando un enorme jarrón sobre la mesita. Su cabello es rosa y el pálido vestido enseña los pezones. Una belleza irreal. Una que nunca vería en mi mundo.
—Hola, Morana —murmuro con los brazos cruzados —. ¿Me estás evitando o son imaginaciones mías?
Los desconocidos sueltan jadeos alarmados cuando notan mi presencia y se inclinan en señal de reverencias. Resisto poner los ojos en blanco. Odio que me traten con tanta superioridad. Morana es de las pocas que no besa el suelo por dónde camino y detesto que me agrade.
—No te equivocas —responde ella, colocando más flores en el jarrón. Los demás retoman sus tareas —. El rey me ha destituido de mi puesto. Ya no seré tu dama de compañía.
Desearía poder decir que estoy sorprendida, pero no. Me advirtió que no la quiere cerca de mí. No con Baltor acechando.
—¿Te dio motivos?
Se burla.
—El rey no da motivos.
Touché.
—Yo... te deseo lo mejor —titubeo. ¿Soy una idiota? Hoy estoy sin palabras por culpa de Krestel.
El baile me servirá a despejar la mente. No habrá rap o hip-hop. Tampoco las pastillas multicolor que nos transportaba a otro mundo cuando íbamos de fiesta con mi hermano y mis primas a escondidas. Hermosos tiempos que echo de menos.
—Tú y yo sabemos sus motivos —dice Morana.
—Son muy justas, ¿no lo crees?
Se ríe y hay tristeza en sus ojos.
—Te pedí que escuches mi versión, aunque será inútil. Él es tu compañero y su palabra tiene más peso que la mía —Se encoge de hombros —. Espero seguir viéndote a menudo, Raven. Si me disculpas, iré a trabajar.
—Descuida.
Ayuda a una chica desconocida a cargar una caja y no vuelve a mirar en mi dirección. ¿Es muy tonto de mi parte suponer que Morana no es malvada como lo fue su difunta madre? Lo peor es que todavía quiero escuchar su dichosa versión.
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El sol se oculta en el horizonte y llega la noche. No volví a verlo. Ni siquiera en el almuerzo o la merienda. Krestel Markovic es un experto desapareciendo. Serenity me aseguró que estará presente en la fiesta y no debería preocuparme. Ojalá supiera que sus actitudes aumentan mis inseguridades. Anoche me sentí como una idiota por pedirle dormir en su cama y hoy me evitó. ¿Evadirme será un rasgo muy común en nuestra relación?
—Cambia esa cara —regaña Ava —. Asistiremos a la fiesta más importante de Arkos. No a un funeral.
Peino mi cabello sin quitar los ojos del reflejo que me enseña el espejo. Dentro de unos minutos vendrán unas damas expertas en la moda y el maquillaje para ayudarnos. Luciremos increíbles y hermosas.
—Odio que tenga influencia en mi estado de ánimo —admito —. Yo... no soy esta chica.
Ava se posiciona detrás de mi espalda y nuestros ojos se encuentran. Cada día somos más parecidas. El cabello, las pecas, la piel... Estoy feliz de tenerla aquí. Será difícil despedirme de ella cuando llegue el momento, pero es por su bien.
—Estás en una nueva etapa. Antes no habías tenido un enamoramiento tan profundo como ahora y es normal. El lazo aumenta las emociones.
Coloco el cepillo de pelo sobre la cómoda.
—Debemos trabajar en la confianza. Me siento horrible cuando desaparece sin dar explicaciones.
—Krestel también es nuevo en todo esto.
—No es justificación.
—Lo sé, pero nunca se ha sentido así, Raven. No llevan mucho tiempo conociéndose. Poco a poco aprenderán a confiar en el otro —Me sonríe —. Quiero que esta noche te sueltes y le recuerdes a cada presente que eres la reina. Ponte el vestido más espectacular y haz que Krestel se arrepienta.
Una pequeña sonrisa maliciosa curva mis labios. No soy rencorosa, pero esta noche disfrutaré la venganza. Krestel no podrá respirar cuando me vea.
—Manos a la obra.
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