Capítulo 13 🎻

Krestel

No existe ninguna obra de arte que pueda superar esta imagen. La imagen de Raven desnuda sobre la mesa y rogándome que no pare. No hay rastros de la chica buena y tímida que entró por primera vez a mi castillo. Esta es una mujer sin pudor que no se preocupa. Ella sabe lo que quiere y me lo pide sin vergüenza. Una reina.

Le da riendas sueltas a su demonio interior así que la devoro con todo lo que soy, lamiéndola tan duro que sus gritos se convierten en sollozos de placer. Me agarra el pelo, arrancándome algunos mechones que me hacen sonreír. Chupo su clítoris mientras la follo con mis dedos y la muerdo. Su sabor combinado con sangre me vuelve absolutamente loco.

—No puedo más —solloza —. Krestel, por favor...

Se endereza en la mesa con el pecho agitado y tira varios platos al suelo. Sin embargo, no me detengo. No hasta que el segundo orgasmo la azota y llora mi nombre con una maldición. Ver su cara cuando se derrumba es una fantasía que jamás podré superar. Me cierno sobre su cuerpo con una sonrisa y me lamo los labios. Sus ojos azules lucen pesados mientras me mira aturdida y con la boca abierta. Tan mía.

—¿Demasiado para ti, mi reina? —Me burlo. Le rodeo el cuello con una mano y le robo un beso antes de que pueda pronunciar otra oración. Miro sus tetas un segundo y la imagen de mi pene en medio de ellas me lleva al punto de la locura. Tendré que follarlas también —. Quiero hacerte tantas cosas.

Agarro sus perfectas tetas con las manos y me las traigo a la boca para chuparlas. Me gustan porque no son grandes ni tan pequeñas. Tienen el tamaño perfecto. Cada parte de su cuerpo es absolutamente perfecto.

—Arruinaste el vestido —Se queja, acariciándome el pelo —. Me gustaba mucho.

Chupo un pezón en la boca, bajando después hasta su ombligo. Su piel de porcelana está cubierta con miles de pecas, tal y como había imaginado. Se agarra con fuerza al borde de la mesa para mantenerse firme mientras su cabeza cae hacia atrás con un pequeño gemido y se muerde los labios. Demasiado hermosa y seductora.

—Te compraré más —sonrío contra su piel —. Y después volveré a romperlas.

—Idiota.

Estoy probando el mejor festín de mi vida cuando las puertas del comedor se abren e ingresan dos guardias de seguridad. Raven chilla consternada mientras rápidamente cubro su cuerpo con el mío. ¿Qué carajos...? Mis hombres me miran con ojos amplios y arrepentidos. Di claras órdenes de que nadie nos interrumpa. ¿Cómo pueden ser tan estúpidos? Ellos han visto desnuda a mi chica y no lo dejaré pasar.

—Escuchamos gritos, alteza y creímos que alguien estaba herido —balbucea uno con el rostro rojo —. Lo lamento.

Raven me aprieta los hombros mientras usa mi cuerpo como escudo. Hijos de puta. Esto no se quedará así.

—¿Te parece que alguien está herido, imbécil de mierda? —gruño. La ira quema mi piel como lava —. Tienen cinco segundos para retirarse o estarán muertos. ¡Fuera, maldita sea!

Levanto una mano y son expulsados del comedor con una fuerza violenta y cierro las puertas en sus caras. Raven está avergonzada ahora. Sin sonrisas o la confianza de hace minutos. Les cortaré las cabezas a esos inútiles por interrumpirnos.

—Los haré pagar por esta impertinencia —Le aparto el cabello rojo de la cara húmeda —. Ellos no recordarán nada de lo que han visto.

Sus brazos inmediatamente van a sus pechos a modo de defensa y frunce el ceño.

—¿Qué les harás? Solo estaban preocupados —musita y cuando al fin comprende palidece —. Krestel...

—Era el único afortunado en este reino que vio tu cuerpo desnudo y ellos me quitaron ese privilegio.

—Dime que no estás hablando en serio.

—Nunca bromearía con algo así.

—Oh, dioses... realmente estás hablando en serio —Pone una mano en mi pecho y baja de la mesa para alcanzar el vestido roto del suelo —. No puedes matarlos por un error tan tonto.

Aprieto la mandíbula. ¿Tonto? Soy posesivo con lo que es mío y me pone enfermo pensar que ellos tuvieron un vistazo de su hermosa piel.

—Tenían órdenes estrictas de no entrar a menos que requiera de sus servicios.

Trata de ponerle el vestido destrozado, pero no tiene arreglo. Me mira indignada y enojada.

—¡Pero no es razón para matarlos! —Se queja con un gruñido de frustración. La tela no cubre las partes más importantes de su cuerpo y se tensa —. Ni se te ocurra lastimarlos o me enojaré muchísimo.

Me quito la camisa blanca al ver lo enojada que está y sus ojos se amplían. Admira mi pecho, mis abdominales y la tinta que cubre mis brazos. En otra ocasión me aseguraré de que sacie su curiosidad y haga lo que quiera conmigo.

—Ponte esto —ordeno.

—Gracias —Me arrebata la camisa de las manos y no me disculpo por mirarla así de expuesta.

Ella no sabe lo lejos que puede llegar mi posesividad. Que haya aceptado pertenecerme significa someterse a mis obsesiones más oscuras. Cualquiera que la mire de manera inapropiada estará muerto.

—¿Por qué me miras así?

Mi camisa se traga su pequeño cuerpo y juro que no he visto a nadie más hermoso que ella. El cabello rojo despeinado cae hasta su cintura como la seda y despierta fantasías perversas que quiero realizar. Maldita sea. Agarro su mandíbula y paso mi dedo por su labio inferior. Raven deja escapar un suave suspiro.

—Me encanta lo bien que luces vestida con mi ropa —respondo —. Desnuda, por supuesto, eres más que espectacular.

Sus largas pestañas rojas se agitan con una risita.

—No puedo creer que hicimos eso —Se chupa el labio —. La comida se echó a perder.

—Traeré más, no tiene importancia —Me acomodo de nuevo en la silla. Acto seguido, le agarro el brazo y la jalo para que se siente en mi regazo. Y cómo estoy empezando a acostumbrarme, su piel se estremece mientras hundo la nariz en su cuello para inhalarla. Huele tan bien —. No irás a la cama con el estómago vacío.

—La gente del servicio debe estar dormida. Es tarde.

—¿Quién dijo que los necesito? —Raven se relaja en mis brazos y le acaricio los muslos.

—¿Cómo...?

Sueno los dedos y cualquier desorden en el comedor queda arreglado. La mesa se llena de aperitivos con postres incluidos.

—Wow... —La sorpresa brilla en sus grandes ojos azules —. Eso fue increíble.

—Todo es posible gracias a la magia —sonrío.

Alcanzo un plato con pastas y puedo ver que está complacida con mi elección. No tengo idea de qué comía en sus tierras, pero me encargaré de averiguarlo en otra ocasión. Quiero que todo esté hecho a su gusto. Desde la comida hasta la ropa.

—¿Puedes hacer algo más que controlar a los muertos? —pregunta.

Enredo las pastas con el tenedor y ella abre la boca para tragar. Mi mente sucia plasma una visión de ella arrodillada y chupándome con esos labios gordos. Joder... Ni siquiera es consciente de lo mucho que está afectándome. Esta chica será mi muerte.

—Tengo otras habilidades que pronto descubrirás.

—¿Cómo cuáles? —Traga.

—Te los diré cuando termines de comer. ¿Qué te mantuvo tan ocupada que ni siquiera tomaste el desayuno? Y no me digas que yo porque solo te he llamado después del mediodía.

—Pasé casi toda la mañana en la biblioteca —Se encoge de hombros —. No tenía apetito.

Le clavo los dedos en la mandíbula, persuadiéndola a mirarme.

—No quiero que vuelva a repetirse. Te necesito fuerte y la comida es una parte vital.

Hace un mohín.

—Lo dice alguien que solo consume sangre.

—Es diferente —Mi agarre en su mandíbula se vuelve más firme —. Cuando cambies de forma necesitarás toda la energía posible. Sé que algunos murieron en la transformación porque eran débiles.

—¿Te preocupa si sobrevivo o no?

La pregunta me ofende.

—Sabes muy bien que sí.

—A cualquiera le haría creer que no por la forma que te refieres a esa parte de mí.

El toque de molestia está empezando a burbujear, pero no puedo culparla cuando le he dado razones para pensar lo peor de mí.

—¿Debería tener motivos?

Pretende levantarse de mi regazo, pero no le permito. Mis brazos la rodean como grilletes de acero.

—¿Qué ves cuando me miras, Krestel? —inquiere, su tono frío y agrio —. ¿Ves a un monstruo que mata hasta niños por hambre de poder?

—Estás lejos de ser un monstruo —contesto —. Si te odiara nunca habría metido mi lengua entre tus piernas.

Arruga la nariz, el enojo va en aumento.

—Eres tan repugnante.

Ahueco su mandíbula con una sonrisa y le paso el pulgar por los labios.

—¿Si tú puedes superar lo que soy por qué yo no? Ni siquiera te asustaste cuando admití lo que hice con esa manada con posibles niños incluidos.

Aparta los ojos como si estuviera avergonzada.

—¿Podemos no hablar del tema?

—Tú lo sacaste a relucir.

—Bueno, ya no quiero —dice con los dientes apretados —. Mejor déjame terminar mi cena y después iré a dormir. Estoy agotada.

Me sirvo otra copa de vino, sin quitar mis ojos de ella. Se siente bien tener su cuerpo en mi regazo. Me encanta lo bien que encajamos. Es pura suavidad mientras yo soy lo opuesto: frío, duro...

—Háblame de ti.

Suspira.

—No hay nada interesante en mí.

—Mmm... lo dudo. Tienes mucho que contarme —murmuro, pasando un dedo por su muslo. Ella tiembla —. Cuéntame qué más te motivó a venir aquí con un monstruo que no conoces. Y no me refiero a tu familia. Hay otras razones.

Raven mastica sus pastas y traga antes de hablar.

—Conocía tu nombre desde que era una niña. Mi madre solía contarme historias del príncipe tirano que no tuvo una vida fácil —La tristeza la rodea —. Mi inocencia lo tomaba como un cuento más —Se ríe —. Pero cuando me convertí en una adulta y tuve las primeras visiones sobre ti todo empezó a tener sentido. Te metiste en mis sueños.

—Tus pesadillas —La corrijo.

Se ruboriza.

—¿Por qué estabas tan empeñado en asustarme?

—No quería darte ninguna idea equivocada ni la imagen de un príncipe azul. Soy un monstruo, Raven.

Sus ojos azules continúan manteniendo el brillo mientras me observa.

—Te obligaron a ser uno —corrige—. No te juzgo, Krestel. Si mis padres tenían el mismo destino yo los habría destrozado. Me convertiría en un monstruo sin dudar por las personas que amo.

Las tenues llamas de rabia pinchan contra mi piel. Manché mi alma con las acciones más sucias desde que era un niño y nunca me arrepentí. Estoy muy lejos de la redención. Soy un demonio y moriré como tal. Mi alma murió esa noche que vi a mi madre muerta colgada de un árbol y mi padre suplicando piedad. Vi a un pueblo masacrándolos...

—Lo siento mucho —Raven acuna mis mejillas para que regrese a la realidad —. No me asusta lo que representas, Krestel. Nada de ti me asusta.

Cierro los ojos.

—No soy un buen hombre.

—Lo tengo muy presente —musita —. Y no espero otra cosa de ti. Solo que me muestres lo que eres realmente. Nada de máscaras o manipulaciones para apartarme como en mis pesadillas.

Respiro fuerte, asombrado por esta chica.

—Ella me advirtió que serías mi perdición.

Me toca el pecho, sus dedos trazando los tatuajes de rosas con espinas en mis brazos.

—También el corazón puro que le dará rosas a tu alma profana. La que te hará escuchar melodías dulces y verás un impresionante cielo azul por medio de mis ojos...

—Tú...

—Cuando me muerdas, Krestel —Lleva mi mano fría a su pecho y escucho los latidos de su corazón —. Quiero que me veas a mí. Raven. La chica que está dándote su confianza. Yo no voy a morir.

—¿Cómo estás tan segura?

—Porque lo siento aquí —asegura —. Tú no quieres lastimarme. No de esa manera.

Sus palabras son suaves, pero tienen el mismo impacto que un huracán violento que destruye todo a su paso. Ella confía en mí sin conocerme en absoluto.

—Es bueno que lo sepas, porque sí quiero lastimarte —Le doy un beso, respirando entre sus labios abiertos —. Pero te prometo que vas a disfrutarlo.

🦇

Raven

Solo Krestel puede hacerme esto.

Provocarme un efecto tan adictivo que no me hace cuestionar el lenguaje de mi cuerpo. Cuando él está cerca lo único que anhelo es perderme en sus besos e ignorar el hecho de que es un monstruo. La forma en que se siente es... alucinante. No quiero que lo nuestro se convierta en una obligación o un medio para mis propios intereses.

Seremos un buen equipo.

Quizás podemos ser buenos juntos.

—¿Esto es...? —sostengo la botella transparente con líquido ámbar en mi mano.

Krestel lee el nombre.

—El néctar de Arkos. La bebida más dulce, pero también muy fuerte. Los débiles caen rendidos en el primer trago.

Pongo los ojos en blanco.

—Yo no soy débil —destaco —. Soy una licántropo.

Lleno una copa entera para probar mi punto. Krestel se echa a reír.

—Cuidado, mi reina. Si tu sistema no soporta estarás mareada en segundos.

Elevo una ceja.

—¿Cuánto quieres apostar que soy mucho más resistente que cualquier débil incapaz?

—Por cada trago vas a decirme una verdad que nadie sepa.

—¡Amo este juego! —exclamo, removiéndome en su regazo —. ¿Te vas a unir? También quiero una verdad.

—Hecho.

—Bien.

Traigo el vaso a mis labios, empezando por un trago breve. Retengo el gemido en mi garganta porque definitivamente es lo más delicioso y dulce que he probado. Más que la miel.

—Su nombre le hace justicia —comento —. ¿De qué está hecho?

Krestel me mira con diversión.

—Polen de rosas combinado con glamour. La tradición que hay detrás es que fue creada exclusivamente para celebrar las batallas que ganaron las hadas contra los demonios. Solo algunos eran dignos de tomarlo.

—Yo soy digna.

La risa que brota de él acelera mi corazón.

—Ahora dime una verdad.

—Eres sexy —Suelto sin pensarlo y su sonrisa crece.

Mierda, la bebida está haciéndome efecto.

—Esa verdad la conocen todos.

—Patán arrogante —Lleno su vaso, pero él bebe del mío —. Tu turno.

Sus dientes se apoderan de su labio inferior.

—He tenido fantasías con tus pecas. La próxima vez que te desnude me aseguraré de contar cada una.

La admisión me deja poco aire para respirar.

—¿Siempre eres tan... sexual?

Mueve las caderas debajo de mí, mostrando un punto.

—Es imposible contenerse a tu alrededor.

—Encantador —digo, ignorando su creciente erección y bebo de nuevo —. Nunca tuve sexo con nadie porque quiero hacerlo con alguien especial. Es tonto, ¿sabes? Mis primas disfrutaron su vida sexual antes de conocer a sus compañeros, pero yo... prefiero entregarte mi primera vez a ti.

Aparto la mirada porque es demasiado vergonzoso admitirlo en voz alta. Culpo al estúpido néctar que tiene a mi cabeza un poco mareada. No soy tan resistente como alardeaba.

—No soy especial, Raven —Lleva de nuevo mis ojos a los suyos —. Pero te prometo que lo haré tan jodidamente bueno que no querrás salir de mi cama nunca más.

Tiemblo con todos los nervios a flor de piel.

—¿Es una promesa?

—Sí —Bebe más de la mitad —. Estuve encerrado en este castillo más de treinta años. No por temor a que muchos vean mi estado como supusieron. Simplemente estaba cansado. Cuando vives demasiado tiempo todo se vuelve rutinario y aburrido. Nada me llamaba la atención para tener un segundo de mi tiempo.

—Pero hoy saliste, pediste verme en los establos.

Levanta la copa.

—Porque tú me resultas más que interesante.

No estoy muy segura de soportar otro trago, mi visión está desenfocándose, pero me arriesgo y suelto una confesión muy directa.

—Me gustaba mucho el compañero de mi prima. Ronan. Él tiene las mismas habilidades que yo y compartíamos una personalidad similar —me encojo de hombros —. Me sentí inmediatamente atraída por su nobleza. Era dulce, gentil y amable a pesar de las tragedias que lo rodeaba.

Krestel no habla.

—Él era todo lo que buscaba en un chico —admito —. Deseaba que estuviéramos destinados.

—No soy amable, dulce ni gentil.

Sus ojos arden, iluminados por la emoción que identifico al instante. Celos.

—Lo sé —susurro —. Y tampoco pretendo que lo seas. Tu oscuridad me asustaba al principio, pero ya no. Me atrae.

Cállate ya, Raven.

—¿El ángel puro tentado por un demonio?

—Y está cayendo muy duro —El sonido de mi voz baja, volviéndose arrastrada y lenta —. Sabes, Krestel, lo peor es que mi estado de celo no me ayuda. Cuando te veo mis hormonas se vuelven locas e imagino lo bien que se sentirá que me folles duro.

Se ríe siniestramente divertido.

—¿Ah sí?

—Mi hermana dice que pronuncio tu nombre en mis sueños —Bebo más del néctar sin detenerme. Cuando trato de agarrar la botella, Krestel me frena —. Tengo fantasías muy sucias y vergonzosas.

Ahora me mira con interés, sus cejas oscuras elevándose.

—¿Cómo cuáles?

—Hoy cumpliste una. En mi instituto muchos chicos se ofrecieron a darme el mejor orgasmo de mi vida, pero nunca permití que llegaran más lejos que un beso. Tú eres el primero que me ha... ¿probado? —Me cubro la boca y me echo a reír —. Otra fantasía es hacerlo contra una pared, el escritorio o dentro de un auto. Sería tan placentero. Mi prima Allison solía decir que el sexo con tu compañero es el triple de intenso y suponiendo como eres...

Su sonrisa de tiburón sigue intacta.

—¿Y cómo soy?

—Un salvaje —Un hipo me asalta —. Apuesto a que eres un animal en la cama.

Y justo así la tranquilidad de Krestel se desmorona y estalla en carcajadas. Todo su pecho se sacude por la risa y yo quiero morirme. Dioses... ¿Qué mierda está mal conmigo? Miro indignada la botella de néctar dándome cuenta que casi lo he terminado. Voy a llorar.

—¡No te burles de mí! —Lo golpeo en el pecho con mis puños —. Fue una trampa, ¿no es así? Me hiciste beber la maldita bebida a propósito.

Se limpia las lágrimas de risa.

—Hey, no. Te advertí que muchos no resistían y no quisiste escucharme.

Me levanto de su regazo y me mareo inmediatamente. Krestel pone una mano en mi cintura para estabilizarme.

—Me duele mucho la cabeza y estoy cansada.

—Te llevaré a tu habitación.

—Por favor.

Carga mi cuerpo en sus brazos como si no pesara nada y me acurruco en su pecho. Cierro los párpados, deleitándome en su aroma amaderado. La forma en que me sostiene se siente tan bien a pesar de la frialdad en su piel.

—Si me mordieras ahora no te detendría —susurro mientras salimos del comedor.

Me sostiene con fuerza.

—Nunca me aprovecharía de ti, menos en tu estado de ebriedad.

Levanto la cabeza de su pecho.

—Hace una hora quería que me mordieras. ¿Por qué no lo hiciste?

—No estás lista, Raven.

—No voy a morirme como tus donantes.

—Sé que no, pero necesito recordarme constantemente que tú no eres otro sacrificio. Si consumo tu sangre se convertirá en un potencial material de adicción y no podré detenerme. Tenemos que empezar de a poco. Pequeñas dosis que no te abrumen.

—Lamiste la sangre de mis piernas.

—Es diferente —explica —. La sangre que palpita en el pulso de tu cuello es como un signo vital. Si te muerdo y bebo de ti cerraremos un pacto dónde aceptarás que serás mía por siempre y mi fuente de alimentación.

—No me negaré.

Nos detenemos en el ascensor, pero cambia de opinión y de repente aparecemos en mi habitación. La teletransportación es otra de sus habilidades. Tengo que anotarlo. Krestel me deposita muy suavemente en la cama.

—Primero quiero que estés preparada y entiendas los riesgos. No es fácil.

Suelto un bostezo, cubriéndome con las mantas. Mis párpados me pesan y el cansancio se apodera de mis sentidos.

—Es lindo de tu parte que pongas mi bienestar en primer lugar —murmullo con los ojos cerrados —. ¿Krestel?

—¿Sí, mi reina?

—Gracias por el regalo de cumpleaños. Bruma es hermosa.

—No es nada, te lo mereces. Descansa.

Estoy demasiado cansada como para responder. Lo último que recuerdo es la presión de sus labios llenos contra mi frente y ubica a Robin en mis brazos. Por primera vez desde que llegué aquí duermo muy bien.

🦇

Alguien aparta las cortinas de la ventana, permitiendo que los rayos de sol entren a la habitación. Me incorporo en la cama con los ojos irritados y la garganta seca por exceso de alcohol en mi sistema. Santa mierda. Ni el licántropo más fuerte soportaría el famoso néctar. Por primera vez en mi vida tengo resaca y tanta flojera que no quiero levantarme. Me gustaría dormir hasta tarde.

—Buenos días, alteza —saluda Morana con una reverencia —. El rey Krestel Markovic solicita su presencia en el comedor. El desayuno estará listo en diez minutos.

Bostezo, acurrucándome más contra las sábanas.

—Estoy muy cansada.

—Lamento decirle que no puede negarse a la petición del rey. Quiere verla para hablar sobre los detalles del viaje que tendrán en los próximos días.

Gimo cansada y me froto los ojos con mis puños soltando otro bostezo. Poco a poco mi mente se disuelve y los recuerdos bochornosos me azotan como un baldazo de agua fría. La vergüenza irrita mi cara, poniéndome más roja de lo normal. ¿Qué pensará Krestel de mí? Anoche cometí el acto más estúpido de mi vida y no hay forma de remediarlo. Es inútil evitarlo porque tarde o temprano volveré a verlo. Lo mejor es acabar con mi sufrimiento lo antes posible.

—De acuerdo.

—Le preparé un baño caliente con espuma —Morana me mira y luego agacha la cabeza —. Quiero disculparme por mi comportamiento de ayer. Fue inapropiado para una esclava. Lo siento mucho.

La miro sin emoción, evaluando su cara. No me gusta que se refiera a ella como esclava. Más allá de las cosas que haya hecho sigue siendo una persona.

—No te preocupes —musito —. Espero que no vuelva a repetirse. Soy libre de tomar mis propias decisiones y hablar con quién lo desee. Cuando quiera un consejo de tu parte te lo pediré.

Asiente con rigidez.

—Me disculpo de nuevo, majestad.

No la corrijo porque prefiero mantener las formalidades. Hay algo en ella que me pone a la defensiva después de verla adoptar una actitud tan pedante. ¿Qué oculta?

—Puedes retirarte, Morana.

Camina a la puerta, pero después de un segundo se detiene cerca del sofá dónde está colocado mi violín y Robin durmiendo. Su reacción me asombra porque mira el objeto con ojos impactados, el color desaparece de su cara. Es como si hubiera visto un fantasma.

—¿Sucede algo? —pregunto.

—¿De dónde lo conseguiste? —Mira el violín entre maravillada y horrorizada —. No tienes idea de lo que es, ¿verdad?

Salgo de la cama vestida con nada más que la camiseta de Krestel. Mi cabello es un desastre y huelo a él. Necesito un baño urgente.

—Fue un regalo de mi padre cuando era una niña.

—Reconocería este violín en cualquier parte del mundo. La nota de la muerte —susurra Morana —. Estuvo perdido por miles de años y nadie sabía dónde encontrarlo. Es una pieza única. Dicen que el violín escoge quién puede tocarlo. Antes le pertenecía a la diosa Niss y ahora a ti que serás la futura reina de Arkos. Tiene sentido.

Parpadeo rápidamente, tratando de procesar la información.

—¿La nota de la muerte?

—Si tocas una cuerda con el arco y ordenas que alguien muera el violín cumplirá tus deseos —Los ojos de Morana se estrechan —. Tienes en tus manos un poder aterrador, Raven. Utilízalo sabiamente.

—Estás exagerando —insisto —. Es un objeto inanimado.

Y para probar mi punto, pretendo tocarlo, pero Morana retrocede con un grito ahogado y lleno de pánico.

—Por favor, no lo toques en mi presencia.

Traga saliva y sale de la habitación con las piernas temblorosas. Observo el violín con el ceño fruncido sin comprender su valor. Es un hermoso instrumento hecha de madera con cuerdas de plata y un arco del mismo material.

Sonrío mientras pienso en la pequeña Raven que imitaba los movimientos de un arco mientras escuchaba a Niccoló Paganini por medio de sus discos vinilos. Mis padres me llevaban a teatros y conciertos de orquestas. Cuando descubrí que la música me ayudaba a olvidar la carga que significan mis dones no volví a ser la misma. Me cambió en el mejor sentido.

Entonces a los cinco años mi padre me regaló el violín.

¿Qué daño podría causar un instrumento tan inofensivo? Lo tomo en mi mano y lo coloco bajo mi barbilla mientras cierro los ojos. Una vez que el arco hace contacto con las cuerdas toco el clásico La Campanella.

Mi cuerpo se mueve suavemente por medio de la habitación mientras pienso en los viejos tiempos que me unía a la pequeña orquesta de New Hope y tocaba mis notas favoritas. Al ser la más talentosa me permitían dirigir los conciertos. Hermosos momentos inolvidables. Me deprime saber que no volveré a experimentar la misma sensación en un largo periodo.

La canción termina y suelto el arco con brusquedad. Frunzo el ceño al ver unas ondas de color rojo sacudir las paredes y las cuerdas del violín vibran. El corazón se me sube a la garganta, mi presión arterial crece y tomo bocanadas de aire. Son imaginaciones mías. ¿O no?

Toco las cuerdas nuevamente y las mismas ondas rojas aparecen.

Estoy en shock.

Tengo en mi poder un objeto divino capaz de destruir el mundo.

🦇

La ducha me ayuda a despejar la cabeza de los nuevos descubrimientos. ¿Por qué un artefacto tan peligroso como el violín terminó en mis manos? Cuando preparé las maletas fue la primera cosa que se me ocurrió traer. De alguna manera sabía que sería útil, pero nunca creí que es un objeto mortal capaz de matar.

Apenas puedo ver bien cuando me uno a Krestel y Ava en el comedor. Mi hermana está sentada a la izquierda del rey, devorando unos panqueques con arándanos y café. Su vestido es un atuendo adaptado a Arkos que es absolutamente hermoso. Negro con un corsé blanco. Le queda fantástico. Su cabello rojo es ondulado a diferencia del mío. Tan distintas y parecidas al mismo tiempo.

—Buenos días —Saludo.

Krestel se pone de pie mientras Ava continúa comiendo. Nuestros ojos chocan y el aliento me falla. No hay burlas por mi comportamiento de anoche. El familiar deseo genera mariposas en mi estómago.

—Pensé que no te unirías a nosotros —murmura Krestel con la voz ronca y grave.

—Morana dijo que es importante —Tomo asiento cuando me indica que lo haga y vuelve a ponerse cómodo.

Ava suelta el tenedor y me sonríe.

—Krestel me comentaba sobre el espléndido viaje que tomarán la próxima semana. Me encantaría unirme...

—No —La interrumpo —. Es muy peligroso. No serán por vacaciones.

Pone los ojos en blanco.

—Supuse que esa sería tu respuesta de hermana sobreprotectora.

—Lo más probable es que un kraken tratará de matarnos y no te expondré a un peligro de esa magnitud. Quiero que te quedes aquí segura —Observo a Krestel —. ¿Me garantizas su bienestar?

No duda en asentir.

—Mi tía Serenity la cuidará.

Serenity me agrada, pero no la conozco y sigue siendo una extraña. Me asusta dejar a Ava sola aquí. Fue un error permitir que viniera conmigo. Con mis padres estaría a salvo.

—Sé lo que estás pensando —dice Ava —. No tienes que analizar demasiado las cosas, Raven. Estaré bien.

Lleno mi taza con café y me sirvo un plato con panecillos y mantequilla.

—¿No extrañas a mamá y papá? ¿Nuestros primos? ¿Abuelos?

—Lo hago —acepta —. Pero soy más útil aquí.

—¿De verdad?

—Sí —interviene Krestel, aclarándose la garganta —. De hecho estaba ayudándome a encontrar debilidades que nos ayudará a contener al kraken.

—El canto de una sirena lo convirtió en un monstruo —dice Ava —. Lo sedujo y con su voz lo maldijo. Odia a estas criaturas, pero no puede resistirse a sus cantos.

—Por eso atraparemos a una —añade Krestel —. La obligaremos a cantar y contendrá al kraken.

—¿El canto es... mortal? —balbuceo —. ¿Lo matará?

Esto tiene que ser una coincidencia enorme, un regalo de los dioses. Hace minutos no sabía que conservaba el instrumento que nos ayudará a matar al kraken.

—Lo mantendrá dormido —dice Ava —. El kraken es inmortal, creado con el propósito de cuidar el océano.

—¿Y si les digo que tengo en mi poder algo que lo matará?

Krestel frunce el ceño.

—Nada puede matarlo.

—¿Seguro? —cuestiono. Ava está en silencio, esperando a que continúe —. ¿Ni siquiera la nota de la muerte?

🦇

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