Capítulo 11 🎻
Krestel
Pobre bestia sin corazón. ¿Ya ha experimentado el dolor? El hambre insaciable le mostrará lo peor.
Sentirá que el tiempo no avanza.
Dos pupilas rojas observarán por primera vez un inquebrantable cielo azul.
Escuchará melodías más dulces que la miel.
Un corazón puro le dará rosas rojas a su alma profana.
Abrazará rayos de sol.
El hielo se derretirá.
Y cuando encuentre a ese alguien especial, sabrá lo que significa amar de verdad.
La condena terminará.
El sufrimiento cesará.
Tictac, tictac, pobre bestia... ¿Ya ha aprendido la lección? Todo aquel que odia será su salvación y perdición.
La canción se repite en mi cabeza una y otra vez mientras avanzo por el suelo adornado de cuerpos mutilados. El aullido salvaje corta a lo largo de mi columna vertebral. Soy un superviviente y los haré pagar. Mi labio inferior se crispa y la sed de sangre incrementa con cada paso. La ira crece y crece.
Ellos son los únicos responsables de esta desgracia.
Ellos arruinaron a mi familia.
Y esta es mi venganza.
Saco la espada de su funda y miro la figura desplomada contra un árbol. Su cabello oscuro le cubre el rostro y sus graves heridas emiten un hedor repugnante que arruga mi nariz. No mueve ni un miembro cuando me detengo frente a ella en toda mi altura sin un gramo de compasión. Ya no me queda nada además del odio. Es lo que me mantiene vivo.
Me costó semanas y meses encontrar a los responsables. Es gracioso que me hayan subestimado. Pensaron que el príncipe se mantendría escondido dentro de un armario. Ya no soy un niño. Ellos despertaron al monstruo.
—Alteza —balbucea —. Nunca se puede escapar del destino. Estoy lista para irme con los dioses.
Las llamas iluminan mi cara, mi cuerpo y la sonrisa siniestra que se forma en mis labios. ¿Los dioses?
—Arwyn. ¿Cómo prefieres morir? Tengo muchas ideas que me gustaría llevar a cabo —respondo, mi voz plana —. No seré amable con una escoria que formó parte de la masacre que acabó con mi familia.
Un líquido viscoso se derrama de su garganta y solloza. Mis mascotas se alimentan de cada cuerpo a la vista que intenta huir. Los gritos agonizantes no me generan ni un sentimiento de culpa. Nada. Ya no siento nada.
—Tus acciones demuestran que no estábamos equivocados sobre ti. Eres un monstruo —dice temblando —. No sabes lo que significa el amor.
Le miro a los ojos, con la furia brillando en los míos.
—¿No conocía el significado? Tenía un padre y una madre que amé con todo lo que soy —Me toco el pecho —. Y ustedes me los arrebataron por culpa de sus miedos y prejuicios.
—E-eres la destrucción de Arkos.
—Antes no, pero ahora sí —sonrío —. Les demostraré quien es el verdadero monstruo.
Levanta su mano ensangrentada débilmente, lanzándome una mirada de puro odio.
—¿Dolor? Aún no la conoces, pero con mi último aliento te condeno a encontrar debilidades que odias. Te condeno a la hambruna dónde ninguna sangre podrá saciarte hasta que encuentres a la correcta. Te condeno a más de doscientos años...
Sus palabras son silenciadas cuando mi espada corta su cabeza con precisión dejando río de sangre en el suelo. Sucia hechicera repugnante. Mi padre fue lo suficientemente estúpido para confiar en una. Siempre ven por sus propios intereses y pelean en el bando que más les ofrece.
Pero ya no hay ninguna en Arkos.
Después de meses eliminé a todas.
Eso es lo que pensé, aunque hubo consecuencias por mis acciones.
La maldición de Arwyn se cumplió y llevo años hambriento.
Había perdido la esperanza de romperla.
Hasta que la vi en mis sueños.
La encontré a ella.
La chica de ojos azules y cabello rojo.
🦇
Despierto con el sudor cubriéndome el cuerpo y las sienes. Las pesadillas me afligen día y noche. Intento recordarme a mí mismo que hice lo necesario para sobrevivir, pero ya no puedo ignorar las consecuencias. Ambos bandos perdimos mucho. No quedó nada dentro de mí.
He estado vacío desde hace siglos, sufriendo la maldición que la bruja me impuso. Honestamente creí que nunca terminaría. Busqué ayuda para tratar de descifrar las letras de su poesía. Obligué a las ninfas, a los eruditos más dotados del reino. No había forma de que cobrara sentido y entonces soñé con sus ojos.
Cuando escuché el sonido de su risa lo pude entender.
Raven es la persona correcta.
También mi salvación y mi perdición.
Termino de bañarme cuando escucho esa melodía dulce, tranquilizante y melancólica. Las cuerdas de un violín resonando en la silenciosa mañana de mi castillo. Es como un equilibro, una calma que necesita mi tempestad.
Me encuentro a mí mismo cerrando los ojos, simplemente disfrutando de la canción. ¿Quién es el dueño de las notas? Empujo los sentidos, más allá de las paredes y me quedo suspendido en la habitación de Raven. El aroma a flores de cerezos invade mis fosas nasales. Por supuesto que se trata de ella. Nadie tocaría una canción a estas horas.
Me vienen a la mente imágenes de ella presionada contra mi cuerpo y rogándome que no me detenga. Me relamo los labios, imaginando su respiración entrecortada mientras gime mi nombre. Anoche pude tenerla si quería. Raven estaba más que dispuesta. Lástima que mis instintos asesinos prevalecen.
La mitad de las donantes que he consumido durante décadas no sobrevivieron. ¿Quién puede asegurarme que Raven no tendrá el mismo destino? Quiero que esté intacta el día que hunda mis colmillos en su cuello. Ella no es un cadáver más que voy a desechar. ¿Desde cuándo tengo moral?
Antes de que pierda los estribos, me dirijo a los aposentos de Morana en un santiamén. Mi magia ya no es tan fuerte, pero aún es útil en ciertas situaciones que no requieren de mucho esfuerzo. La falta de alimento me ha mantenido débil, aunque tengo la sensación de que pronto terminará.
Entro a la habitación sin avisar y la encuentro meditando con los ojos cerrados. Morana es un enigma. No duerme en una cama, pero sí en una enorme piscina rodeada de amapolas. Sé que cambia de forma algunas noches para calmar su ansiedad. En el pasado vivía en un pantano. Debería agradecerme por darle un lugar que se adapta a sus necesidades. Estaría muerta si no fuera así.
Veo peceras con pirañas, las paredes decoradas con enredaderas y algas. El aroma a flores silvestres se vuelve más fuerte. Su cabello esta mañana es verde al igual que sus ojos. Es una criatura peligrosa que mantengo dormida por medio del collar en su cuello.
—Alteza —susurra, mirándome.
Examino algunos objetos llamativos como los hongos que crecen en una esquina. La ventana del balcón está abierta y miro al extraño animal con las extremidades de un pulpo y ampollas. Ella lo llama oktopas.
—Ayer ocurrió un atentado en mi propiedad y hemos descubierto a los traidores —empiezo, fijando los ojos en ella —. Pronto participaré en las operaciones. Sé que los piratas de Sotovia retienen mercancías en el puerto invernal como una protesta en mi contra.
Se pone de pie, tragando saliva.
—Está aquí porque precisa de mis consejos.
Señalo la piscina con amapolas.
—¿Qué has visto?
—Cientos de flotas hundidas en los océanos. Los piratas dominan las islas y sería un error enfrentarlo en su condición —Baja la voz ante la última palabra —. Los nuevos rumores dicen que un kraken anda merodeando las aguas turbias y fueron corroborados. Ayer un pobre pescador sobreviviente contó su experiencia después de haber visto al monstruo.
Vuelvo a mirar al pulpo que se arrastra por el suelo, dejando rastros babosos.
—¿Hay forma de evadirlo? Mi única intención es acabar con todos los traidores que crearon disturbios en el puerto de importaciones.
Morana niega.
—Es un riesgo demasiado grande, majestad. El kraken detecta cualquier flota que se presenta en el océano y no lo aprecia.
—Esa no es la respuesta que me gustaría escuchar.
Sus hombros se hunden con un suspiro y las aguas de la piscina emiten burbujas que sacuden a las amapolas amarillas.
—Puede calmar a la bestia llevándole una ofrenda —murmura con pesar —. Tiene inclinaciones hacia las sirenas.
Me froto la barbilla al recordar la vieja leyenda sobre el kraken. Dicen que era un viejo marinero que se enamoró de una sirena y se sintió inmediatamente atraído por la voz angelical de la criatura acuática. La historia no terminó bien, por supuesto. Él trató de forzarla y ella lo convirtió en un monstruo con el propósito de mantener a salvo el océano de los arkanos que robaban sus peces o lo contaminaban. Solo un imbécil merodearía las aguas más turbias.
Y claramente yo soy uno de ellos.
—Está bien, atraparé a una —digo, encaminándome a la puerta.
—Insisto, alteza. Es peligroso.
Le echo un vistazo sobre mi hombro.
—Puedes darme tu opinión cuando la pida de nuevo —refuto —. No olvides que vigilo cada maldito paso que das.
Me retiro sin perderme la mirada de desprecio que quema mi espalda. Encuentro a Nikov esperándome en la oficina vestido con su uniforme de capitán y las espadas empuñadas en su espalda. Bebe de mi vino favorito cuando sabe que no me gusta que lo haga. Tengo preferencia por esa bebida que fueron hechas exclusivamente para mí en Rosetown.
—Lo que sucedió ayer te abrió los ojos —comenta —. Al menos hoy te levantaste temprano y ya no eres un culo perezoso.
Le arrebato la botella de vino y vuelvo a guardarla en el minibar instalado en la oficina. Nikov se ríe sin vergüenza. Idiota.
—Tu madre tiene razón. Que no muestre mi autoridad con acciones les da alas a los opositores —admito —. Atentaron contra mi reina y ten por seguro que más lo intentarán. Necesito volver a ensuciarme las manos para demostrar quién es la máxima ley en Arkos.
Nikov apoya la cadera contra el escritorio.
—Supongo que ella es una gran motivación y no te culpo —dice —. Es hermosa y dulce. La amenaza perfecta de cualquier hombre. Pronto te veré de rodillas, Krestel.
—Jódete.
—¿Ya has hecho algún movimiento? —pregunta. La sonrisa que viene a mis labios es inevitable —. Oh, mierda. Sí lo hiciste, maldito imbécil. Me habría decepcionado si no fuera así. ¡Eres Krestel Markovic!
—Cállate —Me paso la mano por el pelo —. Creo que me excedí con ella.
Eleva las cejas oscuras.
—¿En qué sentido?
—Le dije cosas...
—Conociéndote fuiste muy explícito. Nunca sabes cuando comportarte como un caballero.
—No.
—Deberías aprender —Me regaña Nikov —. Ella no es como Sheila y sus hermanas que están acostumbradas a tu poca educación.
Ruedo los ojos.
—Lo tengo presente, pero con Raven no puedo pensar coherentemente —acepto —. Hace que me sienta como un adolescente y ella no es indiferente a mí. Anoche... —Me callo porque es demasiado personal y no quiero contarle a nadie lo que compartimos. Es algo entre ella y yo.
—Anoche quisiste follarla —dice Nikov y no contesto —. ¿Por qué aún no has bebido su sangre?
Camino hasta el escritorio y me siento en el sillón.
—Aún no está lista.
—Nunca fuiste amable ni atento.
—Con ella lo intento, ¿de acuerdo? —mascullo —. Soy consciente de que venimos de mundos distintos y es muy joven. Dejó atrás muchos de sus sueños por su familia y porque está desesperada de obtener mi ayuda contra el rey de sombras.
Nikov me mira fijamente.
—Ese monstruo también es nuestro problema.
—Vamos a solucionarlo.
—No podemos si no bebes su sangre. Deberías decírselo.
—Lo haré, pero no hoy. Ella necesita más tiempo para procesar lo que soy.
—Como quieras —Nikov no discute —. ¿Entonces cuando partiremos a Sotovia para acabar con los malditos piratas?
—Tenemos un enorme inconveniente.
Frunce el ceño.
—¿Además de los piratas?
—Sí. Es muy probable que enfrentemos a la leyenda más temida del océano.
La cara de Nikov se vuelve blanca.
—No me digas que...
—Hablo de tu peor pesadilla —sonrío con sorna —. El maldito kraken que no te permite dormir durante las noches. Pronto tendrán un agradable reencuentro y más te vale que patees su trasero o estaremos jodidos.
🦇
Raven
Cientos de años atrás, Arkos era una tierra próspera habitada por hadas. Un lugar seguro con riquezas y magia infinita... Hasta que fue descubierta por el imperio de demonios que combatieron a muerte para arrebatarles absolutamente todo...
Glamour.
Vidas.
Y sus sangres...
Empezó una era de guerras, destrucción y dolor. Dos razas enfrentándose por un reino. Creyeron que el conflicto nunca terminaría, pero entonces dos almas se reencontraron e hicieron un pacto.
Un pacto con el único propósito de culminar el sufrimiento.
La unión entre un hada y un demonio benefició a ambas partes. Se levantaron escombros y las cenizas fueron reemplazados por rayos de sol. Lamentablemente la felicidad no duró mucho tiempo. Hubo alguien que se opuso a esta unión y desató más desgracias que permanecería por siempre en la memoria de cualquier arkano. Tanto hadas como demonios...
El resto de la mañana le dedico gran parte de mi tiempo a la biblioteca e ignoro la solicitud de Krestel para verme en el desayuno. Estoy más intrigada por conocer la historia de Arkos que esconden los libros. Saber que tiene una maldición me trajo terribles recordatorios de Allison sufriendo lo mismo, pero en diferentes circunstancias.
Krestel está condenado a vivir con hambre.
Y yo puedo terminar con esa maldición. ¿Dándole mi sangre? La tarea suena fácil. Podría cortarme las muñecas y llenar una copa, pero sospecho que no funciona así. Él debe beber de mí. ¿Por qué estamos prologando el momento? Lo que sucedió anoche me hizo saber que no soportaremos mucho más sin tocarnos.
Mi cuerpo lo anhela.
Él también.
Tenerlo cerca me provoca la más humillante excitación que no puedo controlar. Es una reacción primaria de mi lado animal. Solo voy a calmarme cuando cambie de forma. El gran dilema es que la luna aún no muestra indicios de que pronto aparecerá.
Apoyo la barbilla en mi mano mientras continúo leyendo el libro de tapa dura con páginas amarillas. Preferí hacerlo en la biblioteca porque es un lugar más relajante y me encanta la paz que emana.
Arkos es una tierra conquistada por la familia Markovic hace más de cinco mil años. Antes era habitada por demonios que esclavizaban hadas. Fueron tiempos de guerra y muchas vidas se perdieron. Para evitar que el conflicto continúe decidieron unir ambas razas en matrimonio. El padre de Krestel era un demonio y su madre un hada.
Eso lo convierte en una mezcla bastante interesante... Anoche me dijo que ha estado más débil por culpa de la maldición. ¿Pero cuando al fin logre liberarlo? ¿Qué sucederá? ¿Me dará el lado que requiero para matar al rey de sombras? Krestel débil no es útil. Necesito al demonio poderoso que no le importa destruir al mundo. Necesito al villano.
—Sé que un opositor convenció al pueblo de apoyar su causa —rompo el silencio —. ¿Cuál era el motivo de su lucha? ¿Quién era?
Harold me mira a través de sus gafas.
—Es una mujer muy curiosa, alteza. Que se interese por la historia de nuestro pueblo habla muy bien de usted.
Sonrío.
—Intento ser la reina que necesitan. ¿Y por qué no empezar con la historia que ha marcado a todos los arkanos?
Me mira maravillado.
—Bartol era muy cercano a nuestro difunto rey —explica —. Un hombre cruel que no seguía las mismas ideologías que su amigo, pero a pesar de sus creencias el rey Markovic nunca dejó de apreciarlo. Si bien ambos deseaban el trono, la tensión creció cuando se enamoraron de la misma mujer.
—La madre de Krestel.
Asiente.
—Era una mujer encantadora, hermosa y amable. Ella hizo su elección cuando se enamoró de Dimitri —murmura —. Sus padres se opusieron completamente a que se casara con el hombre que se alimentaba de su clase.
—Los demonios se alimentaban de las hadas.
—Sí. Fue muy negativo porque casi implicó la extinción de las hadas. Que el rey Dimitri estuviera atado a una fue un complot de los dioses. Ellos querían terminar con la guerra. La unión de ambas razas significaría prosperidad para Arkos y sus habitantes. Muchos creímos que serían tiempos de paz, pero nos equivocamos. Bartol, furioso por el rechazo de su amada, inventó calumnias y desató otra guerra años después. Mató a cualquier aliado que peleaba por el rey Dimitri Markovic.
—Pero no a su heredero —susurro —. Krestel sobrevivió y tomó venganza por sus padres.
—Era solo un niño... Nadie imaginó que él lograría levantarse de los cimientos.
El corazón empieza a latirme con fuerza en el pecho y ruego a los dioses nunca experimentar ese tipo de dolor. Fue muy difícil separarme de mis padres cuando tomé la decisión de venir aquí. No quiero ni pensar cómo Krestel se siente al respecto. Casi trescientos años y él aún no superó las pérdidas.
—¿Qué sucedió con Bartol? —inquiero.
Su imponente presencia interrumpe la respuesta de Harold. Serenity inmediatamente se adueña del lugar y cierro la tapa del libro para poner toda mi atención en ella. Esta mujer me intimida, pero también la respeto. Contar con su apoyo es primordial. Sé que tiene poder sobre Krestel como nadie.
—Serenity...
—Raven —Me estrecha en sus brazos unos segundos y me evalúa con una amplia sonrisa —. ¿Cómo estás? Ayer no pudimos conversar por los eventos inesperados. Lamento que hayas pasado por eso.
Hago una mueca para tratar de alejar la sensación desagradable en la piel. Probablemente soy la comidilla de Arkos. Cuando piensen en mi nombre recordarán el vestido manchado de sangre y la cabeza del vizconde.
—Estoy bien —fuerzo una sonrisa —. ¿En qué puedo ayudarte?
Harold ha vuelto a su puesto, haciendo de cuenta que no existimos.
—Me encantaría hablar contigo en privado si no te importa —dice Serenity.
—Para nada.
Me despido de Harold y dejo que Serenity me conduzca directo al jardín. No usamos ascensores ni escaleras. Llegamos al aire libre en un parpadeo gracias a su magia. Ella es un tipo de hada que desconozco completamente. Que controle el glamour demuestra cuan poderosa es.
—Sin dudas, el jardín del castillo es mi sitio favorito —suspira.
—El mío también —concedo.
Nos sentamos en el banco que se encuentra bajo un hongo gigante. A pesar de la nieve sobre las hojas, los colibrís rodean las plantas. Hay una muralla de zarzas que atrae a insectos. Miro las flores rosadas y violetas con hojas azules. Hermoso.
—Cuentas con una habilidad impresionante que te permite predecir el futuro —empieza Serenity—. Lo usaremos a nuestro favor, pero también debemos protegerte.
—¿Protegerme de quienes exactamente?
—Krestel tiene muchos enemigos, Raven. La mayoría de ellos quieren verlo muerto y que tú estés unida a él significa una gran pérdida. Recuperará su fuerza y nadie podrá expulsarlo del trono como intentaron hace trescientos años.
—Me contó sobre su maldición.
—Ese hombre es enemigo hasta del mismísimo diablo —Niega con la cabeza —. Que no beba tu sangre aún es un enorme conflicto.
—Lo he notado débil.
—Y seguirá marchitándose si continúa así —Los ojos oscuros de Serenity brillan —. Él me prohibió hablarte sobre su situación, pero me niego a quedarme callada mientras lo veo apagarse lentamente. Si Krestel muere todos estaremos perdidos, incluso tu familia.
El miedo absoluto tira de las fibras sensibles de mi corazón. Es estúpido seguir prolongando una acción tan simple como darle mi sangre.
—¿Qué tanto necesita beber? Puedo llenar una copa...
—No es suficiente —Me corta, su expresión sombría —. Tiene que beber de ti. Tu cuello.
Enderezo mi postura, mi piel hormigueando de solo pensar sus colmillos en mi piel.
—Puedo hacerlo.
—Hay riesgos que solo Krestel puede decírtelo. Ya he cruzado una línea que no me corresponde y estará furioso. Quería asegurarme de que tú no eras el problema en este acuerdo. Sabes lo que es tener un familiar sometido al sufrimiento de una maldición.
El recuerdo de Allie alejada de nosotros cuando era una niña provoca un dolor crudo en mi pecho. Se perdió de tantas cosas durante su infancia. Sus padres la mantuvieron aislada de su propia familia porque temían que nos lastimara.
—Te entiendo —musito, apretándole la mano —. Krestel y yo hicimos un acuerdo. Le doy mi sangre y él su ayuda. Cumpliré mi parte, lo prometo.
—Siento habértelo dicho...
—No. Está bien —sonrío —. Me mostraste una parte de Krestel que no me esperaba y estoy realmente sorprendida. No es tan imbécil como aparenta.
La mirada de Serenity se ilumina cuando sonríe ampliamente.
—Mejorarás su mundo en todos los sentidos y estoy tan agradecida de que estés aquí. Eres una bendición, Raven Karlsson.
🦇
Me siento más ligera después de mi conversación con Serenity. La escena de Krestel alimentándose de la mujer cobra sentido. Prefiere recurrir a otras antes que presionarme u obligarme. ¿Lo hace mejor? No, pero es un gesto noble viniendo de alguien como él. Un tirano que no tiene en cuenta la opinión de nadie. Ni siquiera tuvo la cortesía de pedir mi mano formalmente. ¿Entonces por qué no me ha exigido darle mi sangre?
Hay riesgos que solo Krestel puede decírtelo...
Darle una copa llena queda descartada. ¿Qué podría salir mal si bebe de mi cuello? No soy como las otras donantes. Mi lado licántropo me hace mucho más fuerte que cualquiera. La resistencia es una parte esencial de mi naturaleza. Soy una Karlsson y le demostraré de qué estoy hecha.
Encuentro la sala de entrenamientos sin perderme porque quiero pedirle un favor a Mirko. Necesito aprender a pelear con él lo antes posible. Una chica indefensa en Arkos es una pésima idea. Saber utilizar la espada harán que muchos retrocedan. Me conviene estar preparada en la tierra de monstruos. Nunca sé cuándo volveré a encontrarme en la misma situación que ayer. La vida es impredecible.
Los combates se detienen cuando ingreso al salón e hincan las rodillas en señal de respeto. Qué incómodo. Me sentiría más a gusto si me trataran con normalidad. Tengo tanto a qué acostumbrarme aquí. Soy una inexperta mientras Krestel ha vivido siglos. ¿Cómo seré capaz de reinar a su lado si no puedo seguirle el ritmo? Me tomará años ser una monarca.
—Pueden levantarse —grazno con una risa nerviosa —. Nada de esto es necesario.
—Alteza —El capitán me mira ceñudo —. ¿Podemos ayudarla en algo?
Dioses... ¿Cómo puedo empezar? El hombre no está feliz con mi presencia.
—Pensé que podría practicar el uso de varias armas con uno de sus soldados.
Y ahí en medio de la fila, distingo a Mirko con su frecuente sonrisa arrogante. El resto de sus compañeros permanecen serios y confundidos. Se preguntan qué hace una chica como yo interesada en esta área. Porque eso es lo que soy para ellos. Una chica. No la reina que Krestel declaró en la fiesta. Una recién llegada sin autoridad.
—Disculpe, alteza —El capitán se aclara la garganta —. Solo el rey tiene la potestad de decidir ese tipo de entrenamiento.
No importa cuantos discursos haya hecho Krestel. No me respetarán de un día para otro.
—El rey ha declarado que estamos bajo sus órdenes desde el primer día que ella llegó al castillo e hicimos un juramento de servirla —Mirko entra en escena —. Si la reina quiere aprender a pelear no vamos a negar sus deseos.
Juro que lo abrazaría si pudiera. Le doy una sonrisa de agradecimiento y él me guiña un ojo.
—Nadie está negando su autoridad, soldado Zovic...
—Al rey no le gustará que hayan cuestionado mis decisiones —Levanto mis cejas, retándolo a desafiarme, pero el capitán tensa los labios. Miro a Mirko —. Soldado Zovic, venga conmigo, por favor.
Asiente.
—Majestad.
Lo saco de la multitud que se mantiene en un tenso silencio y vuelven a retomar los entrenamientos cuando salimos del salón. Se me escapa una risita nerviosa que Mirko comparte.
—Gracias por eso —Lo abrazo esta vez sin contenerme —. Estuve a punto de gritar y mandarlos al demonio. A nadie le importa si soy la maldita reina.
Mirko se despega con una sonrisa.
—No estuve presente en la fiesta de ayer, pero me contaron con lujos de detalles. Nadie entrenará contigo hasta que el rey lo apruebe o haya dado una orden directa. Están asustados.
Me cruzo de brazos, indignada.
—¿Por qué?
—Le arrancó la cabeza a un hombre por tocarte. ¿No debería ser suficiente motivo para estar aterrorizado?
Pongo los ojos en blanco.
—Hay muchas diferencias. Ese cerdo me tocó sin mi consentimiento mientras estoy aquí por voluntad propia. Tú me has visto en el bosque de los lamentos. Fue penoso —Emito un quejido de derrota —. No quiero que nadie intente ponerme una mano encima de forma inadecuada.
—¿Qué tan dispuesta estás a entrenar?
—¿No le temes al rey?
—Más que a mi vida, pero tú eres igual de valiosa que él y te juré lealtad —manifiesta —. No permitiré que la reina de Arkos esté indefensa ante el mundo.
Mi corazón da un brinco. Este hombre es un ángel.
—Gracias.
—Tengo libre todas las tardes. ¿Será algún inconveniente en tu horario?
Niego rápidamente.
—Para nada.
—Perfecto, está hecho.
—Gracias de nuevo, Mirko. Te debo mi vida.
Me da un saludo militar.
—A sus órdenes, majestad.
Pongo los ojos en blanco.
—Solo Raven para ti.
—Está bien, Raven —Se echa a reír —. Ahora regresaré con los demás o mi cabeza será la próxima que ruede en la alfombra. Ten un buen día.
Suelto una risita por la broma pesada.
—Te veo mañana, soldado.
Doy media vuelta y me retiro con la sonrisa intacta en mis labios. No estuvo tan mal. Poco a poco me ganaré la confianza del resto como había dicho Morana y nadie volverá a dudar en seguir mis órdenes. Hablando de Morana... La encuentro en un pasillo mirándome con incredulidad y el miedo palpable en su cara. ¿Ahora qué hice?
—¿Qué estás haciendo? —sisea —. Te vi hablar con él.
—Le pedí ayuda con los entrenamientos y él aceptó. ¿Qué tiene de malo?
Su boca se abre en shock y me da una expresión horrorizada, como si hubiera cometido un crimen muy terrible.
—¿Qué tiene de malo? Acabas de firmar su sentencia de muerte, Raven. Tú misma presenciaste lo que hizo el rey con el vizconde.
—Es diferente.
—No, no lo es —Morana agarra mi codo y me conduce lejos —. Krestel le dijo a una multitud que eres su mujer y te marcó como alguien de su propiedad. Si se entera que eres cercana a ese soldado le irá muy mal y tú serás la responsable. Felicidades.
Me zafo de su agarre, enojada por el comentario.
—¿Propiedad? No soy un objeto para referirte a mí de ese modo.
Libera un suspiro frustrado.
—Lo que menos deseo es ofenderte, pero tienes que darte cuenta dónde te encuentras. Krestel es la máxima autoridad en Arkos y no te darán la misma lealtad fácilmente. Llevará tiempo —expone —. Sé que eres inexperta e ingenua...
—Wow, wow —Levanto la mano —. Detente un segundo porque no toleraré otro insulto.
—Escúchame, por favor. No puedes venir aquí y exigir cosas como si no tuvieran consecuencias. No conoces a Krestel —Se toca el collar que rodea su cuello y observo el movimiento —. Te ha dado un tipo de atención que no he visto en siglos y presencié lo que hicieron anoche.
Me cubro la boca, indignada por la admisión. Ella vio la escena de Krestel frotando su erección contra mi trasero. Qué vergüenza.
—Tú...
—Lo que trato de decirte es que eres su compañera y despiertas su lado más posesivo. No importa que tus intenciones con Mirko sean con el propósito de aprender a pelear. Él no lo verá de esa forma. Provocará una maldita tormenta.
—Yo me haré cargo de Krestel, no te preocupes.
—Bien, haz lo que quieras, pero recuerda que te lo advertí —Me da la espalda y camina con pasos apresurados —. No sabes hasta dónde es capaz de llegar. Su oscuridad no conoce límites.
—Morana...
—El rey la espera en los establos, alteza —dice sin echarme un vistazo —. Confío en que sabrá como llegar a él. La veré pronto.
Me deja sola, boquiabierta y más que confundida. Ava ha dicho que no debería confiar en nadie porque cualquiera puede ser el enemigo. ¿Morana está en la lista o nuevamente estoy juzgando muy rápido?
🦇
Tal y como lo dijo Morana, encuentro la forma de llegar a Krestel sin muchas dificultades. Es como si tuviera un detector que se guía por su inconfundible y adictivo aroma. ¿El establo? Mis Converse se hunden en la espesa nieve mientras doy vueltas para mirar fascinada mi entorno. El aire está saturado por el olor del heno y veo a los caballos alimentándose en el corral.
—¿Te gustan los caballos? —pregunta una voz sensual y doy un respingo.
—Deberías dejar de aparecerte como un fantasma —protesto —. La gente normal no actúa así. Y sí, me encantan los caballos.
Krestel se acerca a mí con una sonrisa suave. Observo sus gruesos muslos moverse bajo sus pantalones y cómo la camisa gris oscura se ciñe a sus pectorales y sus fuertes brazos. Mi pulso se acelera inmediatamente por la vista. Es hermoso. Su cabello negro está despeinado con algunos rizos cayendo sobre su frente. Y los ojos, maldita sea.
—¿Normal? Soy todo lo contrario a esa palabra —Se burla.
Ruedo los ojos.
—Claro. ¿Por qué me citaste?
—Evitaste el desayuno y también el almuerzo —dice y añade con más lentitud —: Necesitamos hablar sobre lo que sucedió anoche.
Fijo mi atención en el caballo que se alimenta de la manzana. Al menos luce igual como el del mundo mortal. Me esperaba un unicornio color arcoíris.
—¿Es importante? Apenas lo recuerdo.
La presión en mi pulso aumenta cuando su pecho hace contacto con mi espalda. Soy una presa que se rompe por el simple roce. El placer me absorbe e inunda todos mis poros. No consigo respirar.
—No te burles de mí.
—¿Lo hice, alteza?
Enreda puñados de mi cabello y tira de mi cabeza hacia atrás para que mis ojos encuentren los suyos. Es una vista furiosa y cargada de deseo. Tan hermoso que no consigo pensar bien a su alrededor. Soy un desastre.
—Puedo hacerlo más memorable si es lo que quieres —Sus labios están peligrosamente cerca de los míos. Cada palabra es una caricia.
—Estás demasiado asustado —susurro.
Él se muestra estupefacto durante un segundo, antes de que sonría y niegue con la cabeza.
—¿Qué tanto sabes? —Suelta mi pelo —. No finjas que eres una ignorante.
Acomodo la coleta con una mueca.
—Tu mordida es mortal. El 90% de tus donantes perdieron la vida cuando te alimentaste de ellas —digo sin emoción —. No tienes control ni el mínimo respeto por la vida. Tu naturaleza frívola no te motiva a detenerte cuando es el momento. Las matas porque quieres y punto.
Su sonrisa es desdeñosa.
—Soy un hombre codicioso.
—Sé que sí —Me dirijo al establo dónde una hermosa yegua se asoma y le acaricio el largo cuello. Ella es completamente dorada. Desde la coronilla de su magnífica y ondulada crin hasta la base de su cuerpo —. Por lo menos tienes consideración conmigo, ¿no? Esperas mi aprobación para asumir los riesgos.
—¿Y tú estás dispuesta? —pregunta a cambio.
Me encojo de hombros.
—No eres útil si estás muerto —contesto —. Puedo soportar tu mordida. A diferencia de ti tengo mucha resistencia...
Me callo mientras Krestel se ríe. Echa la cabeza hacia atrás, deleitándose en el sonido vacío y cruel. Todavía está sonriendo mientras fija toda su atención en mí.
—Te encanta cruzar las líneas —Sus colmillos raspan su labio inferior —. ¿Dónde quedó la chica asustada que vi el primer día?
—De mi sangre depende que estés vivo. ¿Por qué debería ser una tonta al respecto? Conozco mi valor.
Alarga la mano y rodea mi garganta sin aplicar presión. Solo un toque duro que incita a que lo mire fijamente. Mi aliento frena al igual que mis latidos.
—Bien, porque quiero una reina —susurra —. Una reina que sepa lo que quiere...
Me pasa el brazo por la cintura y así de cerca siento su corazón golpeando salvajemente. El aliento fresco robándome los sentidos y su delicioso aroma. Pongo las palmas en su pecho, mis labios abriéndose en una invitación que él capta al instante. Sus ojos se oscurecen de un tono sangriento, sus pupilas se dilatan.
—¿Qué quieres, Raven?
Mis músculos internos se contraen al oírlo pronunciar mi nombre. La forma ronca y seductora en que lo dice me deshace.
—Sabes muy bien lo que quiero.
—Mierda —me suelta, nuevamente lo tomo desprevenido con mi franqueza —. Pensé que tú...
—¿Qué? —Trato de mantener el equilibrio —. ¿Que lucharía? ¿Que me negaría? Te he dicho de varias maneras lo que busco de ti y muerto no me sirves.
Su expresión cambia.
—Cuidado...
—¿Cuidado qué? —Elevo la voz —. Estoy aquí, me tienes a tu disposición. Toma mi sangre y terminemos con esto.
Arremete contra mí con una fuerza impactante y gimo cuando nuestros labios se estrellan. Sus manos están en mi trasero y mis dedos se enredan en su pelo. Mi mente trata de huir, pero no hay ninguna escapatoria. Yo lo pedí. Tenté al diablo y acabo de encontrarlo. Sus palabras salen en jadeos y gruñidos mientras dice:
—Te voy a romper.
Y entonces me besa como si nada más importara.
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