Toge Inumaki

≻───── ⋆✩⋆ ─────≺

Antes de leer esto, debes tener en cuenta lo siguiente:

εïз)Toge x lectora.

εïз)Pedido hecho y dedicado a -KAIYAR0 en agradecimiento por todo tu apoyo. Me pediste que lo basara en un the type, espero que te haya gustado o llegado a tus expectativas.  

εïз)Sin +18.

εïз)¡Espero que les guste mucho!

≻───── ⋆✩⋆─────≺

"Una broma fallida".

Aquellos ojos que reproducían mil maneras para amarlo y hacerle ver lo tierno y divertido que era todo el tiempo, no vieron a otra persona más que a él cuando arribaron a la entrada de la estación en la que habían acordado encontrarse; para suerte de la pareja de hechiceros su día libre había coincidido con un sábado, en donde acordaron tener una cita para ir a comprar ropa o pasar el tiempo juntos en alguna sala de cine, o visitando esas tiendas donde Toge se surte de herramientas especiales para hacer sus bromas.

—¡Toge! ¿llevas mucho tiempo esperando? Lo siento —dijo la castaña llegando frente al mencionado, a la vez que formaba una corta reverencia con una sonrisa culpable.

—Katsubuoshi —negó el rubio haciendo que sus cortos cabellos oscilaran un tanto.

Sus ojos amatistas estudiaron y encontraron dulce la figura de su novia portando un vestido de tela clara, llegando a poco más arriba de sus rodillas, además de un peinado sencillo que la hacía lucir la esplendidez de su rostro y juventud.

Toge desvió la mirada por unos segundos, a nada de caer embelesado por la imagen de la castaña, pero volvió en sí para cruzar miradas. Ella era tan bonita que sus ojos guardaban la noche y hacían de su piel un espectáculo para el hechicero, el cual no se sorprendió al haber caído enamorado.

La fémina respiró profundo, había salido tarde y presurosa corrió para llegar lo más pronto posible. Debido a la presión no se dio cuenta, pero después de unos segundos, recibiendo la peculiar respuesta de Inumaki, tuvo el tiempo y la obviedad para estudiarlo de pies a cabeza; no iba con su típico uniforme escolar con el cual estaba acostumbrada a verlo todo el tiempo.

Toge se había dado el lujo de olvidar se uniforme en el closet y a cambio, apostó su sábado y cita por una camisa negra a tirantes que dejaba a la vista sus brazos que, aunque delgados, tenían una forma soberbia y tez tan pálida como el marfil. Y como detalle que no podía faltar, cubría la parte de sus labios con un cubrebocas negro que colgaba de sus orejas y le daba mejor imagen que aquel típico cuello alto.

La castaña enmudeció. Jamás se hubo esperado aquel cambio, y no solo eso, que extrañamente sus ropas llegasen a combinar en una peculiar forma. Parecían novios, pensó ella y una sonrisa de emoción se instaló en sus labios junto con un tenue color rosado en sus mejillas.

Estuvieron los dos callados por unos segundos, y bajo esa tela que le cubría el rostro, Toge formó una sonrisa burlona; la reacción de su novia había superado sus expectativas. Se había esforzado en ese cambio no solo con la ilusión de verse atractivo para ella, sino también como una pequeña bromita y vaya que le había salido bien.

Se echó un suspiro divertido y la tomó de la mano, obligándola a salir de su trance de un pequeño salto.

—¿Eh? —titubeó la castaña y siguió el camino del agarre de su mano hasta el rostro de Toge, quien le brindó una sonrisa que no podía ver, pero no por ello era difícil de imaginar.

El corazón de la fémina parecía explotar o cuando menos, no encontraba espacio suficiente en su pecho a guisa de tantas emociones en un solo momento. Con un movimiento de sus hombros, Toge le invitó a comenzar su día tomados de la mano y disfrutarse el uno del otro. Hacer del mundo mismo un espacio único y uniforme en donde podía ser tan pequeño para contener sus emociones, pero antes de dar los siguientes pasos la detuvo, sorprendiéndola una vez más, y de un solo movimiento, colocándose levemente de puntitas, y a través del cubrebocas, le robó un beso.

—¡¿Acaso es el día nacional de molestar a tu novia?! —gritó ella, a lo que el rubio se echó a reír.

Era sorprendente y divertido cómo a cada acción traviesa de Toge ella tenía las mejores y más especiales formas de reaccionar.

—Shake, shake —respondió entre risas y sabiendo las acciones a tomar de la castaña, aumentó la velocidad de sus pasos escapando de su puño.

—¡Toge! —gritó y como se esperó, corrió tras el chico dispuesta a darle una lección por haberla hecho sonrojar más de una vez.

La tienda a la que decidieron entrar parecía tener los conjuntos de ropa que iban acorde al estilo de ambos. Por un momento la castaña llegó a pensar que para Toge sería aburrido el esperar a que se probara todos los diseños que su mente podía percibir lindos los primeros segundos para después rechazarlos, pero encontró consuelo cuando después de algunos cambios que le modeló al rubio y se cobró los sonrojos de la víspera, él mismo corrió a buscar ropa qué probarse más como juego que por interés.

La castaña salió de la caja tras pagar un par de blusas, pantalones y faldas que le agradaron para dirigirse a los pequeños cubículos que había como probadores. En todo ese rato no se había topado con su pareja; llamó una primera vez golpeando la puerta.

—¿Toge? —preguntó, dejando las bolsas cerca de sus pies—. ¿Estás listo?

Parpadeó unas pocas veces y la puerta se abrió dejando ver a un jovencito de cabellos rubios portando un traje completo de un conejito. A la sazón la castaña se echó a reír por la impresión, era cierto que aquel conjunto acrecentaba su ternura, pero ganó la risa cuando Inumaki extendió sus brazos y la atrapó en un abrazó caluroso.

—¡¿Qué crees que haces?! —dijo ella a duras penas recuperando el aliento. Rodeó la cintura de Toge con uno de sus brazos y agradeció que tuviera la atención de no usar su cubrebocas en ese momento—. ¿de donde sacaste esa cosa?

En respuesta, Toge juntó sus frentes, formando una conexión donde el silencio habló por ellos y en el fondo de sus ojos encontraron el nucleo de su romance. Entonces la castaña lo atrapó por las mejillas con su mano libre y unió sus labios en un corto beso, recordando al momento la ocasión donde por primera vez tuvo la oportunidad de ver esas marcas en sus mejillas; las amaba tanto, que estaba lejos de sentirse intimidada, lo que alguna vez creó inseguridad en el rubio.

Tomaron su espacio, el silencio volvió y un conflicto se reflejó en la expresión de Toge porque quería decirle lo mucho que la amaba. Sentía que había perdido tantas oportunidades para decírselo que su ceño se frunció siendo totalmente transparente.

La de mirada castaña entendió y lo abrazó todavía con más fuerza. Esa limitación de su vocabulario no iba a ser lo suficiente para formar barreras en su relación.

—Tambié te amo —dijo ella con el corazón en la garganta.

Los ojos del hechicero se iluminaron al encontrarse entendido y volvió a formar una expresión tan tierna y dulce que obligó a la castaña apartar la mirada. Para ese momento se deshizo el abrazo y ella le dio una palmada en los hombros.

—Muy divertido y todo —dijo intentando aclarar su voz y ocultar su emoción—. Tierno, además, pero es mejor que lo devuelvas. ¡Ah! Y ni se te ocurra correr por el traje de panda que había en la entrada, sí me di cuenta los ojos que le echabas.

Había sido descubierto. Toge se encogió de hombros y agachó lo suficiente como volver a hacerla reír; era tan fácil de leer en algunas ocasiones, que la castaña podía reconocer sus próximos movimientos. Entró al probador totalmente derrotado por su novia. Cerró la puerta y bajó el cierre que estaba en el pecho.

Y mientras la castaña esperó unos minutos, viendo que Inumaki no salía y que seguramente se estaba probando el traje del panda, comenzó a impacientarse. De alguna forma llegó a la conclusión de que, si él le gastaba todo tipo de bromas, ella lo haría esta vez y de la siguiente forma.

Sería algo así como una broma que se quedaría entre ellos dos.

Colocó la cámara en su celular, más concretamente en la opción de video, y estando segura que ya estaba grabando, tomó el pomo de la puerta. Nerviosa por girarlo y entrar para asustarlo en medio de su cambio de ropa, se lo pensó un poco.

—¿No estaré haciendo mal?! —se preguntó, pero la respuesta no tardó en llegar cuando recordó todas las bromas que él le había jugado.

Aquello fue suficiente para que tomara el valor necesario. Respiró hondo y tras hacerlo, abrió la puerta con la cámara apuntando al frente y entró para cerrarla.

Toge no reaccionó como ella lo esperó. No chilló y mucho menos se asustó; estaba bajándose la parte de los pantalones del traje cuando ella entró y elevó su mirada violeta de cierta forma que hasta parecía provocarla a algo más con esa pesadez y seducción innatas.

La supuesta broma había salido mal. El tiro por la culata apareció porque la cámara en el teléfono recorrió la desnudez del torso delgado y levemente marcado de Inumaki. Los colores se le subieron a la castaña y arrepentida por su acción se cubrió los ojos y volvió su espalda buscando la forma de salir del lugar.

—¡Lo siento! —dijo mientras daba golpecitos a la puerta buscando el pomo—. No era mi intención, yo solo quería...vengarme de... ¡Ah!

Ella misma se había servido en bandeja de plata y con tantos movimientos en un espacio tan reducido, a Toge no le fue tan imposible atraparla en un abrazo por sobre su vientre y acercarla a su pecho. Estaba caliente, después de todo había estado dentro de un traje caliente.

—¿Qué crees que haces? —murmuró la castaña, encontrándose en las garras de su novio y sin intenciones de dar pelea.

Toge dejó escapar un suspiro pesado y caliente que recorrió la nuca de la castaña. Se atrevió a atrapar su oreja entre sus labios y repasarla con su lengua de una forma sorprendentemente ágil. La castaña juntó sus piernas, ahogando un suspiro con su mano por sobre su boca.

Cállate —dijo Inumaki, ambos estando conscientes del peso de sus palabras—. Hay que hacerlo rápido

[038]


Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top