Toge Inumaki

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Antes de leer esto, debes tener en cuenta lo siguiente:

εïз) Toge x lectora.

εïз)Escenario pedido por __Darkness_Alex y hecho en agradecimiento por su apoyo.

εïз)Debo aceptarles que este escenario también me gustó, pero siendo honesta, prefiero donde hay muertes de por medio. Espero que esto cumpla con lo tierno que pediste.

εïз)No tiene +18.

εïз)Gracias por todo su apoyo.

εïз)¡Espero que les guste mucho!

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"La promesa de su silencio". 

A la hora en donde los estudiantes de segundo como de primer grado llegaron a su limite en cuanto a resistencia, Maki dio el visto bueno para tomarse quince minutos para descansar. Sus pieles ardían a causa del sol y su sudor, recorriendo su cuerpo, era fruto de su gran esfuerzo de aquel día.

Tenían los juegos de las dos escuelas pisándoles los talones y absolutamente todos los estudiantes de Tokio estaban determinados a mejorar en este lapso pequeño de días para dar un mejor rendimiento. Fushiguro y Nobara no retrocedieron, aun cuando sopesaban la reciente baja de Itadori, mucho menos con la energía de cierta castaña de segundo año que se les contagió ni bien se conocieron.

Cada cual se retiró a un espacio cómodo para su descanso y por esta vez, algo muy raro, Toge se abstuvo de unirse a Panda en ese juego divertido que consistía en arrojar a Nobara por los aires. Tenìa otros planes en mente y esta vez quería sacar el mayor provecho de su descanso; Se dirigió a unas escaleras que subían por una colina y eran cubiertas por un edificio pequeño; a la lejanía se podían divisar a Fushiguro y Maki hablando.

La figura enana del joven se dibujó frente a ella, sentada recuperando el aliento. Levantó la mirada y sorprendida, lo encontró con los cabellos despeinados y las mejillas rojas como calientes a causa del desgaste físico.

Sus emociones le hicieron llegar una sola palabra a sus labios, la cual ella misma se encargó de ahogar en un mar de bochorno; era muy tierno, incluso estando agitado y con el uniforme sucio.

Lo recibió con una sonrisa y la expresión de Inumaki no pareció cambiar mucho, aunque a la chica por un segundo le pareció ver una suave curvatura en sus labios, como si hubiese intentando sonreír.

—¿Quieres sentarte? —dijo ella, invitándolo amablemente mientras palmeaba el sitio a su lado.

Extrañamente, Inumaki bajó el cierre de su cuello alto para descubrir la parte inferior de su rostro. La castaña que, si bien era su compañera desde hacía tiempo y lograron una cercanía tremenda, todavía no se acostumbraba a presenciar la tentadora figura de sus labios, esa barbilla afilada y aquellas marcas que le daban todavía un toque más especial en sus mejillas.

Mientras recién se conocían, a la fémina le pareció triste que Toge se viera limitado a un vocabulario tan pequeño. Se ponía en su lugar y no creía soportar hablar tan poco, entonces aquello y el gusto a las bromas pudo haber sido lo que los hizo más cercanos, porque si bien él pasaba la mayor parte del tiempo en silencio, ella asumió con lealtad y amor genuino la tarea de comprenderlo a tal punto en que sus pensamientos llegaban a conectarse.

Desde entonces el silencio de Toge ha sido dibujado por las risas y ocurrencias de la castaña, formando una pareja sólida y bien conocida en la escuela.

La jovencita desvío la mirada, intentando fervientemente en no prestar demasiada atención en la acción de su amigo o temía incomodarlo. Toge tomó asiento, confirmando con la proximidad de sus cuerpos calientes y cansados la veracidad de los sentimientos que ha experimentado últimamente.

Sin quererlo y mucho menos permitirlo, su pulso aumentó y no fue a causa del ejercicio de la víspera, sus brazos temblaron y por muy loco que suene, no pudo observar de nuevo los castaños ojos de su compañera. Era como si el corazón le ordenase llevar su mirada al suelo y solo disfrutar del delicioso aroma dulce que desprendían los cabellos de la contraria al mecerse con el gentil viento.

—¡AAh! —era ella, intentando destrozar la pesadez del ambiente sin prestar atención a sus síntomas del corazón. Estiró los brazos—. ¡El entrenamiento de hoy estuvo muy cansado! ¿No crees?

El albino se tomó su tiempo para responder y mientras más se tardaba, ella más nerviosa se ponía por la expresión de sus ojos.

—Atún —dijo, negando y sacando de ella una sonrisa cansada.

—Eso dices, pero se nota lo cansado que estás —agregó la castaña riéndose—. He visto cómo cuando corrías te tropezabas más de una vez.

Ahora bien, el joven actuó en un arranque desesperado por intentar expresar lo que ella le hacía sentir.

Ya habría un momento para pensar si esto era o no lo correcto.

Y habría otro para cuidar de maldecir por accidente.

Por ahora, Inumaki se dejó caer de lado, recostándose de camino y colocando su cabeza en el regazo de la castaña. Ella, sorprendida por la repentina acción de su compañero, tensó el cuerpo y lo recibió titubeante.

—¡Toge! —lo llamó en un grito que perdió fuerza a causa de su vergüenza mientras se mordía el labio inferior.

La chica comenzó a sentir el tinte rosa en sus mejillas y su corazón saltar entre la confusión y aceptación. bajó su mirada para encontrarse con los ojos violetas del albino, poseyendo un brillo divino y espectacular. Él también se sonrojó, pero esto pasó a segundo plano cuando se aventuró a tomar una mano de la castaña y llevársela al pecho, justo por encima de su corazón para que fuese testigo de su palpitación.

Se quedó sin palabras, Toge sonrió con timidez y sus labios articularon con cuidado y en volumen bajo un "Me gustas" con aquella débil, y bendita voz que bien llena estaba de las palabras "Salmón" y "Atún".

Mientras tanto, del lado en donde se encontraba Fushiguro y Maki, el chico frunció la mirada, observando a lo lejos la escena. Desde hacía tiempo lo estaba sospechando, así como sus demás compañeros.

—Esos dos... —gruñó—. Se están arriesgando mucho, Maki-senpai.

La mencionada observó la escena, por un segundo con la imagen de Okkotsu en mente. Negó para sí misma y sus labios ensancharon una sonrisa esperanzadora. Se llevó las manos a las caderas y dio la espalda, tapando la visión del azabache.

—El amor no se detiene a preguntar, Fushiguro —repuso ella, minutos antes de retomar el entrenamiento—. Además, juntos son más que lagrimas y voces ¿No te das cuenta? El silencio del uno es el dulzor de los dos. 


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