Kokichi Muta
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Antes de leer esto, debes tener en cuenta lo siguiente:
εïз)kokichi x lectora.
εïз)Nadie lo pidió, pero no lo podemos dejar en el olvido y era muy necesario.
εïз)No tiene +18.
εïз)¡Espero que les guste mucho!
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"No.1"
Con la misma rapidez con la que salió de la escuela y se perdió en la ciudad hasta altas horas de la noche, volvió a casa. Se aseguró de cerrar muy bien con llave y sin cuidado de encender otra luz más que la de su habitación, Kokichi dejó caer su mochila y la bolsa que traía en manos; cuatro mangas se regaron por el lugar.
Horas antes se había asegurado de que los iba a leer para animarse un poco. Últimamente ni el anime o el manga podían aliviar su estrés y remordimiento, el cual se intensificaba cada noche y se solidificaba todas las mañanas que la encontraba en la escuela, sonriente, como si nada hubiera pasado entre ellos dos.
Se hacía duro tener que aparentar.
Se había enredado tanto en las hebras del corazón que cuando se percató de su error, se encontró enamorado y ella cansada.
Tan rápido como todo había comenzado, también había terminado con una simple cita en el parque por el atardecer. Kokichi jamás olvidaría el sentimiento de soledad que experimentó cuando ella tomó la decisión de terminar con todo y le dio la espalda con un "nos vemos mañana en la escuela. Lo mejor no será decir nada del tema de ahora en adelante".
Y con justa razón, ninguno volvió a mencionarlo ni con sus amigos ni con nadie más. Dejaron de hablarse, y aunque era raro, nadie preguntaba nada. Ella pasaba más tiempo con sus amigos, mientras que él, volvió a ser el mismo chico solitario que se le encontraba en la esquina del salón leyendo manga con un rostro de pocos amigos.
Había vuelto a la soledad oscura que ni las mismas golondrinas pisan por lastima.
Volvió en sí, se dejó caer en su cama y observó la hora en su celular. Las dos de la mañana le habían recordado con cruel verdad que todo el final de su historia de amor fue por su propia culpa, sus inseguridades y celos.
Muy tarde entendió Kokichi que con ella lo tenía todo y que nunca hubo otro lugar más seguro que el que la castaña le había hecho en su corazón, al lado de sus sueños y una vida juntos.
Gruñó en un suspiro de frustración. Alargaba su brazo, pero no alcanzaba esos momentos donde tenían citas y con su timidez la hacía reír, o la ocasión donde se tomaron una fotografía con un filtro gracioso y él apareció con una expresión sorprendida, rayando en los cautivador e inocente.
Ya todo eso era un simple recuerdo que crecía como una bola de nieve hasta llegar a explotar en su pecho con un llanto desconsolador.
La extrañaba.
Su vida había perdido el color cuando se alejaron y no podía culparla, sabía que todo había sido su error.
Tomó aire, y después de ocultar su llanto en un rostro indoloro, tomó su celular y con el contacto culpablemente guardado la llamó. Ocurrieron unos segundos donde creía que en verdad no habría respuesta hasta que contestaron del otro lado con un suspiro adormilado.
—¿Kokichi? —escuchó del otro lado.
El corazón le dio un salto en la mediocridad de su felicidad porque había escuchado su nombre con esa voz que tanto amaba y al parecer, ella también guardaba su contacto.
Una corta sonrisa se dibujó en sus belfos y como una doncella enamorada, se acarició la cicatriz de su mejilla.
Recordó que a ella le gustaba a pesar de que él creí que era horrenda.
—¿Pasa algo?! —preguntó la castaña al no obtener su repuesta más allá de su respiración.
Kokichi negó como si lo pudiera ver.
Actualmente estaba actuando como un completo idiota.
—No, pero... —su voz parecía débil. Tal vez era esa sensación de nervios al hablar por fin después de mucho tiempo—. ¿no estás ocupada?
—¿Ocupada? —respondió ella, incrédula. Se sentó en la orilla de su cama y se repasó el rostro con su mano libre—. No, solo estaba durmiendo porque son las dos de la mañana.
El azabache se dio golpes a la frente y se removió en su cama. Era cierto, a esa hora ella ya estaba dormida como cualquier persona que entiende que tiene cosas qué hacer el día siguiente.
—Ah, es cierto —respondió con debilidad riendo por debajo.
Alcanzó a escuchar un suspiro por el lado de la castaña. No le había gustado esa llamada, eso era bien seguro.
—Como sea, ¿pasa algo? —le preguntó ella—. Es muy tarde y repentino que me llames si es por el manga que estás leyendo.
—¡No, no es sobre eso! —confesó, en este nivel de la historia, ni si quiera el manga tendría tanto valor como para llamarla.
—¿Entonces? —su tono parecía estar perdiendo la paciencia—. ¿No puedes decírmelo mañana en la escuela?
—Ni siquiera hablamos allá —dijo Kokichi, con su tonó apagado y encogido de hombros—. Es algo que necesito decirlo así.
—Kokichi —llamó ella, entendiendo por donde iba el tema, pero él no tardó en ganarle la palabra.
—Sé que no voy a remediar nada —habló con tal honestidad que el arrepentimiento se escribió en el rostro de la castaña—. Tampoco lo hago para eso, solo necesito que me escuches ¿sí? ¿Puedes hacerlo?
Siguieron un par de segundos en silencio que casi se convirtieron en un minuto, hasta que la castaña, en contra de lo que sentía, aceptó. No podía evitarlo, al igual que él, sentía una fuerte necesidad por estar a su lado porque no había dejado de amarlo.
—Bien, pero que sea rápido—le dijo—. Mañana tenemos escuela, por si no lo sabías.
Kokichi rio. Recordó los regaños que ella le daba porque dormía tarde por leer manga, aunque al día siguiente tenían clases.
—Gracias —dijo kokichi con cuidado, intentando escoger bien sus palabras; tomó aire y después de recorrer su habitación dos veces, continuó; —. Te extraño, Mucho. Te extraño mucho y cada que nos encontramos en los pasillos o nuestras miradas se hallan en el salón, entiendo con su dolor y profundidad que todo fue mi culpa. No puedo asegurarte que esto sanará pronto, porque con tu insistencia mis días se hicieron diferentes, con tus risas y ocurrencias... fui otro al tipo gris de siempre. Con la luz de tu noche en los ojos el azul de mi horizonte se alejó de mi soledad. Lo que quiero decir es...
Su voz se cortó, la castaña aprovechó para llamarlo, pero él no se detuvo más.
—Es que después de pensarlo mucho y sufrir —dijo antes de terminar—. Eres la chica numero uno para mi y siempre será así, aunque tengas a otros y nos volvamos viejos o lleguemos a saber nada el uno del otro, no me arrepiento de amar a la mejor mujer de todo el mundo.
Volvieron al silencio. Kokichi había sacado lo que por tanto tiempo se guardó y ella, en el vientre de la oscuridad de su habitación, sintió las mejillas calientes. Sus brazos se sentían fuera de lugar con la ausencia de Kokichi y poniendo los ojos en blanco, pensó que al menos no estaría mal pensar las cosas teniendo la mente "fría".
—¿Terminaste? —le preguntó.
—Sí —y el asintió quitándose el listón que ataba su cabello en una coleta.
—Entonces ve a dormir —le dijo ella—. Mañana hablamos en la escuela, ¡pero vete a dormir! Nada de leer manga a esta hora.
Como si hubiese sido descubierto, Kokichi observó los mangas que había comprado y la tentación le recorrió la punta de sus dedos, pero la rechazó. Le aseguró que iría a dormir y se despidieron con unas buenas noches.
Ni aun entonces podía asegurar algo, pero las esperanzas de hablar con ella coronaron sus sueños esa noche. Fue a la cama a dormir unas cuatro horas, extrañamente ya quería que las horas pasaran rápido y pudiera encontrarse nuevamente a los pies de su No.1
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